Vísperas – Miércoles XXIV de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MIÉRCOLES XXIV DE TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/.Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

<

p style=»text-align:justify;»>Todo en estado de oración parece.

La santidad, que empapa todo el aire,
rebosa de los cielos como de ánfora,
y se filtra en las venas del deseo.

<

p style=»text-align:justify;»>Todo sube en afán contemplativo,

como a través de transparencia angélica,
y lo más puro que hay en mí despierta,
sorbido por vorágine de altura.

Tiene alas la tarde, unción y llama.
Todo yo en la plegaria he naufragado;
se levantan mis manos como lámparas;
por el silencio, el corazón respira.

<

p style=»text-align:justify;»>Se ha encendido el crepúsculo en mi frente,
y la lumbre de Dios transe mi carne.

Gloria al Padre, y al Hijo. y al Espíritu,

por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 138: DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES Y LO VE TODO

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa;
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa

SALMO 138

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío,, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los dos por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

LECTURA: 1Jn 2, 3-6

En esto sabemos que conocemos a Cristo: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: “Yo lo conozco”, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.

RESPONSORIO BREVE

R/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
V/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

R/ A la sombra de tus alas escóndenos.
V/ Como a las niñas de tus ojos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo: dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo: dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

PRECES

Aclamemos, alegres, al Padre, cuya bondad para con su pueblo es más grande que los cielos, y digámosle:

Alégrense todos los que esperan en ti, Señor.

<

p style=»text-align:justify;»>Acuérdate, Señor, que enviaste tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino para salvarlo;

—haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.

<

p style=»text-align:justify;»>Tú que hiciste a tus sacerdotes ministros de Cristo y dispensadores de tus misterios,

—concédeles un corazón leal, ciencia y caridad.

<

p style=»text-align:justify;»>Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos

—sigan con fidelidad a tu Hijo.

<

p style=»text-align:justify;»>Tú que, en el principio, creaste hombre y mujer,

—guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
—concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús y oremos al Padre, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Acuérdate, Señor, de tu misericordia y, ya que a los hambrientos los colmas de bienes celestiales, socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 18 de septiembre

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 7,31-35

«¿Con quién, compararé, pues, a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo:
`Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no habéis llorado.’
«Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: `Demonio tiene.’ Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: `Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publícanos y pecadores.’ Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos.»

3) Reflexión

• En el evangelio de hoy vemos como la novedad de la Buena Nueva fue avanzando de tal modo que las personas agarradas a las formas antiguas de la fe quedaban como perdidas sin entender nada de la acción de Dios. Para esconder su falta de apertura y de comprensión ellas se defendían y buscaban pretextos infantiles para justificar su actitud de no aceptación. Jesús reacciona con una parábola para denunciar la incoherencia de sus adversarios: “¡Os parecéis a niños que no saben lo que quieren!»
• Lucas 7,31: ¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? A Jesús le parece extraña la reacción de la gente y dice: «¿Con quién, compararé, pues, a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen?” Cuando una cosa es evidente y las personas, o por su ignorancia o por mala voluntad no quieren darse cuenta o no sen dan cuenta, es bueno encontrar comparaciones que hablan por sí solas.
• Lucas 7,32: Como niños, in fundamento. La comparación que Jesús encuentra es ésta: Vosotros os parecéis a “los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: «En el mundo entero hay niños mimados y que tienen la misma reacción. Reclaman cuando los otros no hacen y actúan como ellos quieren. El motivo de la queja de Jesús es la manera arbitraria con que, en el pasado, reaccionaron ante Juan el Bautista y, ahora en el presente, ante el mismo Jesús.
• Lucas 7,33-34: Su opinión sobre Juan y Jesús. “Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: `Demonio tiene.’ Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: `Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Jesús fue discípulo de Juan Bautista, creían él y se hizo bautizar por él. Fue cuando el bautismo que él tuvo la revelación del Padre respecto de su misión como Mesías Siervo (Mc 1,10). Al mismo tiempo, Jesús resalta la diferencia entre él mismo y Juan. Juan era más severo, más ascético, ni comía, ni bebía. Quedaba en el desierto y amenazaba a la gente con los castigos del Juicio Final (Lc 3,7-9). Por esto decían que tenía un demonio, que estaba poseído. Jesús era más acogedor, comía y bebía como todo el mundo. Andaba por los poblados y entraba en la casa de la gente, acogía a las prostitutas y a los recaudadores de impuestos. Por eso decían que era comilón y que se emborrachaba. A pesar de generalizar al hablar de “los hombres de esta generación” (Lc 7,31), probablemente, Jesús tiene en mente la opinión de las autoridades religiosas que no creían en Jesús (Mc 11,29-33).
• Lucas 7,35: La conclusión obvia a la que Jesús llega. Y Jesús termina sacando la conclusión: “Y la sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos”. La falta de seriedad y de coherencia aparece claramente en la opinión que emiten sobre Jesús y Juan. La mala voluntad es tan evidente que no necesitaba de prueba. Esto hacer recordar la respuesta de Job a sus amigos que pretendían ser sabios: “¿Quién podría obligaros a guardar silencio? ¡Esto sería el único acto sabio de vosotros!” (Job 13,5).

4) Para la reflexión personal

• Cuando emito una opinión sobre los otros, ¿soy como los fariseos y los escribas que opinaban sobre Juan y Jesús? Ellos apenas expresaban sus ideas preconcebidas y nada informaban sobre las personas que eran juzgados por ellos.
• ¿Conoces a grupos en la Iglesia de hoy que merecerían la parábola de Jesús?

5) Oración final

¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
el pueblo que escogió para sí como heredad!
Yahvé observa de lo alto del celo,
ve a todos los seres humanos. (Sal 33,12-13)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 10, 35- 40

 

<

p style=»text-align:justify;»>35Y se le acercan Santiagoy Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: “Maestro,queremosque hagas por nosotros lo que te pidamos”.
36Peroél les dijo: “¿Qué queréisque haga por vosotros?”.
37Peroellos le dijeron: “Concédenos que uno se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu gloria”. 38PeroJesúsles dijo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéisbeber la copa que yoestoy bebiendo o ser bautizados con el bautismo con el que yosoy bautizado?”.

<

p style=»text-align:justify;»>39Peroellos le dijeron: “Podemos”.


Pero Jesúsles dijo: “La copa que yoestoy bebiendo beberéis y con el bautismo con el que yo soy bautizado seréis bautizados; 40pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía concederlo, sino [que es] para quienes está preparado”.

<

p style=»text-align:justify;»>Los discípulos muestran ahora una suerte de falta de comprensión distinta a la que han manifestado recientemente: mientras que antes se sentían vencidos por el miedo acerca de lo que iba a acontecer a su maestro en Jerusalén (cf. 10,32), ahora dos de ellos están tan embriagados con la perspectiva de su resurrección que hay que recordarles la cruz. 


<

p style=»text-align:justify;»>• 10,35-40: El Maestro y sus discípulos vuelven a emprender la subida a Jerusalén, al parecer con él de nuevo en la vanguardia (cf. 10,32a). Dos de los Doce, los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, se separan ahora de los demás para acercarse a Jesús con la demanda de un favor especial. Pero, en vez de poner su envite directamente sobre la mesa, Santiago y Juan comienzan con una tentativa de manipulación impresionante por su audacia: en efecto, piden a Jesús que firme un cheque en blanco: «Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos», es decir, cualquier cosa (10,35b). 
Jesús esquiva esta manipulación insistiendo en que los hermanos concreten su petición (10,36), a lo que ellos responden pidiendo que se les permita sentarse a su derecha e izquierda «en su gloria» (10,37). Jesús responde al entusiasmo de sus discípulos por obtener posiciones de poder preguntándoles si pueden beber la misma copa o ser bautizados con el mismo bautismo que él (10,38). En el Antiguo Testamento la idea básica de la imagen de la copa es la del sufrimiento amargo, a menudo con una 
connotación de castigo y desgracia. La imagen del bautismo tiene un matiz similar, a saber, el de estar sujeto al sufrimiento e incluso el de la tribulación escatológica. Por ello, Juan Crisóstomo parafrasea bellamente la alusión escatológica de Jesús del modo siguiente: «Habláis de honores, pero yo aludo a luchas y a trabajo duro; no es tiempo de recompensas, sino de sangre, batallas y peligros».

A pesar de la sombría advertencia de una tribulación inminente, Santiago y Juan, como Pedro en 14,29- 31, responden positivamente a la pregunta de Jesús sobre su buena disposición a compartirla (10,39a), y el Maestro a su vez profetiza que ellos en verdad lo harán así (10,39b). Hay una tradición bien atestiguada sobre el martirio temprano de Santiago, que ocurrió algún día entre el 42 y 44 d.C. (cf. Hch 12,2) y que, por tanto, era probablemente conocido por la comunidad marcana. Pero no hay ninguna tradición semejante sobre el martirio de Juan, e Ireneo registra ciertamente que vivió basta una avanzada edad y que murió durante el reinado del emperador Trajano, del 98 al 117 d.C. Quizás el evangelista habría pensado que la profecía de Jesús implicaba el sufrimiento y el rechazo, pero no necesariamente la muerte.

Sin embargo, el punto principal de este pasaje no es la referencia a las futuras tribulaciones de Santiago y Juan, sino la disociación de este sufrimiento previsto de la idea de ocupar lugares de honor en la nueva edad (10,40). Jesús no niega que haya tales sitios, pero ni él mismo sabe quién se sentará a su derecha y a su izquierda cuando venga en su gloria, ni tampoco conoce la hora del final (cf. 13,32); las dos cosas dependen de Dios y son conocidas por Él solo.

Comentario del 18 de septiembre

Jesús compara su generación con niños sentados en la plaza que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis». Esperan, pues, que los demás se muevan al ritmo que ellos tocan y sintonicen con el tipo de melodía que ellos entonan, es decir, pretenden ser la medida de cuantos les rodean y les contemplan. Jesús recurre a esta comparación para aplicarla de inmediato a la actitud que sus contemporáneos han adoptado ante dos personajes de signo aparentemente distinto que han comparecido en la escena socioreligiosa de su tiempo: Juan el Bautista y el mismo Jesús. Porque vino –decía él- Juan, que ni comía ni bebía, y decís: «Tiene un demonio». Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores».

Aparentemente, Juan y Jesús adoptan conductas contrapuestas. Mientras el primero se presenta como modelo de austeridad y ayuno, ni come ni bebe, el segundo actúa más bien como una persona «normal», que se deja invitar a banquetes y bodas y que come y bebe de lo que le ponen, hasta ganarse la fama de comilón y borracho. Pero tanto uno como otro merecen la crítica negativa de quienes se sitúan ante ellos como jueces que sentencian con extrema facilidad y ligereza al modo de aquellos niños caprichosos que, sentados en la plaza, reprochaban a otros no cumplir con sus expectativas. Los ayunos de Juan son vistos como propios de alguien que está poseído por el demonio de la austeridad; las comidas y bebidas de Jesús, como los de alguien que está dominado por el demonio de la gula o de la intemperancia.

En Juan les desconcierta su extremismo ascético; en Jesús, su «normalidad» y su extrema familiaridad con publicanos y pecadores. Ambas actitudes son objeto de su crítica acerba, que brota de un narcisismo casi adolescente. Nada les satisface. Nada les parece bien. Hagan una cosa o su contraria, serán criticados. En el fondo hay una predisposición a no aceptar nada que proceda de ellos, porque los vetados son ellos mismos. Jesús parece hacer extensiva esa actitud que es característica de los fariseos a su generación. Porque fueron precisamente los fariseos, en su gran mayoría, los que no creyeron en Juan ni en Jesús como enviados de Dios. Jesús les echará en cara esta incredulidad en alguna ocasión. Y también a él le acusaron de estar poseído por el demonio o de obrar con el poder de Belzebú.

Pero los discípulos de la Sabiduría le han dado la razón. A pesar de las críticas e incomprensiones, los discípulos de la Sabiduría (otra lectura dice: los hechos dan razón a la Sabiduría de Dios) acabarán dándole la razón, lo mismo que los hechos, que acabarán dando la razón a la Sabiduría de Dios que se ha manifestado tanto en Juan como en Jesús. Ambos son portadores de la sabiduría divina y ambos actúan –cuando comen y cuando no comen- en conformidad con la voluntad de Dios. Alguno podría pensar que la muerte con que ambos acaban su vida –uno, decapitado por Herodes, y otro crucificado por Pilato- no les daba precisamente la razón. Pero hay una historia posterior a ese término que quita la razón a sus críticos, opositores y adversarios, y se la da a ellos.

Es la historia de sus seguidores que les engrandecen y les aúnan; es la historia del cristianismo que brota de la resurrección de Cristo. Esta historia, con todos sus hechos martiriales, virginales, con todos sus frutos, les está dando la razón, y con ellos a la Sabiduría de Dios de que estaban investidos. Si esto es así, son los mismos hijos de la Sabiduría los que, con su seguimiento y testimonio martirial, les están dando la razón, que es dar la razón a la Sabiduría con la que obraban y que era sometida a la crítica de aquella generación de mentalidad farisaica o narcisista. Ojalá que el Señor nos encuentre hijos de esta Sabiduría y no intérpretes carentes de sensibilidad para apreciar las manifestaciones de Dios en nuestra historia y humanidad. Porque puede suceder que una mentalidad excesivamente crítica o cientifista nos impida ver, como a los fariseos coetáneos de Jesús, esas manifestaciones de Dios en nuestro mundo.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

125. Si Él vive, entonces sí podrá estar presente en tu vida, en cada momento, para llenarlo de luz. Así no habrá nunca más soledad ni abandono. Aunque todos se vayan Él estará, tal como lo prometió: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Él lo llena todo con su presencia invisible, y donde vayas te estará esperando. Porque Él no sólo vino, sino que viene y seguirá viniendo cada día para invitarte a caminar hacia un horizonte siempre nuevo.

Comentario Domingo XXV de Tiempo Ordinario

Oración preparatoria

Señor Jesús, aunque sea veladamente, me viene al corazón que Tú eres mi futuro, un futuro amplio, libre, acogedor, luminoso… Dame Tu gracia para poner en juego todos mis dones en la búsqueda de Tu Reino y para seguirte fiel y confiadamente. AMEN.

Lc 16, 1-13

«1Pero decía también a los discípulos: “Había un hombre rico que tenía un administrador y este fue acusado ante aquel de dilapidar sus bienes. 2Y, llamándole, le dijo: ‘¿Qué oigo sobre ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás administrar’.

3Pero se dijo para sí el administrador: ‘¿Qué haré ahora que mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me avergüenza… 4Ya sé qué haré, para que cuando sea destituido de la administración me reciban en sus casas’.

5Y convocando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’.

6Pero él dijo: ‘Cien medidas de aceite’.
Pero él le dijo: ‘Toma tu recibo y sentándote rápidamente escribe cincuenta’.7Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’.
Pero él dijo: ‘Cien cargas de trigo’.
Le dice: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.

8Y el señor alabó al administrador de injusticia porque hizo inteligentemente; que los hijos de este mundo son más inteligentes con los de su propia generación que los hijos de la luz.

9Y yo os digo: Haceos amigos con el dinero de injusticia, para que, cuando falte, se os reciba en las eternas moradas.

10El que es fiel en lo insignificante, también en lo mucho es fiel; y el que es injusto en lo insignificante, también en lo mucho es injusto. 11Así que, si no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? 12Y si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro?

13Ningún criado puede servir a dos señores, porque odiará a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

De las palabras dirigidas a fariseos y escribas (las tres parábolas de la alegría y misericordia), pasamos a palabras dirigidas a los discípulos: de aquellas hermosísimas parábolas a una parábola impactante y paradójica: el administrador infiel (16,1-8), a la que se suman unos dichos explicativos (16,9-13). Es el evangelio de hoy. En el camino de formación discipular llegamos a una sección en la que Lucas agrupa tres parábolas, las dos primeras seguidas de unos dichos, cuyo hilo conductor es la actitud de servicio gratuito en la comunidad. A la de hoy, seguirán progresivamente la del pobre Lázaro y sus correspondientes dichos (16,19-17,6) y la del servicio humilde (17,7-10). Con ellas llegamos a la tercera y última etapa del camino a Jerusalén, que comienza en 17,11.

 

TEXTO

El evangelio tiene dos partes principales:
a) la parábola llamada del “administrador infiel” (vv. 1-9);

b) dos dichos de Jesús (el tercero no entra en el evangelio dominical) (vv. 10-12 y v. 13).

La parábola tiene 5 pasos: la presentación del caso y situación problemática del administrador (vv. 1-2); la reflexión que hace para salir del atolladero (vv. 3-4); la ejecución de su plan (vv. 5-7); la reacción positiva del señor (v. 8); la aplicación sorprendente de Jesús (v. 9). En ella destacan los términos de administración (7 veces) y Señor (4 veces). La insistencia está, pues, en que somos administradores, y no dueños, de los bienes, y tenemos que actuar con ellos de tal manera que consigamos ser recibidos (es la otra insistencia del relato, estratégicamente situada en los vv. 4 y 9). En los dichos se insiste en la fidelidad a un solo señor, frente a nuestra tendencia natural a “nadar y guardar la ropa”.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• La parábola insiste en la figura del administrador y ya evoca que somos simples administradores de unos bienes que tienen un señor. No ser dueños de los bienes nos debe hacer mirar al señor para saber qué debemos hacer con ellos.

• La parábola alaba la reacción inteligente de una persona en apuros. Actúa pensando en su bien, en su futuro. Más allá de lo paradójico del ejemplo, se nos invita a considerar sagaz e inteligentemente qué nos conviene hacer para tener un futuro. Ese futuro, que sobrepasa el mundano, consiste en ser recibidos por Dios, de modo que habremos de conocer la voluntad de Dios para realizarle y ser acogidos finalmente por Él.

• Los bienes materiales (el dinero, mammona en arameo) siempre rondan la injusticia, pero incluso así, hay un tratamiento de los mismos que puede conducirnos a la salvación. Un camino equivocado es la acumulación: “el objetivo de lavida no es acumular bienes”; y un camino acertado es la solidaridad: “si hay, hay para dar”.

• Los bienes hay que estimarlos como “lo insignificante”, “lo ajeno” (vv. 10-12).No son “lo importante”, “lo propio”, porque para los cristianos esto es el mismoDios. Pero son medios para entrar en comunión con los hermanos y, en consecuencia, con Dios Padre. La solidaridad efectiva era muy importante en la comunidad primitiva (cf. Hch 2,42-45) y debe serlo así en nuestras comunidades.

• La enseñanza fundamental y final es que, para nosotros, solo hay un único fin en nuestra vida y ese es Dios. A él nos debemos como objetivo principal de nuestro proyecto vital. Lo material tiene el peligro de ser endiosado y ejercer, de hecho, de motor en la vida. La fidelidad a Dios tiene también consecuencias materiales, económicas. “Dios llena los corazones, no los cofres” (S. Agustín).

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo XXV de Tiempo Ordinario

XXV Domingo de Tiempo Ordinario
22 de septiembre 2019

Amós 8, 4-7; Salmo 112; 1 Timoteo 2, 1-8; Lucas 16, 10-13

No Pueden Servir a Dios y al Dinero

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes? No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero’’.

 

Reflexión

Jesús dijo: “El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes.” ¿Que responsabilidades tienen en la casa  en el colegio? (Hacer la cama, lavarse los dientes, hacer la tarea…) ¿Si cumplen con estas responsabilidades, que pasa? (Los padres se ponen contentos y confían más en ustedes para hacer otras cosas.) ¿Qué pasa si no cumplen? (Los padres se enojan y no les confían otras cosas.) Jesús habla que, si alguien no es fiel administrando el dinero, no le confiará los bienes verdaderos. Para Jesús, el dinero debe usarse para servir al hombre y, con ellos, a Dios. Jesús hablaba a los fariseos que les encantaba el dinero y no estaban sirviendo bien al pueblo de Dios y por consiguiente a Dios. ¿Cómo pueden ustedes servir al hombre y a Dios con el dinero? (Ayudando al necesitado, a la Iglesia, a la familia…) ¿Si no amamos a Dios y hacemos el dinero nuestro Dios, que pasa? (Nos llenamos de avaricia y hacemos cualquier cosa para tener más dinero: robar, mentir…) ¿Cuáles son los bienes verdaderos que Dios quiere confiarnos? (Su Espíritu Santo con todos sus dones y frutos para servir al hombre y a la Iglesia dando gloria a Dios.) ¿Llegamos al Cielo por tener mucho dinero? ¿Llegamos al Cielo con el Espíritu Santo en nuestro corazón?

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Actividad

En la siguiente página, colorear y explicar la definición de Avaricia. Colorear dibujos de personas siendo generosas. Hablar de cómo ellos pueden ser generosos con las bendiciones que Dios les ha dado: talentos, tesoros, y tiempo y así dar gloria a Dios.

 

Oración

Dios mío, manda Tu Espíritu Santo a mi corazón y llénalo de amor. Ayúdame a ver las necesidades de mi prójimo y dame la generosidad de compartir mis bendiciones. Gracias por Tu amor y perdón. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

¿Qué harías si pasaras por el escritorio de tu maestro y vieras un dólar en el piso? ¿Se lo entregarías a tu maestro o mirarías a tu alrededor para asegurarte que nadie está mirando y te llevarías el dólar?

¿Que harías si estuvieras caminando de la escuela a tu casa y te encontraras una bolsa como esta y cuando miraras dentro, descubrieras que contiene mucho dinero? ¿Se lo dirías a tu padre y lo reportarías a la policía, o dirías: «¡Rayos! Este es mi día de suerte».

Esta mañana les voy a contar tres historias de personas que encontraron una gran cantidad de dinero y decidieron hacer lo correcto.

Héctor Rodríguez tiene 15 años y es un estudiante de escuela superior. Un día Héctor encontró una bolsa conteniendo $120.00 encima de la máquina de Coca-Cola. Él se lo llevó a su maestra y ambos fueron a la oficina del principal a entregarlo. Cuando se le preguntó porqué entregaba el dinero en lugar de quedarse con él, Héctor dijo que estaba preocupado por el empleado que perdió la bolsa ya que podía estar en problemas al perder ese dinero.

Eddie McLaughlin, caminando a su casa al atardecer, se encontró una bolsa en la acera fuera de la tienda. Levantó la bolsa, miró dentro, y vio que contenía una gran cantidad de dinero. Cuando Eddie llegó a su casa le contó a su esposa que había encontrado una bolsa de dinero y lo contaron juntos. Había más de $4,000. Eddie llamó a la policía y le contó lo del dinero. Sin duda, el gerente de la tienda al que se le había caído la bolsa mientras cerraba la tiende se puso muy contento cuando supo que Eddie McLaughlin había encontrado el dinero.

Una noche, guiando hacia su casa, Jason Baxter, cruzó una intersección bien alumbrada y vió lo que creyó que era un libro en el medio de la calle. Se paró y lo recogió. Era un libro de citas (compromisos) con bolsillos que se cerraban con cremalleras (zippers). Buscando en el primer bolsillo, Jason encontró seis dólares y una licencia de chofer. Cuando abrió el segundo bolsillo vió que había una cantidad enorme de dinero. Cuando llegó a su casa, Jason contó el dinero. Había más de $9,000 en efectivo. Para algunos la decisión pudo haber sido muy difícil, pero no para Jason. Llamó a la policía e informó sobre lo que había encontrado. Cuando se le preguntó porque informó lo del dinero contestó: «Era lo correcto.»

Estas historias nos llevan a preguntar: ¿Qué hubiera hecho yo de haber encontrado todo ese dinero? Para encontrar la contestación pregúntate antes: «¿Qué haría si encontrara un dólar en el piso, al lado del escritorio de mi maestra?» ¿Sabes?, la honestidad no depende de la cantidad de dinero envuelta, es una cuestión de hacer lo correcto.

Un día Jesús les contó una historia a sus discípulos acerca de un hombre rico que tenía un administrador y el admnistrador estaba usando el dinero del hombre para su propio beneficio. El hombre rico descubrió que el administrador estaba gastando su dinero así que lo llamó y lo botó. Después de contarles la historia, Jesús dijo: «El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho.» Si somos honestos en lo pequeño, también lo seremos en las cosas grandes. Si las personas saben que pueden confiar en nosotros en las cosas pequeñas, sabrán que podrán confiar en las grandes.

Querido Padre, ayúdanos a recordar lo que Jesús dijo acerca de la honestidad y permite que seamos honestos en toda situación, grande o pequeña. En el nombre de Jesús oramos, amén.

Comentario al evangelio – 18 de septiembre

Hoy leemos el evangelio y nos deja un mal sabor de boca, parece que no tenemos remedio, que Jesús siente una gran decepción por su pueblo. Es inutil lo que haga, siempre habrá un excusa para no creer, siempre habrá una excusa para aquellos que interpretan las acciones de Jesús desde la sospecha culpable del que no quiere cambiar. En el fondo, creer en Jesús ayer, hoy y siempre requiere un primer movimiento en el corazón humano: abrirse honestamente a la Palabra, querer escuchar. Dios no se nos impone, se muestra y se esconde a la vez, se ocuta y se revela, es luz y sombra.

Por eso creer en Jesús requiere un acto de confianza primero, querer ver la luz. Creemos porque en el fondo hemos dado ese paso, libres, decididos, honestos que nos pone en la onda del Espíritu. El problema está en aquellos que damos el paso pero a medias, siempre jugando entre la luz y la sombra, el hombre nuevo y el viejo. El problema está en los que queremos nadar y guardar la ropa al mismo tiempo, cruzar el mar y no arriesgarnos.

Jesús viene a nosotros, y para acogelerle con corazón sincero tenemos que reconocer nuestra oscuridad, poner nombre a nuestras esclavitudes, dejara de congeniar con la mediocridad… si le dejamos El es capaz de iluminar todas nuestras oscuridades. Si no queremos, siempre econtraremos una excusa para justificar nuestra incledulidad.