Vísperas – Santo Tomás

VÍSPERAS

MIÉRCOLES XIII TIEMPO ORDINARIO
SANTO TOMÁS, Apóstol

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Benditos son los pies de los que llegan
para anunciar la paz que el mundo espera,
apóstoles de Dios que Cristo envía,
voceros de su voz, grito del Verbo.

De pie en la encrucijada del camino
del hombre peregrino y de los pueblos,
es el fuego de Dios el que los lleva
como cristos vivientes a su encuentro.

Abrid pueblos, la puerta a su llamada,
la verdad y el amor son don que llevan;
no temáis, pecadores, acogedlos,
el perdón y la paz serán su gesto.

Gracias, Señor, que el pan de tu palabra
nos llega por tu amor, pan verdadero,
gracias, Señor, que el pan de vida nueva
nos llega por tu amor, partido y tierno. Amén.

SALMO 115: ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO

Ant. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en las pruebas.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en las pruebas.

SALMO 125

Ant. Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
´»el Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

CÁNTICO de EFESIOS

Ant. Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

LECTURA: Ef 4, 11-13

Cristo ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

RESPONSORIO BREVE

R/ Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V/ Contad a los pueblos la gloria del Señor.

R/ Sus maravillas a todas las naciones.
V/ La gloria del Señor.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Contad a los pueblos la gloria del Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. He metido el dedo en el agujero de los clavos, y la mano en su costado, y dije: «¡Señor mío y Dios mío!»

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. He metido el dedo en el agujero de los clavos, y la mano en su costado, y dije: «¡Señor mío y Dios mío!»

PRECES

Hermanos, edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:

            Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

<

p style=»text-align:justify;»>Padre santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles,

— haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

<

p style=»text-align:justify;»>Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,

— haz que el evangelio sea proclamado a toda la creación.

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
— danos también a nosotros sembrar tu semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia.

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
— haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que has sentado a tu Hijo a tu derecha, en el cielo,
— Admite a los difuntos en tu reino de felicidad.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, concédenos celebrar con alegría la fiesta de tu apóstol santo Tomás; que él nos ayude con su protección, para que tengamos en nosotros vida abundante por la fe en Jesucristo, tu hijo, a quien tu apóstol reconoció como su Señor y su Dios. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 3 de julio

3 de julio

Juan 20,24-29 – Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Padre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz; concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según san Juan 20,24-29

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.» Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.»

3) Reflexión

• Hoy, en la fiesta de Santo Tomás, el evangelio nos presenta el encuentro de Jesús resucitado con el apóstol Tomás, que quería ver para poder creer. Por esto muchos lo llaman Tomás, el incrédulo. En realidad, el mensaje de este evangelio es bien diferente. Es mucho más profundo y actual.

• Juan 20,24-25: La duda de Tomás. Tomás, uno de los doce, no estaba presente cuando Jesús aparece a los discípulos la semana anterior. Tomás no cree en el testimonio de los demás que decían: “Hemos visto al Señor”. Pone condiciones: ««Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.”. Tomás es exigente. Quiere ver para creer. No quiere un milagro para poder creer. ¡No! Quiere ver las señales en las manos, en los pies y en el costado. No cree en un Jesús glorioso, desligado del Jesús humano que sufre en la cruz. Cuando Juan escribe, al final del siglo primero, había personas que no aceptaban la venida del Hijo de Dios en la carne (2 Jn 7; 1Jn 4,2-3). Eran los gnósticos que despreciaban la materia y el cuerpo. Y para criticar a los gnósticos, el evangelio de Juan habla de la preocupación de Tomás que quiere “ver para creer”. La duda de Tomás deja transparentar también lo difícil que era creer en la resurrección.

• Juan 20,26-27: No seas incrédulo, sino creyente. El texto dice “seis días después”. Esto significa que Tomás fue capaz de sostener su opinión durante una entera semana, contra el testimonio de los otros apóstoles. ¡Vaya tozudez! ¡Gracias a Dios, para nosotros! Y así, seis días después, durante la reunión de la comunidad, ellos tuvieron de nuevo una profunda experiencia de la presencia de Jesús resucitado en medio de ellos. Las puertas cerradas no pudieron impedir que El estuviera en medio de los que creían en El. Hoy pasa lo mismo. Cuando estamos reunidos, aunque tengamos las puertas cerradas, Jesús está en medio de nosotros. Y hasta hoy, la primera palabra de Jesús, es y será siempre: “¡La Paz esté con vosotros!» Lo que llama la atención es la bondad de Jesús. No critica, ni juzga la incredulidad de Tomás, sino que acepta el reto y dice: “Tomás, ¡ven, pon tu dedo en mis heridas!». Jesús confirma la convicción de Tomás y de las comunidades, a saber: el resucitado glorioso es ¡el crucificado torturado! El Jesús que está en la comunidad, no es un Jesús glorioso que no tiene nada en común con nuestra vida de gente normal. Es el mismo Jesús que vivió en esta tierra y que tiene en el cuerpo las señales de su pasión. Las señales de su pasión están hoy en el sufrimiento de la gente, en el hambre, en las señales de tortura, de injusticia. Y en las personas que reaccionan, que luchan por la vida y no se dejan abatir, Jesús resucita y se hace presente en medio de nosotros. Y ¡Tomás cree en este Cristo, y nosotros también!

• Juan 20,28-29: Felices los que no vieron y creyeron. Con él decimos: «¡Señor mío y Dios mío!» Esta entrega de Tomás es la actitud ideal de la fe. Y Jesús completa con el mensaje final: «Has creído porque has visto. ¡Dichosos los que no han visto y han creído ¡» Con esta frase, Jesús declara felices todos los que estamos en esta condición: sin haber visto, creemos que el Jesús que está en medio de nosotros, es el mismo Jesús que ¡murió crucificado!

El envío: «¡Como el Padre me ha enviado, yo también os envío!» De este Jesús, crucificado y resucitado, recibimos la misión, la misma que él recibió de su Padre (Jn 20,21). Aquí, en la segunda aparición, Jesús repite: «La paz sea con vosotros.” Esta repetición acentúa la importancia de la Paz. Construir la paz forma parte de la misión. Paz, significa mucho más que la ausencia de guerra. Significa construir una convivencia humana armoniosa, en la que las personas puedan ser ellas mismas, teniendo todas lo necesario para vivir, conviviendo felices y en paz. Fue ésta la misión de Jesús, y es también nuestra misión. Jesús sufrió y dijo:”Recibid al Espíritu Santo” (Jn 20,22). Solamente con la ayuda del Espíritu de Jesús, seremos capaces de realizar la misión que El nos dio. Enseguida Jesús comunicó el poder de perdonar los pecados: «A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» El punto central de la misión de paz está en la reconciliación, en el intento de superar las barreras que nos separan. Este poder de reconciliar y de perdonar es dado a la comunidad (Jn 20,23; Mt 18,18). En el evangelio de Mateo es dado también a Pedro (Mt 16,19). Aquí se percibe que una comunidad sin perdón ni reconciliación no es una comunidad cristiana. Dicho con una palabra, nuestra misión es crear comunidad a ejemplo de la comunidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

4) Para la reflexión personal

• En la sociedad de hoy, las divergencias y tensiones de raza, clase, religión, género y cultura son enormes y crecen cada día. ¿Cómo realizar hoy la misión de reconciliación?
• En tu familia y en tu comunidad, ¿hay algún grano de mostaza que apunta hacia una sociedad reconciliadora?

5) Oración final

¡Alabad a Yahvé, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad de Yahvé dura para siempre. (Sal 117)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 9, 49-50

49Porquetodo será salado por el fuego. 50La sal es buena; pero si la salse vuelve insípida, ¿con qué la salaréis? Tened sal en vosotros y vivid en paz unos con otros”».

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p style=»text-align:justify;»>9,49-50: La sección se termina con tres dichos sobre la sal (9,49.50a.50b); los dos primeros concluyen el tema del juicio y el tercero cierra la sección entera al volver al tema de la discordia/concordia en la comunidad, que aparece al principio (9,33-34).
El primero de estos dichos, «todo será salado por el fuego», es uno de los dichos más enigmáticos de Jesús en el Nuevo Testamento. A juzgar por el contexto precedente, en el que el fuego ha funcionado como un símbolo del castigo (9,43-48), «la salazón por el fuego» sería negativa y destructiva; quizás el significado es que todos, no solo el malvado, tendrán que pasar por un juicio en el que uno puede quedar chamuscado. Pero a juzgar por el contexto siguiente, en el que la sal aparece como algo bueno (9,50), la salazón por el fuego tendría una interpretación positiva. Quizás la imagen sea la de un fuego que puede ser destructivo o purgativo dependiendo de las acciones anteriores (9,41-48) y de la disposición (9,50) de la persona que es juzgada. En el Antiguo Testamento y en los textos cristianos primitivos el fuego admite ambos aspectos, a veces en el mismo texto y en cercana proximidad uno con el otro (por ejemplo, Mal 3,2-3; 4,1). «El bautismo con fuego… » de Mt 3,11-12 y Lc 3,16-17 es una expresión con doble sentido, ambigüedad que también podría aplicarse al símbolo del fuego en nuestro dicho; el fuego escatológico castigará al malvado, pero refinará al justo (cf. Is 43,2). Si esta interpretación es correcta, el dicho siguiente, sobre la calidad de la sal y la necesidad de conservar su sabor (9,50ab), acentúa la coyuntura en la que se hallan los destinatarios de las palabras de Jesús: ahora es el momento en el que se tomará la decisión crítica que determinará si el fuego escatológico los purificará o castigará. El momento presente, pues, pide ejercitar el discernimiento apocalíptico y a esta facultad es a la que se refiere ahora la metáfora de la sal, ya que la sal simboliza a menudo la sabiduría. La pregunta retórica sobre la sal que se torna insípida y la declaración sobre la incapacidad de cualquier cosa externa para restaurar su sabor son así un modo de replantear el punto clave de 8,36-37, a saber: que cambiar cualquier cosa, aun el objeto más preciado del universo, por la vida eterna es la mayor ganga del mundo.

Es preciso propiciar la fuente de paz que es la comunidad, como sugiere Jesús cuando exhorta como conclusión a «tened sal en vosotros y estad en paz entre vosotros» (9,50c). Jesús da a entender así que hay una profunda relación entre la sustancia interior (lo que la Biblia llama la «sabiduría») y la armonía externa. Así pues, la exhortación que concluye en 9,50 vuelve al punto de partida del conjunto 9,33-50, al egoísmo humano y al orgullo que dan lugar a la desunión y la intolerancia, que causan estragos en la Iglesia al igual que en otras sociedades (9,33-37.38-40). A lo largo de nuestra subsección se ha ido dibujando una imagen horrorosa del destino al que, en última instancia, tales impulsos egoístas e incontrolados llevan a los seres humanos: a un lugar de tormento, en el que los únicos compañeros imaginables son gusanos devoradores y un fuego que consume (9,48). Ahora, sin embargo, una imagen de armonía comunitaria («vivid en paz entre vosotros») se contrapone al retrato del horror desolado y se sobrentiende que esta realidad escatológica de paz comunitaria está ya disponible por la sabiduría que mana del donante de todos los bienes (cf. St 1,17).

En el siguiente pasaje se hará evidente que esta incursión en la esfera terrenal de la paz en los tiempos finales, que es también la paz de los inicios, tiene sorprendentes consecuencias para las relaciones en el matrimonio, una unión divinamente ordenada «desde el principio de la creación», pero luego humanamente distorsionada (10,6).

Comentario del 3 de julio

Estudio de los textos

Hoy celebramos la fiesta de Santo Tomás Apóstol. La primera lectura está tomada de la carta de San Pablo a los Efesios. El libro de los Hechos dice que el apóstol se detuvo un breve espacio de tiempo en esta ciudad durante su segundo viaje (Hech 18, 19-21), pero durante el tercero permaneció allí unos tres meses (Hech 20, ). Como ocurre con Romanos respecto a Gálatas, la carta a los Efesios parece ser la elaboración sistemática de la doctrina que fluye de manera más espontánea en Colosenses. El escrito, una síntesis teológica sobre Cristo y la Iglesia, se dirige a una comunidad de origen judío a donde han llegado gentes provenientes del mundo gentil. Puede dividirse en cuatro partes, en 1, 1-2 se encuentra el saludo inicial. La sección doctrinal la tenemos en 1, 3-3, 21, aquí aparecen las ideas más importantes, el deseo de crear un nuevo pueblo en Cristo ya estaba en la mente de Dios desde el origen del mundo, el ministerio de Pablo es un designio divino, y por último, los efesios deben captar y experimentar todo lo que esto significa. La parte tercera, la contenida en 4, 1-6, 20, es una exhortación a perseverar en la unidad y en el cumplimiento de los deberes propios de cada estado o circunstancia. Y 6, 21-24 es el epílogo. La carta tradicionalmente ha sido considerada como la primera de las de la cautividad (Filipenses, Colosenses, y Filemón), sin embargo, presenta algunas dificultades. En primer lugar, el título “a los Efesios” falta en los manuscritos más importantes y en algunos de ellos ha sido añadido al margen (hubo autores que la titularon “a los laodicenses”, basados en Col 4, 16), ¿se trataría de una carta circular que permitiese escribir el nombre de la iglesia donde se fuera a leer? No sabemos, pero no están atestiguadas este tipo de prácticas en la antigüedad. En segundo lugar, la carta contiene una sola alusión personal (Tíquico, en 6, 21), es muy extraño si tenemos en cuenta que Pablo estuvo personalmente en Éfeso, parece más bien que su autor no estuviera relacionado con sus destinatarios. Un tercer punto en discordia es el uso del lenguaje, 42 vocablos son exclusivos de este escrito y su estilo es muy recargado y ampuloso. También se encuentran grandes diferencias con la doctrina paulina que se refleja en otras cartas tenidas como auténticas, por ejemplo, apenas si se alude al Cristo que ha de venir, sólo al resucitado, la imagen de la iglesia es muy universal, no hay referencias a la iglesia local, la polémica que parece reflejarse (gnosticismo) no es la de los primeros tiempos, en muchos momentos da la impresión de que se trata de un escrito compuesto por un cristiano de segunda generación. De todos modos, no hay argumentos contundentes ni a favor ni en contra de la autoría paulina de este escrito, de ahí que los investigadores hablen del año 60 o del siglo II cuando proponen la fecha de su composición.

El texto de la liturgia de hoy pertenece a la parte doctrinal. Tras el himno inicial Pablo agradece a los efesios su fe y les comunica el contenido de su oración por ellos. Continúa recordándoles su proceder anterior. A continuación tenemos nuestro texto y después el apóstol da razón de su ministerio. En los versículos propuestos San Pablo, haciendo uso de la imagen del templo consagrado al Señor, habla del nuevo pueblo formado por Dios a través de Cristo y del Espíritu. Su esquema de pensamiento es el mismo con el que abría la carta, el designio de Dios se cumplió en su Hijo quien dio a conocer a los creyentes su proyecto de salvación. Podemos dividirlo en dos partes, la primera comprende la idea principal, que el creyente no es extranjero, sino ciudadano del pueblo de Dios, la segunda la explica con más detalle.

La primera parte expresa que los miembros gentiles de la comunidad son ciudadanos del pueblo de Dios, se entiende, junto con los que proceden del judaísmo. Todos son hijos de Dios, formando una sola familia por la adopción divina realizada en Cristo. La idea completa la expresada un poco más arriba (2, 14-18), que Cristo vino a unir a los dos pueblos que estaban separados por la Ley y el odio. Con la imagen del edificio llegamos a la segunda parte. Ahora el centro de la narración es Cristo. Pablo afirma que los creyentes están edificados sobre “el cimiento de los apóstoles y profetas”. No está claro el significado que pueda tener la expresión, dado que no aparece en ninguno de sus escritos (siempre se refiere a sí mismo como apóstol y edificador), sólo Ef 4, 11 ofrece una pista, se refiere a los comienzos de la Iglesia universal. Son, pues, los profetas del NT (Hech 11, 27) junto con los apóstoles (Lc 11, 49; Mt 23, 34), los primeros testigos de la revelación del plan de Dios (Ef 3, 5). Cristo es identificado con la piedra angular (cfr. Is 28, 16), expresándose así su función de cimiento (1Cor 3, 10s.), mejor dicho, quien unifica y da cohesión a este edificio que se está levantando (cfr. 4, 12.16.29; Rom 14, 19; 1Cor 14, 12; 2Cor 10, 8). Desde este centro los efesios contribuyen al crecimiento mutuo y al de todo el edificio que es la Iglesia (curiosamente en 1Pe 2, 25 los miembros que componen el cuerpo de Cristo son descritos como piedras vivas).

El salmo responsorial es el 116, que se corresponde con el 117 de la Biblia Hebrea. Se trata del salmo más breve de todo el salterio, la liturgia no ha tenido que seleccionar versos en este caso (al contrario de lo que ocurría con el de ayer, que es el más largo y curiosamente es el que viene después). Los versos están formados por dos hemistiquios que expresan la misma idea en paralelo. El primero es una invitación a todas las naciones a la alabanza al Señor, y el segundo la motivación de aquélla, su misericordia y su fidelidad con su pueblo. Los investigadores no están de acuerdo en si estamos ante un salmo completo o solo una parte de otro que se ha perdido, o si se trata de una antífona que servía para otros salmos o himnos. El detalle más llamativo es que la primera parte se dirige a toda la humanidad, mientras que la segunda (recordemos, la motivación) la protagoniza un nosotros. ¿De qué se trata? ¿Es que todas las naciones han de alabar al Dios de Israel por las acciones realizadas con su pueblo? Probablemente lo mejor sea interpretarlo al modo como entendíamos el salmo del martes pasado (33, 2-9), aunque aquí de manera colectiva, es decir, como una exultación de gozo por los beneficios recibidos. La alegría es desbordante, por eso su horizonte son todos los pueblos.

Y haciendo honor a la fiesta de hoy, el evangelio nos presenta la historia de Tomás. El relato está tomado del evangelio de San Juan. Por determinadas características esta obra no puede encuadrarse dentro de los sinópticos. Hagamos una breve referencia a las más importantes. En primer lugar, la composición. El cuarto evangelio difiere notablemente de la presentación de Jesús que hacen los sinópticos. Se puede dividir en cuatro partes perfectamente delimitadas, prólogo (1, 1-18) donde se presentan los grandes temas que desarrollará más tarde. El libro de los signos (1, 19-12, 50), que recoge la actividad de Jesús antes de su pasión y muerte. Está organizado en torno a siete signos (que los sinópticos llaman milagros): conversión del agua en vino en Caná de Galilea (2, 1-12), curación del hijo del funcionario real (4, 46-54), curación de un paralítico (5, 1-18), multiplicación de los panes (6, 1-15), Jesús caminando sobre las aguas (6, 16-21), curación de un ciego (9, 1-7) y resurrección de Lázaro (11, 1-46). Algunos de estos signos tienen sus paralelos en los otros evangelios, lo más importante es que dan pie a los largos discursos de Jesús (recurso tan típico de Juan ). La tercera parte la constituye el libro de la gloria (13, 1-20, 31), se narra de forma muy extensa la última cena (caps. 13-17), de nuevo con largos discursos de Jesús, también encontramos los acontecimientos de la pasión, crucifixión, muerte y resurrección. Y por último el epílogo (cap. 21) que más bien parece un añadido, donde tenemos la aparición de Jesús a los discípulos en el mar de Galilea y la conclusión. Otra característica de este evangelio es el tipo de lenguaje y estilo utilizados. Ya hemos dicho que elabora grandes discursos puestos en boca de Jesús. Si en los otros tres evangelios encontramos gran número de historias, personajes, viveza, aquí el ritmo es monótono, grandes monólogos, en muchos casos no sabemos cuándo ha dejado de hablar un personaje o ha empezado a hacerlo otro. Además, palabras que para los sinópticos son fundamentales (como evangelio, reino, llamar, parábola) aquí apenas si hay rastro, y al revés, en Juan tenemos términos que para aquellos no tienen relevancia (por ejemplo, verdad, conocer, mundo, judíos, testimonio, luz). Es llamativo que el cuarto evangelio narre cuatro viajes de Jesús a Jerusalén. Los recursos literarios más empleados son las controversias (2, 13-22; 5, 16-47; 7, 14-24), los diálogos (2, 23-3, 21; 4, 7-42; 11, 17-44) y relatos de la exaltación de Jesús (2, 13-22; 6, 26-59; 12, 18, y sobre todo, el libro de la gloria). La tercera característica importante es la presentación de Jesús y su teología, sintetizando podemos decir que para los sinópticos Jesús es el que cumple las promesas veterotestamentarias y con sus palabras y acciones manifiesta el Reino de Dios, mientras que para Juan es el que exige la adhesión total del creyente. Teológicamente Juan configura su evangelio en tres núcleos, el Padre, el Hijo y el Espíritu, aunque todos se organizan en torno al Hijo, podemos decir que su teología es cristología, hablar de Dios es hablar de Jesús como revelador, y hablar del Espíritu es también hacerlo de Jesús como quien facilita a las personas la posibilidad de aceptarlo como Dios. Para la fecha de composición del evangelio normalmente se piensa en los años 80 y 90. En cuanto al lugar la opinión de los investigadores varía, aunque en los últimos años se piensa más en ambiente jerosolimitano. Es cuestión muy debatida la del autor. Una parte de la tradición, la que ha llegado a nosotros, ha identificado a Juan, el de Zebedeo, con el Discípulo Amado, que es quien está detrás de la composición de esta obra. Los estudios actuales si de algo están seguros es que estamos ante dos personajes distintos, pero la identidad de este discípulo aún está sin descubrir.

La aparición de Jesús a Tomás la tenemos casi al final del evangelio, antes del epílogo. Pertenece a la sección dedicada a la resurrección. Tras la llegada de Pedro y el otro discípulo al sepulcro, se encuentra la aparición de Jesús a María Magdalena, y después a los discípulos. Luego viene nuestro texto y la primera conclusión del evangelio. El autor parece pensar en el relato como el final de la obra, después de haber narrado los misterios de la vida, muerte y resurrección de Jesús y haber expuesto una historia (la precedente) para consolidar la vida de los discípulos con el envío del Espíritu Santo, concluye con el testimonio de fe más explícito de todo el evangelio. Se puede decir que estamos ante un quiasmo temático con un quiebro final, de este modo, discípulos: hemos visto al Señor (ver-creer)/Tomás: si no veo no creo (no ver-no creer)/Tomás ve y cree (ver-creer)/Jesús: dichosos los que crean sin ver (creer sin ver). Toda la escena está construida en función del final, la profesión de fe de Tomás y la sentencia de Jesús. Analicemos los detalles más importantes. Los acontecimientos se presentan una semana después, se insiste en que tiene lugar el día del Señor, seguramente el domingo ya había pasado a ser el día de la celebración de los cristianos. La alusión a las manos y al costado contiene un significado simbólico, la resurrección no es simplemente una experiencia individual, ni un convencimiento de que Jesús habría sobrevivido a la muerte, lo más importante es que se trata del regreso del mismo Jesús con el que habían convivido los discípulos (1Jn 1, 1-3), de ahí la insistencia en los detalles concretos como la herida del costado y la marca de los clavos (por cierto, que esta es la única prueba que ofrece el evangelio de que Jesús fue clavado en la cruz y no atado, como se hacía normalmente). Jesús se dirige a Tomás para que lo toque (contrariamente a la prohibición a María Magdalena en 20, 7), no sabemos si llegó a hacerlo, lo que sí aparece en sus labios es la mayor declaración de la identidad de Jesús de todo el evangelio, Señor y Dios (términos que la LXX utiliza para traducir el nombre de Dios en el AT, Yhwh-Elohim). Esta fórmula pasará en el futuro a formar parte de la confesión de fe cristiana (cfr. Hech 2, 36; Tit 2, 13; Heb 1, 8s.). Termina el relato con unas palabras de Jesús dirigidas a los cristianos de todos los tiempos (cfr. 1Pe 1, 8). ¿En qué sentido hemos de comprenderlas? Las pruebas históricas de la resurrección pueden servir de ayuda a la fe, pero lo verdaderamente importante es la Palabra misma y el testimonio (cfr. 4, 48; 10, 38).

Comentario teológico

La celebración de Santo Tomás nos presenta algunas notas interesantes. La más importante y que engloba las demás es la descripción del camino de la fe: el paso de “no creer” a “creer”. Los discípulos se encuentran reunidos, Jesús se les aparece. Después lo comunican a Tomás. Él no cree en su testimonio, se deduce que tampoco en la resurrección. A partir de entonces el protagonista pasa a ser otro, Jesús. Él es quien indica cuál es el verdadero itinerario de la fe: “creer sin ver”. La sentencia hemos de comprenderla en el contexto en que se expresa, hay un testimonio que el discípulo rechaza y hay unas pruebas (las manos y el costado) que posibilitan el cambio de actitud. Insistimos, el objeto de la fe es Jesús, lo central es la profesión de fe “Señor y Dios”. Es secundaria, aunque importante, la lección última. ¿Por qué nuestro empeño? Durante siglos se ha puesto el énfasis en las palabras finales de Jesús, llegándose a extrapolar su sentido, precisamente por sacarlo de contexto. “Creer sin ver” se ha aplicado a aquellas realidades misteriosas de la fe, pero sobre todo, se ha utilizado cuando determinadas declaraciones o comportamientos no eran comprendidos por los creyentes, habían de creerse, ser aceptados, sin ver, sin saber su sentido. A lo más que se llegaba era a que doctores tiene la Iglesia para explicar lo que no se entiende. Lejos se encuentra esto de exponer a Jesús como objeto de la fe. Eso es comprender, no creer, la fe está en otro nivel, precisamente en lo que va aparejado a la declaración de Tomás: el testimonio de los otros discípulos y la fe en el mismo Jesús que convivió con ellos. Otra nota importante es la que ya hemos señalado con ocasión de las fiestas de San Pedro y San Pablo, el pasado 29 de junio, o la del nacimiento de San Juan Bautista, el 24 de junio. La celebración de los santos no es para los creyentes simplemente un motivo de admiración, sino un ejemplo y un compromiso. El primero nos sitúa ante una misma realidad, que todos somos humanos. El segundo ante la realidad de los otros a quienes se dirige nuestra existencia.

Las lecturas nos abren otra perspectiva de pensamiento. La carta a los Efesios presenta como cimiento de la fe a Cristo, a los apóstoles y a los profetas. El objeto de la fe que antes decíamos, aquí es quien la posibilita, junto a los otros. El estudio del texto revelaba que en su origen pudo haber sido concebido como la exposición de una doctrina general dirigida a toda la comunidad de creyentes. Por tanto, la comunidad de personas provenientes del mundo judío y del ámbito gentil llamadas a formar un solo pueblo, puede tomarse como un programa permanente de la gran comunidad de cristianos de todos los tiempos. Se habla de unidad que parte del mismo Cristo y está orientada a la construcción de la ”morada de Dios”. No hay que olvidar que en todas las comunidades de todos los tiempos y lugares la raíz es El, junto con los apóstoles y profeta, no de una parte de creyentes, como tantas veces se ha interpretado. Tampoco ha de pasar desapercibida otra característica importante, se trata de unidad enriquecida con la pluralidad (judíos y gentiles), no de uniformidad. El salmo responsorial, ya lo decíamos en el estudio del texto, también habla de pluralidad de naciones y un Dios. El objeto es la alabanza y el motivo la alegría basada en su misericordia y fidelidad, lo decíamos antes también, el objeto de la alegría no es un pueblo, sino las acciones de Dios. Del evangelio ya hemos destacado las características más importantes. También aparece una alusión directa a la universalidad de los creyentes, creer sin haber visto” (repetimos, en el mismo Jesús que fue crucificado, por el testimonio de otros), e indirectamente se entronca con la fe de otro grupo religioso, los judíos (en el estudio del texto descubríamos que la declaración de fe de Tomás traduce el nombre de Dios del AT).

Una conclusión, los textos están constantemente jugando con la imagen de dos elementos que llevan a uno: gentiles-judíos que forman el edificio de Dios, naciones-nosotros que alaban a Dios, y creyentes-no creyentes que se dirigen a Jesús como Señor y Dios. La pluralidad parece ser un elemento intrínseco de las comunidades, la concomitante división se supera en la tarea de la construcción, de la alabanza y de la fe en Jesús.

Christus Vivit – Francisco I

48. Aquella muchacha hoy es la Madre que vela por los hijos, estos hijos que caminamos por la vida muchas veces cansados, necesitados, pero queriendo que la luz de la esperanza no se apague. Eso es lo que queremos: que la luz de la esperanza no se apague. Nuestra Madre mira a este pueblo peregrino, pueblo de jóvenes querido por ella, que la busca haciendo silencio en el corazón aunque en el camino haya mucho ruido, conversaciones y distracciones. Pero ante los ojos de la Madre sólo cabe el silencio esperanzado. Y así María ilumina de nuevo nuestra juventud.

Comentario Domingo XIV de Tiempo Ordinario

Oración preparatoria

Tú eres la Luz en nuestros corazones, y nos das tu ardor con la certeza de la Pascua. Tú nos confortas en la fracción del pan, para anunciar a nuestros hermanos que en verdad Tú has resucitado y nos has dado la misión de ser testigos de tu evangelio. AMEN.

 

Lc 10,1-12.17-20

«1Pero después de estas cosas, designó el Señor a otros setenta y dos y los enviópor delante de él, de dos en dos, a toda ciudad y sitio adonde él iba a ir.

2Pero decía a ellos: “La mies [es] mucha pero los obreros pocos. Así que rogad alSeñor de la mies para que envíe obreros a su mies.

3Id; he aquí que os envío como corderos en medio de lobos.

4No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias y no saludéis a nadie por el camino.

5En la casa en que entréis, primero decid: ‘Paz a esta casa’. 6Y si allí hubiera un hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz; pero si no, se volverá a vosotros. 7Pero permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo de ellos, porque digno es el obrero de su salario. No vayáis de casa en casa.

8Y en la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo puesto para vosotros 9y curad a los enfermos [que haya] en ella, y decidles: ‘Se ha acercado sobre vosotros el Reino de Dios’. 10En la ciudad en que entréis y no os reciban, saliendo a sus plazas decid: 11‘Y sacudimos sobre vosotros hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies; de todas formas, sabed que se ha acercado el Reino de Dios’. 12Os digo que en aquel día habrá menos rigor para los de Sodoma que para aquella ciudad”.

[Vv. 13-16]

17Pero regresaron los setenta y dos con alegría diciendo: “Señor, también los demonios se nos someten en tu nombre”.

18Pero les dijo: “Veía a Satanás cayendo del cielo como un rayo. 19He aquí que os he dado la autoridad de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os dañará; 20pero no os alegréis de que los espíritus se os someten; más bien alegraos de que vuestros nombres han sido escritos en los cielos.

PALABRA DEL SEÑOR

 

CONTEXTO

El evangelio de este domingo es la continuación del anterior, unido por la expresión “Después de estas cosas”. Continúan las lecciones de discipulado. Y en estaocasión se nos narra la misión y envío de 72 discípulos, un envío exclusivo de Lucas aunque con materiales compartidos con Mateo. Lucas ya había contado el envío de los Doce (9,1-6) y ahora narra el de los 72. La perícopa no está completa, faltan los vv. 13-16. Y, después de narrar la vuelta de los misioneros, el evangelio continúa con la exclamación feliz de Jesús a Dios Padre porque el Evangelio ha sido revelado a los sencillos (10,21-22). Lucas es el único evangelista que nos relata dos envíos de Jesús, lo que confiere a este tema una importancia especial: un discípulo de Jesús es siempre un enviado suyo, es siempre un misionero.

 

TEXTO

El evangelio constituye una perícopa, aunque incompleta. En ella se van desgranando distintos aspectos de la Misión, en dos grandes partes.

1) La primera parte contiene el discurso de misión de Jesús, con:
a) v. 1: la situación inicial;
b) v. 2: el ruego a Dios para que envíe obreros a la mies;
c) v. 3: las condiciones materiales del envío;
d) vv. 5-7: la misión en la casa;
e) vv. 8-12: la misión en la ciudad.

El texto va creciendo en cada paso y, en este esquema, el aspecto central es el de las condiciones materiales (escasos pertrechos materiales porque se tienenabundantes pertrechos espirituales).

2) La segunda parte nos cuenta el regreso de los misioneros; el texto se centra en la alegría y la verdadera causa de la misma. En un primer momento, los 72 vuelven alegres contando a Jesús los prodigios obrados en su nombre (v. 17); y luego viene la respuesta de Jesús en la que se destaca la autoridad concedida y la causa de la alegría (vv. 18-20).

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• El evangelio nos presenta el programa de los misioneros. El encargo de Jesús rescata valores comunitarios fundamentales para nuestro tiempo, como la hospitalidad y la acogida, el compartir y la comunión de mesa, la atención a los necesitados y la pacificación. ¿Cómo andamos en esos valores discipulares?

• Toda la misión es un encargo del Señor de la mies: nuestra unión con Él es el fundamento de nuestro compromiso misionero. Somos enviados por Dios y capacitados por el Señor Jesús con una autoridad sobre “todo poder” del mal.¿Somos conscientes de tener esa autoridad? ¿Cómo la ejercemos contra todo tipo de mal?

• Precisamente por tener esa autoridad concedida a sus discípulos por Jesús, los pertrechos materiales son irrelevantes. La evangelización no se basa en aspectos exteriores o materiales sino en nuestra capacitación interior. ¿Necesitamos muchas cosas porque nos falta lo más importante en nuestra misión?

• La casa y la ciudad son los escenarios privilegiados del envío de Jesús para ejercer la labor misionera. ¿Qué oportunidades nos brindan? ¿Son nuestras casas y nuestras ciudades espacios de evangelización?

• Los misioneros debemos anunciar, con palabras y hechos, el mismo anuncio de Jesús: está llegando el Reino. La soberanía de Dios se nota porque la vida se hace más plena y más digna, en paz y armonía personal y social. ¿Son estas las claves de nuestro anuncio?

• La alegría es constitutiva de la misión y del carácter del misionero, pero no por los posibles resultados obtenidos, sino por estar “inscritos” en Dios, habitados por Él. La medida de nuestra alegría es la medida de la presencia de Dios en nuestra vida y de nuestro compromiso con su Proyecto de salvación universal.

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo XIV de Tiempo Ordinario

XIV Domingo de Tiempo Ordinario
7 de julio 2019

Isaías 66, 10-14; Salmo 65, Gálatas 6, 14-18; Lucas 10, 1-12. 17-20

Jesús Envía a los Setenta y Dos

En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’. Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que, en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.

Reflexión

Jesús los manda de dos en dos. ¿Por qué es mejor ir de dos en dos? (uno puede orar; pueden ayudarse, están más protegidos, creen dos más que a una…) Jesús los manda a lugares donde pensaba ir, ¿Qué significa esto? (Nosotros llevamos el mensaje, pero Jesús es el que entra en los corazones.) ¿Cual mensaje? (Jesús nos ama y abrió las puertas del Cielo con Su cruz; amar y obedecerlo) ¿Por qué dijo: “los envío como corderos en medio de lobos”? (Algunos pecadores no quieren cambiar y rechazan el mensajero; Dios nos da la libertad de escogerlo o no.) Jesús pide que digan, “Que la paz reine”, ¿por qué? (Si tienen corazones abiertos al mensaje de arrepentimiento y amor, tendrán paz). ¿Cómo podemos llevar ese mensaje al mundo? (ejemplo de vida, hablar de Jesús) Compartir.

 

Actividad

En la siguiente página, colorear nombre de Jesús, cortar, pegar en cartulina de color. De dos en dos actúen una situación donde imitan a Jesús.

Oración

Jesús, quiero ser Tu mensajero. Manda tu Espíritu Santo a mi corazón para llevar paz y amor a todos en mi familia y en mi comunidad. Transforma a los corazones que no quieren recibir Tu mensaje. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

No sé si algunos de ustedes conocen a esta mujer (enseñe la foto). Su nombre es Fanny Crosby. Ella vivió hace mucho tiempo, ¡antes de que sus bisabuelos hubiesen nacido! ¡Ella tiene una historia increíble!

Fanny, al nacer, era una bebé saludable, pero cuando fue más grandecita se enfermó. Un hombre, haciéndose pasar por un doctor, trató de curarla, pero en su lugar, hizo que Fanny quedara ciega. Esto no desalentó a Fanny. A la edad de 8 años comenzó a escribir poemas. También escribió himnos, muchos de los cuales se cantan en las iglesias hoy. Ella escribió para los presidentes y fue la primera mujer en hablar ante el Senado de los Estados Unidos.

Muchos músicos famosos fueron a donde Fanny pidiendo ayuda. Le pedían que escribiera las palabras para la música que habían escrito. En una ocasión, un músico famoso pasó por su casa esa noche mientras iba hacia la estación del tren. Le pidió a ella que escribiera las palabras para una canción que iba a tocar esa noche. ¡Ella tendría 35 minutos para hacerlo! No solo lo hizo, sino que «Salvo en los tiernos brazos» llegó a ser uno de sus himnos favoritos.

Cuando las personas tienen un talento tan increíble como el de Fanny, pueden hacer muchas cosas con él. Algunos pueden darse ínfulas del talento que poseen y presumir ante otros. Otros escogen el utilizar su talento para glorificar a Dios. Eso fue lo que Fanny Crosby hizo. Ella escribió también un himno que cantamos aún en el día de hoy. Se titula «A Dios demos gloria».

En nuestra lección bíblica de hoy, Jesús envió a sus colaboradores a contarles a otros acerca de Dios. Les dijo exactamente lo que debían hacer y los envió con todas las herramientas necesarios para que fueran exitosos. Cuando regresaron, estaban sumamente gozosos por el gran éxito tenido en la misión y le dijeron a Jesús «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Jesús les contestó: «…no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo».

Necesitamos recordar que cualquier cosa que Dios pida de nosotros en orden a compartir su amor con los demás, lo haremos para la «gloria de Dios» y no para lucir bien ante otros.

Oremos. Padre celestial, ayúdanos a ser tus colaboradores, a esparcir tu amor a otros y darte las gracias y alabarte por todo lo que has hecho y harás por medio nuestro. Amén.

Comentario al evangelio – 3 de julio

Celebramos la vida del apóstol Tomás a quien fácilmente identificamos por su incredulidad frente a la resurrección de Jesús. Descubrimos que, más allá de la duda, su proceso de madurez dentro de la comunidad y su apertura a la misión lo convirtieron en testigo del Jesús vencedor de la muerte. Santo Tomás, llamado el gemelo, nos invita a confiar más en el Dios que siempre actúa en lo imperceptible y lo pequeño. Estamos llamados a ser testigos de la presencia del resucitado en las acciones, a veces insignificantes, de nuestras comunidades, como el trabajo que realizan las CEB´s en América Latina al servicio del Reino de Dios o en los cambios que han comenzado a generarse en las familias a favor del cuidado del medio ambiente.   

Con imágenes propias de una construcción (piedra, templo, edificio) San Pablo busca recordar que la misión de los seguidores de Jesús (piedras vivas) está en ser «morada de Dios» que da cobijo y salva de la intemperie. Obviamente, la exhortación no pedía a la naciente Iglesia trabajar en la edificación de templos gloriosos de piedra sino más bien en el fortalecimiento de las comunidades y sus líderes. Desde la definición «Iglesia, comunidad de comunidades» se ha intentado visibilizar el trabajo que se realiza desde las bases, desde lo pequeño, como «la semilla de mostaza» propuesta por Jesús. Sin esta vuelta a los orígenes humildes de las primeras comunidades, será más fácil perder la esperanza y dudar de nuestra misión en el mundo. Somos herederos de grandes estructuras eclesiales, muchas de ellas sin pueblo, convertidas en museos y algo más, pero sin la capacidad de ayudarnos al verdadero encuentro con el Dios de Jesús. Sin una sincera pastoral de acompañamiento a las pequeñas comunidades o comunidades familiares, seguiremos teniendo a muchos Tomás sin ojos para ver al Dios encarnado y presente, no en edificios sino en los corazones.

El evangelio del día de ayer nos invitó a reconocer que los fuertes vientos que sacuden nuestra vida personal y comunitaria son una oportunidad para renovarnos.  Siempre será un paso hacia la madurez reconocer con humildad nuestros desaciertos y la falta de fidelidad al evangelio de Jesús. Frente a esto es normal que nos asalte el miedo y la incertidumbre, pero aprendamos como Tomás a adentrarnos en el misterio de Dios y seamos testigos, como él, de la «vida» que resurge. Tener puesta nuestra confianza en Jesús resucitado nos dará la oportunidad de afianzarnos en la fe y ubicarnos en la dirección correcta: el Reino de Dios.

¿cómo suscitar en nuestras comunidades esa pastoral de acompañamiento cercano y sincero que nos ayude a superar el estancamiento y la incredulidad?

Fredy Cabrera, cmf.