Vísperas – Jueves XV de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

JUEVES XV DE TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Éste es el día del Señor.
Éste es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.

Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes,
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.

Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos:

Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten  mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos:

La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.

SALMO 131: PROMESAS A LA CASA DE DAVID

Ant. Que tus fieles, Señor, vitoreen al entrar en tu morada.

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que tus fieles, Señor, vitoreen al entrar en tu morada.

SALMO 113

Ant. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan,
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: 1P 3, 8-9

Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados: para heredar una bendición.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor nos alimentó con flor de harina.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

R/ Nos sació con miel silvestre.
V/ Con flor de harina.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Cristo, pastor, protector y ayuda de su pueblo, diciendo:

Señor, refugio nuestro, escúchanos.

Bendito seas, Señor que nos has llamado a tu santa Iglesia;
— consérvanos siempre en ella.

Tú que has encomendado al papa la preocupación por todas las Iglesias,
— concédele una fe inquebrantable, una esperanza viva y una caridad solícita.

Da a los pecadores la conversión, a los que caen, fortaleza,
— y concede a todos la penitencia y la salvación.

Tú que quisiste habitar en un país extranjero,
— acuérdate de los que viven lejos de su familia y de su patria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A todos los difuntos que esperan en ti,
— concédeles el descanso eterno.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, oremos con confianza a Dios, nuestro Padre:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, te damos gracias por el día que termina e imploramos tu clemencia para que nos perdones benignamente todas las faltas que, por la fragilidad de la condición humana, hemos cometido en este día. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 18 de julio

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al buen camino!, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 11,28-30
«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

3) Reflexión

• El evangelio de hoy tiene solo tres versículos (Mt 11,28-30) que forman parte de una pequeña unidad literaria, una de las más bonitas, en la que Jesús agradece al Padre el que revele la sabiduría del Reino a los pequeños para esconderla a los doctores y entendidos (Mt 11,25-30). En el breve comentario que sigue incluiremos toda la pequeña unidad literaria.
• Mateo 11,25-26: Sólo los pequeños entienden y aceptan la Buena Nueva del Reino. Jesús reza así: «Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a sabios y a inteligentes y las has revelado a los pequeños”.Los sabios, los doctores de aquella época habían creado un sistema de leyes que imponían a la gente en nombre de Dios (Mt 23,3-4). Pensaban que Dios exigía de la gente estas observancias. Pero la ley del amor, traída por Jesús, decía el contrario. Lo que importa para salvarnos, no es lo que hacemos para Dios, sino lo que Dios, en su gran amor, ¡hace por nosotros! Dios quiere misericordia y no sacrificio (Mt 9,13). La gente pequeña y pobre entendía esta manera de hablar de Jesús y quedaba alegre. Los sabios decían que Jesús estaba equivocado. No podían entender su enseñanza. Sí, Padre, ¡en esto te complaces! Le agrada al Padre que los pequeños entiendan el mensaje del Reino y que los sabios y entendidos ¡no lo entiendan! ¡Si ellos quieren entenderlo tienen que hacerse alumnos de los pequeños! Este modo de pensar y enseñar invierte la convivencia y la incomoda.
• Mateo 11,27: El origen de la nueva Ley: el Hijo reconoce al Padre. Aquello que el Padre nos tiene que decir, lo entregó a Jesús, y Jesús lo revela a los pequeños, porque estos se abren a su mensaje. Jesús, el Hijo, conoce al Padre. Sabe lo que el Padre nos quería comunicar cuando, siglos atrás, entregó su Ley a Moisés. Hoy también, Jesús está enseñando muchas cosas a los pobres y a los pequeños y, a través de ellos, a toda su Iglesia.
• Mateo 11,28-30: La invitación de Jesús que vale hasta hoy. Jesús invita a todos los que están cansados a que vayan a él para obtener descanso. Nosotros, en las comunidades de hoy, deberíamos dar continuidad a esta invitación que Jesús dirigió al pueblo cansado y oprimido bajo el peso de las observancias exigidas por las leyes de pureza. El decía: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Muchas veces, esta frase fue manipulada para pedir a la gente sometimiento, mansedumbre y pasividad. Lo que Jesús quiere decir es lo contrario. Pide que la gente deje de lado a “los sabios y entendidos”, a los profesores de religión de la época, y empiece a aprender de él, de Jesús, un campesino del interior de Galilea, sin instrucción superior, que se dice «manso y humilde de corazón». Jesús no hace como los escribas que se exaltan por su ciencia, sino que es como la gente que vive humillada y explotada. Jesús, el nuevo maestro, sabía por experiencia lo que pasaba en el corazón de la gente y lo que el pueblo sufría. Lo vio y lo conoció de cerca durante los treinta años en Nazaret.
• La manera que Jesús tuvo de practicar lo que enseñó en el Sermón de la Misión. Una pasión se revela en la manera que Jesús tiene de anunciar la Buena Nueva del Reino. Pasión por el Padre y por el pueblo pobre y abandonado de su tierra. Allí donde encontraba gente que lo escuchaba, Jesús transmitía la Buena Nueva. En cualquier lugar. En las sinagogas durante la celebración de la Palabra (Mt 4,23). En las casas de los amigos (Mt 13,36). Andando por el camino con los discípulos (Mt 12,1-8). En medio del mar, a orillas de la playa, sentado en un barco (Mt 13,1-3). En la montaña, de donde proclamó las bienaventuranzas (Mt 5,1). En las plazas de aldeas y ciudades, donde la gente le llevaba a sus enfermos (Mt 14,34-36). En el Templo de Jerusalén, durante las romerías (Mt 26,55). En Jesús, todo es revelación de ¡aquello que lo animaba por dentro! El no sólo anunciaba la Buena Nueva del Reino, sino que él mismo era y sigue siendo una muestra viva del Reino. En él aparece todo aquello que acontece cuando un ser humano deja que Dios reine en su vida y sea el centro de su vida. El evangelio de hoy revela la ternura con la que Jesús acoge a los pequeños. El quiere que encuentren en él paz y descanso. Por su opción a favor de los pequeños y excluidos Jesús fue criticado y perseguido. ¡Sufrió mucho! Lo mismo acontece hoy. Cuando una comunidad se abre y trata de ser un lugar de acogida y de consuelo, de descanso y de paz también para los pequeños y excluidos de hoy, para los migrantes y extranjeros, muchas personas la critican.

4) Para la reflexión personal

• ¿Has experimentado alguna vez el descanso que Jesús prometió?
• Las palabras de Jesús ¿cómo pueden ayudar nuestra comunidad a ser un lugar de descanso para nuestras vidas?

5) Oración final

Pues en ti Señor está la fuente de la vida,
y en tu luz vemos la luz.
No dejes de amar a los que te conocen,
de ser fiel con los hombres sinceros. (Sal 36,10-11)

Citas de la Sagrada Escritura (Acciones de gracias)

Debemos dar gracias a Dios por todos los beneficios. ¿Qué podré yo dar a Yavé, por todos los beneficios que me ha hecho? Levantaré el cáliz de la salvación e invocaré el nombre de Yavé (Sal 116, 12).
¡Bendice, alma mía, a Yavé, y bendiga todo mi ser su santo nombre!; Bendice, alma mía, a Yavé y no olvides ninguno de sus favores! (Sal 103, 1, 2).

No olvides el beneficio de tu fiador, pues se empeñó por ti (Si 29, 20).

Frecuentes gracias del Señor al Padre: Mt 15, 36; Mc 14, 23; Jn 6, 11.

Debe ser la actitud normal del cristiano.
Y la paz de Cristo reine en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Sed agradecidos (Col 3, 15).
Por nada os inquietéis, sino que en todo tiempo, en la oración y en la plegaria, sean presentadas a Dios vuestras peticiones acompañadas de acción de gracias (Flp 4, 6).
Orad sin cesar. Dad en todo gracias a Dios, porque tal es su voluntad en Cristo Jesús respecto de vosotros, (1Ts 5, 17).

Dad gracias en toda ocasión.
Y todo cuanto hacéis de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por Él (Col 3, 17).
Entre las diversas virtudes cristianas, San Pablo recomienda la gratitud: Col 3, 15.
A Timoteo le ruega que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por los reyes y por todo los constituidos en dignidad, a fin de que gocemos de vida tranquila y quieta con toda piedad y dignidad (1Tim 2, 1).
San Pablo da también gracias al Señor por haberle fortalecido y haberle juzgado fiel para el ministerio: 1Tim 1, 12; por la gracia otorgada en Cristo Jesús (1Co 1, 1); y recomienda a los primeros cristianos que den a todo gracias a Dios, porque tal es su voluntad en Cristo Jesús y respecto a vosotros (1Ts 5, 17).

Dar gracias por la fe: Rm 1, 8; 1Co 1, 4.

Dar gracias por la caridad fraterna: Col 1, 3-4; 2Ts 1, 3, etc.

Acciones de gracias de los bienaventurados en el cielo: Ap 4, 9; Ap 7, 12.

Del samaritano leproso: Lc 17, 16.

Del fariseo soberbio en el templo: Lc 18, 11.

Comentario del 18 de julio

Las palabras de Jesús en el evangelio de hoy son una invitación al descanso y al mismo tiempo a llevar la carga que a cada uno le corresponda, aprendiendo de él fundamentalmente dos cosas: humildad y mansedumbreSus palabras parecen no tener destinatario definido, como si estuvieran lanzadas a la entera humanidad: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. ¿Y quién no se encuentra en esta situación de cansancio o de agobio alguna vez en la vida? Formamos parte de una humanidad doliente.

La vida nos obliga a enfrentarnos a muchas dificultades –una verdadera carrera de obstáculos-, cuya superación va erosionando nuestras fuerzas y provocando un verdadero desgaste en las energías almacenadas. Nos llegan momentos de auténtico agobio, porque se nos acumula el trabajo o los estudios o las obligaciones o la correspondencia. Por eso la invitación de Jesús nos tiene que sonar a una verdadera bendición. Ya es un alivio escuchar de sus labios palabras como éstas. Pero si no hacemos la prueba, acudiendo a él donde es posible encontrarlo, no podremos experimentar la verdad de esta promesa. En realidad, sólo en él podemos encontrar el descanso saciativo.

Esto no significa que el alivio sea tan duradero que no necesitemos volver a él en el futuro. Mientras vivamos en el tiempo, todo lo que recibamos estará transido de temporalidad. Hasta los dones eternos, por su índole o naturaleza, estarán marcados en nuestra propia experiencia temporal por la fugacidad o la provisionalidad, que son la marca del tiempo. Pero a Jesucristo, que nos prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, lo tenemos siempre disponible en su presencia sacramental para proporcionarnos el alivio de un descanso reparador. Ahora bien, este efecto no es producto de una infusión o de la toma de una cápsula, sino de una relación personal que requiere tiempo, como toda relación de amistad. Aquí el descanso se obtiene estando a solas con el que sabemos nos ama.

A eso es a lo que la Iglesia ha llamado tradicionalmente oración de intimidad. Ambas cosas son necesarias: oración e intimidad. Sin intimidad no hay verdadera comunicación; sin comunicación (resp. oración) no hay intercambio personal; y sin intercambio personal no hay verdadera comunicación de energías, ni alivio, ni descanso. Se trata de un descanso que se obtiene de reposar nuestra cabeza (con todas sus preocupaciones y agobios) en el pecho del Amado. Los que han hecho esta experiencia, han encontrado el descanso en sus vidas, aunque éste no sea aún el ‘descanso eterno’, puesto que, como he señalado antes, vivimos en el tiempo.

Cargad con mi yugo –añade Jesús- y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera. En esta vida el descanso ha de alternarse con las cargas. Todos tenemos nuestras cargas, que muchas veces adquieren la forma del yugo porque parecemos atados a ellas, sin apenas posibilidad de desuncirnos. La condición de cristiano puede convertirse incluso en un yugo añadido, por lo que implica de persecución, de rechazo, o de abnegación a placeres, lujos o caprichos. Pues bien, cualquier yugo es más llevadero si lo compartimos con alguien que nos ayuda a llevarlo. Pero pasará a ser extremamente ligero si aquel con el que compartimos su peso y su sujeción es el mismo Jesús, no simplemente por ser un hombre de gran fortaleza, sino por ser el Hijo de Dios hecho hombre. Ahí radica la diferencia.

Cargar con su yugo y compartir con él nuestro yugo viene a significar lo mismo. Ambos yugos son intercambiables y el peso de ambos se aligera si los llevamos con Jesús, aprendiendo de él mientras tanto el modo de llevarlo: con humildad y mansedumbre. También es importante el modo en que se lleva la carga, porque la humildad y la mansedumbre son como palancas que nos permiten llevarlo con mayor facilidad. La carga causa menos penalidad si se lleva con mansedumbre y humildad. La humildad nos permite aceptarla sin rebeldías inútiles y nocivas, y la mansedumbre nos proporciona la serenidad y el dominio para no añadir nuevos motivos de aflicción. También la humildad y la mansedumbre contribuyen al descanso de los que pasan por la vida portando sus inevitables cargas. Por eso, aprender de él en la ‘escuela del sufrimiento’ es recibir de él las instrucciones necesarias para encontrar nuestro descanso. Sólo así los yugos se hacen llevaderos y las cargas ligeras o al menos soportables.

Que el Señor nos conceda acudir a él en busca de ese descanso que tanto necesitamos. Y que nos facilite el camino, liberándolo de esas trabas y obstáculos que tanto nos dificultan el acercamiento a él en su morada.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

63. Que ellos y también muchos jóvenes que quizás desde el silencio y el anonimato vivieron a fondo el Evangelio, intercedan por la Iglesia, para que esté llena de jóvenes alegres, valientes y entregados que regalen al mundo nuevos testimonios de santidad.

Actuar orando

1.- Dios viene a nosotros. La hospitalidad es uno de los valores fundamentales en los pueblos del desierto. Se ha considerado tradicionalmente la teofanía o manifestación de Dios a Abraham, junto al encinar de Mambré, como una revelación de Dios a los hombres: revelación misteriosa y cargada de sentido salvador. Los Padres orientales ven incluso en esta manifestación una primera revelación de dios que es Uno y Trino, un Dios que ama a los hombres y sale a su encuentro, un Dios de la historia que se acerca a la historia de los hombres, un Dios amigo que pide hospitalidad a Abraham, el hombre amigo de Dios. Dios es un amigo que se presenta pidiendo y se despide colmando de bendiciones y regalos a aquellos que lo saben acoger con amor. El premio de la hospitalidad de Abraham será el don de una descendencia en su hijo Isaac, cuando ya las esperanzas humanas se habían agotado.

2.- Escuchar la Palabra y cumplirla. El Evangelio describe la diferente actitud de las dos hermanas: “María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres”. El contraste entre “estar sentada” y “estar atareada en muchos quehaceres” es grande. Marta es una mujer-tipo de la vida activa como María, su hermana, es un símbolo de la vida contemplativa. Estas distinciones no son muy afortunadas, sobre todo cuando se hacen para acentuar la superioridad de la vida contemplativa. En el relato se da, ciertamente, una contraposición entre las dos hermanas, pero desde otro punto de vista. Jesús alaba a María y considera que ha escogido la mejor parte porque «escuchaba su palabra». Lo esencial está aquí: «Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen». A Marta no le reprocha que se dedique a servir (entre otras cosas porque el servicio es la señal de que alguien ha escuchado de verdad la palabra) sino que ande «inquieta y nerviosa» con muchas cosas, que olvide dónde está el centro. La contraposición se establece, pues, entre una vida centrada y una vida descentrada, no entre una vida contemplativa y una vida activa.

3.- Peligro del “activismo”. Parece claro que muchos hombres y mujeres vivimos hoy un estilo de vida nervioso, que vamos deprisa a todas partes sin saber exactamente por qué y para qué, casi como huyendo. ¿No será éste un síntoma de descentramiento? Jesús afirma que las cosas necesarias son pocas. ¿Cuántas? ¿Tres, cuatro, cinco, diez? El mismo Jesús se corrige: ¡en realidad, hay necesidad de una sola cosa! Marta es reprendida porque andaba inquieta y nerviosa por muchas cosas; pero, además, porque entre esas muchas cosas no estaba la única necesaria. En seguida, Jesús declara: “María ha elegido la parte buena, que no le será quitada”. ¿Qué hacía ella? “Sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra”. Esta es la única cosa necesaria. La enseñanza de Jesús nos interpela profundamente a nosotros, que estamos en el mundo de la eficiencia y del activismo. En la mentalidad imperante vale el que es muy eficiente y es capaz de llevar adelante muchos asuntos.

4.- Un fe que nos compromete a actuar. Fe en Dios y misericordia con el hermano van unidas. San Agustín, comentando este evangelio, rehúsa interpretar las palabras de Jesús a Marta como un reproche: «cómo podría Jesús dirigir un reproche a Marta, contenta por recibir a tan excelente huésped Si eso fuera un reproche, no habría nadie para cuidar de los necesitados. Todos escogerían la mejor parte para decir: empleemos todo nuestro tiempo en escuchar la palabra de Dios. Pero si esto ocurriera, no habría nadie para atender al forastero en la ciudad, al necesitado de alimento o vestido, nadie para visitar los enfermos, nadie para liberar a los cautivos, nadie para enterrar a los muertos. Las obras de misericordia practicadas en favor de los necesitados son imprescindibles aquí en la tierra» El relato de Lucas no lo dice expresamente, pero es probable que, después de las palabras de Jesús, Marta viera las cosas de otra manera Yo pienso que cuando Marta le pidió a Jesús que María la ayudara, El debió persuadir a su fiel amiga para que ayudara a su hermana en la realización de sus actividades hogareñas; No debemos abandonar ni nuestras actividades ordinarias ni hemos de apartarnos totalmente de la presencia de Dios. Así pues, la realización de nuestras actividades cotidianas y la vida de fe son perfectamente compatibles, si bien todo lo que hacemos requiere de tiempo y dedicación. Reflexión y acción son fundamentales en la vida del cristiano.

José María Martín OSA

Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor

Camino adelante, llegó Jesús a una aldea; y una mujer, de nombre Marta, lo recibió en su casa. Marta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras. Marta, que andaba afanosa en los muchos quehaceres, se paró y dijo:
«Señor, ¿te parece bien que mi hermana me deje sola con las faenas? Dile que me ayude». El Señor le contestó: «Marta, Marta, tú te preocupas y te apuras por muchas cosas, y sólo es necesaria una. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará».

Lucas 10, 38-42

Para meditar

Marta está todo el día haciendo cosas. Incluso llega Jesús, el Hijo de Dios, a su casa, pero Marta es una persona que no es capaz de pararse y disfrutar del momento. Sin embargo, su hermana María se dedicó a escuchar a Jesús, a disfrutar de su presencia.

Si no encontramos silencio dentro de nosotros, no podremos escuchar a Jesús. A veces entre la tele, la tablet, el móvil si lo tenemos y muchas otras cosas no podemos encontrar el silencio de nosotros y no podremos escuchar a Jesús y hablar con él. Es necesario que a veces nos encontremos con nosotros mismos para poder encontrarnos con Jesús.

Para hacer vida el evangelio

  • ¿Has estado esta semana un rato en silencio pensando sobre algo? Escribe como ha sido ese momento.
  • ¿Por qué necesitamos los cristianos buscar a veces el silencio? ¿Cómo podemos hablar con Jesús?
  • Escribe un compromiso para que esta semana busques 5 minutos al día en el que puedas estar en silencio y puedas hacer oración, hablar con Jesús..

Oración

Tú puedes sanarme y unificarme,
sosegarme y descansarme,
ilusionarme y fortalecerme,
aumentar mi compromiso,
despertar mi solidaridad,
asegurarme en mis opciones
y ponerme en contacto
con lo mejor de mí mismo.
Hoy te pido, Señor,
que aumentes mi fe y nuestra amistad;
no permitas que me distraiga
y agite en tantas cosas,
llévame siempre a Ti,
aunque quiera ocuparme en mil tareas,
pues sé que cada día necesito pararme
a acariciar contigo mi vida.
Despierta mi parte de María,
aumenta mi parcela contemplativa,
fomenta en mí el deseo de tu presencia
y de que seas mi modelo,
mi brújula, mi pista de vivir y mi misión.
Hoy me comprometo a orar más
y a cuidar más nuestra amistad.

Elijo lo realmente importantes

Dentro de mí, Señor, hay una parte activa
y trabajadora,
como tu amiga Marta, que se ocupaba de la casa
y otra parte contemplativa, reflexiva y profunda
como tu amiga María, que se sentaba
a disfrutarte.

Las dos partes forman mi personalidad
y sé que ambas son necesarias
para trabajar y vivir,
para estar en el mundo y para cumplir mis sueños
para ser humano y divino al mismo tiempo.

Pero muchas veces la parcela exterior anula la interior,
el trabajo me distrae y agobia,
me absorbe y envuelve,
y las actividades y relaciones cotidianas ocupan
todas las horas de mi día, sin espacio para pensar.

Necesito, Señor, que me ayudes a vivir
en profundidad,
a reflexionar sobre lo que hago, pienso y vivo,
a tener formulado mi proyecto personal,
a cumplir mis sueños de ser una persona plena y feliz.

Tú puedes sanarme y unificarme, sosegarme y descansarme,
ilusionarme y fortalecerme, aumentar mi compromiso,
despertar mi solidaridad, asegurarme en mis opciones
y ponerme en contacto
con lo mejor de mí mismo.

Hoy te pido, Señor,
que aumentes mi fe y nuestra amistad;
no permitas que me distraiga
y agite en tantas cosas, llévame siempre a Ti,
aunque quiera ocuparme en mil tareas,
pues sé que cada día necesito pararme a acariciar contigo mi vida.

Despierta mi parte de María, aumenta mi parcela contemplativa,
fomenta en mí el deseo de tu presencia y de que seas mi modelo,
mi brújula, mi pista de vivir y mi misión.
Hoy me comprometo a orar más
y a cuidar más nuestra amistad.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Domingo XVI de Tiempo Ordinario

• Marta tiene una hermana, María (39), cuya actitud, “sentada a los pies del Señor” (39), contrasta con la de Marta,“que estaba muy atareada para poderlo atender” (40).

* La postura de Maria, “sentada a los pies de…”, es la actitud típica del discípulo delante de su maestro. Lo encontramos en otros lugares del Nuevo Testamento, como por ejemplo en Hch 22,3, dónde Pablo, explicando su vida, dice que ha estado instruido a los pies de Gamaliel. Y el mismo evangelista (Lc 8,26-39), explicando la historia del hombre edemoniado de Gerasa como discípulo de Jesús: dice que la gente […] vieron al hombre de quien habían salido los demonios sentado a sus pies (de Jesús) (Lc 8,35). María esta a los pies de Jesús comodiscípula (los maestros de Israel no aceptaban mujeres entre sus discípulos -Eclo 42,12)

• La queja de Marta es ocasión que Jesús aprovecha para mostrar qué es la única “cosa necesaria” (42) −escuchar aJesús− y cuál es la actitud que conviene: la de María (39).

• El sentido de este relato que nos aporta el evangelista Lucas es mostrar la importancia de saber “escuchar la Palabra del Señor” (39). El objetivo deJesús, por lo tanto, no es poner en un segundo lugar el servicio diligente y generoso que Marta ejerce, sino mostrar que la desazón y el afán podrían echar a perder este mismo servicio, alejándolo de la única “cosa necesaria”.

• Para Lucas, explicar este encuentro entre Jesús y las dos hermanas es una ocasión para dar importancia a la escucha como actitud necesaria e imprescindible por acoger a Jesús en la propia vida. Ya el Antiguo Testamento daba importancia a la escucha como actitud necesaria para conocer la revelación de Dios: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios… (Dt 6,4-9). Sólo esta actitud permite descubrir la presencia de Dios, sea en Jesús −como cuando nos detenemos a escuchar “su palabra” (39)−, sea en el hombre malherido o en el extranjero −como cuando nos detenemos en el camino para actuar, después de haber visto la realidad (Lc 10,36-37)−.

• Tanto el buen samaritano para atender el hombre malherido, como María por escuchar a Jesús, han tenido que detenerse. Se han descentrado de sí mismos, de sus propias cosas. El camino de seguimiento de Jesús −ser discípulo−, que es un camino en continuo movimiento, pide, paradójicamente, detenerse para mirar y escuchar el mundo, los otros. Y por escuchar-descubrir a Dios en el mundo, en los otros.

• Hay que destacar, en esta escena, que Jesús pone a una mujer como modelo de discípula. Es una manera de decirnos, una vez más, que el amor de Dios es para toda la humanidad: “Ya no hay distinción entre judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer: todos sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3,28).

Comentario al evangelio – 18 de julio

El cansancio físico es fácil de restablecer; después de una jornada agotadora de trabajo, un buen sueño reparador, una mañana de relax y una sana comida nutritiva, reponen nuestras fuerzas. Pero existen cansancios que son difíciles de descansar: los cansancios del alma, los cansancios espirituales, interiores. Estos no se reponen fácilmente. Están formados por la suma de heridas afectivas, decepciones con otras personas, insatisfacciones personales, injusticias acumuladas, sueños frustrados… El cansancio del alma es duro, arrastra por el suelo toda nuestra existencia, por mucho que cerremos los ojos, no podemos huir de sus secuelas. Es necesario tratarlo.

Jesús, el sanador de Nazaret, cura este cansancio. Los creyentes, a menudo tenemos la ocasión de dejarnos curar por este médico. El sacramento de la reconciliación, el retiro espiritual, la oración meditativa, los ejercicios espirituales, el acompañamiento personal…, son algunos de los mecanismos al alcance de nuestra mano, a través de los cuales el Espíritu Santo actúa sanando. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré, nos dice Jesús en el evangelio de hoy.

Jesús invita a todos los cansados, a todas las personas agobiadas por los múltiples mecanismos de represión y les propone llevar otro yugo, otra carga: la de la libertad, que exige al mismo tiempo humildad y mansedumbre, es decir, honestidad personal y capacidad de diálogo y tolerancia para poder ser curados; porque la soberbia y la violencia cierran la puerta a toda posible sanación. Mientras que en la libertad que nace de la paz interior y sinceridad, el corazón humano puede descansar. Es la libertad que podemos conquistar en Jesús, si nos abrimos a Él a través de los mecanismos que citábamos antes.

Déjate querer hoy por Jesús y ofrécele aquellos cansancios de tu alma que necesitan ser tratados por Aquel que puede dar paz a tu corazón.

Juan Lozano, cmf.