Vísperas – Viernes XIII de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

VIERNES XIII TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mi todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta. Amén.

SALMO 40: ORACIÓN DE UN ENFERMO

Ant. Sáname, señor, porque he pecado contra ti.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

SALMO 45: DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA: Rm 15, 1-3

Nosotros, los robustos, debemos cargar con los achaques de los endebles y no buscar lo que nos agrada. Procuremos cada uno dar satisfacción al prójimo en lo bueno, mirando a lo constructivo. Tampoco Cristo buscó su propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: «Las afrentas con que te afrentaban cayeron sobre mí.»

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

R/ Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
V/ Por su sangre.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

PRECES

Bendigamos a Dios, que mira propicio los deseos de los necesitados y a los hambrientos los colma de bienes; digámosle confiados:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, Padre lleno de amor, te pedimos por todos los miembros de la Iglesia que sufren:
— acuérdate que, por ellos, Cristo, cabeza de la Iglesia, ofreció en la cruz el verdadero sacrificio vespertino.

Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas, sé la ayuda de las viudas y de los huérfanos,
— y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.

Concede a tus hijos al fuerza necesaria,
— para resistir las tentaciones del Maligno.

Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte:
— para que puedan contemplarte eternamente.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Conduce a los difuntos a la luz donde tú habitas,
— para que puedan contemplarte eternamente.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Te pedimos, Señor, que los que hemos sido aleccionados con los ejemplos de la pasión de tu Hijo estemos siempre dispuestos a cargar con su yugo llevadero y con su carga ligera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 5 de julio

Tiempo Ordinario 

1) Oración inicial

Padre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz; concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 9,9-13
Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió.
Y sucedió que estando él a la mesa en la casa, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»

3) Reflexión

• El Sermón de la Montaña ocupa los capítulos de 5 a 7 del Evangelio de Mateo. La parte narrativa de los capítulos 8 y 9 tiene como finalidad mostrar cómo Jesús practicaba lo que acababa de enseñar. En el Sermón de la Montaña Jesús enseñó la acogida (Mt 5,23-25.38-42.43). Ahora, él mismo la practica al acoger a leprosos (Mt 8,1-4), extranjeros (Mt 8,5-13), mujeres (Mt 8,14-15), enfermos (Mt 8,16-17), endemoniados (Mt 8,28-34), paralíticos (Mt 9,1-8), publicanos (Mt 9,9-13), personas impuras (Mt 9,20-22), etc. Jesús rompe con las normas y costumbres que excluían y dividían a las personas, esto es, el miedo y la falta de fe (Mt 8,23-27) y las leyes de pureza (9,14-17), e indica claramente cuáles son las exigencias de quienes quieren seguirle. Tienen que tener el valor de abandonar muchas cosas (Mt 8,18-22). Así, en las actitudes y en la práctica de Jesús, aparece en qué consisten el Reino y la observancia perfecta de la Ley de Jesús.
• Mateo 9,9: El llamado para seguir a Jesús. Las primeras personas llamadas a seguir a Jesús fueron cuatro pescadores, todos judíos (Mt 4,18-22). Ahora Jesús llama a un publicano, considerado pecador y tratado como impuro por las comunidades más observantes de los fariseos. En los demás evangelios, este publicano se llama Leví. Aquí su nombre es Mateo, que significa don de Dios o dado por Dios. Las comunidades, en vez de excluir al publicano como impuro, deben considerarlo como un Don de Dios para la comunidad, pues su presencia hace que la comunidad se vuelva ¡señal de salvación para todos! Como los primeros cuatro llamados, así el publicano Mateo deja todo lo que tiene y sigue a Jesús. El seguimiento de Jesús exige ruptura. Mateo deja su despacho de impuestos, su fuente de renta, y sigue a Jesús.
• Mateo 9,10: Jesús se sienta en la mesa con los pecadores y los publicanos. En aquel tiempo, los judíos vivían separados de los paganos y de los pecadores y no comían con ellos en la misma mesa. Los judíos cristianos tenían que romper este aislamiento y crear comunión con los paganos e impuros. Fue esto lo que Jesús enseñó en el Sermón de la Montaña, como expresión del amor universal de Dios Padre (Mt 5,44-48). La misión de las comunidades era ofrecer un lugar a los que no tenían lugar. En algunas comunidades, las personas venidas del paganismo, aún siendo cristianas, no eran aceptadas en la misma mesa (cf. Hec 10,28; 11,3; Gal 2,12). El texto del evangelio de hoy indica cómo Jesús comía con publicanos y pecadores en la misma casa y en la misma mesa.
• Mateo 9,11: La pregunta de los fariseos. A los judíos estaba prohibido sentarse en la mesa con publicanos y paganos, pero Jesús no presta atención a esto, por el contrario, confraterniza con ellos. Los fariseos, viendo la actitud de Jesús, preguntan a los discípulos: “¿Por qué vuestro maestro come con los recaudadores de impuestos y con los pecadores?» Esta pregunta puede ser interpretada como expresión del deseo de éstos, que quieren saber porqué Jesús actúa así. Otros interpretan la pregunta como una crítica de los comportamientos de Jesús, pues durante más de quinientos años, desde el tiempo del cautiverio en Babilonia hasta la época de Jesús, los judíos habían observado las leyes de pureza. Esta observancia secular se volvió para ellos una fuerte señal de identidad. Al mismo tiempo, era factor de su separación en medio de los otros pueblos. Así, por las causas de las leyes de pureza, no podían ni conseguían sentarse en la mesa para comer con los paganos. Comer con los paganos significaba volverse impuro Los preceptos de la pureza eran rigurosamente observados, tanto en Palestina como en las comunidades judaicas de la Diáspora. En la época de Jesús, había más de quinientos preceptos para guardar la pureza. En los años setenta, época en que Mateo escribe, este conflicto era muy actual.
• Mateo 9,12-13: Misericordia quiero y no sacrificios. Jesús oye la pregunta de los fariseos a los discípulos y responde con dos aclaraciones. La primera está sacada del sentido común: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal”. La otra está sacada de la Biblia: “Aprendan, pues, lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio”. Por medio de estas dos aclaraciones Jesús explicita y aclara su misión junto con la gente: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores». Jesús niega la crítica de los fariseos, y no acepta sus argumentos, pues nacían de una falsa idea de la Ley de Dios. El mismo invoca la Biblia: «¡Misericordia quiero y no sacrificio!» Para Jesús la misericordia es más importante que la pureza legal. Apela a la tradición profética para decir que para Dios la misericordia vale más que todos los sacrificios (Os 6,6; Is 1,10-17). Dios tiene entrañas de misericordia, que se conmueven ante las faltas de su pueblo (Os 11,8-9).

4) Para la reflexión personal

• Hoy, en nuestra sociedad, ¿quién es marginado y quién es excluido? ¿Por qué? En nuestra comunidad ¿tenemos ideas preconcebidas? ¿Cuáles? ¿Cuál es el desafío que las palabras de Jesús plantean a nuestra comunidad, hoy?
• Jesús ordena al pueblo que lea y que entienda el Antiguo Testamento que dice: «Misericordia quiero y no sacrificios». ¿Qué quiere decir con esto Jesús, hoy?

5) Oración final

Señor, dichosos los que guardan sus preceptos,
los que lo buscan de todo corazón;
los que, sin cometer iniquidad,
andan por sus caminos. (Sal 119,2-3)

Comentario del 5 de julio

Tras la llamada al discipulado del publicano Mateo, Jesús se sienta a la mesa con «publicanos y pecadores». Eran los comensales que habían acudido a la invitación de su colega y compañero de oficio, Mateo. Los fariseos no desaprovechan la ocasión para criticar al Maestro. Y no es que les moviera únicamente el afán de criticar. Es que la conducta de Jesús realmente les escandalizaba. Su mentalidad legalista no podía tolerar semejante comportamiento, esto es, que el maestro de Nazaret se mezclase con los pecadores sin caer en la cuenta de que este contacto significaba un contagio, una contaminación, una contracción de impureza. El que vivía entre impuros no podía sino contraer impureza. Para evitar esta impureza había que mantener las distancias, es decir, separarse de ellos como de los leprosos. El mismo riesgo había en el contacto con la lepra que en el contacto con un pagano, un publicano o un pecador público. Todas las enfermedades, tanto las físicas como las morales, contaminaban. Pero quizá tras esta mentalidad existía también el deseo de desacreditar a este rabino tan especial y tan dado a la transgresión como Jesús.

           Jesús, al oír la crítica a que es sometida su conducta, responde: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Es decir, que se presenta a ellos como un médico que no puede rehuir el contacto con los enfermos, pues el médico está para eso, para curar, y sus pacientes no pueden ser otros que los enfermos. El oficio del médico reclama necesariamente el contacto con sus pacientes aún a riesgo de contraer él mismo la enfermedad que pretende curar. Por tanto, su conducta de «contactos peligrosos» está justificada porque ha venido como médico. Y el médico, si quiere cumplir su función debidamente, no puede rehuir este contacto.

           Y tras la justificación, la crítica, una crítica que toca lo más nuclear de la mentalidad farisaica: Andad, aprended lo que significa misericordia quiero y no sacrificios, que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Hay algo muy urgente que tiene que aprender los fariseos (y cuantos retienen su mentalidad): que a Dios lo que realmente le agrada es la misericordia, no los sacrificios. Y la misericordia no mira a Dios, sino al prójimo. Dios no es miserable de nada. Nosotros no podemos ser misericordiosos con Dios, pero sí podemos serlo con los miserables de este mundo, ya lo sean por sus miserias físicas o morales. Los sacrificios (= ofrendas sagradas, rituales), en cambio, sí miran a Dios, aunque con semejante ofrenda se pretenda obtener un favor divino, su protección o cualquier otro beneficio.

           Esto es lo que no han aprendido aún los fariseos, empeñados en ofrecer sacrificios en el Templo, pero olvidados de usar de misericordia con los miserables de este mundo, entre los cuales se cuentan también los publicanos y esos que eran señalados como pecadores públicos. La miseria de los publicanos no estaba en estar faltos de dinero, sino de reputación moral. Eran pecadores (enfermos) desahuciados por quienes tenían el deber de curarlos. Pero Jesús entiende que tienen cura, que su enfermedad tiene remedio; por eso se acerca a ellos como médico. Por eso, llama a los pecadores y se junta con ellos, porque como médico de tales dolencias cree tener el remedio medicinal para su estado de miseria. Y a ejercer esta labor le mueve la misericordia. Esto es lo que Dios quiere, ésta es la mejor ofrenda que se le puede presentar: la acción misericordiosa.

           Pero ¿no acabó Jesús sus días con un sacrificio, que actualizamos en la eucaristía, la ofrenda de su propia vida en la cruz? Así es, pero no se trata de un sacrificio externo, el de una oveja de su rebaño, sino del sacrificio de la propia vida, y sobre todo de un sacrificio que culminaba un camino de misericordia. Jesús moría por los pecados del mundo, es decir, no sólo a causa de los pecados del mundo, sino para proporcionar a este mundo el remedio a su situación de pecado. Seguía actuando como médico y proporcionando su medicina movido por la misericordia hacia ese mundo sometido al pecado. Su muerte, además de ser un sacrificio (agradable a Dios), era un acto grandioso de misericordia o de amor misericordioso. Se encarnó por amor, se mezcló con los pecadores y los curó por amor y murió por amor a esos mismos pecadores. En su muerte se encuentra el último y definitivo remedio medicinal que brota de su misericordia.

           Esto es lo que Dios quiere, la misericordia que aprecia en Jesús, una misericordia que le lleva hasta el sacrificio de la propia vida en la cruz. Se trata, pues, de un sacrificio que culmina una trayectoria misericordiosa y del que ha de brotar necesariamente la misericordia para con los miserables de este mundo. El Dios que recibe nuestros sacrificios u ofrendas sigue prefiriendo nuestra misericordia. Sólo los sacrificios en los que se expresa la misericordia son agradables a Dios. Tengámoslo en cuenta, si no queremos dejarnos arrastrar por la mentalidad farisaica.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en 
Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

50. «A través de la santidad de los jóvenes la Iglesia puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico. El bálsamo de la santidad generada por la vida buena de tantos jóvenes puede curar las heridas de la Iglesia y del mundo, devolviéndonos a aquella plenitud del amor al que desde siempre hemos sido llamados: los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero (cf. Ap 2,4)»[21]. Hay santos que no conocieron la vida adulta, y nos dejaron el testimonio de otra forma de vivir la juventud. Recordemos al menos a algunos de ellos, de distintos momentos de la historia, que vivieron la santidad cada uno a su modo.


[21] Ibíd., 167.

La misa del Domingo: misa con niños

1.- MONICIÓN DE ENTRADA

Sed bienvenidos, amigos y hermanos, a este encuentro con el Señor. Hoy, las lecturas que vamos a escuchar, este encuentro eucarístico que vamos a tener, nos empuja a valorar nuestra misión como cristianos: hemos de dar razón Jesucristo. No podemos quedarnos quietos ¡qué más quisieran algunos! sin hacer nada por el evangelio, por Cristo, por Dios, por su Iglesia. ¿Lo intentaremos?

Que esta Eucaristía nos ayude a tomar la fuerza necesaria, las vitaminas oportunas para dar la cara por el Señor. El Papa nos decía recientemente que tuviéramos cuidado con no ser “católicos de salón”. Es decir acomodados. Que el Señor nos ayude a ser lo contrario.

Nos ponemos de pie y recibimos al sacerdote.

2. PENITENCIAL

a) Por las veces que entretenemos por los escaparates de la vida y nos dejamos seducir por lo puramente externo. Señor ten piedad.

b) En muchos momentos ponemos nuestra confianza en el prestigio, en el dinero, en los amigos. Señor ten piedad.

c) El Señor nos dice que, el trabajo, es mucho pero que faltan colaboradores. En cuantos momentos, también nosotros, preferimos que sean los demás quienes anuncien a Jesús. Señor ten piedad.

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Tanto Isaías como San Pablo, nos reclaman en este día el anuncio de un mensaje que sea consuelo y libertad. El Evangelio de hoy, por otro lado, nos recuerda cómo Jesús confía en nosotros para su misión y, además, nos promete su presencia y su recompensa en el final de los tiempos. Escuchemos con atención.

4. ORACIÓN DE LOS FIELES

4.1. La iglesia es un altavoz del amor de Dios. Que nunca se canse de anunciar la presencia del Padre en todos los rincones de la tierra. Roguemos al Señor.

4.2. Nosotros somos las manos del Señor. Que nunca renunciemos a colaborar con El en la expansión del Reino de Dios. Roguemos al Señor.

4.3. No faltan injusticias, dificultades y tropiezos para las personas de bien. Que Dios les acompañe en su misión de hacer un mundo mejor. Roguemos al Señor.

4.3. Para que escuchemos la voz de Jesús que nos invita a seguirle y a dar parte de nuestra vida, de nuestro tiempo, de nuestros bienes materiales. Roguemos al Señor.

5. OFRENDAS

5.1. Con estas sandalias queremos representar nuestro deseo de seguir a Jesús por los caminos que Él nos indica.

5.2. Con este libro de bautismos, queremos representar nuestra confianza en que, un día, también nosotros, nuestros nombres, serán y seremos reconocidos en el cielo.

5.3 Con el pan y con el vino, como todos los domingos, traemos hasta el altar la fuerza que queremos que venga de lo alto. Una fuerza que el trabajo de cada día disminuye y que, sólo Dios, puede recuperarla.

6. ORACIÓN

CONTIGO VOY, SEÑOR

Aunque me lo piense y dude
Contigo voy, Señor
Aunque mire a otros lados donde Tú no estás
Contigo voy, Señor
Aunque camine atemorizado por las dificultades
Contigo voy, Señor
Aunque busque reconocimientos y aplausos
Contigo voy, Señor
Aunque no tenga confianza en lo que hago
Contigo voy, Señor
Aunque otros no quieran venir
Contigo voy, Señor
Aunque otros no quieran creer en Ti
Contigo voy, Señor
Aunque me falten fuerzas y entusiasmo
Contigo voy, Señor
Aunque prefiera honores y riquezas
Contigo voy, Señor
Aunque busque servir a otros señores
Contigo voy, Señor
Aunque me cueste dejan muchas cosas
Contigo voy, Señor
Y es que, Tú Señor,
eres la mejor riqueza y el mejor tesoro de mi vida
Amén.

La misa del Domingo

Domingo Tiempo Ordinario XIV (C)
7 de julio de 2019

 

Yo soy una misión

Es muy conocida la expresión del papa Francisco: “Yo soy una misión y para esto he nacido”. Esta conciencia la podemos tener todos. El Señor nos quiere a cada uno de manera particular y para cada uno tiene el Señor una misión particular. ¿Ya sabes que quiere de ti el Señor? Todos, tengamos la vocación que tengamos, somos discípulos misioneros de Jesús. Somos discípulos porque queremos estar muy cerca de Él y somos misioneros porque estamos dispuestos a hacer lo que Él nos pida.

Este es nuestro plan de vida: estar cerca de Jesús con la mirada puesta en él; y escuchar qué pide que haga yo en concreto para hacer un mundo mejor, para anunciar el evangelio con mirada misericordiosa.

Ser una misión es un regalo

Ser cristiano es una suerte no es ninguna carga. Quien puede decir que la vida cristiana es una suerte siente la necesidad de comunicarlo. Lo hará de manera sencilla, con las mejores palabras que sepa y con sus mejores acciones. Quien sienta dentro el regalo que es Dios estará dispuesto a hacer un mundo mejor donde haya menos sufrimiento y más de esperanza.

Pero, ¿qué podemos hacer?

Quizás no tengamos que hacer grandes cosas. Bastará con transmitir alegría y esperanza; ofrecer una buena palabra y un gesto solidario; comprometerme en llevar para delante mi familia con amor y valentía; educar a los hijos y educarlos también en la fe; ser testigos del misterio de amor y donación que regala Dios.

Las marcas de Jesús

“Que nadie me venga con historias (dice San Pablo), llevo en mi cuerpo las marcas de Cristo”. Seguro que ya has notado las huellas que va dejando Jesús en ti. Las marcas de Jesús se dejan ver en aquellos cristianos que saben amar, que son misericordiosos, que tienen un corazón compasivo y que aguantan con valentía rechazos y desprecios por la fe. Cristo ha dejado su huella en ti, que nadie te venga con historias, lo importante es la obra que Jesús está haciendo en ti. ¿No las notas?

Koldo Gutiérrez, sdb

Con poco es suficiente (Oración)

CON POCO ES SUFICIENTE

Hola Jesús. Sabes, me encantan los encuentros que tenemos cada semana. Cada vez me enseñas algo distinto. Cada semana me permites descubrir un poquito más de cómo es el amor de Dios.

Pues hoy no va a ser diferente. El evangelio es largo, pero fíjate en lo que Jesús pide a sus 72 amigos que lleven consigo y para qué. ¿Qué llevar? ¿Y para qué? Esas son las dos preguntas importantes ahora.

Cierro los ojos, te escucho, Jesús.

La lectura es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 10, 1-12; 17-20):

Un día Jesús eligió a 72 de sus amigos, y los mandó a muchos sitios para que anunciaran su evangelio. Les decía: «Hay mucho trabajo que hacer, pero hay pocas personas dispuestas a hacerlo. Pedid a Dios que mande trabajadores para anunciar su buena noticia».
También les dio algunas instrucciones. Les decía: «Mirad que sois como ovejas rodeadas de lobos. Pero no hace falta que llevéis mucho dinero, ni mucha ropa, ni mucho equipaje, ni muchos aparatos. Vosotros id anunciando la paz. Y si la gente es pacífica, os harán sitio. Entonces vosotros, vivid con ellos, curad a los enfermos y anunciad el reino de Dios.

Si no os quieren recibir, decidles que se equivocan. Pero decidles también que está cerca de ellos el reino de Dios».

Al cabo de unos días los 72 amigos volvieron muy contentos, y le contaban que estaban consiguiendo hacer cosas buenas y quitar muchos males.

Jesús les dijo: «Pues alegraos. Pero no porque os salgan bien las cosas sino porque Dios, en el cielo, os mira con cariño».

Jesús ha pedido a sus amigos que vayan a anunciar el evangelio. Sí, les pide que anuncien la paz y que no lleven casi nada, ni mucho dinero ni mucha ropa, ni mucho equipaje ni muchos aparatos. Entonces, ¿cómo les va a hablar de paz, de evangelio, si no tienen casi nada para vivir cómodos?

Pues muy sencillo. ¿Alguna vez has estado con tus amigos, y alguno tenía un móvil o un aparato electrónico? Seguro que sin esforzarte mucho te das cuenta de que cuando tienes muchas cosas, siempre quieres más.

Y eso no deja a las personas vivir en paz. Por eso Jesús les recomienda vivir con lo justo, para que así puedan ayudar a otros a construir la paz. Mientras escuchas la canción, que dice que sólo Jesús es importante, piensa que tú eres uno de esos 72 amigos y piensa que Jesús te pide que no lleves mucho. ¿Cuáles son esas cosas importantes de tu vida que llevarías?

Sólo Tú Señor, Tú, sólo Tú eres mi anhelo.
Sólo Tú, Señor, Tú, sólo Tú en quien espero.
Mi dolor, mi rabia, mi tensión, a Ti te entrego,
Quita Tú lo que hoy no puedo yo y es nuestro freno.
Tú, Señor me has dado un corazón libre y con fuego.
Tú Señor me has dado guía y luz y aún me pierdo.
Aquí estoy para estar contigo, aquí estoy, quiero estar contigo.

       Para estar contigo interpretado por Ruah «15 olas. »

 Gracias por este ratito de oración y por ayudarme a recordar qué es lo importante para vivir. Deseando que Dios nos ayude repetimos al final de cada frase: Con poco es suficiente.

Cuando quiero tener muchas cosas, … con poco es suficiente
cuando doy más importancia a tener que a ser, … con poco es suficiente
cuando quiero acumular, … con poco es suficiente
cuando ambiciono tener y tener… … con poco es suficiente
Ayúdame a no perderme, quiero estar contigo, … con poco es suficiente
ayúdame a centrarme en ti y a anunciar tu paz.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario al evangelio – 5 de julio

Continuamos aprendiendo del proceso de fe vivido por Abrahán a quien Dios prometió tierra y descendencia. Lo que no sabíamos hasta ahora era que dicha promesa no lo haría dueño a perpetuidad ni de manera absoluta. En tierra extranjera, en su condición de migrante, tiene que comprar el lugar para dar sepultura a su mujer. Cuando Dios habla de bendecir con familia, trabajo, techo o alimento, no lo hace con la finalidad de generar hijos codiciosos; más bien, espera que se conviertan en testigos de su providencia, siendo, a su vez, providentes.

Disfrutamos de una existencia limitada en un mundo de recursos limitados bajo un sistema que nos ha hecho creer, equivocadamente, que podemos vivir sin límites. Sabemos que en nuestro mundo muchos sufren, por la injusta distribución de los bienes de la tierra, fruto de la ambición desmedida de algunas personas.

En sintonía con la primera lectura, que presenta al patriarca sin privilegios, Jesús nos recuerda que la vida no ha de reducirse a la obtención de prestigio o seguridades materiales. Mateo, un cobrador de impuestos, es invitado a dejar la estructura de recaudación que enriquecía al imperio. Quien engrosaba las arcas del imperio era considerada personas non grata porque traicionaba a su misma gente. Jesús lo llama a ser parte de la dinámica del Reino donde lo material no es enteramente relativo, pero su finalidad es comunitaria.

El sistema-mundo globalizado se ha encargado inteligentemente de capacitar y especializar personas con la única finalidad de producir dinero. Y está más que comprobado que el mercado más que personas necesita consumidores. No se puede ser esclavo ni cómplice de un sistema insaciable que deshumaniza y empobrece. Somos muchos los que, como Mateo, estamos invitados a recuperar la libertad y ayudar a otros a liberarse.

Pidamos a Dios nos libre de la codicia y el acaparamiento. Atendamos fielmente al llamado de Jesús y sigámosle por la senda del compartir solidario.

Fredy Cabrera, cmf.