Vísperas – Martes II de Pascua

VÍSPERAS

MARTES II DE PASCUA

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Quédate con nosotros;
la noche está cayendo.

¿Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Deténte con nosotros;
la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.

¿Còmo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo,
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

Vimos romper el día
sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.

Arroja en nuestras manos,
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia, en lo más hondo
del corazón del hombre,
tu imagen empañada por la culpa. Amén.

SALMO 48: VANIDAD DE LAS RIQUEZAS

Ant. Buscad los bienes de allá arriba, no los de la tierra. Aleluya.

Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida, 
que nunca les bastará
para vivir perpetualmente
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Buscad los bienes de allá arriba, no los de la tierra. Aleluya.

SALMO 48

Ant. El Señor me salva de las garras del abismo. Aleluya.

Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaban:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.

El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor me salva de las garras del abismo. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria y el esplendor. Aleluya.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria y el esplendor. Aleluya.

LECTURA: 2P 2, 4-5

Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

RESPONSORIO BREVE

R/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
V/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.

R/ Al ver al Señor.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. ¿No ardía nuestro corazón mientras Jesús nos hablaba por el camino? Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¿No ardía nuestro corazón mientras Jesús nos hablaba por el camino? Aleluya.

PRECES

Invoquemos a Crito que con su resurrección ha renimado la esperanza de su pueblo y digámosle:

Señor Jesús, tú que siempre vives para interceder por nosotros, escúchanos.

  • Señor Jesús, de cuyo costado traspasado salió sangre y agua,
    — haz de la Iglesia tu Esposa inmaculada.
  • Pastor supremo de la Iglesia, que después de tu resurrección encomendaste a Pedro, que te profesó su amor, el cuidado de tus ovejas,
    — concede a nuestro papa Francisco un amor ardiente y un celo apostólico.
  • Tú que concediste a los discípulos que pescaban en el mar, una pesca abundante,
    — envía operarios que continúen su trabajo apostólico.
  • Tú que preparaste a la orilla del mar pan y pescado para los discípulos,
    — no permitas que nuestros hermanos mueran de hambre por culpa nuestra.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Señor Jesús, nuevo Adán que nos das la vida, transforma a nuestros difuntos a imagen tuya,
    — para que compartan contigo la alegría de tu reino.

Ya qe Dios nos ha adoptado como hijos, oremos al Padre como nos enseñó el Señor:
Padre nuestro…

ORACION

Te pedimos, Señor, que nos hagas capaces de anunciar la victoria de Cristo resucitado, y pues en ella nos has dado la prenda de los dones futuros, haz que un día los poseamos en plenitud. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 30 de abril

Tiempo de Pascua 

1) Oración inicial

Te pedimos, Señor, que nos hagas capaces de anunciar la victoria de Cristo resucitado; y pues en ella nos has dado la prenda de los dones futuros, haz que un día los poseamos en plenitud. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según san Juan 3,7b-15
«Tenéis que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.» Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?» Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? «En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio.
Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?
Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga en él la vida eterna, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.» 

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos trae la conversación de Jesús con Nicodemo. Nicodemo había oído hablar de las cosas que Jesús hacía, se había quedado impresionado y quería hablar con Jesús para poder entender mejor. Pensaba saber las cosas de Dios. Vivía con la libreta del pasado en la mano para ver si la novedad que Jesús anunciaba era conforme con lo antiguo. En la conversación, Jesús dice a Nicodemo que la única manera que él, Nicodemo, tiene de entender las cosas de Dios es ¡nacer de nuevo! Hay veces que somos como Nicodemo: aceptamos solamente aquello que concuerda con nuestras viejas ideas. Otras veces, nos dejamos sorprender por los hechos y no tenemos miedo a decir: «¡Nací de nuevo!»
• Cuando los evangelistas recuerdan las palabras de Jesús, tienen bien presentes los problemas de las comunidades para quienes escriben. Las preguntas de Nicodemo a Jesús son un espejo de las preguntas de las comunidades de Asia Menor del final del siglo primero. Por esto, las respuestas de Jesús a Nicodemo son, al mismo tiempo, una respuesta para los problemas de aquellas comunidades. Así los cristianos hacían la catequesis en aquel tiempo. Muy probablemente, el relato de la conversación entre Jesús y Nicodemo formaba parte de la catequesis bautismal, pues allí se dice que las personas han de renacer del agua y del espíritu (Jn 3,6).
• Juan 3,7b-8: Nacer de lo alto, nacer de nuevo, nacer del Espíritu. En griego, la misma palabra significa de nuevo y de lo alto. Jesús había dicho: “Quien no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5). Y añadió: «Lo que nace de la carne es carne. Lo que nace del Espíritu es Espíritu» (Jn 3,6). Aquí, carne significa aquello que nace solamente de nuestras ideas. Lo que nace de nosotros tiene nuestro tamaño. Nacer del Espíritu es ¡otra cosa! Y Jesús vuelve a afirmar otra vez lo que había dicho antes: “Tenéis que nacer de lo alto (de nuevo)”. Osea, debéis renacer del Espíritu que viene de lo alto. Y explica que el Espíritu es como el viento. Tanto en hebraico como en griego, se usa la misma palabra para decir espíritu y viento. Jesús dice: «El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.” El viento tiene, dentro de sí, un rumbo, una dirección. Nosotros percibimos la dirección del viento, por ejemplo, el viento del Norte o el viento del Sur, pero no conocemos ni controlamos la causa a partir de la cual el viento se mueve en una u otra dirección. Así es el Espíritu. «Nadie es seño del Espíritu» (Ecl 8,8). Lo que más caracteriza el viento, el Espíritu, es la libertad. El viento, el Espíritu, es libre, no puede ser controlado. Actúa sobre los otros y nadie consigue actuar sobre él. Su origen es misterio, su destino es misterio. El barquero tiene que descubrir, primero, el rumbo del viento, luego debe poner las velas según ese rumbo. Es lo que Nicodemo y todos nosotros debemos hacer.
• Juan 3,9: Pregunta de Nicodemo: Cómo puede ocurrir esto? Jesús no hace nada más que resumir lo que enseñaba el Antiguo Testamento sobre la acción del Espíritu, del viento santo, en la vida del pueblo de Dios y que Nicodemo, como maestro y doctor, debía de saber. Pero a pesar de ello, Nicodemo queda espantado antes la respuesta de Jesús y se deja pasar por ignorante:»¿Cómo puede ocurrir esto?»
• Juan 3,10-15: Respuesta de Jesús: la fe nace del testimonio y no del milagro. Jesús da vuelta a la pregunta: «Tú eres maestro en Israel ¿y no sabes esto?» Pues para Jesús, si una persona cree sólo cuando las cosas concuerdan con sus propios argumentos e ideales, su fe todavía no es perfecta. Perfecta es sí la fe de la persona que cree por el testimonio. Deja de lado sus propios argumentos y se entrega, porque cree en aquel que dio testimonio. 

4) Para la reflexión personal

• ¿Has tenido alguna vez una experiencia que te dio la sensación de nacer de nuevo? ¿Como fue?
• Jesús compara la acción del Espíritu Santo con el viento. ¿Qué nos revela esta comparación de cara a la acción del Espíritu de Dios en nuestra vida? ¿Pusiste ya las velas del barco de tu vida según la dirección del viento, del Espíritu? 

5) Oración final

Yahvé está cerca de los desanimados,
él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas le libra Yahvé.
(Sal 34,19-20)

La muerte se ha muerto para siempre

La muerte se ha muerto para siempre 

Verdaderamente esto nadie supo aclararlo:
si Él resucitó porque era primavera,
o si era primavera porque Él resucitó.
Las manzanas se morían de envidia en los manzanos
y aceleraban las naranjas su doctorado en alegría
porque Él era más joven y alegre
que las semillas del mundo.

La peregrinación de los ríos
descendía de los montes cantando
y las murallas de Jerusalén blanqueaban
como un rebaño jubiloso.
Todos por un momento creyeron
que la resurrección sería contagiosa
y las piedras y los olivos tocaban su manto,
secretamente, incapaces de contener su alegría.

Algunos muertos se levantaron de sus sepulcros
y se miraban unos a otros, pálidos,
sin saber si debían empezar a alegrarse
o si todo sería una confusión transitoria.

¡Ay, si los ángeles hubieran descubierto el clavicordio!
Un viento que no quiso bautizarse
perdió su aire en el atrio del templo;
una rosa se equivocó de piso y nació verde;
y hasta hubo un fariseo,
que, al vestirse, se olvidó de calzar la hipocresía.

Decidme, decidme, los que sabéis,
¿de dónde se saca la alegría?
Allá abajo, al otro lado de los venenos,
bajo la piel del agua de la muerte del hombre
escucho las campanas de una resucitada primavera
que canta como una solemne catedral sumergida.
Y mi canto es acción de gracias
porque todos soñamos que la muerte
se ha muerto para siempre.

¡Gracias, Señor, porque tu vida
ya es en nosotros vida para siempre!

“Comulgar es tocar el costado de Cristo,
es recibir su corazón”

Comentario al 30 de abril

San Juan nos presenta a Jesús en diálogo con Nicodemo, el maestro de la Ley que fue de incógnito a ver a Jesús, seguramente que atraído por su doctrina y personalidad y por sus obras. Es como si el evangelista hubiese sido testigo presencial de esta conversación o hubiese dispuesto de una grabación de la misma. Sea cual sea el canal suministrador o el medio recolector, lo cierto es que nos ofrece este testimonio que forma parte de los evangelios canónicos. Decía Jesús a Nicodemo: Te lo aseguro: de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Jesús remite su testimonio a una experiencia hecha de ciencia y de visión.

Mientras que el hablar de los maestros de la Ley es una doctrina apoyada en una tradición, el hablar de Jesús brota de su propia ciencia y experiencia: habla de lo que sabe y de lo que ha visto. Su enseñanza es el testimonio de un sabio y de un vidente, de alguien que sabe y que ha visto; está, por tanto, apoyado en una sabiduría y en una visión personal, que no por eso deja de tener conexiones con la antigua tradición profética. En último término, Jesús remite a sus seguidores a su propia experiencia filial, es decir, a esa íntima relación con el Padre que le hace sentirse Hijo único. El uso del plural –de lo que sabemos hablamos– parece acentuar la dimensión comunitaria del testimonio. El testimonio de Jesús –en cuanto tal, personalísimo: sólo él tiene esta experiencia filial de Dios- se identifica en tiempos del evangelista con el testimonio de la Iglesia, que sigue hablando de lo que sabe, aunque lo que sabe lo sabe como recibido de su fundador. Esto no significa que el cristiano no pueda hacer de la experiencia de Jesús experiencia personal por obra del mismo Espíritu filial que actúa en él tras la resurrección. Esto es precisamente lo que nos hace saber san Pablo: que tenemos el mismo Espíritu de Cristo, que es Espíritu de filiación (adoptiva), para hacer su misma experiencia y entablar con Dios una relación similar a la suya, relación de hijos de Dios.

El hablar de Jesús se presenta, pues, como un testimonio que no es aceptado por aquéllos, los fariseos, que conforman el grupo al que pertenece Nicodemo. Y cuando un testimonio no se acepta es porque se desconfía del que lo da, o bien porque su contenido resulta increíble a los oídos de los receptores, o porque al testigo se le considera poco fiable. Ambas cosas pudieron contribuir a este rechazo por parte de los fariseos, que veían en Jesús a un maestro de la ley muy particular; más aún, sospechoso de herejía; y cuya doctrina les sonaba a presuntuosa, heterodoxa o incluso blasfema. Jesús parece resignado a este rechazo: si no me creéis cuando os hablo de la tierra, es decir, de esas cosas que están al alcance de la investigación humana y que son más o menos comprobables, aunque resulten muchas veces también increíbles (como que la cal viva arda con el mismo agua que sirve para apagar el fuego o que en una gota de agua habiten millones de bacterias), ¿cómo vais a creerme cuando os hable de las cosas del cielo, que se rigen por otras coordenadas y pertenecen a otras dimensiones? Pero él puede hablar del cielo, porque ha bajado del cielo; a él el cielo no le resulta desconocido porque procede de allí. No obstante, su hablar de esta realidad inimaginable es siempre analógico o metafórico. No puede ser un hablar unívoco porque el mismo lenguaje humano –finito y temporal- lo desnaturalizaría, lo convertiría en una realidad mundana como todas esas realidades de las que se extrae el mismo lenguaje.

Seguidamente Jesús se remite a un pasaje del libro de los Números (21, 9) para referirlo a sí mismo y a su propia elevación en el árbol de la cruz: Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así también tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Este testimonio es también una predicción que podrá ser corroborada por la historia. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un estandarte para que todos los mordidos de serpiente pudiesen mirarla y obtener la curación. Jesús equipara su propio cuerpo clavado en la cruz y puesto en alto al de esa serpiente benéfica de la que procede la salud para los afectados por el veneno de las serpientes del desierto. Todo el que mire con fe al Hijo del hombre así elevado en el árbol –que hace maldito al que cuelga de él- humillante de la cruz, podrá obtener una salud especial, inquebrantable, la que otorga la vida eterna. También aquí basta una mirada creyente para obtener el beneficio de la salud; pero en este caso se trata de una salud tan duradera que no se perderá jamás.

Conforme a lo predicho, Jesús fue realmente elevado en este patíbulo que es al mismo tiempo un trono honorable para todo el que le reconoce como el Ungido de Dios y como el Salvador del mundo. El testimonio encontró, pues, en parte su cumplimiento. Lo que queda por verificar: que se obtenga la vida eterna, es algo cuya realidad sólo podrá comprobarse con el acceso a esta vida, es decir, cuando dejemos de estar sujetos a la temporalidad en que vivimos. Pero la participación en esa vida tiene sus anticipos en ésta, que adoptan diferentes formas: la de la paz o el sosiego en medio del oleaje y la turbación, la de la serenidad ante el sufrimiento y la adversidad, la de la esperanza ante el fracaso y la muerte. La fe ya proporciona dones con sabor y valor de vida eterna. Son los dones ligados a esta promesa de vida que Dios nos permite disfrutar ya anticipadamente en este mundo. Nuestra actitud tendría que ser la de vivir en un permanente estado de acción de gracias por la vida, siempre precaria, de la que hoy disfrutamos, y por la que nos es prometida como vida eterna por el que es la fuente de toda vida.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

Artículo 84. Para que uno pueda inscribirse al primer ciclo de la Facultad de Filosofía es necesario que haya terminado antes los estudios requeridos a tenor del art. 32 de esta Constitución Apostólica.

Dado el caso de un estudiante, que habiendo completado con éxito los cursos regulares de filosofía del primer ciclo en una Facultad Teológica, quisiera proseguir los estudios filosóficos para obtener el Bachillerato en una Facultad eclesiástica de Filosofía, se deberá tener en cuenta los cursos aprobados durante el mencionado ciclo.

Recursos – Domingo III de Pascua

ACTUACIÓN INFANTIL

(Con toda celeridad se monta lo que previamente se haya preparado con los niños y las niñas: una canción, una danza o una breve y simpática actuación infantil. Terminada, uno de los niños hace la presentación de la ofrenda)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, nosotros y nosotras te dejamos ahí nuestra alegría, que hemos querido compartir también con la comunidad. Creemos que has sido Tú quien has encendido esa alegría en nuestro interior y que nos la conservas e incrementas, con el fin de que nosotros y nosotras la contagiemos a los demás. Sabemos de las dificultades que tienen los adultos, que les producen inquietud y tristeza. Por eso, queremos ser su alivio y arrancarles, aunque sólo sea de vez en cuando, una sonrisa.

PRESENTACIÓN DE UNOS PESCADOS, UNA HOGAZA DE PAN Y UNA JARRA DE VINO

(Para la realización de esta ofrenda se debe preparar una especie de procesión, que abren, de uno en uno, los o las que llevan las ofrendas y la cierra una cuarta persona, que será quien la diga. Pueden hacerlo cualquier tipo de personas, aunque pudieran ser de cuatro edades diferentes, con el fin de expresar que la comida y la celebración es de toda la comunidad plural. Entregadas al Presidente las ofrendas, la cuarta persona dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, como tras la pesca milagrosa invitaste a comer a tus discípulos que te habían ya reconocido como el Señor, nosotros y nosotras hoy te queremos ofrecer estos dones, que Tú mismo nos has dado, para que, por un nuevo rasgo de tu generosidad, los conviertas en el manjar de tu Cuerpo entregado por nosotros y por nosotras. Enciende también nuestra fe, para que la comunión sea identificación contigo y nos lleve al mundo, y a la vida, para que demos testimonio de Ti y nos portemos como Tú mismo lo harías hoy día.

PRESENTACIÓN DE UNAS REDES

(Hace la ofrenda una misma persona, cualquiera de los-las catequistas o sencillamente una persona adulta:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, yo te traigo estas redes, símbolo de las que dejaron los apóstoles antes de que Tú les hicieras pescadores de hombres. Con ellas te ofrecemos nuestro compromiso evangelizador, pues sabemos que el don de la fe que Tú nos has regalado, no es en orden a nuestro lujo personal o para encerrarnos en nuestra comunidad, como si fuéramos un grupo aislado o una secta, sino que lo has hecho en orden a la misión y a que compartamos nuestra fe, nuestra alegría y felicidad pascuales, con todos los hombres y mujeres, que buscan, tantas veces sin encontrar nada.

PRESENTACIÓN DE UN PERIÓDICO

(Esta ofrenda la debiera presentar o un/una profesional o un miembro de la comunidad que se caracterice por su dimensión pública o bien una persona que siga bien la actualidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy un periódico. Es el reflejo de la actualidad. Lo que pasa cerca de nosotros y de nosotras y también lejos, aunque a otros hombres y mujeres como nosotros. Es tanta la información, que dicen los expertos, que ya no nos preocupa. Al ofrecerte hoy este diario, quiero comprometerme, en nombre de todos y de todas, a leer la actualidad con ojos que miren al corazón de las noticias y de los hombres y mujeres que las viven o las sufren. Y Tú, no nos dejes insensibles. Abre nuestros corazones a la solidaridad.

PRESENTACIÓN DE UNA BIBLIA

(No es la primera vez que la ofrecemos, aunque, en esta ocasión, aconsejamos que lo haga una de las personas más sencillas de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, Señor, una Biblia, tu Palabra escrita para nosotros y para nosotras. Y lo hago, como contraposición al periódico que te acabamos de ofrecer. Con ella te entrego nuestra disponibilidad a escucharte siempre, y no sólo a través de tu Palabra, sino también de los acontecimientos y de la actualidad que nos refleja el periódico. Tú, Señor, no enmudezcas nunca. No nos dejes de dirigir tu Palabra, que es la luz que ilumina nuestras vidas. Pero no te olvides de tocar nuestros corazones, para que nunca se cierren a la Palabra que Tú nos diriges.

Oración de los fieles – Domingo III de Pascua

Elevamos a Dios nuestra plegaria y lo hacemos con la mayor confianza, sabiendo que siempre somos escuchados.

QUE TU PAZ INUNDE NUESTRO CORAZÓN, SEÑOR.

1.- Para que la fe libre de servidumbres a toda autoridad humana y nos lleve a vivir en el servicio y la entrega. OREMOS

2.- Por todos los hombres y mujeres que viven inmersos en el miedo, la apatía, la duda, para que la resurrección del Señor les traiga la confianza y les devuelva la paz. OREMOS

3.- Por los que sufren. Por tantos como viven llenos de heridas en el cuerpo y en el alma. Para que las llagas de Cristo transformen su dolor en gozo. OREMOS.

4.- Por todos los que tratan de crecer acudiendo a grupos, charlas, cursillos… para que la gracia de la resurrección les ayude a fructificar en obras de amor y en ser evangelio para los demás. OREMOS.

5.- Por las familias, para que viviendo en profundidad su compromiso sean testimonio para sus hijos y para el mundo de que se puede amar desde la gratuidad y la entrega. OREMOS

6.- Por los jóvenes, para que vivan en grupos la alegría de la resurrección y estén abiertos a una vocación de servicio dentro de la Iglesia. OREMOS

7.- Por todos los que estamos celebrando esta eucaristía, para que el Señor resucitado renueve nuestra fe y nos haga testigos de la resurrección en nuestro mundo. OREMOS

Te damos gracias Señor por la grandeza de tu amor. Haznos hombres nuevos por medio de tu Hijo Jesucristo que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.


Hemos sido testigos de la resurrección del Hijo unigénito del Padre, y ahora ponemos ante su mirada nuestros problemas y los del mundo. Repetimos como leímos en el salmo:

ESCÚCHANOS CUANDO TE INVOCAMOS.

1. – Por el Papa, los obispos y toda la Iglesia, para que lleven a todos los hombres del mundo la paz que nos trajo Jesús tras su resurrección. OREMOS

2. – Por todos los pueblos que aun no te conocen –ni a Ti, ni a tu Hijo Único–para que la Verdad del evangelio les llegue y con ella la salvación que brota de la resurrección de Jesús. OREMOS

3. – Por todos aquellos que perdieron la luz de la resurrección, para que les llegue en este tiempo propicio y participen de nueva en la Vida que inauguró Jesús. OREMOS

4. – Por los niños que serán bautizados, aquellos que recibirán por primera vez a Jesús y por aquellos jóvenes que harán la confirmación, para que el encuentro con el Resucitado les lleve a una vida fiel al evangelio. OREMOS

5. – Por los enfermos y por aquellos que los atienden para que la esperanza de la resurrección les acompañe en estos momentos difíciles. OREMOS

6. – Por la paz en las familias y en todos los pueblos de la tierra. OREMOS

7. – Por todos los que colaboran en las tareas de nuestra parroquia y por todos nosotros presentes en esta Eucaristía. OREMOS

Padre, te hemos presentado nuestra plegaria, acógela y a través de tu Iglesia concede al mundo la Paz de tu Hijo Resucitado.

Por Jesucristo nuestro Señor

Amen.

Comentario al evangelio – 30 de abril

Camino de la pascua descubrimos en los textos bíblicos toda una catequesis.  Estamos invitados a comprender como los seguidores y seguidoras de Jesús llevan adelante la propuesta del Reino por él iniciada.

Lo que leemos en el episodio de Hechos, más allá de ser un cuadro idealista de las relaciones comunitarias, es un acto de protesta contra las injusticias que provocaba el sistema político, económico y religioso. Se favorecía la concentración de poder y riqueza en ciertos grupos y se dejaba sin oportunidades a las grandes mayorías. Los discípulos y discípulas del resucitado, buscan revertir ese orden de cosas, construyendo comunidades que defiendan la igual dignidad de sus miembros y el bienestar de todos y todas. No es casualidad que la comunidad a la que se dirige el evangelista esté llamada, desde la figura de Nicodemo, a «nacer de nuevo». Están siendo invitados a una nueva forma de relacionarse, con los demás y con el mundo, que los impulse a la transformación de las estructuras políticas, económicas, sociales y religiosas. Sólo desde una vida capaz de morir a sí misma, como lo hizo Jesús, es posible hacer brotar el verdadero amor.

Necesitamos derribar los muros que hoy nos separan y nos impiden vivir como hermanos y hermanas. ¿Seremos los y las creyentes capaces de apostar por economías alternativas que generen oportunidades para los descartados del sistema-mundo?

Es lamentable el pensamiento de aquellos que no ven alternativa, y vislumbran inevitablemente el fin de la humanidad. Antes que pensar en el fin de la humanidad deberíamos de plantearnos, seriamente, el fin de este sistema político-económico que parece estar encaminándonos hacia el abismo.

Fredy Cabrera, cmf