Vísperas – Viernes XXVII de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

VIERNES XXVII de TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¿Quién es este que viene,
recién atardecido,
cubierto con su sangre
como varón que pisa los racimos?

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su Elegido.

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos. Amén.

SALMO 134: HIMNO A DIOS, REALIZADOR DE MARAVILLAS

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

SALMO 134

Ant. Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas;
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor.
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA: St 1, 2-4

Hermanos míos: Teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros sin falta alguna.

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

R/ Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
V/ Por su sangre

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

PRECES

Invoquemos confiados a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, y digámosle:

Favorécenos, Señor, por tu bondad.

Buen Pastor del rebaño de Dios,
— ven a reunir a todos los hombres en tu Iglesia.

Ayuda, Señor, a los pastores, de tu pueblo peregrino,
— para que apacienten sin desfallecer a tu grey hasta que vuelvas.

Escoge de entre nosotros pregoneros de tu palabra,
— para que anuncien tu Evangelio hasta los confines del mundo.

Ten compasión de los que en su trabajo desfallecen a mitad del camino;
— haz que encuentren un amigo que los levante.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Muestra tu gloria en el gozo de tu reino
— a los que en este destierro escucharon tu voz.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, Padre santo, que quisiste que Cristo, tu Hijo, fuese el precio de nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en sus padecimientos, nos gocemos también en la revelación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 11 de octubre

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican; derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 11,15-26
Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios.» Otros, para ponerle a prueba, le pedían un signo del cielo. Pero él, conociendo sus intenciones, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado y una casa se desploma sobre la otra. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?… porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. «El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: `Me volveré a mi casa, de donde salí.’ Y, al llegar, la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio.»

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos presenta una larga discusión entorno a la expulsión de un demonio mudo que Jesús acababa de realizar ante la gente.
• Lucas 11,14-16: Tres reacciones diferentes ante la misma expulsión. Jesús estaba expulsando demonios. Ante este hecho bien visible, realizado ante todos, hubo tres reacciones, diferentes. La gente quedó admirada, aplaudió. Otros dijeron: «Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios.” El evangelio de Marcos informa que se trataba de los escribas que habían llegado a Jerusalén para controlar la actividad de Jesús (Mc 3,22). Otros pedían una señal del cielo, pues no se convencieron ante la señal tan evidente de la expulsión realizada ante todo el pueblo.
• Lucas 11,17-19: Jesús muestra la incoherencia de los adversarios. Jesús usa dos argumentos para rebatir la acusación de estar expulsando demonios en nombre de Beelzebul. En primer lugar, si el demonio expulsa su propio demonio, se divide a sí mismo y no sobrevive. En segundo lugar, Jesús les devuelve el argumento: “Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos?” Dicho con otras palabras, ellos también estarán haciendo las expulsiones en nombre de Beelzebul.
• Lucas 11,20-23: Jesús es el hombre más fuerte que llegó, señal de la llegada del Reino. Aquí Jesús llega al punto central de su argumentación: “Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.” En la opinión de la gente de aquel tiempo, Satanás dominaba el mundo mediante demonios (daimônia). El era el hombre fuerte y bien armado que guardaba su casa. La gran novedad era que Jesús conseguía expulsar los demonios. Señal de que él era el hombre más fuerte que llegó. Con la llegada de Jesús el reino de Beelzebul entró en declino: “Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.”. Cuando los magos del Faraón vieron que Moisés hacía cosas que ellos no eran capaces de hacer, fueron más honrados que los escribas de Jesús y dijeron: “¡Aquí está el dedo de Dios!” (Ex 8,14-15).
• Lucas 11,24-26: El final es peor que el principio. En la época de Jesús, en los años 80, ante las persecuciones, muchos cristianos se volvieron atrás y abandonaron las comunidades. Volvieron a la forma de vivir de antes. Lucas, para avisar a ellos y a nosotros, guardó estas palabras de Jesús sobre el final que es peor que el principio.
• La expulsión de los demonios. El primer impacto que la acción de Jesús causa en la gente es la expulsión de los demonios: “¡Hasta a los espíritus impuros da órdenes y ellos le obedecen!” (Mc 11,27). Una de las principales causas de la discusión de Jesús con los escribas era la expulsión de los demonios. Ellos lo calumniaban diciendo: “¡Está poseído por Beelzebul! Expulsa a los demonios por el príncipe de los demonios” El primer poder que los apóstoles recibieron cuando fueron enviados en misión fue el poder de expulsar los demonios: “Les dio poder sobre los espíritu del mal” (Mc 6,7). La primera señal que acompaña el anuncio de la resurrección es la expulsión de los demonios: “Estos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas”. (Mc 16,17). La expulsión de los demonios era lo que más llamaba la atención de la gente (Mc 1,27). Alcanzaba el centro de la Buena Nueva del Reino. Por medio de esto, Jesús devolvía las personas a ellas mismas. Devolvía el juicio, la conciencia (Mc 5,15). Sobre todo el evangelio de Marcos, del comienzo al final, con palabras casi iguales, repite sin parar el mismo mensaje. “¡Y Jesús expulsaba los demonios!” (Mc 1,26.34.39; 3,11-12.22.30; 5,1-20; 6,7.13; 7,25-29; 9,25-27.38; 16,17). Parece un refrán que vuelve una y otra vez. Hoy, en vez de usar siempre las mismas palabras, usaríamos palabras distintas para transmitir el mismo mensaje y diríamos: “¡El poder del mal, Satanás, que da miedo a la gente, Jesús lo venció, lo dominó, lo agarró, lo destronó, lo derrotó, lo expulsó, lo eliminó, lo exterminó y lo mató!” Lo que el evangelio nos quiere decir es esto: “A los cristianos está prohibido tener miedo de Satanás!” Por su resurrección y su acción libertadora, Jesús aleja de nosotros el miedo de Satanás, crea libertad en nuestro corazón, nos da firmeza en la acción y pone esperanza en el horizonte! ¡Debemos caminar con Jesús, por su camino, con el sabor de la victoria sobre el poder del mal.

4) Para la reflexión personal

• Expulsar el poder del mal. ¿Cuál es hoy el poder del mal que masifica a la gente y le roba la conciencia crítica?
• ¿Puedes decir que estás totalmente libre y liberado/a? En caso de respuesta negativa , alguna parte de ti está en poder de otras fuerzas. ¿Qué haces para que este poder no te domine?

5) Oración final

Actúa con esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
De sus proezas dejó un memorial.
¡Clemente y compasivo Yahvé! (Sal 111,3-4)

Comentario del 11 de octubre

San Lucas nos presenta a Jesús realizando una buena acción, en concreto, liberando a un endemoniado del mal espíritu que le tenía poseído. Pero hay quienes, extraviados por su manera deformada de ver las cosas, confunden el bien con el mal, la buena acción con la mala. Algunos de entre la multitud –precisa el evangelista- dijeron: Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.

Sabemos por otras versiones del evangelio que los que sostenían y enarbolaban esta opinión eran los fariseos. Como no querían reconocer a Jesús como enviado de Dios, atribuían sus acciones, incluidas aquéllas que eran manifiestamente contrarias al espíritu del mal, a su condición de aliado de Belzebú, el príncipe de los demonios, y a las malas artes empleadas por él. Por arte de Belzebú tal vez pueda entenderse el recurso a la magia, como si los magos dispusieran de artes proporcionadas por los demonios para engañar a los seducidos por esas técnicas; o se podría aludir con esta expresión simplemente al poder «sobrenatural» del demonio.

Sea como sea, Jesús responde a esta crítica malévola con un razonamiento tan simple como cargado de lógica: Si quien echa a los demonios de sus posesiones o fortalezas es un aliado del mismo demonio, ello vendría a significar que la guerra civil se ha instalado en el reino de Satanás, haciendo imposible su supervivencia; pues un reino en guerra civil va a la ruina en un corto espacio de tiempo. No tiene, por tanto, ninguna lógica pensar que el que expulsa los demonios de sus aposentos esté confabulado con ellos o esté actuando como aliado de los mismos. El que se presenta como enemigo del demonio al actuar contra él no puede ser tenido por aliado suyo. Esto es incongruente. Además, si, como vosotros decís –les dice Jesús-, yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan?

Al parecer, Jesús no era el único exorcista de la región. Según testimonio del historiador Flavio Josefo, muchos judíos solían practicar con éxito exorcismos. No es extraño, por tanto, que el Maestro de Nazaret se remita a ellos para constituirlos en jueces de sus críticos. ¿A qué poder o arte habría que referir estas acciones «milagrosas» protagonizadas por otros judíos? ¿También habría que atribuir al diablo tales acciones? Juzgándole a él, se estarían constituyendo en jueces de aquellos otros exorcistas; pero no, serán ellos los que sometan a juicio a quienes ahora están dictando sentencia. Pero si yo echo los demonios con el dedo de Dios –sentencia el Maestro, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros.

Jesús se remite al sentido común. ¿No es más lógico pensar que el que actúa como adversario de demonio, el enemigo de Dios, actúe en alianza con Dios, puesto que está haciendo la guerra a su enemigo, el diablo? Y el aliado de Dios no puede perseguir con su actividad otra cosa que la implantación de su Reino. La expulsión de los demonios se convierte así en una de las señales más clarividentes de la llegada del Reino de Dios, pues el retroceso del demonio en su dominio es simultáneamente avance del Reino de Dios.

Aquí, como en tantas otras cosas, impera la ley del más fuerte. El demonio puede hacerse fuerte en su territorio, pero si llega otro más fuerte, le podrá desarmar y arrebatarle el botín. El que ha venido de parte de Dios y actúa con su poder es a todas luces más fuerte que el demonio; por eso, puede expulsarle y arrebatarle su dominio. Él es el más fuerte, viene a decir Jesús, y el que no está con él, está contra él, y el que no recoge con él, desparrama. La sentencia pronunciada por Jesús (el que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama) suena muy excluyente, a diferencia de aquella otra, sin duda más amigable, que incluye a los favorables a su causa a los que no están en contra de ella: el que no está contra nosotros, está a favor nuestro.

Aquí, en contraste con el aserto anterior, se considera adversario al que no está a favor de Jesús. Quizá el contexto antifarisaico en que se produce explique la rotundidad de la afirmación. Jesús vendría a decir: el que no está conmigo porque no me reconoce como enviado de Dios y portador de su mensaje y poder, está contra mí, si sitúa del lado contrario a mi causa y mi persona. La obstinación de los fariseos que les lleva a tergiversar las cosas hasta el punto de hacer de Jesús, el enviado de Dios, un aliado del demonio, explica también que el Maestro de Nazaret les atribuya ese pecado, denominado blasfemia contra el Espíritu Santo, que no tendrá perdón jamás. Lo que encuentra Jesús en aquellos que siguen pidiéndole un signo del cielo, puesto que los signos que él les ofrece son interpretados como antisignos (o signos de una actuación diabólica), es una maldad que les ciega, impidiéndoles ver la realidad de las cosas o haciéndoles ver al diablo donde está Dios. Es esa ceguera que lleva a la confusión más nefasta, a confundir el bien con el mal.

El pasaje evangélico se cierra con una alusión a la vuelta de los espíritus inmundos al lugar que abandonaron, dado que no encuentran una morada mejor que aquélla, pero esta vez reforzando su presencia con la compañía de otros siete espíritus peores. Evidentemente el final de ese hombre resultará peor que el principio. Con semejante descripción parece como si Jesús estuviera invitando a no bajar la guardia frente al demonio, ya que puede volver en cualquier momento, dejando a sus víctimas en peor situación que la ya padecida. No obstante, y aun contando con esta posibilidad, siempre podremos acudir al que es más fuerte, al que dispone de capacidad para asaltar y vencer al fuerte; porque el demonio es fuerte, pero el Ungido del Espíritu, el que obra con el poder de Dios es mucho más fuerte. Ante el empuje de fuerzas adversas, siempre podremos confiar en una fuerza superior a todas ellas, en la fuerza de Dios manifestada en Cristo Jesús.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en 
Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

148. En este sentido, quiero recordar que el cardenal Francisco Javier Nguyên Van Thuân, cuando lo encerraron en un campo de concentración, no quiso que sus días consistieran sólo en esperar y esperar un futuro. Su opción fue «vivir el momento presente colmándolo de amor»; y el modo como lo practicaba era: «Aprovecho las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones ordinarias de manera extraordinaria»[78]. Mientras luchas para dar forma a tus sueños, vive plenamente el hoy, entrégalo todo y llena de amor cada momento. Porque es verdad que este día de tu juventud puede ser el último, y entonces vale la pena vivirlo con todas las ganas y con toda la profundidad posible.


[78] Cinco panes y dos peces: un gozoso testimonio de fe desde el sufrimiento en la cárcel, México 1999, 21.

Misa del domingo: misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

Muy buenos días a todos. Una vez más, en mitad de este mes de octubre, el Día del Señor, nos hace expresar desde el corazón una palabra: ¡GRACIAS!

De muchas maneras y en muchos momentos, el Señor, nos bendice con su presencia: la familia, los amigos, el amor, la entrega, el sol, la lluvia, la fe, la salud. ¿No os parece que, muchas veces, somos muy fríos para expresar nuestro agradecimiento a Dios?

Vamos a iniciar esta Eucaristía, que significa ACCIÓN DE GRACIAS, pidiendo al Señor que nos ayude a ver y a comprobar tantas huellas de su presencia en medio de nosotros. Nos ponemos de pie.

2. PENITENCIAL

1. Porque nos cuesta reconocer la voz del Señor en medio de tanto ruido que existe en el mundo. Señor ten piedad. (Puede simbolizarse con una persona (un niño) tapándose los oídos con las manos)

2. Porque buscamos al Señor en los momentos en los que nos conviene (la comunión, la confirmación, el matrimonio , etc.) y luego le olvidamos. Cristo ten piedad (Se puede expresar con un ¿Dios? )

3. Porque creemos que todo lo que somos y tenemos se debe a nuestro esfuerzo o a un golpe de suerte. Señor ten piedad (Una cartulina con diversas imágenes que hablen de la felicidad)

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas que vamos a escuchar hoy nos llevan a la fe. De poco serviría, disfrutar de esta celebración, o ser curados por la intervención de Dios, si –a continuación- no fuésemos a buscar lo que en verdad es importante: creer y amar a Dios hasta el final. Que Jesús sea el centro de nuestra vida. Que nos preocupemos no solamente por la salud del cuerpo sino, además, también por la espiritual. Escuchemos atentamente.

4. ORACIÓN DE LOS FIELES

1. Por el Papa Francisco. Por nuestro Obispo (XXX). Para que guiados por el Espíritu, promuevan una fe agradecida y entusiasta en todos los cristianos del mundo. Roguemos al Señor.

2. Por todos los que estamos en esta Eucaristía. Para que agradezcamos lo que otros hacen por nosotros. Para que no olvidemos de decir “gracias” por aquello que, en pequeños detalles, otras personas realizan por nuestro bienestar. Roguemos al Señor.

3. Por los enfermos. Por los que tienen la enfermedad de la angustia, la depresión, la incredulidad; por todos aquellos que pasan de Dios y viven a su manera. Roguemos al Señor.

4. Para que la Virgen del Rosario, en este mes de octubre, nos haga gritar y rezar: ¡EL SEÑOR HA HECHO OBRAS GRANDES EN NOSOTROS!. Roguemos al Señor.

5. Por los pobres. Por los marginados. Por aquello que, como los leprosos, son apartados de la vida injustamente. Roguemos al Señor.

5. OFRENDAS

1. Con estas vendas y medicinas, queremos expresar nuestro deseo de colaborar con Dios en el bienestar de los demás. Especialmente de los más pobres.

2. Con esta cartulina con la palabra ¡GRACIAS! Queremos decirle al Señor que, los domingos, no olvidamos este encuentro, este momento, esta oración. Que nunca nos falte.

3. Finalmente, con el pan y con el vino, traemos hasta el altar nuestros sufrimientos y pesares. Son muchos los tropiezos que, constantemente salen a nuestro encuentro, que el Señor con su Cuerpo y su Sangre nos alimente y nos llene de su fuerza.

6. ORACIÓN

GRACIAS, SEÑOR
Por devolvernos la salud
Por llevarnos a Ti
Por conducirnos hasta Dios
Por traernos la fuerza del Espíritu

GRACIAS, SEÑOR
Por la fe de nuestros padres
Por la Eucaristía que es Acción de Gracias
Por los caminos sembrados de tus huellas
Por este día cargado de tu Palabra

GRACIAS, SEÑOR
Por abrir nuestros ojos a la verdad
Por dirigir nuestros oídos a tu Palabra
Por movilizar nuestras manos y nuestros pies
Por acogernos a pesar de nuestras limitaciones

GRACIAS, SEÑOR
Por la Iglesia que es nuestra Madre
Por la oración que es el teléfono con el que nos comunicamos contigo
Por tu pan y tu vino que es tu Cuerpo y tu Sangre
Por este encuentro que nos da vida cada domingo
GRACIAS, SEÑOR

La misa del domingo

SOLO ESTE EXTRANJERO HA VUELTO PARA DAR GRACIAS

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
2 Reyes 5,14-17; 2 Timoteo 2,8-13 y Lucas 17,11-19

OBSERVACIONES PREVIAS

Conoces el cuento de la viejecita que lanzaba semillas por la ventana del autobús esperando un día verlas florecer. Resumía su acción diciendo: «Yo hago lo que puedo; ya vendrán las lluvias».

  • ¿Qué podemos hacer?
    Sembrar. La vida, el ser humano, es como un campo a punto de sementera. Y todos somos sembradores. Sembramos trabajo, sembramos ilusiones, sembramos ganas de vivir, sembramos alegría… Es de esperar que no estemos sembrando lo contrario. Y nuestra siembra ya está dando sus frutos.
  • ¿Hemos hecho lo que hemos podido?
    Si no es así…, no nos extrañemos de que el campo siga triste y sin flores. ¡Nuestro destino es sembrar!

PARA REFLEXIONAR

Una experiencia de vida

D. Manuel fue el ‘maestro’ de mi infancia. Supe, por deducción, cuando ya rondaba la veintena de años, que había sido republicano y que, por eso, nunca habíamos visto la bandera en la escuela, ni habíamos aprendido a cantar el carasol. También supe, por información indirecta que, para salvar su vida, estuvo encerrado tres días en el pozo de la casa de un vecino. Asistía a misa con nosotros todos los domingos con una actitud ejemplar. Puedo decir que fue y ha sido “mi maestro”…

Quiero dar gracias a D. Manuel y a gente como él que han influido positivamente en mi vida. Algunos, como mis padres, viven ya para siempre en los brazos de Dios. Un gracias, hoy, por tantos días de silencio y de falta de agradecimiento.

Iluminación de la Palabra

  • La curación de Naamán, el sirio. Es una historia con sus más y sus menos, con sus indecisiones y sus mediaciones, pero, que al final, logra su único y verdadero sentido: Dios quiere ser conocido por el reconocimiento de quien ha sido objeto de su don… Naamán lleva consigo “tierra de Israel», para poder adorar al único Dios, viva donde viva.
  • El relato de los diez leprosos ejemplariza un camino de conversión que solo un leproso, de los diez, supo recorrer. Y este era samaritano. Los diez se reconocen curados. Pero solo uno, por ser agradecido, participa del encuentro con el Señor de la vida y de la salvación. A los diez les tocó la ‘lotería’; a uno solo y solo a uno le llegó la salvación.

La peor lepra a los ojos de Dios

«Dejadme llevar una carga de tierra de Israel: porque en adelante yo no tendré otro Dios que no sea el Señor»: Naamán, el sirio.
«¿Dónde están los otros nueve…? El que volvió a dar gracias era un samaritano».
Dios quiere salvar a todos; pero parece que los “extranjeros” son más receptivos a la salvación que ofrece.

Habrá que tenerlo en cuenta, por si acaso.

PARA COMPROMETERSE

  • Dos encuentros y nueve desencuentros. Agraciados, pero no agradecidos y, por desagradecidos, desgraciados…
    ¿Cómo andamos de agradecimiento? ¿Cuál es nuestra calificación en esta materia?
    ¿Somos agradecidos a tanto bien como Dios nos ha hecho y hace cada día? O ni nos enteramos, como los nueve leprosos, de quién mueve nuestra existencia.

    ¿A cuántas personas que nos han ayudado desde niños, les hemos declarado nuestro agradecimiento? Gracias por aquellas palabras, gracias por haberme escuchado, gracias por aquella sonrisa que me devolvió la alegría, gracias porque me dijiste que aquel amor volvería… Gracias por…

  • La curación gratuita no les hizo hombres agradecidos, ni creyentes: solamente a uno y este era un extranjero. No podemos andar por la vida sin agradecer la fe, la compañía, el cariño… Por eso que toda nuestra vida es una eucaristía, una acción de gracias.

PARA REZAR

Te ofrezco, Padre,
mi corazón agradecido en esta mañana de domingo. Gracias por los dones que recibo sin saberlo,
por la sonrisa que en la calle me regalan,
por los rostros que no me son indiferentes…
Que no me olvide, Señor,
de decir “gracias” por las pequeñas y las grandes cosas, de agradecer el regalo de la fe
que es un don y una tarea…

Te ofrezco, Padre,
mi corazón agradecido en esta mañana de domingo. Gracias, Señor, de corazón
por los que me abrieron a la vida y, hablándome de ti,
me enseñaron cómo era tu corazón de Padre;
gracias por el trabajo de cada día
y por los compañeros con quienes comparto una ilusión de futuro.

Te ofrezco, Padre,
mi corazón agradecido en esta mañana de domingo. Gracias por ti, mi Dios,
a quien adivino cada día en mí mismo
y en el rostro de las personas y de las cosas…
Haz de mi existencia un canto de acción de gracias:
por mi vida, tal como es,
y por las vidas de mis hermanos, tal como tú quieres que sean.

Acepta, Padre, un día más, mi corazón agradecido.

Isidro Lozano, sdb

Exigir menos y agradecer más (Oración)

EXIGIR MENOS Y AGRADECER MÁS

Otro día vengo a encontrarme con Jesús. respiro despacio, me quedo en silencio. Sé que Jesús está cerca. Sé que su espíritu, cuida de mí. Pero a veces no me doy cuenta. Por eso estos momentos de oración me ayudan a acordarme de ti. Hoy comienzo la oración haciendo, despacito, la señal de la cruz: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La lectura es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 17, 11-19):

Un día Jesús caminaba hacia Jerusalén. Iba a entrar en un pueblo y se acercaron diez leprosos. Los leprosos en Israel tenían prohibido acercarse a los sanos, por si los contagiaban. Por eso, se detuvieron lejos y gritaban fuerte, para que Jesús los oyera: «Ayúdanos», «Ten compasión de nosotros». Jesús, también de lejos, les dijo: «Id a ver a los sacerdotes del templo».

Ellos se marcharon y, cuando iban de camino, se dieron cuenta de que habían desaparecido las manchas de la lepra y que estaban curados. Se pusieron contentísimos, a gritar, reír, abrazarse. Todos se fueron corriendo a sus casas. Menos uno, que dio la vuelta y volvió a buscar a Jesús, y en cuanto lo vio cayó de rodillas y se abrazó a sus piernas, para darle las gracias.

Cuando Jesús lo vio, dijo: «¿Y los demás? ¿No han tenido ni tiempo para dar las gracias?»

Entonces se agachó hacia el que había vuelto, que era un samaritano (los judíos despreciaban a los samaritanos, porque decían que no cumplían la ley) y comentó: «Este extranjero es el único que ha entendido de verdad». Y le dijo: «Levántate y vete, que tu fe te ha salvado».

¿Te has fijado en los leprosos? Piensa en ellos. Era gente que lo pasaba muy mal. Nadie les quería. Se sentían fatal. La lepra era un problema enorme. Aunque buscaban ayuda, nadie se la daba. Solo Jesús les respondió. A lo mejor tú también tienes que pedirle ayuda a Jesús cuando las cosas salen mal. Que te dé fuerzas, que te guíe, que dé sabiduría. Cierra los ojos, pídele a Jesús algo que te importe mucho ahora.

Solo uno de los leprosos vuelve para dar las gracias a Jesús. Los demás se olvidan. Están tan contentos con su salud, que ya no quieren saber nada y se marchan. Eso no está bien. En la vida hay que ser agradecidos. Hay que aprender a valorar los regalos que otros nos dan y contarles lo contentos que estamos por eso. Hay niños que siempre agradecen las cosas. Hay otros que sólo exigen y nunca dan las gracias. Voy a darle ahora las gracias a Jesús por las cosas buenas de mi vida, mientras suena la canción a lo mejor puedo ir haciendo una lista de esas cosas buenas.

Te damos gracias, oh Señor 
porque haces maravillas en tu pueblo, Señor.
Señor, Señor, Señor tú estás aquí.

Te damos gracias de Robert Glynn sj interpretado por Cristóbal Fones «Ite inflamate omnia.»

Pero no es solo a Jesús, hay que acostumbrarse a agradecer muchas cosas pequeñas que otras personas hacen por ti. Piensa en el día de hoy. Seguro que hay muchas cosas que ni te has dado cuenta que estaban ahí. Pero estaban porque alguien se preocupó por ti, tu ropa, comida, calor… Vamos a dar juntos las gracias por todo eso. Pero luego, estos días buscarás un momento para darle las gracias a las personas que cuidan de ti. Vamos respondiendo: Gracias por estar ahí.

A mis amigos, porque me gusta estar con vosotros.
A mis padres, porque me queréis tanto.
A mis abuelos, porque cuidáis de mí.
A mis profes, porque os preocupáis de que aprenda.
A Dios, porque siempre me guías.
A la naturaleza, que me da frutos, alimento y refugio.
Gracias por estar ahí.

Gloria al Padre,
y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario al evangelio – 11 de octubre

El Evangelio de este día se nos hace especialmente difícil por el lenguaje y el universo simbólico y bíblico que lleva, tan ajeno al nuestro. Hagamos, pues, algunas sencillas aclaraciones, a modo de guiones para facilitar la comprensión y la reflexión de este relato:

– «El dedo de Dios» es una expresión que viene ya del Éxodo y aún antes (8,15 por ejemplo) y que quiere simbolizar «el poder de Dios», la autoridad de Dios.

– El «Príncipe de los demonios» que aquí se le llama también Beelzebú. «Belzebú» era una deformación burlona del nombre de una divinidad fenicia a la que se denominaba Baal-Zebul (Dios del cielo).  Esa deformación permitía referirse a esa divinidad como «dios de las moscas y de las inmundicias donde se posan las moscas». Sería el «jefazo» principal del Reino de Satanás. En cualquier caso, es todo un insulto que se refieran a Jesús relacionándole con él.

– Sin entrar en discusiones sobre el concepto de «demonio», en tiempos de Jesús (y no sólo) era muy habitual atribuirles todos los males y tentaciones. Y se encontraban médicos y magos que hacían exorcismos, con distintos grados de éxito. Por lo cual, al ver a Jesús hacer estas curaciones, no se deducía inmediatamente que él viniera de parte de Dios, y algunos dudaban de sus intenciones. Jesús con sus palabras y hechos explica cuál es la razón, sentido y objetivo de sus milagros: El Reino (Dios) ha llegado hasta vosotros. Pero le piden «una señal del cielo». Quieren evidencias y fenómenos espectaculares. Y no las van a tener.

– Al comienzo de su Evangelio, Lucas nos presentó a Jesús en «lucha» contra el demonio en el desierto. Y poco después, su primer milagro: la curación de un endemoniado. Como queriendo decir que la presencia de Jesús entre nosotros supone un combate una guerra sin cuartel para que el mal (los demonios) que aprisiona, hace sufrir y destruye al hombre… retroceda y quede vencido. Definitivamente en la cruz y en la mañana de Pascua.

– Siempre que alguien actúa para liberar, curar, recuperar, acoger a otro hombre… está colaborando con Jesús: El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Y también al revés: «los que estamos con Jesús» tenemos que combatir a brazo partido contra los muchos «demonios» que hoy dañan al hombre… y contra los «Príncipes» de este mundo… que a menudo son de carne y hueso, pero también a menudo son «fuerzas invisibles» o no localizadas: El mercado, la política, la economía, los grupos mediáticos, las multinacionales…etc

– Mientras estamos en este mundo, el proceso de conversión y de lucha contra nuestros «demonios», nunca termina. No hay que bajar la guardia, porque podemos superar una situación difícil, vencer aparentemente… y volver a caer de nuevo en ella o incluso en otra peor.

– Por último, la advertencia de Jesús sobre el fracaso de todo reino dividido… también vale para la Iglesia. Aquello del viejo refrán: «·divide y vencerás». Una llamada, pues, a la unidad en lo esencial, a no andar divididos por temas bastante secundarios, a disfrutar de la «pluralidad» y variedad de carismas, sensibilidades y estilos, a unir todas las fuerzas posibles (con cualquiera que quiera defender la dignidad humana)… en sana complementación y a no perder energías en absurdas riñas internas.