EXIGIR MENOS Y AGRADECER MÁS
Otro día vengo a encontrarme con Jesús. respiro despacio, me quedo en silencio. Sé que Jesús está cerca. Sé que su espíritu, cuida de mí. Pero a veces no me doy cuenta. Por eso estos momentos de oración me ayudan a acordarme de ti. Hoy comienzo la oración haciendo, despacito, la señal de la cruz: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La lectura es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 17, 11-19):
Un día Jesús caminaba hacia Jerusalén. Iba a entrar en un pueblo y se acercaron diez leprosos. Los leprosos en Israel tenían prohibido acercarse a los sanos, por si los contagiaban. Por eso, se detuvieron lejos y gritaban fuerte, para que Jesús los oyera: «Ayúdanos», «Ten compasión de nosotros». Jesús, también de lejos, les dijo: «Id a ver a los sacerdotes del templo».
Ellos se marcharon y, cuando iban de camino, se dieron cuenta de que habían desaparecido las manchas de la lepra y que estaban curados. Se pusieron contentísimos, a gritar, reír, abrazarse. Todos se fueron corriendo a sus casas. Menos uno, que dio la vuelta y volvió a buscar a Jesús, y en cuanto lo vio cayó de rodillas y se abrazó a sus piernas, para darle las gracias.
Cuando Jesús lo vio, dijo: «¿Y los demás? ¿No han tenido ni tiempo para dar las gracias?»
Entonces se agachó hacia el que había vuelto, que era un samaritano (los judíos despreciaban a los samaritanos, porque decían que no cumplían la ley) y comentó: «Este extranjero es el único que ha entendido de verdad». Y le dijo: «Levántate y vete, que tu fe te ha salvado».
¿Te has fijado en los leprosos? Piensa en ellos. Era gente que lo pasaba muy mal. Nadie les quería. Se sentían fatal. La lepra era un problema enorme. Aunque buscaban ayuda, nadie se la daba. Solo Jesús les respondió. A lo mejor tú también tienes que pedirle ayuda a Jesús cuando las cosas salen mal. Que te dé fuerzas, que te guíe, que dé sabiduría. Cierra los ojos, pídele a Jesús algo que te importe mucho ahora.
Solo uno de los leprosos vuelve para dar las gracias a Jesús. Los demás se olvidan. Están tan contentos con su salud, que ya no quieren saber nada y se marchan. Eso no está bien. En la vida hay que ser agradecidos. Hay que aprender a valorar los regalos que otros nos dan y contarles lo contentos que estamos por eso. Hay niños que siempre agradecen las cosas. Hay otros que sólo exigen y nunca dan las gracias. Voy a darle ahora las gracias a Jesús por las cosas buenas de mi vida, mientras suena la canción a lo mejor puedo ir haciendo una lista de esas cosas buenas.
Te damos gracias, oh Señor
porque haces maravillas en tu pueblo, Señor.
Señor, Señor, Señor tú estás aquí.
Te damos gracias de Robert Glynn sj interpretado por Cristóbal Fones «Ite inflamate omnia.»
Pero no es solo a Jesús, hay que acostumbrarse a agradecer muchas cosas pequeñas que otras personas hacen por ti. Piensa en el día de hoy. Seguro que hay muchas cosas que ni te has dado cuenta que estaban ahí. Pero estaban porque alguien se preocupó por ti, tu ropa, comida, calor… Vamos a dar juntos las gracias por todo eso. Pero luego, estos días buscarás un momento para darle las gracias a las personas que cuidan de ti. Vamos respondiendo: Gracias por estar ahí.
A mis amigos, porque me gusta estar con vosotros.
A mis padres, porque me queréis tanto.
A mis abuelos, porque cuidáis de mí.
A mis profes, porque os preocupáis de que aprenda.
A Dios, porque siempre me guías.
A la naturaleza, que me da frutos, alimento y refugio.
Gracias por estar ahí.
Gloria al Padre,
y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.