Vísperas – Miércoles I de Pascua

VÍSPERAS

MIÉRCOLES DENTRO DE LA OCTAVA DE PASCUA

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¿Qué ves en la noche,
dinos, centinela?

Dios como un almendro
con la flor despierta;
Dios que nunca duerme
busca quien no duerma,
y entre las diez vírgenes
sólo hay cinco en vela.

Gallos vigilantes
que la noche alertan.
Quien negó tres veces
otras tres confiesa,
y pregona el llando
lo que el miedo niega.

Muerto le bajaban
a la tumba nueva.
Nunca tan adentro
tuvo al sol la tierra.
Daba el monte gritos,
piedra contra piedra.

Vi los cielos nuevos
y la tierra nueva.
Cristo entre los vivos
y la muerte muerta.
Dios en las ciaturas,
¡y eran todas buenas! Amén.

SALMO 109: EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Ant. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.

SALMO 113A: ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO: LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO

Ant. Venid a ver el sitio donde yacía el Señor. Aleluya.

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Venid a ver el sitio donde yacía el Señor. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: LAS BODAS DEL CORDERO

Ant. Jesús dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me veréis.» Aleluya.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
Su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Jesús dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me veréis.» Aleluya.

LECTURA: Hb 7, 24-27

Jesús, como permanece para siempre, tiene el sacerdote que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder a su favor. Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día —como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo—, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

En lugar del responsorio breve, se dice:

Antífona. Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jesús entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Aleluya.

PRECES

Oremos a Cristo, que resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre, y digámosle:

Oh Cristo, siempre vivo para interceder por los hombres, escucha nuestra oración.

  • Acuérdate, Señor, de los que se han consagrado al ministerio pastoral;
    — que sean para tu pueblo ejemplo de santidad.
  • Concede, Señor, el espíritu de justicia y de paz a los que gobiernan las naciones
    — y haz que trabajen para que todos podamos vivir según tu ley.
  • Concede la paz a nuestros días
    — y multiplica los bienes de la tierra, para que los pobres puedan gozar de las riquezas de tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Oh Cristo, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero y has llamado a la vida a toda la creación, que estaba sometida a la frustración,
    — concede la luz eterna a nuestros hermanos difuntos.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos, a través de la celebración de estas fiestas, llegar un día a la alegría eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 24 de abril

Tiempo de Pascua 

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor; concédenos, a través de la celebración de estas fiestas, llegan un día a la alegría eterna. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 24,13-35
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Él les dijo: «¿De qué discutís por el camino?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
Él les dijo: “¡Qué poco entendéis y cuánto os cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Cristo padeciera para entrar en su gloria?” Y comenzando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan.

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos trae el episodio tan conocido de Jesús con los discípulos de Emaús. Lucas escribe en los años 80 para las comunidades de Grecia que en su mayoría eran paganos convertidos. Los años 60 y 70 habían sido muy difíciles. Hubo la gran persecución de Nerón, en el 64. Seis años después, en el 70, Jerusalén fue totalmente destruida por los romanos. En el 72, en Massada, en el desierto de Judá, fue la masacre de los últimos judíos revoltosos. En esos años, todos los apóstoles, testigos de la resurrección, fueron desapareciendo. El cansancio se va imponiendo a lo largo del camino. ¿Dónde encontrar la fuerza y el valor para no desanimarse? ¿Cómo descubrir la presencia de Jesús en esta situación tan difícil? La narración de Jesús a los discípulos de Emaús trata de ser una respuesta a estas preguntas angustiantes. Lucas quiere enseñar a las comunidades cómo interpretar la Escritura para poder redescubrir la presencia de Jesús en la vida.
• Lc 24,13-24: 1º Paso: partir de la realidad. Jesús encuentra a dos amigos en una situación de miedo y de falta de fe. Las fuerzas de la muerte, la cruz, habían matado en ellos la esperanza. Era la situación de mucha gente en tiempo de Lucas y sigue siendo la situación de mucha gente hoy. Jesús se acerca y camina con ellos, escucha, habla y pregunta: «¿De qué estáis hablando?» La ideología dominante, esto es, la propaganda del gobierno y de la religión oficial de la época, les impedía ver. «Nosotros esperábamos que sería él el que iba a liberar…, pero…». ¿Cuál es hoy la conversación del pueblo que sufre? El primer paso es éste: aproximarse a las personas, escuchar su realidad, sentir sus problemas; ser capaz de plantear preguntas que ayuden a las personas a mirar la realidad con una mirada más crítica.
• Lc 24,25-27: 2º Paso: usar la Biblia para iluminar la vida. Jesús usa la Biblia y la historia del pueblo de Dios para iluminar el problema que hacía sufrir a los dos amigos, y para aclarar la situación que ellos estaban viviendo. La usa, asimismo, para situarlos dentro del proyecto de Dios que venía de Moisés y de los profetas. Y así les muestra que la historia no se había escapado de la mano de Dios. Jesús usa la Biblia no como un doctor que ya sabe todo, sino como un compañero que va a ayudar a los amigos para que recuerden lo que habían olvidado. Jesús no provoca un complejo de ignorancia en los discípulos, pero procura despertar en ellos la memoria: “Cuanto os cuesta creer todo lo que anuncian los profetas.”
El segundo paso es éste: con la ayuda de la Biblia, ayudar a las personas a descubrir la sabiduría que ya existe dentro de las mismas, y transformar la cruz, señal de la muerte, en señal vida y de esperanza. Aquello que les impedía caminar, se vuelve ahora fuerza y luz en la caminada. ¿Cómo hacer esto hoy?
Lc 24,28-32: 3º Paso: compartir en la comunidad. La Biblia, de por sí, no abre los ojos. Apenas hace arder el corazón. Lo que abre los ojos y hace ver, es la fracción del pan, el gesto comunitario del compartir, rezar juntos, la celebración de la Cena. En el momento en que los dos reconocen a Jesús, ellos renacen y Jesús desaparece. Jesús no se adueña de la caminada de los amigos. No es paternalista. Resucitados, los discípulos son capaces de caminar con sus propios pies.
El tercer paso es éste: saber crear un ambiente de fe y de fraternidad, de celebración y de compartir, donde pueda actuar el Espíritu Santo. Es él quien nos hace descubrir y experimentar la Palabra de Dios en la vida y nos lleva a entender el sentido de las palabras de Jesús (Jn 14,26; 16,13).
Lc 24,33-35: 4º Paso: El resultado: Resucitar y volver a Jerusalén. Los dos recobran valor y vuelven a Jerusalén, donde continuaban activas las mismas fuerzas de muerte que habían matado a Jesús y que habían matado en ellos la esperanza. Pero ahora ha cambiado todo. Si Jesús está vivo, entonces en él y con él hay un poder más fuerte que el poder que le mató. Esta experiencia ¡los hace resucitar! ¡Realmente todo mudó! ¡Valor, en vez de miedo! ¡Retorno, en vez de ida! ¡Fe, en vez de falta de fe! Esperanza, ¡en vez de desesperación! Conciencia crítica, ¡en vez de fatalismo frente al poder! Libertad, ¡en vez de opresión! En una palabra: ¡vida, en vez de muerte! ¡En vez de la mala noticia de la muerte de Jesús, la Buena Nueva de su Resurrección! ¡Los dos experimentarán la vida, y vida en abundancia! (Jn 10,10). ¡Señal del Espíritu de Jesús actuando en ellos! 

4) Para la reflexión personal

• Los dos dijeron: “¡Nosotros pensábamos que sería él, pero… !” ¿Has vivido ya una situación de desaliento que te ha llevado a decir: “Yo, ¿esperaba, pero…?”
• ¿Cómo lees, usas e interpretas la Biblia? ¿Has sentido arder el corazón al leer y meditar la Palabra de Dios? ¿Lees la Biblia solo o formas parte de algún grupo bíblico? 

5) Oración final

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. (Sal 104)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 9, 25-27

<

p style=»text-align:justify;»>25Pero viendoJesúsque se reunía rápidamente una muchedumbre, recriminó al espíritu impuro diciéndole: “Espíritu mudo y sordo; yo te lo ordeno: ¡Sal de él y no entres de nuevo en él!”.
26Y, dando gritos y convulsionándolo grandemente, salió; y [el muchacho] quedó como muerto, de modo que muchos dijeron que había muerto.

27Pero Jesús, agarrándole la mano, lo levantó y se puso en pie.

<

p style=»text-align:justify;»>El exorcismo. La exclamación arrepentida del padre atormentado, que «cree y teme creer», va seguida de un apiñamiento de la gente que, por lo visto, ha sido atraída por el espectáculo ofrecido por la situación del muchacho y el grito de su progenitor. Jesús, viendo la conmoción, entra inmediatamente en acción y ordena al demonio que salga del muchacho (9,25). Los términos de esta orden están tomados de la práctica contemporánea mágica; Jesús no solo utiliza un conjuro común en los papiros mágicos («Te lo ordeno»), sino que manda también al demonio que no vuelva jamás, un motivo frecuente en los exorcismos paganos y judíos y luego cristianos. Sin embargo, la voz de mando de Jesús no es precisamente un acto mágico, sino un arma en la guerra cósmica, escatológica, de Dios contra Satanás, que rápidamente se acerca a su batalla decisiva. Este marco escatológico queda sugerido por el empleo por parte del narrador de epetimesen («recriminó») para caracterizar el conjuro; este término evoca los mitos de la creación y los ensueños de victoria escatológica. En este tipo de contexto, la orden al demonio de que no vuelva jamás adquiere una resonancia escatológica añadida: el exorcismo es permanente porque es parte de la victoria definitiva de Dios sobre las fuerzas del mal. 
Dentro del evangelio marcano, esta victoria apocalíptica está ligada a la muerte y resurrección de Jesús, y la conclusión del exorcismo sugiere esta relación. El demonio, en una demostración dramática del poder de Jesús, sale del muchacho con tal violencia que parece haberlo matado (9,26); Jesús, sin embargo, toma al joven de la mano y lo libera del ámbito de la muerte (9,27). Aunque el muchacho parezca haber expirado, no se permitirá a la muerte tener la palabra final, una lección que los lectores de Marcos podían aplicar a los compañeros cristianos difuntos. Pero la relación más directa es con Jesús mismo, ya que los vocablos empleados en nuestra historia («muerto… levantó… se puso en pie»), similares a los utilizados en la curación de la hija de Jairo, evocan también a los utilizados para la propia muerte y resurrección de Jesús. Marcos parece decir que el poder por el que Jesús levanta al muchacho aparentemente muerto y lo devuelve a la vida es el mismo por el que Dios levantará a Jesús mismo.

Comentario del 24 de abril

El relato evangélico de la aparición de Jesús a los discípulos de Emaus es una hermosa catequesis sobre la eucaristía. Iban de camino hacia una aldea cercana a Jerusalén llamada Emaus. Comentaban los sucesos de los que habían sido testigos esos días en Jerusalén: el prendimiento, la pasión, la muerte y la sepultura de Jesús, su Maestro. Mientras conversaban Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero aquellos discípulos, asiduos acompañantes del Maestro durante su vida pública, no lo reconocieron. El evangelista habla de una cierta incapacidad para reconocerlo, como si los trágicos acontecimientos vividos les hubiesen incapacitado para este reconocimiento, como si el haberle visto muerto y destrozado les incapacitase para verle ahora vivo.

El hecho es que no lo reconocen. Y Jesús les pregunta sobre su tema de conversación. Y ellos se extrañan de que, viniendo de Jerusalén, hubiese permanecido al margen de los hechos allí acontecidos: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días? Y le explican, como si él desconociera el caso. Se trataba de Jesús el Nazareno, que había dado muestras de ser un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. A pesar de todo, los sumos sacerdotes y los jefes del pueblo lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Aquellos discípulos entienden que este hecho, la crucifixión, ha supuesto el final de esa aventura emprendida con él tiempo atrás. Su esperanza ha quedado frustrada; pues esperaban que él fuera el futuro liberador de Israel.

Pero los hechos han demostrado la vacuidad de esta expectativa. Habían pasado ya dos días de lo sucedido y cabía esperar que pasasen más días sin que nada se moviese. No obstante, informan de que ha habido algunos sobresaltos: unas mujeres del grupo habían ido muy de mañana al sepulcro encontrándole vacío del cadáver de Jesús y habían tenido una aparición de ángeles que les habían dicho que estaba vivo; seguidamente, algunos se habían acercado por curiosidad a comprobar esta información y habían encontrado el sepulcro como les habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron. La narración revela que los de Emaus no daban demasiado crédito a estos testimonios, sobre todo a la afirmación de que Jesús, el desaparecido del sepulcro, pudiera estar vivo.

Es entonces cuando Jesús se pone a hablarles de las escrituras proféticas como un buen exegeta de la Biblia, haciéndoles caer en la cuenta de algunas cosas y, al mismo tiempo, de su torpeza para entender los acontecimientos más recientes por falta de criterio interpretativo. El criterio lo daba la revelación, ya en el Antiguo Testamento. ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Según el relato isaiano del «Siervo de Yahvé» lo era; pues el Ungido de Dios había venido para expiar los pecados de la humanidad. Y si era necesario que el Mesías padeciera, ¿por qué asombrarse de estos padecimientos? No sucedía otra cosa que lo esperado: el cumplimiento de lo predicho en las Sagradas Escrituras. Jesús les hizo ver esto, como un buen exegeta, repasando pormenores y detalles de las predicciones del Antiguo Testamento: comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas; porque toda la Escritura se refería a él.

Ya cerca de la aldea Jesús hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída. Su palabra había empezado a esclarecerles muchas cosas. Había entrado en su mente oscurecida y desesperanzada una luz muy luminosa, transformando hasta sus sensaciones somáticas. Todo parecía cambiar en sus vidas arruinadas. Quizá no habían sido vanos sus esfuerzos ni fatuas sus esperanzas. Puede que su Maestro fuera ese futuro libertadorde signo distinto al esperado. Tanto habían cambiado sus sensaciones que deseaban mantener esa iluminante compañía; por eso le instan a permanecer con ellos. El atardecer es sólo una excusa. Lo que realmente desean es que esa claridad que ha empezado a brillar en sus vidas perdure y se afiance en ellos. Y Jesús acepta la invitación y se queda. Y estando sentado a la mesa con ellos, reprodujo el gesto de la última cena, esa cena de imborrable memoria; tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio.

En ese mismo instante se les abrieron los ojos y lo reconocieron. De nuevo un signo les abre los ojos que tenían cerrados a la visión. El que aparecía a su vista como un desconocido adquiere el relieve de su Maestro cuando realiza el gesto de la última y memorable cena tenida con sus discípulos. El gesto de tomar el pan, partirlo y repartirlo –lo que había hecho probablemente en otras ocasiones y no sólo en la última cena- es para ellos más elocuente que la misma fisonomía que habían detectado sus ojos. Al momento de reconocerlo, Jesús desaparece, dejándoles sumidos en la reflexión. Y en este estado, comentan: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?Efectivamente, ya al contacto con la palabra de aquel forastero habían experimentado la luminosidad de un rayo de luz que les había llegado al corazón cambiando su frialdad y su decepción, infundiéndoles un nuevo ardor. La palabra, cuando aporta luz, tiene esta virtualidad de transformar sensaciones, de introducir esperanza en corazones desesperanzados. Y esto es lo que apreciaron aquellos discípulos, todavía sin reconocer en el portador de esa palabra a su añorado Maestro, y menos aún a su futuro libertador. Pero lo eran; eran las palabras de su Maestro redivivo. Y pudieron reconocerlo al partir el pan. ¿No hay aquí una invitación a reconocer a Jesucristo en el pan de la Palabra y de la Eucaristía? Pues no desaprovechemos esta ocasión.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

Artículo 78. El currículo de estudios de una Facultad de derecho canónico comprende:

a) el primer ciclo, que debe durar cuatro semestres o un bienio, para los que no tienen una formación filosófico-teológica, sin excepción alguna para los que ya tienen un título académico en derecho civil; en este ciclo se han de dedicar al estudio de las instituciones de derecho canónico y a las disciplinas filosóficas y teológicas que se requieren para una formación jurídica superior;

b) el segundo ciclo, que debe durar seis semestres o un trienio, está dedicado a un estudio más profundo del Código en todas sus expresiones, normativas, de jurisprudencia, doctrinales y de praxis, y, principalmente de los Códigos de la Iglesia Latina o de las Iglesias Orientales, a través del estudio de sus fuentes, tanto magisteriales como disciplinares, añadiendo el estudio de materias afines;

c) el tercer ciclo, que abarca un período congruo de tiempo, en el que se perfecciona la formación jurídica necesaria para la investigación científica encaminada a la elaboración de la disertación doctoral.

Comentario Domingo de Resurrección

Oración preparatoria

Señor Jesús, regálame Tu presencia renovadora, Tu vida plena, Tu paz incomparable. En estos días de la Pascua, dentro de la comunidad, escucharé Tu palabra, y te oiré invitarme a creer, a ser enviado. Quiero pasar del no ver, no tocar, no escuchar, al ver, tocar y escuchar. No me dejes de Tu mano porque quiero ser tu discípulo/a. AMEN.

 

Jn 20, 19-31

«19Así que, siendo el atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas donde estaban los discípulos, por el miedo a los judíos, vinoJesús y se puso en medio y les dice: “Paz a vosotros”.

20 Y dicho esto, mostró las manos y el costado a ellos. Así que los discípulos se alegraron al ver al Señor.

21Así que les dijo Jesús de nuevo: “Paz a vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío”.

22Y, dicho esto, sopló y les dice: “Recibid Espíritu Santo. 23A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

24Pero Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25Así que le decían los otros discípulos: “Hemos visto al Señor”.

Pero él les dijo: “Si no veo en sus manos la marca de los clavos y no meto mi dedo en la marca de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

26Y ocho días después, de nuevo estaban dentro sus discípulos y Tomás con ellos.

Viene Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros”.

27Luego dice a Tomás: “Trae tu dedo aquí y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”.

28Respondió Tomás: “Señor mío y Dios mío”.
29Le dice Jesús: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no viendo han creído”.

30Así que muchos otros signos hizo Jesús delante de sus discípulos que no están escritos en este libro. 31Pero estos son escritos para que creáis que Jesús es elMesías, el Hijo de Dios, y para que, habiendo creído, tengáis vida en su nombre».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

Estamos ante el primer final del evangelio de Juan. Antes de nuestro texto, el evangelio ha relatado la escena del sepulcro vacío (Jn 20,1-10) y la aparición de Jesús a María Magdalena (20,11-18). Después, se nos relatará la aparición de Jesús en el lago de Tiberíades (21,1-23) y el segundo final del evangelio, que concluye con una impresionante hipérbole acerca de las acciones del Resucitado, que deja abierta para el creyente la puerta de una relación interminable con Jesús, Señor de la Vida (21,24-25).

 

TEXTO

El texto evangélico, denso como pocos, nos presenta dos escenas: la primera sesitúa en “el primer día de la semana”, nombre clásico para indicar el día de la resurrección, el domingo. Tiene dos momentos: la presencia de Jesús con los discípulos sin Tomás (vv. 19-23) y el diálogo de estos con Tomás (vv. 24-25). Laescena siguiente es “ocho días después”, cuando Jesús vuelve a estar con los discípulos y habla con Tomás (vv. 26-29). Después, la primera conclusión del evangelio (vv. 30-31).

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• A nivel eclesiológico o discipular, básicamente es un texto de movimientos, de avances, de transformación: del miedo a la alegría, de estar cerrados a estar enviados, del no-ver al ver, del ver o no-ver al creer, del creer al vivir. Nada queda igual después de la Resurrección, se inicia un nuevo itinerario radicalmente transformado y transformador. ¿Sentimos esa nueva fuerza en estos primeros días de Pascua?

• A nivel cristológico, se remarca la bondad de Cristo Jesús, que no solo no reprocha a sus amigos el abandono y la soledad en que le dejaron, sino que les regala las primicias de su Pascua: la paz y el Espíritu Santo con el perdón de los pecados. Jesús es el mismo Jesús crucificado pero también el Mesías, el Señor, el Hijo de Dios, Dios mismo. ¿Tiene el papel que sin duda merece en nuestra vida?

• A nivel teológico, es impresionante la densa riqueza del misterio de Dios: Padre que envía, Hijo y Señor, Espíritu Santo. ¿Tanto dinamismo de amor de Dios no choca con nuestra modorra espiritual?

• Tres veces repite Jesús el saludo: “Paz a vosotros”. La paz y la serenidad interior es una marca de los discípulos “habitados” por Jesús. La paz, que es un dondel Resucitado, se vuelve tarea de los discípulos en el envío. ¿Dónde urge trabajar la paz entre nosotros?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo II de Pascua

II Domingo de Pascua-Divina Misericordia
28 de abril, 2019

Hechos 5, 12-16; Salmo 117; Apocalipsis 1, 9-11a.12-13.17-19; Juan 20, 19-31

Jesús se aparece a los discípulos

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar». Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré». Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Luego le dijo a Tomás: «Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree». Tomás le respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús añadió: «Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto». Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Reflexión

Después de la Crucifixión, los discípulos tenían miedo y se escondieron en un cuarto. ¿Por qué? Al tercer día, Jesús resucita y se les aparece en ese cuarto diciendo, “la paz esté con ustedes.” Cuando Jesús entra en nuestro corazón, trae paz y el miedo desaparece. Los envía a ser Sus mensajeros y a perdonar pecados pero con ayuda; sopla sobre ellos diciendo, “Reciban el Espíritu Santo.” El Espíritu Santo nos da coraje, sabiduría… y todas las gracias necesarias para ser testigos. Solo Tomás faltaba en ese cuarto y no los creyó; necesitaba ver a Jesús para creer. Si fueras Tomás, ¿hubieras creído lo que te decían los demás? Jesús se le aparece y le dice, “dichoso los que creen sin haber visto.” ¿Ustedes han visto a Jesús? ¿Creen que resucito y está vivo? Esto es tener Fe, creer sin ver. Bendito seas.

 

Actividad

Copiar las lentes en cartulina, cortar, colorear y pegar palabras y patas. Ponerse lentes y cantar canción con mímicas.

 

Oración

Señor, queremos que nuestras palabras, acciones y actitudes muestren que tu presencia es paz, alegría y perdón en nuestra familia. Aumenta nuestra fe y la de los que no creen en ti. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Domingo II de Pascua

Cuando alguien te dice algo que parece imposible de hacer, ¿te es difícil creerlo? Por ejemplo, supón que alguien te dice: “Esta presilla puede flotar en este vaso de agua.” Eso no hace sentido, ¿no es así? La experiencia nos dice que al poner esta presilla en el agua, se hundirá. Así, que si te digo que la presilla flotará, encontrarías eso difícil de creer, ¿no?

Bueno, veamos si esta presilla flota o no. (Ponga un cuadrito de papel toalla en la superficie del agua y, con mucho cuidado, ponga la presilla sobre el pedazo de papel toalla. Cuando el papel toalla se satura, se hundirá, pero a presilla se quedará flotando en la superficie del agua.) ¡Esto es increíble! ¡La presilla está flotando! No lo creería si no lo hubiera visto con mis propios ojos.

No es rara oír a personas decir: “Tengo que verlo para creerlo,” ¿cierto? De esto se trata nuestra historia bíblica de hoy.

En la tarde del primer domingo después de Jesús ser crucificado, sus discípulos estaban juntos en un cuarto cerrado. Ellos estaban temerosos de que aquellos que habían crucificado a Jesús desearan llevarles a su muerte también. De pronto Jesús se apareció a los discípulos allí en el cuarto cerrado. Era difícil para los discípulos créelo, pero lo vieron y Jesús les enseñó las heridas de sus manos y su costado, así que sabían que era Él.

Uno de los discípulos, cuyo nombre era Tomás, no estaba con los otros cuando Jesús se les apareció. Cuando le dijeron a Tomás que ellos habían visto a Jesús, él no les creyó. Él había visto a Cristo crucificado y enterrado, ¿cómo podía estar vivo? Tomás dijo: “Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo, no lo creeré.”

Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Nuevamente Jesús se les apareció y, poniéndose en medio de sus discípulos le dijo a Tomás: “Pon tu dedo aquí; mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Deja de dudar y cree.”

Tomás se arrodilló y le dijo a Jesús: “¡Señor mío y Dios mío!”

Jesús le dijo: “Porque me has visto, has creído; dichosos los que no han visto y sin embargo han creído.”

Tú y yo nunca hemos visto a Jesús con nuestros propios ojos. La pregunta es, ¿seremos uno de los que dudan o seremos uno de los que Jesús dijo que eran bendecidos porque creen, aunque no lo hayan visto?

Amado Padre, ayúdanos a creer en nuestros corazones aquellas verdades que encontramos en tu Santa Palabra, aun cuando no las hayamos visto con nuestros ojos. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

Comentario al evangelio – 24 de abril

Camino de la finca, los discípulos de Emaús  hicieron la experiencia del paso de la oscuridad a la luz, de la ceguera a la visión, de la distracción al reconocimiento. Vivieron una catequesis y una experiencia de fe en  la nueva presencia de Cristo. “A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero el desapareció”. El camino, la conversación, la explicación de la Escritura, el bendecir y compartir el pan, han sido los elementos de la cristolofanía. El final verifica la convicción fundamental: “Era verdad, ha resucitado y se ha aparecido a Simón”. A la inversa, la Eucaristía es un sacramento pascual;  los discípulos lo reconocen al partir el pan.

El milagro del “lisiado de nacimiento” muestra la eficacia vitalizadora del Resucitado por medio de sus testigos. Los discípulos  son portadores del poder del Resucitado. Hablan en su nombre, curan en su nombre: “en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar”.  Y echó a andar dando brincos y alabando a Dios.

El tipo de curación tiene un alto significado simbólico. El Resucitado hace mover al paralítico que somos cada uno de nosotros. Nos cura de nuestras parálisis. Nos pone en movimiento, nos hace saltar y alabar a Dios. La fe en el Resucitado aporta una forma de vida nueva.

Y eso hay que celebrarlo, agradecerlo, contarlo anunciarlo. Es la  gran maravilla que Dios ha hecho en nuestra historia. Y que sigue haciendo con nosotros.

Bonifacio Fernández, cmf