II Vísperas – Domingo XVI de Tiempo Ordinario

II VÍSPERAS

DOMINGO XVI de TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Cuando la muerte sea vencida
y estemos libres en el reino,
cuando la nueva tierra nazca
en la gloria del nuevo cielo,
cuando tengamos la alegría
con un seguro entendimiento
y el aire sea como una luz
para las almas y los cuerpos,
entonces, sólo entonces,
estaremos contentos.

Cuando veamos cara a cara
lo que hemos visto en un espejo
y sepamos que la bondad
y la belleza están de acuerdo,
cuando, al mirar lo que quisimos,
lo vamos claro y perfecto
y sepamos que ha de durar,
sin pasión sin aburrimiento,
entonces, sólo entonces,
estaremos contentos.

Cuando vivamos en la plena
satisfacción de los deseos,
cuando el Rey nos ame y nos mire,
para que nosotros le amemos,
y podamos hablar con él
sin palabras, cuando gocemos
de la compañía feliz
de los que aquí tuvimos lejos,
entonces, sólo entonces,
estaremos contentos.

Cuando un suspiro de alegría
nos llene, sin cesar, el pecho,
entonces —siempre, siempre—, entonces
seremos bien lo que seremos.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo, que es su Verbo,
gloria al Espíritu divino,
gloria en la tierra y en el cielo. Amén.

SALMO 109: EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Ant. Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

SALMO 111: FELICIDAD DEL JUSTO

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: LAS BODAS DEL CORDERO

Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
Su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

LECTURA: Hb 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

RESPONSORIO BREVE

R/ Nuestro Señor es grande y poderoso.
V/ Nuestro Señor es grande y poderoso.

R/ Su sabiduría no tiene medida
V/ Es grande y poderoso.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Nuestro Señor es grande y poderoso.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.

PRECES

Alegrándonos en el Señor, de quien viene todo don, digámosle:

Escucha, Señor, nuestra oración.

Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado, desde donde sale el sol hasta el ocaso,
— fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.

Haznos dóciles a la predicación de los apóstoles,
— y sumisos a la verdad de nuestra fe.

Tú que amas a los justos,
— haz justicia a los oprimidos.

Liberta a los cautivos, abre los ojos a los ciegos,
— endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los que duermen ya el sueño de la paz
— lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección.

Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada:
Padre nuestro…

ORACION

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos los dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Ni de Marta ni de María podemos prescindir

Si queremos entender el verdadero sentido del texto, no debemos olvidar el contexto en el evangelio de Lc. Enmarcado dentro del viaje a Jerusalén, este relato intenta determinar el perfil de aquellos que quieren seguir a Jesús. Durante esa subida, va formando a sus discípulos. Lc es el único que relata este episodio y no es casualidad que una vez más se sienta interesado en destacar la importancia de la mujer en la vida pública de Jesús. No debemos interpretar el texto como una condena de la actitud de Marta. Es solo el contrapunto para resaltar la necesidad que todo cristiano tiene de escuchar al único Maestro.

No tiene ningún sentido haber sacado, de este relato, una distinción entre la vida contemplativa y la vida activa. Mucho menos si, en vez de distinción, lo que se pretende es una oposición. Tampoco aparece por ninguna parte la pretendida superioridad de la vida contemplativa sobre la vida activa. No es correcto interpretar este evangelio como proclamación del cristianismo a dos velocidades: 1ª los de la vida contemplativa: 2ª los que se dedican a la vida activa. Parece que el primero que levantó esta falsa liebre fue Orígenes, y durante 18 siglos hemos seguido corriendo detrás de un señuelo de trapo.

El domingo pasado terminaba el evangelio con esta frase: “Anda, haz tú lo mismo”. Del evangelio se deduce que no puede darse un amor a Dios directo, que no se refleje en el amor a los demás. Aplicado a tema que nos ocupa, no puede haber auténtica contemplación que no se manifieste en la acción. Tampoco puede haber una acción verdaderamente espiritual que no surja de la contemplación. Claro que puede haber acciones buenas sin contemplación, pero serán solo programaciones, que no nos enriquecen espiritualmente. Y puede haber contemplación sin acción, pero será siempre una falsa ilusión.

Una vez más debemos superar la aparente contradicción del evangelio. En otro lugar dice Jesús: “el que escucha estas palabras mías, y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena”. Edificar sobre roca es escuchar y obrar en consecuencia. Por lo tanto, nada más lejos puede estar este relato de un espiritualismo desencarnado. Eso sí, para actuar con verdadero sentido espiritual, debemos primero escuchar a Jesús y descubrir en su vida y enseñanzas los motivos de la acción. Esto, que parece tan sencillo, es la clave para entrar en la dinámica del mensaje de Jesús. Todo lo que no sea entrar por este camino, será engañarnos.

Marta, al quejarse, no tiene en cuenta lo que María está haciendo. Solo tiene en cuenta las consecuencias de esa actitud que le perjudica. Jesús no critica a Marta por estar ocupada, sino por estar preocupada e inquieta por realidades materiales, que tienen muy poca importancia. Tampoco dice que lo que hace sea malo. Fijaos, que dice: “María ha escogido la parte mejor; lo cual significa que lo que hacía Marta era también bueno. El mensaje es que toda acción verdaderamente cristiana debe nacer de la contemplación.

Todos tenemos que ser a la vez, Marta y María. No es fácil mantener el equilibrio. En un árbol frutal, ¿qué es lo más importante, las raíces o el fruto? La pregunta es absurda. Sin las raíces es impensable el árbol. Sin los frutos, el árbol sería completamente inútil. Es muy fácil resbalar hacia una u otra dirección. En todas las épocas ha habido místicos que despreciaron el trabajo y hombres y mujeres de acción que despreciaron como inútil la contemplación.

El maestro Eckhart tiene una interpretación desconcertante de este relato. Suponiendo que la primera consecuencia de una escucha de la Palabra sería el servicio y descubriendo que Marta ya está cumpliendo esa tarea, deduce que Marta adelanta a María porque ella ha escuchado y ya está cumpliendo. Viniendo esta reflexión de uno de los más grandes místicos de todos los tiempos, nada sospechoso de menospreciar la contemplación, debemos tomar muy en serio esta advertencia. La contemplación es lo primero, pero no es más importante.

A la luz de este relato, se abre una nueva perspectiva para la mujer. María, es aceptada por Jesús como interlocutora válida. Tal vez sea el relato más subversivo de todo el evangelio. “Sentada a los pies de Jesús escuchaba su palabra”. María está allí como discípula. Esto trastoca todos los valores en que estaba fundada la sociedad de la época. Algunos dichos rabínicos nos dan una pista de lo que pensaban de la mujer: “El que enseña la Torá a una mujer, le enseña necedades”. “Mejor fuera que desapareciera en las llamas la Torá, antes de ser entregada a la mujer”. “Maldito el padre que enseña a su hija la Torá”.

La mujer tiene que crecer como ser humano. Tiene que descubrir que humanizarse es más importante que todas las tareas asignadas a la mujer. Jesús invita a las mujeres a desarrollar sus valores espirituales. La actitud de María ayuda a Jesús a descubrir todo eso. Vio que había adquirido unos valores espirituales que a él mismo le servían de referencia. Después de esto, Jesús está en condiciones de responder a la mujer que le hizo una alabanza: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él responde: «Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen». No es el parir el valor fundamental de la mujer, aunque el varón sigue empeñado en mantener esta valoración.

Esta actitud de Jesús para con la mujer se manifiesta también en otros muchos lugares del evangelio. El comportamiento de Jesús con la mujer está completamente libre de misoginia o antifeminismo. Ni asomo de miedo al sexo o machismo, ni siquiera paternalismo. Los evangelios nos dicen que en el grupo de seguidores había también mujeres. Los relatos de la mujer adúltera, la pecadora, la Magdalena, la Cananea, la Hemorroísa, nos indican esa preocupación constante por la mujer, que en su tiempo estaba completamente marginada. Lástima que esa actitud de Jesús haya quedado relegada al olvido en la Iglesia, que sigue manteniendo, después de dos mil años, una ideología machista.

El Concilio Vaticano II rechazó toda forma de discriminación por razón de sexo como contraria al plan de Dios; pero a renglón seguido nos demuestra, en la práctica, que eso no tiene vigencia en la institución. Las mujeres que se sintieron comprendidas y liberadas por Jesús son discriminadas por sus sucesores. La opresión de las mujeres en la Iglesia es solo una manifestación externa de la represión de lo femenino en la jerarquía. Es hora de superar un patriarcado ciego, inconsciente y fanático. Si la mujer hubiera tenido algo que ver en las decisiones de la Iglesia, no se habrían cometido tantas barbaridades.

No es que el cristianismo haya incrementado la marginación de la mujer, pero sí ha mantenido actitudes ancestrales que habían sido superadas por Jesús. Lo que los cristianos hemos hecho con la mujer no es solo mantener una mala costumbre; con el evangelio en la mano podemos afirmar que es una injusticia en toda regla. Contra esa injusticia no solo tienen que luchar las mujeres, tenemos que luchar todos; y no por hacer un favor a la mujer, sino porque es un despilfarro de energías prescindir de un plumazo de más de la mitad de sus miembros a la hora de buscar soluciones a sus problemas.

 

Meditación

No hay parte mejor o peor.
Como en el frutal, raíz y fruto son igualmente importantes.
En el tiempo, echar raíces (escuchar a Jesús) es lo primero.
El objetivo será siempre el fruto (el servicio a todos).
Intenta ser cada día más Marta y más María.
Cada día más enraizado en Cristo. Y más volcado hacia los demás.

Fray Marcos

¿Afanarse o escuchar?

Comentario del 21 de julio

El evangelio de hoy puede resultar a primera vista desconcertante, sobre todo para esas mujeres, amas de sus casas, que tanto se esfuerzan (y se agitan) por complacer a sus huéspedes o invitados. Oyendo las palabras que Jesús dirige a Marta: Andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria…, se sentirán muy mal pagadas. Y seguramente que no soportarían oírlas de un huésped a quien ellas agasajan con todo tipo de atenciones y servicios. Además, parece como si Jesús exaltase la ociosidad, el dolce far niente, frente a la laboriosidad, la pasividad frente a la actividad; pero siempre es más perfecto estar en acto que en potencia. Estas perplejidades suscitadas por el texto nos invitan a leer el pasaje con mayor detención.

Jesús se encuentra entre amigos. Lo reciben en casa dos hermanas: Marta y María. María se interesa de tal manera por lo que dice Jesús que se olvida de todo lo demás, abandonando incluso sus tareas habituales. No hace nada más que escuchar al Maestro (como totalmente abstraída). Este es su único quehacer en esos momentos: escuchar y aprender, disfrutando. Con ello está cumpliendo el mandato del mismo Jesús, su amigo y contertulio: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.

Su ociosidad (si se quiere llamar así) no es pereza o pasividad, sino ejercicio de aprendizaje y de amor, deseo de imitación, apertura de la inteligencia, que desea saber, y de la voluntad, que aspira a poseer lo que ya ama, la verdad, el bien y la belleza que resplandecen en Jesús. Marta, no sabemos si desinteresada por lo que interesa a María o forzada por las circunstancias (quizá sobre ella, como hermana mayor, ha recaído el peso de las tareas domésticas), se multiplica para tener todo en orden: mantel, comida, aperitivos y postre, el servicio requerido para las grandes ocasiones; y ésta era una de ellas. No todos los días se podía tener en casa a un invitado tan honorable como Jesús. De repente, se detiene, porque no comprende la actitud de su hermana, que permanece en amigable conversación con el invitado como si no hubiera nada más que hacer. Pero lo hay.

En las casas siempre hay muchas cosas por hacer. Y manifiesta su queja porque se considera en inferioridad de condiciones, relegada a un puesto secundario, dejada sola con el servicio, como si se tratase de una criada a la que se presta poca o ninguna atención y que está sólo para servir. Y espera que Jesús reconozca su desazón y apruebe su demanda, diciéndole a su hermana que le eche una mano. Pero no es esto lo que Jesús le dice, sino lo que ya sabemos: Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. Pero ¿cómo no estar nerviosa, dirán la mayor parte de las mujeres, en esta situación y con este huésped? ¿Y cuál es esa única cosa necesaria? ¿Acaso no lo es el pan nuestro de cada díaMaría ha escogido la mejor parte, y no se la quitarán.

Se trata de la parte mejor, pero no por ser mejor deja de ser parte. También había que hacer lo que estaba haciendo Marta con el servicio, pero sin olvidar que ésta no era la parte mejor, ni la necesaria. Porque cuando se olvida esto se entra en la vorágine del desasosiego, la inquietud o el nerviosismo. Y semejante inquietud suele esconder casi siempre algún tipo de apego, como el apego a la autoestima, a la buena imagen, a la buena fama, que fomenta la vanidad y el engreimiento.

Al parecer, Jesús se sentía mejor acogido por María, que se interesaba por su persona y por sus planes y proyectos, que por Marta, que sólo parecía interesarse por su bienestar material, su comodidad y sus gustos. No obstante, lo que Jesús reprocha a Marta no es su laboriosidad (virtud digna de encomio), sino esos apegos ocultos que la mantienen agitada y nerviosa; quizá le reproche también su desinterés por lo realmente importante, que es aquello que le ha traído a este mundo, y su vivir absorbida por lo secundario, lo inmediato, lo perecedero, lo que para él (y, al parecer, también para María) tiene poco interés, dado que su alimento es hacer la voluntad del Padre y puesto que no sólo de pan vive el hombre.

La tradición exegética de la Iglesia ha visto siempre en esta escena evangélica una llamada a descubrir la parte mejor de nuestra relación con Cristo. Como Marta, también nosotros vivimos demasiado volcados al exterior, absorbidos por las cosas y las luces que nos rodean, supravalorando lo secundario, lo inmediato, lo superfluo, e infravalorando lo necesario, lo que no brilla o no se ve, lo realmente importante; y en tal situación no es extraño que surjan quejas, rebeliones, envidias, incomprensiones por aquello de lo que otros disponen y a nosotros no se nos concede disfrutar, cuando tal vez hayamos despreciado esos bienes que proporcionan un bienestar muy superior puesto que son los más necesarios.

Marta –se ha dicho- es la acción, no digo sin sentido, pero sí con poco sentido o con un sentido de corto alcance: la acción por sentirse vivo o por mantenerse útil, o por estar activos, la acción por la acción. María sería la contemplación o la escucha agradecida de la que acaba brotando una acción plena de sentido; pero la misma contemplación, si es activa, es ya acción; y cuando deja de ser activa para pasar a ser pasiva no por eso pierde su potencia; al contrario, se hace más fecunda con la fecundidad que le proporciona la palabra y el Espíritu que la activan.

La oración, aunque suponga el abandono de ciertos quehaceres habituales, no es pereza; al contrario, la pereza es enemiga de la oración; y si muchas veces no hacemos oración, prefiriendo ocuparnos en cualquier otra actividad como la lectura, el estudio o un trabajo manual, es seguramente por pereza. Luego la oración puede revelarse más costosa que cualquier otra actividad por esforzada y ardua que resulte. La oración, aun siendo «lugar» en el que tantas veces podemos buscar refugio, tampoco es evasión de los problemas de cada día, sino más bien espacio para el aprovisionamiento de energías, para el refrigerio del espíritu o para el fortalecimiento del ánimo, cosas que necesitamos para seguir afrontando la vida con serenidad y esperanza. La oración es interlocución, y sobre todo escucha complaciente y serena, a los pies del Maestro y Amigo, gustando sus palabras, reteniendo sus gestos, dejándonos invadir por su mansedumbre y humildad, olvidados momentáneamente de todos y de todo para concentrarnos en la presencia del Amado.

El que es capaz de disfrutar con la oración, estando a solas con Jesús, habrá descubierto la parte mejor de su relación con él. Y no se le quitará ni en esta vida, ni en la otra; más aún, en la otra alcanzará su más alto grado de intimidad y de gozo, porque lo mediato se convertirá en inmediato y lo opaco en diáfano. Entonces se obtendrá lo mejor de lo mejor.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

66. Hoy los adultos corremos el riesgo de hacer un listado de calamidades, de defectos de la juventud actual. Algunos podrán aplaudirnos porque parecemos expertos en encontrar puntos negativos y peligros. ¿Pero cuál sería el resultado de esa actitud? Más y más distancia, menos cercanía, menos ayuda mutua.

Lectio Divina – 21 de julio

María y Marta amigas de Jesús
¿Cuál es la mejor parte escogida por María?
Lucas 10,38-42

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. 

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Clave de lectura:

El texto del Evangelio de este domingo narra la visita de Jesús a la casa de Marta y María. Jesús dice a Marta: “María ha escogido la mejor parte que no le será quitada”. A lo largo de los siglos, estas palabras, muchas veces, han sido interpretadas como si fuese una confirmación por parte de Jesús del hecho que la vida contemplativa escondida en los monasterios es mejor y más sublime que la vida activa de aquellos que trabajan en el campo de la evangelización. Esta interpretación no es muy correcta, porque no tiene fundamento en el texto. Para entender el significado de estas palabras de Jesús ( y de cualquier otra palabra), es importante tomar en consideración el contexto, sea el contexto del evangelio de Lucas, como también el contexto más amplio de la obra de Lucas que comprende el Evangelio y las Actas de los Apóstoles. Antes de verificar el contexto más amplio de las Actas de los Apóstoles, tratemos de echar una mirada al texto en sí y ver como está colocado en el contexto inmediato del evangelio de Lucas. Durante la lectura, trata de sentirte presente en la casa de Marta y de sentirte vecino al ambiente y a las palabras de Jesús no sólo al oído de Marta, sino al oído de las comunidades para las cuales Lucas escribía su evangelio y a nuestro oído, el de nosotros, que hoy escuchamos estas palabras tan inspiradoras de Jesús.

b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura

Lucas 10,38: Marta recibe a Jesús en su casa
Lucas 10,39-40a: María escucha la palabra de Jesús. Marta se dedica al servicio de la casa
Lucas 10-40b: Marta reclama y pide a Jesús que intervenga
Lucas 10,41-42: Respuesta de Jesús

c) Texto:

Lucas 10,38-42

38 Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, 40 mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al fin, se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» 41 Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; 42 y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.»

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Cuál es el punto que más te ha gustado o ha llamado más tu atención? ¿Por qué?
b) ¿Qué querrá decir Jesús con esta afirmación: “una sóla cosa es necesaria”?
c) ¿Cuál era la “mejor parte” que María escogió y que no le será quitada?
d) Un suceso histórico puede tener un sentido simbólico profundo. ¿Has conseguido tú descubrir un sentido simbólico en el modo en el que Lucas describe la visita de Jesús a la casa de Marta y María?
e) Lee atentamente las Actas de los Apóstoles y trata de descubrirle el nexo que hay entre el problema de los apóstoles y la conversación de Jesús con María.

5. Para los que quisieren profundizar más en el tema

a) Contexto del Evangelio de Lucas:

En Lucas 9,51 comienza la segunda etapa de la actividad apostólica de Jesús, el largo viaje desde Galilea hasta Jerusalén. Al comienzo del viaje, Jesús sale del mundo judío y entra en el mundo de los samaritanos (Lc 9,52). A pesar de ser mal recibido por los samaritanos (Lc 9,53), continúa en su territorio y hasta corrige a los discípulos que piensan de modo diverso (Lc 9,54-55). Cuando responde a aquellos que querían seguirlo, Jesús les aclara el significado de cuanto acontece y les señala las exigencias de la misión (Lc 9,56-62).

Después Jesús designa otros setenta y dos discípulos para ir en misión delante de Él. El envío de los doce (Lc 9,1-6) era para el mundo de los judíos. El envío de los setenta y dos es para el mundo no judío (Lc 10,1-16). Terminada la misión, Jesús y los discípulos se reúnen para evaluar el trabajo desarrollado por ellos, pero Jesús insiste en la certeza mayor de que sus nombres están escritos en el cielo (Lc 10.17-37).

Después viene nuestro texto que describe la visita de Jesús a la casa de Marta y María (Lc 10,38-42). Lucas no especifica dónde se encuentra la aldea de María y Marta, pero en el contexto geográfico de su evangelio, el lector imagina que la aldea se encontraba en Samaría. Por el evangelio de Juan sabemos que Marta y María vivían en Betania, una pequeña aldea vecina a Jerusalén (Jn 11,1). Juan nos dice además que tenía un hermano de nombre Lázaro.

b) Comentario del texto

Lucas 10,38: Marta recibe a Jesús en su casa
“Yendo ellos de camino, entró en un pueblo y una mujer de nombre Marta, lo acogió en su casa”. Jesús iba de camino. Lucas no siempre dice por dónde está pasando Jesús, pero muchas veces dice que Jesús iba de camino (Lc 9,51.53.57; 10,1.38; 11,1; 13,22.33; 14,25; 17,11: 18,31.35; 19,1.11.28.29.41.45; 20,1). Porque Jesús estaba firmemente decidido a subir a Jerusalén (Lc 19,51). Esta decisión le orienta durante todas las etapas del viaje. La entrada en el pueblo y en la casa de Marta y María es una etapa más de esta larga caminata hasta Jerusalén y forma parte de la realización de la misión de Jesús. Desde el comienzo, el objetivo de la caminata está definido; realizar su misión de Siervo, anunciada por Isaías (Is 53,2-10; 61,1-2) y asumida por Jesús en Nazaret (Lc 4,16-21).

Lucas 10,39-40a: María escucha la palabra, Marta se dedica al servicio
“Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies de Jesús, escuchaba su palabra; mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres”. Una cena normal en casa, en familia. Mientras algunos hablan, otros preparan la comida. La dos cosas son importantes y necesarias, las dos se complementan, sobre todo cuando se trata de acoger a alguno que viene de fuera. Afirmando que “Marta estaba atareada en muchos quehaceres” (diaconía), Lucas evoca a los setenta y dos discípulos también ocupados en muchas cosas del servicio misionero (Lc 10,17-18)

Lucas 10,40b: Marta reclama y pide a Jesús que intervenga
“Al fin se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Otra escena familiar, pero no tan normal. Marta se está preocupando sola de la preparación de la comida, mientras María está sentada, y está conversando con Jesús. Marta reclama. Quizá Jesús interfiera y diga algo a la hermana para ver si le ayuda en el servicio en la diaconía. Marta se considera una sierva y piensa que el servicio de una sierva es el de preparar la comida y que su servicio en la cocina es más importante que el de su hermana que habla con Jesús. Para Marta, lo que hace María no es servicio, porque dice: “¿No te importa que mi hermana me deje sola en el servicio? Pero Marta no es la única sierva. También Jesús asume el papel de siervo, a saber, el Siervo anunciado por el profeta Isaías. Isaías había dicho que el servicio principal del Siervo es el de estar delante de Dios a la escucha en oración para poder descubrir una palabra de consuelo que llevar a aquellos que están cansados. Decía el Siervo: “ El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa dirigir al cansado una palabra. Cada mañana despierta mis oídos para que yo oiga como discípulo.” (Is 50,4). Ahora, María tiene un comportamiento de oración delante de Jesús. Y surge la pregunta: ¿quién realiza mejor el servicio de sierva: Marta o María?

Lucas 10,41-42: Respuesta de Jesús
“Le respondió el Señor: «Marta, Marta te preocupas y te agitas por muchas cosas y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada»”. Una bella respuesta y muy humana. Para Jesús una buena conversación con personas amigas es importante e incluso más importante que el comer (cf. Jn 4,32). Jesús no está de acuerdo con la preocupación de Marta. Él no quiere que la preparación del almuerzo interrumpa la conversación. Y es como si dijese: “Marta, no hay necesidad de preparar tantas cosas. Basta una pequeña cosa. Y luego ven a participar de la conversación, tan bella”. Este es el significado principal tan sencillo y humano de las palabras de Jesús. A Jesús le agrada una buena conversación. Y una buena conversación con Jesús produce una conversión. Pero en el contexto del evangelio de Lucas, estas palabras decisivas de Jesús toman un significado simbólico más profundo:

i) Como Marta, también los discípulos, durante la misión, se preocupaban de muchas cosas, pero Jesús aclara bien que la cosa más importante es la de tener los nombres escritos en el cielo, o sea, ser conocidos y amados por Dios (Lc 10,20). Jesús repite a Marta: “Tú te preocupas y agitas por muchas cosas y hay necesidad de pocas, mejor, de una sola”.

ii) Antes de este episodio, un doctor de la ley había reducido los mandamientos a uno solo: Amarás al Señor sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” (Lc 10,27). Cumpliendo este único y mejor mandamiento, la persona estará dispuesta a obrar con amor como el Buen Samaritano y no como el sacerdote y el levita que no cumplieron con su deber (Lc 10,25-42). Los muchos servicios de Marta deben ser realizados a partir de este único servicio verdaderamente necesario que es la atención amorosa a las personas. Esta es la mejor parte que María ha escogido y que no le será quitada.

iii) Marta se preocupa de servir (diaconía). Ella quería ser ayudada por María en el servicio de la mesa. ¿Pero cuál es el servicio que Dios desea? Esta es la cuestión. El comportamiento de María está más de acuerdo con el comportamiento del Siervo de Dios, porque, como el Siervo, ella se encuentra en una situación de oración delante de Jesús. María no puede abandonar esta postura de oración en presencia de Dios. Porque si lo hiciese, no descubriría la palabra de consuelo que llevar a los cansados y desanimados. Este es el verdadero servicio que Dios está pidiendo a todos.

c) Ampliando conocimientos:

El contexto más amplio de las Actas de los Apóstoles.

Después de la muerte y resurrección de Jesús nacerán las comunidades. Ellas debían afrontar problemas nuevos, para los cuales no existían soluciones previstas de antemano. Para orientarse en la solución de los problemas, las comunidades intentaban recordar las palabras y gestos de Jesús, que pudiesen ayudar a traer un poco de luz. Así, el episodio de la visita de Jesús a la casa de Marta y María fue recordado y narrado para ayudar a esclarecer el problema descrito en las Actas 6,1-6.

El rápido crecimiento del número de cristianos creó divisiones en la comunidad. Los fieles de origen griego comenzaron a quejarse de los de origen hebreo y decían que sus viudas estaban desatendidas en la vida de cada día. Era una discriminación en la vida de la comunidad y falta de personas para los diversos servicios. Hasta entonces no había surgido todavía la necesidad de comprometer a otras personas en la coordinación de la comunidad y en el cumplimiento de los servicios. Como Moisés, obligado por los hechos, dividió el poder y convocó a otros setenta jefes para los servicios necesarios entre el pueblo de Dios (Ex 18,17-23; Núm. 11,16-17). Jesús había hecho la misma cosa: convocó otros setenta discípulos (Lc 10, 1). Ahora, ante nuevos problemas, los apóstoles hicieron lo mismo. Convocaron a la comunidad y propusieron el problema delante de todos. Sin duda, la palabra de Jesús a Marta y María les ayudó en la solución. A continuación se puede leer los dos textos, uno junto al otro. Intenta descubrir cómo se iluminan mutuamente: 

1 Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. 2 Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No está bien que nosotros abandonemos la palabra de Dios por servir a las mesas. 3Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de saber, y los pondremos al frente de esa tarea; 4 mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra.» (Hechos 6, 1-4) 38 Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, 40 mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al fin, se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» 41 Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; 42 y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.»

Los apóstoles se encontraban entre dos necesidades reales, las dos muy importantes, definidas como servicio (diaconía): el servicio de la Palabra y el servicio de las mesas. ¿Qué hacer? ¿Cuál de las dos es la más importante? La respuesta de Jesús a María ayudó a resolver el problema. Jesús dice que María no podía abandonar la conversación con Él para a ayudar en la cocina. Así, Pedro concluye:“¡No es justo que nosotros dejemos la Palabra de Dios por el servicio de las mesas!” Y Pedro define el servicio del apóstol como “ el dedicarse a la oración y al ministerio de la Palabra”.

No se dice que un servicio sea mejor que otro. Lo que no puede suceder es que el servicio de la Palabra quede perjudicado por las exigencias imprevistas del servicio de las mesas. La comunidad tenía la obligación de afrontar el problema, preocupándose de tener gente suficiente en todos los servicios, para poder conservar, así, el servicio de la Palabra en su integridad. El servicio de la Palabra propio de los apóstoles (y de María a los pies de Jesús) tenía dos dimensiones: por un lado la escucha de la Palabra, recibirla, encarnarla, anunciarla, divulgarla mediante el trabajo activo de la evangelización y, por otro, en nombre de la comunidad, responder a Dios en la oración, representar a la comunidad en su dimensión orante ante Dios. No se trata de una oposición entre los dos servicios: palabra y mesa. Los dos son necesarios e importantes para la vida de la comunidad. Para los dos es necesario tener gente disponible. En la economía del Reino, además, el servicio de la Palabra (evangelización) es la raíz, la fuente. Es la parte mejor que María ha escogido. El servicio de la mesa es el resultado, el fruto, es su revelación. Para Lucas y para los primeros cristianos, la “parte mejor” de la que habla Jesús a Marta, es el servicio de la evangelización, fuente de todo el resto.

El Maestro Eckart, el gran místico dominico del Medio Evo, interpreta de un modo simpático este episodio. Dice que Marta sabía ya cómo trabajar y vivir en presencia de Dios, María no sabía y estaba aprendiendo. Por esto no podía ser interrumpida. Los grandes místicos son la prueba de que este texto no se puede interpretar como una confirmación por parte de Jesús de que la vida contemplativa es mejor y más sublime que la activa. No está bien hacer una distinción de estas dos palabras, porque la una se completa, se fundamenta , se aclara en la otra. Nuestro San Juan de la Cruz carmelita, en algo más de diez años recorrió 27.000 kilómetros caminando por toda la España. Santa Teresa de Jesús no se quedaba nunca parada, ocupada como estaba en la fundación de tantos monasterios. Jesús mismo vivía la profunda unidad de la vida contemplativa y activa.

6. Oración de un Salmo

Salmo 145 (146): Dios merece alabanza

Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey,
bendeciré tu nombre por siempre;
todos los días te bendeciré,
alabaré tu nombre por siempre.

Grande es Yahvé, muy digno de alabanza,
su grandeza carece de límites.
Una edad a otra encomiará tus obras,
pregonará tus hechos portentosos.
El esplendor, la gloria de tu majestad,
el relato de tus maravillas recitaré.
Del poder de tus portentos se hablará,
y yo tus grandezas contaré;
se recordará tu inmensa bondad,
se aclamará tu justicia.
Es Yahvé clemente y compasivo,
tardo a la cólera y grande en amor;
bueno es Yahvé para con todos,
tierno con todas sus creaturas.

Alábente, Yahvé, tus creaturas,
bendígante tus fieles;
cuenten la gloria de tu reinado,
narren tus proezas,
explicando tus proezas a los hombres,
el esplendor y la gloria de tu reinado.
Tu reinado es un reinado por los siglos,
tu gobierno, de edad en edad.
Fiel es Yahvé en todo lo que dice,
amoroso en todo lo que hace.

Yahvé sostiene a los que caen,
endereza a todos los encorvados.
Los ojos de todos te miran esperando;
tú les das a su tiempo el alimento.
Tú abres la mano y sacias
de bienes a todo viviente.

Yahvé es justo cuando actúa,
amoroso en todas sus obras.
Cerca está Yahvé de los que lo invocan,
de todos los que lo invocan con sinceridad.
Cumple los deseos de sus leales,
escucha su clamor y los libera.
Yahvé guarda a cuantos le aman,
y extermina a todos los malvados.

¡Que mi boca alabe a Yahvé,
que bendigan los vivientes su nombre
sacrosanto para siempre jamás!

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Actitudes

1.- Aunque el corto texto del evangelio que la liturgia de este domingo nos ofrece, sea muy interesante, permitidme, mis queridos jóvenes lectores que, como casi siempre, me dedique a la primera lectura. Para mí y para muchos, extraordinariamente interesante.

Os advierto, en primer lugar, y sé que ya otras veces os lo he dicho, la escena de Mambré, no es un relato, una historieta, que nos dé noticia de un suceso como tantos, en la vida de Abraham, el Patriarca, nuestro padre en la Fe. Como el episodio lo he meditado y gozado muchas veces, acudiré, pues, a ofreceros mi experiencia personal. Si muchas veces la he leído, unas cuantas la he captado en expresión plástica.

2.- Visitaba y admiraba un día la escena del Génesis, plasmada en un mosaico de equilibrados tonos azulados, en Rávena, la ciudad italiana tan poblada de este género de expresión artística. Era una imagen serena, descriptiva. La podía imaginar en el desierto, a 4km al Este de Hebrón. Poco después, de vuelta a casa, me paré, como otras veces he hecho, a visitar el museo del mensaje bíblico de Marc Chagall, en Niza. La misma escena de Mambré la contemplaba aquí de una vivacidad del color y una expresión de asombro en la actitud del Patriarca,  que maravillaba. Este pintor no se encasilla en ningún estilo que no sea el suyo mismo, pero siempre revela su impetuoso entusiasmo, su apasionado amor que existió en su vida. Sus colores rojos nadie los pinta igual. Seguramente que todos vosotros conocéis el icono de la Santísima Trinidad del Antiguo Testamento. Probablemente habréis visto reproducciones del que pintó Andrei Rublev, en él  nada es descriptivo, todo es simbolismo que uno debe interpretar y que, generalmente, se le da el sentido de adoración contemplativa.

3.- Por mi parte os diré que en Mambré he estado unas cuantas veces. Dos lugares, cercanos ellos, se disputan la autenticidad. En el que pertenece a una comunidad oriental Ortodoxa, no he podido entrar nunca. Conozco bien el que conserva un pozo profundo y parte de murallas de lo que debió ser un edificio. En el suelo, por diversos rincones todavía se ven antiguos mosaicos. La última vez que estuve, no me atreví a conducir yo y fuimos en taxi. Le costó encontrar el lugar al taxista y cuando por fin lo encontró, le preguntó al palestino que tenía la llave del recinto, que qué había allí, que aquellos extranjeros querían visitar. El guardián le dijo que creía que allí el Profeta había edificado una mezquita. No es esta mi única decepción. La más evidente es la ausencia de arboleda por allí. Uno busca una encina y solo llega a ver una esquelética higuera, que brota en el exterior de un muro.

4.- El sentido obvio del fragmento es un ejemplo de la hospitalidad de Abraham que de inmediato que ve llegar a aquellos tres varones, les invita a descansar y a comer, los considera sus huéspedes, puesto que han pasado cerca de donde él había plantado su tienda. Algo más descubre el Patriarca. Mucho más es lo que le comunicará el Señor.

Primera reflexión ¿Qué hubiéramos hecho nosotros? ¿estamos preparados para acoger al viajero que pasa a nuestra vera?

Segunda. ¿Somos capaces de ver con el corazón, con más profundidad que lo que observan los ojos de la cara?

Tercera la compañía de Dios, ¿nos procura paz y serenidad? o ¿nos dejamos esclavizar por las preocupaciones e intereses que nos envuelven y que a los demás tanto apasionan?

5.- En el evangelio el episodio es más diminuto de extensión territorial y duración temporal. No ocurre en el desierto, pasa en una aldea cercana a Jerusalén que, sin duda, es Betania. Viven allí unos amigos predilectos del Señor. Dos hermanas son las protagonistas hoy.Las dos se interesan por el Maestro. Las dos quieren aprovechar la oportunidad de su visita. Una, Marta, como Abraham, se afana a prepararle alimento. La otra se limita a contemplarle, a escucharle, a ofrecerle su compañía y amistad.Las actitudes de las dos son buenas. Antes de que caigan en disputa, Jesús, sin desdeñar lo que le prepara Marta, le señala que pone tanto esmero en su labor, que pierde la serenidad, que está en peligro de sentir envidia de la predilección  que por María manifiesta. No la aparta, no. continúa siendo su amigo.

6.- María, dice, ha escogido la mejor parte y nadie se la quitará. La que ha elegido Marta no dice que sea mala, no. le advierte que tiene sus peligros. La tradición la llama y elogia como Hospedera del Señor. La leyenda provenzal, que dice conserva su tumba, admira su buen obrar. (por si no lo sabéis, me estoy refiriendo a Tarascón. Hace un año gocé visitando esta población de la Provenza francesa y rezando en la iglesia que dicen conserva su tumba. Y os advierto además, que Marta es la patrona de Avignon, la ciudad que fue residencia papal durante un tiempo).

7.- En Betania población, a pocos kilómetros de Jerusalén, me he parado bastantes veces. He ido a pie algunas, es una delicia. Me gusta recordar que por allí, cerca de donde se conserva la tumba de su hermano Lázaro, tenía el Señor sus amigos predilectos. No quiso escoger el matrimonio, pero sí compartir el gozo de la amistad. Siempre he celebrado misa rogando por mis amigos y por los amigos de quienes me acompañaban. La próxima vez, pronto, si Dios quiere, rezaré por vosotros, mis queridos jóvenes lectores y pienso también que si un día nos encontráramos, me acogeríais a mí igualmente, a imitación de Abraham, de Marta y María.

Cada uno a su manera.

He titulado actitud a este mensaje, porque es preciso que cada uno piense, medite y se pregunte, qué es lo que espera y cómo espera el Señor, que nos aproximemos a Él. Es lo que se llama vocación.  Esta prenda espiritual que nos prepara el Señor no es “pret a porter”. Dios nos la prepara a cada uno, hecha a medida. No la abandonéis el día que creáis haberla encontrado.

Pedrojosé Ynaraja

Objetivo a largo plazo

Las personas, a medida que vamos creciendo, necesitamos marcarnos objetivos. El objetivo es el fin que se desea lograr o la meta que se pretende alcanzar, y en función de su objetivo, la persona va tomando unas decisiones u otras. Hay objetivos a corto plazo, con un fin más o menos inmediato, y hay otros a largo plazo, que necesitan más tiempo para alcanzarse. Sean del tipo que sean, ésta es una tarea que nunca deberíamos abandonar: una persona sin objetivos es una persona sin motivación que va cayendo en la rutina y en la apatía. Los objetivos constituyen el “para qué” de nuestra vida, lo que nos da orientación y sentido.

También en la vida de fe necesitamos objetivos. En las etapas de infancia y juventud es más común proponernos objetivos a corto plazo: uno se prepara “para” la Primera Eucaristía, o “para” la Confirmación, o realiza los cursillos prematrimoniales “para” contraer Matrimonio… Pero una vez se han alcanzado esos objetivos a corto plazo, para la mayoría ya no hay más objetivos, ni a corto ni a largo plazo, y se vive la fe de un modo estancado, rutinario, limitándose en el mejor de los casos a cumplir el precepto dominical y participar en algunas celebraciones importantes o fiestas.

Sin embargo, la vida de fe no puede ni debe quedar estancada. Como indicó el Papa Pablo VI en “Evangelii nuntiandi” 14: “La Iglesia existe para evangelizar”. Y la evangelización, como hemos escuchado a San Pablo en la 2ª lectura, también tiene unos objetivos, pero no sólo a corto plazo. Hay un objetivo a largo plazo que no debemos pasar por alto: Nosotros anunciamos a ese Cristo… para que todos lleguen a la madurez en su vida cristiana. Éste ha de ser nuestro objetivo a largo plazo, como Iglesia y también como cristianos, y desde aquí hay que configurar esos otros “objetivos a corto plazo”, las etapas de ese proceso, que deben ayudar a alcanzar el objetivo de la madurez en la vida cristiana.

Y uno de los instrumentos que la Iglesia se ha dado a sí misma para llevar adelante el objetivo de que todos lleguen a la madurez en su vida cristiana es la Acción Católica General. La ACG nace y vive en la Iglesia y al servicio de la misión apostólica de la Iglesia, con el fin de “impulsar un laicado maduro, evangelizador, consciente y que cultive una espiritualidad apostólica centrada en Cristo” (Proyecto de ACG).

Y para alcanzar la madurez cristiana, un elemento indispensable es la formación. En el Evangelio hemos escuchado que Marta sólo se dedicaba a atender los “objetivos a corto plazo”: se multiplicaba para dar abasto con el servicio. Pero María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra: ella tiene un objetivo a largo plazo: el conocimiento de Cristo. La respuesta de Jesús a Marta no es un menosprecio de “lo que hay que hacer”,

sino que sitúa en primer lugar lo esencial, la parte mejor, el encuentro con Cristo, que es lo que permite y hace posible después la acción “a corto plazo”.

Por eso, en la ACG “la formación se propone suscitar, promover y alimentar la comunión con Jesucristo: Su finalidad no es meramente la transmisión de una doctrina, sino que es poner a la persona no sólo en contacto, sino en comunión con Jesucristo, mediante el encuentro personal con Él”. (Proyecto de ACG). Es el instrumento para vivir la experiencia de María: haber elegido la parte mejor que nos orienta hacia el objetivo de llegar a la madurez en la vida cristiana. Y en ese proceso formativo se van insertando los “objetivos a corto plazo”, la recepción de los Sacramentos, pero no como fines en sí mismos, sino como “momentos fuertes” que van señalando las etapas del proceso continuo de crecimiento y maduración en la fe.

¿Qué objetivos me he marcado en mi vida? ¿Han sido a corto o a largo plazo? ¿Me he marcado objetivos en mi vida de fe, o estoy estancado? ¿Tengo el objetivo de llegar a la madurez en la vida cristiana? ¿Qué instrumentos utilizo para ello? ¿Conozco la Acción Católica General y su Proyecto?

Estamos llamados a dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza (1Pe 3, 15), y esto requiere que todos los que somos y formamos la Iglesia no nos quedemos en objetivos a corto plazo, en el cumplimiento y sacramentalismo, sino que tengamos el objetivo a largo plazo de llegar a la madurez en la vida cristiana. Aprovechemos la ACG como el instrumento que la Iglesia nos ofrece para elegir la parte mejor, como María y así, desde el encuentro personal con Cristo, ser buenas “Martas” que se multipliquen para llevar a cabo el servicio de la misión evangelizadora, que es nuestra única razón de ser como Iglesia.

Seamos hospitalarios con Dios

1. – El Evangelio de San Lucas sin citar Betania, es «sólo una aldea», nos presenta la casa donde Jesús iba a descansar muchas veces y el entorno en el que se produjo la resurrección de Lázaro. El relato de Lucas de hoy es, sin duda, una de las páginas más citadas y analizadas de todos los textos evangélicos, pues siempre se ha querido ver dos posiciones contrarias en la forma de asumir el seguimiento de Cristo. Marta es la acción. María es la contemplación. Marta se desvive para tenerlo todo a tiempo. María prefiere quedar junto al Maestro para, solamente, escucharle. Y, sin embargo, esas dos posiciones pueden ser complementarias. En la Iglesia no sobra nadie. Es necesario el ejercicio de la acción, de la entrega, del trabajo hasta la extenuación por servir a los hermanos. Pero también es muy necesario ese plano de la oración y la contemplación constantes. Miles y miles de hombres y mujeres consagrados viven orando por los demás. Ese es su quehacer fundamental. Apartados en sus conventos y abadías elevan, día a día, sus oraciones para que Dios siga cuidando de sus hijos, lo que no dejará de hacer jamás.

2.- Y uno tiene el recuerdo de la impresión que recibió en sus primeras horas de cristiano converso a descubrir la existencia de Betania. Ese lugar donde Jesús iba a descansar tras sus batallas finales en Jerusalén. Es probable que acudiera a la casa de María, Marta y Lázaro muchas más veces, muchas más de las que citan los Evangelios. Y de ahí surgió la idea de llamar a nuestra página de Internet Betania. Han pasado casi 20 años y ahí estamos. Y en el medio Internet 20 años son muchos años… La idea, la contemplación, del reposo y descanso del Señor nos llena de alegría y de un poco de nostalgia por, tal vez, no haberle podido acompañar allí. Pero en fin.

3.- También me ha impresionado desde siempre, la continua cercanía de Abrahán a Dios. Esa familiaridad y contacto permanente. En el fragmento del Génesis que leemos hoy usa de la hospitalidad oriental para el Señor y sus enviados preparándoles descanso, limpieza y comida. Y como nos ocurre que la casa de Betania, alguna vez, por extraordinario que parezca decirlo aquí y ahora, nos gustaría tener la oportunidad de Abrahán de tener al Señor como huésped e invitarle a comer. Es verdad que Él está cerca y en muchas ocasiones de nuestra vida le hemos sentido al lado. Otras, cuando la desolación llega, puede parecer que no le encontramos. Pero, tal vez, nos debe pasar lo que a Marta: estamos tan atareados, de un lado para otro, con más sentido del movimiento que de la eficacia, con, asimismo, más capacidad para trajinar y poca calidad en nuestro trabajo espiritual que no somos capaces de verle u oírle.

4.- Aquí –y ahora— merece la pena profundizar un poco más, junto con Abrahán, en esa necesidad de que Dios –el Señor, la imagen visible del Dios invisible, Jesús— esté siempre cerca de nosotros. La mayoría de las grandes preguntas de fe o las cuestiones difíciles de nuestra vida como cristianos solo se van a poder resolver si, puestos en la presencia de Dios, le preguntamos a Él. Hay muchas gentes que, sin duda, creen en Él, pero no cuentan con Él. Les asusta esa cercanía que, sin duda, incluye compromiso. Nadie puede –salvo uno mismo— saber con exactitud cuál es el nivel de relación con Dios de los otros. Hay que tener cuidado ante cualquier presunción o mal juicio. Pero, sin embargo, puede intuirse esa especie de lejanía de Dios por el simple hecho de aplicar una realidad demasiado corta, aunque «científica». Hay otros que han convertido a Dios en solo un sentimiento, utilizable en los momentos de blanda bonanza o de suave desesperanza. Es como el recuerdo entrañable de unas antiguas vacaciones. Tampoco es eso. Dios vive y está cerca de nosotros. Y así nos planteamos ser todos tener algo de Marta y de María. Saber contemplarle a Él en toda ocasión y no por eso dejar de trabajar.

5. – San Pablo llegaría a lo más alto en la cercanía de Cristo al sentir en su cuerpo los dolores de la Pasión del Señor. Vivir en Jesús y no vivir por sí mismo, como nos cuenta en el pasaje de la Epístola a los Colosenses que leemos hoy. Pero también Pablo estuvo en esas altas cumbres místicas, según el episodio contado por el mismo en la Segunda Carta a los Corintios. De la cercanía sentida de Dios puede llegar mucha ayuda. No debemos, pues, de escatimar los dones de esa presencia cercana del Señor. No hay más que pararse un poco. Dirigir nuestro pensamiento hacia Él y, en seguida, estará a nuestro lado.

6.- Todos los relatos bíblicos de la misa de hoy nos impulsan, sin duda, a la contemplación. A imaginar, estando en estado de oración, como son esas escenas que los textos sagrados nos muestran. Si realmente, somos capaces de reconstruir con los ojos del alma las escenas que nos traen dichos textos y así orar metidos hasta dentro de la vida de Jesús y de sus circunstancias. Moisés ejercita la hospitalidad con Dios. Marta y María aceptan a Jesús como huésped, aunque cada una tenga su propia idea de cómo debe ser recibido y cuidado. Nosotros hemos de recibir a Dios, a Jesús, en nuestras vidas y considerarle siempre cercano. Y no olvidemos una de las frases más bellas del acervo cristiano y que nos sirve de ejemplo: considerar al Espíritu Santo como dulce huésped del alma. Seamos siempre hospitalarios con Dios. Él lo espera. Nosotros lo necesitamos.

Ángel Gómez Escorial

Comentario al evangelio – 21 de julio

De la desconfianza a la hospitalidad

      Nuestra cultura es cada vez más desconfiada. Todo lo que sea extraño nos resulta una amenaza. En algunos barrios de las grandes ciudades se ven letreros en las casas donde se avisa de que se llamará a la policía si se ven extraños caminando por la calle. Nuestras casas son cada vez menos abiertas pero también lo son nuestros barrios y nuestras ciudades y nuestros países. La llegada de inmigrantes en busca de trabajo crea desconfianza e inseguridad entre los que ya viven en el país. En general, todo lo que sea extraño y que se salga de lo habitual nos hace sentirnos inseguros y amenazados. Por eso, y no por otra razón, es por lo que aumenta la violencia. A esa violencia se responde con más violencia –aunque en algún caso sea defensiva– y así va creciendo la espiral de la desconfianza, la violencia.

      La propuesta de las lecturas de hoy es otra bien distinta. En línea con el mensaje evangélico del Reino de Dios. Se nos habla de la hospitalidad. La primera lectura, del libro del Génesis, nos muestra a Abrahán, el patriarca, que no sólo acoge a los que le piden hospitalidad sino que suplica a aquellos tres hombres que se queden en su casa y que coman de su mesa. La hospitalidad para aquellos pueblos era un deber sagrado y al visitante se le debía todo el respeto del mundo. Era como si fuera el mismo Dios el que visitaba la casa. Al texto del Evangelio se le han dado muchas explicaciones, pero generalmente se nos ha olvidado la más sencilla: Marta y María acogieron al Señor en su casa. Ese es el punto de partida sin el que aquel pequeño rifi-rafe entre Marta y María nunca habría sucedido. 

      Hoy tendríamos que recuperar la virtud de la hospitalidad. Frente a los vecinos del piso o apartamento de enfrente. Pero también frente a los vecinos del sur que llaman a las puertas de nuestra nación pidiendo un trabajo que les asegure el pan y el futuro a ellos y a sus familias. También frente a los que no creen en nuestra misma religión y frente a los que no pertenecen a nuestra raza ni hablan nuestra lengua. Todos somos hermanos y hermanas. Todos pertenecemos a la familia de Dios. La encarnación de Jesús ha convertido a cada hombre y mujer en el mejor y más pleno sacramento de la presencia de Dios entre nosotros. Acogerlo, compartir con él o con ella lo que tenemos significa acoger al mismo Dios que nos viene a visitar, hacer realidad el Reino en nuestro mundo, dar cumplimiento a la voluntad de Dios que quiere que todos nos sentemos a la misma mesa para compartir la vida que él nos ha regalado. Sólo la hospitalidad, la acogida sincera y abierta, la mano tendida, logrará unir un mundo roto y dividido que parece que sólo es capaz de generar desconfianza y violencia.

Para la reflexión

      ¿Cómo miras y valoras a los que no pertenecen a tu familia, a tu nación, a tu raza? ¿Das por sentado que son peores que los tuyos? ¿Qué valores positivos encuentras en ellos? ¿Qué podrías hacer para establecer relación o amistad con algunos de ellos? ¿Crees que te ayudaría a romper la desconfianza y vencer los prejuicios?

Fernando Torres, cmf