Vísperas – El Martirio de san Juan Bautista

VÍSPERAS

EL MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO

Pastor que, sin ser pastor,
al buen Cordero nos muestras,
precursor que, sin ser luz,
nos dices por dónde llega,
enséñanos a enseñar
la fe desde la pobreza.

Tú que traes un bautismo
que es poco más que apariencia
y al que el Cordero más puro
baja buscando pureza,
enséñame a difundir
amor desde mi tibieza.

Tú que sientes como yo
que la ignorancia no llega
ni a conocer al Señor
ni a desatar sus correas,
enséñame a propagar
la fe desde mi torpeza.

Tú que sabes que no fuiste
la Palabra verdadera
y que sólo eras la voz
que en el desierto vocea,
enséñame, Juan, a ser
profeta sin ser profeta. Amén.

 

SALMO 114: ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. «No les tengas miedo, que yo estoy contigo», dice el Señor.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. «No les tengas miedo, que yo estoy contigo», dice el Señor.

 

SALMO 115: ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO

Ant. Herodes mandó a un verdugo que decapitara a Juan en la cárcel.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Herodes mandó a un verdugo que decapitara a Juan en la cárcel.

 

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

 

LECTURA: Hch 13, 23-25

Según lo prometido, Dios sacó de la descendencia de David un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: «Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.»

 

RESPONSORIO BREVE

R/ El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo.
V/ El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo.

R/ Esta alegría mía está colmada.
V/ Con la voz del esposo.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Yo no soy el Mesías, sino que me han enviado delante de él. Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo no soy el Mesías, sino que me han enviado delante de él. Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar.

 

PRECES

Invoquemos con alegría a Dios, que eligió a Juan Bautista para anunciar a los hombres la venida del reino de Cristo, y digámosle:

Guía, Señor, nuestros pasos por el camino de la paz.

Tú que llamaste a Juan desde el vientre de su madre para preparar los caminos de tu Hijo,
—ayúdanos a ir tras el Señor con la misma fidelidad con que Juan fue delante suyo.

Así como concediste al Bautista poder reconocer al cordero de Dios, haz que tu Iglesia lo señale
—y que los hombres de nuestra época lo reconozcan.

Tu que dispusiste que tu profeta menguara y que Cristo creciera,
—enséñanos a ceder ante los otros para que tú te manifiestes.

Tú que, con el martirio de Juan, quisiste reivindicar la justicia,
—haz que demos, sin cansarnos, testimonio de tu verdad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Acuérdate de todos los que han salido ya de este mundo;
—dales entrada en el lugar de la luz y de la paz.

 

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:
Padre nuestro…

 

ORACION

Señor, Dios nuestro, tú que has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él murió mártir de la verdad y de la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la confesión de nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 29 de agosto

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor. 

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Marcos 6,17-29

Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.» Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.» Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.» El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura. 

3) Reflexión

• Hoy conmemoramos el martirio de San Juan Bautista. El evangelio describe cómo murió el Bautista, sin proceso, durante un banquete, víctima de la prepotencia y de la corrupción de Herodes y de su corte.

• Marcos 6,17-20. La causa de la prisión y del asesinato de Juan. Herodes era un empleado del imperio romano. Quien mandaba en Palestina, desde el año 63 antes de Cristo, era César, el imperador de Roma. Herodes, para no ser depuesto, trataba de agradar a Roma en todo. Insistía sobre todo en una administración eficiente que diera lucro al Imperio y a él mismo. La preocupación de Herodes era su propia promoción y seguridad. Por esto, reprimía cualquier tipo de subversión. A él le gustaba ser llamado bienhechor del pueblo, pero en realidad era un tirano (cf. Lc 22,25). Flavio José, un escritor de aquel época, informa que el motivo de la prisión de Juan Bautista era el miedo que Herodes tenía a un levantamiento popular. La denuncia de Juan Bautista contra la moral depravada de Herodes (Mc 6,18), fue la gota que hizo desbordar el vaso, y Juan fue llevado a la cárcel.

• Marcos 6,21-29: La trama del asesinado. Aniversario y banquete de fiesta, con danzas y orgías. Era un ambiente en que los poderosos del reino se reunían y en el cual se hacían las alianzas. La fiesta contaba con una presencia “de los grandes de la corte y de las personas importantes de Galilea”. En este ambiente se trama el asunto de Juan Bautista. Juan, el profeta, era una denuncia viva de ese sistema corrompido. Por eso fue eliminado bajo pretexto de un problema de venganza personal. Todo esto revela la debilidad moral de Herodes. Tanto poder acumulado en mano de un hombre sin control de sí. En el entusiasmo de la fiesta y del vino, Herodes hizo un juramento liviano a una joven bailarina. Supersticioso como era, pensaba que tenía que mantener el juramento. Para Herodes, la vida de los súbditos no valía nada. Disponía de ellos como de la posición de las sillas en su sala. Marcos cuenta el hecho tal y cual y deja a las comunidades y a nosotros la tarea de sacar conclusiones.

• Pero entre líneas, el evangelio de hoy trae muchas informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivió y sobre la manera en qué era ejercido el poder por los poderosos de la época. Galilea, tierra de Jesús, era gobernada por Herodes Antipas, hijo del rey Herodes, el Grande, desde el 4 antes de Cristo hasta el 39 después de Cristo. En todo ¡43 años! Durante todo el tiempo en que Jesús vivió, no hubo mudanza en el gobierno en Galilea. Herodes era dueño absoluto de todo, no daba cuenta a nadie, hacía lo que le pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética, poder absoluto, sin control por parte de la gente!

• Herodes construyó una nueva capital, llamada Tiberíades. Sefforis, la antigua capital, había sido destruida por los romanos en represalia por un levantamiento popular. Esto aconteció cuando Jesús tenía quizás siete años. Tiberíades, la nueva capital, fue inaugurada trece años más tarde, cuando Jesús tenía 20 años. Era llamada así para agradar a Tiberio, el emperador de Roma. Tiberíades era un lugar extraño en Galiela. Allí vivían el rey, “los grandes, los generales y los magnates de Galilea” (Mc 6,21). Allá moraban los dueños de las tierras, los soldados, los policías, los jueces muchas veces insensibles (Lc 18,1-4). Hacia allí se llevaban los impuestos y el producto de la gente. Era allí donde Herodes hacia sus orgías de muerte (Mc 6,21-29). No consta en los evangelios que Jesús hubiese entrado en la ciudad.

A lo largo de aquellos 43 años de gobierno de Herodes, se crió toda una clase de funcionarios fieles al proyecto del rey: escribas, comerciantes, dueños de tierras, fiscales del mercado, publicanos y recaudadores de impuestos, promotores, jefes locales. La mayor parte de este personal moraba en la capital, gozando de los privilegios que Herodes ofrecía, por ejemplo, exención de impuestos. La otra parte vivía en las aldeas. En cada aldea o ciudad había un grupo de personas que apoyaban al gobierno. Varios escribas y fariseos estaban ligados al sistema y a la política del gobierno. En los evangelios, los fariseos aparecen junto con los herodianos (Mc 3,6; 8,15; 12,13), lo cual refleja la alianza que existía entre el poder religioso y el poder civil. La vida de la gente en las aldeas de Galilea era muy controlada, tanto por el gobierno como por la religión. Era necesario tener mucho valor para comenzar algo nuevo, como hicieron Juan y Jesús. Era lo mismo que atraer sobre sí la rabia de los privilegiados, tanto del poder religioso como del poder civil, tanto a nivel local como estatal.

4) Para la reflexión personal

• ¿Conoces casos de personas que han muerto víctima de la corrupción y de la dominación de los poderosos? Y aquí entre nosotros, en nuestra comunidad y en la iglesia, ¿hay víctimas de desmando y de autoritarismo? Un ejemplo.
• Superstición, cobardía y corrupción marcaban el ejercicio del poder de Herodes. Compara con el ejercicio del poder religioso y civil hoy en los varios niveles tanto de la sociedad como de la Iglesia. 

5) Oración final

A ti me acojo, Yahvé,
¡nunca quede confundido!
¡Por tu justicia sálvame, líbrame,
préstame atención y sálvame! (Sal 71,1-2)

Gratitud por la vocación recibida (Acciones de gracias)

Ninguno hay, a poco que reflexione, que no halle fácilmente en sí mismo poderosos motivos que le obliguen a mostrarse agradecido a Dios. Y nosotros especialmente, porque el Señor nos escogió para sí y nos recibió para servirle a Él solo (SAN BERNARDO, Será Dom VI después Pentecostés, 2, 1).

No lo dudes: tu vocación es la gracia mayor que el Señor ha podido hacerte. Agradécesela (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 913).

Comentario del 29 de agosto

La vida de Juan Bautista fue la vida de un mártir, antes incluso de ser decapitado en la cárcel. Se hallaba en la cárcel precisamente por ser testigo de la verdad frente a los que pretendían ocultarla o tergiversarla. Tal era el caso del rey Herodes que, no soportando la voz acusadora del Bautista, mandó prenderlo y meterlo en la cárcel. ¿De qué le acusaba el profeta Juan? De mantener relaciones ilícitas con la mujer de su hermano: un caso de adulterio prolongado, puesto que se había casado con su cuñada en vida de su hermano.

Esta mujer, de nombre Herodías, aborrecía a Juan –precisa el evangelista- y quería quitarlo de en medio. Pero no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendíaEn muchos asuntos –añade el evangelio- seguía su parecer y lo escuchaba con gusto. Luego aunque seguía su parecer en muchos asuntos, en este asunto concreto y personal de su ilícita convivencia con la mujer de su hermano, no se había dejado aconsejar por el Bautista y, a pesar del respeto que le tenía, había dado orden de meterlo en la cárcel, lo cual indica que era seguramente un hombre muy influenciable y falto de convicciones. Tiene encarcelado a alguien a quien él considera honrado y santo y a quien respeta. Ésta es la estampa de su incoherencia y de su falta de principios. Más segura estaba de sus pretensiones Herodías, la mujer ilegítima de Herodes. Ella fue la que aprovechó la ocasión propicia para llevar a cabo sus planes malévolos contra el profeta que afeaba su conducta.

Herodes, por su cumpleaños, daba un banquete a sus magnates, oficiales y gente principal de Galilea. En mitad del banquete se produjo la brillante actuación de la hija de Herodías que danzó delante de los comensales logrando el aplauso y la admiración de todos, incluido el mismo rey. Herodes, en un arrebato de mal entendida generosidad o de locura quiso complacer a la joven y le ofreció cuanto le pidiere: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino, le juró. La joven, mal aconsejada por su madre, le pidió la cabeza de Juan el Bautista.

Aquella petición debió dejar conmocionados a más de uno. El mismo rey se entristeció profundamente. Se ve que no esperaba verse en este trance. Pero había jurado públicamente darle lo que le pidiera, y no quiso desairarla ni desdecirse de su manifiesta promesa. En seguida dio orden a uno de su guardia para que ejecutara la sentencia de muerte. Juan el Bautista fue decapitado en la cárcel. Su cabeza se depositó en una bandeja que le fue entregada de inmediato a la joven agraciada con semejante trofeo. Ella se la entregó a su madre que era la real destinataria del regalo y la principal responsable de la ejecución.

Con la muerte de Juan vio satisfecho su deseo de quitárselo de en medio. Así concluyó sus días este insobornable testigo de la verdad que podía tener incluso el respeto de sus enemigos. Por eso su testimonio ha quedado para la posteridad como ejemplo de integridad. En Juan tenemos, pues, a un hombre íntegro y cabal que, además, anticipó la llegada del Mesías y lo señaló como Cordero inocente venido para quitar el pecado del mundo.

La labor del Bautista también tenía que ver con este pecado, si no para quitarlo, sí para denunciarlo y proponer un camino de conversión. Esta denuncia profética fue la que hizo de él finalmente un mártir. Por ser testigo de la verdad fue al mismo tiempo testigo de la maldad que se hace presente en la entraña de ciertas conductas. Y este mismo testimonio que ponía de manifiesto la maldad de ciertas actitudes y acciones le convirtió en mártir en toda la extensión de la palabra. El testimonio de Juan es un verdadero estímulo para todos nosotros que, en cuanto cristianos, estamos llamados a testificar a Cristo con nuestras palabras y obras, aunque eso nos acarree dificultades y persecuciones que pongan en peligro nuestras comodidades o seguridades vitales.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

105. Él sabía muy bien que esos mecanismos de la comunicación, de la publicidad y de las redes sociales pueden ser utilizados para volvernos seres adormecidos, dependientes del consumo y de las novedades que podemos comprar, obsesionados por el tiempo libre, encerrados en la negatividad. Pero él fue capaz de usar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el Evangelio, para comunicar valores y belleza.

Las gafas de la humildad

Cuando uno tiene la oportunidad de viajar hasta Tierra Santa y visitar la Basílica de la Natividad no tiene otra opción, si desea entrar hasta la gruta donde nació Cristo, sino agacharse para poder acceder por una pequeña puerta denominada precisamente “la puerta de la humildad”. Abrir el evangelio de este domingo es caer en la cuenta que a Dios se le gana y se llega mejor con una de las actitudes más sublimes y más escasas en la vida del ser humano: la humildad. El orgullo lo adquirimos por naturaleza y, la humildad, es bendición de Dios.

1.- Sólo los humildes fueron capaces de reconocer y de ver al Salvador. Los engreídos levantaron tan gigantescos muros de preceptos y de prejuicios delante de sí mismos que se quedaron petrificados en su propia arrogancia. Fueron incapaces de sentarse a compartir el festín por pensar que eran los primeros en todo y que no había nada que se les escapara a su entendimiento. Tan en primera línea pretendieron estar que, otros desde más atrás, contemplaron, gustaron y presenciaron la novedad que les traía Jesús con mayor nitidez y acogida.

A Jesús se llega y se le ve más rápidamente con las gafas de la humildad; cuando somos capaces de confrontarnos a nosotros mismos con valentía y reconociendo equivocaciones o errores. Nuestra postura ante Dios no puede ser de orgullo o autosuficiencia. Alguien con cierta razón sentenció: “el orgullo es una lente sucia que nos impide sentir, seguir y vivir a Dios”. Lo intuyeron, precisamente por todo lo contrario, María, José, El Bautista y tantos hombres y mujeres de bien que supieron vestir la humildad no por apariencia y sí con el convencimiento de que, ese gran don, era el camino privilegiado para seguir las huellas de Jesús Maestro. Y es que es así; cuando somos gigantes en humildad estamos más cerca de lo auténticamente grande. Es un camino hacia la grandeza de Dios.

2. -Qué bien lo expresó todo esto el cantautor argentino Facundo Cabral cuando dice que la humildad es dejarse mover por la mano de Dios:

Aprende del agua porque el agua es humilde y
generosa con cualquiera, aprende del agua que toma
la forma de lo que la abriga: en el mar es ancha,
angosta y rápida en el río, apretada en la copa, sin
embargo, siendo blanda, labra la piedra dura.
Aprende del agua que por graciosa se te escurre entre
tus dedos, tan graciosa como la espiga que se somete
a los caprichos del viento y se dobla hasta tocar con
su punta la tierra, pero pasado el viento la espiga
recupera su erguida postura, mientras el roble, que
por duro no se doblega, es quebrado por el viento.
Sé blando como el agua para que el Señor pueda
moverte graciosamente en cumplimiento de tu destino,
y serás eterno como EL, porque sólo el que se
deja trascender por lo trascendental será trascendente
La humildad, bien entendida, es hermana de la sinceridad y de la valentía.

3.- Ser los últimos, al estilo de Jesús, tal vez implica ser los primeros en defender a tiempo y a destiempo (guste o no guste) ciertos valores cristianos y humanos que, por ser rechazados es sinónimo de una etapa en clara decadencia. Y por ello mismo…tal vez conlleve el que seamos los últimos en el mundo para, según los parámetros de Dios, estar un poco más adelante en los asientos del cielo.

Sólo así podremos identificarnos más a Cristo, ser exaltados por El en el momento oportuno y ser abrazados con un cuidado definitivo

4.- ¡QUIERO TUS GAFAS, SEÑOR!

Para ver, en la pequeñez, aquello que dices
que es grande al corazón
aunque, a los ojos, parezca miseria.
Para sentir que, tus caminos, son alegría y vida
esfuerzo y superación, valentía y salvación

¡QUIERO TUS GAFAS, SEÑOR!
Para saber que, en la humildad,

está la escalera para llegarme hasta Ti
y, brindándome con empeño
señale que tus senderos son futuro y fiesta
abrazo y perdón, eternidad y justicia
Para comprender que, si sólo miro,
por las lentes del mundo
me quedaré sin asomarme
a ese otro horizonte de paz y de esperanza
de ilusión y de amor
de hermandad y de fraternidad
a los que me invita tu persona.

¡QUIERO TUS GAFAS, SEÑOR!
Para ver como Tú; perdón frente al odio

Para ver como Tú; cielo después de la tierra
Para ver como Tú; alegría antes que tristeza
Para ver como Tú; humildad ante la soberbia
Por eso, y por tantas cosas, Señor
quiero ver, sentir y caminar como Tú.
Con tus gafas del Evangelio, Señor

Javier Leoz

El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido

Un sábado fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos; éstos lo estaban acechando.
Jesús, al observar que los invitados escogían los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Cuando alguien te invite a una boda, no te pongas en el primer asiento, no sea que haya otro invitado más honorable que tú, venga el que te invitó y te diga: Cede el sitio a éste, y entonces tengas que ir avergonzado a ocupar el último puesto. Por el contrario, cuando seas invitado, ponte en el último puesto, y así, cuando venga el que te invitó, te dirá: Amigo, sube más arriba. Entonces te verás honrado ante todos los comensales. Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado». Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez y ya quedas pagado. Cuando des un banquete invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos, a los ciegos; entonces serás dichoso porque ellos no pueden pagarte, y recibirás tu recompensa en la resurrección de los justos».

Lucas 14, 1.7-14

Para meditar

Jesús nos vuelve a proponer que fijemos nuestra mirada en los más pobres. Jesús sabe que todos nosotros muchas veces nos podemos olvidar de lo más importante. Por eso nos recuerda que debemos estar atentos de las personas que más necesitan de todos nosotros.

Y que hagamos las cosas con humildad, sin buscar el aplauso o la palmadita en el hombro de los demás. Los cristianos nos hacemos las cosas para que nos lo reconozcan, sino porque creemos que es algo bueno para Dios y para todos nosotros.

Para hacer vida el evangelio

  • Escribe la última vez que has hecho algo importante por una persona que lo necesitaba.
  • ¿Por qué decidiste ayudar a esta persona? ¿Por qué Dios quiere que estemos atentos con los pobres?
  • Escribe un compromiso sencillo para ser más consciente de las personas que están cerca de ti y son pobres..

Oración

Tú nos invitas a la gratuidad.
Al estilo que tiene Dios que hace salir
el sol para buenos y malos.
Tú, Señor Jesús, fuiste desinteresado,
generoso, gratuito,
eso es lo que viviste permanentemente.
Es así como quieres que seamos.
¡Cuánta gente hay en la Iglesia
desinteresada, generosa… catequistas, gente metida en Cáritas,
visitadores de enfermos, educadores, gente de la Acción Católica,
personas que se ocupan de la limpieza de la iglesia, lectores, etc. etc.
Gracias, Señor Jesús, por todos ellos.
Ayúdanos Señor a ser generosos,
desinteresados.
Ayúdanos a trabajar por una Iglesia
llena de gratuidad.

Haznos sencillos y humildes, Señor

En estos tiempos en que se lleva lo grande
lo fastuoso, lo impresionante, lo especial,
en que lo pequeño pasa inadvertido,
Tú nos sigues recordando tu preferencia por lo sencillo.

Cuando todos queremos parecer más guapos,
más listos, más altos, más sabios, más estilosos,
más aptos, más modernos, más actuales,
más atrevidos, más, más y más…
Tú nos invitas a buscar lo menos,
Tú valoras lo menor.

En medio de la competitividad
en la que vivimos,
en la que se nos invita a ser triunfadores,
aunque sólo unos pocos consigan serlo,
Tú nos empujas a ayudarnos unos a otros
a levantarnos y a hacerle al otro sentirse mayor.

En esta sociedad del «mejorestar»,
envueltos en miles de caprichos,
proponiéndosenos ser el primero en tener lo último,

Tú nos recuerdas que el pequeño
es el grande para Ti,
y al que tiene menos es al que más hay que cuidar.

En este mundo loco que hemos inventado
en el que muchos son los perdedores
y unos pocos ganan todas las carreras estéticas,
intelectuales, laborales y económicas,
Tú nos despiertas el corazón
a la escucha del pobre, del caído,
del necesitado, del fracasado y del que sufre.

En todo momento, Señor,
Tú cambias los valores,
lo bajo lo conviertes en alto,
engrandeces lo pequeño,
al último le nombras primero
y al primero le pones el último.
Seguirte a Ti, Señor, es vivir del revés,
es ser distinto, es aprender sencillez y humildad.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Domingo XXII de Tiempo Ordinario

• A partir de lo que observa en los invitados (7), Jesús nos enseña que en el banquete del Reino, nadie tiene que buscar su lugar. Al contrario, todos tienen que disponerse a recibir el lugar de parte de quien les ha invitado, Dios mismo, que tiene un lugar que “queda muy bien” (10) para cada uno, para cada una.

• Más adelante Jesús criticará el deseo que tienen los maestros de la Ley de ocupar los primeros lugares en los banquetes: alerta contra los maestros de la Ley. Les gusta pasearse con largas vestiduras, buscan que la gente los salude en las plazas y que les hagan ocupar los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes (Lc 20,46).

• Y, pensando en quien le ha invitado a su casa (12-14), la enseñanza de Jesús para todo el mundo es que en el banquete del Reino los primeros invitados –si es que hay un orden– son los “pobres, inválidos, cojos y ciegos” (13), es decir, quienes no puedan dar nada a cambio (14). Es una auténtica Buena Noticia.

• Los dos puntos nos hacen pensar en la características del Reino cantadas por María en el Magníficat, a comienzos del Evangelio: Ha desplegado la fuerza de su brazo, / ha destruido los planes de los soberbios, / ha derribado a los poderosos de sus tronos / y ha encumbrado a los humildes; / ha colmado de bienes a los hambrientos / y despedido a los ricos / con las manos vacías. (Lc 1,51-53). Característica recordada por Jesús aquí:“Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.” (11), y más adelante, habiendo propuesto la parábola del fariseo y el cobrador de impuestos, acaba diciendo que “éste bajó a su casa justificado, y aquél no” (Lc 18,14).

• De esto podamos extraer que si de verdad deseamos y esperamos este Reino de Dios que Jesús anuncia y hace presente, hace falta que lo vivamos ya ahora y aquí. Hace falta que en la vida de este mundo apliquemos como criterio aquello que es característico del Reino.

• Dicho de otro modo, a menudo preferimos quedar “pagados” (12) de manera inmediata, construyendo nuestros propios “reinos” y no nos percatamos de que estamos optando: teniendo el Reino en las manos, es decir, la posibilidad de abrirnos a los que no nos dan nada —“no pueden pagarte” (14)—, lo rechazamos y nos elegimos a nosotros mismos, nos hacemos “reyezuelos” del mundo que nos montamos. Y eso nos puede pasar en todos los niveles, también montándonos una Iglesia a medida, un movimiento a medida, un grupo o una comunidad a medida… donde podamos tener “los primeros puestos” (7) o bien donde podamos invitar a los que nos pagarán con la misma moneda o, en cualquier caso, siempre nos darán la razón (12). Y es que la única “paga” (14) que puede interesar de veras sólo la recibiremos si estamos abiertos, si no nos hemos llenado antes con otras “pagas” (12).

• En definitiva, estamos invitados a ser generosos, a poner tos bienes de todas clases al servicio de los más pobres antes que buscar el beneficio personal. Lleva a vivir así la misma dinámica que nos hace amar a los enemigos (Lc 6,32-34). Ni lo uno ni lo otro se entienden si no es desde la convicción de que el Reino de Dios está en medio de nosotros (Lc 11,20; 17,21) y que la única “paga” (14) que merece la pena es la que no ganaremos porque nos es dada como regalo: la vida con el Resucitado comiendo en el banquete del Reino de Dios (Lc 14.15). La Eucaristía es el Sacramento de este Reino.

• Jesús no considera que hacer la opción por el Reino sea una cosa aburrida. Al contrario, está convencido de que es fuente de una felicidad inmensa, y lo dice con una bienaventuranza: “Dichoso tú” (14). ¿Y si lo probamos?

Comentario al evangelio – 29 de agosto

El 24 de junio celebrábamos la solemnidad del nacimiento de Juan Bautista; hoy es la memoria de su martirio. El martirio, y la muerte del cristiano, es el segundo y definitivo dies natalis (día natalicio). En este recuerdo no se trata, pues, de necrofilia, sino de esperanza, de celebrar a Dios, que es Dios de vivos, no de muertos.

Herodes Antipas se había casado con la hija de Aretas IV, rey de Nabatea, región situada al sur de Perea (donde estaba la fortaleza de Maqueronte) y cercana al lugar en que Juan predicaba y bautizaba. Aquel matrimonio fue bien visto, pues sellaba la paz entre ambas regiones. Pero al cabo de cierto tiempo Herodes repudió a su legítima y se casó con Herodías, la mujer de su hermanastro Filipo.

Juan criticó públicamente este matrimonio, contrario a la Ley. El historiador Flavio Josefo comenta: «Herodes temió que la gran influencia de Juan en la población provocara una especie de revuelta… y consideró preferible eliminarlo antes que afrontar una situación difícil con la revuelta y lamentar la indecisión». Aretas IV, agraviado, declaró la guerra a Herodes y le infligió una seria derrota. En el pueblo corrió la opinión de que era un justo castigo a Herodes por haber ajusticiado a Juan.

Juan era un profeta, no uno de esos “perros mudos” (cf. Is 56,10) que se ponen una mordaza para salvar el pellejo. Llamaba a Israel a la conversión, a entrar de nuevo en la tierra como pueblo fiel a la Alianza, a ser bautizado en el Jordán para recibir el perdón de sus pecados, a servir por fin al Señor “con santidad y justicia”. También a Herodes lo alcanzó su denuncia, porque  el tetrarca no estaba por encima de la Ley. Juan se jugó la cabeza. La Iglesia lo celebra como el testigo de la luz, como el amigo del esposo, como el mayor de los nacidos de mujer, como el vindicado y vivificado por Dios.

Pablo Largo