Vísperas – Martes V de Cuaresma

VÍSPERAS

MARTES V CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!…).
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.

SALMO 19: ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido

Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

SALMO 20: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuanto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA: 1Co 1, 27b-30

Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja dle mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.

PRECES

A Cristo, el Señor, que nos mandó velar y orar a fin de no sucumbir en la tentación, digámosle confiadamente:

Señor, escucha y ten piedad.

  • Señor, tú que prometiste estar presente cuando tus discípulos se reúnen en tu nombre para orar,
    — haz que oremos siempre unidos a ti en el Espíritu Santo, a fin de que tu reino llegue a todos los hombres.
  • Purifica de todo pecado a la Iglesia penitente
    — y haz que viva siempre en la esperanza y el gozo del Espíritu Santo.
  • Amigo del hombre, haz que estemos siempre atentos, como tú nos mandaste, al bien del prójimo,
    — para que la luz de tu amor brille a través de nosotros ante todos los hombres.
  • Rey pacífico, haz qeu tu paz reine en el mundo
    — y que nosotros trabajemos sin cesar para conseguirla.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Tú que has muerto para que nosotros tengamos vida,
    — da la vida eterna a los que han muerto.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

9 de ABRIL

VÍSPERAS

MARTES V CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!…).
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.

SALMO 19: ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido

Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

SALMO 20: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuanto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA: 1Co 1, 27b-30

Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja dle mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.

PRECES

A Cristo, el Señor, que nos mandó velar y orar a fin de no sucumbir en la tentación, digámosle confiadamente:

Señor, escucha y ten piedad.

  • Señor, tú que prometiste estar presente cuando tus discípulos se reúnen en tu nombre para orar,
    — haz que oremos siempre unidos a ti en el Espíritu Santo, a fin de que tu reino llegue a todos los hombres.
  • Purifica de todo pecado a la Iglesia penitente
    — y haz que viva siempre en la esperanza y el gozo del Espíritu Santo.
  • Amigo del hombre, haz que estemos siempre atentos, como tú nos mandaste, al bien del prójimo,
    — para que la luz de tu amor brille a través de nosotros ante todos los hombres.
  • Rey pacífico, haz qeu tu paz reine en el mundo
    — y que nosotros trabajemos sin cesar para conseguirla.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Tú que has muerto para que nosotros tengamos vida,
    — da la vida eterna a los que han muerto.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, mira con amor a tu familia y, a los que moderan su cuerpo con la penitencia, aviva en su espíritu el deseo de poseerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

Concédenos, Señor, perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 9 de abril

Tiempo de Cuaresma  

1) Oración inicial

Concédenos, Señor, perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 8,21-30
Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.
Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: `Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’? Él les decía:
«Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.
Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy,
moriréis en vuestros pecados.» Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió:
«Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar
pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta;
sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»
Al hablar así, muchos creyeron en él. 

3) Reflexión

• La semana pasada, la liturgia nos llevaba a meditar el 5 del Evangelio de Juan. Esta semana nos pone delante el capítulo 8 del mismo evangelio. Como el capítulo 5, también el capítulo 8 contiene reflexiones profundas sobre el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús. Aparentemente, se trata de diálogos entre Jesús y los fariseos (Jn 8,13). Los fariseos quieren saber quién es Jesús. Ellos lo critican por dar testimonio de sí mismo sin ninguna prueba o testimonio para legitimarse ante la gente (Jn 8,13). Jesús responde diciendo que él no habla a partir de sí mismo, sino siempre a partir del Padre y en nombre del Padre (Jn 8,14-19).
• En realidad, los diálogos son también expresión de cómo era la transmisión catequética de la fe en las comunidades del discípulo amado al final del primero siglo. Reflejan la lectura orante que los cristianos hacían de las palabras de Jesús como expresión de la Palabra de Dios. El método de pregunta y respuesta los ayudaba a encontrar la respuesta a los problemas que, en aquel final del siglo, los judíos planteaban a los cristianos. Era una manera concreta de ayudar la comunidad a profundizar su fe en Jesús y en su mensaje.
• Juan 8,21-22: ’Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’. Aquí Juan aborda un nuevo asunto u otro aspecto del misterio que envuelve a la persona de Jesús. Jesús habla de su ida y dice que allí donde él va, los fariseos no pueden seguirle. “Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.” Ellos buscan a Jesús, pero no lo encuentran porque no le conocen y lo buscan con criterios equivocados. Ellos viven en el pecado y van a morir en el pecado. Vivir en el pecado quiere decir vivir alejado de Dios. Ellos imaginan a Dios de una determinada forma, y Dios es diferente a como ellos se lo imaginan. Por esto no son capaces de reconocer la presencia de Dios en Dios. Los fariseos no entienden lo que Jesús quiere decir y toman todo al pie de la letra: “¿Es que se va a suicidar?”
• Juan 8,23-24: ‘Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.’ Los fariseos se orientan en todo según los criterios de este mundo. “¡Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo!” El marco de referencias que orienta a Jesús en todo lo que dice es el mundo de arriba, esto es, Dios, el Padre, y la misión que recibió del Padre. El marco de referencias de los fariseos es el mundo de aquí abajo, sin apertura, cerrado en sus propios criterios. Por esto, viven en el pecado. Vivir en el pecado es no tener la mirada de Jesús sobre la vida. La mirada de Jesús es totalmente abierta para Dios hasta el punto que Dios está en él en toda su plenitud (Cf. Col 1,19). Nosotros decimos: “Jesús es Dios”. Juan nos convida a decir: “¡Dios es Jesús!”. Por esto, Jesús dice: “Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados”. YO SOY es la afirmación con que Dios se presenta a Moisés en el momento de liberar a su pueblo de la opresión de Egipto (Ex 3,13-14). Es la expresión máxima de la certeza absoluta de que Dios está en medio de nosotros a través de Jesús. Jesús es la prueba definitiva de que Dios está con nosotros. Emmanuel.
• Juan 8,25-26: ¿Quién eres tú? El misterio de Dios en Jesús no cabe en los criterios con los que los fariseos miran Jesús. De nuevo preguntan: “¿Quién eres tú?” Ellos no entendían porque no entienden el lenguaje de Jesús. Jesús hablaba con ellos a partir de todo lo que él experimentaba y vivía en contacto con el Padre y a partir de la conciencia de su misión. Jesús no se auto-promueve. El apenas dice y expresa lo que oye del Padre. El es pura revelación porque es pura y total obediencia.
• Juan 8,27-30: ‘Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que YO SOY’. Los fariseos no entienden que Jesús, en todo lo que dice y hace, es expresión del Padre. Lo comprenderán sólo después que hayan levantado al Hijo del Hombre. “Entonces sabréis que YO SOY”. La palabra levantar tiene un doble sentido de levantar sobre la Cruz y ser levantado a la derecha del Padre. La Buena Nueva de la muerte y de la resurrección revelará quién es Jesús, y ellos sabrán que Jesús es la presencia de Dios en medio de nosotros. El fundamento de esta certeza de nuestra fe es doble: de un lado, la certeza de que el Padre está siempre con Jesús y nunca le deja solo y, por otro lado, la total y radical obediencia de Jesús al Padre, por la que él se convierte en total apertura y total transparencia del Padre para nosotros. 

4) Para la reflexión personal

• Quien se encierra en sus criterios y piensa saberlo todo, no será nunca capaz de comprender al otro. Así eran los fariseos ante Jesús. Yo ante los demás, ¿cómo me comporto?
• Jesús es radical obediencia al Padre y por esto es total revelación del Padre. ¿Qué imagen de Dios se irradia a partir de mí? 

5) Oración final

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida. (Sal 101)

De la Palabra a la vida

El domingo de ramos es el pórtico de la Semana Santa para la Iglesia. Es por esto que las lecturas que se proclaman hoy actúan con esta misma intención: la Iglesia, discípula del Maestro, ha caminado detrás de Él por los caminos, le ha escuchado, ha visto signos y ha participado en la misión de anunciar la conversión por la llegada del Reino de Dios. Es el momento de subir a la ciudad santa para participar en la fiesta de Pascua.

La bendición de los ramos y la procesión inicial de la misa dominical son explicadas con el relato de la entrada de Jesús en Jerusalén (Lc 19,28-40). En su entrada, Jesús es reconocido por los discípulos como Rey, por los fariseos como maestro, y por el evangelista que anuncia que si es necesario gritarán las piedras, como profeta. Es un verdadero homenaje a Cristo Rey. El rey que viene a tomar posesión de su trono, y nosotros, su pueblo, subimos con Él, nosotros que sabemos que se encamina hacia su sacrificio en la cruz, que vamos a conmemorar en la celebración eucarística, y es que pronto escucharemos de qué forma misteriosa sucederá esto…

Es lo que nos anuncia la primera lectura, que nos dice que el Rey asumirá su trono no protegiéndose a sí mismo de golpes e insultos. La profecía de Isaías, el tercer cántico del siervo de Yahveh es un auténtico pregón de Semana Santa. Esto va a suceder. Esto por nosotros: el Hijo no va a revelarse, va a escuchar al Padre, a abrir el oído, es decir, a aceptar los acontecimientos.

La Iglesia, que lo entiende y lo ve venir, canta el Salmo repitiendo las palabras de Cristo en la cruz: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Es la Iglesia quien no tiene la fe del Hijo, es ella, su Cuerpo, la que clama por su Cabeza. Es ella la que va a ser reconfortada cuando escuche a san Pablo escribiendo a los filipenses aquel famoso himno de la segunda lectura: sus sentimientos son los nuestros, acojamos sus sentimientos creyentes los que aprendemos de su confianza en el Padre. La Iglesia sabe que el Señor se anonadó, y que, después del camino cuaresmal, ahora le toca a ella vivir, durante esta semana, esos mismos sentimientos. Así, el próximo domingo, entraremos en la gloria de su Pascua.

Escuchar entera la Pasión según san Lucas es reconocer en ella el culmen de la Cuaresma: hasta dónde llega el amor del Padre, hasta dónde el deseo del Hijo de estar con los hombres; hasta el don del Espíritu y las palabras proféticas al buen ladrón, “hoy estarás conmigo en el Paraíso”. La Iglesia se ve reflejada en él, se reconoce como la que va a ser introducida en la casa del Padre por tanto amor, y se prepara para vivir intensamente los días que le llevan a glorificar plenamente al Padre y ser santificada por su Espíritu de Amor.

Ciertamente, el domingo de ramos con su intensa liturgia de la Palabra, busca provocar en nosotros un deseo de vivir estos días para Dios, participando en los misterios pascuales. Nuestra vida moderna nos ofrece mil alternativas para cada día de la Semana Santa, desde el puro descanso hasta las actividades más incoherentes. Y las lecturas de hoy nos acercan a Cristo: si estás con Él estos días, te será mucho más difícil separarte de Él después. Se nos propone el camino de los discípulos, no el de testigos ocasionales. El Señor pasa, herido de amor, para obtener vida por nosotros. ¿Con qué amor vamos a afrontar estos días? ¿Va a brillar en nosotros la humildad del buen discípulo, deseoso de seguir al Maestro hasta la cruz? Planifiquemos estos días para vivirlos en la comunión de la Iglesia, en la unión con el Señor como prioridad absoluta. Así, el pregón que hemos escuchado, dejará un efecto bueno y salvador en nosotros, como el misterio de la cruz.

Diego Figueroa

Comentario del 9 de abril

El evangelista sitúa a Jesús en el centro neurálgico del judaísmo, en Jerusalén. Ahí le vemos polemizando con los judíos que cuestionan el testimonio que da de sí mismo. Lo que realmente se pone en cuestión es la identidad de este rabino al que resulta difícil enmarcar en una determinada escuela. El lenguaje de Jesús resulta enigmático. Parece como si él mismo buscara expresamente rodear su discurso de una cierta oscuridad, nunca del todo esclarecida. Yo me voy –les decía- y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.

Habla de ida, pero no aclara a dónde; simplemente señala que a ese destino no pueden acceder ellos. Las enigmáticas palabras de Jesús les hacen manejar a aquellos oyentes desconcertados conjeturas descabelladas y de escaso gusto, como el posible suicidio del que así se expresaba; pues comentaban: ¿será que va a suicidarse?Pero no era ésta la intención de Jesús. Lo que sí veía próxima era su partida de este mundo. Me voy –les aseguraba-; pero notaréis mi ausencia. Cuando me haya ido, me echaréis en falta y me buscaréis. ¿Con qué propósito?, cabe preguntarse. ¿Tal vez con el ánimo de rectificar el error cometido, dando muerte a un inocente?

Pero Jesús no les augura un buen futuro: moriréis por vuestro pecado. Y ese pecado no es otro que la incredulidad, aunque esta incredulidad sea a su vez fruto de la ceguera, de una ceguera culpable. Semejante pecado les acarreará la muerte, no la muerte a que dio origen el pecado de Adán, sino otra muerte aún peor, la eterna. Incredulidad es no creer en su testimonio por falta de fe en él. Incredulidad es no creer en él como lo que es y como el que es. Incredulidad es no creer en él como el que no es de este mundo, como el enviado del que es veraz, porque es la Verdad misma, como el Hijo del Padre, como el que es: Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy.

Ese yo soy tenía una resonancia especial; remitía al yo soy que oyó Moisés en su experiencia teofánica de boca del Dios de sus antepasados que le enviaba a liderar al frente de su pueblo la descomunal epopeya de la liberación de Egipto. Era el nombre que el Dios liberador se daba a sí mismo al ser preguntado por su propia identidad. Quien enviaba a Moisés a esta magna empresa era Yahvéh, el que es. Este sería su nombre desde entonces y para siempre: el nombre del Dios de la Alianza. Aquí, Jesús parece querer usurpar el mismo nombre de Yahvéh. Pero no, Jesús no es ningún usurpador que pretenda arrebatar a otro un poder que no le pertenece. Él se siente –y así lo proclama- simplemente el enviado del Padre, alguien que no hace nada por su cuenta –independientemente de quien lo envía-, pues todo lo que hace y dice es lo que ve hacer y decir al Padre, alguien que no obra nada que no sea del agrado del Padre; por tanto, alguien que se sabe enteramente dependiente de la voluntad de otro, su Padre.

Aquellas palabras, que provocaron la fe de muchos, fueron también piedra de tropiezo para otros. Muchos judíos se escandalizaron al oír hablar a Jesús en ese tono tan familiar y próximo de su relación con Dios. Esto fue precisamente lo que escandalizó a aquellos judíos contemporáneos de Jesús: su modo de hablar de Dios y de su relación con él, algo que les obligaba a hacerse y a hacerle esta pregunta: ¿Quién eres tú? ¿Por quién te tienes?

Es evidente que Jesús se tenía por alguien que, tras su ida, sería buscado, y que a diferencia de sus oyentes no era de este mundo, siendo plenamente hombre y habiendo nacido de mujer; se tenía por alguien que reclamaba fe, como el mismo Yahvéh, Dios de la Alianza, y que estaba en permanente comunicación con Dios Padre, por el cual había sido enviado y cuya voluntad tenía siempre a la vista. Jesús se tenía a sí mismo como el que es, algo que se pondría de manifiesto sobre todo cuando fuera levantado en alto (en la cruz); entonces, revelaría claramente al mundo su condición de aliado supremo del hombre decidido a sellar la alianza con el sacrificio de su propia vida en el altar de la cruz. Este mismo sacrificio le lleva a reclamar de los beneficiarios un acto de fe en su lealtad y en su verdad, y en su condición de enviado del Padre para sellar la nueva y definitiva Alianza.

No aceptar su testimonio, no creer, es perpetuarse en la incredulidad y morir en este estado de pecado y a causa del mismo pecado. La polémica de Jesús con los judíos saca finalmente a flote el gran obstáculo que impide la acción de Dios en el hombre, el pecado por excelencia, la incredulidad, un pecado de consecuencias devastadoras, un pecado que acarrea la muerte: Si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

Artículo 63. § 1. La afiliación de un instituto a una Facultad para la consecución del bachillerato será decretada por la Congregación para la Educación Católica, cuando se cumplan las condiciones establecidas por el mismo Dicasterio.

§ 2. Es muy de desear que los centros teológicos, sea de las diócesis, sea de los institutos religiosos, se afilien a alguna Facultad teológica.

Viacrucis 2019

PRIMERA ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte


V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

<<Pilato dijo: “No encuentro en él ningún motivo de condena”. No obstante, hizo flagelar a Jesús y lo entregó para que lo crucificarán>> (Lc 23,4).

            Entregarse o no entregarse. Darse o replegarse. Abrirse o cerrarse. Amar o amarse. ¿Con cuál de estas dos opciones te quedas? ¿Por qué apuestas?

            En cierta ocasión el Cardenal Weisman discutía con un inglés pragmático sobre la existencia de Dios. A todo argumento de este cardenal, que nació en Sevilla pero acabó siendo Arzobispo en Inglaterra, el contertulio le respondía: “No lo veo, no lo veo”.

            Entonces, el Cardenal tuvo una ocurrencia ingeniosa. Escribió en un papel la Palabra “Dios” y colocó sobre ella una moneda. Entonces le preguntó: ¿Qué ves? ¡Una moneda! (exclamó el inglés) ¿Nada más? Muy tranquilo, el Cardenal quitó la moneda, y le preguntó de nuevo: ¿Y ahora qué ves? ¡Veo a Dios! Entonces ¿qué es lo que te impide ver a Dios?

            Cuántas de nuestras entregas están mediatizadas por el entorno. Salir al encuentro de los demás, en muchas ocasiones, exige olvidarnos de nosotros mismos y –a menudo- quitar aquellas monedas que son las ideas o los prejuicios que debilitan y paralizan nuestra vida espiritual.

            San Francisco de Asís al volver de un viaje de Oriente se sintió como un fracasado al encontrar su Orden en un estado lamentable. Sólo, cuando vio a Dios en todo lo que hacía y tocaba, le llevó a decir constantemente en su obra de renovación: “Francisco, Dios existe y eso basta”. Y la paz y la alegría volvieron a su alma. Supo que toda entrega, aun con pruebas y fracasos aparentes, siempre están iluminadas y garantizadas por el responsable principal que es Dios.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


SEGUNDA ESTACIÓN

Jesús con la cruz a cuestas

V/Te adoramos o Cristo y te bendecimos

R/Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

“Los judíos cogieron a Jesús. Y, llevando él mismo la cruz, salió hacia el lugar llamado “cráneo” que en hebreo se dice Gólgota”” (Jn 19,16-17)

 

¿Quien de los que estamos en este víacrucis  no hemos visto la película del Titanic?

En la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912 se hundió el Titanic y nació la leyenda, pero también la historia de sufrimiento y de misericordia donde en varias escenas se aprecia la labor espiritual de un sacerdote cuando el barco comienza a hundirse de proa y ya sólo queda dar ánimos a los supervivientes y rezar con ellos esperando el final inevitable.
En aquel barco hubo tres sacerdotes católicos, de diferentes países, que no se conocían entre sí, que estaban en el trasatlántico por razones muy distintas, pero que  hicieron honor a sus órdenes sagradas observando un comportamiento heroico: antepusieron la vida de los demás a la suya propia.

Héroes con sotana y en segunda
Jouzas Montvila, de 27 años, lituano, se subió a bordo con un billete de segunda clase. Se dirigía a Estados Unidos para atender la pujante comunidad de compatriotas en Norteamérica. Había sido expulsado de Lituania por los rusos, que la dominaban, al descubrirse su apostolado entre los ucranianos católicos.
El benedictino Benedikt Peruschitz, de 41 años, alemán, también viajaba en segunda. Su destino era la Abadía de San Juan donde se incorporaría como profesor. Sus últimos momentos de vida los pasó guiando el Rosario a un grupo de viajeros, a pesar de que otros, quizá todavía incrédulos de lo que iba a pasar, se reían de ellos.
Thomas Roussel, de 42 años se hizo anglicano pero convertido al catolicismo, viajaba en segunda clase. Le esperaban en Nueva York para casar a su hermano. Celebró misa dos veces el día del hundimiento, una para los pasajeros de segunda y otra para los de tercera. Cuando se supo que el buque había chocado con un iceberg, dejó su segunda clase y se bajó a tercera, donde escuchó algunas confesiones antes de ser todos evacuados a cubierta.
Los testigos que sobrevivieron a la tragedia recordaron luego que a los tres sacerdotes, que estaban animando y rezando con los pasajeros en distintas cubiertas del barco, se les ofreció un puesto en los botes salvavidas, y los tres rehusaron. Se hundieron con el Titanic, y los cuerpos jamás fueron rescatados.

            Las obras valen más que las palabras y qué grande es, cuando en la vida nos hundimos por diversas circunstancias, que alguien ponga una palabra de esperanza y que, incluso en nombre del Señor, te acompañe cuando la cruz es grande o pesa demasiado.

R/.Señor pequé, ten piedad y misericordia de mi

Padrenuestro…


TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

<<Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes>> (Is 53,4-6)

            Humanidad caída. Familias resquebrajadas. Sociedades rotas. Fronteras que claman justicia. Cristianos perseguidos con el aplauso del silencio de aquellos que saben y no quieren hablar, de los que pueden y no quieren hacer. Derechos doblegados, enterrados y pisoteados en numerosos lugares de nuestro mundo. ¡Caídas! ¡Caídas! ¡Caídas y más caídas!

            De San Francisco de Asís cuentan de él y de la comunidad en la que vivía, que en Cuaresma realizaban tremendos ayunos. Una noche, cuando todos los frailes se encontraban retirados en las celdas del convento, escuchó los gemidos de un hermano; se levantó y fue donde estaba el hermano que lloraba. Se acercó y le preguntó: 

– Hermano, ¿qué te pasa? El fraile respondió: 

– Lloro porque me muero de hambre

            Francisco despertó a todos los hermanos y les explicó que el ayuno está muy bien, pero que no pueden dejar que un hermano se muera de hambre. Pero como no está bien que dejen al hermano comer solo, para que éste no pase vergüenza, todos deben acompañarle. Así que los hizo levantarse a todos y se dirigieron al comedor. Y la comida se convirtió en una fiesta. Es verdad que en la mesa no había más que un pan pero había alegría para compartir. La alegría que, a veces, las caídas frecuentes nos alejan de nuestra mano.

¿Que con nuestra solidaridad no vamos a poder hacer frente a tantas caídas que se dan en el mundo? Nos quedará la satisfacción de haberlo intentado.

¿Que, a veces, algunas caídas son maniobras vacías y disfrazadas por el engaño? También Jesús, a pesar del engaño y de la traición, consintió sentarse en la misma mesa a Judas y Pedro.

            San Francisco Javier, en su inmenso periplo hacia las indias, tuvo clara una cosa: la caridad no tenía rostro ni excusas. Mejor dicho, sí que lo tenía: supo ver en todos los abatidos por galeones, hospitales y pueblos el rostro del mismo Cristo.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


CUARTA ESTACIÓN
Jesús se encuentra con su Madre 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su madre conservaba todo esto en su corazón. (Lc 2,34-35.51)

            Carina Soto, una joven madre de 27 años, fallecía el pasado 16 de enero en una clínica de Buenos Aires en la que hicieron todo lo imposible por salvar su vida.

            Ella, esta madre, salió al paso no de la cruz de un hijo, sino de tres. Días antes de su muerte, cuando se encontraba en casa con sus tres hijos (el menor de 11 meses), se inició un violento incendio en la calefacción de la casa.

            Carina, sin dudarlo, se lanzó sobre los tres hijos y, uno a uno, empezando por el mayor y acabando por el menor, los puso a través de las peligrosas llamas y espeso humo en la puerta de la calle. Al regresar a por el más pequeño, el que se encontraba en la cuna, lo abrazó protegiéndolo del incendio que le supuso el 80% de quemaduras graves en su cuerpo. Entraba en la clínica exclamando: “He salvado a mis hijos, he salvado a mis hijos”. Después de cinco días y en la Unidad de quemados, esta buena madre, era llamada por Dios a su presencia para darle el galardón de su gran obra realizada. Supo anteponer la vida de los demás, a la suya.

            Junto a los grandes hombres de la historia está una mujer que entregó todo lo que tenía: cariño, tiempo, talento. Fueron mujeres fuera de serie que engendraron hijos con amor y desde el amor. Junto a los hijos e hijas están sus madres que han hecho que los sueños fueran una realidad.

            San Agustín, contó con una madre que acudió siempre al encuentro de sus miserias. Su conversión, lo dice él, se debe al empeño constante de su madre Santa Mónica. San Francisco Javier, desde su infancia, fue alentado en su fe y alertado del cómo vivir según Dios en los brazos de su madre, María.

            Hay miradas que, sin hablar, lo dicen todo. Y, la misericordia de las madres, no son precisamente  palabras huecas: se expresan desde el amor, creen desde el amor, ayudan desde el amor y salen en cada esquina –a pesar de nuestras traiciones y olvidos- para salvarnos de numerosos incendios que sacuden nuestro camino de felicidad.

            Desde hace muchos años, muchos siglos, Dios nos dejó a una Madre al pie de la cruz. No existen los grandes problemas, ni las noches cerradas y oscuras cuando no olvidamos una máxima: siempre nos acompaña María Virgen. Siempre.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


QUINTA ESTACIÓN
El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Jesús había dicho a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». (Mt 27,32;16,24)

            No faltan cruces ni, tampoco, personas cuando esas cruces son arrastradas mal que bien por los caminos. Pero, en determinados momentos, si que se echan en falta “manos constantes” que, además de acompañar un trayecto, se comprometan en hacerlo por más tiempo. La crisis de determinadas vocaciones al ministerio sacerdotal o incluso la vida religiosa, depende en gran medida de eso: asusta, por sistema, lo definitivo, “el para siempre”. Dar con personas que se brinden para unas horas, para un mes o para un año para una causa es relativamente fácil. Contar con braceros “para siempre” es difícil. Simón de Cirene fue la excepción entre los cientos de personas que contemplaban el cortejo de la cruz al calvario.

            No hace todavía dos años, en Madrid, un niño de cinco años se arrojó por el balcón de un quinto piso. Un hombre que regresaba de dar un paseo, como el Cirineo, pudo cogerlo en sus brazos sin graves daños para ninguno de los dos. Precisamente ese hombre se llamaba Salvador.

            Francisco José,  fue un enfermo terminal de cáncer, con unas ganas de vivir que le infundían sus padres.

            Miguel, después de salvar a un matrimonio en el mar, ahora es voluntario.

            Claudia, joven parapléjica en Galicia, quiere ser consejera juvenil para ayudar a otros jóvenes a descubrir lo importante de la vida.

            ¿Eres tú héroe en algún momento? No olvidemos, en este Año de la Misericordia, que lejos de enseñar a amar, hay que aprender a amar de verdad. O dicho de otra forma: desde que nacemos, podemos ser un regalo para los demás o, sin quererlo, un obsequio para nosotros mismos. La grandeza del Cirineo fue que la casualidad le convirtió en un protagonista del amor. Ojalá, mirando a un lado y a otro, podamos descubrir cruces llenas de carne y hueso pero que reclaman nuestra atención.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


SEXTA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

<<No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado>> (Is 53,2-3).

            ¿Cuál es el rostro de Jesús? ¿Cómo es el semblante de Cristo? El arte, la pintura, la música, la poesía o la arquitectura lo han plasmado como un Jesús atractivo, dulce y evitando lo escandaloso y antiestético. La Verónica, por el contrario, nos empuja a descubrir el aspecto más genuino y auténtico del Señor.

            Madre Teresa de Calcuta será elevada a los altares el próximo mes de septiembre. Ella, testimonio de la santidad más contemporánea de nuestros tiempos, se convierte en un icono que nos interpela de una manera radical a cuidar, besar y acariciar el rostro de Cristo en los pobres de solemnidad.

            Un día le dijo un señor a la Madre Teresa de Calcuta: – El trabajo que tú haces, yo no lo haría ni por todo el oro del mundo”. A lo que Teresa de Calcuta le respondió: “ –Yo tampoco: tomamos fuerza de la adoración a Jesús Sacramentado”. Esta anécdota se cuenta tanto de la Madre como de algunas de sus religiosas, y expresa un hecho: la entrega desde Cristo, contemplando y adorando su rostro, ofrece el valor y la conversión necesaria para cumplir con la locura y la razón de ser de Teresa de Calcuta: los más pobres.

            Teresa de Calcuta era feliz desgastándose hasta el final aunque, aparentemente, no se diesen los resultados que pretendiera a simple vista. Lo esencial, para ella y para toda la congregación, era ser fiel al Señor. Se ponía a su servicio y, mirando a la cruz, rezaba con frecuencia: “Yo soy un lápiz en las manos de Dios. Un trozo de lápiz con el que, Dios, escribe lo que quiere y cuando quiere”. “Dios no pretende de mí que tenga éxito sino que sea fiel”. «En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que haga daño.»

¿Qué es salir y descubrir el rostro de Cristo? Responder con alegría a tanto cristo roto que abunda en nuestra vida. Los cristos de carne y hueso.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

<<Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. El me ha llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos. Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la ceniza>> (Lam 3,1-2.9.16)

            El camino de la misericordia, también la vía que conduce hasta el calvario, no está exenta de caídas.  Caídas fueron las del Señor en Getsemaní: “Pasa de mí este cáliz”. Caída la de Pedro cuando, en su ser orgulloso, aseguró no desplomarse en la negación. Y también nosotros, en ese deseo de salir al encuentro de los que nos rodean, de ofrecer el perdón, de sonreír aún en medio de la dificultad… nos lleva muchas veces al efecto contrario: lejanía, rencor o tristeza. Caer no es malo ni mucho menos. Lo grave es confundir la caída con la alzada. Pensar que estamos en lo cierto cuando nos hemos diluido en la falsedad o quejarnos cuando, el amor que es renuncia, nos exige un paso más.

            “Mi amor es mi peso”, decía San Agustín. “Por él soy llevado a donde quiera que voy”. ¿Cuánto fue el peso de la cruz? ¿Tan grande como pregona la tradición? Posiblemente para Cristo, la cruz, no fue excesivamente grandiosa. El amor lo podía todo. En esa cruz íbamos todos y cada uno de nosotros con nombre y apellidos, con aventuras y desventuras, con pecados y debilidades.

            Un niño de ocho años traía sobre sus hombros a otro más pequeño que tendría tres o cuatro. Se le veía cansado, deteniéndose en su camino pero a la vez feliz de llevar su carga adelante. Le preguntó un peregrino: “Qué tal amigo, ¿pesa mucho?” Y el niño con inefable expresión, con fuerza y decisión contestó: “No pesa casi nada, es mi hermano”. Sonriendo y saludando se marcho feliz con una carga que no era carga, su hermano, que le daba alas su misma vida.

            Cristo en su tercera caída nos enseña eso: somos sus hermanos. Él es el hermano mayor y, sobre sus hombros, nos sostiene a cada uno de nosotros. Sale al encuentro de nuestras malas andanzas, tropiezos, caídas disimuladas y fe excesivamente endulzada o interesada pero, como decía recientemente el Papa Francisco, “nunca se cansa de perdonar”.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


OCTAVA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: «dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles a los montes: «Desplomaos sobre nosotros»; y a las colinas: «Sepultadnos»; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco? (Lc,28-31)

            La preocupación del mundo es la ocupación de Dios. “No lloréis por mí, llorad por vosotros”.

            DEn 1996 en Argelia, eran brutalmente asesinados siete monjes trapenses del monasterio de Nuestra Señora del Atlas. Eran franceses y se dedicaban a la oración y al trabajo en los campos. Habían rehusado a colaborar con los guerrilleros islamistas a los que llamaban “los hermanos de la montaña” y habían organizado en la zona un grupo de oración y diálogo entre cristianos y musulmanes, apodado “Vínculo de paz”.

            Cuando los grupos extremistas de la guerrilla exigieron que todos los extranjeros salieran del país, ellos se negaron por fidelidad a la gente del lugar, que los apreciaba y los quería. La casi totalidad de las misioneras y misioneros extranjeros presentes en Argelia hicieron lo mismo. Los monjes de trapenses fueron los chivos expiatorios. El más joven de los monjes tenía 45 años y el más anciano 82; fueron secuestrados el 27 de marzo de 1996. Exactamente dos meses después del secuestro, se supo la terrible noticia: los monjes del Atlas habían sido decapitados el 30 de mayo por los guerrilleros fundamentalistas.

En su testamento espiritual, antes de ser martirizado, el padre superior, escribe: “Al llegar el momento, querría poder tener ese instante de lucidez que me permita pedir perdón a Dios y a mis hermanos en la humanidad, perdonando al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiere golpeado. Ojala quien lea estas letras sepa asociar mi muerte a muchas otras, igualmente violentas, abandonadas a la indiferencia y el anonimato. Mi vida no vale más que otra. Tampoco vale menos. De todos modos, no tengo la inocencia de la infancia. He vivido lo suficiente como para saber que soy cómplice del mal que ¡desgraciadamente! parece prevalecer en el mundo y también del que podría golpearme a ciegas. Por ti, que ahora lees mis letras, por ti quiero decir este gracias y este a-Dios en cuyo rostro te contemplo. Y que nos sea dado volvernos a encontrar, ladrones colmados de gozo, en el paraíso, si así le place a Dios, Padre nuestro, Padre de ambos. Amén. 

Testimonio de héroes, de misericordia, de verdad y de entrega radical sin más palabras que la sangre del martirio. Sólo se salvó 1 pero, todos, se encuentran salvados en la mano de Dios.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

<<Si, haciendo el bien, tenéis que padecer, eso es meritorio ante Dios. Cristo mismo soportó mucho por vosotros, dándoos ejemplo para que sigáis sus huellas>> (1Pe 2,20-21)

            No hay día en el que, además de saludarnos el sol, no salgan a nuestro paso las pequeñas centellas de nuestros desmoronamientos personales o comunitarios. Caemos en la debilidad, cuando no somos fuertes en la fe. Nos desplomamos en la tibieza, cuando nos alejamos de la exigencia. Nos abandonamos, cuando prescindimos de Dios y nos centramos demasiado en nosotros mismos.

            El Papa Francisco, en un viaje apostólico por África, se acercó a Kampala. Es el lugar donde, en 1885, 22 mártires ugandeses encontraron la gloria por no venirse abajo en sus convicciones religiosas, en su amor a Dios, en su adoración al Padre.

            El rey, después de secuestrarlos, les preguntó: “¿Estáis dispuestos a dejar vuestra fe? “ Y, ellos, a una sola voz afirmaron: “Nosotros estamos dispuestos a seguir siendo cristianos”. El monarca ordenó su ejecución. Uno de los mártires, hijo de uno de los verdugos, tuvo la oportunidad de escapar. Quiso seguir la misma suerte de sus compañeros.

Después de un breve cautiverio en condiciones inhumanas fueron conducidos a una hoguera donde dieron testimonio de su fe, proclamando el nombre de Jesús y diciendo: “Podéis quemar nuestros cuerpos pero no podéis dañar nuestras almas.”

Es seductor renunciar cuando, de frente, se nos presenta una realidad caprichosa. ¡Son tantos los reyes que nos preguntan “¿estás dispuesto a seguirme a mí?” Las terceras caídas, las definitivas, las más peligrosas son las que más nos aproximan a la crueldad del duro suelo: filosofías sin Dios, conciencia sin Evangelio, vida pública sin referencia cristiana. Marionetas en manos de nadie y, a la vez, en los hilos  de muchos.

Romper una estructura social, cultural y cristiana es fácil y es cuestión de poco tiempo. Levantar de nuevo una sociedad, atemorizada, sin horizonte y sin más futuro que la supervivencia, requiere siglos. No permitamos, desde nuestro convencimiento más profundo, caer en el simple buenísmo, arrojarnos en el derrotismo o pensar que Dios nos ha soltado de su mano. Los mártires de Uganda sellaron con sus labios una impresionante profesión de fe: “Un cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo a morir.” Levantémonos y pidamos al cielo fuerza para caminar, creer y perseverar en la tierra.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es despojado de sus vestiduras 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
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<<Los soldados se repartieron la ropa de Jesús, echando a suertes. La túnica no tenía costura, sino que estaba tejida de arriba abajo, y se dijeron: No la dividamos, sino echémosla a suertes, a ver a quién le toca>> (Mt 27,34-35)

            Jesús, despojado de su fama y de sus vestidos. Jesús, despojado de los suyos y de sus amigos. Jesús, desposeído de su mar de Galilea y de sus enfermos, de su amigo Lázaro y de sus cientos de convertidos. ¿Dónde están? ¿Dónde se encuentran aquellos que se refugiaron en su mano siempre a punto para la misericordia, el perdón, la acogida, el amor, el afecto o la escucha?

            Lo dice el viejo proverbio: “Un amigo verdadero se nota cuando llegan las horas amargas.” Acompañar a una persona cuando la suerte brilla en su vida, es cómodo. Pero, los crisoles de una buena amistad, se manifiestan cuando el otro se encuentra humillado, desnudo de ideas o de trabajo, exento de medios o de alegría, de vivienda o de su derecho a la dignidad humana.

¡Refugiados! Son los nuevos despojados de nuestros tiempos. Los que, por diversas circunstancias, son empujados a mudar de cultura, familia, sensibilidad o de país.

Y, en medio de toda esta situación, nosotros. Preocupados por estas nuevas situaciones que, aparentemente de despojo, crean muchos interrogantes. Y, en medio de todo, la Iglesia. “No tengamos miedo a abrir las puertas a los que llaman a ellas.” (Lo decía el Papa Francisco).

Jesús, en la soledad de la noche de Belén, sólo halló refugio en una insólita y fría gruta. Tampoco, más tarde, dio con abrigo en los corazones obstinados. Su “ser refugiado” se limitó a pocas personas y a muy pocos confidentes. Sólo los humildes y los más pobres fueron capaces de captar lo que aquel ser nazareno refugiado en medio de los odios y temores de su tiempo, venía a ofrecernos: la puerta que llevaba al amor de Dios, al amor divino.

            Con Santa Teresa de Jesús, rezamos: Cristo no tiene otro cuerpo en la tierra que el tuyo.

No tiene otras manos que las tuyas. No tiene otros pies que los tuyos. Tuyos son los ojos a través de los que derrama Su amor sobre el mundo. Tuyos son los pies de los que se sirve para hacer el bien. Y tuyas son las manos con las que ahora nos Bendice.

            Nuestros labios pueden ser palabras que acogen y nuestros corazones una casa cálida y revestida por el traje de la misericordia. Ante el “el nuevo Jesús despojado” que nunca nos agotemos de buscar fórmulas para llegar hasta tanto rostro desnudo.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús clavado en la cruz 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Cuando llegaron al sitio llamado Gólgota lo crucificaron, lo mismo que a los dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda” (Lc 23.33).

            Manos abiertas, cuando tantas en el mundo hostil a la fe se cierran. Palabras de misericordia: perdónalos porque no saben lo que hacen; hoy estarás conmigo en el Paraíso; he ahí a tu Madre…frente a tantas expresiones de rencor, cuentas pendientes o diferencias insalvables por la cerrazón de la mente humana.

            Un costado abierto, en la cruz, cuando tanto nos gusta cerrarnos en el cuerpo de nuestros propios problemas. Unas manos clavadas frente a aquellas otras que prefieren antes clavar que ser clavadas, ser servidas que servir, llevar cuentas del mal antes que olvidar aunque sea por higiene espiritual.

            Una joven católica de la antigua Yugoslavia fue violada. Se propuso hacer lo imposible para romper la cadena de odio que destruía su país. “Al hijo que espero, decía, le enseñaré solamente a amar. Mi hijo, nacido de la violencia, será testigo de que la única grandeza que honra a la persona es la del perdón”.

            La espiral de la violencia, de las rencillas del ayer, producen distanciamiento. Amar a Dios no resta fuerzas para dedicarnos a los demás. Cuanto más bebemos del manantial del amor, más podemos avanzar en el camino de nuestro vivir derramando generosidad, alegría, paz, fraternidad, perdón.

¿Dónde bebes? ¿En el odio o en el amor? ¿En la misericordia o en el egoísmo? ¿En la fuente del bien o en el lodo del mal?

            En la cruz, llena de Cristo, se exhiben dos amores clavados: el amor de Dios y el amor al prójimo. Nunca, el amor de Dios, estuvo tan próximo en  Belén y, nunca, el amor ensangrentado estuvo tan localmente enamorado de la humanidad como en la cruz.

¿Dónde se ilumina nuestra vida? ¿En la cruz o sólo en la luz artificial del mundo?

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

<<Jesús gritó: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. E, inclinando la cabeza, expiró>> (Lc 23,46; Jn 19,30)

            He aquí el monumento al amor: el amor clavado. He aquí el mayor sello, contradicción para muchos, del amor sin límites: el amor ensangrentado. Así lo entendieron, creyeron y llevaron a su propia vida gente como San Francisco Javier (enamorado de la cruz); San Juan de Ávila (maestro ante la cruz); San Juan María Vianney (reconfortado ante el silencio de la cruz); Santa Teresa de Jesús (todo en la cruz).

            He aquí un monumento, la cruz, que no necesita ser iluminado desde fuera. Quien muere en ella, Jesús, enciende los dos maderos con su obediencia y entrega con todas las consecuencias. Nunca, tan toscos leños, soportaron tanto amor divino.

            Son perseguidos y mueren los cristianos, a millares, con el silencio cómplice de muchos gobiernos del mundo. El Arzobispo de Mosul es uno de los 100.000 cristianos de Iraq que se han convertido en refugiados por el avance bárbaro del Estado Islámico. Sus palabras no nos dejan indiferentes. Nos alerta del futuro que aguarda a unas sociedades que miran hacia otra parte. Como si, hoy y para siempre, solamente fueran a morir los que hoy sufren esta masacre.

            Siempre resulta menos preocupante mirar hacia el suelo que hacia la cruz. Hacer un poco lo de la avestruz: cuando hay peligro esconde la cabeza y, así, piensa que el peligro irá hacia otra parte. Luego, ese mismo peligro, la devora.

            Todos recordamos aún el testimonio de la niña de Siria: “¿Por qué me matáis si mi Dios os ama?” O la profesión de fe de una patriarca cristiana en Irán: “Quitadme la vida pero la fe sólo me la puede arrebatar el Señor”.

            Sólo, desde el amor y la comunión radical con Cristo, pueden escucharse estas palabras heroicas que dejan en entredicho nuestra fe oportunista, cómoda y a veces adornada por mil excusas.

            Aquel que murió en la cruz, Cristo, sigue siendo la razón y la esperanza de miles de personas que por el hecho de ser cristianos son perseguidos, decapitados o sometidos a mil pruebas de fe. Mientras aquellos, son fuertes y mueren dichosos de lo que son “cristianos”, nosotros vivimos vendiendo a Dios, en muchas ocasiones, por poco y por nada. Dos traiciones tienen los cristianos perseguidos en el mundo: los que miran a otro lado y los que no vivimos nuestra fe con más garra, fuerza y compasión.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


DECIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre 


V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
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<<Después de esto, José de Arimatea..se presentó a Pilato para pedir que le dejara retirar el cuerpo de Jesús. Pilato lo concedió.  Y él bajó  de la cruz el cuerpo de Jesús>> (Jn 19,38).

            Qué lejos ha quedado Nazaret. Se apagaron los ecos de aquellas melodías celestiales, cuando Dios bajaba al encuentro del hombre en Navidad. No quedan pastores ni reyes, no suenan campanas de gloria ni los ríos juegan con las piedras de Belén. Pero, al Dios que desciende desde la cruz, le aguardan los mismos brazos de Madre que le esperaron a los pies del pesebre: María. Nunca, Belén y el Calvario, estuvieron tan cerca: de madera el pesebre y de madera la cruz. Al lado del pesebre, María y junto a la cruz la Madre de Dios. En Belén, desvalido Jesús Niño, custodiado por la humilde nazarena. En el Gólgota, derrotado por la muerte, abrazado por la Soledad de María. En Belén y en el Calvario el silencio hizo de las suyas. El silencio lo dijo todo: amor y sólo amor. En los dos amor de Dios y, en los dos, amor de Madre.

 A Raul Folleau (laico de principios del siglo XX en Francia) visitando una leprosería en una isla del Pacífico le sorprendió que, entre tantos rostros muertos y apagados, hubiera alguien que hubiera conservado unos ojos claros y luminosos que aún sabían sonreír y que se iluminaba con un “gracias” cuando le ofrecían algo. Entre tanta miseria y soledad sólo aquella persona, un anciano, era capaz de decir “gracias” cuando alguien se le acercaba. Le preguntó qué era lo que mantenía a este pobre leproso tan unido a la vida. El leproso le respondió: mi luz viene todas las mañanas. Y es que, cuando apenas amanecía, aquel hombre acudía al patio y tras el muro, aparecía durante unos cuantos segundos otro rostro, una cara de mujer, vieja y arrugadita, que sonreía. Luego el rostro de mujer desaparecía y el hombre, iluminado, tenía ya alimento para seguir soportando una nueva jornada y para esperar a que mañana regresara el rostro sonriente. Era – le explicaría después el leproso – su mujer. Cuando le arrancaron de su pueblo y le trasladaron a la leprosería, la mujer le siguió hasta el poblado más cercano. Y acudía cada mañana para continuar expresándole su amor.”Al verla cada día- comentaba el leproso – sé que todavía vivo”.

Que María, la mujer que todos los días se asoma por tantos muros de nuestro vivir, nos alcance un poco de esperanza para seguir adelante. Ilusión para no echarnos atrás y amor a Dios para no dejar de lado la fe en un Dios que muere por salvarnos. Que Ella, la Virgen acuda siempre con sus brazos abiertos cuando las decepciones, soledades, traiciones y vidas falsas caen de tantos árboles que el mundo planta como buenos, nobles y auténticos.
R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….


DECIMOCUARTA ESTACIÓN
Jesús es puesto en el sepulcro 

V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

<<Envolvieron el cuerpo de Jesús en un lienzo y lo depositaron en un sepulcro excavado en la roca, en el que nadie había sido puesto antes>> (Lc 23,52-53)

            Qué grande es tener para dar y, qué grande es, sentirse un pequeño grano de trigo para saber morir, nacer y florecer.

            La vida, lo decía Juan XXIII “es un pequeño paseo que Dios nos hace dar para, luego, volver a su regazo”. Y mientras vamos avanzando,  que importante es, además de ser semilla, ir  sembrando lo mejor de nosotros mismos. Alguien, con cierta razón, ha dicho:  “un camposanto es un huerto de vida, es un jardín con semillas de resurrección”. Frente a la amenaza de la muerte, Jesús desde la suya, la dinamita y la convierte en algo pasajero. Le quita la última palabra. Mientras tanto, en nuestro viacrucis personal, es bueno pensar y saber que nada se pierde, que a nadie Dios olvida y que tampoco es bueno que nosotros dejemos de lado a los que más nos necesitan.

            Años atrás, en unas competencias del las Olimpiadas Especiales celebradas en Seattle (Estados Unidos) nueve luchadores, todos con deficiencias físicas o mentales, se alistaron en el punto de arranque para la carrera de los 100 metros. Al sonido de la pistola, todos empezaron, aunque no muy precipitadamente, pero con ganas de correr hasta el final y ganar. Todos excepto un niño que tropezó, se revolcó varias veces, y comenzó a llorar al ver cómo sus compañeros iban recorriendo los 100 metros de recorrido.

            Los otros ocho compañeros, al oír llorar al niño, detuvieron el paso y miraron hacia atrás. Fue entonces, para la sorpresa de los espectadores, cuando todos regresaron al punto de su caída para asistirle.

            Una niña con el Síndrome Down se agachó y besándole le dijo:  “Esto te hará sentir bien. Ven con nosotros”  Entonces los nueve enlazaron sus brazos y caminaron todos juntos hasta la línea final.

            Todos en el estadio se pusieron en pie y aplaudieron efusivamente por largo tiempo.  Nunca había habido unas olimpiadas tan emocionantes y tan reveladoras de las más altas capacidades humanas. Las personas que estuvieron allí todavía cuentan lo sucedido.

¡Cuánto, en clave de misericordia, nos enseñan los sencillos! No hay peor fracaso que cerrar los ojos a este mundo con la sensación de no habernos detenido lo suficientemente ante los dolores, sufrimientos o carencias humanas. No hay peor “síndrome de autosuficiencia” que pensar que, el hacer el  bien, es cosa de los demás, de gente muy especial y no del día a día de nuestra vida cristiana. Y es que cuando uno muere por algo y por alguien, Dios le da fuerza y vida. El camposanto puede ser el lugar de sueños realizados o un rincón de almas que corazones que nunca se estrenaron.

R/. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padrenuestro….

 

Javier Leoz

Recursos – Domingo de Ramos

OFRENDA DEL FINAL DE LA VIDA

(Por lógica la debe hacer una de las personas mayores de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, aquí estoy, con la vida ya a las espaldas. Tú has sido generoso al regalarme tantos días. Yo quiero hoy ofrecerte no sólo la vida sino también la muerte. Quiero hoy que la unas a la muerte de tu Hijo Jesucristo, pues solo así tendrá sentido, y me abre a la esperanza de poder participar de su resurrección.

OFRENDA DE LA MARGINACIÓN

(La debe hacer uno/una de los/las jóvenes de la comunidad, aunque, con toda seguridad, él (ella) no sea víctima de alguno de esos muchos problemas)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo los golpes de dolor que sufren hoy tantos/as jóvenes, compañeros/as míos/as, aunque sólo sean por la edad. Ahí están: el paro y la falta de ilusión ante el oscuro futuro, la droga, el sida, los grupos y tribus marginales, el apego al alcohol y tantas lacras. En nombre de todos y de todas, te pido que unas nuestros sufrimientos a los de tu Hijo Jesucristo.

OFRENDA DEL TERCER MUNDO

(La puede hacer otro/otra joven o, de existir en la comunidad, un miembro de alguna ONG)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: A mí me corresponde, Señor, traerte otro de los sufrimientos que rompe tu corazón de Padre, pues implica a una buena parte de la humanidad. Te ofrezco el hambre, la miseria y el subdesarrollo del Tercer Mundo. También te traigo las semillas de la esperanza de tantas y tantas personas del Primer Mundo, que son sensibles con los problemas de los/las más pobres del mundo. Que crezcan los y las que se comprometen en el cambio de la sociedad y del mundo.

PROGRAMA DE LAS CELEBRACIONES DE LA SEMANA SANTA

(Alguien del Consejo Pastoral presenta la HOJA de todos los encuentros, celebraciones y acciones que se den en la Comunidad durante esta Semana Santa)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te quiero ofrecer, Señor, todos los esfuerzos de nuestra Comunidad de cara a estos días santos para vivir de cerca todo cuanto nos ofrece tu Hijo amado. Te volvemos a presentar su ofrenda, inmensa y creadora de vida. Concédenos, te pedimos, vivir una experiencia NUEVA en esta Semana Santa y poder así disfrutar con Él y contigo de la alegría de la resurrección y de la Vida.

Oración de los fieles – Domingo de Ramos

El momento se acerca. La confusión se va a apoderar de nuestra alma. Oremos con Jesús diciendo:

PADRE, AYÚDANOS EN LA TRIBULACIÓN.

1. – Por el Papa Francisco, obispos, sacerdotes y la Iglesia en general, para que el Padre les inspire fuerza y coraje ante las adversidades de este mundo. OREMOS

2. – Por los que dirigen las naciones para que encuentren caminos de paz y diálogo y rehuyan las indicaciones del Maligno. OREMOS

3. – Por los que se encuentran ante situaciones de dolor y muerte, para que en la meditación de la Pasión del Señor encuentren sentido a su sufrimiento. OREMOS

4. – Por las familias cristianas para que vean en la cruz del Señor el camino para una feliz convivencia. OREMOS

5. – Por la tierra que acogió estos misterios y que hoy esta sometida al odio y la guerra, para que Dios les devuelva pronto la paz que vino a traernos. OREMOS

6. – Por aquellos que vivieron con nosotros la Semana Santa otros años y han sido llamados por el Padre, para que disfruten de su eterna presencia. OREMOS

7. – Por los que hemos seguido los pasos de Jesús en esta cuaresma, para que seamos capaces de morir con él para resucitar con él. OREMOS

Señor, tu pueblo se dispone a celebrar los misterios de tu Pasión y Resurrección hazte presente en sus debilidades y acompáñalos a la casa del Padre. Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen.


Cristo intercede por todos los hombres. Es el mediador entre el Cielo y la tierra y reconcilia a todos con Dios. Por eso nos acercamos a Él cargados de necesidades.

QUE TU CRUZ NOS CONFORTE, SEÑOR.

1.- Por la Iglesia, para que viva siempre con la mirada puesta en Cristo, y que en su cruz aprenda a ser donación para todos los hombres. OREMOS

2.- Para que la sangre derramada por Jesús reconcilie a todos los pueblos que andan en discordias, haciendo de todos los hombres una hermandad. OREMOS

3.- Para que Cristo que es nuestra paz, destruya el muro de tantas separaciones entre esposos, tantas enemistades entre la familia, tanta discordia entre las diversas religiones, y conceda a todos la paz que tanto ansiamos. OREMOS

4.- Para que los pobres, los desesperanzados, los que sufren, y todos los que participan, con sus sufrimientos de la cruz de Cristo, encuentren fuerza en la pasión del Señor. OREMOS

5.- Por los aquí reunidos: para que nuestro arrepentimiento y nuestro acercamiento a Dios durante esta cuaresma, sean camino de gracia y redención. OREMOS

Señor, tú que te apiadaste de la humanidad hasta dar la vida por nosotros, acude en nuestra ayuda y concédenos lo que te pedimos.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – 9 de abril

“Muchos creyeron en Él”. Qué fuerza en la Palabra de Jesús, que cambia la vida de muchas personas, dos mil años después de su presencia entre nosotros. Y no solo la de los santos. También la de muchos que andan en búsqueda de una vida mejor.

Con sus palabras y con sus obras, Jesús va revelando su identidad más profunda. Poco a poco, va diciendo que es el Hijo de Dios. Con sus palabras y con sus obras, los “signos”, como los llama el Evangelio joaneo.

Pero el pueblo hebreo se muestra poco dispuesto a cambiar. Le pasa a Jesús lo que le pasaba a Moisés en la primera lectura. A pesar de todo lo que ha hecho Dios por su pueblo, siempre hay descontentos, que arrastran a muchos detrás de ellos. Y se produjo el castigo divino, con las serpientes.

Moisés tiene que salir en defensa del pueblo, para evitar su extinción. Y levantar una serpiente de bronce, para que no murieran muchos en el camino. El nuevo Moisés, Jesús, también será levantado. Y, desde lo alto de la cruz, con su sufrimiento y su muerte, nos da la salvación.

Muy pronto vamos a contemplar la cruz, el Viernes Santo. Mirándola, adorándola, podemos recordar que sus heridas nos han curado. Y que hasta ese punto amó Dios al mundo, hasta entregarnos a su Hijo. Contempla la cruz, cuando te sientas cansado. Cristo te mira desde lo alto, para mostrarte el camino.

Alejandro, C.M.F.