Vísperas – Viernes I de Cuaresma

VÍSPERAS

VIERNES I CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!…).
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.

SALMO 40: ORACIÓN DE UN ENFERMO

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

SALMO 45: DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA: St 5, 16. 19-20

Confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros, para que os curéis. Mucho puede hacer la oración intensa del justo. Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro lo encamina, sabed que uno que convierte al pecador de su extravío se salvará de la muerte y sepultará un sinfín de pecados.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Si, cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Si, cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

PRECES

Oremos a Jesús, el Señor, que santificó por su propia sangre al pueblo, y digámosle:

Compadécete, Señor, de tu pueblo

  • Redentor nuestro, por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para mortificar sus cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su esperanza,
    — para que se dispongan a celebrar santamente tu resurrección.
  • Haz que los cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo tu Evangelio;
    — y dando testimonio de el por su fe, esperanza y caridad.
  • Conforta, Señor, a los que están tristes,
    — y danos a nosotros el deseo de consolar a nuestros hermanos.
  • Haz que tus fieles aprendan a participar en tu pasión con sus propios sufrimientos,
    — para que sus vidas manifiesten tu salvación a los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Tú que eres autor de la vida, acuérdate de los difuntos
    — y dales parte en tu gloriosa resurrección.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Que tu pueblo, Señor, como preparación a las fiestas de Pascua, se entregue a las penitencias cuaresmales, y que nuestra austeridad comunitaria sirva para la renovación espiritual de tus fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 15 de marzo

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Mateo 5,20-26

«Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.

«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano `imbécil’, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame `renegado’, será reo de la gehenna de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

3) Reflexión

• El texto del evangelio de hoy está dentro de la unidad mayor de Mt 5,20 hasta Mt 5,48. En esta unidad Mateo muestra como Jesús interpretaba y explicaba la Ley de Dios. Por cinco veces repitió la frase: «Habéis oído que se dijo, ¡pero yo os digo!» (Mt 5,21.27.33.38.43). En opinión de algunos fariseos, Jesús estaba terminando con la ley. Pero era exactamente lo contrario. Decía: “No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a acabar, sino a darles pleno cumplimiento (Mt 5,17). Ante la Ley de Moisés, Jesús tiene una actitud de ruptura y continuidad. Rompe con las interpretaciones erradas que se encerraban en la prisión de la letra, y reafirma de forma categórica el objetivo último de la ley: alcanzar la justicia mayor que es el Amor.

• En las comunidades para las cuales Mateo escribe su Evangelio había opiniones diferentes ante la Ley de Moisés. Para algunos no tenía sentido. Para otros tenía que ser observada hasta los mínimos detalles. Por esto había muchos conflictos y enfrentamientos. Unos llamaban a otros imbecil e idiota. Mateo trata de ayudar a los dos grupos a enfrentar y superar los conflictos que surgen dentro de la familia y de la comunidad.

• Mateo 5,20: La justicia de ustedes tiene que ser mayor que la justicia de los fariseos. Este primer versículo ofrece la llave general de todo lo que sigue en el conjunto de Mt 5,20-48. El evangelista muestra a las comunidades cómo deben practicar una justicia mayor que supera la justicia de los escribas y de los fariseos y que llevará a la observancia plena de la ley. En seguida, después de esta clave general sobre la justicia mayor, Mateo presenta cinco ejemplos bien concretos de cómo practicar la Ley de tal manera que su observancia lleve a la práctica perfecta del amor. En el primer ejemplo del evangelio de hoy, Jesús revela lo que Dios quería cuando entregó a Moisés el quinto mandamiento. “¡No matarás!”.

• Mateo 5,21-22: No matar. “Habéis oído que se ha dicho: No matará. Quien mate a su hermano será condenado por el tribunal” (Ex 20,13) Para observar plenamente este quinto mandamiento no basta evitar el asesinato. Es preciso arrancar del proprio ser todo aquello que, de una forma o de otra, pueda llevar al asesinato, como por ejemplo, la rabia, el odio, el juicio, e deseo de venganza, de explotación, etc.“Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal”. Es decir, quien piensa con rabia en su hermano, merece ya el mismo castigo de condena de parte del tribunal que, en la antigua ley, era reservado al asesino. Y Jesús va mucho más allá. El quiere arrancar la raíz del asesinato: pero el que llame a su hermano `imbécil’, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame `renegado’, será reo de la gehenna de fuego Con otras palabras, observo plenamente el mandamiento No Matar si consigo sacar de mi corazón cualquier sentimiento de rabia que lleva a insultar al hermano. Es decir: solamente si llego a la perfección del amor.

• Mateo 5,23-24: El culto perfecto que Dios quiere “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Para poder ser aceptado por Dios y estar unido a él, es preciso estar reconciliado con el hermano, con la hermana. Antes de la destrucción del Templo del año 70, cuando los cristianos han participado a las peregrinaciones a Jerusalén para hacer sus ofertas al altar del Templo, recordaban siempre la frase de Jesús. Ahora en los años 80, en el momento en que Mateo escribe, el Templo y el Altar ya no existían. La comunidad pasó a ser el Templo y el Altar de Dios (1Cor 3,16).

• Mateo 5,25-26: Reconciliar. Uno de los puntos en que el Evangelio de Mateo más insiste es la reconciliación, pues en las comunidades de aquella época, había muchas tensiones entre grupos radicales con tendencias diferentes, sin diálogo. Nadie quería ceder ante el otro. Mateo ilumina esta situación con palabras de Jesús sobre la reconciliación que piden acogida y comprensión. Pues el único pecado que Dios no consigue perdonar es nuestra falta de perdón a los demás (Mt 6,14). ¡Por esto, busca la reconciliación, antes de que sea demasiado tarde!

• El ideal de la justicia mayor. Por cinco veces, Jesús cita un mandamiento o una costumbre de la antigua ley: No matar (Mt 5,21), No cometer adulterio (Mt 5,27), No jurar en falso (Mt 5,33), Ojo por ojo, diente por diente (Mt 5,38), Amar al prójimo y odiar al enemigo (Mt 5,43). Y por cinco veces, critica la antigua manera de observar estos mandamientos y apunta hacia un camino nuevo para alcanzar la justicia, el objetivo de la ley (Mt 5,22-26; 5, 28-32; 5,34-37; 5,39-42; 5,44-48). La palabra Justicia aparece siete veces en el Evangelio de Mateo (Mt 3,15; 5,6.10.20; 6,1.33; 21,32). El ideal religioso de los judíos de la época era «ser justo ante Dios». Los fariseos enseñaban: “La persona alcanza la justicia ante Dios cuando llega a observar todas las normas de la ley en todos sus detalles!» Esta enseñanza engendraba una opresión legalista y llenaba de angustia a las personas de buena voluntad, porque era muy difícil observar todas las normas (Rom 7,21-24). Por esto, Mateo recoge las palabras de Jesús sobre la justicia mostrando que tiene que superar la justicia de los fariseos (Mt 5,20). Para Jesús, la justicia no viene de aquello que yo hago por Dios observando la ley, sino que viene de lo que Dios hace por mí, acogiéndome con amor como hijo o hija. El nuevo ideal que Jesús propone es éste «¡Ser perfecto como el Padre celestial es perfecto!» (Mt 5,48). Esto quiere decir: seré justo ante Dios, cuando trate de acoger y perdonar a las personas así como Dios me acoge y perdona gratuitamente, a pesar de mis muchos defectos y pecados.

Para la reflexión personal

• ¿Cuáles son los conflictos más frecuentes en nuestra familia? ¿Y en nuestra comunidad? ¿Es fácil la reconciliación en familia y en comunidad? ¿Sí o no? ¿Por qué?
• ¿De qué manera los consejo de Jesús pueden ayudar a mejorar la relación dentro de nuestra familia y de la comunidad?

5) Oración final

Señor, te ocupas de la tierra y la riegas,
la colmas de riquezas.
El arroyo de Dios va lleno de agua,
tú preparas sus trigales. (Sal 65,10)

Comentario del 15 de marzo

En cierta ocasión, nos refiere Mateo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Por el tenor de la pregunta, parece que Jesús tiene la intención de sondear la opinión pública que se han forjado sus contemporáneos de su persona. Ellos contestan lo que han oído entre la gente: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. La opinión generalizada es que se trata de un profeta que actualiza o reproduce la misión de antiguos profetas, de profetas de fama contrastada. Pero Jesús quiere ir más lejos; desea conocer su propia opinión. Ellos han estado más cerca de él; le han acompañado en sus correrías apostólicas; han sido testigos de sus actuaciones milagrosas; han observado el asombro que provocaba su enseñanza; tienen, por tanto, un conocimiento más acendrado, al menos más inmediato y próximo, de él. ¿Quién decís, vosotros, que soy yo? Porque algo tendrán que decir; porque tendrán una opinión formada, que no tiene por qué ser la de la gente del entorno.

Leyendo el texto, da la impresión de que aquella pregunta les dejó sorprendidos, como si no tuvieran una respuesta a mano. Jesús ciertamente era su Maestro. Ellos lo habían dejado todo para seguirle. Podían equipararle, como los demás, a uno de los grandes profetas de la antigüedad. Tal vez pensasen incluso que él era el Mesías anunciado y esperado. Pero ¿tenían una idea clara de lo que esto significaba? Lo cierto es que el único que tomó la palabra fue Simón Pedro, que dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Por lo que le responde después Jesús, podemos deducir que Pedro no era del todo consciente del alcance de sus palabras, pues le habían sido reveladas de lo alto: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo!Si no se lo ha revelado nadie de carne y hueso, tampoco lo ha deducido de su propia observación. Podía tener una idea vaga de haber encontrado al Mesías anunciado; pero difícilmente podía identificar al Ungido de Dios con el Hijo de Dios vivo. Y eso a pesar de haber oído con frecuencia a Jesús referirse a su Padre del cielo. Lo seguro es que Jesús ve en la confesión de fe de Pedro una revelación del Padre. Ello, además de otras razones, le permite darle un puesto singular entre sus discípulos: Tú eres Pedro –tal es el nombre de la vocación o de la elección-, y sobre esta piedra –que eres tú- edificaré mi Iglesia.

Para desempeñar esta función de cimiento dispondrá de las llaves del Reino de los cielos y podrá atar y desatar en la tierra, quedando sellada su actuación en el cielo. De este modo la Iglesia de Cristo se convierte en Iglesia petrina: una Iglesia que se levanta también sobre la fe de Pedro. Para cumplir su singular misión, necesitará de la potestad de abrir y cerrar (el poder de las llaves), de atar y desatar (el poder de absolver y de retener, de excomulgar y de reconciliar), es decir, la potestad de gobierno, no en solitario, porque no dejará de formar parte del colegio apostólico, pero sí en singular, como miembro preeminente de ese colegio, como «Papa». A esa función primacial corresponde la vigilancia sobre el depósito doctrinal para que no se falsee ni se deforme, la salvaguarda de la unidad en la Iglesia, la defensa de toda la grey frente a las posibles y reales agresiones, el cuidado pastoral del rebaño a él encomendado: apacienta a mis ovejas.

En estos días en que estamos a la espera de que se haga realidad la renuncia al pontificado de Benedicto XVI y se nombre un nuevo sucesor de Pedro, las palabras del evangelio resultan muy oportunas. Pedro ha de tener sucesor porque Jesús ha querido a Pedro como «piedra» de su Iglesia. A la Iglesia de Cristo no debe faltarle nunca esta piedra que sustenta el edificio. El primado de Pedro se convierte así en un elemento esencial de esta construcción (= institución) querida expresamente por Cristo para prolongar su misión en el mundo. Apreciemos en todo su valor este elemento de la estructura eclesial y recemos en estos días tanto por el Papa que nos deja como por el que nos será dado en poco tiempo.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

Artículo 38. § 1. Según la norma del Concilio Vaticano II y teniendo presente la índole propia de cada Facultad:

1º se reconozca una justa libertad[80] de investigación y de enseñanza, para que se pueda lograr un auténtico progreso en el conocimiento y en la comprensión de la verdad divina;

2º al mismo tiempo sea claro:

a) que la verdadera libertad de enseñanza está contenida necesariamente dentro de los confines de la Palabra de Dios, tal como es enseñada constantemente por el Magisterio vivo de la Iglesia;

b) igualmente que la verdadera libertad de investigación se apoya necesariamente en la firme adhesión a la Palabra de Dios y en la actitud de aceptación del Magisterio de la Iglesia, al cual ha sido confiado el deber de interpretar auténticamente la Palabra de Dios.

§ 2. Consiguientemente, en materia tan importante y que requiere tanta prudencia, se debe proceder con confianza y sin sospechas, pero también con juicio y sin temeridad, sobre todo en el campo de la enseñanza; se deben armonizar además cuidadosamente las exigencias científicas con las necesidades pastorales del Pueblo de Dios.


[80] Cf. Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo Gaudium et spes, 59: AAS 58 (1966), pág. 1080.

La misa del Domingo: Misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

En este segundo domingo de la Santa Cuaresma, vamos a ver cómo con Jesús, estamos llamados a una meta: la Resurrección y, a descubrir en su rostro, la GLORIA DE NUESTRO PADRE DIOS. Pero, como siempre, para llegar a una gran alegría, hemos de pasar también por algunas penas.

Escuchemos atentamente la Palabra del Señor, participemos de su gloria y, sobre todo, hagamos de este lugar, un Monte Tabor, es decir, un espacio de felicidad, de oración, de encuentro personal con el Señor.

Nos ponemos de pie e iniciamos la celebración eucarística.

2. PENITENCIAL

a) El Señor es luz; pidamos perdón por las veces en que preferimos vivir en la oscuridad. Señor ten piedad (Se presenta un círculo recortado, de color negro, en cartulina)

b) El Señor nos enseña los caminos para llegar hasta Dios. A veces preferimos otros atajos que nos llevan lejos de Él. Cristo ten piedad (Una cartulina con palabra: diversión, juegos, bebida, comodidad)

c) El Señor, con su cruz, nos da la salvación. ¿No os parece que, la cruz, la vemos como un simple adorno? Señor ten piedad (Se presenta una cruz de madera)

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas que vamos a escuchar en este día tienen algo en común: DIOS HACE UN PACTO CON NOSOTROS. Primero con Abraham, padre en la fe. Y, San Pablo, nos recordará que estamos llamados a ser ciudadanos del cielo. La transfiguración del Señor es un aperitivo de todo lo que nos queda por vivir en el cielo si creemos en la muerte y resurrección del Señor. Escuchemos atentamente.

4. ORACIÓN DE LOS FIELES

a) Por nuestra Iglesia. Para que nunca deje de soplar sobre las brasas de nuestra fe. Para que, de esa manera, se encienda en nosotros un amor convencido a Jesucristo. Roguemos al Señor.

b) Por los que estamos reunidos en esta eucaristía. Para que, sabiendo que estamos llamados a compartir la alegría del cielo, trabajemos permanentemente por una mayor felicidad y bienestar de todos los hombres de la tierra. Roguemos al Señor.

c) Por nuestra parroquia. Para que la cuidemos como “el Monte Tabor” de nuestro pueblo (ciudad, barrio, etc.) y sepamos buscar la paz y la serenidad que nos regala. Roguemos al Señor.

d) Por los que se ahogan en las dificultades. Por los que sólo piensan en disfrutar y pasarlo bien. Para que sean solidarios con aquellos otros que viven sin conocer la prosperidad. Roguemos al Señor.

5. OFRENDAS

a) Con esta escalera, Señor, queremos simbolizar nuestro deseo de vivir junto a Ti. Ayúdanos a no quedarnos pegados en el suelo. A subir junto contigo donde haga falta. Ayúdanos, Señor, a subir con esperanza las escaleras del dolor, del sufrimiento o las pruebas que la vida nos da.

b) Con estos dos trozos de madera, Jesús, queremos simbolizar el deseo de todos nosotros: QUEREMOS COMPLETAR TU CRUZ. Ayúdanos a no echarnos atrás cuando veamos personas que necesitan de nosotros.

c) Con el pan y el vino, ofrendas auténticas en la eucaristía, traemos gozos y penas, alegrías y sufrimientos, éxitos y trabajos. Que la Eucaristía, Señor, nos ayude a contemplar y ver la gloria que nos haces vivir cada domingo.

6. ORACIÓN FINAL

En los problemas y necesidades:
MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR
En el camino de la vida:
MUÉSTRANOS TU GLORIA SEÑOR
En el sendero hacia el Calvario:
MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR
En la fe y en la esperanza:
MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR
En el trabajo y en las responsabilidades:
MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR
En la cruz y en el sufrimiento:
MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR
En la vida y en la muerte:
MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR
En la tristeza y en la inquietud:
MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR

7.- NOTAS:
a) Hoy es uno de los evangelios que puede ser perfectamente representado: un joven (o niño) con túnica blanca representando a Jesús, y tres más a Pedro, Santiago y Juan. Sentados, los tres, en torno a Jesús mientras se proclama el Evangelio.

b) Hoy, sería muy gráfico, iniciar la eucaristía con una cruz sobria y de madera. Con ello centramos ya toda la liturgia: Jesús nos habla de su muerte y de su fruto; la Resurrección

La misa del Domingo

Domingo de Cuaresma II
17 de marzo de 2019
Subrayados de la Palabra
  • 1ª lectura (Gn 15, 5-12. 17-18): «En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber».
  • 2ª lectura (Flp 3, 20-4, 1): «Hermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos»
  • Evangelio (Lc 9, 28b-36): «Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»».

Ecos de la Palabra para jóvenes y comunidades

  • En medio de la noche, Dios lleva a Abraham, primero a la contemplación de la grandeza de sus promesas y luego al reconocimiento de la propia nada. También el Señor nos puede guiar a cada uno de nosotros en la noche de nuestras vidas a reconocerlo, a verlo en los hermanos/as.
  • San Pablo exhorta a los filipenses, poniéndose como ejemplo a si mismo, a que se alejen de algunos, de “muchos”, que viven con dos notas negativas, alejándose del camino cristiano: “andan como enemigos de la cruz de Cristo” y “solo aspiran a cosas terrenas”. Todo buen seguidor de Jesús vive actitudes bastante opuestas: “somos ciudadanos del cielo”.
  • Estos tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, se encuentran con Jesús, pero están desconcertados y se volverán a encontrar solos con Jesús, en el huerto de Getsemaní, tan desconcertados como lo están ahora. Ahora entienden poco, entonces no entenderán absolutamente nada. Se olvidaron totalmente de la epifanía del monte. Solamente después de la resurrección de Jesús, empezarán a entender estos misterios; y es que los misterios de Jesús, solo se podrán entender a la luz de la pascua y con la fuerza del Espíritu Santo.

Proyecto de homilía

Dios prometió y Abraham creyó. La fe de Abraham fue grande, pero la promesa de Dios era inmensa. Abraham pedía un hijo y Dios le concedió millones de hijos, incontables como las estrellas del cielo, como la arena de las playas. Y, por si fuera poco, le dará también una tierra, donde sus hijos puedan echar raíces.

Y más. Dios le dará mucho más. Le dará su ayuda providente, su presencia constante, su amistad definitiva. Se dará a sí mismo. Es lo que significa la alianza.

A cambio ¿qué le pide Dios qué nos pide Dios? Solo una cosa: fe, fidelidad. Aunque te sientas acabado, aunque te envuelva la «oscuridad», aunque te invada «un terror intenso», confía y espera contra toda esperanza, como Abraham. Dios no se muda, Dios cumple. Adora y confía.

En la carta a los Filipenses se nos muestra el modo de vida del cristiano, que ha creído en la palabra, que se ha fiado de Dios, que ha sido como Abraham fiel a la promesa.

Se nos habla de ser o convertirnos o bien en ciudadanos de la tierra, o en ciudadanos del cielo. Este es el dilema. Si no esperamos más que la tierra, viviremos atentos a la tierra. Si esperamos más, cambiará nuestra vida. Este es por tanto el desafío de la fe. Vivir consecuentemente con nuestra fe.

El evangelio nos narra la Transfiguración de Jesús delante de sus discípulos. No parece que sirviera para fortalecerlos, sino para darles un punto de referencia después de su resurrección “de entre los muertos”. Pedro, Santiago y Juan vieron a Jesús transfigurado en gloria, pero de los tres, solo Juan permaneció a su lado en la Cruz. Los tres dudaron después de la muerte de Jesús. Pedro hasta lo llegó a negar tres veces.

A pesar de todo esto, lo que estos hombres vieron en el Monte Tabor no deja de estar lleno de sentido. Fue solo después de Pascua, sin embargo, cuando fueron capaces de comprender el significado de la Transfiguración, como preparación para la resurrección y la gloria prometida a los hijos e hijas de Dios, en el Hijo, si permanecemos fieles a la escucha.

A nosotros, la Transfiguración nos ayuda a reconocer ahora que el enfoque de la Cuaresma no se debe poner tanto en el sufrimiento que Jesús va a experimentar, sino en su victoria en la Cruz y resurrección. La Transfiguración nos asegura que, si sufrimos con Cristo, reinaremos con él. En el Camino de la Cuaresma, y de la vida entendida como Cuaresma, esta garantía mantiene nuestra esperanza.

José Luis Guzón, sdb

Momentos importantes con Jesús (Oración)

MOMENTOS IMPORTANTES CON JESÚS

Nos preparamos para pasar otro rato con Jesús. Mientras escuchamos la oración en silencio, vamos a imaginar una tienda de campaña. Y vamos a pensar en tres personas que queremos que pasen una noche llena de secretos con nosotros.

El texto es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 9, 28-36):

Jesús se fue con Pedro, Juan y Santiago a rezar a lo alto de la montaña. Y, mientras rezaba, el aspecto de su rostro cambió, y sus vestidos brillaban de tan blancos que se habían puesto. De repente, aparecieron dos hombres y empezaron a hablar con él: eran Moisés y Elías, dos personajes muy importantes en el pasado de Israel, y hablaban con Jesús sobre el futuro, y las persecuciones que iba a padecer.

Pedro y sus compañeros se caían de sueño; pero espabilándose, se quedaron impresionados viendo a Jesús y esos dos hombres tan brillantes. Cuando estos ya se alejaban, Pedro le dijo a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. ¿Y si hacemos tres tiendas para que os quedéis más tiempo?»
Pero no sabía lo que decía. Jesús le contestó que tenían que volver al camino, donde los demás les esperaban.

Jesús se encuentra con dos amigos muy especiales. Y todos los que están alrededor se dan cuenta porque ven que Jesús y sus amigos hablan entre ellos emocionados y con caras de mucha alegría.

En nuestra tienda de campaña caben tres personas. Quizás sea tu primo, algún amigo, alguien con quien te gustaría compartir una noche especial. Una noche en la que podemos contar, cada uno, los secretos que más nos importan. No queremos que esa noche se termine, aunque cuando llegue el final tenemos que volver a casa.

Jesús también volvía a su vida normal y los contaba a todos, lo que le había pasado. Cuando lo contaba, volvía a vivir la emoción de ese momento. Lo bonito era que así, hablando y escuchando, sus amigos podía conocerle. Yo también quiero conocer a Jesús.

Señor Jesús, que esta tienda de campaña me recuerde los momentos importantes que paso contigo. Para podérselo contar a muchos amigos y que así pueda conocerte. Porque yo también quiero conocerte y te lo digo ahora.

Quiero conocerte, Señor,
para más amarte,
quiero conocerte para más amarte.

Quiero conocerte, Señor,
para más seguirte,
quiero conocerte para más seguirte.

Quiero conocerte interpretado por Borja Iturbe y Maite Barea, «Ignacio íntimo.»

Cuando estás con tus amigos y lo pasas bien… …quiero conocerte.
Cuando acoges a la gente que está triste y les devuelves la alegría… …quiero conocerte.
Cuando te sientas a comer con todos, y charlas, y disfrutas la amistad… …quiero conocerte.
Cuando traes buenas noticias para la vida de los demás… …quiero conocerte
Cuando llamas a los hombres y mujeres de todas las épocas a seguirte… …quiero conocerte.

Gloria al Padre,
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario al evangelio – 15 de marzo

Jesús nos hace hoy una explicación importante del cuarto mandamiento de la Ley de Dios “no matarás”. Se mata al otro físicamente y también con palabras hirientes, ridiculizándolo, insultándolo, despreciándolo. Se mata al hermano en el corazón con pensamientos o sentimientos hostiles e incluso, sencillamente, con la indiferencia. Se le mata también con palabras injuriosas o despectivas.  Hay que pasar por el filtro de la verdad, la bondad y la utilidad cualquier información o palabra que puede hacer daño al otro. Se suele decir “mata más la lengua que la espada”, pero el pensamiento mata aún más que la lengua,  porque no todos los pensamientos malos se expresan con palabras.

Disculparse o pedir perdón es una palabra sagrada que no puede usarse como muletilla para salir del paso. No puede ser el “perdonen las molestias” de los carteles publicitarios. El  perdón no puede ser ocasional, algo excepcional, sino que debe integrarse sólidamente en la existencia y ser la expresión habitual  de las disposiciones de unos hacia los otros.

Pedir perdón es el resultado de un proceso de conversión: queremos cambiar de actitud y nos duele de todo corazón haber hecho daño. No se puede obligar a nadie a perdonar, el perdón se da gratuitamente, es el fruto de un corazón poseído por el amor.

Por eso dice Jesús que si uno va a ofrecer su ofrenda a Dios después de haber ofendido a un hermano, deje su ofrenda en el templo, busque al hermano ofendido, pídale perdón y luego preséntese de nuevo ante el Señor. Entonces sí será acogida su ofrenda y oración y agradarán al Señor. Nadie puede pedir a Dios perdón de sus culpas si él no perdona antes. Solo con un corazón reconciliado el culto será auténtico y verdadero.

“Había una señora a quien sus vecinas le tenían mucha envidia. Casi todos los días, cuando salía a la puerta de su casa para barrer, encontraba basura que las vecinas le dejaban en señal de desprecio. La señora nunca se quejaba.

Hasta que un día, sabiendo que sus vecinas eran las que le dejaban la basura delante de su puerta, decidió colocar un ramo de flores delante de la puerta de cada una de sus vecinas. En cada uno de los ramos de flores las vecinas encontraron un cartelito que decía: “CADA UNO DA DE LO QUE TIENE”.

Quien es capaz de perdonar, quiere decir que tiene un corazón grande y que sólo busca el bien y la verdad, no sus intereses.

José Luis Latorre, cmf