Vísperas – Martes XIX de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MARTES XIX TIEMPO ORDINARIO

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO

Estoy, Señor, en la ribera sola
del infinito afán. Un niño grita
entre las olas, contra el viento yermo.

A través de la nada,
van mis caminos
hacia el dolor más alto,
pidiendo asilo.

La espuma me sostiene,
y el verde frío
de las olas me lleva,
pidiendo asilo.

Hacia el amor más alto
que hay en mí mismo,
la esperanza me arrastra,
pidiendo asilo.

Gloria al Padre, y al Hijo
y al Espíritu Santo. Amén.

 

SALMO 124: EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

 

SALMO 130: ABANDONO CONFIADO EN LOS BRAZOS DE DIOS

Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

 

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

 

LECTURA: Rm 12, 9-12

Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

 

RESPONSORIO BREVE

R/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
V/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

R/ Tu fidelidad de generación en generación.
V/ Más estable que el cielo.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

 

PRECES

Invoquemos a Dios, que ha infundido la esperanza en nuestros corazones, y digámosle:

Tú eres la esperanza de tu pueblo, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque en Cristo, tu hijo, hemos sido enriquecidos en todo:
— en el hablar y en el saber.

En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan;
— dales, pues, acierto en sus decisiones, para que te sean gratos en su pensar y obrar.

Tú que concedes a los artistas inspiraciones para plasmar la belleza que de ti procede,
— haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.

Tú que no permites que la prueba supere nuestras fuerzas,
— da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que, por boca de tu Hijo, nos has prometido la resurrección en el último día,
— no te olvides para siempre de los que ya han sido despojados de su cuerpo mortal.

 

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

 

ORACION

Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda, seremos salvados ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 13 de agosto

Tiempo Ordinario 

1) Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, a quien podemos llamar Padre; aumenta en nuestros corazones el espíritu filial, para que merezcamos alcanzar la herencia prometida. Por nuestro Señor. 

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 18,1-5.10.12-14
En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?» Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
«Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños. 

3) Reflexión

• Aquí, en el capítulo 18 del evangelio de Mateo inicia el cuarto gran discurso de la Nueva Ley, el Sermón de la Comunidad. Como se dijo anteriormente (el 9 de junio de 2008), el Evangelio de Mateo, escrito para las comunidades de los judíos de Galilea y Siria, presenta a Jesús como el nuevo Moisés. En el AT, la Ley de Moisés fue codificada en los cinco libros del Pentateuco. Imitando el modelo antiguo, Mateo presenta la Nueva Ley, en cinco grandes Sermones: (a) El Sermón de la Montaña (Mt 5,1 a 7,29); (b) El Sermón de la Misión (Mt 10,1-42); (c) El Sermón de las Parábolas (Mt 13,1-52); (d) El Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-35); (e) El Sermón del Futuro del Reino (Mt 24,1 a 25,46). Las partes narrativas, intercaladas entre los cinco Sermones, describen la práctica de Jesús y muestran cómo practicaba y encarnaba la nueva Ley en su vida.
• El evangelio de hoy trae la primera parte del Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-14) que tiene como palabra clave los “pequeños”. Los pequeños no son los niños, sino también las personas pobres y sin importancia en la sociedad y en la comunidad, inclusive los niños. Jesús pide que estos pequeños estén en el centro de las preocupaciones de la comunidad, pues «el Padre no quiere que ni uno de estos pequeños perezca» (Mt 18,14).
• Mateo 18,1: La pregunta de los discípulos que da pie a la enseñanza de Jesús. Los discípulos quieren saber quién es el mayor en el Reino. Sólo el hecho de que ellos hicieran esa pregunta revela que habían entendido poco o nada del mensaje de Jesús. El Sermón de la Comunidad, todo ello, es para hacer entender que entre los seguidores y las seguidoras de Jesús tiene que estar vivo el espíritu de servicio, de entrega, de perdón, de reconciliación y de amor gratuito, sin buscar el propio interés y autopromoción.
• Mateo 18,2-5: El criterio básico: el menor es el mayor. Los discípulos quieren un criterio para poder medir la importancia de las personas en la comunidad: «¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?». Jesús responde que el criterio son ¡los niños! Los niños no tienen importancia social, no pertenecen al mundo de los grandes. Los discípulos tienen que hacerse como niños. En vez de crecer hacia arriba, tienen que crecer hacia abajo, hacia la periferia, donde viven los pobres, los pequeños. ¡Así serán los mayores en el Reino! Y el motivo es éste: “¡Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe!” Jesús se identifica con ellos. El amor de Jesús hacia los pequeños no tiene explicación. Los niños no tienen mérito. Es la pura gratuidad del amor de Dios que aquí se manifiesta y pide ser imitada en la comunidad por los que se dicen discípulos y discípulas de Jesús.
• Mateo 18,6-9: No escandalizar a los pequeños. Estos cuatro versículos sobre el escándalo de los pequeños fueron omitidos en el texto del evangelio de hoy. Damos un breve comentario. Escandalizar a los pequeños significa: ser motivo para que los pequeños pierdan la fe en Dios y abandonen la comunidad. Mateo conserva una frase muy dura de Jesús: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar”. Señal de que en aquel tiempo muchos pequeños ya no se identificaban con la comunidad y buscaban otros amparos. Y ¿hoy? En América Latina, por ejemplo, cada año alrededor de 3 millones de personas abandonan las iglesias históricas y se van hacia las iglesias evangélicas. Señal de que no se sienten en casa entre nosotros. Y muchas veces son los más pobres los que nos abandonan. ¿Qué nos falta? ¿Cuál es la causa de este escándalo de los pequeños? Para evitar el escándalo, Jesús manda cortar la mano o el pie o arrancar el ojo. Esta frase no puede tomarse al pie de la letra. Significa que hay que ser muy exigente en el combate contra el escándalo que aleja a los pequeños. No podemos permitir, de forma alguna, que los pequeños se sientan marginados en nuestra comunidad. Pues, en este caso, la comunidad dejaría de ser una señal del Reino de Dios.
• Mateo 18,10-11: Los ángeles de los pequeños están en presencia del Padre. Jesús evoca el salmo 91. Los pequeños hacen de Yavé su refugio y toman al Altísimo como defensor (Sal 91,9) y, por esto: “No podrá la desgracia dominante ni la plaga acercarse a tu morada, pues ha dado a sus ángeles la orden de protegerte en todos tus caminos. En sus manos te habrán de sostener, para que no tropiece tu pie en alguna piedra”. (Sal 91,10-12).
• Mateo 18,12-14: La parábola de las cien ovejas. Para Lucas, esta parábola revela la alegría de Dios por la conversión de un pecador (Lc 15,3-7). Para Mateo, revela que el Padre no quiere que ni uno de estos pequeñuelos se pierda. Con otras palabras, los pequeños deben ser la prioridad pastoral de la Comunidad, de la Iglesia. Deben estar en el centro de la preocupación de todos. El amor por los pequeños y los excluidos tiene que ser el eje de la comunidad de los que quieren seguir a Jesús. Pues de este modo la comunidad se vuelve prueba del amor gratuito de Dios que acoge a todos. 

4) Para la reflexión personal

• Las personas más pobres del barrio ¿participan de nuestra comunidad? ¿Se sienten bien o encuentran en nosotros un motivo para alejarse?
• Dios Padre no quiere que se pierda ninguno de los pequeños. ¿Qué significa esto para nuestra comunidad? 

5) Oración final

Señor, tus dictámenes son mi herencia perpetua,
ellos son la alegría de mi corazón.
Inclino mi corazón a cumplir tus preceptos,
que son recompensa para siempre. (Sal 119,111-112)

Comentario del 13 de agosto

Según san Mateo, los discípulos de Jesús no se limitan a discutir quién es el más importante, sino que se acercan al Maestro con esta pregunta: ¿Quién es el más importante en el Reino de los cielos? Ya no se trata de saber quién es el más importante para el mundo o la sociedad que mide la importancia de las cosas o las personas, sino quien lo es en esa nueva sociedad creada por Dios que es el Reino de los cielos. En ese «espacio» conformado a la medida de Dios, según sus criterios, quién será el más importante. Jesús, entonces, llamó a un niño, nos dice el evangelista (y en esto coinciden Lucas y Mateo), lo puso en medio, y dijo: Os digo que si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los cielosPor tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos.

Jesús habla a adultos y les propone hacerse como niños, porque sin esta condición no podrán entrar en el Reino de los cielos y, por tanto, tampoco podrán ser importantes en este Reino. Volver a ser como niños no puede ser una regresión a la infancia biológica, cosa del todo imposible; tampoco seguramente un desandar el camino de crecimiento hacia la madurez o regresión a una infancia psicológica. Volver a ser como niños es más bien recuperar la conciencia de la pequeñez connatural a los niños y quizá en cierta medida su inocencia docilidad, o esa ingenuidad que permite a los niños confiar en lo que les dicen (=creer), dejarse guiar, aunque ello pueda suponer también la posibilidad de dejarse engañar. Volver a ser pequeño como un niño es, sin duda, recuperar la posibilidad de creer. ¿Cómo podrán entrar en ese Reino los que desconfían totalmente de esa oferta, los que se niegan a aceptar siquiera la posibilidad de un Reino de los cielos, los que no admiten más reino que el de la tierra?

Freud diría que hacerse niño es una regresión anómala o patológica en un adulto. Según él, ya hemos alcanzado la madurez para poder prescindir de Dios o para poder emanciparnos de este Dios que nos ha sido impuesto como Padre. Los adultos ya no necesitan de un padre. Jesús no es de la misma opinión: Para entrar en el Reino de los cielos es necesario recuperar la conciencia de hijos de Dios. Sí, hacerse como niños tal vez signifique recuperar esta conciencia de hijos pequeños que no pueden prescindir de su padre ni vivir sin él. Sólo estos podrán entrar en el Reino del Padre. Porque ¿cómo poder entrar en el Reino de Dios y formar parte de esta familia queriendo prescindir de Dios porque ya no lo necesitamos, puesto que somos adultos y no necesitamos padre? Hacerse como niños es volver a sentir la necesidad de Dios Padre. Y el que más sienta esta necesidad, porque se sabe más pequeño y desvalido, será sin duda el más grande en el Reino de los cielos.

Acoger a un niño es sintonizar con lo que el niño significa. Y acogerlo en nombre de Cristo es acoger al mismo Cristo y sintonizar con su condición de Hijo del Padre. Es vivir la infancia espiritual. Es volver a sentirse hijo de Dios.

Y finalmente una advertencia: Cuidado con despreciar a uno de estos pequeñosporque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. Despreciar a uno de esos pequeños no es sólo despreciar la pequeñez, es despreciar a los que tendrán el honor y la dicha de contemplar el rostro de Dios, como lo contemplan en el presente sus ángeles.

¿Qué os parece?, les decía también Jesús a sus discípulos como reclamando su juicio. Suponed que un hombre tiene cien ovejas; si se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.

El pastor que sale tras la oveja perdida, dejando a las noventa y nueve restantes a buen recaudo, lo hace porque le interesan cada una de las ovejas. Una oveja perdida entre cien es, en términos porcentuales, el uno por ciento de pérdida: una insignificancia si la pérdida de esa oveja se valora en estos términos. Pero no es así como aprecia a sus ovejas el pastor que sale tras la oveja perdida. Para él, una por una, todas tienen un valor absoluto. Por eso no puede permitir el extravío de una sola de ellas y sale en su búsqueda. Y cuando la encuentra, se alegra por ella más que por las restantes que, siendo muchas más, sin embargo no se han extraviado. Es la alegría exultante de quien ha encontrado algo que creía perdido y por lo que sentía un gran aprecio. Es la alegría del reencuentro o de la recuperación de aquello que se tenía por difícilmente recuperable.

Pues bien, el aprecio y la alegría que siente el pastor por cada una de sus ovejas es el mismo aprecio y la misma alegría que se encuentran en Dios. Porque tampoco nuestro Padre del cielo quiere que se pierda ni uno de estos pequeños. A esto es a lo que quiere llegar Jesús, a hacernos entender el interés que Dios, nuestro Padre, tiene por cada uno de nosotros. Dios es el primer interesado en nuestra salvación. Dios no quiere que se pierda ni una sola de sus criaturas; mucho menos de sus hijos, es decir, de aquellos a quienes adoptó como hijos en el bautismo.

Y si esta es la voluntad de Dios, una voluntad positivamente volcada en nuestra salvación, hemos de esperar que ponga todo lo que está de su parte por lograrnos este destino. No lo pongamos en duda. Dios hará lo imposible para que no se pierda ninguno de los que fueron adquiridos por la sangre de su Hijo. Si no se ahorró la sangre de su Hijo, tampoco ahorrará esfuerzos, entradas y salidas, llamadas, intentos, travesías, todo con tal de recuperar a sus hijos extraviados por los desconcertantes y complejos parajes de nuestro mundo o perdidos entre la neblina encubridora de nuestras mentiras y las deslumbrantes luces que encienden nuestros deseos. Con la certeza de que Dios nunca nos dará por perdidos, por muy alejados que estemos de él, podremos conservar siempre la esperanza del retorno, de la recuperación o del reencuentro. Si Dios no quiere que se pierda ni uno sólo, confiemos en el éxito de su salida, de su búsqueda y de su empeño salvíficos.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

89. No se debería olvidar que «en el mundo digital están en juego ingentes intereses económicos, capaces de realizar formas de control tan sutiles como invasivas, creando mecanismos de manipulación de las conciencias y del proceso democrático. El funcionamiento de muchas plataformas a menudo acaba por favorecer el encuentro entre personas que piensan del mismo modo, obstaculizando la confrontación entre las diferencias. Estos circuitos cerrados facilitan la difusión de informaciones y noticias falsas, fomentando prejuicios y odios. La proliferación de las fake news es expresión de una cultura que ha perdido el sentido de la verdad y somete los hechos a intereses particulares. La reputación de las personas está en peligro mediante juicios sumarios en línea. El fenómeno afecta también a la Iglesia y a sus pastores»[42].


[42] Ibíd., 24.

Recursos – Domingo XX de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DE UNA PALOMA DE LA PAZ

(Previamente dibujada por alguno de los miembros de la comunidad, él, ella u otro cualquiera puede hacer esta ofrenda)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor yo te traigo este símbolo de la paz, con el cual quiero expresar, tanto en mi nombre como en el de toda la comunidad, nuestro compromiso por sembrarla y hacerla posible en nuestros ambientes y en nuestro entorno. Que seamos educadores en la paz para nuestros niños, jóvenes, adultos y mayores. Que la vivamos de verdad y con todas las consecuencias.

PRESENTACIÓN DE UNA BALANZA

(Esta ofrenda la ha de presentar una persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, yo te traigo esta balanza que es símbolo tópico de la justicia. Yo te traigo hoy como compromiso de nuestra lucha por su defensa, puesto que sé, y sabemos todos y todas, que no hay paz sin justicia y que la justicia la queremos defender e implantar con paz. Señor, háznoslo asimilar de tal manera, que la vivamos en nuestra existencia con absoluta naturalidad.

PRESENTACIÓN DE UNA BUENA NOTICIA

(Debe haberse recogido en los últimos días de la prensa o los medios de comunicación social. La lee uno de los miembros adultos de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo esta buena noticia reciente. Mira, Señor, las personas no sólo somos capaces de hacer el mal. También, y por tu gracia, hacemos cosas positivas, como ésa. Señor, que no sea una excepción. Que nos empeñemos en realizarlas continuamente, porque sólo así es como transformaremos este mundo y esta sociedad, y ellos serán un buen campo para la nueva vida de la resurrección.

PRESENTACIÓN DE UNA LÁMPARA ENCENDIDA

(Hace la ofrenda una persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN:Yo te traigo, Señor, esta candela encendida, símbolo de tu Hijo Resucitado, que reunió en torno a su luz a los primeros cristianos en comunidades vivas. Te ofrecemos, en primer lugar, nuestros deseos de vivir y compartir seriamente en nuestra comunidad y también, en segundo lugar, nuestras ganas de salir de ella para hacerte presente en nuestros ambientes, a través de nuestra palabra y nuestra vida. Para todo ello danos, Señor, tu gracia y fortaleza.

Oración de los fieles – Domingo XX de Tiempo Ordinario

El Señor está pendiente de aquel que cumple su voluntad. Hoy le pedimos al Padre que nos la haga ver con claridad y nos de la fuerza necesaria para seguir sus mandatos, diciendo:

PADRE DANOS UN CORAZÓN SENSATO

1. – Por el papa Francisco para que el Señor le mantenga con fuerza y salud en el primado de Pedro guiando con sabiduría a la Iglesia.

OREMOS

2. – Por los dirigentes de las naciones, para que escuchen en su interior la voz de Dios y pongan en práctica sus mandatos.

OREMOS

3. – Por todos aquellos que andan desilusionados para que encuentren en Cristo el fundamento de la vida y la razón para la salvación eterna.

OREMOS

4. – Por todos los que sufren la herida del pecado, para que, levantando un grito de socorro al Padre, encuentren la salvación que Cristo nos trae.

OREMOS

5. – Por los padres de familia, los hijos, los abuelos, para que no se cansen de buscar razones para la unidad en torno al Amor de Cristo.

OREMOS

6 – Por los que nos hemos reunido en este día a celebrar la Eucaristía, para que este sacramento nos ayude a avanzar en el camino correcto de la salvación.

OREMOS

Padre concede a tu pueblo un corazón sensato y contentadizo, que busque solamente agradarte y llegue a cumplir constantemente tu voluntad.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amen.


Dirijamos nuestra oración al Padre, fuente de amor, para que conserve nuestras vidas en completa paz material y espiritual. Y respondemos:

QUE LA PAZ DE CRISTO SEA CON NOSOTROS

1. – Por el Papa Francisco, y todos los obispos de la tierra, para que sigan siempre el ejemplo de Jesús en la defensa de la auténtica Verdad y la Paz verdadera,

OREMOS

2. – Por las organizaciones internacionales y los Gobiernos de todo el mundo, para que fomenten la paz interna y la concordia entre todas las naciones.

OREMOS

3. – Por Siria, Iraq, Libia y otras naciones del mundo, para que cese la violencia y puedan construir un reino de paz y amor,

OREMOS

4. – Por España y otras naciones de Europa, para que la paz reine como verdad absoluta.

OREMOS

5. – Por los violentos, los terroristas, los narcotraficantes, para que el Amor de Dios sepa convertirlos a la paz. Y nosotros sepamos perdonarlos y rezar siempre por ellos.

OREMOS.

6. – Por las víctimas de la violencia y el terrorismo, para que el Señor Jesús las acoja a su Reino y enjugue las lagrimas de sus familiares que sufren cerca de nosotros.

OREMOS.

7. – Por nosotros, presentes en esta Eucaristía dominical, para que seamos constructores de la paz y evitemos toda clase de rencillas, familiares, vecinales o nacionales.

OREMOS

Recibe, Dios Padre Nuestro, las oraciones que te dirigimos hoy, para que la Verdad y la Paz de Jesús reinen en nuestros corazones y en nuestras comunidades.

Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Amen.

Comentario al evangelio – 13 de agosto

El Deuteronomio nos ofrece una exclusiva: ¡la dimisión de Moisés! En un ejercicio de responsabilidad, presenta su carta de renuncia a la prudente edad … de 120 años. (No conviene dar mucha publicidad a este texto bíblico).

Lo mejor de esta renuncia es que no provoca un “vacío de poder”. El liderazgo de Moisés no ha anulado todos lo demás. Josué será el encargado de introducir al pueblo en la tierra prometida. En este sentido, Moisés es el Juan Bautista del Antiguo Testamento: prepara el camino, lidera la salida de Egipto y la marcha por el desierto … y deja al pueblo a las puertas de la tierra.

Jesús nos propone hacernos como niños. Si no, no podremos entrar en el Reino. ¡Cómo cuesta aceptar estas palabras en aquellas etapas de la vida en que necesitamos exhibir nuestra condición de “adultos”! Y, sin embargo, nos están regalando la clave para entender por qué tan a menudo encontramos las puertas cerradas, por qué no nos dice nada todo lo que tiene que ver con El.

Hay personas que necesitan 70 u 80 años en ser como niños. La vida misma los va haciendo cada vez más dependientes, más tiernos, más indefensos, más humildes. Hay otras que intuyen mucho antes que “este” es el camino y procuran ponerse en manos del Padre. Los itinerarios son muchos. El punto de llegada es siempre el mismo. Tal vez la sabiduría se parezca algo a esto.

Hoy la Iglesia celebra a los Beatos Mártires Claretianos de Barbastro. Los 51 misioneros mártires se alimentaron de la Palabra de Dios y murieron llevando en su recuerdo a sus hermanos claretianos «hasta las regiones de dolor y de muerte»; murieron contentos, con amor fiel, generoso y perpetuo, rogando a Dios que su sangre fuera sangre de perdón y de renovación de los misioneros.

Si te acercas a la palabra de la vida de los 51 mártires sentirás en mayor o menor medida estremecimiento. No se puede estar indiferente ante ella. Es la palabra de quienes forman parte de «los más importantes» en el Reino de los Cielos porque tuvieron corazón para arriesgarse y encontrar a quien estaba perdido, y acoger a quien, en su experiencia de perseguidor, estaba necesitado de ser acogido