Vísperas – La Visitación de la Virgen María

VÍSPERAS

LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, fiesta

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Y salta el pequeño Juan
en el seno de Isabel.
Duerme en el tuyo Jesús.
Todos se salvan por él.

Cuando el ángel se alejó,
María salió al camino.
Dios ya estaba entre los hombres.
¿Cómo tenerle escondido?

Ya la semilla de Dios
crecía en su blanco seno.
Y un apóstol no es apóstol
si no es también mensajero.

Llevaba a Dios en su entraña
como una preecuaristía.
¡Ah, qué procesión del Corpus
la que se inició aquel día!

Y, al saludar a su prima,
Juan en el seno saltó.
Que Jesús tenía prisa
de empezar su salvación.

Desde entonces, quien te mira
siente el corazón saltar.
Sigues salvando, Señora,
a quien te logre encontrar.

SALMO 121: LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

Ant. María entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aleluya.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundad
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. María entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aleluya.

SALMO 126: EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Ant. En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó en mi vientre. Aleluya.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó en mi vientre. Aleluya.

CÁNTICO de EFESIOS: EL DIOS SALVADOR

Ant. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya.

LECTURA: 1P 5, 5b-7

Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, para dar su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros.

RESPONSORIO BREVE

R/ Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, aleluya.
V/ Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, aleluya.

R/ Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de su esclava.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de su esclava.

PRECES

Proclamemos las grandezas de Dios Padre Todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:

Que la llena de gracia interceda por nosotros.

  • Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
    — y a todos abundancia de salud y paz.
  • Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
    — y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.
  • Tú que hiciste de María la madre de misericordia,
    — haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección material.
  • Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José,
    — haz que, por su intercesión, todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Tú que coronaste a María como reina del cielo,
    — ha zque los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

Lectio Divina – 31 de mayo

1) Oración inicial

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Lucas 1,39-56
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
Y dijo María:
«Alaba mi alma la grandeza del Señor
y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava,
por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso, Santo es su nombre
y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de corazón altanero.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes
 y despidió a los ricos con las manos vacías.
Acogió a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia

-como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abrahán y de su linaje por los siglos.»
María se quedó con ella unos tres meses, y luego se volvió a su casa.

3) Reflexión

• Hoy, fiesta de la visitación de Nuestra Señora, el evangelio habla de la visita de María a su prima Isabel. Cuando Lucas habla de María, él piensa en las comunidades de su tiempo que vivían dispersas por las ciudades del Imperio Romano y les ofrece en María un modelo de cómo deben relacionarse con la Palabra de Dios. Una vez, al oír hablar a Jesús, una mujer exclamó: «Feliz la que te dio a luz y felices los pechos que te amamantaron”. Elogió a la madre de Jesús. Inmediatamente, Jesús respondió: «¡Felices, pues, los que escuchan la palabra de Dios y la observan!» (Lc 11,27-28). María es el modelo de comunidad fiel que sabe escuchar y practicar la Palabra de Dios. Al describir la visita de María a Isabel, enseña qué deben hacer las comunidades para transformar la visita de Dios en servicio a los hermanos y a las hermanas.

• El episodio de la visita de María a Isabel muestra otro aspecto bien típico de Lucas. Todas las palabras y actitudes, sobre todo el cántico de María, forman una gran celebración de alabanza. Parece la descripción de una solemne liturgia. Así, Lucas evoca el ambiente litúrgico y celebrativo, en el cual Jesús fue formado y en el cual las comunidades tenían que vivir su fe.

• Lucas 1,39-40: María sale para visitar a Isabel. Lucas acentúa la prontitud de María en atender las exigencias de la Palabra de Dios. El ángel le habló de que María estaba embarazada e, inmediatamente, María se levanta para verificar lo que el ángel le había anunciado, y sale de casa para ir a ayudar a una persona necesitada. De Nazaret hasta las montañas de Judá son ¡más de 100 kilómetros! No había bus ni tren.

• Lucas 1,41-44: Saludo de Isabel. Isabel representa el Antiguo Testamento que termina. María, el Nuevo que empieza. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en él el don gratuito de Dios que viene a realizar y completar toda la expectativa de la gente. En el encuentro de las dos mujeres se manifiesta el don del Espíritu que hace saltar al niño en el seno de Isabel. La Buena Nueva de Dios revela su presencia en una de las cosas más comunes de la vida humana: dos mujeres de casa visitándose para ayudarse. Visita, alegría, embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: es aquí donde Lucas quiere que las comunidades (y nosotros todos) perciban y descubran la presencia del Reino. Las palabras de Isabel, hasta hoy, forman parte del salmo más conocido y más rezado en todo el mundo, que es el Ave María.

• Lucas 1,45: El elogio que Isabel hace a María«Feliz la que ha creído que se cumplieran las cosas que le fueron dicha de parte del Señor». Es el recado de Lucas a las Comunidades: creer en la Palabra de Dios, pues tiene la fuerza de realizar aquello que ella nos dice. Es Palabra creadora. Engendra vida en el seno de una virgen, en el seno del pueblo pobre y abandonado que la acoge con fe.

• Lucas 1,46-56: El cántico de María. Muy probablemente, este cántico, ya era conocido y cantado en las Comunidades. Enseña cómo se debe cantar y rezar. Lucas 1,46-50: María empieza proclamando la mutación que ha acontecido en su propia vida bajo la mirada amorosa de Dios, lleno de misericordia. Por esto canta feliz: «Exulto de alegría en Dios, mi Salvador»Lucas 1,51-53: En seguida después, canta la fidelidad de Dios para con su pueblo y proclama el cambio que el brazo de Yavé estaba realizando a favor de los pobres y de los hambrientos. La expresión “brazo de Dios” recuerda la liberación del Éxodo. Esta es la fuerza salvadora de Dios que hace acontecer la mutación: dispersa a los orgullosos (1,51), destrona a los poderosos y eleva a los humildes (1,52), manda a los ricos con las manos vacías y llena de bienes a los hambrientos (1,53). Lucas 1,54-55: Al final recuerda que todo esto es expresión de la misericordia de Dios para con su pueblo y expresión de su fidelidad a las promesas hechas a Abrahán. La Buena Nueva viene no como recompensa por la observancia de la Ley, sino como expresión de la bondad y de la fidelidad de Dios a las promesas. Es lo que Pablo enseñaba en las cartas a los Gálatas y a los Romanos.
El segundo libro de Samuel cuenta la historia del Arca de la Alianza. David quiso colocarla en su casa, pero tuvo miedo y dijo: «¿Cómo voy a llevar a mi casa el Arca de Yavé?» (2 Sam 6,9) David mandó que el Arca fuera para la casa de Obed-Edom. «Y el Arca permaneció tres meses en casa de Obed-Edom, y Yavé bendijo a Obed-Edom y a toda su familia» (2 Sam 6,11). María, embarazada de Jesús, escomo el Arca de la Alianza que, en el Antiguo Testamento, visitaba las casas de las personas distribuyendo beneficios a las casas y a las personas. Va hacia la casa de Isabel y se queda allí tres meses. En cuanto entra en casa de Isabel, ella y toda la familia es bendecida por Dios. La comunidad debe ser como la Nueva Arca de la Alianza. Al visitar las casas de las personas tiene que traer beneficios y gracias de Dios para la gente.

4) Para la reflexión personal

• ¿Qué nos impide descubrir y vivir la alegría de la presencia de Dios en nuestra vida?
• ¿Dónde y cómo la alegría de la presencia de Dios está aconteciendo hoy en mi vida y en la vida de la comunidad?

5) Oración final

Bendice, alma mía, a Yahvé,
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Yahvé,
nunca olvides sus beneficios. (Sal 103,1-2)

Comentario del 31 de mayo

Lucas refiere los días que siguen a la Anunciación. María, debidamente informada del admirable embarazo de su pariente Isabel, se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá. Allí vivían Zacarías e Isabel. El evangelista subraya las prisas de María por llegar a casa de su primatía ya embarazada de seis meses. ¿Por qué tanta prisa? ¿Eran las prisas provocadas por lo avanzado del embarazo de su pariente, las prisas urgidas por la dificultosa situación de una embarazada de edad avanzada? ¿O era la imperiosa necesidad de comunicar su reciente y misteriosa experiencia con una persona que sintonizaba religiosa y afectivamente con ella; por tanto, con la que podía compartir sentimientos tan íntimos, la que le puso con tanta celeridad en camino? Necesidad de compartir, necesidad de comunicar, impulsos de la caridad, exigencias de la amistad, todo esto podía tener cabida en el corazón de María, cuando tomó la decisión de ponerse en camino en dirección a un pueblo de Judá que distaba un centenar de kilómetros de Nazaret.

Llegada a la localidad, María entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Nada más oír el saludo de María, nos dice el evangelista, notó Isabel un sobresalto en su vientre, se llenó del Espíritu Santo y dijo en voz alta: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Así es recibida María por Isabel, como la bendita entre las mujeres; ¿y por qué bendita?: por el bendito fruto que lleva en su vientre. Lo que hace de ella una mujer bendita, entre todas las demás, es el hecho de portar en sus entrañas un fruto bendito. Pero lleva este fruto porque ha sido elegida por Dios para llevarlo, porque ha sido elegida para ser madre del Hijo del Altísimo, refrendando esta elección con su propio fiat o voluntario consentimiento. Luego es bendita porque Dios se ha fijado en ella, su humilde sierva, dotándola con esa plenitud de gracia que le permite responder con un fiat tan indefectible. La ben-dición de Dios no es nunca una pura y buena dicción; es también y siempre un bene-ficio, una buena acción. Isabel la declara bendita entre todas las mujeres no sólo por haber quedado embarazada, como ella, sino por haber recibido el regalo divino de ese hijo que es también un fruto bendito por proceder del mismo Dios. Las palabras de Isabel son palabras inspiradas o pronunciadas bajo la inspiración del Espíritu Santo que ha empezado a actuar en ella como en una profetisa.

Y continua, también con palabras proféticas: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo ha te ha dicho el Señor se cumplirá. Isabel se sabe ante la madre de su Señor. No necesita información ni explicaciones. Es el Espíritu Santo el que le hace partícipe de este secreto como a impulsos de una inspiración que tiene repercusiones en su propio vientre. Isabel siente como un sobresalto de alegría que proviene de la criatura que lleva en su vientre y que parece percibir la presencia del Señor que es todavía apenas un embrión en el seno de su madre. Y con esa misma alegría que le brota de dentro, la proclama «dichosa», dichosa porque ha creído.

La fe que ha dado a las palabras del mensajero de Dios es la causa de su dicha. Pero la dicha se completará con el cumplimiento de lo dicho. Hay una dicha que va asociada a la fe. Es la dicha que brota de la seguridad que aporta la fe, o mejor, el Dios en el que se cree y confía. El cumplimiento de lo dicho por el Señor es refrendo o confirmación de esa fe. La fe no descansa en el cumplimiento, sino en Dios; pero el cumplimiento refuerza la fe para seguir creyendo en el que cumple sus promesas. Y ese reforzamiento de la fe acrecienta la dicha que le está asociada. Porque el cumplimiento da una cierta verificación a la fe, que ve cómo se hace realidad aquello en lo que se creía. Esta realización es un modo de posesión que nos permite seguir esperando la plena posesión. Por eso acrecienta la dicha del creyente que ya es tal por el sólo hecho de creer o vivir confiado en Dios y en sus promesas.

Y tras la declaración de Isabel, que proclama dichosa a María, la de María, que proclama la grandeza del Señor, porque esto es el Magnificat, una proclamación de la grandeza de su Dios en boca de su criatura. Si de Dios se puede decir algo con justicia es que es grande, pues si grande es su obra –para tomar conciencia de ello basta con observar la inmensidad del universo-, la creación, más grande habrá de ser su Artífice, el Creador. Pero lo que a nosotros importa no es simplemente que Dios sea grande, sino que sea nuestro Salvador.

El espíritu de María, tan sensible a la grandeza del Señor, no deja de asombrarse ante semejante magnitud, pero lo que realmente le alegra es lo que de Él llega a nosotros, su salvación. Y para salvarnos ha tenido que fijarse en nuestra pequeñez y en nuestra miseria; primero en nuestra pequeñez, porque a sus ojos no deberíamos ser sino algo insignificante, apenas un puntito perdido en la inmensidad de este universo en expansión –a cierta escala planetaria éste es el tamaño de la tierra en que habitamos-; algo, por tanto, insignificante, casi invisible. Pero, a pesar de esta pequeñez, el Dios grande ha puesto su mirada en nosotros sacándonos de nuestra insignificancia, como si a la mirada de Dios aumentase nuestro tamaño; y a esta pequeñez natural en la que María se ve reconocida pertenece también la humildad de su esclava. Este reconocimiento no le impide ver, sin embargo, las obras grandes que el Poderoso ha hecho en ella y por ella, y que hacen de ella una persona digna de recibir las felicitaciones de todas generaciones por venir.

De este mismo Dios, poderoso y salvador, procede como un torrente en crecida la misericordia, que se derrama sin cesar sobre sus fieles en todo tiempo; porque el Poderoso es también el Misericordioso. Precisamente por ser poderoso y por donarse a los colmados de miserias, su acción es misericordiosa o su amor se transforma en misericordia, es decir, en compasión por los miserables de este mundo, a quienes suministra el remedio para su miseria: la salud para los enfermos; el perdón para los pecadores.

En el Dios del Magnificat se combinan, pues, a la perfección el poder y la misericordia, una misericordia tan universal que llega a todos, a los hambrientos, a quienes colma de bienes, y a los ricos, a quienes despide vacíos; a los humildes, a quienes enaltece, y a los soberbios de corazón, a quienes dispersa, y a los poderosos, a quienes derriba de sus tronos; porque tan miserables y dignos de compasión son los hambrientos como los ricos, los humildes como los soberbios y poderosos, aunque requieran un tratamiento distinto para sus miserias. Lo que necesitan los hambrientos es que les den de comer; lo que reclaman los ricos, en cambio, es que les despidan vacíos o que les liberen de las ataduras de sus riquezas. Los humildes (y humillados) están necesitados de enaltecimiento y de estima; los soberbios y poderosos, en cambio, de una cura de humildad mediante pérdida de poder y de prestigio o como efecto de un rebajamiento en sus desorbitadas pretensiones. Tanto unos como otros están necesitados, por tanto, de la misericordia divina, que a cada uno le llega de diferente manera y en conformidad con su propia miseria, que es siempre una carencia, porque hasta nadando en la abundancia se dejan sentir las carencias.

El Señor misericordioso es el que viene en nuestro auxilio y se da prisa en socorrernos. Todo auxilio divino es memoria y expresión de misericordia. Precisamente porque Dios, que es eterno, tiene siempre presente su misericordia, acude constante y oportunamente en auxilio del miserable; y ¿quién no lo es viviendo en un mundo de miserias? Es verdad que hay personas en peor situación que otras, pero también lo es que las miserias son de diferente signo: unas, materiales (o más materiales), y otras espirituales, aunque todas humanas. En realidad, todos somos dignos de compasión, porque todos cargamos miserias, y no sólo en un determinado momento de nuestra vida, sino en el entero transcurso temporal de la misma.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

15. La Palabra de Dios dice que a los jóvenes hay que tratarlos «como a hermanos» (1 Tm 5,1), y recomienda a los padres: «No exasperen a sus hijos, para que no se desanimen» (Col 3,21). Un joven no puede estar desanimado, lo suyo es soñar cosas grandes, buscar horizontes amplios, atreverse a más, querer comerse el mundo, ser capaz de aceptar propuestas desafiantes y desear aportar lo mejor de sí para construir algo mejor. Por eso insisto a los jóvenes que no se dejen robar la esperanza, y a cada uno le repito: «que nadie menosprecie tu juventud» (1 Tm 4,12).

La misa del Domingo: misa con niños

DOMINGO VII DE PASCUA (C)
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
“Ascensión de Jesús”
2 de junio de 2019

(Celebramos hoy la fiesta de la Ascensión del Señor. Es un día apropiado para subrayar el tono festivo de la Pascua.

  • Un signo para la celebración: el cirio pascual más adornado. Con la frase: “Yo estoy con vosotros”. Quizás con velas de colores alrededor. Se mantiene encendido hasta el próximo domingo, Pentecostés.
  • Se puede destacar hoy la procesión de entrada, llevando unas velas, el leccionario, quizás el incensario para incensar el altar.
  • Canción para la celebración: “Nos envías por el mundo”).

1. MOTIVACIÓN

Amigos: Hoy es la fiesta de la Ascensión del Señor. Esto quiere decir que Jesús dejó de estar entre nosotros, en esta tierra, de una manera física, que se le pudiera ver y tocar. Pero ese día nos hizo un gran regalo: nos dijo que iba a seguir estando con nosotros para siempre, de otra manera. Ya ves, mucho mejor todavía. Por eso es fiesta, por eso celebramos y cantamos.

2. PROCESIÓN de ENTRADA

3. CANTO. (Algún canto conocido con mensaje pascual).

4. SALUDO DEL SACERDOTE Y MOTIVA EL GESTO PENITENCIAL

5. ASPERSIÓN CON EL AGUA BENDECIDA

(Como signo penitencial se puede hacer la aspersión; se puede cantar este canto u otro)

Jesús es, Jesús es Señor.
Jesús es, Jesús es Señor.
Jesús es, Jesús es Señor.

Aleluya, aleluya.
Aleluya, aleluya.
Aleluya, aleluya.

Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios.
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios.
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios.

6. GLORIA (Cantado o recitado)

7. PRIMERA LECTURA (Hechos de los Apóstoles 1,1-11)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles:

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos les recomendó:

– No os alejéis de Jerusalén; aguardad a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que os he hablado. Juan bautizó con agua y dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.

Dicho esto lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

– Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.

Palabra de Dios.

8. CANTO O SALMO RESPONSORIAL. (Se puede cantar un “aleluya” como estribillo y se va recitando el salmo responsorial. O cantar esta canción).

Nos envías por el mundo
a anunciar la Buena Nueva (bis).
Mil antorchas encendidas
y una nueva primavera (bis).

Si la sal se vuelve sosa,
¿quién podrá salar el mundo? (bis)
Nuestra vida es levadura,
nuestro amor será fecundo (bis).

Siendo siempre tus testigos,
cumpliremos el destino (bis).
Sembraremos de esperanza
y alegría los caminos (bis).

9. EVANGELIO. Lucas 24, 46-53. “Se separó de ellos, subiendo hacia el cielo”

Final del evangelio según San Lucas:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.

Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra del Señor.

10. COMENTARIO

• Jesús “asciende” al cielo, pero sigue estando siempre junto ti.
• A partir de la “Ascensión” comienza la nueva manera de estar presente Jesús.
• Tomamos “luz” del cirio pascual, que ilumina nuestra vida: mi oración, la familia, los amigos, el colegio, los juegos…

11. ORACION DE FIELES. PETICIONES

  1. Por la paz en el mundo, la paz que Jesús nos dio, la paz que todos debemos construir. Roguemos al Señor.
  2. Por quienes somos parte viva de la Iglesia, esta Iglesia que mira al resucitado. Roguemos al señor.
  3. Por quienes están alejados de la Iglesia, por quienes no quieren aceptar la invitación de Jesús. Roguemos al Señor.
  4. Por los niños y niñas que en estos días han hecho la Primera Comunión, para que nos contagien la alegría de su amistad con Jesús. Roguemos al Señor.

12. ACCIÓN DE GRACIAS. (Un lector puede leer esta oración de acción de gracias)

Tú, Señor, necesitas nuestros pies para caminar,
nuestras lenguas para hablar,

nuestras manos para trabajar.

Hacerte presente a ti; dar paz y alegría.
Tú amaste al mundo hasta la locura de la entrega total;
y cuando te fuiste, nos dejaste

el tesoro de tu Reino en nuestras manos.

Que la eucaristía que hoy hemos celebrado,
transforme nuestro egoísmo en amor,

y que la alegría de sentirnos tuyos
llene de esperanza nuestro mundo.

13. PARA LA VIDA

(Felicitar a algún niño o niña, o a los que han hecho en estos días la Primera Comunión).

La misa del Domingo

1. MONICIÓN DE ENTRADA

¡Bienvenidos a este gran día! ¡Bienvenidos en este Día del Señor! Hoy, por si no lo recordamos, es la fiesta de la ASCENSIÓN DE JESÚS A LOS CIELOS.

Hoy, aquel hombre que nació Niño en Belén; Aquel que curó a enfermos y acompañó a los tristes; Aquel que curó heridas y que subió a la cruz; Aquel que, al tercer día resucitó… ¡HOY SUBE A LOS CIELOS!

Esta fiesta es una fiesta de gran alegría. Jesús, al entrar en el cielo, deja una puerta abierta por la que, nosotros también, entraremos a formar parte de esa otra gran fiesta y alegría eternas que existen junto a Dios.

Os invitamos a celebrar con un solo corazón y una sola alma este momento.

Jesús, que tanto ha hecho por nosotros, nos acompañará desde el cielo para que no olvidemos de ir por los caminos que Él nos ha marcado.

2. PENITENCIAL

2.1. Jesús se va al cielo pero no se desentiende de nosotros. ¿Por qué no pensamos un poco más en aquellos que nos rodean? SEÑOR, TEN PIEDAD

2.2. Jesús, en la Ascensión, nos enseña el camino que conduce al Padre. Para ello hemos de vivir como Dios quiere. ¿Por qué damos más importancia a los “señores” del mundo que al mismo Dios? CRISTO, TEN PIEDAD

2.3. Jesús, en el día de la Ascensión, es el gran triunfador. ¿Trabajamos nosotros para que, un día, podamos alcanzar esa gloria que nos espera en el cielo? SEÑOR, TEN PIEDAD

(En el momento del Gloria, un grupo de chicos/as, juntando sus manos van rodeando y danzando en torno al altar. Ha de ser un Gloria popular)

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas que se van a leer en este día, parece que nos están diciendo: ¡ahora os toca a vosotros! Y es que, la Ascensión del Señor nos invita a mirar al cielo para alcanzar la sabiduría, la confianza y la alegría del Señor: quiere que compartamos este Misterio con El. ¿Seremos capaces? Que nos sintamos hijos de Dios. Y que la Buena Noticia que Cristo nos ha traído, sea un motivo para creer y esperar en ese cielo al que estamos llamados.

4. ORACIÓN DE LOS FIELES

4.1. Por la Iglesia que pregona y anuncia a Cristo muerto, resucitado y hoy ascendido a los cielos. Para que sea un recinto de paz, de justicia, un lugar donde los hombres descubran la presencia de Dios. Roguemos al Señor.

4.2. Decimos que Dios es amor. ¿Pero amamos a los demás? ¿Sirve de algo decir “Dios es amor” si, luego, no nos ven que damos y ofrecemos cariño? Para que nos tomemos en serio las palabras de Jesús. Roguemos al Señor.

4.3. Los grandes deportistas, cuando ganan, suben al pódium, al estrado del triunfo. Jesús no solamente salió triunfador sobre la muerte, además, hoy es colocado junto a Dios por lo bien que hizo todo y, sobre todo, por cumplir el plan de Dios. Que Él nos ayude a nosotros. Roguemos al Señor.

4.4. Ha comenzado el mes de mayo dedicado a la Virgen María. Ella, en el cielo, estará gozando al abrazar a su Hijo Jesucristo. Que no olvidemos en estos días de ofrecer una oración a la Virgen, de llevarle una flor, de visitarle en nuestro colegio, de poner una estampa en nuestras casas, de visitar una ermita. Roguemos al Señor.

4.5 El Señor se va pero no se olvida de nosotros. Le pidamos que nos envíe pronto su Espíritu Santo. Que no nos deje huérfanos. LE necesitamos para seguir amando y descubriendo el rostro de Dios Padre. Roguemos al Señor.

5. OFRENDAS

5.1. Con esta ESCALERA queremos representar el Misterio de la Ascensión de Cristo. El Señor se va desde la tierra hacia el cielo. Es un gran misterio. Pero debemos de utilizar la escalera de la fe para comprenderlo y para abrir bien los ojos ante cosas que, sin verlas, están delante o detrás de nosotros.

5.2. Con este LADRILLO, ARENA Y PALETA, queremos decirle al Señor que ahora nos toca a nosotros. Que nos ayude a seguir construyendo su Reino. A trabajar por su Iglesia. Que contamos con El para qué, el Evangelio, sea llevado y conocido en muchos lugares de nuestro planeta.

5.3. Sin la Eucaristía, nuestra vida cristiana, sería muy floja. Que Jesús, desde el cielo, venga todos los días, todos los domingos hasta este altar y, así, sea el alimento que engorde nuestras almas para que un día podamos gozar con El en el cielo.

6. ORACIÓN FINAL

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por haberte hecho Niño en Belén
Por ser como uno de nosotros
Por hablar nuestro mismo idioma
Por comprendernos y amarnos

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por consolarnos en las penas
Por andar por nuestros caminos
Por haber bajado desde el cielo

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por curar a tantos enfermos
Por los milagros que has realizado
Por llorar con nosotros
Por alegrarte en nuestras fiestas

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por multiplicar el pan y el pescado
Por dar de comer al hambriento
Por hablarnos de Dios
Por enseñarnos a rezar

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por dejarnos la Eucaristía
Por enseñarnos a perdonar
Por indicarnos el camino hacia Dios
Por llamarnos “bienaventurados”

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por subir a la cruz por nosotros
Por derramar tu sangre por nosotros
Por morir en la cruz
Por ser obediente hasta la muerte

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por resucitar y resucitarnos a todos
Por resucitar y darnos vida eterna
Por resucitar y vencer a la muerte

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por marcharte al cielo y esperarnos a todos
Por subir al cielo y enseñarnos el camino
Por ascender a Dios y no olvidarnos
Por entrar en el cielo y guardarnos un sitio

¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU ASCENSIÓN!

Jesús se va, pero no para siempre (Oración)

JESÚS SE VA, PERO NO PARA SIEMPRE

Hola Jesús. ¡Qué ganas tenía de pasar un rato contigo! Estos minutos a tu lado se están convirtiendo en una costumbre cada semana. ¡Qué suerte tenerte tan cerca!

Hoy Jesús está de despedida. Sus días al lado de los discípulos están llegando a su fin. Y por eso quiere recordar con ellos todo lo que han vivido juntos. Escucha con atención.

El texto es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 24, 46-53):

Por fin llegó el día en que Jesús se iba a ir del todo. Así que les recordó, por última vez, todo lo que habían vivido juntos en los últimos años. Y les contó que todo eso ya lo habían anunciado los profetas. Quería que entendieran que él era el Mesías. ¿Qué es eso del Mesías? Pues el que traía la libertad de Dios al mundo. Sus amigos por fin lo entendían. Y les dijo: «Os nombro mis testigos. Tenéis que contar lo que hemos vivido juntos a todo el mundo. Y os mandaré pronto mi Espíritu para que os dé fuerzas y valentía».

Entonces los llevó con él fuera de la ciudad, en dirección a Betania, y les dio una bendición muy solemne, deseándoles lo mejor. También les dijo que volvieran a la ciudad hasta que les enviara su Espíritu. Y entonces se fue separando de ellos, como yéndose al cielo. Y cuando se dieron cuenta, ya no estaba.

Pero no estaban tristes, aunque Jesús no estuviera con ellos. Ahora se sentían muy felices, porque por fin habían entendido a su amigo.

Jesús se va. Sus días en la tierra llegan a su fin. Él lo sabe. Por eso se junta con sus amigos para volver a recordar todas las cosas que han vivido juntos. Han sido tres años muy intensos. ¡Anda que no han vivido cosas! Paseos, recorriendo ciudades, ayudando a quienes los necesitaban, cenas compartidas, conversaciones hasta muy tarde. Jesús les ha enseñado a rezar. Les ha enseñado a mirar a las personas como él las mira.

Estar con Jesús les había cambiado la vida. Por eso, aunque sabían que ya no iban a estar a su lado, no estaban tristes. Jesús les lanza una misión. Esto que han vivido juntos no es para que se lo queden para ellos, sino para que una vez que él no esté, lo cuenten por todos los rincones del mundo.

Hoy Jesús también te envía a una misión, con su impulso y esperanza. Quiere que tú también vayas contando a los demás lo feliz que eres a su lado.

¡Qué bello es anunciar sobre los montes tu palabra!
Gritar entre las gentes que es posible tu evangelio.
Ser carta de Dios que escriba cada día
que todos hemos de ser tu gran familia.

Envíame, envíame, tu paz y tu alegría.
Envíame, envíame, tu impulso y tu esperanza.
Que siembre tu semilla en medio del dolor
y la violencia que deshace las sonrisas.

Hoy siento que mi amor no ha de quedarse sólo en mí.
Siento que, de no darse, se pudriría en mis entrañas.
Hoy quiero cantar, gritar en cielo y tierra
que siento en mi pobreza una gran fuerza.

Envíame interpretado por Brotes de Olivo, «Cómo te podré pagar»

Gracias Jesús por quedarte a mi lado. Quiero llevar tu mensaje a cada persona con la que me encuentre, a cada lugar al que vaya. Quiero que todo el mundo sepa la suerte que es tenerte como amigo.

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p style=»text-align:justify;»>Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

Comentario al evangelio – 31 de mayo

Al terminar el mes de mayo celebramos  a santa María, la Madre de Dios, que visita a su prima Isabel. Lleva en su seno a Cristo, el Señor. Recorre los caminos de  Palestina para compartir la alegría del regalo de la maternidad con su prima, que a pesar de su vejez, espera también un hijo.

En esta fiesta de la Virgen María son muchísimas las alusiones directas de la Palabra de Dios a la alegría, al júbilo, al regocijo, al gozo, a saltar, a danzar, a ser dichosos…

La Palabra de hoy inflama el corazón de agradecimiento, impulsándonos no sólo a contar la experiencia de Dios en nuestra vida, sino también a cantar las maravillas que Dios Padre realiza en sus hijos.

En María podemos contemplar la plenitud de esta alegría, de esta jubilosa alabanza que le hace ponerse en pie, ponerse en camino y atravesar aprisa regiones montañosas y, de este modo, hacer posible y actual la continua visita de Dios a su pueblo, un Dios que disfruta estando con sus hijos.

-¿Cómo es que la Madre de mi Señor viene a mí?, dice sorprendida Isabel. María en medio de aquellas regiones montañosas viene a traer la alegría, porque lleva en su seno a Aquel que es la verdadera alegría, Jesús.

Su canto “Proclama mi alma la grandeza del Señor” es ante todo un estallido de alegría. Y ¿de dónde nace su alegría? De la experiencia de sentirse mirada por Dios. Hoy no es fácil entender lo que significa “ser mirado por Dios”.

María da una importancia enorme a este acontecimiento, por eso dice que todas las generaciones la llamarán bienaventurada, porque no hay nada más grande que pueda acontecer en la vida de una persona que ser mirada por Dios, es decir, elegida por Él.

Todo ello nos conduce a abrir esos “ojos del corazón,” que saben mirar más allá de las apariencias y permiten captar lo que permanece invisible a la percepción de la mente y sólo puede alcanzarse con el amor. Donde reina el amor allí hay ojos que saben ver en profundidad. Sólo conoce de verdad el que ama. En efecto, la capacidad de amar es como una lente de aumento o un microscopio, que te hace ver lo que los ojos normales no ven.

Ojalá nuestra vida sea también un canto nuevo y bello por las maravillas que dejamos hacer a Dios en  nuestra pequeñez.

Carlos Latorre, cmf