Vísperas – Santa Teresa de Jesús

VÍSPERAS

SANTA TERESA DE JESÚS, virgen y doctora
fiesta

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO

Vivo sin vivir en mí,
y, tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo yo fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di,
puso en él este letrero:
“Que muero porque no muero”.

Esta divina prisión
del amor en que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón.
Y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muerto porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!,
¡Qué duros estos destierros!,
¡Esta cárcel, estos hierros,
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muerto porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es perderte a ti,
para mejor a él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues a él sólo es al que quiero:
Que muero porque no muero.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo
por los siglos de los siglos. Amén.

 

SALMO 121: LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

Ant. Muchachas de Jerusalén, decid a mi amado que estoy enferma de amor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundad
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Muchachas de Jerusalén, decid a mi amado que estoy enferma de amor.

 

SALMO 126: EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Ant. Mi amado es mío, y yo soy suya, del pastor de azucenas.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Mi amado es mío, y yo soy suya, del pastor de azucenas.

 

CÁNTICO del APOCALIPSIS: LAS BODAS DEL CORDERO

Ant. Alegrémonos y gocemos y demos gracias a Dios, porque llegó la boda del Cordero.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
Su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Alegrémonos y gocemos y demos gracias a Dios, porque llegó la boda del Cordero.

 

LECTURA: St 3, 17-18

La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.

 

RESPONSORIO BREVE

R/ En la asamblea le da la palabra.
V/ En la asamblea le da la palabra.

R/ Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
V/ Le da la palabra.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ En la asamblea le da la palabra.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Quien cumpla y enseñe mi ley será grande en el reino de los cielos.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Quien cumpla y enseñe mi ley será grande en el reino de los cielos.

PRECES

Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes a causa del reino de los cielos, y supliquémosle, diciendo:

Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.

Oh Cristo, que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia, sin mancha ni arruga,
— haz que esta Iglesia sea siempre santa e inmaculada.

Oh Cristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas encendidas,
— no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti.

Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen ha guardado siempre fidelidad intacta y pura,
— concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.

Tú que conoces hoy a tu pueblo alegrarse por la festividad de santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars virgen,
— concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
— admite benigno a los difuntos en el convite festivo de tu reino.

 

Unidos a Jesucristo, supliquemos ahora al Padre con la oración de los hijos de Dios.
Padre nuestro…

 

ORACION

Señor Dios nuestro, que por tu Espíritu has suscitado a santa Teresa de Jesús, para mostrar a tu Iglesia el camino de la perfección, concédenos vivir de su doctrina y enciende en nosotros el deseo de la verdadera santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 15 de octubre

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 11,37-41
Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entró, pues, y se puso a la mesa. El fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis y entonces todo será puro para vosotros.

3) Reflexión

• En el evangelio de hoy sigue la relación tensa entre Jesús y las autoridades religiosas de aquel tiempo. A pesar de la relación tensa, había algo familiar entre Jesús y los fariseos. Convidado a comer en casa de ellos, Jesús acepta la invitación. Jesús no pierde ante ellos la libertad, ni los fariseos ante Jesús.
• Lucas 11,37-38: Admiración del fariseo ante la libertad de Jesús. “Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entró, pues, y se puso a la mesa”. Jesús acepta la invitación de comer en casa del fariseo, pero no cambia su manera de actuar, pues se sienta sin antes lavarse las manos. Ni el fariseo muda de actitud ante Jesús, pues expresa su admiración por el hecho que Jesús no se lava las manos. En aquel tiempo, lavarse las manos antes de las comidas era una obligación religiosa, impuesta a la gente en nombre de la pureza, exigida por la ley de Dios. El fariseo se extrañó viendo que Jesús no observa esta norma religiosa. Y, a pesar de ser totalmente diferentes, el fariseo y Jesús tenían algo en común: la seriedad de vida. La forma de vivir de los fariseos era así: cada día dedicaban ocho horas al estudio y a la meditación de la ley de Dios, otras ochos horas al trabajo para poder dar de comer a la familia, y dedicaban otras ocho horas al descanso. Este testimonio serio de su vida les daba un gran sentido de liderazgo popular. Quizá era por esto que, a pesar de ser totalmente diferentes, los dos, Jesús y los fariseos, se entendían y se criticaban mutuamente, sin perder la posibilidad de diálogo.
• Lucas 11,39-41: La respuesta de Jesús. “¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad!. ¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis y entonces todo será puro para vosotros”. Los fariseos observaban la ley al pie de la letra. Miraban sólo la letra y, por esto, eran incapaces de percibir el espíritu de la ley, el objetivo que la observancia de la ley quería alcanzar en la vida de las personas. Por ejemplo, en la ley está escrito: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18). Y ellos comentaban: “Debemos amar al prójimo, pero sólo al prójimo, a los otros ¡no!” Y de allí nacía la discusión sobre la cuestión: “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10,29) El apóstol Pablo escribe en la segunda carta a los Corintios: La ley escrita da muerte, mientras que el Espíritu da vida” (2Cor 3,6). En el Sermón de la Montaña, Jesús crítica a los que observan la letra de la ley, pero que no acata el espíritu de la Ley (Mt 5,20). Para ser fiel a lo que Dios pide de nosotros no basta observar sólo la letra de la ley. Esto sería lo mismo que limpiar el vaso o el plato por fuera y dejar el interior lleno de suciedad: robo y maldad. No basta no matar, no robar, no cometer adulterio, no jurar. Sólo observa plenamente la ley de Dios aquel que, más allá de la letra, va hasta la raíz y arranca desde dentro de sí los deseos de “robo y de maldad” que pueden llevar al asesinato, al robo, al adulterio. La plenitud de la ley se realiza en la práctica del amor (cf. Mt 5,21-48).

4) Para la reflexión personal

• Nuestra Iglesia, ¿merece hoy esta acusación de Jesús contra los escribas y los fariseos? ¿Y yo, la merezco?
• Respetar la seriedad de vida de los demás que piensan de forma diferente de nosotros puede facilitar el diálogo tan necesario y tan difícil hoy en día. ¿Cómo practico el diálogo en familia, en el trabajo y en la comunidad?

5) Oración final

¡Llegue a mí tu amor, Yahvé,
tu salvación, conforme a tu promesa!
Y daré respuesta al que me insulta,
porque confío en tu palabra. (Sal 119,41-42)

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

9.- LA RESPUESTA DE MARÍA

Lc 1, 34-35

El Señor colmó el alma de María con un gozo incontenible. Es lógico pensar que la Encarnación del Hijo de Dios estuviera rodeada de alegría, de una alegría inmensa y singular. ¡Alégrate!, le había dicho el ángel[1]. Y tenía todos los motivos para estar llena de gozo.

El ángel y la creación entera y, sobre todo, Dios mismo esperaban la respuesta de María, que en aquel momento se encontraba henchida de Dios. Además de las gracias que ya tenía en su alma, ¡cuántas otras no derramaría el Señor en su corazón! Si el Señor se vuelca en una criatura cuando se decide por Él en el momento de dar el sí a su vocación, ¡qué no haría con la que iba a ser su Madre!…

Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra[2]. Este hágase de la Virgen no es una aceptación resignada de la voluntad de Dios, sino un deseo alegre y lleno de ansiedad, como expresa mejor el verbo griego. Este suceso, la llegada por fin del Mesías, es considerado por María como un felicísimo acontecimiento que debe realizarse cuanto antes.

Y en aquel momento formó Dios un cuerpo de las purísimas entrañas de la Virgen, creó de la nada un alma, y a este cuerpo y alma se unió el Hijo de Dios. El que antes era solo Dios, sin dejar de serlo, quedó hecho hombre[3]. María es ya Madre de Dios. En ese mismo instante comienza a ser también Madre de todos los hombres. Lo que un día oirá de labios de su Hijo moribundo: he ahí a tu hijo (…), he ahí a tu madre[4], no será sino la proclamación de lo que había tenido lugar en el silencio de aquella casa de Nazaret[5].

Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo nacido de mujer[6]. En ese instante tuvo lugar la plenitud de los tiempos. San Pablo dice literalmente que fue hecho de mujer. Jesús no aparecerá en la tierra como una visión fulgurante, sino que se hizo realmente hombre, como nosotros, tomando la naturaleza humana. Dios en el mundo se comportará desde el comienzo con extremada sencillez[7].

Siete siglos antes, el profeta Isaías había predicho: He aquí que la virgen está grávida y parirá un hijo, y le llamará Emmanuel (que significa Dios-con-nosotros)[8].

Y san Mateo, atento siempre a señalar el cumplimiento de las profecías[9], cita esta como cumplida en Jesús y en su Madre[10].

Después, según nos indica san Lucas, el ángel se retiró de su presencia, desapareció.


[1] Es la traducción literal del texto griego ¡Dios te salve! (Cfr. Santos Evangelios, EUNSA, nota a Lc 1, 28)

[2] En la antigüedad, cuando está plenamente vigente la esclavitud, es donde se debe valorar la fuerza y el sentido de esta expresión de María. El esclavo no tenía otra voluntad ni otro querer que el de su amo. Vive para su dueño y está de modo permanente a su servicio, sin horas fijas de dedicación y sin condiciones.

[3] Esto no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a las herejías que la falseaban (Cfr. Catecismo, n. 464)

[4] Jn 19, 26-27

[5] En razón de esta maternidad, escribe bellamente san Bernardo, María es «el acueducto que, recibiendo la plenitud de la misma fuente del corazón del padre, nos la hace llegar a nosotros… Esta es la voluntad del Señor, que quiso que todo lo recibiéramos por María» (Cfr. Sermón en la Natividad de María, 4-7).

[6] Ga 4, 4-5

[7] El Hijo de Dios «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen maría, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado» (Const. Gaudium et Spes, 22, 2).

[8] Is 7, 14.

[9] Buena parte de los lectores de San Mateo eran judíos, Por eso, en su evangelio, resalta que Jesús era el Mesías prometido en el Antiguo Testamento y que en Él se habían realizado las profecías mesiánicas. De aquí la advertencia frecuente de que aquello ocurrió para que se cumpliera lo que se había dicho, refiriéndose a pasajes del Antiguo Testamento.

[10] Mt 1, 22-23. El Magisterio de la Iglesia (Breve Divina, 20-IX-1779) condenó una interpretación que negaba el sentido mesiánico de este texto de Isaías.

Comentario del 15 de octubre

Las exclamaciones, lo mismo que los suspiros, suelen brotar desde lo más hondo de nosotros mismos. Son como un chorro de vida cuya presión no puede ser ya contenida. Por eso salen a la superficie como un surtidor. El evangelio nos conserva alguna de estas exclamaciones de Jesús: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. En este caso, el surtidor que brota del corazón de Cristo es una acción de gracias al Padre. Da gracias porque ha hecho a los sencillos objeto de su predilección: lo que les ha escondido a los sabios y entendidos se lo ha revelado a los sencillos. Y a Jesús eso le agrada, porque también él sintoniza con los sencillos, porque los sencillos son los que mejor han acogido su mensaje. Y como su mensaje es revelación de Dios, los que lo acogen se convierten instantáneamente en esos sencillos que tienen el privilegio de conocer lo que Dios ha querido comunicar de sí mismo y de sus planes.

Los entendidos –que pudieran serlo en cualquier ramo del saber, pero que aquí han de ser más bien los escribas o entendidos en la palabra de Dios presente en la Sagrada Escritura-, precisamente por creerse tales, es decir, por creer entender la palabra de Dios, están en peor disposición para aceptar una ulterior revelación o clarificación de este mismo Dios que no había dado aún su última palabra, pues su última palabra llegaba con Jesús. El resultado de esta cerrazón de los entendidos es que se les acaba ocultando eso mismo que les es revelado a los sencillos. Por tanto, no es que Dios haga acepción de personas discriminando entre esos pocos a quienes ha decidido revelarse y esos otros a quienes ha decidido ocultarse. No, sucede simplemente que los entendidos, precisamente por creer que entienden, se cierran a una revelación a la que permanecen abiertos los sencillos, sencillamente porque reconocen su ignorancia en este punto.

El principio de todo aprendizaje es la humildad. Y el que carece de esta base, se incapacita a sí mismo para aprender. Y cuando se trata de este tipo de conocimiento, el conocimiento del Padre, se hace mucho más necesaria la humildad. En realidad, nadie puede conocer al Padre si éste no se revela, y ello por dos razones: porque es divino –y por tanto no está al alcance de nuestros ojos ni de nuestra inteligencia- y porque es persona, y a una persona, más allá de lo que revelan sus obras, sólo se la puede conocer si ella nos muestra su interior, es decir, si se nos desvela. En el caso del Padre Dios, sólo lo puede conocer el que procede de Él como Hijo: nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

El Hijo –también Dios- es nuestra vía de acceso al conocimiento del Padre. Cualquier otra vía –la de las criaturas, la de los profetas, etc.- es una vía muy limitada o imperfecta. Sólo el Hijo conoce cabalmente al Padre. Sólo él nos lo puede dar a conocer. Esa es una de las razones por las que se hizo hombre: para que, en cuanto hombre (con lenguaje humano), pudiera darnos a conocer adecuadamente al Padre del cielo. Por tanto, si queremos conocer a Dios hemos de atender a la palabra de este hombre –el Hijo encarnado- cuando nos habla de Él. En su palabra se contiene la revelación del Padre. Acoger su palabra, como hacían los sencillos, era recibir el don divino de la Verdad revelada; no acogerla, como sucedió con frecuencia entre los escribas y fariseos, era mantenerse de espaldas a esta revelación y, en definitiva, a la verdad de Dios. Se trata de una verdad que no puede ser en ningún caso conquistada mediante la investigación o el esfuerzo racional del hombre, sino sólo acogida o rechazada. Se trata de una verdad testimoniada, y ante un testimonio sólo cabe la aceptación, el rechazo o la indiferencia, que no deja de ser sino un modo de rechazo.

Ante un testimonio sólo cabe creerlo o no creerlo, aunque eso no significa que el testimonio no vaya acompañado de signos de credibilidad o de no credibilidad. Habrá más o menos razones para creer en este testimonio, pero ante el testimonio sólo cabe creer o no creer, dar crédito a lo que se nos comunica o considerarlo enteramente increíble. El testimonio de Cristo se nos presenta como la revelación que el Hijo nos hace del Padre. Los sencillos aceptaron este testimonio; los sabios y entendidos, no. Jesús, que sintoniza con el corazón de los sencillos, da gracias al Padre por semejante don. Se trata de conocimiento, pero de un conocimiento que tiene efectos saludables. El conocimiento de Dios como Padre nos hace tomar conciencia de nuestra condición de hijos. Una vez adquirida esta condición, sólo nos queda comportarnos como hijos –en relación con Dios y en relación con los hermanos- para obtener la herencia prometida a los que se mantienen hijos o perseveran como tales hasta el final.

Si aprendemos de él, que es manso y humilde de corazón, conoceremos realmente a Dios Padre, porque estaremos entre los sencillos a quienes Él se revela, pero además encontraremos nuestro descanso. Y eso a pesar de llevar yugos y cargas, porque tales cargas serán ligeras y tales yugos llevaderos, no porque no sean pesados, sino porque los llevaremos con él, es decir, con la fuerza que él nos proporciona o con el descanso reparador que él nos ofrece. La vida nos podrá encontrar muchas veces cansados y agobiados, pero con él tendremos también su alivio y nuestro descanso. Probemos a hacer la prueba y comprobaremos que él nunca defrauda.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

152. La amistad no es una relación fugaz o pasajera, sino estable, firme, fiel, que madura con el paso del tiempo. Es una relación de afecto que nos hace sentir unidos, y al mismo tiempo es un amor generoso, que nos lleva a buscar el bien del amigo. Aunque los amigos pueden ser muy diferentes entre sí, siempre hay algunas cosas en común que los llevan a sentirse cercanos, y hay una intimidad que se comparte con sinceridad y confianza.

Recursos – Domingo XXIX de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DEL BREVIARIO

(Hace la ofrenda el miembro de la comunidad que rece la Liturgia de las Horas. De no haberlo, una persona adulta puede presentar un Libro de los Salmos)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te presento este libro que contiene las oraciones o los salmos que Tú has revelado a los hombres y mujeres para cuando quisieran unirse y dirigirse a Ti en oración. Y te lo ofrezco, Señor, como signo de lo necesitados y necesitadas que estamos todos y todas, en este momento, de incrementar nuestro tiempo y exigencia de oración. Pon Tú, Señor, en nuestros corazones, el que sintamos la necesidad de orar. Y ayúdanos a comprender que la mejor oración es la que Tú nos dices.

UN MISIONERO O UNA MISIONERA DA TESTIMONIO DE SU COMPROMISO

(A poder ser, debería ser un misionero una misionera; lo cual no siempre es fácil. De no serlo, el testimonio lo debe dar un militante comprometido en un ámbito secular, que va desde la Universidad, pasando por el mundo rural, la política o hasta el mundo del trabajo)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Bien sabes, Señor, que a mí me has llamado a dar testimonio de la fe en medio de los que no tienen fe. Bien sabes, Señor, que, a pesar de las muchas dificultades, no me siento sólo (sola), pues noto las manos y el apoyo de toda la comunidad, a la que hago presente, a través de mis palabras y comportamiento. Haz verdaderamente sensibles a todas tus comunidades de su exigencia y misión evangelizadora. Y danos fortaleza a los y a las que predicamos y vivimos el Evangelio fuera de los ámbitos acogedores de las comunidades cristianas.

OFRENDA DEL TERCER MUNDO

(La puede hacer un o una joven o, de existir en la comunidad, un miembro de alguna ONG)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: A mí me corresponde, Señor, traerte otro de los sufrimientos que rompe tu corazón de Padre, pues implica a una buena parte de la humanidad. Te ofrezco el hambre, la miseria y el subdesarrollo del Tercer Mundo. También te traigo las semillas de la esperanza de tantas y tantas personas del Primer Mundo, que son sensibles con los problemas de los y las más pobres del mundo. Que no muera ningún justo más sin sentido, que no se te escapen sus lágrimas y sus lamentos. Que crezcan los y las que se comprometen en el cambio de la sociedad y del mundo.

PRESENTACIÓN DE UN MEDICAMENTO

(Con el envoltorio sería suficiente, para tener el valor de símbolo. Y lo puede presentar alguien relacionado con la sanidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, yo te traigo un medicamento, porque pensamos que es un buen signo de la misericordia, una de las cualidades fundamentales de un pastor y de un evangelizador. Queremos ser eso: medicina para los y las demás; bálsamo y aceite que curen las heridas; mera capacidad de escucha, que alivie y aligere los problemas de los otros. Y lo queremos hacer a imagen de tu Hijo Jesucristo, tal como Él lo hizo antes y lo hace ahora con nosotros y nosotras.

PRESENTACIÓN DE UN PUÑADO DE GRANOS DE TRIGO

(Un(a) agricultor(a) -si lo hubiere en la comunidad- coge del recipiente situado en la parte de atrás del lugar de la celebración un puñado de granos de trigo, que lleva con cuidado hasta depositarlo en otro nuevo recipiente que le ofrece el que preside)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Con las mismas manos con las que trabajo la tierra, te ofrezco hoy, Señor, este puñado de granos de trigo, como símbolo de la vida. Tú propio Hijo lo empleó como metáfora, para enseñarnos que no hay resurrección sin muerte, ni espiga sin grano muerto en la tierra. Nosotros y nosotras hoy nos unimos a la comparación que utilizó tu Hijo, para ofrecerte nuestras vidas y la da tantos hombres y mujeres, MISIONEROS y MISIONERAS, que viven en servicio a sus hermanos y hermanas. ¡Seguro que te gusta la ofrenda, Padre bueno!

PRESENTACIÓN DEL GRUPO DE PASTORAL VOCACIONAL O DE ANIMACIÓN MISIONERA

(Sería conveniente que hubiere una representación de dicho grupo y que pudieran presentar, en hoja impresa, su proyecto para este curso. En nombre de todos y de todas, una de las personas, presenta:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor y Padre nuestro: Tú nos las LLAMADO a cada uno y a cada una a vivir con gozo el seguimiento de Jesús, tu Hijo amado, y nos dices que eso es una buena noticia para todos y para todas. Gracias, pues, por nuestra VOCACIÓN. Te ofrecemos el proyecto de este grupo de nuestra Comunidad-Parroquia, que trabaja en la animación vocacional y misionera entre nosotros/as. Te ofrecemos nuestro esfuerzo y nuestras acciones; acéptalas, Padre. Y te pedimos que nunca falten, en nuestras comunidades, personas que asuman el SERVICIO a los y a las demás de forma generosa, y lo hagan animadas por tu misma LLAMADA.

Oración de los fieles – Domingo XXIX de Tiempo Ordinario

En este mundo alocado y de prisas, nos pides paciencia y perseverancia, nuestra esencia de barro es débil ante la adversidad. Así nuestra súplica hoy es:

DANOS TU FUERZA, SEÑOR.

1.- Señor fortalece la voz del Papa, para que se oiga en todos los rincones de la tierra que “Tú Señor, eres nuestro auxilio”.

OREMOS.

2.- Señor fortalece la fe del que vacila, y reaviva la llama del que se alejo de ti.

OREMOS

3.- Señor fortalece las manos temblorosas y las piernas vacilantes, los cuerpos enfermos y las almas angustiadas, para que sintiendo tu fuerza enderecen su rumbo hacia Ti.

OREMOS

4.- Señor fortalece la Paz tan débil hoy en los territorios de oriente medio y en los corazones de muchos hombres sobre la tierra.

OREMOS

5.- Señor fortalece a la Iglesia, los obispos y sacerdotes, los laicos y personas consagradas, dales valentía en estas horas de adversidad.

OREMOS

6.- Señor fortalece el ánimo de los que se encuentran solos, deprimidos. OREMOS

7.- Por último Señor, te pedimos por nosotros, presentes en esta Eucaristía. Fortalece nuestra fe alienta nuestra esperanza y acrecienta nuestra caridad para que un día lleguemos a compartir todos los frutos de tu Salvación.

Atiende con generosidad infinita estas suplicas que tu pueblo con insistencia te presenta.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén


Oremos, hermanos, a Dios Padre, siguiendo la enseñanza de Nuestro Señor Jesús, que nos pide que recemos constantemente. Y digamos:

SEÑOR JESÚS ENSÉÑANOS A ORAR

1. – Por el Papa, Francisco, por nuestro Obispo y todos los prelados de la Tierra, por los sacerdotes y diáconos, para que enseñen al Pueblo de Dios sin desmayo y a toda hora que la oración constante es medicina para todos los males.

OREMOS

2. – Por los laicos, ministros, catequistas, monitores, encargados de colaborar pastoralmente, para que todos ellos den testimonio de vida de oración.

OREMOS

3. – Por los responsables políticos de todas las naciones, para que no olviden que la oración personal y comunitaria une a los pueblos y ayuda a resolver los problemas.

OREMOS

4. – Recemos, ahora, con entrega y devoción, por la paz en el mundo, por el final de toda violencia y terrorismo, por el descanso eterno de las victimas y por la conversión de los violentos.

OREMOS

5. – Por los pobres, los enfermos, los solitarios, los abandonados y muy especialmente por aquellos que nunca nadie se acuerda de ellos.

OREMOS

6. – Por nosotros, por nuestros vecinos, amigos y familiares, para que esta Eucaristía nos dé paz y deseos de vivir en oración constante,

OREMOS

Acepta Padre estas plegarias que hoy te dirigimos. Y dígnate aceptarlas pues las proponemos con talante humilde y corazón contrito.

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amén

Comentario al evangelio – 15 de octubre

La Iglesia celebra hoy a la que probablemente es la santa más conocida y querida… o una de ellas. Mujer castellana y recia, como la muralla de Ávila; acogedora y abierta como sus postigos y puertas que lejos de «separar», protegen, reúnen e invitan a entrar dentro.

Ya sé que se trata de comentar la Palabra… Permitidme que hoy lo haga de la mano de Teresa, «la de Jesús», como gustaba de llamarse ella. Proclamada por la Iglesia Doctora y, por tanto, mujer sabia, mujer que ha sabido encontrar y saborear lo esencial y además es Maestra. Es decir, nos ayuda a otros a hacer esa misma experiencia: adentrarnos en la vida, en nosotros mismos y en Dios con «determinada determinación», con pasión, con delicadeza, con todos los sentidos… Es esa forma de vivir que nos alimenta «con pan de sensatez y nos da a beber agua de prudencia», en palabras del Eclesiastés.

Podría parecer que es más descansado vivir con cierta dosis de superficialidad, sin tanto «ir a dentro» (¡con lo que cuesta sacar agua de algunos pozos a veces!) ni en mí, ni en Dios, ni en la vida… Pero cuantos han hecho esta experiencia nos dicen lo mismo: hay cargas muy ligeras y yugos muy suaves… hay un modo de ser manso y humilde de corazón que está muy adentro… que nos da descanso al Adentrarnos en El, en Su corazón… Hay un modo de ser mano y humilde que nos serena y hace pobres, pequeños, pero no nos anula, no pide nuestra sumisión. En la mejor tradición cristiana, el manso no es pusilánime; es valiente, libre, arriesgado. La humildad y mansedumbre se da en personas de carácter recio, maduras, con suficiente equilibrio interior como para no perder la libertad cuando por alguna causa, eligen no hacer lo que ellas querrían… o a su modo…

Aprendamos de Jesús, el manso y humilde. No dejemos de ser nosotros mismos, pero como Teresa, seamos «de Jesús». Siempre más adentro…

Si para recobrar lo recobrado
tuve que haber perdido lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprendido
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido

porque después de todo he comprobado
que lo que tiene el árbol de florido
vive de lo que tiene sepultado.

Rosa Ruiz, rmi