I Vísperas – Sagrado Corazón de Jesús

I VÍSPERAS

SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

<

p style=»text-align:justify;»>Mi Cristo, tú no tienes

la lóbrega mirada de la muerte.

Tus ojos no se cierran:

son agua limpia donde puedo verme.

<

p style=»text-align:justify;»>Mi Cristo, tú no puedes

cicatrizar la llaga del costado:

un corazón tras ella

noches y días me estará esperando.

<

p style=»text-align:justify;»>Mi Cristo, tú conoces

la intimidad oculta de mi vida.
Tú sabes mis secretos:

te los voy confesando día a día.

<

p style=»text-align:justify;»>Mi Cristo, tú aleteas

con los brazos unidos al madero.
¡Oh valor que convida

a levantarse puro sobre el suelo!

<

p style=»text-align:justify;»>Mi Cristo, tú sonríes

cuando te hieren, sordas, las espinas.
Si mi cabeza hierve,

haz, Señor, que te mire y te sonría.

<

p style=»text-align:justify;»>Mi Cristo, tú que esperas

mi último beso darte ante la tumba.
También mi joven beso

descansa en ti de la incesante lucha. Amén.

SALMO 112: ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Ant. Con amor eterno nos ha amado Dios; por eso, al ser elevado sobre la tierra, nos ha atraído hacia su corazón, compadeciéndose de nosotros.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Con amor eterno nos ha amado Dios; por eso, al ser elevado sobre la tierra, nos ha atraído hacia su corazón, compadeciéndose de nosotros.

SALMO 145

Ant. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.

<

p style=»text-align:justify;»>Alaba, alma mía, al Señor:

alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

<

p style=»text-align:justify;»>No confiéis en los príncipes,

seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

<

p style=»text-align:justify;»>Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,

el mar y cuanto hay en él;

<

p style=»text-align:justify;»>que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,

que da pan a los hambrientos.

<

p style=»text-align:justify;»>El Señor liberta a los cautivos,

el Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

<

p style=»text-align:justify;»>El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados.

<

p style=»text-align:justify;»>El Señor reina eternamente,
tu Dios,
Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Yo soy el buen Pastor, que apaciento mis ovejas y doy mi vida por ellas.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo soy el buen Pastor, que apaciento mis ovejas y doy mi vida por ellas.

LECTURA: Ef 5, 25b-27

Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada.

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

R/ Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.
V/ Por su sangre.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. He venido a prender fuego en el mundo: ¡Ojalá estuviera ya ardiendo!

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. He venido a prender fuego en el mundo: ¡Ojalá estuviera ya ardiendo!

PRECES

Invoquemos, hermanos, a Jesús, que es nuestro descanso, y pidámosle:

Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

<

p style=»text-align:justify;»>Jesús, de tu corazón traspasado por la lanza salió sangre y agua, dando así nacimiento a tu esposa, la Iglesia;

—haz que sea santa e inmaculada.

<

p style=»text-align:justify;»>Jesús, templo sagrado de Dios, destruido por los hombres y levantado de nuevo por el Padre,

—haz que la Iglesia sea verdadera morada del Altísimo.

<

p style=»text-align:justify;»>Jesús, rey y centro de todos los corazones, que nos amas con amor eterno y nos atraes hacia ti, compadecido de nosotros,

—renueva tu alianza con los hombres.

<

p style=»text-align:justify;»>Jesús, paz y reconciliación nuestra, que hiciste las paces entre los hombres, uniéndolos en un solo hombre nuevo, y mediante la cruz diste muerte al odio,

—haz que podamos acercarnos al Padre.

<

p style=»text-align:justify;»>Jesús, vida y resurrección nuestra, alivio de los que están agobiados, en quien encontramos nuestro descanso,

—atrae hacia ti a los pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

<

p style=»text-align:justify;»>Jesús, que, por el gran amor con que nos amaste, te sometiste incluso a la muerte de cruz,

—resucita a todos los que han muerto en paz contigo.

Acudamos ahora a nuestro Padre celestial, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, al celebrar la solemnidad del Corazón de tu Hijo unigénito, recordamos los beneficios de su amor para con nosotros; concédenos recibir de esta fuente divina una inagotable abundancia de gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 27 de junio

Jueves – Tiempo Ordinario

1) Oración inicial 

Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Mateo 7,21-29
«No todo el que me diga: ’Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán aquel Día: `Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: `¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’ «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»
Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente se asombraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.

3) Reflexión

• El evangelio de hoy presenta la parte final del Sermón de la Montaña (a) no basta hablar y cantar, es preciso vivir y practicar (Mt 7,21-23). (b) la comunidad construida en cima del fundamento de la nueva Ley del Sermón del Monte quedará firme en el momento de la tormenta (Mt 7,24-27). (c) el resultado de las palabras de Jesús en las personas es una conciencia más crítica con relación a los líderes religiosos, los escribas (Mt 7,28-29).
• Este final del Sermón del Monte explica algunas oposiciones o contradicciones que siguen actuales hasta hoy en día: (a) Las personas que hablan continuamente de Dios, pero se olvidan de hacer la voluntad de Dios; usan el nombre de Jesús, pero no traducen en la vida su relación con el Señor (Mt 7,21). (b) Hay personas que viven en la ilusión de estar trabajando por el Señor, pero en el día del encuentro definitivo con El, descubren trágicamente que nunca le conocieron (Mt 7,22-23). Las dos palabras finales del Sermón del Monte, de la casa construida sobre la roca (Mt 7,24-25) y de la casa construida sobre la arena (Mt 7,26-27), ilustran estas contradicciones. Por medio de ellas Mateo denuncia y, al mismo tiempo, trata de corregir la separación entre fe y vida, entre hablar y hacer, entre enseñar y practicar.
• Mateo 7,21: No basta hablar, es precido practicar. El importante no es hablar de forma bonita sobre Dios o saber explicar bien la Biblia a los demás, sino que es hacer la voluntad del Padre y, así, ser una revelación de su rostro y de su presencia en el mundo. La misma recomendación fue dada por Jesús a la mujer que elogió a María su madre. Jesús le respondió: “Felices los que oyen la Palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lc 11,28).
• Mateo 7,22-23: Los dones deben estar al servicio del Reino, de la comunidad. Había personas con dones extraordinarios como, por ejemplo, el don de la profecía, del exorcismo, de la sanación, pero usaban estos dones para ellas mismas, fuera del contexto de la comunidad. En el juicio, oirán una sentencia dura de Jesús: «¡Alejaos de mí vosotros que practicáis la iniquidad!». La iniquidad es lo opuesto a la justicia. Es hacer con Jesús lo que algunos doctores hacían con la ley: enseñaban pero no practicaban (Mt 23,3). Pablo dirá lo mismo con otras palabras y argumentos : “Si yo tuviera el don de profecía, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera tanta fe como para trasladar los montes, pero me faltara el amor, nada soy. Si reparto todo lo que poseo a los pobres y si entrego hasta mi propio cuerpo, pero no por amor, sino para recibir alabanzas, de nada me sirve” (1Cor 13,2-3).
• Mateo 7,24-27: La parábola de la casa sobre roca. Oír y poner en práctica, ésta es la conclusión final del Sermón del Monte. Mucha gente trataba de buscar su seguridad en los dones extraordinarios o en las observancias. Pero la verdadera seguridad no viene del prestigio, ni de las observancias, no viene de nada de esto. ¡Viene de Dios! Viene del amor de Dios que nos amó primero (1Jn 4,19). Su amor por nosotros, manifestado en Jesús, supera todo (Rom 8,38-39). Dios se vuelve fuente de seguridad, cuando tratamos de hacer su voluntad. Ahí, El será la roca que nos sustenta en la hora de las dificultades y de las tormentas.
• Mateo 7,28-29: Enseñar con autoridad. El evangelista cierra el Sermón del Monte diciendo que la multitud quedó admirada de la enseñanza de Jesús, «él enseñaba con autoridad y no como los escribas». El resultado de la enseñanza de Jesús es la conciencia más crítica de la gente con relación a las autoridades religiosas de la época. Sus palabras sencillas y claras brotaban de su experiencia de Dios, de su vida entregada al Proyecto del Padre. La gente estaba admirada y aprobaba las enseñanzas de Jesús.
• Comunidad: casa en la roca. En el libro de los Salmos, con frecuencia encontramos la expresión: “Dios es mi roca mi fortaleza… , mi escudo y mi libertador” (Sal 18,3). El es la defensa y la fuerza de los que piensan en la justicia y la buscan (Sal 18,21.24). Las personas que confían en este Dios se vuelven roca para los otros. Así el profeta Isaías dirige una invitación a los que estaban en el cautiverio: “Escúchenme ustedes que anhelan la justicia y que buscan a Yavé. Miren la piedra de que fueron tallados, y el corte en la roca de donde fueron sacados. Miren a Abrahán, su padre, y a Sara, que los dio a luz” (Is 51,1-2). El profeta pide a la gente que no olvide el pasado. El pueblo tiene que recordar como Abrahán y Sara por la fe en Dios se vuelven roca, comienzo del pueblo de Dios. Mirando hacia esta roca, la gente cobraba valor para luchar y salir del cautiverio. Asimismo, Mateo exhorta a las comunidades para que tengan como meta esa misma roca (Mt 7,24-25) y así puedan ellas mismas ser roca para fortalecer a sus hermanos y hermanas en la fe. Este es el sentido del nombre que Jesús dio a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). Esta es la vocación de las primeras comunidades, llamadas a unirse a Jesús, la piedra viva, para volverse, ellas también, piedras vivas por la escucha y la práctica de la Palabra (Pd 2,4-10; 2,5; Ef 2,19-22).

4) Para la reflexión personal

• Nuestra comunidad ¿cómo trata de equilibrar oración y acción, alabanza y práctica, hablar y hacer, enseñar y practicar? ¿Qué es lo que debe mejorar en nuestra comunidad, para que sea roca, casa segura y acogedora para todos?
• ¿Cuál es la roca que sustenta nuestra comunidad? ¿Cuál es punto en que Jesús insiste más?

5) Oración final

Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por amor de la gloria de tu nombre;
líbranos, borra nuestros pecados,
por respeto a tu nombre. (Sal 78)

Libres para ser esclavos por amor

«Dios ha querido “dejar al hombre en manos de su propicia decisión”. Para que puede adherirse libremente a su Creador y llegar así a la bienaventurada perfección» (1743). «La libertad alcanza su perfección, cuando está ordenada a Dios, el Supremo Bien» (1744).

«No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia» (1733).

«Por su Cruz gloriosa, Cristo obtuvo la salvación para todos los hombres. Los rescató del pecado que los tenía sometidos a esclavitud. Para ser libres nos liberó Cristo» (1741).

«Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros los males, para que, bien  dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad» (Misal romano) (1742).

«El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos» (S. Ireneo) (1730).

Después de anunciar la Pasión, Jesús inicia el camino de Jerusalén. Invita a seguirle, pero rechaza a aquellos que no lo hacen en la pobreza y la renuncia a todo lo mundano.

El profeta Eliseo es figura del seguimiento radical, deja todas sus cosas para seguir con generosidad y radicalidad a su maestro, el profeta Elías.

El apóstol instruye a los nuevos cristianos para que no pierdan la libertad lograda en Cristo y les advierte sobre el uso correcto de esa gracia: el servicio mutuo con amor, y el domino de las pasiones.

La fe:

El seguimiento de Cristo, ley nueva, ley de amor, de gracia, de libertad: 1972.

La libertad humana en la economía de la salvación: 1739-1742.

La respuesta:

Libertad y responsabilidad: 1730-1738.

El seguimiento de Cristo es la vocación del cristiano. Es una decisión libre del discípulo, pero el Señor también pone condiciones. No es la decisión libre del discípulo la única determinación para seguir a Jesucristo. La libertad no es el único valor absoluto.

¿Qué se entiende hoy por libertad? ¿Qué es la libertad para el cristiano? Importante cuestión pues el cristiano ha de ser libre. Más aún: Para ser libre nos liberó Cristo.

Libres porque  así nos ha creado Dios. Libres porque así nos ha redimido de la esclavitud el Señor. Libres para buscar y alcanzar el Bien Supremo. Libres para hacernos esclavos por el amor.

Contradicción entre este concepto de libertad y el de la cultura actual.

Comentario del 27 de junio

           Decía Jesús: No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El Reino de los cielos es una realidad total, y acceden a ella no los que invocan únicamente, sino los que cumplen. Para entrar en el Reino no basta con pronunciar una especie de contraseña al estilo de «Señor»; es preciso ajustarse o someterse a la «voluntad» que impera en ese Reino. La ley que rige en el Reino de los cielos es la voluntad de Dios.

           Aquí se hace lo que Dios quiere; pero lo que Dios quiere es lo mejor para todos. El querer de Dios no es separable del amor, puesto que Dios es amor y Dios quiere lo que es por naturaleza. El amor no es separable de la bondad, pues amar es querer el bien del amado. Si la ley que rige en el cielo, la del amor, dejara de estar vigente, el cielo dejaría de ser cielo y el Reino dejaría de ser de Dios. Ello exige que la voluntad de todos sus moradores deba regirse por esta ley, porque de lo contrario se introduciría un factor de erosión que acabaría destruyendo la misma realidad en que se inserta. La presencia en el Reino de los cielos reclama, pues, el cumplimiento de la voluntad de Dios como elemento indispensable. No es cuestión de palabras, ni de intenciones, ni de invocaciones o exclamaciones, ni de súplicas; es cuestión de reconocimiento, de aceptación y de sometimiento a una voluntad superior (y benéfica) que es la voluntad del Padre, el Creador y Rector de este Reino.

           Jesús refuerza esta interpretación cuando añade: Aquel día –el día de las decisiones- muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados. Se trata de lo que muchos dirán, aunque no sabemos si con verdad o con mentira. Supongamos que lo que dicen lo dicen con sinceridad: hemos actuado en tu nombre, es decir, como representantes tuyos y como aliados de tu causa; lo hemos hecho profetizando o evangelizando, echando demonios y haciendo milagros.

           Cuesta trabajo admitir que aquellos que han hablado y hecho milagros en nombre de Jesús puedan recibir de él el calificativo de desconocidos y de malvados que no merecen otra cosa que su alejamiento. Pero hasta ese extremo lleva Jesús las cosas. Cabe la posibilidad de que los que están actuando en su nombre como profetas, sacerdotes, evangelizadores, obradores de prodigios, porque cumplen con regularidad este oficio «sacerdotal», sean finalmente descartados del Reino, quedando en situación de excluidos o de malditos. La razón se pone en el desconocimiento, y la puerta del Reino no se abre a los desconocidos. ¿Pueden resultar desconocidos para Jesús los que han venido actuando en su nombre?

           Resulta extraño, pero esto es lo que se afirma: la posibilidad de estar actuando en su nombre al margen de su conocimiento y, por tanto, de su amistad y de su obediencia. Parece que el desconocimiento de Jesús respecto de los que le presentan sus acreditaciones implica el desconocimiento de éstos (que dicen haber actuado en su nombre) respecto del mismo Jesús, esto es, respecto de su voluntad e intereses. Decir «no os conozco» es decir «no os tengo por amigos ni por aliados». La culpa no es del que no les tiene por amigos, sino de los que actuando «en su nombre» han vivido como extraños a él y a sus designios o como alejados de él. Esta ‘lejanía» culpable en la que han vivido se hará abismal en el momento decisivo del juicio: Alejaos de mímalvados. Si merecen el calificativo de ‘malvados’ es porque en su actuación ha habido malicia y no simplemente descuido o negligencia.

           Jesús remata su discurso invocando la prudencia del que no se limita a escuchar su enseñanza, sino del que escucha y pone en práctica, que es la mejor manera de escuchar una doctrina que reclama la puesta en práctica; porque escuchar y no poner en práctica es conceder poco valor a lo que se escucha o actuar de modo insensato, como el hombre necio que edifica su casa sobre arena. Vendrá la lluvia, soplarán los vientos, llegarán las inundaciones y la casa se hundirá totalmente. Para edificar la casa sobre roca, que es lo prudente, es necesario atender a las directrices o al plano del arquitecto y ponerlo por obra. No basta con contemplar el plano del arquitecto, asintiendo al proyecto y recreándose en él; es preciso hacerlo realidad material mediante un trabajo prolongado de albañilería. Así es la enseñanza de Jesús y sólo el que edifica conforme a esta enseñanza construye sobre roca. Obrar así es lo prudente; no hacerlo en este modo es soberana y soberbia imprudencia. Porque, como ya descubrieron sus coetáneos, él enseñaba con autoridady no como los letrados.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

42. Por ejemplo, una Iglesia demasiado temerosa y estructurada puede ser permanentemente crítica ante todos los discursos sobre la defensa de los derechos de las mujeres, y señalar constantemente los riesgos y los posibles errores de esos reclamos. En cambio, una Iglesia viva puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres que piden más justicia e igualdad. Puede recordar la historia y reconocer una larga trama de autoritarismo por parte de los varones, de sometimiento, de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista. Con esta mirada será capaz de hacer suyos estos reclamos de derechos, y dará su aporte con convicción para una mayor reciprocidad entre varones y mujeres, aunque no esté de acuerdo con todo lo que propongan algunos grupos feministas. En esta línea, el Sínodo quiso renovar el compromiso de la Iglesia «contra toda clase de discriminación y violencia sexual»[17]. Esa es la reacción de una Iglesia que se mantiene joven y que se deja cuestionar e impulsar por la sensibilidad de los jóvenes.


[17] DF 150.

Dejarlo todo por Jesús es sentirse libre para seguirle

1.- No lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos? Jesús se volvió y les regañó. Podemos dejarlo todo para seguir a Jesús, sin tener por eso que desear el mal de nadie. Es más, si para seguir a Jesús creemos que debemos desear el mal de alguna persona, realmente no estamos siguiendo a Jesús, porque Jesús nunca deseó el mal de nadie. Seguir a Jesús es amar a Dios y al prójimo como Cristo lo amó, es decir, deseando siempre su bien y haciendo por nuestra parte todo lo que podamos para que sea feliz. Amar hasta a nuestros enemigos significa precisamente eso: desear su bien y su felicidad, es decir, desear que amen a Dios y al prójimo como Cristo los amó. Afectivamente, es verdad que en más de una ocasión no podemos amar a ciertas personas, pero el no amarlas afectivamente no significa que no les amemos espiritualmente, es decir, que no deseemos para ellos todo el bien y toda la felicidad que puedan tener, tal como Dios lo quiere. En este sentido, también debemos decir que dejarlo todo para seguir a Jesús no es algo exclusivo de personas consagradas; es algo que pueden y deben hacer todos los cristianos. Se puede seguir a Jesús sin tener que dejar esposa, familia y casa. Como he dicho al principio, lo importante es sentirse y ser libre para seguir a Jesús por encima de todo, en cualquier circunstancia y lugar. Lo que nunca podemos hacer es posponer el seguimiento a Jesús a circunstancias concretas y particulares. De hecho, yo, que soy fraile, conozco a más de una persona seglar que sigue a Jesús mejor que muchos de nosotros, los consagrados. El evangelio es igualmente obligatorio para todos los cristianos.

2.- Para la libertad os ha llamado Cristo. Ahora bien no utilicéis la libertad como estímulo para la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Estas frases de san Pablo, en su carta a los Gálatas, deben servirnos a todos los cristianos para sentirnos y a ser realmente personas libres, libres ante Dios y ante los hombres, actuando siempre con libertad interior. Dios es nuestro padre, antes que nuestro juez y quiere que nos comportemos ante él como hijos suyos totalmente libres. Porque si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Claro que siempre habrá leyes que debamos cumplir, pero sometiendo siempre todas las leyes a la ley suprema del amor.

3.- Eliseo volvió atrás, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio. Con el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio. Este relato del libro de los Reyes, sobre la vocación del profeta Eliseo, a través del profeta Elías, debe servirnos a cualquiera de nosotros para considerar que Dios puede haberse servido de cualquier persona o circunstancia para habernos llamado a muchos de nosotros a servirle. Porque es evidente que nuestra vocación a la vida religiosa, por ejemplo, se ha debido en muchos casos de una manera muy especial a nuestros padres. Dios no tiene que hablarnos directamente a nosotros, puede muy bien haberse valido de cualquier otra circunstancia concreta. Si estamos convencidos de que nuestra vocación ha sido y es realmente verdadera, agradezcámoselo a Dios y pidámosle fuerzas para seguir adelante.

Gabriel González del Estal

Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré a donde vayas

Al llegar el tiempo de su partida de este mundo, resolvió ir a Jerusalén, y envió mensajeros por delante. Éstos entraron en una aldea de samaritanos para prepararle alojamiento. Pero los samaritanos no lo recibieron porque iba camino de Jerusalén. Al ver esto, los discípulos Santiago y Juan dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Y se fueron a otra aldea.

Mientras iban de camino, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las raposas tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».

Dijo a otro: «Sígueme». Y él respondió: «Señor, déjame antes ir a enterrar a mi padre». Y le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ven a anunciar el reino de Dios».

Un tercero dijo a Jesús: «Yo te seguiré, Señor, pero permíteme que me despida antes de mi familia». Y Jesús le dijo: «El que pone la mano en el arado y mira atrás no es apto para el reino de Dios».

Lucas 9, 51-62

Para meditar

Una de las personas que está con Jesús le dice: “Te seguiré a donde vayas”. Yo a veces me pregunto si yo le diría a Jesús que le seguiría a donde él fuera. ¿Y tú? ¿Sabes lo que le dirías a Jesús? Es una gran pregunta que no tiene una fácil respuesta.

En el Evangelio de hoy Jesús también nos dice que si ponemos la mano en el arado no podemos mirar para atrás, sino que debemos mirar hacia adelante. Debemos creer en las decisiones que tomamos, no estar pensando si he hecho lo mejor o echando cosas de menos. Cuando tomamos una decisión la tomamos con todas las consecuencias y miramos hacia adelante. Si caminamos mirando hacia atrás, nos podemos dar nun buen golepe con cualquier cosa.

Para hacer vida el evangelio

  • ¿Qué le dirías Jesús si te dijera: “Ven y sígueme”?
  • ¿Qué quiere decir que los cristianos seguimos a Jesús? ¿Qué cosas hacemos los cristianos por seguir a Jesús?
  • Escribe un compromiso que puedas hacer esta semana por ser seguidor de Jesús.

Oración

Tú nos quieres del todo… sin resquicios.
no te gustan las mediocridades ni las dudas.
O estamos contigo, o contra Ti,
pero lo tibio lo expulsas de tu boca.
Y muchas veces nosotros somos mediocres,
seguidores tuyos, pero sin que se note,
pobres, pero con seguridades,
comprometidos, pero en el tiempo
que nos sobra,
cristianos, pero sin que nos lleve mucho tiempo
confi ados en Ti, pero hasta que nos llega
algo fuerte
y entonces nos dejamos abatir por la pena,
sin abandonarnos en Ti,
como nos has enseñado.
Tenerte a Ti es vivir la seguridad
en el abandono,
es tenerlo todo, teniendo cada vez
menos cosas,
es ser tuyo, siendo de todo el mundo
a la vez,
es vivir sin preocupaciones,
descansando en Ti,
es ser libre porque se está fundido en Ti, Señor.
Señor, te seguiré a donde quiera que vayas…

Te seguiré a donde vayas

Eso te he dicho una y mil veces, Señor,
pero tu llamada es clara y radical,

nos quieres contigo del todo;
nosotros estamos siempre ocupados

y ponemos disculpas para seguirte en serio.

Es que se me ha muerto alguien…
y Tú nos preguntas a quién está pegado nuestro corazón,
porque seguirte es elegirte como única familia
y estar por encima de las penas y nostalgias,
de apegos y preferencias.

Tú eres el único, el motor de nuestra vida,
el norte de nuestra brújula,

el afecto central, por encima de los nuestros,
la única ocupación, para no vivir preocupados.

Tú nos quieres del todo…
sin resquicios. no te gustan las mediocridades ni las dudas.
O estamos contigo, o contra Ti,

pero lo tibio lo expulsas de tu boca.
Y muchas veces nosotros somos mediocres,
seguidores tuyos, pero sin que se note, pobres,
pero con seguridades, comprometidos, pero en el tiempo

que nos sobra,
cristianos, pero sin que nos lleve mucho tiempo confiados en Ti,
pero hasta que nos llega algo fuerte

y entonces nos dejamos abatir por la pena, sin abandonarnos en Ti,
como nos has enseñado.

Tenerte a Ti es vivir la seguridad
en el abandono,
es tenerlo todo, teniendo cada vez menos cosas,
es ser tuyo, siendo de todo el mundo a la vez,
es vivir sin preocupaciones, descansando en Ti,
es ser libre porque se está fundido en Ti, Señor.

Señor, te seguiré a donde quiera que vayas…

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Domingo XIII de Tiempo Ordinario

• En la indicación que hace San Lucas del comienzo de su camino para “ir a Jerusalén” (51), hacia la Pascua, hay un énfasis especial en el carácter de determinación que este hecho tiene por parte de Jesús: “tomó la decisión” (51).

• Dice el evangelista que eso empieza “cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo” (51). Esta expresión nos lleva al final del Evangelio (Lc 24,51): la Ascensión de Jesús al cielo empieza en el momento de subir a Jerusalén, que será el lugar de su muerte, resurrección y glorificación a la derecha de Dios.

• En este texto hay dos partes. En la primera vemos cómo Jesús educa a los discípulos en el camino, enviándolos, poniéndolos en acción (52-56). En la segunda hallamos que, ante posibles discípulos, Jesús presenta sin rebajas cómo es su camino (57-62).

• La primera de estas partes muestra que la “decisión” (51) de Jesús es firme a pesar de las dificultades (53). Sabe que dificultades, las hay y las habrá. Sabe que hay personas que lo rechazan y que le harán sufrir (Lc 9,22.44). Pero sigue adelante. Y muestra a los discípulos que hay que seguir, que las dificultades no tienen que disminuir la firmeza de la decisión (55-56).

* La actitud de los samaritanos para con Jesús (53) ha de entenderse como una muestra de su enemistad tradicional con los judíos. No acogen a Jesús porque va hacia Jerusalén, el centro del culto judío, que los samaritanos no aceptaban desde el momento en que habían sido excluidos del culto del templo (Jn 4,1-26; 8,48).

• Los discípulos, en cambio, ante la dificultad (53) quieren que “baje fuego del cielo” (54) sobre los samaritanos que no han querido recibir a Jesús. Hay una alusión al profeta Elías, que había hecho bajar fuego del cielo contra los que querían hacerlo prisionero (2 Re 1,10-12). En aquel caso, el fuego era como la prueba de que Elías era el profeta enviado por Dios. Jesús “les regañó” (55). No se reconoce en unos enviados que tienen actitudes prepotentes, que se quieren defender a base de pruebas y argumentos. Jesús sabe que el Evangelio no puede entrar nunca por la fuerza en nadie.

• La única muestra de credibilidad que tendrán los Apóstoles, la misma que tiene Jesús, será la fidelidad a seguir el camino. Y seguir el camino no depende de las circunstancias favorables o adversas, que de todo hay. Depende de la fidelidad a la meta y al mismo camino: no podemos renunciar al estilo de vida, de caminar; no podemos darnos a cualquier método, por más que tengamos argumentos muy lógicos para reaccionar con los mismos modos con los que nos han causado daño. Por otro lado, la adversidad puede ser, ciertamente, el rechazo de los samaritanos. Pero también puede ser el prejuicio de los discípulos hacia los samaritanos (al fin y al cabo, a Jesús no sólo lo rechazan los samaritanos sino también los judíos).

• La fidelidad al camino que Jesús indica (56) acaba dando frutos: después de la Resurrección de Jesús, Samaria acogerá a los cristianos que le traen el Evangelio (Hch 8,5-25).

• La segunda parte, con la presentación del camino a los candidatos a ser discípulos, muestra que seguir a Jesús supone desprenderse de estabilidades y seguridades: es un camino arriesgado, como comprueba el primer posible discípulo (57-58). El segundo (59-60) descubre, por la respuesta paradójica deJesús (60), que el discípulo que lo quiere seguir de veras tiene que poner en un segundo término todas las demás actividades y preocupaciones, como el buen samaritano, que detiene su actividad para servir al hermano: anda, haz tú lo mismo (Lc 10,37). El tercero, finalmente, descubre que lo que de verdad marca la vida es el presente y el futuro del “Reino de Dios” (60), no lo que dejamos atrás, por muy importante que haya sido (61-62). Todo lo que tiene valor, comolos vínculos familiares, lo tiene más todavía si se vive desde la prioridad del “Reino de Dios” (60).

• Los tres (57-62) descubren que el Reino de Dios es prioritario en todos los sentidos. Y que hay que estar dispuesto a vivir en la pobreza y la provisionalidad.

Comentario al evangelio – 27 de junio

Hacer la voluntad Dios es el tema central de la liturgia de la Palabra de hoy. Uno de los grandes desafíos que encontramos en nuestra fe cristiana consiste precisamente en esto: hacer la voluntad de Dios. En general, se encuentran diversos argumentos para no hacer su voluntad, aunque ninguno de ellos se justifica. Puede ser por la dificultad en saber cual es su voluntad en nuestra vida, por la falta de fe o al poner nuestros intereses meramente humanos como criterio de realización personal.

A veces, la voluntad de Dios no coincide con nuestros deseos y optamos por seguir nuestros impulsos. En otros momentos, su voluntad parece muy difícil de ser concretizada en nuestra vida, y acabamos por desistir. Esto fue lo que pasó con Abrán y Saray: él de edad avanzada, ella estéril. Eran dos situaciones vitales que hacían imposible que la promesa de Dios hecha a Abrán se realizase. En la duda, Saray quiso facilitar la realización de la promesa de Dios, cediendo la esclava Hagar para que tuviese un hijo con Abrán. Pero el embarazo de Agar trajo conflictos en la relación de los tres, pues no era aquel el plan de Dios.

Este texto nos muestra que no podemos sesgar o abreviar los planes de Dios en nuestra existencia. Es necesario esperar y confiar que el tiempo de Dios es diferente de lo nuestro. Para ello, no basta saber de memoria las enseñanzas de la Sagrada Escritura o la doctrina de la Iglesia, sin un compromiso efectivo. La confianza no significa solo decir: “Señor, Señor”, sino poner en obra su Palabra. De nada sirve ir a la misa todos los días, recibir la comunión, pagar el diezmo y cumplir algunos preceptos religiosos, si nuestra vida, nuestros proyectos y nuestras actitudes no están conformes a lo que Jesús vivió y enseñó. Pidamos el don del discernimiento, para que sepamos cual es la voluntad de Dios y el don de la paciencia, para saber esperar el tiempo de Dios en nuestra vida, pues como decía Santa Teresa: “quien a Dios tiene, nada le falta”.

Eguione Nogueira, cmf.