Vísperas – Viernes XV de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

VIERNES XV de TIEMPO ORDINARIO

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO

¿Quién es este que viene,
recién atardecido,
cubierto con su sangre
como varón que pisa los racimos?

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su Elegido.

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos. Amén.

 

SALMO 134: HIMNO A DIOS, REALIZADOR DE MARAVILLAS

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

 

SALMO 134

Ant. Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas;
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor.
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

 

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

 

LECTURA: St 1, 2-4

Hermanos míos: Teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros sin falta alguna.

 

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

R/ Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
V/ Por su sangre

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

 

PRECES

Invoquemos al Señor Jesús, a quien el Padre entregó por nuestros pecados y lo resucitó para nuestra justificación, diciendo:

Señor, ten piedad de tu pueblo.

Escucha, Señor, nuestras súplicas, perdona los pecados de los que se confiesan culpables,
— y, en tu bondad, otórganos el perdón y la paz.

Tú que por el Apóstol nos han enseñado que, si creció el pecado, más desbordante fue la gracia,
— perdona con largueza nuestros muchos pecados.

Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en tu misericordia infinita;
— vuelve a nosotros, para que podamos convertirnos a ti.

Salva a tu pueblo de los pecados, Señor,
— y sé benévolo con nosotros.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que abriste las puertas del paraíso al ladrón arrepentido, que te reconoció como salvador,
— ábrelas también para nuestros difuntos.

 

Reconociendo que nuestra fuerza para no caer en la tentación se halla en Dios, digamos confiadamente:
Padre nuestro…

 

ORACION

Señor, Padre santo, que quisiste que Cristo, tu Hijo, fuese el precio de nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en sus padecimientos, nos gocemos también en la revelación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – 19 de julio

1) Oración inicial

¡Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al buen camino!, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Mateo 12,1-8
En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Al verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.» Pero él les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes? ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa? Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si hubieseis comprendido lo que significa Misericordia quiero, que no sacrificio, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»

3) Reflexión

• En el evangelio de hoy veremos de cerca uno de los muchos conflictos entre Jesús y las autoridades religiosas de la época. Son conflictos entorno a las prácticas religiosas de aquel tiempo: ayuno, pureza, observancia del sábado, etc.. En términos de hoy, serían conflictos como por ejemplo, la boda de de personas divorciadas, la amistad con prostitutas, la acogida de los homosexuales, el comulgar sin estar casados por la iglesia, el faltar a la misa en domingo, no ayunar el día de viernes santo. Son muchos los conflictos: en casa, en la escuela, en el trabajo, en la comunidad, en la iglesia, en la vida personal, en la sociedad. Conflictos de crecimiento, de relaciones, de edad, de mentalidad. ¡Tantos! Vivir la vida sin conflicto ¡es imposible! El conflicto forma parte de la vida y aparece desde el nacimiento. Nacemos con dolores de parto. Los conflictos no son accidentes por el camino, sino que son parte integrante del camino, del proceso de conversión. Lo que llama la atención es la manera en que Jesús se enfrenta a los conflictos. En la discusión con los adversarios, no se trataba de que tuviera razón en contra de ellos, sino de que prevaleciera la experiencia que él, Jesús, tenía de Dios como Padre y Madre. La imagen de Dios que los otros tenían era de un Dios juez severo, que sólo amenazaba y condenaba. Jesús trataba de hacer prevalecer la misericordia sobre la observancia ciega de las normas y de las leyes que no tenían nada que ver con el objetivo de la Ley que es la práctica del amor.

• Mateo 12,1-2: Arrancar el trigo en día de sábado y la crítica de los fariseos. En un día de sábado, los discípulos pasaban por las plantaciones y se abrieron camino arrancando espigas para comerlas. Tenían hambre. Los fariseos llegaron e invocaron la Biblia para decir que los discípulos estaban cometiendo una trasgresión de la ley del sábado (Cf. Ex 20,8-11). Jesús también usa la Biblia y responde evocando tres ejemplos sacados de la Escritura: (a) de David, (b) da la legislación sobre el trabajo de los sacerdotes en el templo y (c) de la acción del profeta Oseas, es decir, cita un libro histórico, un libro legislativo y un libro profético.

• Mateo 12,3-4: El ejemplo de David. Jesús recuerda que David había hecho una cosa prohibida por la ley, pues sacó a los panes sagrados del templo y los dio a los soldados para que los comiesen porque tenían hambre (1 Sam 21,2-7). ¡Ningún fariseo tenía el valor de criticar al rey David!

• Mateo 12,5-6: El ejemplo de los sacerdotes.. Acusado por las autoridades religiosas, Jesús argumenta a partir de lo que ellas mismas, las autoridades religiosas, hacen en día de sábado. En el templo de Jerusalén, en día de sábado, los sacerdotes trabajan mucho más que en los días entre semana, pues deben sacrificar los animales para los sacrificios, deben limpiar, barrer, cargar peso, degollar animales, etc. Y nadie decía que iban contra la ley, pues pensaban que era normal, etc. La ley misma los obligaba a hacer esto (Núm 28,9-10).

• Mateo 12,7: El ejemplo del profeta. Jesús cita la frase del profeta Oseas: Misericordia quiero y no sacrificio. La palabra misericordia significa tener el corazón (cor) en la miseria (miseri) de los otros, es decir, la persona misericordiosa tiene que estar bien cerca del sufrimiento de las personas, tiene que identificarse con ellas. La palabra sacrificio significa hacer (fício) que una cosa queda consagrada (sacri), es decir, quien ofrece un sacrificio separa el objeto sacrificado del uso profano y lo distancia de la vida diaria de la gente. Si los fariseos tuviesen en sí esta mirada del profeta Oseas, sabrían que el sacrificio más agradable a Dios no es que la persona consagrada viva distanciada de la realidad, sino que ponga enteramente su corazón consagrado al servicio de la miseria de sus hermanos y hermanas para aliviarla. Ellos no debían condenar como culpables a aquellos que en realidad eran inocentes.

• Mateo 12,8: El Hijo del Hombre es señor del sábado. Jesús termina con esta frase: el Hijo del Hombre es señor del sábado. Jesús, él mismo, es el criterio para la interpretación de la Ley de Dios. Jesús conocía la Biblia de memoria y la invocaba para mostrar que los argumentos de los otros no tenían fundamento. En aquel tiempo, no había Biblias impresas como tenemos hoy en día. En cada comunidad sólo había una Biblia, escrita a mano, que quedaba en la sinagoga. El que Jesús conociera tan bien la Biblia es señal de que durante treinta años de vida en Nazaret, ha participado intensamente en la vida de la comunidad, donde todos los sábados se leían las escrituras. La nueva experiencia de Dios como Padre hacía que Jesús llegara a descubrir mejor cuál había sido la intención de Dios al decretar las leyes del Antiguo Testamento. Al convivir con la gente de Galilea, durante treinta años en Nazaret, y sintiendo en la piel la opresión y la exclusión de tantos hermanos y hermanas en nombre de la Ley de Dios, Jesús tiene que haber percibido que esto no podía ser el sentido de aquellas leyes. Si Dios es Padre, entonces él acoge a todos como hijos e hijas. Si Dios es Padre, entonces debemos ser hermanos y hermanas unos de otros. Fue lo que Jesús vivió y rezó, desde el comienzo hasta el fin. La Ley debe estar al servicio de la vida y de la fraternidad. “El ser humano no está hecho para el sábado, sino el sábado para el ser humano” (Mc 2,27). Fue por su fidelidad a este mensaje que Jesús fue condenado a muerte. El incomodaba al sistema, y el sistema se defendió, usando la fuerza contra Jesús, pues él quería la Ley al servicio de la vida, y no viceversa. Falta todavía mucho para que tengamos esa misma familiaridad con la Biblia y la misma participación en la comunidad como Jesús.

4) Para la reflexión personal

• ¿Qué tipo de conflictos tú vives en familia, en la sociedad y en la iglesia? ¿Cuáles son los conflictos relativos a prácticas religiosas que, hoy hacen sufrir a las personas y son motivo de mucha discusión y polémica? ¿Cuál es la imagen de Dios que está por detrás de todos estos preconceptos, normas y prohibiciones?
• ¿Qué te ha enseñado el conflicto en estos años? ¿Cuál es el mensaje que sacamos de todo esto para nuestras comunidades de hoy?

5) Oración final

Señor, si acostado me vienes a la mente,
quedo en vela meditando en ti,
porque tú me sirves de auxilio
y exulto a la sombra de tus alas;
mi ser se aprieta contra ti,
tu diestra me sostiene. (Sal 63,7-9)

Comentario del 19 de julio

El evangelista refiere que un sábado cualquiera Jesús, en compañía de sus discípulos, atravesaba un sembrado. Los discípulos, acuciados por el hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Pero, arrancar espigas en sábado era una violación de la Ley concerniente al descanso sabático. Estaban, pues, actuando contra la Ley. No es extraño, por tanto, que los fariseos, guardianes de la Ley, al verlos actuar así, reaccionen de inmediato y censuren su conducta. Pero los fariseos no se dirigen en su crítica a quienes cometen la infracción, sino al Maestro que se lo consiente: Mira –dicen-, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado. ¿Qué cosa era ésa?

Arrancar espigas, realizar una labor agrícola, es decir, trabajar en el día en que hay que descansar. Éste es su pecado. No les acusan de robar en campo ajeno, sino simplemente de arrancar espigas en el día festivo o día destinado al descanso, según la Ley de Dios. Pero los apóstoles no arrancaban espigas para almacenar el grano o para venderlo, sino únicamente para comérselas, pues tenían hambre. Aquella actividad no perseguía otra cosa que procurarse algo de alimento para ese día, una actividad reclamada por la urgencia y la oportunidad del momento.

Ante la acusación farisaica que coloca a estos discípulos del lado de los transgresores de la Ley, Jesús sale en su defensa invocando el ejemplo de un ilustre personaje de la historia del pueblo de Israel a quien sorprendemos en compañía de sus soldados llevando a cabo acciones contrarias a la Ley o acciones que no estaban permitidas por esa ley que mandaba no hacer uso profano de las cosas sagradas. Tales eran los panes presentados y reservados a los sacerdotes que David y sus hombres, acosados por el hambre y quizá tras una intensa jornada de campaña militar, consumieron después de haber entrado en la casa de Dios. Pero comer de estos panes destinados a la ofrenda cultual o ya ofrecidos no les estaba permitido a personas ajenas al sacerdocio, como eran, en este caso, David y sus acompañantes.

Hicieron, pues, lo que la Ley prohibía a los profanos. Lo único que podía justificar esta acción era la urgente necesidad de recurrir a algún alimento para no desfallecer, y esos panes reservados eran el único alimento que se les puso al alcance de la mano en tales circunstancias. La misma necesidad (hambre) que justifica esta acción justificaría la acción de arrancar espigas por parte de sus discípulos, con la diferencia de que aquellos panes eran la ofrenda de un sacrificio cultual y las espigas del sembrado no, o aún no.

Pero la Ley también permitía excepciones, y Jesús se lo hace saber recurriendo al ejemplo de los sacerdotes que trabajan en el templo los sábados sin incurrir en culpa: al oficiar en el templo los sábados, violan la Ley, pero no se hacen culpables de transgresión. La Ley les permite a ellos lo que no les permite a otros, a saber, trabajar en sábado. Según este criterio, la Ley admite excepciones que encuentran justificación en situaciones de extrema necesidad o en las obligaciones asociadas al propio oficio, un oficio reconocido y apreciado en el marco de la misma Ley, cual es el oficio sacerdotal. Pues bien, si el servicio del templo justifica el incumplimiento del Sábado –dice Jesús-, aquí hay uno que es más que el templo, es decir, alguien con más autoridad que la emanada del templo; y si el templo y su culto imponen ciertas obligaciones que entran en conflicto con la Ley, también él –en cuanto mayor que el templo- puede eximir del cumplimiento de la Ley si éste colisiona con otros valores que es preciso salvar en una determinada situación.

Los fariseos, sin embargo, tampoco escaparán a la censura de Jesús, que aprovecha la ocasión para poner de manifiesto sus grandes carencias. Al fin y al cabo son de los que cuelan el mosquito y se tragan el camello. Ellos, los que se han constituido en guardianes de la Ley, merecen –a juicio de Jesús- una censura aún mayor que la que ha recaído sobre esos pobres hambrientos que, impelidos por la necesidad, se han visto obligados a buscar alimento en lugares y tiempos improcedentes, y es que no han comprendido todavía lo que Dios quiere del hombre, lo que realmente aprecia en él, que no es otra cosa que la misericordia, esa misericordia de la que ellos carecen cuando condenan a inocentesSi comprendierais –les dice- lo que significa «quiero misericordia y no sacrificios», no condenaríais a los que no tienen culpaPorque el Hijo del hombre es señor del Sábado.

La misericordia mira al prójimo necesitado; el sacrificio, a Dios. Siendo esto así, resulta que a Dios le agradan más nuestras obras de misericordia que nuestras ofrendas (o culto sacrificial). Y si le agradan nuestras ofrendas es sólo en la medida en que despiertan y sostienen nuestras acciones misericordiosas. No podemos olvidar, sin embargo, que hay ofrendas que son a la vez obras de misericordia. Pensemos en ese sacrificio en el que Cristo ofrece su propia vida por la salvación de la humanidad doliente. ¿No hay en esta ofrenda (=sacrificio) un acto de misericordia? ¿No se ofrece a Dios para remediar las miserias del hombre sujeto al pecado y a la muerte el que tantas muestras había dado ya de apiadarse de los miserables de este mundo?

Evidentemente que en este sacrificio había misericordia. Por eso, además de por ser el sacrificio del Hijo, es agradable a Dios. Nuestro culto sacrificial se concentra en la eucaristía, actualización sacramental del sacrificio de Cristo; pero sólo si nos ofrecemos con él podremos decir que ese sacrificio es también nuestro y será del agrado de Dios. Lo que justifica el sacrificio a los ojos de Dios es la actitud oferente inspirada en la misericordia, es decir, en ese deseo de contribuir con nuestra ofrenda a remediar ese estado de miseria y de indigencia en que se encuentra la humanidad, siempre necesitada de salvación. Ello explica la insistencia de Jesús en la misericordia, pues ella constituye la razón de ser de su venida a este mundo y de la existencia cristiana. Sólo si entendemos lo que significa quiero misericordia podemos considerarnos mentalmente cristianos. Y si realmente entendemos esto, no condenaremos a los que carecen de culpa, aunque les veamos violar ciertas leyes como la del descanso sabático. Lo refrenda el que se proclama Señor del sábado.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

Capítulo tercero
Ustedes son el ahora de Dios

 

64. Después de recorrer la Palabra de Dios, no podemos decir sólo que los jóvenes son el futuro del mundo. Son el presente, lo están enriqueciendo con su aporte. Un joven ya no es un niño, está en un momento de la vida en que comienza a tomar distintas responsabilidades, participando con los adultos en el desarrollo de la familia, de la sociedad, de la Iglesia. Pero los tiempos cambian, y resuena la pregunta: ¿cómo son los jóvenes hoy, qué les pasa ahora?

La misa del Domingo: misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

Queridos amigos: ¡sed bienvenidos a esta fuente en la que, el Señor, nos alimenta con su fuerza para que nunca nos falten fuerzas para hacer el bien! La Eucaristía de los domingos, por si olvidamos, es una presencia real y misteriosa a la vez con la que, el Señor, hace que seamos sensibles a su llamada y, además, sensibles a los problemas de los demás. Hoy, en el evangelio, se nos interpelará a no “pasar” de los problemas de los demás. En definitiva a cuidar el lado más agradable de nuestra fe y de nuestro corazón: el amor a los semejantes. Nos ponemos de pie.

2. PERDÓN

2.1. “Ojos que no ven, corazón que no siente”; dice el viejo refrán. Perdón, Señor, por las veces en que miramos hacia otro lado cuando vemos situaciones de pobreza, angustia o desesperación. Señor te piedad.

2.2. “Piensa en ti y olvídate de los demás”; nos suele decir el mundo. Perdón, Señor, cuando buscamos excusas para trabajar sólo por nosotros mismos y no por los demás. Cristo ten piedad

2.3. “Hacer el bien es de tontos”; solemos escuchar. Perdón, Señor, por las veces en que nos quedamos a un lado pensando que, tienen que ser los demás, los que se comprometan. Señor, ten piedad

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas que vamos a escuchar, nos dicen en este domingo, que amar a Dios y a los prójimos debe ser lo novedoso de nuestra vida cristiana. ¿De qué sirve cumplir los mandamientos, si luego, olvidamos el amor que Dios nos tiene y el amor que hemos de ofrecer a los demás? Escuchamos atentamente.

4. PETICIONES

4.1. Por la Iglesia. Para que sea siempre una escuela del amor de Dios. Para que nos enseñe el valor del amor que se da sin esperar nada a cambio. Roguemos al Señor.

4.2. Por los enfermos; por aquellos que necesitan atención de los demás. Por aquellos que son olvidados en las cunetas de las residencias de ancianos, de los hospitales. Roguemos al Señor.

4.3. Por los médicos y enfermeros. Por los que se dedican a curar y a cuidar a los demás. Para que vean en los enfermos el rostro dolorido de Cristo. Roguemos al Señor.

4.4. Para que, en los caminos de la vida, pensemos que Cristo sale a nuestro encuentro y nos lleva a la Iglesia para curar nuestras heridas y paga un alto precio por nosotros. Roguemos al Señor.

5. ACCIÓN DE GRACIAS

TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR
Entre las prisas y los agobios de la vida
TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR
Cuando nos afanamos por vivir superficialmente
TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR
Cuando nos encontramos cansados
TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR
Cuando todo parece fracasado
TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR
Cuando quieren presentarnos otros modos de vivir
TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR
Cuando olvidamos al prójimo como hermano
TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR
Cuando nos encerramos en nosotros mismos
TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR
Cuando pensamos que el trabajo es lo más importante
TU, SEÑOR, ERES LO MEJOR

La misa del Domingo

Domingo XVI del tiempo ordinario
21 de julio de 219

En las lecturas que hemos escuchado este domingo se nos muestra la manera en que Dios busca comunicarse con nosotros, con el ser humano. Dios no suele comunicarse con nosotros de manera directa, sino a través de mediadores, y nos suele costar muchísimo darnos cuenta de ello. No estamos predispuestos a reconocer a Dios en los demás, ni su mensaje. Vivimos en la sociedad llamada de la comunicación, pero cuantas más facilidades tenemos para comunicarnos por cualquier medio, cuanta más disposición tenemos para que nos llegue cualquier tipo de noticia e información, parece ocurrir justo lo contrario.

Estamos saturados de información constante e inmediata, no tenemos capacidad para comprobar su veracidad, ni filtrar por importancia o interés, estamos desbordados. Todos los medios, redes sociales, amigos están continuamente enviándonos información que no permite de ninguna manera actuar frente a ella.

Por otro lado, nos es más fácil, más cómodo, más rápido comunicarnos e interactuar con los demás. Pero resulta que cada vez nuestras comunicaciones y maneras de comunicarnos son más superficiales, menos reales. Vamos perdiendo la capacidad de hablar con una persona cara a cara, de saber interpretar e interactuar ante los gestos, las palabras, la manera de comportarnos del otro. Nos es más fácil decir las cosas por medio de las redes sociales y medios de comunicación, donde el mensaje que se comunica no es del todo eficaz.

Estamos absortos y desbordados ante estos medios, y esto no nos permite pararnos a buscar la paz y la tranquilidad necesarios para estar con Dios.

El ejemplo de Abrahán es muy claro. En cuanto se presentan unas personas ante él, se da cuenta de que no son cualquier persona, y les acoge en su casa, comportándose como un verdadero anfitrión, ofreciendo lo mejor que tiene. Hay que acoger a los demás, sin importarnos quienes sean. Pero ante las mediaciones de Dios, hemos de tratar de saber qué quieren de nosotros.

Jesús nos muestra el modo en que es acogido por Marta y María. Como Marta se desvive por preparar y tener todo organizado para Jesús. Y eso está bien, pero en su debida medida. Hemos de tratar de actuar en nuestro mundo. Hay que trabajar por la paz, por la justicia, por el bien de todos. Pero no debemos dejarnos llevar por el activismo. Si no tenemos tiempo para estar con Dios, en este caso con Jesús, en un momento de intimidad e interiorización, podemos llegar a actuar como pollos sin cabeza.

Buscaremos hacer cosas, pero perderemos el rumbo. No sabremos realmente qué, cómo y para qué lo hacemos.

Como María hemos de tratar de escuchar a Dios, su palabra es muy importante para nosotros. Cuando la Palabra de Dios cale en nuestro corazón y nos impregne, entonces sabremos realmente a que nos llama Jesús.

Dios nos llama a llevar a plenitud la palabra de Dios. Hemos de anunciar la palabra de Dios al mundo entero, tanto de palabra como de obra. Pero para ello hay que trabajar estas dos caras de una misma moneda.

Necesitamos tanto la oración, el ponernos en presencia del Señor y de su palabra. Es la única manera de que nuestra manera de actuar y obrar por el bien de los demás, esté orientado al bien de Dios y no a nuestro propio bien.

Que la escucha de la Palabra de Dios nos comprometa a obrar y realizar su misión como verdaderos discípulos de Jesús.

Germán Rivas, sdb

Cerca de ti (Oración)

CERCA DE TI

Jesús, amigo. Una vez más quiero estar tranquilo, respirar profundo y cerrar los ojos para percibirte mejor.

Sé que estás ahí, aunque no puedo verte, puedo sentirte. Me gusta estar contigo.

Hoy vas a casa de tus amigos. ¡Qué emoción! Me imagino que es a mí a quien visitas. Lo contento que estoy y las cosas que quiero contarte y ofrecerte.

La lectura es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 10, 38-42):

Jesús estaba un día en casa de unos amigos suyos. Había dos hermanas, que se llamaban Marta y María, y eran las dueñas de la casa.

Marta no paraba de trabajar, preparando la mesa, la comida, todos los rincones. María, en cambio, estaba todo el tiempo con Jesús, escuchando sus palabras.

Entonces Marta se enfadó y se plantó en medio del grupo, y le dijo a Jesús: «Oye, ¿no te parece que mi hermana tiene mucha cara dura? Me tenía que ayudar y no da ni golpe. Dile que me ayude».
Pero Jesús miró a Marta con cariño, y le dijo: «Marta, Marta, estás preocupada de muchas cosas que no hacen falta. María ha hecho lo que tenía que hacer».

Como Marta todos tenemos siempre mil cosas que hacer. Deberes, leer, deporte, clases de inglés, ayudar en casa… Tanto que a veces no nos da tiempo a rezar y nos olvidamos de Jesús.

Mis padres siempre me dicen que hay tiempo para todo. Que el día tiene muchas horas y es verdad. Pues yo quiero ser como María, que se olvida de todo y solo se fija en Jesús. Le escucha y obedece su palabra.

Sí. Ella está tranquila, sabe lo que hay que hacer y no se preocupa de nada más. Solo de estar muy cerquita de Jesús. ¿Y yo, cómo puedo estar más cerca de él?

Mientras escuchas la canción piensa en algo que puedes hacer todos los días para parecerte a María. Pon tu mano en el corazón y pídele que te ayude.

Tan cerca de ti,
tan cerca de mí,
que hasta lo puedo tocar,
Jesús esta aquí.

Le hablare sin miedo al oído,
le contaré las cosas que hay en mí;
y que solo a Él le interesaran,
Él es más que un mito para mí…

Tan cerca de ti…

No busques a Cristo en lo alto,
ni lo busques en la oscuridad;
muy cerca de ti, en tu corazón,
puedes adorar a tu Señor…

Tan cerca de ti…

Míralo a tu lado caminando,
paseando entre la multitud;
muchos ciegos son, porque no lo ven,
ciegos de ceguera espiritual…

Tan cerca de ti…

Tan cerca de mí de Cesáreo Gabaráin interpretado por Caro y Esteban. «Tan cerca de mí.» 

Enséñame a estar en silencio, como María. A escucharte, como María. Y a decir sí con el corazón, como María.

Y hoy termino rezando, despacito, en voz alta, con María, la otra María, la madre, que también guardaba todo en su corazón.

Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita tú eres,
entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte.Amén.

Comentario al evangelio – 19 de julio

En una conciencia rectamente formada siempre existirá algún momento de tensión entre optar por el cumplimiento de la ley o el uso correcto de la libertad. En nuestro modo de proceder honesto, cuando actuamos con buena intención y rectitud de corazón, no faltan momentos de duda entre realizar lo establecido, lo mandado, lo legal o lo que la conciencia nos dicta para alcanzar un bien. En ocasiones chocan. ¿Qué hacer en caso de duda? ¿Ser estrictamente legalistas con el riesgo de obedecer la ley injusta? ¿Ser puramente relativistas interpretando la ley a mi manera con el riesgo de hacer de mi capa un sayo? ¿Obedientes o laxos? El que siempre obedece nunca se equivoca, dicen algunos. Pero obedecer ¿a quién, a qué?

Ni fariseos ni anárquicos. En los momentos de mi vida en los que ante una elección dudo entre cumplir lo mandado o lo que creo que es lo correcto, Jesús nos ofrece un criterio de discernimiento que nos da luz para decidir, porque el ser humano va configurando su vida tomando decisiones constantemente, unas de mayor importancia y otras no tanto. Nos guste o no, tenemos que elegir con mucha frecuencia. El criterio de discernimiento que nos ofrece Jesús es la misericordia, o dicho de otro modo, el bien de la persona.

En la secuencia evangélica de hoy Jesús es recriminado por los fariseos por hacer una cosa no permitida en sábado: arrancar espigas (trabajar) para comérselas. Para Jesús, la satisfacción de una necesidad como el hambre está por encima de la ley, pues el bien de la persona, la misericordia, es el criterio de discernimiento: quiero misericordia y no sacrificio.

Jesús fue un hombre libre, ni anárquico ni esclavo de la ley. Esa libertad quiere para ti y para mi. La primera lectura nos recuerda la liberación de Egipto a través de la Cena de Pascua. Es lo que Dios ha ido haciendo a través de la historia de salvación y lo que quiere seguir haciendo en cada corazón humano y en cada momento de la historia: liberar. En nuestra oración de hoy le pedimos al Señor que nos ayude a crecer en la libertad de los Hijos de Dios, libertad que da paz a nuestra vida, que nos permite dormir tranquilos y vivir la vida con frescura y alegría.

Juan Lozano, cmf.