Vísperas – Martes VII de Pascua

VÍSPERAS

MARTES VII DE PASCUA

INVOCACIÓN INICIAL

V.Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
goo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

SALMO 124: EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO

Ant. Paz a vosotros, soy yo, no temáis. Aleluya.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Paz a vosotros, soy yo, no temáis. Aleluya.

SALMO 130: ABANDONO CONFIADO EN LOS BRAZOS DE DIOS

Ant. Espere Israel en el Señor. Aleluya.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Espere Israel en el Señor. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste, y existió. Aleluya.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste, y existió. Aleluya.

LECTURA: Rom 8, 26-27

El Espírit viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V/ El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

R/ Será quien os lo enseñe todo.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo para ser mis testigos hasta los confines del mundo. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo para ser mis testigos hasta los confines del mundo. Aleluya.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, que nos ha hecho partícipes del Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:

Cristo, óyenos

  • Derrama, Señor, desde el Padre, el Espíritu Santo sobre la Iglesia,
    — para que la purifique, la fortalezca y la acreciente a través del mundo.
  • Llena de tu Espíritu a los que dirigen los destinos de los pueblos,
    — para que sean servidores del bien común.
  • Envía tu Espíritu, padre de los pobres,
    — para que su fuerza ayude a los que se sienten necesitados.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Concede la plenitud de la redención a las almas y a los cuerpos de nuestros difuntos,
    — tú que, por la pasión, resurrección y ascensión, has realizado la salvación de la carne y del espíritu.

Ya que Diso nos ha adoptado como hijos, oremos al Padre como nos enseñó el Señor:
Padre nuestro…

ORACION

Te pedimos, Dios de poder y misericordia, que envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 4 de junio

Tiempo de Pascua

1) Oración inicial

Te pedimos, Dios de poder y misericordia, que envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Juan 17,1-11a

Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo.

Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.

3) Reflexión

• En los evangelios de hoy, de mañana y de pasado mañana, vamos a meditar las palabras que Jesús dirigió al Padre en el momento de la despedida. Juan conserva estas palabras y las coloca como pronunciadas por Jesús durante el último encuentro de Jesús con sus discípulos. Es el Testamento de Jesús en forma de plegaria, también llamada Oración Sacerdotal (Jn 7,1-26).

• El capítulo 17 del evangelio de Juan es el final de una larga reflexión de Jesús, iniciada en el capítulo 15, sobre su misión en el mundo. Las comunidades guardarán estas reflexiones para poder entender mejor el momento difícil que atraviesan: tribulación, abandono, dudas, persecución. La larga reflexión termina con la oración de Jesús para las comunidades. En ella afloran los sentimientos y las preocupaciones que, según el evangelista, estaban en Jesús en el momento de salir de este mundo para el Padre. Ahora Jesús está ante el Padre con estos sentimientos y con esta preocupación, intercediendo por nosotros. Por esto, la Oración Sacerdotal es también el Testamento de Jesús. Mucha gente, en el momento de despedirse por siempre, deja algún mensaje. Todo el mundo guarda palabras importantes del padre y de la madre, sobre todo cuando son de los últimos momentos de la vida. Conservar estas palabras es como guardar a las personas. Es una forma de añoranza.

• El capítulo 17 es un texto diferente. Es más de amistad que de razonamientos. Para captar bien todo su sentido, no basta la reflexión de la cabeza, de la razón. Este texto debe ser meditado y acogido también en el corazón. Por esto, no hay que preocuparse si no se entiende todo de inmediato. El texto exige toda una vida para meditarlo y profundizarlo. Un texto así, hay que leerlo, meditarlo, pensarlo, leerlo de nuevo, repetirlo, rumiarlo, como se hace con un caramelo en la boca, un caramelo que gusta. Uno le da vueltas y vueltas en la boca, hasta terminarlo del todo. Por esto, cierra los ojos, haz silencio dentro de ti y escucha a Jesús que te está hablando a ti, transmitiéndote en el Testamento su mayor preocupación, su última voluntad. Trata de descubrir cuál es el punto en que Jesús insiste más y que considera el más importante.

• Juan 17,1-3: ¡Ha llegado la hora! “Padre, ¡ha llegado la hora!» Es la hora largamente esperada (Jn 2,4; 7,30; 8,20; 12,23.27; 13,1; 16,32). Es el momento de la glorificación que se hará a través de la pasión, muerte y resurrección. Es el momento de la glorificación, que se hará mediante la pasión, la muerte y la resurrección. Al llegar al final de su misión, Jesús mira hacia atrás y hace una revisión. En esta plegaria, él va a expresar el sentimiento más íntimo de su corazón y el descubrimiento más profundo de su alma: la presencia del Padre en su vida.

• Juan 17,4-8: ¡Padre, reconocerán que vengo de Ti! Al volver a ver su vida, Jesús se ve a si mismo como la manifestación del Padre para los amigos que el Padre le dio. Jesús no vivió para sí. Vivió para que todos pudiesen tener un atisbo de bondad y de amor que está encerrado en el Nombre de Dios que es Abba, Padre.

• Juan 17,9-11a: Todo lo mío es tuyo, todo lo tuyo es mío. En el momento de dejar el mundo, Jesús expone al Padre su preocupación y reza por los amigos que él deja atrás. Ellos continúan en el mundo, pero no son del mundo. Son de Jesús, son de Dios, son señales de Dios y de Jesús en este mundo. Jesús se preocupa de las personas que quedan, y reza por ellas.

4) Para la reflexión personal

• ¿Cuáles son las palabras de las personas queridas que tu guardas con cariño y que orientan tu vida? En caso de que te fueras, ¿qué mensaje dejarías para tu familia y para la comunidad?
• ¿Cuál es la frase del Testamento de Jesús que más me tocó? ¿Por qué?

5) Oración final

¡Bendito sea el Señor, día tras día!
Él se encarga de nuestra salvación. Pausa.
Nuestro Dios es un Dios salvador,
el Señor Yahvé libera de la muerte. (Sal 68,20-21)

Testigos de Cristo por el Espíritu Santo

1. El Espíritu Santo enseñó a los Apóstoles: Jesús lo había anunciado: “El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Ése les enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he enseñado” (Jn 14,26). Gracias a la ayuda del Espíritu Santo los apóstoles lograron comprender las enseñanzas de Jesús. Hoy también, gracias a Él la Iglesia goza de una ayuda especial para enseñar siempre, y en todas partes, la verdadera doctrina de Jesucristo. Y gracias también a Él, nosotros los cristianos podemos comprender mejor las cosas de la fe; él nos ilumina para entender y dar razones sobre nuestra fe; nos capacita para saber discernir.
2. El Espíritu Santo santifica, en el bautismo él nos hace nacer a una vida nueva, y formar una nueva familia;  es decir por su acción nos llenamos de la gracia, nos hace ser y vivir como hijos de Dios y poder llamar a Dios “Padre”. Al ser hijos de Dios podemos gozar de los bienes y regalos divinos. Gracias a Él podemos convivir como hermanos dentro de la vida comunitaria.
3. El Espíritu Santo fortaleció a los Apóstoles para ser sus testigos en la comunidad, así lo aseguró Jesús a sus apóstoles, diciéndoles que cuando viniera el Espíritu Santo, ellos darían testimonio de Él (Jn 15,26-27). Y así fue, los apóstoles que estaban tristes y temerosos por la muerte de Jesús, cuando reciben el Espíritu Santo se llenan de fortaleza y valentía y salen anunciar el Evangelio; esto lo hacen ante sus amigos y hermanos; así como tu y yo estamos llamados a hacerlo en nuestra comunidad. También hoy el Espíritu Santo nos ayuda a vivir como discípulos de Jesucristo y a dar testimonio de Él. 

Comentario del 4 de junio

El capítulo 17 del evangelio de san Juan nos ofrece la llamada oración sacerdotal de Jesús, una oración en la que éste ruega por los que le han sido dados, de modo que han pasado a ser suyos. El destinatario de esta oración no puede ser otro que el Padre. Es a Él a quien dirige Jesús estas sentidas palabras: Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Se trata de la hora de la consumación, la hora que pone punto final a su existencia terrena; hora, por tanto, de muerte, pero también de glorificación: la muerte clausura una existencia, pero no toda existencia; la muerte es pasaje que le traslada de esta vida mortal a la vida eterna, introduciéndole en la gloria que ya compartía con el Padre antes de la creación del mundo.

Este ingreso en la gloria del Crucificado, una vez cumplida su misión, es glorificación del Hijo por parte del Padre; pero en este acto de glorificación recibe gloria el mismo Padre, que ve cómo se cumple su designio de salvación por obra de su Hijo. Las palabras de Jesús expresan con exactitud lo que acaece: Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo de glorifique. La gloria que recibe el Hijo del Padre es gloria que redunda en el Padre mismo. En ambos actos de glorificación se manifiesta la gloria de Dios; pero no acaba todo en este círculo trinitario en el que tiene que estar también presente el Espíritu Santo, pues las personas divinas son relativas (las unas a las otras) e inseparables. La Trinidad divina ya se ha abierto al mundo y el mundo no puede quedar al margen de este doble acto de glorificación. El Hijo es glorificado para que, con el poder que le ha sido dado sobre toda carne –hasta hacer de ella carne gloriosadé la vida eterna a quienes le han sido confiados. Tal es el poder del Hijo glorificado, es decir, del Hijo en posesión de la vida eterna: poder de dar esta misma vida que, en cuanto glorificado, posee, a los que carecen de ella, porque sólo poseen vida temporal.

Y no hay vida eterna sin conocimiento del Eterno, sin conocimiento y sin comunión con el Eterno, pues se trata de un conocimiento intuitivo, experiencial, que implica comunión. Esta es la vida eterna –dice Jesús como queriendo precisar-: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Sólo Dios es eterno; y entrar en la eternidad es entrar en Dios mismo. Poseer la vida eterna en modo consciente –y sin consciencia es imposible hablar de vida humana- ha de implicar necesariamente el conocimiento del Eterno, no sólo en sus propiedades esenciales, sino también en sus distinciones personales. La vida eterna es vida vivida por personas, vida interpersonal o interrelacional; el acceso a esta vida, por tanto, no anula las relaciones interpersonales; al contrario, las lleva a su grado máximo de expresión y de plenitud. Aquí, conocimiento no puede ser sino comunión con el Dios único y verdadero, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Próxima ya la consumación de su vida, Jesús puede decir que ha glorificado al Padre sobre la tierra, y lo ha hecho sobre todo coronando la obra que le encomendó. Éste es el modo en el que el Hijo glorifica al Padre: llevando a término la obra encomendada, cumpliendo su voluntad, tal como él mismo explicita en momentos críticos como el de Getsemaní. Y tras la coronación de la obra, ya no queda otra cosa que recibir la recompensa merecida: Padre, glorifícame cerca de ti con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.

El mismo Jesús describe la obra con la que ha glorificado al Padre sobre la tierra y que consiste fundamentalmente en darlo a conocer a los que le habían sido dados por Aquel a quien pertenecían, el Dios y Padre del universo: He manifestado tu Nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. En cuanto criaturas, todos los hombres somos de Dios, y Dios puede hacer de nosotros y con nosotros lo que quiera, si bien su querer no podrá entrar en conflicto con su bondad y con su amor, es decir, que será siempre un querer benevolente.

Jesús entiende que todos aquellos que se han adherido a él por la fe, le han sido entregados por su Padre, pues a él le pertenecen. Jesús ha gastado sus energías y su tiempo en darle a conocer al Padre, comunicándoles las palabras que él mismo ha recibido de Él; en virtud de esta comunicación han conocido que él es el Hijo, porque ha salido (por generación) del Padre, y han creído que está en el mundo como su enviado. Jesús ruega especialmente por estos que han dado fe a su testimonio, que han creído en él, acogiéndole como Hijo y enviado del Padre; tales son los que le han sido entregados por Aquel a quien pertenecen como su Creador y Señor. Pero esta entrega es tan natural como la que se realiza entre personas que comparten la misma propiedad: todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío; como si dijera: si son tus amigos, son también mis amigos; si son tus hijos, son también míos; todo lo tuyo es mío; pero también lo mío es tuyo, también mis amigos y discípulos, lo son tuyos. En ellos es glorificado Jesús. También lo será por ellos, cuando le reconozcan como Señor resucitado y ascendido a los cielos. ¡Ojala que también nosotros podamos ser contados entre los amigos de Jesús porque hemos dado fe a su palabra, pues si lo somos, lo seremos también del Padre que está en los cielos!

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

19. El Evangelio también nos habla de unas jóvenes prudentes, que estaban preparadas y atentas, mientras otras vivían distraídas y adormecidas (cf. Mt 25,1-13). Porque uno puede pasar su juventud distraído, volando por la superficie de la vida, adormecido, incapaz de cultivar relaciones profundas y de entrar en lo más hondo de la vida. De ese modo prepara un futuro pobre, sin substancia. O uno puede gastar su juventud para cultivar cosas bellas y grandes, y así prepara un futuro lleno de vida y de riqueza interior.

Recursos – Domingo de Pentecostés

PRESENTACIÓN DE SIETE LÁMPARAS

(Siete niños/as de la comunidad abren una procesión con siete pequeñas lámparas, que situarán sobre el mismo altar, como signo de los siete dones del Espíritu Santo, mientras que otro/a de los niños/as, encargado/a de hacer la ofrenda, vaya enumerando cada uno de los dones)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, aquí nos tienes con estas siete pequeñas lámparas, signo de los siete dones de tu Espíritu, que nosotros y nosotras te queremos ofrecer hoy: el don de la sabiduría, el don de inteligencia, el don de la ciencia, el don del consejo, el don de piedad, el don de fortaleza y el don de tu temor. Tú nos los das en mayor o en menor medida a unos y a otros, pero siempre en servicio de tu Iglesia y de la comunidad. Por eso, confiamos que nuestra ofrenda sea hoy de tu agrado, aunque hayamos de pedirte, una vez más, que nos los sigas concediendo, así como nuestra disponibilidad para ponerlos al servicio de todos y de todas.

PRESENTACIÓN DE UNA PALOMA

(La ofrenda la hacen dos jóvenes. Ambos, uno/a de ellos llevando la paloma, se dirigen hasta el Presidente. Mientras uno/a permanece junto a él, el/la que lleva la paloma se dirige hasta la puerta del templo o lugar celebrativo y la echa a volar. Inmediatamente después, el otro/la otra dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, hemos soltado esa paloma como signo de que tu Espíritu es la pura libertad. Él se muestra donde y como quiere, reparte sus dones de acuerdo a su magnanimidad y no se ata definitivamente a nada ni a nadie. Nosotros y nosotras, como jóvenes, somos también exponentes de esa libertad. Por eso, hoy, unimos a esta ofrenda nuestra juventud. Señor, que no nos hieran en nuestra libertad, porque es nuestra mejor manera de servir a tu Iglesia y a nuestra comunidad. Sin embargo, danos sentido de responsabilidad, para que nuestras críticas y aportaciones sean leales y estén al servicio auténtico de los demás.

PRESENTACIÓN DE UN RECIPIENTE CON LEVADURA

(Debe hacer la ofrenda un/una militante de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo este pequeño recipiente lleno de levadura, una sustancia capaz de transformar una gran cantidad de masa. Y lo hago en mi condición de militante y como símbolo de mis luchas por hacerte presente en medio de un mundo hostil, que no me facilita en absoluto mi testimonio en favor de tu Hijo Jesucristo. Te pido, también, que las dificultades de la militancia no echen atrás a ninguno, a ninguna de los creyentes. Multiplica a tus militantes, porque la Iglesia está realmente necesitada de ellos y de ellas, para no acabar siendo un coto cerrado.

PRESENTACIÓN DE UN RELIGIOSO O UNA RELIGIOSA

(En el caso que lo hubiere. De no existir en el seno de la comunidad, podría ser sustituido/a por cualquiera de los que realizan una tarea pastoral, como la catequesis, el canto litúrgico o la caridad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, tu Espíritu es el garante de la pluralidad de dones y carismas en el seno de la comunidad, que los reparte sin medida y con generosidad, para el enriquecimiento de tu Iglesia. Aquí me tienes, Señor, dando testimonio de la gracia con la que me has regalado, para el servicio de tu comunidad. Sabes que no es fácil nuestra convivencia y que, de vez en cuando, vivimos tensiones y conflictos. Mi compromiso, hoy, es ofrecerte, en nombre de todos y de todas, el deseo de vivir la unidad, que no la uniformidad. No permitas que a los que / a las que nos has concedido tus dones, nos los reservemos como riqueza individual, sino que los interpretemos como característica personal en orden al beneficio de la comunidad.

PRESENTACIÓN DE UNA CESTA CON FRUTOS

(Puede hacer esta ofrenda una de las mujeres de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy esta cesta de frutos, porque Pentecostés es el nombre griego de una de las fiestas judías, que tenía lugar a los cincuenta días de la Pascua y estaba unida a la ofrenda a Dios de los primeros frutos de la recolección. Yo te ofrezco hoy estos frutos que Tú, por tu misericordia y grandeza, nos das con toda generosidad, pero hoy te los traemos como signo del don de tu Espíritu, el fruto granado de la Pascua de tu Hijo. Que nosotros y nosotras, Señor, seamos capaces de dar frutos tan abundantes como éstos.

Oración de los fieles – Domingo de Pentecostés

Estamos reunidos en tu nombre como aquella primera Iglesia. Ante nuestros temores y problemas te pedimos Señor que envíes tu Espíritu y nos fortalezca. Repetimos:

SEÑOR, CONCÉDENOS LOS DONES DE TU ESPÍRITU

1. – Que el Espíritu Santo derrame sobre el Santo Padre Francisco, el don de Piedad, para que sea ejemplo de las actitudes de Jesucristo ante todos los hombres.

OREMOS

2. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los que están alejados el don del Temor de Dios, para que les sirva de guía a la hora de encaminar sus pasos en esta vida hacia la casa del Padre.

OREMOS

3. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los enfermos y los que sufren el don de Fortaleza para que este estímulo les lleve a sobrellevar con alegría sus dificultades.

OREMOS

4. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los que viven entre luchas y enfrentados el don de Entendimiento para que llegue pronto a ellos la verdadera paz nacida del respeto mutuo.

OREMOS

5. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los dirigentes de todas las naciones el don de Sabiduría para que guíen a sus pueblos por caminos de Paz, justicia y prosperidad.

OREMOS

6. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los trabajadores de toda índole el don de Ciencia para que realicen sus tareas con afán y con entusiasmo.

OREMOS

7 – Que el Espíritu Santo derrame sobre todos nosotros, presentes en la Eucaristía, el don de Consejo para que estemos atentos a acompañar a aquellos que andan desanimados y cansados.

OREMOS

Padre envía el Espíritu Santo en este nuevo Pentecostés para que llene con su gracia todos los lugares de la tierra, atienda toda súplica de tu pueblo y nos dé fuerzas para caminar hacia la casa del Padre. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor

Amen.


Cristo, nos envía el Espíritu Santo para que nos ayude en nuestras necesidades. Vamos a presentar al Padre nuestras peticiones con la seguridad que da el sabernos amados por Él.

ENVÍA SEÑOR TU ESPÍRITU Y REPUEBLA LA FAZ DELA TIERRA.

1 – Envía, Señor, tu Espíritu de Sabiduría sobre la iglesia. Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, diáconos y todas las personas que con su servicio ayudan a la Iglesia, para que reciban la luz necesaria a la hora de expandir el mensaje de Cristo.

OREMOS

2. – Envía, Señor, tu Espíritu de Fortaleza. Te pedimos por todos los que lo están pasando mal, los enfermos, los parados, los que están solos, los que no se sienten amados, los que no te encuentran…

OREMOS.

3. – Envía, Señor, tu Espíritu de Caridad. Por los pobres, por los carentes de amor, de comprensión, de solidaridad, para que encuentren una mano generosa que les ayude en su necesidad.

OREMOS.

4. – Envía, Señor, tu Espíritu de Entendimiento. Te pedimos por los gobernantes, por los que tienen poder para tomar decisiones, por los responsables de hacer que cesen las guerras, para que lleguen a un entendimiento que haga vivir en paz a los hombres.

OREMOS.

5. – Envía, Señor, tu Espíritu de Piedad. Para que sepamos vivir en cercanía con el Señor, rechazando todo lo que nos hace romper la amistad con Dios y con los hermanos.

OREMOS.

6. – Envía, Señor, tu Espíritu de Alegría. Por todos los que se Confirman en estos días, para que lleven a todos la alegría que supone vivir desde Cristo.

OREMOS.

7. – Envía, Señor, tu Espíritu de Bondad. Por todos los que se dedican a los demás, tanto si difunden la Palabra de Dios, como si ayudan a otros en sus necesidades, para que Dios les conceda la humildad, la sencillez y el desprendimiento que este servicio conlleva.

OREMOS.

8. – Envía Señor, tu Espíritu de Generosidad. Por las necesidades de todos los que compartimos esta Eucaristía (un momento de silencio) para que el Señor nos ayude a solucionarlas con la mayor generosidad.

OREMOS.

Señor, siempre atento a nuestras necesidades, deseamos que estas súplicas sean bien recibidas Ti, Dios Padre Nuestro, con la seguridad de que Tú siempre escuchas a tus hijos.

Y te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – 4 de junio

La larga despedida de Jesús continúa. A lo largo de los últimos días, hemos ido viendo cómo Jesús, a la vez que se define a sí mismo, concreta su relación con el Padre, y prepara el camino a sus discípulos, subrayando la continuidad que hay entre Él y la Iglesia que comienza sus andanzas.

Se despide el Maestro, y se despide el discípulo. Pablo muestra su confianza en el futuro, a pesar de que sabe que no será fácil. No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Parece que la vida del apóstol del primer siglo y la de la Iglesia del siglo XXI no han cambiado tanto.

La mayoría de nosotros vivimos en países donde hay libertad religiosa, pero no todos pueden decir lo mismo. Hay muchos cristianos perseguidos. Y muchos han sido testigos de su fe, hasta la muerte. Por no callarse nada. Por anunciar enteramente el plan de salvación de Dios para el mundo. Un proyecto de amor, de justicia, de solidaridad… Esas cosas que no a todos les vienen bien, con las que algunos no están de acuerdo. Pero que es lo que de verdad importa.

¿Qué es lo que de verdad nos importa? ¿Qué es lo que de verdad me importa? Porque, para ser testigo, hasta el final, hay que poder ser capaz de perder la vida por el Reino. Y eso no se improvisa. Pinchando aquí puedes ver el camino de muchos mártires claretianos. Todos prefirieron a Cristo antes que su vida. Y Cristo rogó al padre por ellos, porque eran de los suyos. Y todos supieron que lo verdaderamente importante es el seguimiento de Cristo. Antes que conservar la vida. A mí eso me interpela. Reviso mi vida, y veo lo mucho que tengo que mejorar. Y me entra algo de agobio.

El salmo de hoy nos ayuda a rezar en los momentos difíciles. Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. Repítelo muchas veces, si te sientes cansado, agobiado, preocupado. Que es una buena ayuda. Para dejar de sentirte agobiado.

Alejandro, C.M.F.