Vísperas – Viernes VII de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

VIERNES VII TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¿Quién es este que viene,
recién atardecido,
cubierto con su sangre
como varón que pisa los racimos?

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su Elegido.

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos. Amén.

SALMO 134: HIMNO A DIOS, REALIZADOR DE MARAVILLAS

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

SALMO 134

Ant. Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas;
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor.
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA: St 1, 2-4

Hermanos míos: Teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros sin falta alguna.

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

R/ Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
V/ Por su sangre

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

PRECES

Invoquemos confiados a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, y digámosle:

Favorécenos, Señor, por tu bondad.

  • Buen Pastor del rebaño de Dios,
    — ven a reunir a todos los hombres en tu Iglesia.
  • Ayuda, Señor, a los pastores, de tu pueblo peregrino,
    — para que apacienten sin desfallecer a tu grey hasta que vuelvas.
  • Escoge de entre nosotrso pregoneros de tu palabra,
    — para que anuncien tu Evangelio hasta los confines del mundo.
  • Ten compasión de los que en su trabajo desfallecen a mitad del camino;
    — haz que encuentren un amigo que los levante.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Muestra tu gloria en el gozo de tu reino
    — a los que en este destierro escucharon tu voz.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, Padre santo, que quisiste que Cristo, tu Hijo, fuese el precio de nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en sus padecimientos, nos gocemos también en la reverlación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – 1 de marzo

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 10,1-12
Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente hacia él y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?» Él les respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?» Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.» Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.» Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.»

3) Reflexión

• El evangelio de ayer traía los consejos de Jesús sobre la relación entre adultos y niños, entre grandes y pequeños en la sociedad. El evangelio de hoy trae consejos sobre cómo debe ser la relación entre hombre y mujer, entre marido y mujer.
• Marcos 10,1-2: La pregunta de los fariseos: “¿el marido puede repudiar a la mujer?” La pregunta es maliciosa Pretende poner a prueba a Jesús. “¿Es lícito a un marido repudiar a su mujer?” Señal de que Jesús tenía una opinión diferente, pues de lo contrario los fariseos no irían a interrogarlo sobre este asunto. No preguntan si es lícito que una esposa repudie a su marido. Esto no les pasa por la cabeza. Signo claro del fuerte dominio machista y de la marginación de la mujer en la sociedad de aquel tiempo.
• Marcos 10,3-9: La respuesta de Jesús: el hombre no puede repudiar a la mujer. En vez de responder, Jesús pregunta: “¿Qué dice la ley de Moisés?” La ley permitía al hombre escribir una carta de divorcio y repudiar a la mujer. Este permiso revela el machismo. El hombre podía repudiar a la mujer, pero la mujer no tenía este mismo derecho. Jesús explica que Moisés actuó así por la dureza de corazón de la gente, pero la intención de Dios era otra, cuando creó al ser humano. Jesús vuelve al proyecto del Creador y niega al hombre el derecho de repudiar a su mujer. Quita el privilegio del hombre ante la mujer y pide el máximo de igualdad entre los dos.
• Marcos 10,10-12: Igualdad hombre y mujer. En casa, los discípulos hacen preguntas sobre este asunto. Jesús saca las conclusiones y reafirma la igualdad de derechos y deberes entre hombre y mujer. Propone un nuevo tipo de relación entre los dos. No permite que una vez casados el hombre pueda repudiar a la mujer, y viceversa. El evangelio de Mateo añade un comentario de los discípulos sobre este asunto. Dicen: “Si la situación del hombre con la mujer es así, entonces mejor no casarse” (Mt 19,10). Prefieren no casarse, que casarse sin el privilegio de poder seguir mandando sobre la mujer y sin el derecho de poder pedir el divorcio en caso de que ella no les agrade más. Jesús va hasta el fondo y dice que hay solamente tres casos en que se permite a una persona no casarse: «No todos comprenden lo que acaban de decir, sino solamente los que reciben este don. Hay hombres que nacen incapacitados para casarse. Hay otros que fueron mutilados por los hombres. Hay otros que por amor al Reino de los Cielos han descartado la posibilidad de casarse. ¡Entienda el que pueda!” (Mt 19,11-12). Los tres casos son: “(a) impotencia, (b) castración y (c) por el Reino. No casarse sólo porque el hombre no quiere perder el dominio sobre la mujer, esto ¡la Nueva Ley del Amor no lo permite! Tanto el casarse como el celibato, ambos deben estar al servicio del Reino y no al servicio de los intereses egoístas. Ninguno de los dos puede ser motivo para mantener el dominio machista del hombre sobre la mujer. Jesús cambió la relación hombre-mujer, marido-esposa.

4) Para la reflexión personal

• En mi vida personal, ¿cómo vivo la relación hombre-mujer?
• En la vida de mi familia y de mi comunidad, ¿cómo está siendo la relación hombre-mujer?

5) Oración final

Yahvé es clemente y compasivo,
lento a la cólera y lleno de amor;
no se querella eternamente,
ni para siempre guarda rencor. (Sal 103,8-9)

Comentario del 1 de marzo

Los acercamientos de los fariseos a Jesús solían esconder casi siempre intenciones aviesas. En esta ocasión, como tantas otras veces, se acercan con una pregunta, pero no con intención de aprender, sino de ponerlo a prueba para tener después de qué acusarlo. Las pruebas a que quieren someterle son siempre la antesala de la acusación. Lo único que pretenden es desacreditarlo a los ojos del pueblo, que le admira, y encontrar un motivo de condena. La pregunta es: ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?

Los fariseos ya tenían respuesta para esta pregunta. A un hombre le era lícito divorciarse de su mujer siempre que hubiera causa justa o razón suficiente. Para unos esta causa podía ser el suceso más intrascendente en la vida del matrimonio: cualquier fallo o falta por leve que fuera; para otros, sólo un adulterio podía ser motivo de divorcio. Vivían, por tanto, bajo una legislación divorcista o que permitía el divorcio. Para ello podían ampararse en la ley de Moisés que permitía esta ruptura matrimonial dando acta de repudio a la mujer. A esta tradición se remiten cuando Jesús les pregunta: ¿Qué os ha mandado Moisés?

Jesús reconoce la existencia de esta legislación y la justifica en gran medida invocando una razón: Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Luego se trata de una permisión legal debida a la terquedad de los hombres de aquel tiempo, quizá para evitar males mayores. Pero al principio no fue así. Jesús se remite en este caso a una tradición anterior a la mosaica, una tradición que, a su entender, habría que recuperar. Al principio Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Son textos del Génesis. Y Jesús invoca esta Escritura como exponente de la tradición más primigenia. Dios los creó hombre y mujer y, por tanto, distintos. Siendo los mismos huesos y la misma carne, sin embargo son sexualmente distintos, pero también complementarios. Aquí la diferencia distingue, pero no separa. Aquí la diferencia, por ser complementaria, une. Fueron creados hombre y mujer con miras a formar una unión de dos abierta a la vida, dos en una sola carne.

Por eso, porque están naturalmente encaminados a esta unión, el hombre abandonará a su padre y a su madre para unirse a su mujer y formar con ella una sola carne. Se abandona en cierto modo a la familia de procedencia para formar una nueva familia o una unión que sea el origen de una nueva familia. Porque la unidad de la carne tiene un inmediato fin procreador. Y aquí está el origen de la familia. Luego en la creación bisexuada del hombre y la mujer ya hay un designio divino de unión. Y como la unión sólo puede darse entre un hombre y una mujer concretos, hay que pensar que cuando se produce esa unión efectiva, Dios la quiere. Es decir, que Dios quiere la unión de ese hombre y esa mujer concretos en los que ha surgido el amor y la mutua atracción. Pues bien, lo que Dios quiere unido porque lo ha unido, que no lo separe el hombre. Separar lo que Dios quiere que sea una sola carne es romper una unión querida por Dios.

Pero ¿semejante voluntad cierra el camino a cualquier permisión como la de Moisés? Cuando esa unión se ve resquebrajada y se presenta como irrecuperable, ¿no habrá que aceptar con resignación este estado de hecho y, por tanto, la separación? ¿Se les puede negar a los separados la posibilidad de restablecer la unión con otra persona? Esas son las preguntas que nos seguimos haciendo hoy. Porque si permitimos a los separados restablecer la unión con otra persona, estamos dando por finalizada o invalidada la unión anterior. ¿No la ha destruido ya de hecho la separación?

Quizá estas y otras preguntas son las que llevan a los discípulos de Jesús a volver sobre el tema. Y su respuesta ahora es más comprometida y diáfana: Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Luego la mujer de la que uno se divorcia (o separa) para casarse con otra sigue siendo su mujer, hasta el punto de serla infiel, cometiendo adulterio, si se casa con otra. Esta respuesta de Jesús no deja escapatoria. Atrás parece haber quedado el precepto de Moisés y su justificación. Ya ha dejado de comparecer la terquedad como motivo justificante del divorcio.

En los nuevos tiempos la terquedad humana ya no parece ser razón suficiente para permitir el divorcio. Jesús, al remitirse a los orígenes, recupera en toda su radicalidad la pureza de esta unión constituida por el hombre y la mujer hasta poder hablar de una sola carne siendo dos: matrimonio monógamo e indisoluble. Pero hoy, ante la avalancha de experiencias de fracaso, nos cuesta mucho admitir esta indisolubilidad, tanto que nos parece una intransigencia más de la Iglesia que se aferra al dictado de Cristo de manera poco flexible. Pero la Iglesia no es tan inflexible como pudiera parecer. También admite separaciones, aunque no admita divorcios; también concede anulaciones; también se apiada de esas personas que se encuentran en situación irregular. Lo que no puede hacer es invalidar una norma que surge de la entraña del mismo evangelio con su carga incuestionable de radicalidad.

El cristiano está constantemente invitado a vivir la radicalidad evangélica. Pero su fracaso en el intento o su pecado, incluido el de adulterio, no queda al margen de la misericordia del que perdonó a la mujer sorprendida en adulterio o del que pidió el perdón para los que le crucificaban. No, las exigencias evangélicas no son nunca obstáculo para el uso balsámico de la misericordia. Al contrario, es sobre los pecadores sobre los que se derrama más copiosamente.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

La misa del Domingo

8º Domingo T.O. / Ciclo C
3 de marzo de 2019

 

  • Eclesiástico 27, 4-7: “El fruto revela el árbol, así la palabra revela el corazón de la persona”
  • Sal 91- “Es bueno darte gracias, Señor”
  • 1 Cor 15, 54-58: “Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”

Lc 6, 39-45: “No hay árbol malo que dé fruto bueno, por ello cada árbol se conoce por su fruto”

Eco desde nuestras comunidades y jóvenes

  • ¿De dónde sacamos los criterios para orientar y educar a los jóvenes? Cuidado, no seamos guías ciegos.
  • Mirando el fruto de nuestro trabajo educativo, ¿qué sensación tenemos? ¿Estamos dando frutos sanos?
  • La Palabra nos lleva a confiar en Dios, que nos lleva a la conversión y de ahí a la victoria por medio de Jesucristo.

Propuesta de Homilía

La Palabra que hemos escuchado es un elogio del hombre justo. El justo da frutos de justicia y de bondad. Su vida, como el buen árbol, está plantado junto a la corriente y da buenos frutos. Personas así creo que existen y además nosotros las conocemos. Son esa clase de hombres y mujeres que acompañan, cuidan, educan a los pequeños y hacen crecer. Son guías sabios, que, sin ser perfectos, orientan hacia el bien. ¡Cuántas madres, padres, maestros, animadores, religiosos y sacerdotes son así!

Es inevitable no pensar, igualmente, en el mal y en el dolor que podemos causar cuando nuestro corazón no está bien orientado, y nos convertimos en guías ciegos, que confunden a los demás y los llevamos a la perdición. Existen en todos los estamentos sociales, económicos y religiosos. También desgraciadamente en la Iglesia, comunidad de hombres santos y pecadores. Causa consternación comprobar los casos de corrupción, de abusos cometidos en nuestra querida Iglesia. No son la mayoría de sacerdotes y religiosos, más bien una minoría; pero ello nos lleva a la tristeza, a sentir dolor y vergüenza, y de alguna manera a la desesperanza. Debemos reconocer -ya lo estamos haciendo- que hemos sido guías ciegos en algunas ocasiones, causando un dolor irreparable en aquéllos pequeños, cuyos ángeles, según el evangelio, están contemplando constantemente la cara de Dios Padre.

Sin embargo, conviene no caer en el maniqueísmo, señalando a instituciones al completo como “depravadas” y “horrendas”. Las instituciones las hacen las personas con su bondad y su pecado; y esto se puede aplicar a todas. Por eso, que si pretendemos hacer un ejercicio de justicia y honestidad debemos saber que el corazón del hombre tiene una facilidad exagerada a corromperse, manipular, mentir o matar. También poseemos una orientación al bien. En este sentido cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad de educar constantemente nuestra conciencia para vivir honestamente.

El salmo 91 que hemos proclamado es el elogio del hombre bueno y justo:

Los justos están alzados y bien plantados en la casa del señor, y crecen sanos en sus atrios. El hombre justo da buen fruto incluso en la vejez, y proclama que el Señor es justo y la roca en donde no hay maldad. Ese es el humus en donde de verdad crecemos sanos y damos buen fruto: en la tierra de la Palabra de Dios. Más que nunca la necesitamos.

En la tierra de la Palabra reconocemos que somos criaturas y no dioses. Que hemos sido creados por Dios bellamente, y además lo hemos sido “a su imagen y semejanza”. Todo creyente está llamado a dar buen fruto, a pesar de que a veces damos los frutos equivocados. Por eso conviene recordarnos que es el perdón y la enmienda la que nos hace recuperar la impronta de Dios en nosotros y volver a dar buenos frutos. Como nos indica Pablo en la epístola de hoy, es la Gracia de Dios la que nos da la victoria, por medio de Jesucristo. Tal vez con frecuencia olvidamos la Gracia, como motor de todo. Cuando lo olvidamos, nosotros nos convertimos en diosecillos y poco a poco en diablos infames que manipulamos y aniquilamos a los demás. Sin la Gracia de Dios, el ser humano solo confía en sí mismo, en su propia capacidad, y abandona la capacidad sanadora que tiene Dios y su Palabra. Sólo en Dios nuestra vida está sana y recibe buenos alimentos. Fuera de El, todo se pudre y se corrompe; también la Iglesia.

Recordemos que el sentido y la honestidad residen en ese reducto interior en donde Dios se nos manifiesta. Lo llamamos conciencia. En ese reducto tenemos nuestra casa, nuestro hogar. Ahí, los principios, ahí el fuego que nos da calor, la brújula que nos orienta el destino. No olvidar, cuando nos desoriente el pecado, que tenemos una estrella en lo profundo de nuestro corazón. Dejemos que ella -que no es otro sino Dios- nos oriente y dirija.

José Luis Villota, sdb

La misa del Domingo: Misa con niños

DOMINGO VIII ORDINARIO (C)

“Por sus frutos”
3 de marzo de 2019

(El hombre bueno da frutos buenos. Es el sentimiento que se deriva de las lecturas de hoy.

Aunque se acerca el Tiempo de Cuaresma, no conviene crear el ambiente de preparación a la Cuaresma. Únicamente anunciar si hay celebración para el Miércoles de Ceniza.

Un signo para la celebración: Una planta hermosa, expuesta sobre un pedestal o lugar visible. En el momento de la homilía un niño puede regar la planta, limpiarla… signo de que si la cuidas será una planta bella.

Canciones para la celebración: “La sal y la luz” (Brotes de Olivo). “Da la paz” (Misa Joven). “Nada nos separará”. “Da la paz” (Misa Joven).

1. MOTIVACIÓN

Amigos: ¡Cuánto hemos aprendido de Jesús en los domingos del mes de febrero! Hoy también vamos a seguir con atención lo que Jesús nos dice. Dios es bueno y quiere que seamos buenos. Por eso nos ha convocado a esta celebración del domingo, junto con otros amigos y seguidores de Jesús. Comenzamos cantando.

2. CANTO

3. SALUDO DEL SACERDOTE Y MOTIVA EL PERDÓN

  1. Por las veces que te damos la espalda. Señor, ten piedad.
  2. Por las veces que no te seguimos. Cristo, ten piedad.
  3. Por las veces que no somos valientes. Señor, ten piedad.

 

4.- PRIMERA LECTURA. Del Eclasiástico 27, 4-7

MONICIÓN ANTES DE LA LECTURA

Vamos a escuchar ahora una lectura de un libro anterior al tiempo de Jesús. Quizás te extrañes de estas frases, que son como refranes, pero dicen unas verdades muy importantes. Fíjate

Lectura del Libro del Eclasiástico:

Cuando se agota la criba, quedan los desechos; así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos. El horno prueba las vasijas del alfarero, y la persona es probada en su conversación. El fruto revela el cultivo del árbol, así la palabra revela el corazón de la persona. No elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una persona.

Palabra de Dios

5. CANTO: “Nada nos separará del amor de Dios”

6. EVANGELIO. Lucas 6, 39-45. “El hombre bueno…”

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal. Por sus frutos los conoceréis”.

Palabra del Señor.

7. COMENTARIO

  • ¿Conoces a personas que hacen siempre el bien? Tus padres, profesores, animadores, catequistas…
  • Qué hace falta para tener un corazón “bueno”, como nos pide Jesús.
  • Mira esta planta: si la cuidas, la riegas y tiene luz, da hojas bonitas.
  • ¿Quieres ser un poco mejor, quieres ser bueno esta semana?

8. ORACION DE FIELES. PETICIONES

  1. Para que todos los cristianos demos testimonio de que seguimos a Jesús. Roguemos al Señor.
  2. Para que seamos buenas personas y hagamos el bien a todos. Roguemos al Señor.
  3. Para que Dios ayude a quienes más necesitan su ayuda: gente sin trabajo y con problemas para vivir. Roguemos al Señor.
  4. Para que aprendamos muchas cosas sobre las personas buenas que Jesús pone junto a nosotros. Roguemos al Señor.

9. CANTO DE LA PAZ. Se puede resaltar este momento cantando con alegría y sentido de cercanía la canción “Da la paz” (se repite varias veces).

Si mueves tú las manos
traerás la paz,
la paz que Dios nos quiere traer (bis). Traerás la paz como el sol,
derrite el odio, el calor,
olvida el miedo y comparte siempre paz (bis).

Si mueves tú los dedos…
Si mueves la cabeza…
Si mueves tú los hombros… Si mueves todo el cuerpo…

10. ACCIÓN DE GRACIAS. CANTO: “La sal y la luz” (Brotes de Olivo). Se canta o recita.

El que me sigue en la vida sal de la tierra será,
mas si la sal se adultera, los hombres la pisarán.

Que sea mi vida la sal. Que sea mi vida la luz.
Sal que sala, luz que brilla. Sal y fuego es Jesús.

Sois como la luz del mundo,
que a la ciudad alumbra,
ésta se pone en la cima donde el monte se encumbra.

Que brille así vuestra luz ante los hombres del mundo,
que palpen las buenas obras de lo externo a lo profundo.

11. PARA LA VIDA

(Se puede anunciar aquí el inicio de la Cuaresma, el próximo Miércoles de Ceniza. Si hay alguna celebración, se puede comunicar).

Jesús nos cuenta cuentos (Oración)

JESÚS NOS CUENTA CUENTOS

Un día, al ver Jesús que las personas que le seguían no acababan de enterar muy bien en qué consistía eso de seguirle, les contó tres historias para ver si así le entendían un poquito más. Hoy vamos a escuchar esas historias. Pero antes cierra los ojos, haz silencio exterior. Seguro que hacer silencio interior también te va a ayudar. Respira profundamente tomando aire por la nariz y soltándolo por la boca como si quisieras apagar una vela muy poco a poco.

Ahora intenta imaginarte a Jesús rodeado de mucha gente. Y si puedes imagínate que tú también estás allí escuchando esas historias.

El texto es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 6, 39-45):

Otro día Jesús les contó varios de esos cuentos que se llaman parábolas, y que servían para que entendiesen bien las cosas. Ese día les contó el del ciego, el del hombre sucio y el del árbol. ¿Sabes cuáles son? Esto es lo que les dijo: «Mirad, ¿os imagináis un ciego que necesita la ayuda de alguien para llegar a otro sitio? Y, sin darse cuenta, le pide ayuda a otro que también está ciego. Lo que les va a pasar es que van a terminar los dos perdidos». Con eso les quería decir que, en la vida, todos necesitamos aprender de algún maestro que sabe más que nosotros. Jesús también se dio cuenta de que la gente muchas veces estaba sacándoles defectos a los demás, y criticándose unos a otros. Por eso, también les enseñó diciéndoles: «Oye, no os paséis todo el día mirando lo que hacen mal los demás para criticarlos. Porque a veces lo que hay que mirar es lo que hace mal uno mismo, para cambiarlo. Que si no, nos va a pasar como a esos que están criticando que el otro tiene una pequeña manchita en la ropa, y sin embargo ellos van sucios del todo y ni se dan cuenta. Mejor sería que se lavasen, antes de criticar la mancha del otro». Y terminó aquel día con otra enseñanza. Les dijo: «Todos somos como árboles. Y damos frutos. Pero los árboles buenos dan frutos buenos, y los malos dan frutos malos. Así que examina cuáles son los frutos que tú das en la vida, y entonces sabrás cómo eres».

Con todas estas lecciones les hacía pensar muchísimo, pero les venía muy bien.

Jesús, parece que lo mismo que les pasaba a las personas que tuvieron la suerte de estar contigo, nos sigue ocurriendo a nosotros. ¡No aprendemos! Aunque pasen los años, los errores que cometemos, por lo que se ve, son los mismos una y otra vez.

Piensa un momento en el día de ayer. ¿Hablaste de alguien a sus espaldas? ¿Le dijiste a algún compañero o compañera, algún fallo que había cometido sin cariño? ¿Pides consejo solo a los que piensan como tú para que no te lleven la contraria? Tranquilo, si has respondido a todas que sí, no te preocupes. No eres diferente a los que estaban con Jesús. ¿Sabes lo mejor? Él siempre los miraba con mucho cariño.

Mientras escuchas la canción, agradece a Dios la vida que te da y pídele a Jesús que te ayude a ser cada día un poquito mejor. Así te irás pareciendo un poquito más a él.

Hola, Dios, estoy aquí, gracias te doy por darme la vida.
Hazla nueva todos los días. ¡Buenos días, mi Señor!

Hola, Dios, estoy aquí, gracias te doy por darme la vida.
Hazla nueva todos los días. ¡Buenos días, mi Señor!

Hola, Dios, estoy aquí, gracias te doy por darme la vida.
Hazla nueva todos los días. ¡Buenos días, mi Señor!

Pero no siempre despertamos con gozo. No siempre son redondas las ruedas de nuestro tren de la vida. Ha de cancelarse nuestro júbilo ante cualquier contratiempo y al final vemos que no lo es tanto. ¿Es que acaso se muere el sol, el ritmo de la tierra, la capacidad de amar, de una madre?

Hola, Dios, estoy aquí, gracias te doy por darme la vida.
Hazla nueva todos los días. ¡Buenos días, mi Señor!

Hola, Dios, estoy aquí, gracias te doy por darme la vida.
Hazla nueva todos los días. ¡Buenos días, mi Señor!

Hola, Dios, estoy aquí, gracias te doy por darme la vida.
Hazla nueva todos los días. ¡Buenos días, mi Señor!

Hola, Dios estoy aquí interpretado por Brotes de Olivo «Dame vida»

Gracias por todo lo que nos enseñas

Jesús, gracias por tus cuentos,
gracias por todo lo que nos enseñas.
Ayúdanos a que cada día
nos parezcamos más a ti.

<

p style=»text-align:justify;»>Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

Comentario al evangelio – 1 de marzo

“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. ¿Tan difícil es vivir un proyecto de vida común para toda la vida? Sí, si que lo es cuando depende sólo del esfuerzo y voluntad humanas; pues cuando todo va bien la rueda da vueltas sin dificultad, pero cuando surgen y se acumulan los distintos contratiempos y dificultades de la vida, el cansancio y el desgaste acaban destruyendo el proyecto. Y dificultades y contratiempos siempre hay en el camino de la vida.

Por eso, para vivir el proyecto de formar una familia la Iglesia establece un sacramento, un camino donde la gracia de Dios sostiene y fortalece dicho proyecto, de modo que ya no depende exclusivamente del esfuerzo y voluntad humanas, sino que la Fuerza y el Amor de Dios están trabajando conjuntamente. Ya no son dos, sino tres.

Aún así, ¿puede romperse este proyecto? Sí, porque Dios refuerza, pero no fuerza la libertad humana; y este refuerzo es una garantía, aunque no puede impedir que termine por lo que acabo de decir. Nuestra Iglesia debe seguir esforzándose en ayudar a las parejas que desean emprender un proyecto de vida juntos, especialmente en la etapa anterior al matrimonio con una preparación mucho más exhaustiva y con un acompañamiento posterior en los cinco primeros años de matrimonio para ayudar a fortalecer las bases. Temas como qué hacemos con las familias de origen, conciliar vida familiar y laboral, qué me enamora de ti después de cinco años, la venida del primer hijo, etc.

No han faltado voces en la pastoral matrimonial que hablan de un sacramento progresivo, en dos etapas: una promesa donde ya vivir juntos y fortalecer el noviazgo y el conocimiento mutuos y una segunda de consentimiento (un sí para toda la vida) a los cinco o más años de esta primera etapa donde, fortalecido el conocimiento y el amor, abrir el espacio a los hijos y a una vida de mayor calidad de pareja. Todo ello acompañado por una pastoral adecuada que ya desempeñan algunos movimientos y pastorales parroquiales en algunos lugares.

Fuera como que fuere, lo más importante es ayudar a las parejas a vivir este maravilloso proyecto de vida sin temor ni inseguridades, sino con la ilusión y gozo que Dios quiere que sea vivido.

Juan Lozano, cmf