Vísperas – San Alfonso María de Ligorio

VÍSPERAS

SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, Obispo y doctor

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre sin principio,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada,
de la Virgen María, hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

No dejéis de brillar, faros divinos,
con destellos de luz que Dios envía,
proclamad la verdad en los caminos
de los hombres y pueblos,
sed su gloria. Amén.

SALMO 29: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«no vacilaré jamás»
Tu bonad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi lengua sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

SALMO 31: ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso e hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

— Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: St 3, 17-18

La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.

RESPONSORIO BREVE

R/ En la asamblea le da la palabra.
V/ En la asamblea le da la palabra.

R/ Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
V/ Le da la palabra.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ En la asamblea le da la palabra.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado San Alfonso María de Ligorio, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado San Alfonso María de Ligorio, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice a favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:

            Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que, por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,
— haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, con Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,
— santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con  una purificación continua.

Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,
— llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,
— no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre esté alejado de ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a tus ovejas que para nadie las arrebate de tu mano,
— salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro padre:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que suscitas continuamente en tu Iglesia nuevos ejemplos de santidad, concédenos la gracia de imitar en el celo apostólico a tu obispo san Alfonso María de Ligorio, para que podamos compartir en el cielo su misma recompensa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 1 de agosto

Jueves – Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 13,47-53
«También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.» Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.» Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos presenta la última parábola del Sermón de las Parábolas: la historia de la red echada en la mar. Esta parábola se encuentra en el evangelio de Mateo, sin ningún paralelo en los tres otros evangelios.
• Mateo 13,47-48: La parábola de la red echada en la mar. «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos.”. La historia contada es bien conocida por la gente de Galilea que vive alrededor del lago. Es su trabajo. La historia refleja el final de un día de trabajo. Los pescadores salen al mar con esta única finalidad: echar la red, tomar muchos peces, llevar la red llena hasta la playa, escoger los peces buenos para llevárselos a casa y tirar los que no sirven. Describe la satisfacción del pescador al final de un día de trabajo pesado y cansado. Esta historia tiene que haber producido una sonrisa de satisfacción en el rostro de los pescadores que escuchaban a Jesús. Lo peor es llegar a la playa al final de un día sin haber pescado nada (Jn 21,3).
• Mateo 13,49-50: La aplicación de la parábola. Jesús aplica la parábola, o mejor da una sugerencia para que las personas puedan discutirla y aplicarla a su vida: “Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Habéis entendido todo esto?» Son imágenes fuertes para describir el destino de aquellos que se separan de Dios o que no quieren saber de Dios. Toda la ciudad tiene un vertedero, un lugar donde tira la basura. Allí existe un fuego permanente que es alimentado diariamente por la nueva basura que se va tirando. La basura de Jerusalén se quedaba en un valle cerca de la ciudad y este lugar se llamaba geena, allí, en la época de los reyes había un horno para sacrificar a los hijos al falso dios Molok. Por esto, el horno de la geena se volvió el símbolo de exclusión y condena. No es Dios quien excluye. Dios no quiere la exclusión ni la condena, sino que todos tengan vida y vida en abundancia. Cada uno de nosotros se excluye a si mismo.
• Mateo 13,51-53: El final del Sermón de las Parábolas. Al final del Sermón de las Parábolas, Jesús termina con la siguiente pregunta: «¿Habéis comprendido todo esto?» Ellos respondieron: “Sí!” Y Jesús termina la explicación con otra comparación que describe el resultado que él quiere obtener con las parábolas:» «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.». Dos puntos para aclarar:
(a) Jesús compara el doctor de la ley con el padre de familia. ¿Qué hace el padre de familia? El “saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas». La educación en casa se hace transmitiendo a los hijos y a las hijas, lo que ellos los padres, han recibido y aprendido a lo largo de los años. Es el tesoro de la sabiduría familiar, donde están encerradas la riqueza de la fe, las costumbres de la vida y tantas otras cosas que los hijos van aprendiendo. Ahora, Jesús quiere que, en la comunidad, las personas responsables de la transmisión de la fe sean como el padre de familia. Así como los padres entienden de la vida en familia, así estas personas responsables de la enseñanza tienen que entender las cosas del Reino y transmitirlas a los hermanos y hermanas de la comunidad.
(b) Se trata de un doctor de la Ley que se vuelve discípulo del Reino. Había pues doctores de la ley que aceptaban a Jesús como revelador del Reino. ¿Que ocurre con un doctor en la hora en que descubre en Jesús al Mesías, hijo de Dios? Todo aquello que él estudió para poder ser doctor de la ley sigue siendo válido, pero recibe una dimensión más profunda y una fidelidad más amplia. Una comparación puede aclarar lo que acabamos de decir. En una ronda de amigos alguien mostró una foto, donde se veía a un hombre de rostro severo, con el dedo levantado, casi agrediendo al público. Todos quedaron con la idea de que se trataba de una persona inflexible, exigente, que no permitía intimidad. En ese momento, llega un joven, ve la foto y exclama: “¡Es mi padre!” Los demás miraron hacia él, y mirando la foto, comentan: ¡Vaya padre severo! Y el chico joven contesta: “¡No, en absoluto! Es muy cariñoso. Mi padre es abogado. Aquella foto fue sacada en el tribunal, en el momento en que denunciaba el crimen de un latifundista que quería desalojar a una familia pobre que moraba en un terreno baldío del ayuntamiento, desde hacía muchos años. ¡Mi padre ganó la causa! Los pobres pudieron quedarse allí donde estaban.” Todos le miraron de nuevo y dijeron: “¡Qué persona más simpática!” Como por un milagro, la fotografía se iluminó por dentro y tomó otro aspecto. Aquel rostro, tan severo adquirió rasgos de una ternura entrañable. Las palabras del hijo cambiaron todo, sin cambiar nada. Las palabras y los gestos de Jesús, nacidas de su experiencia de hijo, sin mudar una letra o una coma, (Mt 5,17-18) iluminaron el sentido del Antiguo Testamento desde dentro e iluminaron por dentro toda la sabiduría acumulada del doctor de la Ley. Dios mismo, que parecía tan distinto y severo, adquirió los rasgos de un Padre bondadoso de gran ternura!

4) Para la reflexión personal

• La experiencia del Hijo ¿ha entrado en ti para cambiarte la mirada y descubrir las cosas de Dios de otra manera?
• ¿Qué te ha revelado el Sermón de las Parábolas sobre el Reino?

5) Oración final

¡Alaba, alma mía, a Yahvé!
A Yahvé, mientras viva, alabaré,
mientras exista tañeré para mi Dios. (Sal 146,1-2)

Al agradecido por los beneficios recibidos, se le prometen más (Acciones de gracias)

Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos más pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a los otros. Pues, ¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico? Es imposible, conforme a nuestra naturaleza; a mi parecer, tener ánimo para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios; porque somos tan miserables y tan inclinados a cosas de la tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho con gran desasimiento, quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá. (Santa Teresa, Vida, 10, 3).

Si la fe salvó a aquel que se postró para dar gracias (se refiere al leproso samaritano), la malicia perdió a los que no se cuidaron de dar gloria a Dios por los beneficios recibidos (San Beda, en Catena Aurea, vol. VI, p. 278).

A quien humildemente se reconoce obligado y agradecido por los beneficios, con razón se le prometen muchos más. Pues el que se experimenta fiel en lo poco, con justo derecho será constituido sobre lo mucho, así como, por el contrario, se hace indigno de nuevos favores quien es ingrato a los que ha recibido antes (San Bernardo, Serm. sobre el Salmo 50).

[…] porque si no conocemos qué recibimos, no despertamos al amor (Santa Teresa, Vida, 10, 3).

Confianza y fe

1,- La primera y la tercera lectura de este domingo, mis queridos jóvenes lectores, el fragmento de la Sabiduría y el evangelio de San Lucas, nos traen un mensaje de serenidad. Tratan de alejarnos de la precipitación, de la angustia, de la depresión. (ojo, que no me refiero a la depresión clínica, que es cosa de médicos).

Debéis traducir el lenguaje de serenidad, que con imágenes antiguas nos ofrece un sabio de edad madura y listo. Ni se trata de que tengáis encendidos los candiles, ni siquiera vuestras linternas. Hay que saber elevarse a conceptos superiores. Tened prudencia y serenidad, que todos los santos seamos solidarios en los peligros y en los bienes y así podremos entonar himnos y ser felices.

2.- El fragmento evangélico empieza con esta expresión: no temáis, pequeño rebaño…No temáis, si sois fieles a lo que nos propone, si nos fiamos de Dios, más que de nosotros mismos. Debemos ser fundamentalmente atentos servidores, sentirnos, porque lo somos, amigos colaboradores, fieles que confían en sus proyectos.

3.- La Carta a los Hebreos que se nos ofrece hoy, es un canto a la Fe. No una Fe dogmática ni teórica, que es pura erudición. Se nos ofrece una lista de personajes antiguos que se distinguieron por ser fieles conductores del proyecto salvador de Dios.

Podríais esquematizarlos, escribirlos como frases lapidarias, en un poster que se pusiera a la entrada de la iglesia y que todos los que acuden a misa lo leyeran: por la Fe, este y aquel otro y el de más allá, hicieron todas estas cosas.

4.- Os lo he sugerido para que lo ofrezcáis a los demás y ahora os propongo, mis queridos jóvenes lectores, que lo hagáis para vosotros mismos, para dejarlos anotados en vuestro cuaderno de notas, o en un archivo que destaque en el escritorio del PC.

Si lo habéis hecho en papel, os propongo que situéis al final un espejo, en el que con un rotulador indeleble se lea ¿y yo que he hecho? ¿Trasmito, colaboro, evangelizo?

Pedrojosé Ynaraja

Comentario del 1 de agosto

Otra imagen empleada por Jesús para describir el Reino de los cielos es la de la red barredera que se echa en el mar y recoge toda clase de peces, buenos y malos. Una vez llena y arrastrada a la orilla se procede a la selección de lo pescado: los buenos son reunidos en cestos y a los malos se les desecha. Este momento de discernimiento se hace coincidir con el final del tiempo y produce la separación de los buenos y los malos, a los que corresponden destinos diferentes.

En esta parábola sólo se ofrece algún detalle del destino de los malos: serán echados al horno encendido, un lugar de aflicción y de espanto: Allí será el llanto y el rechinar de dientes. La parábola alude, por tanto, al momento conclusivo de la fase terrena (y temporal) del Reino, que se cierra con un juicio que separa malos de buenos, de modo que en este ámbito sólo quedan ya los buenos. En el Reino del bien en su fase definitiva sólo puede haber espacio para los buenos; si lo hubiera para los malos y sus malas acciones no podría mantenerse de ninguna manera como Reino del bien.

La parábola subraya, por tanto, la existencia de un juicio que instaura una frontera que separa definitivamente bien y mal, buenos y malos, y deja fuera al mal. Los hacedores del mal no caben en el Reino del bien. Por eso se entiende que el Reino tenga también su límite y su «afuera», la región de la «exclusión», el «lugar» donde se vivirá en el llanto y el rechinar de dientes.

No menospreciemos, pues, esta realidad de aflicción y de espanto a la que alude Jesús en sus parábolas sobre el Reino. Quedar al margen del mismo es una posibilidad real en nuestra vida, una posibilidad estremecedora que nos situaría en el lugar equivocado y nos cerraría la puerta al gozo celeste, a la bienaventuranza eterna, a la consecución del propio fin, a la verdadera realización personal. Pidamos al Señor de la misericordia que nos evite este extravío y esta condena.

Esta es la sabiduría del letrado que entiende del Reino de los cielos y que sabe aunar lo antiguo (lo de siempre) con lo nuevo (lo de ahora), la cosecha del Antiguo Testamento con la del Nuevo Testamento. Tal es la sabiduría que le fue concedida a Salomón a petición suya: una sabiduría hecha de clarividencia para ver mejor y de sensatez para llevarlo a término. Que el Señor nos conceda esta sabiduría.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

77. A veces el dolor de algunos jóvenes es muy lacerante; es un dolor que no se puede expresar con palabras; es un dolor que nos abofetea. Esos jóvenes sólo pueden decirle a Dios que sufren mucho, que les cuesta demasiado seguir adelante, que ya no creen en nadie. Pero en ese lamento desgarrador se hacen presentes las palabras de Jesús: «Felices los afligidos, porque serán consolados» (Mt 5,4). Hay jóvenes que pudieron abrirse camino en la vida porque les llegó esa promesa divina. Ojalá siempre haya cerca de un joven sufriente una comunidad cristiana que pueda hacer resonar esas palabras con gestos, abrazos y ayudas concretas.

Más que «conservar», «compartir»

1.- “¡Vanidad de vanidades… todo es vanidad!”. Seguro que hemos escuchado esta expresión en alguna ocasión. Es de la Biblia, en concreto, del libro del Eclesiastés, que hemos escuchado en la primera lectura. La palabra “vanidad” tiene aquí más el significado de aquellos que es insustancial, caduco o inútil, que de la arrogancia o la presunción (de ahí deriva el ser vanidoso, mientras que aquí hablamos de algo banal). Si relacionamos esta expresión con el resto de la Palabra de Dios de hoy, veremos una gran enseñanza de Jesús para nuestra vida relacionada con el dinero y los bienes materiales y nuestro apego a ellos.

El evangelio comienza con un hecho curioso. Vemos a una persona que se acerca a Jesús a pedirle que medie entre él y su hermano por motivos de herencia. En aquella época era habitual utilizar a los maestros de la ley como si fueran jueces de paz (diríamos hoy) y que mediaran antes de ir a un juicio inapelable. Y Jesús, como siempre, aprovecha la ocasión para decir una palabra que sirva no solo para este hombre, sino para todos los que le escuchan. Y cuenta una parábola.

2.- Un hombre rico se hizo aún más rico y en vez de compartir y dar gracias por ello decidió acumular, haciendo más grandes sus graneros. Pero se murió y todo lo que había acumulado en la tierra se quedó en la tierra. Todo su esfuerzo y su trabajo no le sirvió para “ganarse” el cielo, porque le hizo más egoísta, avaricioso y soberbio. Y Jesús termina diciendo: “Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios”.

3.- Hay una expresión popular que dice que este tipo de personas serán “las más ricas del cementerio”, queriendo expresar con ello, de una manera sarcástica, la actitud del hombre de la parábola. Partimos del hecho de que no podemos vivir sin dinero y los bienes materiales son algo importante en nuestra vida, pero lo más importante es la actitud que tengamos hacia ellos. Podemos hacernos algunas preguntas: ¿qué significan para mí los bienes materiales? ¿Qué importancia les doy? ¿Qué uso hago del dinero? ¿qué creo yo que es lo verdaderamente importante a los ojos de Dios?

4.- San Pablo nos dice: “Ya que habéis resucitado con Cristo… aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Despojaos del hombre viejo… y revestíos del nuevo”. Más que “conservar” los bienes, el Señor nos invita a “compartir” lo que tenemos. Si recordamos otra parábola de San Lucas (en el capítulo 16), la del rico Epulón y el pobre Lázaro, el que llega al cielo es recibido por los pobres a los que ha atendido en vida y acogido por ellos en la medida en que él fue generoso y acogedor con ellos. Por eso podemos decir que los pobres son nuestro mejor tesoro, porque compartiendo con ellos nos aseguran entrar en la Vida Eterna, mientras que si nos dedicamos a acaparar y acumular bienes materiales, seguramente eso nos alejará del Reino de Dios.

Seamos generosos, pues. Dios nunca nos ganará en generosidad. La Eucaristía es la prueba de ello, porque se nos da el mismo, por completo. Hagamos nosotros igual con nuestros hermanos más necesitados.

Pedro Juan Díaz

Lo que has acumulado, ¿de quién será?

Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo ». Él le respondió: «Hombre, ¿quién me ha hecho juez y repartidor entre vosotros? ». Y prosiguió: «Guardaos bien de toda avaricia; que, aunque uno esté en la abundancia, no tiene asegurada la vida con sus riquezas».

Y les dijo una parábola: «Las fincas de un hombre rico dieron una gran cosecha. Y él pensó: ¿Qué haré, pues no tengo donde almacenar mis cosechas? Y se dijo: Destruiré mis graneros, los ampliaré y meteré en ellos todas mis cosechas y mis bienes. Luego me diré: Tienes muchos bienes almacenados para largos años; descansa, come, bebe y pásalo bien. Pero Dios le dijo: ¡Insensato, esta misma noche morirás!; ¿para quién será lo que has acaparado? Así sucederá al que amontona riquezas para sí y no es rico a los ojos de Dios».

Lucas 12, 13-21

Para meditar

A veces nos pasa que lo queremos todo y perdemos la capacidad para saber qué es lo imprescindible y qué cosas son las que no son necesarias. Pero nos volvemos avariciosos y lo que remos todo.
Jesús nos habla de que no acumulemos cosas, de que no vivamos en función de tener cada vez más y más. La generosidad, el saber compartir lo que tenemos, la sensibilidad para darse cuenta de que los necesitados necesitan de nuestra ayuda es seña de identidad de los creyentes.

Para hacer vida el evangelio

  • Escribe un momento de tu vida en la que hayas compartido algo con las personas necesitadas de tu ciudad o pueblo.
  • ¿Podemos ser cristianos si no compartimos lo que tenemos con los más pobres? ¿Qué podemos hacer?
  • Escribe un compromiso para ser una persona más solidaria con los más necesitados..

Oración

Señor, si hoy fuera a terminar mi vida,
estoy seguro de que quisiera gastarla
como Tú propones:
siendo feliz, contemplando la belleza
que me rodea,
saboreando cada mirada, cada alimento, cada momento,
exprimiendo hasta la última gota
del zumo del cariño,
gozando de los amigos y de tantos
que me quieren,
admirándome de mi entorno, de mi casa
y de los míos,
agradeciendo todo lo que se me ha
regalado día a día,
festejando cada situación positiva y bonita,
diciendo a todos cuánto les quiero
y necesito,
evitando toda palabra negativa y de reproche
bailando la música de la vida y del amor,
reconociendo las ayudas recibidas,
valorando a cada uno de mis compañeros,
repartiendo todo lo acumulado,
que haga a alguien feliz,
recordando los mil detalles
que la vida me ha regalado.

Si este fuera mi último día

Señor, si hoy fuera a terminar mi vida,
estoy seguro de que quisiera gastarla como Tú propones:

siendo feliz, contemplando la belleza que me rodea,
saboreando cada mirada, cada alimento, cada momento,
exprimiendo hasta la última gota
del zumo del cariño,
gozando de los amigos y de tantos
que me quieren, admirándome de mi entorno,
de mi casa y de los míos,

agradeciendo todo lo que se me ha regalado día a día,
festejando cada situación positiva y bonita,
diciendo a todos cuánto les quiero
 y necesito,
evitando toda palabra negativa y de reproche
bailando la música de la vida y del amor,
reconociendo las ayudas recibidas,
valorando a cada uno de mis compañeros,
repartiendo todo lo acumulado,

que haga a alguien feliz, recordando los mil detalles
que la vida me ha regalado, olvidando las quejas y lamentos
por los que perdí vida,
pidiendo perdón por el daño que hice queriendo o sin querer,
entregando caricias, ternuras,

besos y sonrisas, pronunciando tantos «te quieros» como olvidé o evité,
celebrando tu presencia continua, Señor, en mi vida,
la seguridad de que te vas a ocupar
de los míos siempre,
y la tranquilidad de que me estarás Esperando con los brazos abiertos,
para darme el mejor abrazo

que haya recibido nunca jamás,
y que colmará todas mis ansiedades
y deseos,
llenándome de felicidad y plenitud.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Domingo XVIII de Tiempo Ordinario

• Un litigio familiar sobre cuestiones de herencia…. Hecho frecuente en la vida diaria. Jesús no entra en disputa jurídica: reparto de la “herencia” (14). Recuerdoque era costumbre acudir a los rabinos para dirimir cuestiones legales, como herencias. Según las tradiciones jurídicas judías, el hijo mayor de una familia de dos hermanos recibía los dos tercios de las posesiones paternas. El hombre que interpela a Jesús, dándole el título de maestro es, probablemente, el hermano más joven que no ha debido recibir nada de la herencia. El choque entre los dos hermanos por el reparto de la herencia dependía en última instancia de la avaricia insaciable del hombre.

• Avaricia: aspiración a querer tener más. Un deseo incontenible de dinero que no encuentra dónde satisfacerse. Para el Evangelio de Lucas este deseo es otra cara de la idolatría, que no hace la vida más segura ni colma las aspiraciones más profundas. Para ilustrar este punto narra el evangelista esta parábola.

• Aviso a la multitud (15) y la parábola (solo Lucas la recoge) que lo ilustra. La parábola habla de un rico que no ve a nadie más que a él (“amontona riquezas para sí” v.21), se cree que es Dios y olvida hasta la muerte. El rico está obsesionado por el tener (19). El rico es un avaro, pero no solo eso, también es un ateo, pues ¿dónde está Dios para el que piensa así? ¿dónde está el verdadero significado de la vida para quien no advierte su carácter transitorio?

• ¿Qué le pasa al rico? La ambición de acumular riqueza impide encontrar la vida verdadera: los vienes no aseguran la vida. Los vienes son relativos: la codicia o el afán de acumulación es una idolatría (adorar a un dios falso, no dador de vida).

• Conclusión de Lucas con esta parábola… necesidad de ver al pobre y compartir con él los bienes. “Rico ante Dios” es quien se desprende de los bienes a favor de los necesitados (12,33-34), o sea las obras de caridad con el prójimo es el auténtico tesoro.

• Búsqueda de otra clase de riqueza: “Buscad los bienes de allá arriba”, los vienes que vivió Jesús (desprendimiento, fraternidad, confianza en Dios, amor)…. Esta es la riqueza valiosa digna de acumularse. La familia que le interesa a Jesús es la que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica, no otra (Lc 8,21).