Vísperas – Santa Teresa Benedicta de la Cruz

VÍSPERAS

SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir ofrecida
como una prueba fiel de la espada
no puede ya truncar la fe vivida.

Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.

Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que, en la alegría
de servir al Señor, es consumado.

Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos ha dado. Amén.

SALMO 114: ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. Los cuerpos de los santos fueron sepultados en paz, y su fama vive por generaciones.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando y sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Los cuerpos de los santos fueron sepultados en paz, y su fama vive por generaciones.

SALMO 115: ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO

Ant. Vi las almas de los sacrificados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vi las almas de los sacrificados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Éstos son aquellos santos que entregaron sus cuerpos para ser fieles a la alianza de Dios y han lavado sus vestiduras con la sangre del Cordero..

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Éstos son aquellos santos que entregaron sus cuerpos para ser fieles a la alianza de Dios y han lavado sus vestiduras con la sangre del Cordero..

LECTURA: 1P 4, 13-14

Queridos hermanos, estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

RESPONSORIO BREVE

R/ Alegraos, justos y gozad con el Señor.
V/ Alegraos, justos y gozad con el Señor.

R/ Aclamadlo, los rectos de corazón.
V/ Y gozad con el Señor.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Alegraos, justos y gozad con el Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se alegran en el cielo los santos que siguieron las huellas de Cristo; y, porque lo amaron hasta derramar su sangre, reinan con el Señor eternamente.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegran en el cielo los santos que siguieron las huellas de Cristo; y, porque lo amaron hasta derramar su sangre, reinan con el Señor eternamente.

PRECES

A la misma hora en que el Rey de los mártires ofreció su vida, en la última cena, y la entregó en la cruz, démosle gracias diciendo:

Te glorificamos, Señor.

Porque nos amaste hasta el extremo, Salvador nuestro, principio y origen de todo martirio:
Te glorificamos, Señor

Porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos para los premios de tu Reino:
Te glorificamos, Señor

Porque hoy hemos ofrecido la sangre de la alianza nueva y eterna, derramada para el perdón de los pecados:
Te glorificamos, Señor

Porque, con tu gracia, nos has dado perseverancia en la fe durante el día que ahora termina:
Te glorificamos, Señor

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque has asociado a tu muerte a nuestros hermanos difuntos:
Te glorificamos, Señor

Confiemos nuestras súplicas a Dios, nuestro Padre, terminando esta oración con las palabras que el Señor nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Dios de nuestros padres, llénanos de la ciencia de la cruz con la que colmaste, en el martirio, a santa Teresa Benedicta, y concédenos, por su intercesión, que te busquemos siempre a ti, la Verdad más alta, y que hasta la muerte guardemos fielmente la alianza de amor eterno que, para salvar el mundo, has sellado con la sangre de tu Hijo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 9 de agosto

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 16,24-28
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
«Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.»

3) Reflexión

• Los cinco versículos del evangelio de hoy son la continuidad de las palabras de Jesús a Pedro que meditamos ayer. Jesús no esconde ni ablanda las exigencias del discipulado. No permite que Pedro tome la delantera y le pone en su sitio: “¡Quítate de mi vista!” El evangelio de hoy explicita estas exigencias para todos nosotros.
• Mateo 16,24: Tome su cruz y me siga. Jesús saca las conclusiones que valen hasta hoy: «Si alguien quiere seguirme, renuncie a si mismo, tome su cruz y me siga”. En aquel tiempo, la cruz era la pena de muerte que el imperio romano imponía a los marginados y a los bandidos. Tomar la cruz y cargarla detrás de Jesús era lo mismo que aceptar el ser marginado por el sistema injusto que legitimaba la injusticia. La Cruz no es fatalismo, ni exigencia del Padre. La Cruz es consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús: revelar la Buena Nueva de que Dios es Padre y que, por tanto, todos y todas deben ser aceptados y tratados como hermanos y hermanas. A causa de este anuncio revolucionario, Jesús fue perseguido y no tuvo miedo a dar su vida. No hay prueba de amor más grande que dar la vida por los hermanos (Jn 15,13). El testimonio de Pablo en la carta a los Gálatas muestra el alcance de todo esto: “Por mí, no quiero sentirme orgulloso de nada, sino de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí, y yo, para el mundo”. (Gal 6,14) Y termina aludiendo a las cicatrices de las torturas que sufrió: “Que nadie pues me venga a molestar. Yo, por mi parte, llevo en mi cuerpo las señas de Jesús” (Gal 6,17).
• Mateo 16,25-26: Quien pierde la vida por causa mía la encontrará. Estos dos versículos explicitan valores humanos universales que confirman la experiencia de muchos, cristianos y no cristianos. Salvar la vida, perder la vida, encontrar la vida. La experiencia de muchos enseña lo siguiente: Quien corre tras los bienes y la riqueza no queda nunca saciado. Quien se entrega a los demás olvidándose de sí, siente una gran felicidad. Es la experiencia de las madres que se entregan, y de mucha gente que no piensa en sí, sino en los demás. Muchos hacen y viven así casi por instinto, como algo que viene del fondo del alma. Otros hacen así, porque tuvieron una experiencia dolorosa de frustración que los llevó a mudar de actitud. Jesús tiene razón en decir: Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará”. Importante es el motivo: “por mí”, o como dice en otro lugar: “por causa del Evangelio” (Mc 8,35). Y termina: “Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” Esta última frase evoca el salmo que dice que nadie es capaz de pagar el precio de rescate de la vida: “comprada su vida nadie tiene, ni a Dios puede, con plata sobornarlo, pues es muy caro el precio de la vida. ¿Vivir piensa por siempre, o cree que no iré a la fosa un día?”. (Sal 49,8-10).
• Mateo 16,27-28: El Hijo del Hombre, dará a cada uno según su conducta. Estos dos versículos se refieren a la esperanza del pueblo con relación a la venida del Hijo del Hombre al final de los tiempos como juez de la humanidad, como presentado en la visión del profeta Daniel (Dn 7,13-14). El primer versículo dice: “El Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta” (Mt 16,27). En esta frase se habla de la justicia del Juez. Cada uno recibirá según su propia conducta. El segundo versículo dice: “Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino”. (Mt 16,28). Esta frase es un aviso para ayudar a percibir la venida de Jesús como Juez en los hechos de la vida. Algunos pensaban que Jesús vendría luego (1Ts 4,15-18). Jesús, de hecho, ya estaba presente en las personas, sobre todo en los pobres. Pero ellos no lo percibieron. Jesús mismo había dicho: “Cuando lo hicieron con alguno de estos más pequeños, que son mis hermanos, lo hicieron conmigo!” (Mt 25,34-45)

4) Para la reflexión personal

• Quien pierde la vida, la gana. ¿Cuál es la experiencia que tengo en este punto?
• Las palabras de Pablo: ““Por mí, no quiero sentirme orgulloso de nada, sino de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí, y yo, para el mundo”.¿Tengo valor para repetirlas en mi vida?

5) Oración final

Ensalzad conmigo a Yahvé,
exaltemos juntos su nombre.
Consulté a Yahvé y me respondió:
me libró de todos mis temores. (Sal 34,4-5)

Comentario del 9 de agosto

Hay una palabra en este pasaje evangélico que se repite como una melodía: No tengáis miedo. La palabra se dirige a personas atemorizadas por los peligros de la vida, por el rumbo de los acontecimientos, por las acechanzas o amenazas de otros hombres, y quiere llevar la confianza a esos corazones temerosos o angustiados.

La vida (con sus inseguridades y peligros) ofrece sin duda muchos motivos para tener miedo. Además, están los miedos patológicos (imaginarios), irracionales, que carecen de motivo racional. Son nuestros fantasmas. La lista de nuestros miedos sería seguramente interminable. Tenemos miedo a lo desconocido (o a los desconocidos), a un asalto con riesgo para la propiedad o para la vida, a la oscuridad, a una amenaza seria, a la ruina económica, a un accidente que nos deje minusválidos, a la traición de un amigo, a la separación o abandono del esposo, a la marcha de un hijo, a la soledad, al fracaso, al desprestigio, a la difamación, al juicio de otros, a la marginación, al dolor, a la muerte, al juicio final. Son nuestros miedos, y pocos pueden decir con sinceridad que no tienen miedo a estas cosas. Parece imposible vivir con tranquilidad en medio de tantos peligros y acechanzas.

Pues bien, Jesús nos dice: No tengáis miedo a los hombres. Pero es precisamente de los hombres de quienes podemos temer las mayores acechanzas: un robo, un asesinato, una calumnia, una agresión, una negligencia. No tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Jesús parece referirse aquí al poder del hombre para ocultar o disfrazar la realidad. De nada les servirá este empeño encubridor, porque todo acabará sabiéndose, porque la verdad acabará saliendo a la luz y poniendo al descubierto la falsedad de la mentira. Tal vez haya que sufrir por algún tiempo los efectos de la calumnia, la difamación o la maledicencia; pero al final prevalecerá la verdad. Sólo los enemigos de la verdad, sólo los que tienen cosas vergonzantes que ocultar, temen el desvelamiento de lo oculto.

Es verdad que hay una zona de intimidad en nuestras vidas que no tiene por qué estar expuesta a las miradas de todos; pero lo deseable es que siempre y en todas las cosas resplandezca la verdad. Jesús considera que lo que él dice en privado, o de noche, puede y debe ser dicho en pleno día, y lo que él dice al oído puede ser pregonado desde la azotea. Y si quiere que se dé publicidad a sus palabras y acciones (salvo casos excepcionales) es porque tales palabras son verdaderas, porque no tiene nada que ocultar; por eso no teme la maledicencia, aunque también de él, el íntegro, se habló mal. Ni siquiera Jesús se libró de las habladurías, pero él sabe que nada hay cubierto que no llegue a descubrirse.

Pero él les dice más: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. ¿Qué es esa alma que no está al alcance de las espadas ni de las hogueras? Cuando matan a los mártires les quitan la vida, pero no les quitan su fe en Dios, ni su integridad moral, ni su esperanza de vida eterna; no les quitan lo que es patrimonio del alma. Estas convicciones son las que les permiten vencer su miedo al dolor y a la pérdida de la propia vida. Habría que temer más bien, dice Jesús, al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿Qué fuego es ése que puede destruir el alma?

Jesús parece aludir con esta expresión a la gehenna o fuego del infierno, que atormentaría al alma, pero sin aniquilarla. En realidad, lo que destruye al alma, esto es, su rectitud, su honestidad, su esperanza, su paz, su salud, etc., es el pecado. A éste es al que hay que temer. Pero hasta el pecado está sujeto al fuego purificador de Dios, que puede disolver el pecado con la llama de su misericordia; pero para que se produzca ese efecto, el responsable del pecado tiene que dejarse quemar por este fuego del amor divino. No hay que olvidar que la maldad también es obstinada, y el alma puede morir enquistada en su propia obstinación; y ante ese muro Dios se detiene: no puede hacer más de lo que ha hecho y hace.

Y si hay que temer a lo que puede destruir el alma, es porque la vida del alma es más valiosa que la del cuerpo, o mejor, porque la vida del hombre, a la vez del alma y del cuerpo (psicosomática), es más que la simple vida corporal o terrena. En cualquier caso, no temamos porque no hay comparación entre nosotros y los gorriones; y si ninguno de ellos cae al suelo sin que Dios lo permita (o disponga), mucho menos nosotros que somos inconmensurablemente más valiosos a sus ojos. Confiemos, pues, en su providencia amorosa.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

85. El Sínodo ha tratado especialmente tres temas de suma importancia, cuyas conclusiones quiero acoger textualmente, aunque todavía nos requerirán avanzar en un mayor análisis y desarrollar una más adecuada y eficaz capacidad de respuesta.

No defraudemos a Dios

1. – Busca en tu interior. Cuentan que un joven recibió en sueños una gran revelación: en el cruce de dos caminos cercanos a su aldea había un gran tesoro. Sólo tenía que ir allí y remover la tierra para conseguirlo. Ni corto ni perezoso se dirigió a aquel lugar. Estuvo todo el día cavando, retirando las piedras y apartando la tierra. Cuando ya estaba derrumbado y agotado por el duro trabajo pasó por aquel cruce un sabio que le preguntó qué estaba haciendo. Al explicarle su sueño el sabio le dijo que él también había tenido un sueño parecido, pero que el tesoro de su sueño estaba dentro de una casa que tenía dos ventanas, un hermoso porche a la entrada un tejado de color rojo. El joven recapacitó y se dio cuenta de que la casa de la que le estaba hablando aquel desconocido era su propia casa. Salió corriendo hacia su domicilio y excavó justo al lado de la puerta y encontró un hermoso cofre. Se dio cuenta de que el tesoro lo había tenido muy cerca, en su propia casa durante muchos años y no se había dado cuenta del hecho. Puede que nos ocurra a nosotros lo mismo. Dentro de nosotros está la felicidad, pero hace falta descubrirla. Ya lo advertía un experto en búsqueda de la felicidad, Agustín de Hipona, quien hace dieciséis siglos y después de una larga experiencia vital de búsqueda, escribía: «No vayas fuera, busca en tu interior, pues en el hombre interior habita la verdad». Un buen programa para este verano: profundizar en nuestro interior para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios. Nuestro tesoro es el conocimiento de Dios.

2.- Hacer lo que Dios espera de nosotros. Dios, nuestro Señor, nos ha entregado a cada uno de nosotros una responsabilidad: cualidades, aptitudes, capacidades para cultivar y usar, pero también para cuidar mientras Él regresa. No debemos dormir, ni actuar como el empleado infiel, sino hemos de estar vigilantes y despiertos y trabajar por hacer un mundo mejor. No por temor al castigo, sino por amor a Dios y por no defraudar lo que El espera de nosotros. El temor del Señor no es miedo, sino respeto y agradecimiento a Dios, que nos han entregado muchos dones y espera que los pongamos al servicio de los demás. Alguien dijo que su anhelo mayor es presentarse ante Dios con el corazón lleno de nombres: los de todas las personas a las que ayudó, sirvió y amó. Nosotros, como siervos suyos, tenemos que cuidar de lo que puso en nuestras manos. Nuestro Señor desea que los talentos que nos ha dado sean multiplicados, y que cuando nos pida cuentas salgan favorables para su Reino.

3.- Mantenerse en vela y preparado. No hay persona en el mundo que pueda vivir tu vida por ti. Cada cual debe tener disponible su lámpara con aceite suficiente. El aceite hace referencia a la energía que mueve nuestro espíritu: la oración, los sacramentos. Si el señor es Cristo, el encuentro con El es también personal, aunque los demás puedan ayudarte a llegar a El. Sólo si le amas de verdad, si le buscas, si le deseas podrás conocerle. Tienes que mantenerte en vela. Todo es gracia. La tarea, por nuestra parte, no es más que la respuesta a un don que nos hemos encontrado entre las manos. El «Amo», pues, nos entrega algo para que trabajemos. Hay personas que tienen gran influencia sobre los demás, otras son muy serviciales, otras, en cambio, son capaces de entregarse con heroísmo al cuidado de gente enferma, los hay con una profesión, con un trabajo, con unos estudios, con una responsabilidad concreta en la sociedad. «Yo estoy en paz con Dios porque no hago daño a nadie, porque no me meto con nadie, y voy a misa y rezo». No es eso, sólo, lo que quiere Dios, no es eso lo que predica Jesús. Un cristiano no queda en paz con Dios porque no haga daño a nadie. Un cristiano queda en paz con Dios cuando se esfuerza para que crezca un poco más en el mundo la esperanza, el amor, la fe. Si uno quiere ser fiel, sin duda se encontrará con momentos poco claros, y se equivocará probablemente más de una vez, pero Dios podrá decirle al final de su vida, que ha sido fiel en lo que Él quería: que los dones que Él ofrece a los hombres den fruto. ¿Soy consciente de lo mucho que he recibido de Dios? El solo hecho de tener la vida, es un don que ya hemos recibido. Sería bueno descubrir en cada uno de nosotros todo lo que produce vida, sólo así podremos ser agradecidos. Se nos va a exigir mucho, porque mucho es lo que hemos recibido. Esta es nuestra responsabilidad…

José María Martín OSA

La misa del Domingo: misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

Nos reunimos con alegría en torno al altar del Señor para celebrar su presencia y, también, para que nunca nos falte su aliento y su poder en medio de nuestra misión como cristianos y en medio de nuestra vida cristiana.

Ojala que, si el Señor viniera ahora, nos encontrase cantando sus alabanzas, trabajando por su reino y –sobre todo- dando la cara por El. ¿Lo hacemos? Nos ponemos de pie y comenzamos esta celebración dominical.

2. PENITENCIAL

2.1. Frente a la desesperanza, el Señor, nos llama a poner nuestra confianza en El. Señor ten piedad.

2.2. Frente al desánimo, el Señor, nos llama a poner nuestro valor en El. Cristo ten piedad

2.3. Frente a la falta de vigilancia y manos caídas, el Señor, nos llama a redoblar nuestro esfuerzo por Él. Señor ten piedad.

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas que vamos a escuchar en este día, tienen algo en común: para dar gusto a Dios, hay que permanecer unidos con los demás, dejarnos llevar por El, confiar en Él y quitar importancia a lo que es secundario en el vivir de cada día. Escuchamos con atención.

4. PETICIONES

4.1. Por la iglesia. Para que cuide, abrillante y dé a conocer el gran tesoro de la fe que es Cristo. Roguemos al Señor.

4.2. Por todos los cristianos. Para que seamos audaces, valientes, comprometidos y enamorados con la causa de Jesús. Roguemos al Señor.

4.3. Para que potenciemos la solidaridad y la fraternidad. Para que no nos conformemos con creer individualmente sino celebrar la presencia del Señor en comunidad. Roguemos al Señor.

4.4. Para que confiemos un poco más en Dios. Para que no lo dejemos en la orilla de nuestros intereses y problemas. Roguemos al Señor.

5. OFRENDAS

5.1. La confianza en el Señor la queremos simbolizar en esta eucaristía, con la Biblia. Que nunca nos falte el susurro de Dios.

5.3. La solidaridad y la fraternidad la queremos representar a través de estas manos unidas. Que la unión sea nuestra fuerza y, nuestra fuerza, sea la unión con Dios.

5.4. Como siempre, el pan y el vino, son las ofrendas excelentes, las únicas ofrendas, las ofrendas que más agradan a Dios. Que sean, en este domingo, nuestro deseo de fortalecer nuestra existencia con la presencia de Jesús muerto y resucitado

6. ORACIÓN FINAL

ESTAREMOS EN VELA, SEÑOR
Aún con debilidad y con cansancio
Aún con dudas y con dificultades
Aún con falta de medios y de fuerzas

ESTAREMOS EN VELA, SEÑOR
En la noche oscura y en el día claro
En los momentos de tormenta y de calma
En el éxito y en el fracaso
En la siembra y en la cosecha
En la juventud y en la vejez
En la alegría y en la tristeza

ESTAREMOS EN VELA, SEÑOR

No te quedes dormido (Oración)

NO TE QUEDES DORMIDO

Como otras veces, antes de empezar esta oración, vamos e intentar calmar los ruidos de fuera y de dentro de nosotros mismos. Respira profundamente tres veces.

Relaja el cuerpo y prepárate para encontrarte con Jesús, que tiene algo que contarte.

Una semana más vamos a conocer lo que decía Jesús. Ya sabes que a él le gustaba mucho poner ejemplos para tratar de explicar a sus amigos lo que Dios le había enseñado. Fíjate en los ejemplos que pone hoy.

La lectura es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 12, 32-48):

Siempre que podía, Jesús intentaba explicar a sus amigos cómo tenían que vivir para trabajar por el reino de Dios.

Un día les explicó que hay que estar vigilantes y atentos. Porque las cosas de Dios aparecen cuando menos te lo esperas. Les propuso una imagen: Cuando valoras mucho una cosa, o una persona, o un lugar, eso es tu tesoro. Y donde pones tu tesoro, allí pones el corazón. Por eso, les decía que ellos tenían que tener el corazón puesto en las cosas de Dios.

Y les decía también que tenían que ser como un vigilante nocturno. Le contratan para prestar atención a lo que ocurre, no para quedarse dormido. Imagina que llega el dueño de la empresa, y se encuentra al vigilante dormido. ¡Qué mal! En cambio, si está preparado, con las llaves dispuestas, con todo listo, el dueño quedará contento.

Pues Dios quiere confiar en cada uno de nosotros mucho más que eso. Pero es importante poner el corazón en las cosas de Dios.

El mensaje es muy claro. No te quedes dormido, no te despistes, que en cualquier momento alguien puede necesitarte. Dios puede llamarte para que le ayudes en algo y sería una pena que no te enteraras.

Si atiendo a lo que los demás pueden necesitar de mí, estoy haciendo que venga a nosotros ese reino del que tanto hablaba Jesús. Un Reino en el que da gusto vivir porque estamos pendientes unos de otros. Pues eso es lo que nos dice Jesús hoy, que le esperemos despiertos. Escucha la letra de esta canción que habla de lo mismo.

Cambia mi corazón.
Limpia en mí la maldad,
lo que no pueda hacer
de mi error muéstrame.
Guárdame para ti.
Dame tu santidad.
En pureza y verdad yo te quiero esperar.
Mi lámpara llena de aceite,
mis vestidos sean relucientes,
esperando pacientemente
que vuelvas por mí.

Como una novia
que espera y no desespera,
que guarda su alma,
que no la entrega,
grita enamorada:
«Ven, Señor Jesús».

Ven, Señor Jesús interpretado por Kike Pavón, «Diseño original.»

Una forma de acordarnos, es repetir, todos juntos, estaré despierto,al final de cada frase. Que no te dé vergüenza decirlo.

Estaremos despiertos

Porque los demás necesitan de mí… estaré despierto
Porque así estoy acercando el Reino del que hablaba Jesús…
estaré despierto
Porque hay muchas cosas que descubrir…
estaré despierto
Porque en cualquier momento puedes pedir mi ayuda… estaré despierto.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

Comentario al evangelio – 9 de agosto

Hagamos una encuesta rápida. ¿Cuántos sabíais que hoy celebramos la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz? ¿Qué no os suena mucho este nombre? ¡Pues es el que escogió Edith Stein, la judía convertida al cristianismo, cuando se hizo carmelita! No dejéis de acercaros a la semblanza de su vida porque necesitamos familiarizarnos con los santos de nuestro recordado siglo XX. Necesitamos saber cómo se puede ser santo en tiempos de la fenomenología, del invento de la radio, del surgimiento de los totalitarismos y de la eclosión de la segunda guerra mundial. Necesitamos acercarnos al evangelio, no de manera abstracta, sino «hecho vida» en los hombres y mujeres en los que la gracia de Dios brilla de manera singular.

En el fragmento que leemos hoy vuelve a aparecer la invitación de Jesús a no tener miedo. Parece que es el tema central de esta semana. Apareció el lunes (cuando el relato del Jesús que camina sobre las aguas). Volvió a aparecer el martes (cuando el Jesús transfigurado se dirige a sus discípulos). Y aparece hoy por tercera vez. No me gusta dejarme llevar por la magia de los números, pero tres veces en una semana es mucho, ¿no? Edith Stein experimentó que nunca es suficiente porque estamos continuamente amenazados. Hay miedos que surgen de nuestra bodega inconsciente y tienen que ver con experiencias negativas del pasado. Hay miedos que provienen del contexto en el que vivimos. Hay miedos que se refieren al futuro porque lo vemos incierto. Todos los miedos han sido derrotados en la cruz de Jesús. En ella Jesús se ha declarado a favor nuestro delante de su Padre celestial.

Necesitamos meditarlo con calma.