Vísperas – Martes I de Pascua

VÍSPERAS

MARTES DENTRO DE LA OCTAVA DE PASCUA

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Quédate con nosotros;
la noche está cayendo.

¿Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Deténte con nosotros;
la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.

¿Còmo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo,
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

Vimos romper el día
sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.

Arroja en nuestras manos,
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia, en lo más hondo
del corazón del hombre,
tu imagen empañada por la culpa. Amén.

SALMO 109: EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Ant. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.

SALMO 113A: ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO: LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO

Ant. Venid a ver el sitio donde yacía el Señor. Aleluya.

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Venid a ver el sitio donde yacía el Señor. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: LAS BODAS DEL CORDERO

Ant. Jesús dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me veréis.» Aleluya.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
Su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Jesús dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me veréis.» Aleluya.

LECTURA: 2P 2, 4-5

Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formand un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

En lugar del responsorio breve, se dice:

Antífona. Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Mientras estaba llorando, vi a mi Señor. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mientras estaba llorando, vi a mi Señor. Aleluya.

PRECES

Aclamemos alegres a Cristo, que después de ser sepultado en el seno de la tierra resucitó gloriosamente a vida nueva, y digámosle confiados:

Rey de la gloria, escúchanos.

  • Te rogamos, Señor, por los obispos, los presbíteros y los diáconos: que sirvan con celo a tu pueblo
    — y lo conduzcan por los caminos del bien.
  • Te rogamos, Señor, por los que sirven a la Iglesia con el estudio de tu palabra:
    — que escudriñen tu doctrina con pureza de corazón y deseo de adoctrinar a tu pueblo.
  • Te rogamos, Señor, por todos los fieles sde la Iglesia: que combatan bien el combate de la fe,
    — y, habiendo corrido hasta la meta, alcancen la corona merecida.
  • Tú que en la cruz clavaste y borraste el protocolo que nos condenaba,
    — destruye también en nosotros toda clase de esclavitud y líbranos de toda tiniebla.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Tú que al bajar al lugar de los muertos abriste las puertas del abismo,
    — recibe a nuestros hermanos difuntos en tu reino.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Tú, Señor, que nos has salvado por el misterio pascual, contiua favoreciendo con dones celestes a tu pueblo, para que alcance la libertad verdadera y pueda gozar de la alegría del cielo, que ya ha empezado a gustar en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 23 de abril

Tiempo de Pascua 

1) Oración inicial

Tu, Señor, que nos has salvado por el misterio pascual, continúa favoreciendo con dones celestes a tu pueblo, para que alcance la libertad verdadera y pueda gozar de la alegría del cielo, que ya ha empezado a gustar en la tierra. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 20,11-18
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní -que quiere decir: «Maestro»-. Dícele Jesús: «Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: «He visto al Señor» y que había dicho estas palabras. 

3) Reflexión

• El evangelio de hoy describe la aparición de Jesús a María Magdalena. La muerte de su gran amigo lleva a María a perder el sentido de la vida. Pero ella sigue buscando. Se va al sepulcro para encontrar a aquel que la muerte le había robado. Hay momentos en la vida en los que todo se desmorona. Parece que todo se ha terminado. ¡Muerte, desastre, enfermedad, decepción, traición! Tantas cosas que pueden llevar a que falte tierra bajo los pies y a jugarnos una crisis profunda. Pero también acontece lo siguiente. Como que de repente, el reencuentro con una persona amiga puede rehacer la vida y hacernos descubrir que el amor es más fuerte que la muerte y la derrota.
• El Capítulo 20 de Juan, además de la aparición de Jesús a la Magdalena, tras varios otros episodios que revelan la riqueza de la experiencia de la resurrección: (a) del discípulo amado y de Pedro (Jn 20,1-10); (b) de María Magdalena (Jn 20,11-18); (c) da comunidad dos discípulos (Jn 20,19-23) y (d) del apóstol Tomás (Jn 20,24-29). El objetivo de la redacción del Evangelio es llevar a las personas a creer en Jesús y, al creer en él, tener vida (Jn 20,30-31).
• En la manera de describir la aparición de Jesús a María Magdalena se ven las etapas de la travesía por la que tuvo que pasar, desde la búsqueda dolorosa hasta el reencuentro de la Pascua. Estas son también las etapas por las que pasamos todos nosotros, a lo largo de la vida, en nuestro camino hacia Dios y en la vivencia del Evangelio.
• Juan 20,11-13: María Magdalena llora, pero busca. Había un amor muy grande entre Jesús y María Magdalena. Ella fue una de las pocas personas que tuvieron el valor de quedarse con Jesús, hasta la hora de su muerte en la cruz. Después del reposo obligatorio del sábado, ella volvió al sepulcro para estar en el lugar donde había encontrado al Amado por última vez. Pero, vio con sorpresa ¡que el sepulcro estaba vacío! Los ángeles le preguntan: «¿Por que lloras ahora?» Respuesta: «Se llevaron a mi señor y nadie sabe donde lo pusieron.” María Magdalena buscaba a Jesús, aquel mismo Jesús que ella había conocido y con quien había convivido durante tres años.
• Juan 20,14-15: María Magdalena conversa con Jesús sin reconocerle. Los discípulos de Emaús ven a Jesús y no le reconocen (Lc 24,15-16). Lo mismo acontece con María Magdalena. Ve a Jesús, pero no le reconoce. Piensa que es el encargado del huerto. Como los ángeles, también Jesús pregunta: «¿Por qué lloras?» Y añade: «¿A quién estás buscando?» Respuesta:»Si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.” Ella sigue buscando al Jesús del pasado, el mismo de los tres días antes. Es la imagen de Jesús del pasado la que le impide reconocer al Jesús vivo, presente ante ella.
• Juan 20,16: María Magdalena reconoce a Jesús . Jesús pronuncia el nombre: «¡María!» Fue la señal de reconocimiento: la misma voz, la misma manera de pronunciar el nombre. Ella responde: «¡Maestro!» Jesús había vuelto, el mismo que había muerto en la cruz. La primera impresión es que la muerte había sido apenas un momento doloroso a lo largo del recorrido, pero que ahora todo había vuelto a ser como antes. María abraza a Jesús con fuerza. Era el mismo que ella había conocido y amado. Se realiza lo que decía la parábola del Buen Pastor: «El las llama por su nombre y ellas le reconocen». – «Yo conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen» (Jn 10,3.4.14).
• Juan 20,17-18: María Magdalena recibe la misión de anunciar la resurrección a los apóstoles. De hecho, es el mismo Jesús, pero la manera de estar junto a él no es la misma. Jesús le dice: «Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre.” El va junto al Padre. María Magdalena debe soltar a Jesús y asumir su misión: anunciar a los hermanos que él, Jesús, subió para el Padre. Jesús abrió el camino para nosotros y hace que Dios se quede de nuevo cerca de nosotros. 

4) Para la reflexión personal

• ¿Has tenido una experiencia que te ha dado una sensación de pérdida y de muerte? ¿Cómo fue? ¿Qué es lo que te ha dado nueva vida y te ha devuelto la esperanza y la alegría de vivir?
• ¿Qué cambio tuvo lugar en María Magdalena a lo largo del diálogo? María Magdalena buscaba a Jesús según un cierto modo y lo vuelve a encontrar de otra forma. ¿Cómo acontece esto hoy en nuestra vida? 

5) Oración final

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros, como lo esperarnos de ti. (Sal 32)

Comentario del 23 de abril

Protagonista del relato evangélico es María Magdalena, una mujer que amaba profundamente a Jesús y que le siguió no sólo hasta el Calvario, sino hasta el sepulcro. Junto al sepulcro, llorando, la representa el evangelista. Llora por la muerte de su Maestro y Señor. Llora mientras vela su cadáver; de él habla como si se tratara de su mismo Señor. Porque, cuando la preguntan: Mujer, ¿por qué lloras?, ella responde: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. En realidad, se trataba del cuerpo, ya cadáver, de su Señor. Pero ella habla con tal cariño de esta reliquia que parece identificarla con aquel a quien perteneció. Tampoco María, al encontrarse el sepulcro vacío del cadáver de Jesús, piensa en una posible resurrección. Reacciona más bien como si alguien le hubiese substraído el cuerpo de su Señor, privándole de ese resto que quedaba de él. Al darse la vuelta se encuentra con Jesús, pero ella no lo reconoce; más aún, le confunde con el hortelano, creyéndole responsable de la substracción. Señor –le dice-, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré. En este instante Jesús pronuncia su nombre (¡María!) y se produce el reconocimiento: Rabboni (Maestro). Ella intenta apresarlo con sus brazos y Jesús le dice: Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.

Resulta extraño que Jesús resucitado no sea reconocido de inmediato por personas que habían tenido tanta familiaridad con él y que habían dejado de verle apenas unas horas antes, y ello a pesar de lo desfigurado que hubiese podido quedar su rostro a consecuencia de las torturas de su Pasión. Todo parece indicar que el Jesús que se aparece tras la resurrección puede adoptar diferentes aspectos, aunque no por ello pierda las señas de su identidad personal, ni las señales de su crucifixión, ésas que dio a palpar a su discípulo Tomás. Su cuerpo ya no es un cuerpo mortal, sino glorioso, y teóricamente podría adoptar diferentes formas de visibilización. En cualquier caso se trata de un misterio que no creo que tenga fácil explicación. María lo reconoce más por la voz –cuando pronuncia su nombre- que por la vista, que le induce a confusión, puesto que lo toma por el hortelano. Y los discípulos de Emaus no llegan a reconocerle sino hasta el final del trayecto, después de haber tenido una larga conversación con él y tras verle realizar el gesto de la última Cena. Según estos datos se presentaba con un porte distinto al que había tenido con anterioridad, un porte que le permitía pasar desapercibido –como si fuera un simple hortelano o un peregrino de los muchos que transitaban por los caminos de Palestina- o no ser reconocido.

Pero cuando lo reconocen, desaparecen todas las dudas; intentan aferrarle y comunican a los demás su encuentro con el Resucitado como una experiencia visual y auditiva, incluso táctil. Al comunicar a los discípulos su experiencia, María se limita a decir: He visto al Señor y ha dicho esto. Lo reconoció más por el oído que por la vista; pero una vez reconocido se refiere en primer término a la captación visual del aparecido: He visto al Señor. A ésta se fueron sumando otras noticias de igual contenido: Hemos visto al Señor. Y todos llegaron a la convicción de que Jesús, el Maestro crucificado y sepultado, vivía; que no había que buscarle entre los muertos, en la tumba, porque ya no estaba allí, puesto que había resucitado. Y la presencia del Resucitado se hizo cada día más poderosa y convincente, hasta vencer todas las resistencias iniciales a creer en semejante suceso. Después será la presencia del Espíritu la que venga a suplir en cierto modo la de Jesús; pero no por eso dejan de anunciar que Dios Padre lo resucitó de entre los muertos y que vive de un modo nuevo, glorificado y elevado a la derecha del Padre a la vez que en esas formas sacramentales en las que hoy se hace presente. Sólo en estas presencias sacramentales nos es aferrable su humanidad ya ascendida con su persona hacia el Padre, su origen (en cuanto Hijo) y su Dios (en cuanto hombre). Ya subido a su Dios y Padre, podemos tocarle en cierto modo sólo en sus sacramentos. Ni siquiera disponemos ya de ese cuerpo glorioso que pudo palpar el apóstol Tomás. Pues bien, si queremos gozar de su presencia actual, hemos de vivir con fe de sus sacramentos. Otro camino no parece transitable.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

Título II

La Facultad de Derecho Canónico

Artículo 77. La Facultad de Derecho Canónico, latino u oriental, tiene como finalidad estudiar y promover las disciplinas canónicas a la luz de la ley evangélica e instruir a fondo en las mismas a los alumnos para que estén formados para la investigación y la enseñanza y estén también preparados para desempeñar especiales cargos eclesiásticos.

Recursos – Domingo II de Pascua

PRESENTACIÓN DE UNA VESTIDURA BLANCA

(Esta ofrenda la puede hacer cualquier persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, siguiendo una antigua costumbre, en la que un día como hoy los bautizados y bautizadas en la Noche de la Pascua se vestían con ropas blancas, símbolo de su bautismo, yo te traigo, en nombre mío y de toda la comunidad de bautizados y bautizadas, esta vestidura blanca, símbolo de la nueva vida y de la gracia bautismal. Queremos, por otra parte, comprometernos a vivir desde esa vida nueva que Tú nos regalaste, por el agua, el día de nuestro bautismo.

PRESENTACIÓN DE UNA LÁMPARA ENCENDIDA

(Hace la ofrenda una persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: o te traigo, Señor, esta candela encendida, símbolo de tu Hijo Resucitado, que reunió en torno a su luz a los primeros cristianos y cristianas en comunidades vivas. Te ofrecemos, en primer lugar, nuestros deseos de vivir y compartir seriamente en nuestra comunidad; y también, en segundo lugar, nuestras ganas de salir de ella para hacerte presente entre los hombres y mujeres, a través de nuestra palabra y nuestra vida. Para todo ello danos, Señor, tu gracia y fortaleza.

PRESENTACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE LABORATORIO

(Puede presentar esta ofrenda otra persona adulta de la comunidad; mejor si es un profesor o una profesora o alguien dedicado a la investigación o labor similar)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, yo te traigo este instrumento de laboratorio. Es símbolo del desarrollo científico y técnico que ha logrado nuestra sociedad. Con esta ofrenda te queremos decir que estamos dispuestos y dispuestas a mirar más allá del conocimiento científico, que, por otra parte, reconocemos su importancia. Por tu parte, Señor, límpianos los ojos y el corazón, para que podamos descubrirte y contemplar tu rostro.

PRESENTACIÓN DE UNA PANCARTA, DONDE SE HAYA ESCRITO: «SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO»

(Hacen la ofrenda dos personas de la comunidad: si se ha traído en la procesión del comienzo, una persona la coge y la enseña a la Comunidad de forma llamativa; la otra persona realiza la siguiente oración)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, nosotros hemos querido levantar bien en alto la confesión individual de cada uno, cada una de los miembros de esta comunidad, y queremos ofrecerte nuestra fe. Contestamos, así, al mejor don que Tú nos has hecho, porque creemos que la fe ni es un código de verdades solamente, ni nos afecta sólo a una dimensión de nuestra persona, sino que es nuestra confianza depositada en Ti, que nos hace ser, pensar, vivir, relacionarnos y comprender la historia y la realidad sólo desde Ti. Por eso, al regalo de la fe en tu Hijo, nosotros y nosotras te ofrecemos hoy todo lo que somos y tenemos.

PRESENTACIÓN DE LAS LLAGAS DE LA HUMANIDAD

(Esta ofrenda la hacen tres jóvenes de la comunidad. Dos de ellos, que han preparado previamente un resumen de los más serios problemas de la humanidad y de la sociedad en la que vivimos, los presentan por separado: El primero de ellos hace el resumen de los problemas del Tercer Mundo, y el segundo, de los más cercanos a nosotros; es decir, de la sociedad occidental. El tercero de los jóvenes se encarga de hacer la ofrenda:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, nosotros somos miembros jóvenes de esta comunidad, que se ha reunido para celebrar el triunfo de tu Hijo sobre la muerte, expresada hoy, en este mundo, a través de esa lista de problemas, que nosotros y nosotras hemos encontrado y que, seguro, no son los únicos que afectan a los hombres y mujeres de hoy. Hazte presente, Señor, y transfórmalos en vida, y no te olvides hacernos crecer a nosotros y a nosotras en amor y solidaridad para luchar contra ellos y transformarlos a la altura de tus deseos y tu voluntad.

Oración de los fieles – Domingo II de Pascua

En pleno éxtasis, tras la alegría de tu resurrección presentamos con más confianza que nunca nuestras súplicas, sabiendo que serán atendidas, respondemos: JESÚS RESUCITADO, ESCÚCHANOS.

1. – Por el Papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, diáconos y toda la Iglesia, para que como Pedro y los demás apóstoles lleven la vida y la salud que de Cristo emanan a todos los hombres de la tierra. OREMOS

2. – Por los que dirigen las naciones para que estén atentos a las necesidades de su pueblo y las atiendan con la mayor prontitud posible. OREMOS

3. – Por los niños y los jóvenes que experimenten el gozo de la resurrección de Cristo y sea este gozo el que les guíe en su camino. OREMOS

4. – Por los pobres y todos aquellos que pasan necesidad física o espiritual, para que encuentren en los cristianos esa ayuda que les anime a seguir adelante. OREMOS

5. – Por todos los que no han experimentado a Cristo resucitado, para que reciban el don de la fe y compartan la dicha de sentirse nacido de Dios. OREMOS

6. – Por la estabilidad y la paz en toda la zona de Oriente Medio. OREMOS

7.- Por todos nosotros, presentes en la Eucaristía para que nunca nos falte la fe en la Resurrección de Cristo, hecho que movió con enorme fuerza a los primeros cristianos OREMOS

Señor, acoge en tu infinita bondad estas oraciones que te presenta tu pueblo y atiéndelas así como todas aquellas que llevamos en nuestros corazones. Te lo pedimos por Jesucristo resucitado

Amen.


Señor traemos ante ti todas nuestras increencias, rutinas, miedos y muertes, porque queremos que nos ayudes a resucitar contigo. Y como Santo Tomás repetimos: ¡DIOS MÍO Y SEÑOR MIO!

1. – Por la Iglesia, herida con tanta incoherencia, con tanto egoísmo, con tanta falsedad por parte de los de fuera de ella, pero también de cuantos la formamos; para que viendo las marcas de la pasión de Cristo y la gloria de la Resurrección aceptemos con humildad nuestro camino. OREMOS.

2. – Por el Papa Francisco, los obispos, los sacerdotes, los diáconos; para que su coherencia, su perdón, su entrega… haga que todos los que miramos hacia ellos podamos repetir la oración de Tomás. OREMOS

3. – Por los pobres, los marginados, los que sufren situaciones de injusticia, cuyas heridas producimos con la mayor naturalidad, para que al cruzarnos con ellos nos hagan cambiar y confiar en nuestro Dios y Señor. OREMOS.

4. – Por las naciones, los pueblos, las familias y todos los que de alguna forma viven en guerra y fomentan la guerra y en especial en las tierras de Palestina; para que al ver las heridas que ellos mismos producen en el Cuerpo herido de Cristo se arrepientan. OREMOS.

5.- Por nosotros, para que seamos conscientes de que cuando hacemos daño a un hombre estamos hiriendo al Hijo de Dios y arrepentidos elevemos nuestra plegaria. OREMOS.

Te pedimos Señor que nos ayudes a vivir en plenitud, entendiendo que de tus llagas nace el amor y la misericordia.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – 23 de abril

Esa es la experiencia de María Magdalena. Llevada de su amor se acerca a visitar el sepulcro. Llora. En la narración resuena el eco del Cantar de los Cantares. Jesús resucitado le ha salido al encuentro mediante  los ángeles intérpretes. El punto de partida es el descubrimiento del sepulcro vacío de Jesús. Jesús se hace presente. Pero ella no lo reconoce; lo confunde con el jardinero. El intercambio de monosílabos es la expresión del reconocimiento; Jesús pronuncia su nombre: “María”; María responde: “Raboni, maestro”. Se reconocen por la forma de pronunciar el nombre del amado. Se trata de un encuentro prototípico. Un reconocimiento y un abrazo de fe. Y como toda cristofanía  incluye la misión: anda y dile a mis hermanos…

El Cristo que se sale al encuentro de María Magdalena es el mismo Jesús  constituido por Dios Señor y Cristo: Ha sido rehabilitado y acreditado por  Dios. Lucas insiste en la contraposición entre la acción condenadora de las autoridades judías y el obrar trasformador y legitimador de Dios. Gracias al constituido Mesías y  Señor estamos en una nueva etapa de la historia de la salvación; gracias a eso es posible la conversión y el bautismo. La promesa se universaliza: es para vosotros y vuestros hijos. El don del Espíritu es la síntesis de esa novedad.

Pedro se dirige a la casa de Israel. Entiende su anuncio de Cristo como un fenómeno dentro del pueblo de Israel. Trata de abrir los ojos de los israelitas, que admitan su culpa, que reconozcan la situación creada por la Pascua. Y se conviertan aceptando la palabra de la predicación.

María Magdalena ha encontrado al resucitado Jesús, a quien había encontrado en la historia. Y ese encuentro la ha  vitalizado: le ha abierto a los ojos. “Resucitó de veras mi amor y esperanza”.

Sólo para los que aman de verdad tiene sentido pleno la resurrección. Sólo se resucita en la medida en que se ama. ¿Tengo experiencia de resurrección? ¿Me siento “amenazado” de resurrección”.

Bonifacio Fernández, cmf