Vísperas – Viernes XXI de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

VIERNES XXI TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mi todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta. Amén.

SALMO 40: ORACIÓN DE UN ENFERMO

Ant. Sáname, señor, porque he pecado contra ti.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

SALMO 45: DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA: Rm 15, 1-3

Nosotros, los robustos, debemos cargar con los achaques de los endebles y no buscar lo que nos agrada. Procuremos cada uno dar satisfacción al prójimo en lo bueno, mirando a lo constructivo. Tampoco Cristo buscó su propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: «Las afrentas con que te afrentaban cayeron sobre mí.»

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

R/ Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
V/ Por su sangre.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

PRECES

Bendigamos a Dios, que mira propicio los deseos de los necesitados y a los hambrientos los colma de bienes; digámosle confiados:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, Padre lleno de amor, te pedimos por todos los miembros de la Iglesia que sufren:
— acuérdate que, por ellos, Cristo, cabeza de la Iglesia, ofreció en la cruz el verdadero sacrificio vespertino.

Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas, sé la ayuda de las viudas y de los huérfanos,
— y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.

Concede a tus hijos al fuerza necesaria,
— para resistir las tentaciones del Maligno.

Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte:
— para que puedan contemplarte eternamente.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Conduce a los difuntos a la luz donde tú habitas,
— para que puedan contemplarte eternamente.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Te pedimos, Señor, que los que hemos sido aleccionados con los ejemplos de la pasión de tu Hijo estemos siempre dispuestos a cargar con su yugo llevadero y con su carga ligera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 30 de agosto

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Mateo 13,31-35
Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.»
Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.» Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese lo dicho por el profeta:
Abriré con parábolas mi boca,
publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. 

3) Reflexión

• Estamos meditando el Sermón de las Parábolas, cuyo objetivo es revelar, por medio de comparaciones, el misterio del Reino de Dios presente en la vida del pueblo. El evangelio nos trae hoy dos pequeñas parábolas, del grano de mostaza y de la levadura. En ellas Jesús cuenta dos historias sacadas de la vida de cada día que servirán como medio de comparación para ayudar a la gente a descubrir el misterio del Reino. Al meditar estas dos historias, lo primero que hay que hacer no es querer descubrir lo que cada elemento de las historias nos quiere decir sobre el Reino. Lo primero que hay que hacer es mirar la historia en si misma como un todo y tratar de descubrir cuál es el punto central entorno al cual la historia fue construida, pues es este punto central lo que servirá como medio de comparación para revelar el Reino de Dios. Vamos a ver cuál es el punto central de las dos parábolas.

• Mato 13,31-32: La parábola del grano de mostaza. Jesús dice: «El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza“ y luego cuenta la historia: un grano bien pequeño es lanzado en el campo; pero aún siendo pequeño, crece, se hace mayor que las otras plantas y llega a atraer los pajarillos para que hagan en ellas sus nidos. Jesús no explica la historia. Aquí vale lo que dice en otra ocasión: “Quien tenga oídos para oír, que oiga” Es decir: “Es esto. ¡Ustedes han oído, y ahora traten de entender!” A nosotros nos toca descubrir lo que esta historia nos revela sobre el Reino de Dios presente en nuestras vidas. Así, por medio de esta historia del grano de mostaza, Jesús provoca nuestra fantasía, pues cada uno de nosotros entiende algo de siembra. Jesús espera que las personas, nosotros todos, comencemos a compartir lo que cada uno descubre. Comparto aquí tres puntos que descubrí sobre el Reino a partir de esta parábola: (a) Jesús dice: «El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza“. El Reino no es algo abstracto, ni es una idea. Es una presencia en medio de nosotros (Lc 17,21). ¿Cómo es esta presencia? Es como el grano de mostaza: presencia bien pequeña, humilde, que casi no se ve. Se trata de Jesús mismo, un pobre carpintero, andando por Galilea, hablando del Reino a la gente de las aldeas. El Reino de Dios no sigue los criterios de los grandes del mundo. Tiene otro modo de pensar y de proceder. (b) La parábola evoca una profecía de Ezequiel, en la que se dice que Dios hará brotar una pequeña rama de cedro y la plantará en las alturas de la montaña de Israel. Este pequeño brote de cedro: ” echará ramas y producirá frutos, y se convertirá en un magnífico cedro. Pájaros de todas clases anidarán en él, habitarán a la sombra de sus ramas. Y todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado, hago secar al árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré. (Ez 17,22-23). (c) El grano de mostaza, aún siendo pequeño, crece y suscita esperanza. Como el grano de mostaza, así el Reino tiene una fuerza interior y crece. ¿Crece cómo? Crece a través de la predicación de Jesús y de los discípulos y de las discípulas, en los poblados de la Galilea. Crece, hasta hoy, a través del testimonio de las comunidades y se vuelve buena noticia de Dios que irradia y atrae a la gente. La persona que llega cerca de la comunidad, se siente acogida, en casa, y hace en ella su nido, su morada. Al final, la parábola deja una pregunta en el aire: ¿quiénes son los pajarillos? La pregunta tendrá respuesta más adelante en el evangelio. El texto sugiere que se trata de los paganos que van a poder entrar en el Reino (Mt15,21-28).

• Mateo 13,33: La parábola de la levadura. La historia de la segunda parábola es ésta: una mujer mezcla un poco de levadura con tres medidas de harina, hasta que todo quede fermentado. De nuevo, Jesús no explica, sólo dice: «El Reino del Cielo es como la levadura…”. Como en la primera parábola, depende de nosotros el saber descubrir el significado para hoy. Comparto algunos puntos que he descubierto y que me hicieron pensar: (a) Lo que crece no es la levadura, sino la masa. (b) Se trata de una cosa bien casera, del trabajo de la mujer en casa. (c) La levadura tiene algo de podrido que se mezcla con la masa pura de la harina. (d) El objetivo es hacer ‘levitar’ la masa y no apenas una parte. (e) La levadura no tiene fin en si misma, sino que sirve para hacer crecer la masa.

• Mateo 13,34-35: Por qué Jesús habla en parábolas. Aquí, al final del Sermón de las Parábolas, Mateo trae una aclaración sobre el motivo que llevaba a Jesús a enseñar a la gente en forma de parábolas. El dice que era para que se cumpliera la profecía que dice: » Abriré con parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.». En realidad, el texto citado no es de un profeta, sino de un salmo (Sal 78,2). Para los primeros cristianos todo el Antiguo Testamento era una gran profecía que tenía que anunciar veladamente la venida del Mesías y la realización de las promesas de Dios. En Marcos 4,34-34, el motivo que llevaba a Jesús a enseñar a la gente por medio de parábolas era para adaptar el mensaje a la capacidad de la gente. Al ser ejemplos sacados de la vida de la gente, Jesús ayudaba a las personas a descubrir las cosas de Dios en lo cotidiano. La vida se volvía transparente. Jesús hacía percibir que lo extraordinario de Dios se esconde en las cosas ordinarias y comunes de la vida de cada día. La gente entendía así, de la vida. En las parábolas recibía una llave para abrirla y encontrar dentro de la vida las señales de Dios. Al final del Sermón de las Parábolas, en Mateo 13,52, como luego veremos, se va a dar otro motivo que lleva Jesús a enseñar por medio de parábolas. 

4) Para la reflexión personal

• ¿Cuál es el punto de estas dos parábolas que más te gustó o que más te llamó la atención? ¿Por qué?
• ¿Cuál es la semilla que, sin que te hayas dado cuenta, creció en ti y en tu comunidad? 

5) Oración final

Yo, en cambio, cantaré tu fuerza,
aclamaré tu lealtad por la mañana;
pues has sido un baluarte para mí,
un refugio el día de la angustia. (Sal 59,17)

Comentario del 30 de agosto

Toda adquisición de conocimiento exige una búsqueda. Es lo que los científicos llaman investigación. Pero hay descubrimientos que el investigador descubre casualmente, casi sin pretenderlo, como si la sabiduría saliese al encuentro del que anda buscado.

Pues bien, esto que es propio de todo saber se acentúa aún más tratándose de la sabiduría de la que habla el texto sagrado: no solamente la encuentran los que la buscan; es que se anticipa a darse a conocer a los que la desean, la hallamos sentada a la puerta de nuestra casa, porque forma parte de la tradición en que hemos nacido y crecido. Es la sabiduría que nos ha sido dada con la fe cristiana y en la que en gran medida estamos (como esas «creencias» de las que hablaba Ortega y Gasset). Porque estamos en ella, ella está en nuestros pensamientos, inspirándolos, conformándolos, alargándolos, dándoles un horizonte.

Es la sabiduría que se nos da con Jesús, el Logos de Dios, es decir, el pensamiento-palabra de Dios hecho carne de hombre. Por boca del que es la Sabiduría de Dios no pueden salir sino palabras de sabiduría como la parábola que refiere el evangelio de hoy. Pensar en lo que él nos dice es prudencia consumada. Seamos, pues, prudentes como las doncellas de la parábola, y pensemos. El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas.

Así presenta la parábola a los personajes del relato. Todas las doncellas disponen de lámparas, quizá porque todos disponemos de la luz de la razón, y todas salen a esperar al esposo, quizá porque todos esperamos la llegada de un libertador o de alguien que venga a solucionar nuestros problemas. La diferencia entre las sensatas y las necias es que, mientras las primeras esperan bien provistas de aceite para mantener las lámparas encendidas, las segundas descuidan este particular: el aceite necesario para alimentar las lámparas.

El esposo es el único que hace posible nuestro ingreso en el Reino de los cielos, porque sin él no hay banquete de bodas, y el cielo consiste, entre otras cosas, en estar siempre con el Señor –como indica san Pablo-. Pero el esposo suele tardar en llegar. La espera supone tiempo, ese tiempo durante el cual hay que ocuparse sobre todo en mantener la lámpara encendida. Tratándose de un período de espera, la lámpara a la que aquí se refiere no puede ser otra que la de la esperanza.

Pero esta lámpara se alimenta de la fe. No hay esperanza sin fe. Para esperar al esposo hay que tener fe en su venida. Se trata del esposo que ya vino en carne mortal, pero del que esperamos su vuelta gloriosa. Y sin la lámpara encendida de la fe no se puede reconocer al esposo como Salvador, como Señor, como Esposo. Pero mantener la llama de esta lámpara exige una labor de mantenimiento, porque la espera puede ser larga y las condiciones existenciales poco propicias.

Puede que nos cansemos de alimentar la fe o de practicarla, que es un modo de mantenerla activa, en ejercicio; puede sobrevenirnos el cansancio en nuestro combate contra la incredulidad reinante; podemos relajar la vigilancia frente a sus contradictores o enemigos no declarados o manifiestos; podemos acabar acostumbrándonos a vivir en la oscuridad o en la desesperanza, como tantos contemporáneos nuestros. Y si dejamos de esperar, el esposo no llegará para nosotros, se cerrarán las puertas del banquete y quedaremos fuera, en situación de desconocidos.

Los que se empeñan en no reconocer a Jesús como el Esposo que nos invita a su banquete de bodas, pueden acabar como desconocidos o ignorados de Dios y, por tanto, como excluidos del Reino, puesto que no se abre la puerta a desconocidos. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora. Cuando sucede esto, cuando no se sabe el día ni la hora, lo sensato es velar, aunque esta vela haya que mantenerla durante un largo espacio de tiempo.

Esta es la lección que se desprende de semejante sabiduría: manteneos vigilantes frente a la tentación del abandono o de la apostasía, con las lámparas de la fe encendidas. Y para ello es muy importante la práctica, el ejercicio de ese músculo que es la fe; pues el órgano que no se usa se atrofia. No hay otro modo de ejercitar la fe que hacer actos de fe. Cada vez que traemos a nuestra conciencia a Dios para pedir su ayuda o protección, para reconocer su grandeza, para darle gracias, para ofrecerle un sacrificio, estamos haciendo un acto de fe. Cada vez que nos mantenemos abiertos a la trascendencia divina y al cumplimiento de sus promesas, cada vez que acogemos su palabra como venida de Él a través de sus mediaciones, estamos haciendo un acto de fe. De este modo se acrecentará nuestra confianza en Él.

Y una última aclaración a propósito de esa actitud de las doncellas sensatas que se niegan a prestarles un poco de su aceite a las necias que ven cómo se les apagan las lámparas sin remisión por falta combustible. La respuesta de las sensatas a la petición de las necias (dadnos un poco de vuestro aceite) puede parecernos muy poco solidaria; al menos así suena su contestación: Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.

No podemos pensar que en su intención estuviese el deseo de excluir del banquete de bodas a sus compañeras de espera. Tales doncellas, además de sensatas, serían malévolas. Pero tratándose de un asunto tan importante, en el que estaba en juego la felicidad eterna, había que actuar con sensatez; no era sensato desprenderse de un aceite que podía serles necesario para ver al esposo en su venida. Tampoco lo era desplazarse a la tienda en un momento como ése. No obstante, la insensatez ya se había instalado en las necias que no habían previsto la tardanza del esposo y el aceite que habrían de necesitar para mantenerse en vela hasta su venida.

Además, podemos añadir un último argumento: la fe de las personas es intransferible; no se puede prestar como se prestan unos zapatos o un vestido; y el aceite que mantiene viva la llama de la fe es algo que se tiene que procurar cada uno personalmente, aunque lo pueda encontrar con la ayuda de otros en diferentes lugares (=tiendas). La Iglesia nos proporciona esas fuentes en las que nutrir nuestra fe, pero sólo nosotros, acudiendo a ellas personalmente, podemos encontrar sustento para la misma. Nadie puede suplirnos en esta tarea. Nadie puede prestarnos su aceite, y menos su lámpara.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

106. No cayó en la trampa. Veía que muchos jóvenes, aunque parecen distintos, en realidad terminan siendo más de lo mismo, corriendo detrás de lo que les imponen los poderosos a través de los mecanismos de consumo y atontamiento. De ese modo, no dejan brotar los dones que el Señor les ha dado, no le ofrecen a este mundo esas capacidades tan personales y únicas que Dios ha sembrado en cada uno. Así, decía Carlos, ocurre que “todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias”. No permitas que eso te ocurra.

La humildad, como virtud primera

1. Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. La lectura del libro del Eclesiástico y la lectura del relato evangélico según san Lucas hablan de la humildad como una virtud necesaria en la vida de todas las personas. La persona humilde es, casi siempre, más apreciada que la persona soberbia. Y, como el pasado miercoles, día 28 de agosto, fue la fiesta de san Agustín, yo, que soy agustino, me voy a permitir citar en esta homilía algunas frases sobre la humildad según san Agustín. Algunas de estas frases del santo sobre la humildad, les pueden parecer a algunos a primera vista algo exageradas, pero si las pensamos bien veremos que reflejan una realidad psicológicamente comprobable. Dice san Agustín: “El verdadero camino para llegar a la verdad es la humildad, segundo la humildad, tercero la humildad; y cuantas veces me lo preguntes, otras tantas te diré lo mismo. No es que falten otros que se llamen preceptos, pero si la humildad no precede, acompaña y sigue todas nuestras buenas acciones… el orgullo nos lo arrancará todo de las manos cuando nos estemos ya felicitando por la buena acción. Porque los otros vicios son temibles en el pecado, más el orgullo es temible incluso en las buenas obras. Del mismo modo, si me preguntas acerca de los preceptos de la religión cristiana, me gustaría detenerme siempre en la humildad, aunque la necesidad del momento me obligue a decir otras cosas”. Quizá la razón más profunda que veía el santo para hablar de la humildad como virtud primera era el misterio de la Encarnación. Cada vez que el santo hablaba de la Encarnación de Dios en Cristo lo hacía resaltando y alabando la humildad de Dios. En este sentido tiene el santo muchas frases sobre la necesidad que tenemos nosotros de practicar la humildad, si queremos vivir en nuestra propia vida la encarnación de Dios. “Considera, oh hombre, lo que vino a ser Dios por ti y aprende la doctrina de tan gran humildad… Para hacernos capaces de alcanzar la plenitud, el que era igual al Padre se hizo semejante a nosotros en forma de siervo”. Pues, como he dicho, hoy que es la fiesta del santo obispo de Hipona será bueno que nosotros, no sólo los agustinos, sigamos los consejos de san Agustín sobre la humildad, con la seguridad que si nosotros nos humillamos, el Señor nos enaltecerá.

2. Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Estas frases del libro del Eclesiástico hablan de una realidad muy humana: generalmente no nos gustan las personas orgullosas y, en cambio, apreciamos a la persona que sabe portarse ante nosotros con humildad y sencillez. La humildad casi siempre nos invita al servicio, mientras que el orgullo tiende a hacernos despóticos y engreídos. Ante Dios nos resulta fácil sentirnos humildes, porque la grandeza de Dios supera infinitamente nuestras limitaciones y debilidades, pero ante los hombres no siempre es fácil comportarnos con humildad, porque tendemos a creernos iguales o superiores a los demás. De exagerar en algo, más vale exagerar en la humildad, no en la soberbia. Sigamos, pues, con humildad los consejos tan prácticos que nos da hoy el libro del Eclesiástico.

3. Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo. El autor de la carta a los Hebreos contrapone las dos alianzas, la del Sinaí y la de Cristo. La alianza del monte Sinaí, cuyo mediador fue Moisés, estuvo acompañada de truenos y seísmos, en cambio la segunda alianza, cuyo mediador fue Cristo, nos produce paz y amor. Los cristianos somos hijos de la alianza en Cristo, alianza nueva y eterna, como decimos todos los días en las palabras de la consagración. Agradezcamos a Cristo el habernos rescatado del pecado mediante esta nueva y eterna alianza, que llevó a cabo Jesucristo con su vida, muerte y resurrección

Gabriel González del Estal

La misa del Domingo: misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

A todos, en algún momento de nuestra vida, nos seduce el hacernos los importantes, el que nos consideren, el ser tenidos en cuenta. En cambio, el Señor, hoy nos dice que la humildad es el camino más indicado para llegar hasta Él. O dicho de otra manera, con la humildad, se nos abrirán de par en par las puertas del cielo. Sed bienvenidos a esta celebración y que, el Señor, nos ayude a ver en la pequeñez la grandeza y el secreto para vivir en Él y con Él.

Iniciamos esta celebración.

2. PENITENCIAL

2.1. Por querer aparentar lo que no somos ni tenemos. Señor ten piedad.

2.2. Por pensar que, en la riqueza, está la felicidad. Cristo ten piedad

2.3. Por despreciar a los débiles, a los pobres, a los que no cuentan. Señor ten piedad

 

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas de hoy nos hablan de la humildad, de la bondad. El Señor nos dice que, la puerta pequeña, la pequeñez, la sencillez y la humildad, son condiciones necesarias para ser buenos seguidores suyos. Escuchemos con atención la Palabra de Dios.

 

4. PETICIONES

4.1. Por todos los que sirven a la Iglesia. Para que lo hagan desde el servicio y la generosidad. Roguemos al Señor.

4.2 Por todos los que amasan riquezas y no recuerdan a los que viven en la pobreza. Roguemos al Señor.

4.3. Por todos los que trabajan para sí mismos y no piensan en los demás. Roguemos al Señor.

4.4. Por los que nos hemos reunido hoy en esta iglesia. Para que el Señor nos haga grandes siendo pequeños. Roguemos al Señor

 

5. OFRENDAS

5.1. Con estas vitaminas queremos representar el secreto de Jesús de Nazaret: sólo podemos crecer espiritualmente si tomamos las vitaminas de la humildad, de la generosidad y de la confianza en Dios.

5.2. Con esta puerta queremos representar en este domingo, las actitudes con las que nos hemos de acercar al Señor: respeto, obediencia, oración, humildad y súplica.

5.3. Con el pan y el vino traemos en nuestras manos los deseos de todos los creyentes de vivir en comunión con el Señor.

 

6. ORACIÓN FINAL

ABREME LA PUERTA, SEÑOR
Que la llave sea la humildad
Que la madera, sea mi confianza
Que la cerradura, sea la caridad
Que los clavos, sean mi afán de superación

ABREME, LA PUERTA, SEÑOR
Para que pueda vivir contigo
Para que pueda ver a Dios
Para que pueda contemplar al Espíritu
Para que pueda alegrarme con María
Para que descanse de mis trabajos

¿Quién es el más importante? (Oración)

¿QUIÉN ES EL MÁS IMPORTANTE?

Hola Jesús, vengo a rezar otro día más. Tú eres al mismo tiempo amigo y maestro. Por eso cuéntame lo que  quieras y yo aprenderé contigo. Me quedo en silencio, respiro despacio, cierro los ojos e imagino que estás a mi lado y que me empiezan a contar una de esas historias de tu vida.

La lectura es una adaptación del evangelio de Lucas (14, 1; 7-14):

Un día invitaron a comer a Jesús a la casa de uno de los fariseos más importantes. Se dio cuenta de que todo el mundo se daba codazos y se peleaba para estar en los mejores asientos y en las mesas principales. Entonces les dijo: “Mira, cuando te inviten a una boda, tú no busques el mejor puesto. Si no, lo mismo luego te tienen que pedir que te vayas a un lugar más discreto, y ya verás qué vergüenza pasas. Tú, cuando te inviten, siéntate en los últimos puestos, y si quieren colocarte en un lugar más visible, ya te lo dirán”. Con eso les estaba enseñando que hay que ser humildes en la vida.

Jesús entonces miró al que le había invitado y le dijo: «No deberías intentar invitar siempre a la gente importante. Tú, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los heridos, a los cojos y ciegos. Porque eso es lo que Dios espera, que abramos nuestra vida a los pequeños».

Eso de pelear para estar en los mejores sitios siempre pasa. En la primera fila de un concierto, en los mejores asientos de un cine, en los sitios reservados para la gente importante. ¿Cómo puedes decir que no hay gente más importante, y los futbolistas, y los cantantes, y los políticos…?

No te dejes engañar por eso, la vida no es como una carrera en la que halla que llegar el primero. La vida es como una casa con las puertas abiertas para que todos  puedan estar en ella. ¿Te imaginas que todas las puertas de tu casa estuvieran cerradas con llave y que nunca pudieras encontrarte con tus amigos, con tu familia, con tus conocidos? Pues eso les pasa a las personas que sólo quieren darse importancia. Aunque no se den cuenta, se van quedando muy solas porque sólo piensan en sí mismos.

Entonces, ¿qué es ser importante y quién es importante? Cada persona. Tú, por ejemplo, eres muy importante. No hay nadie más en este mundo como tú. Nadie. Eres una persona única, diferente, por eso eres especial. Pero eso mismo le ocurre a cada persona que conoces. Cada amigo y cada amiga. Tus padres, tus profes, los compañeros de clase. Cada uno es muy importante. No hay nadie que no sea importante. Lo que yo te propongo es que trates a cada persona como si fuera el invitado de honor de tu vida.

Jesús, pues entonces dame un corazón que quiera a todos como tú.

Hay un profundo anhelo dentro de mi corazón, mi buen Jesús
quiero ser luz en este mundo quiero mostrar tu paz y amor.
Mas entiendo bien que necesito que cambies tanto en mi interior.
Traigo mi vida a tu presencia
y a ti me rindo en oración.
Mi Dios, dame un nuevo corazón enamorado de ti,
que solo viva para ti
una manera distinta de hablar y pensar
que tu palabra sea vida en mi vida al andar.

            Dame un nuevo corazón interpretado por Kike Pavón, «Diseño original.»

Terminamos ahora la oración, pidiéndole a Dios que nos ayude a comprender que todos somos importantes, porque lo que hace Jesús es darle la vuelta a las cosas. Intenta adivinar ahora cómo ve las cosas y a las personas.

Dale la vuelta a las cosas

Los más pequeños
(…son los más grandes)
Los más bajitos
(…son los más altos)
Los más feos
(… son los más guapos)
Los más pobres
(… son los más ricos)
Los más débiles
(… son los más fuertes)
Los más lentos
(… son los más rápidos)

Y si tú intentas mirar el mundo así, ya verás como todo es muy más entretenido.

Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita tú eres,
entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Comentario al evangelio – 30 de agosto

Hay cosas que quizá no podemos prever y menos aún controlar, como ciertas catástrofes de la naturaleza; nos sobrevienen, son ajenas a nuestra voluntad. Hay otras cosas que podemos prever, pero no controlar: no dependen de nosotros la salida y la puesta del sol ni el cambio de las estaciones. Hay una tercera categoría: las que podemos prever y, siendo previsores, controlar hasta cierto punto. En España estamos todavía en verano, época en que proliferan los incendios forestales.

Podemos reducir ese riesgo o al menos el impacto del incendio si durante el año se limpian de matorrales los bosques y se abren buenos cortafuegos, y si durante el periodo veraniego se intensifica la vigilancia y se dispone de buen instrumental manejado por equipos adiestrados.

Seríamos necios si no tomáramos medidas propias de la gente previsora y, llevados de la inconsciencia y de la desgana, lo dejáramos todo al albur de las circunstancias. No tenemos un telemando que, casi por arte de magia, las cambie a conveniencia lo mismo que cambiamos de cadena de TV; pero sí tenemos cierto margen de maniobra para que los sucesos no nos pillen ni distraídos ni desprotegidos.

La parábola de las diez doncellas recordaba a los cristianos de las primeras generaciones y nos recuerda a los de toda generación que la venida del Señor es cierta, aunque desconocemos el momento. Pero si en todo momento cumplimos la voluntad de Dios, poco importa esa ignorancia. Nuestra forma de vivir la convierte en una docta ignorancia: sabe lo que no puede prever ni controlar y sabe la norma que debe seguir en toda circunstancia para no ser sorprendida con la lámpara apagada y la alcuza sin aceite.

Pablo Largo