Comentario al evangelio – 13 de octubre

La clave es el agradecimiento

      La clave de las lecturas de hoy es el agradecimiento: el leproso en el Evangelio y el de Naamán en la primera lectura. La acción de gracias es también la clave de la vida cristiana, de nuestra relación con Dios, con Jesús y con los hermanos. De la fe brota el agradecimiento. Y ahí, precisamente ahí, como dice el Evangelio está la salvación, la vida nueva. O, dicho de otra manera, la asunción de otro estilo de vida, más pleno, más humano y, por eso, más divino.

      En nuestra cultura damos las gracias cuando nos hacen un favor o nos regalan algo. Cuanto más inesperado o más gratuito, más sentidas son las gracias. Siempre es un reconocimiento de que hemos recibido algo de forma gratuita. Lo que se recibe de esa manera adquiere un valor tal para la persona que establece una relación con el donante que va más allá de cualquier consideración interesada o egoísta. El favor no se devuelve. Simplemente se establece una relación de gratuidad, de cariño, entre las personas. No hay cálculo de costes. Hay relación personal, un lazo que es difícil de romper. 

      Hay personas que, olvidándose de la gratuidad, tratan de convertir esa relación en una relación comercial. Y el favor se devuelve calculando los costes del favor recibido. Pero en ese caso la relación pierde su carácter de gratuidad y las gracias se desnaturalizan. No hay agradecimiento sino pago. En ese caso se pierde la relación. Devuelto el favor, “si te he visto no me acuerdo”, como dicen el refrán. 

      Nuestra relación con Dios es una relación de agradecimiento. De él hemos recibido todo en total gratuidad. La vida, la libertad, el amor, la creación… No hay medida que pueda contar lo que hemos recibido. Los que pretenden hacer de su relación con Dios una suerte de contabilidad, de toma y daca, de “voy a misa para que Dios me salve” o “para que me perdone”, se pierden en un laberinto sin salida. Como Eliseo, Dios no acepta nada, no le hace falta nada. En cierto sentido, nada de lo que hagamos le puede interesar. Él nos ha hecho el regalo de la vida y, en su amor total por nosotros, no tiene más interés que lo disfrutemos, que lo gocemos, que vivamos a fondo nuestra responsabilidad, que hagamos realidad la fraternidad entre nosotros y con toda la creación. Más allá de la devolución del favor –intento imposible con relación a Dios–, brota el agradecimiento, la acción de gracias. Ahí nos encontramos con la salvación. El que vive en “acción de gracias permanente” vive la salvación. Jesús cura a los 10 leprosos. Pero sólo del que vuelve dice que “su fe le ha salvado”. Los otros están perdidos en su laberinto. Menos mal que Dios les quiere igual. 

Para la reflexión

      ¿Me cuesta dar las gracias cuando me hacen un favor? ¿Calculo cómo voy a devolverlo o me dejo llevar por el agradecimiento sencillo? ¿Vivo mi relación con Dios como una acción de gracias continua? ¿Por qué se dice que la Eucaristía es una acción de gracias?

Fernando Torres, cmf

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Domingo XXVIII de Tiempo Ordinario

Hoy es 13 de octubre, Domingo XXVIII de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 17, 11-19):

Un día, sucedió que, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.

Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».

Hoy podemos comprobar, ¡una vez más!, cómo nuestra actitud de fe puede remover el corazón de Jesucristo. El hecho es que unos leprosos, venciendo la reprobación social que sufrían los que tenían la lepra y con una buena dosis de audacia, se acercan a Jesús y —podríamos decir entre comillas— le obligan con su confiada petición: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» (Lc 17,13).

La respuesta es inmediata y fulminante: «Id y presentaos a los sacerdotes» (Lc 17,14). Él, que es el Señor, muestra su poder, ya que «mientras iban, quedaron limpios» (Lc 17,14).

Esto nos muestra que la medida de los milagros de Cristo es, justamente, la medida de nuestra fe y confianza en Dios. ¿Qué hemos de hacer nosotros —pobres criaturas— ante Dios, sino confiar en Él? Pero con una fe operativa, que nos mueve a obedecer las indicaciones de Dios. Basta un mínimo de sentido común para entender que «nada es demasiado difícil de creer tocando a Aquel para quien nada es demasiado difícil de hacer» (Beato J. H. Newman). Si no vemos más milagros es porque “obligamos” poco al Señor con nuestra falta de confianza y de obediencia a su voluntad. Como dijo san Juan Crisóstomo, «un poco de fe puede mucho».

Y, como coronación de la confianza en Dios, llega el desbordamiento de la alegría y del agradecimiento: en efecto, «uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias» (Lc 17,15-16).

Pero…, ¡qué lástima! De diez beneficiarios de aquel gran milagro, sólo regresó uno. ¡Qué ingratos somos cuando olvidamos con tanta facilidad que todo nos viene de Dios y que a él todo lo debemos! Hagamos el propósito de obligarle mostrándonos confiados en Dios y agradecidos a Él.

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

Liturgia – Domingo XXVIII de Tiempo Ordinario

XXVIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Misa del Domingo (verde)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria, Credo. Prefacio dominical.

Leccionario: Vol. I (C)

  • 2Re 5, 14-17. Volvió Naamán al hombre de Dios y alabó al Señor.
  • Sal 97. El Señor revela a las naciones su salvación.
  • 2Tim 2, 8-13. Si perseveramos, también reinaremos con Cristo.
  • Lc 17, 11-19. ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?

Antífona de entrada          Cf. Sal 129, 3-4
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, Dios de Israel.

Monición de entrada
Como cada domingo, día del Señor, la comunidad de los creyentes en Cristo Jesús, guiados por el Espíritu Santo, nos reunimos para celebrar la Eucaristía, la acción de gracias a Dios Padre por medio de Jesucristo.

Acto penitencial
Así pues, al comenzar la celebración de los sagrados misterios, seamos conscientes de la presencia de Cristo entre nosotros, y pidámosle perdón por nuestros pecados para acercarnos dignamente a participar de la mesa de su sacrificio.

  • Tú, que nunca olvidas tu misericordia y tu fidelidad. Señor, ten piedad.
  • Tú, que eres vida y liberación para todo hombre. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que nos llenas de esperanza. Señor, ten piedad.

Gloria

Oración colecta
TE pedimos, Señor, que tu gracia
nos preceda y acompañe,
y nos sostenga continuamente en las buenas obras.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Credo
Confesemos ahora nuestra fe en el Dios libertador, el Dios que da vida.

Oración de los fieles
Presentemos a Dios nuestro Padre, rico para todos los que le invocan, las necesidades de la Iglesia y de todos los hombres.

1.- Por la Iglesia; para que dé a conocer a todos los pueblos y naciones la salud que trae Jesucristo. Roguemos al Señor.

2.- Por las vocaciones sacerdotales y religiosas; para que no falten en nuestra diócesis quienes con generosidad sigan a Dios y gasten su vida con el solo fin de que Cristo sea anunciado, conocido y amado. Roguemos al Señor.

3.- Por los gobernantes de todo el mundo; para que garanticen a todos los ciudadanos el acceso a la sanidad pública. Roguemos al Señor.

4.- Por los difuntos; para que alcancen la salvación lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. Roguemos al Señor..

5.- Por nosotros, aquí reunidos; para que tengamos siempre un corazón que sepa ser agradecido con Dios. Roguemos al Señor.

Oh Dios, fuente de vida temporal y de la eterna; escucha nuestra súplica y haz que ninguno de nosotros te busque sólo para la salud del cuerpo; sino que todos los hermanos en este día santo vengamos a darte gloria por el don de la fe, y toda la Iglesia sea testigo de la salvación que Tú obras continuamente en Cristo, tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
ACEPTA las súplicas de tus fieles, Señor,
juntamente con estas ofrendas,
para que lleguemos a la gloria del cielo
mediante esta piadosa celebración.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Sal 33, 11
Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.

     O bien:          Cf. 1 Jn 3, 2
Cuando se manifieste el Señor, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Oración después de la comunión
SEÑOR, pedimos humildemente a tu majestad
que, así como nos fortaleces con el alimento
del santísimo Cuerpo y Sangre de tu Hijo,
nos hagas participar de su naturaleza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición solemne
Dios, fuente de todo consuelo,

disponga vuestros días en su paz
y os otorgue el don de su bendición.

R./ Amén.

Que él os libre de toda perturbación
y afiance vuestros corazones en su amor.

R./ Amén.

Para que,
enriquecidos por los dones de la fe,
la esperanza y la caridad,
abundéis en esta vida en buenas obras
y alcancéis sus frutos en la eterna.

R./ Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R./ Amén.

Santoral 13 de octubre

La Iglesia nos recuerda en el santoral a santos como Teófilo de Antioquía nacido en el seno de una familia pagana, pero que ya entrado el siglo II aparece como obispo de Antioquía, la sede de San Pedro y de San Ignacio. Sus tres libros A Autólico son una apología maravillosa del cristianismo y retrato fiel de su espíritu misionero. Fue el primero en emplear el término «Trinidad» hablando de Dios y el primero en referirse a Cristo como «Verbo proferido» del Padre, idéntico al «Verbo interno» de Dios.

Los ingleses tienen un rey santo, San Eduardo, rey sajón, hijo respetuoso y fiel de la Iglesia. Todo su reino fue testigo de la bondad, mansedumbre y buena voluntad del monarca. Murió piadosamente y su cuerpo fue llevado a Westminster por Santo Tomás Becket y es una de los pocos santos respetados por la reforma de Enrique VIII.

Hacemos memoria también de Bertoaldo, Carpo, Celedonia, Colman de Stockerau peregrino irlandés patrono de Austria, Congan, Fausto, Jenaro, Marcial, estos tres mártires de Córdoba, Florencio, Geraldo, Gerardo de Aurillac, Lubencio, Mauricio de Carnoet, Nicetas, Parasceva, Regimbaldo, Rómulo, Simberto y Venancio. Los capuchinos rezan hoy a San Serafín de Montegranero y los agustinos encomiendan a Dios a sus bienhechores difuntos.

La Iglesia nos recuerda además a los beatos Gerbrando, abad cisterciense, al monje cartujo Lanuino y a la terciaria dominica Magdalena Panatieri.

Álvaro Maestro Jesús

Laudes – Domingo XXVIII de Tiempo Ordinario

LAUDES

DOMINGO XXVIII de TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant.  Pueblos del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya.

SALMO 99: ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en sus presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.

Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra;
tú pronuncias el mar como sentencia.

Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.

Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas;
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.

¡Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío!. Amén.

SALMO 117: HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo  y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

— Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

— Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

— Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.

— Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.

CÁNTICO de DANIEL: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR

Ant. Aleluya. Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himno por los siglos

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Aleluya. Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.

SALMO 150: ALABAD AL SEÑOR

Ant. Todo ser que alienta alabe al Señor. Aleluya.

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe al Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Todo ser que alienta alabe al Señor. Aleluya.

LECTURA: 2Tim 2, 8.11-13

Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

RESPONSORIO BREVE

R/ Te damos gracias, oh Dios, invocando tu nombre.
V/ Te damos gracias, oh Dios, invocando tu nombre.

R/ Contando tus maravillas.
V/ Invocando tu nombre.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Te damos gracias, oh Dios, invocando tu nombre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Si perseveramos con Cristo, reinaremos con él; si somos infieles, él permanece fiel.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús quiso pasar por un bautismo y beber el cáliz de la pasión.

PRECES

Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta; aclamemos, pues, su poder y su bondad, abriendo, gozosos, nuestros corazones a la alabanza:

Te alabamos, Señor, y confiamos en ti.

Te bendecimos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
— Haz que te sirvamos con santidad y justicia.

Vuélvete hacia nosotros, oh Dios, tú que has querido abrirnos la puerta de tu misericordia,
— y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.

Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
— haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza,
— para que en toda ocasión te demos gracias.

Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado, acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.