Martes XXXIV de Tiempo Ordinario

Hoy es 26 de noviembre, martes XXXIV de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 21, 5-11):

En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».

Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo».

Hoy escuchamos asombrados la severa advertencia del Señor: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida» (Lc 21,6). Estas palabras de Jesús se sitúan en las antípodas de una así denominada “cultura del progreso indefinido de la humanidad” o, si se prefiere, de unos cuantos cabecillas tecnocientíficos y políticomilitares de la especie humana, en imparable evolución.

¿Desde dónde? ¿Hasta dónde? Esto nadie lo sabe ni lo puede saber, a excepción, en último término, de una supuesta materia eterna que niega a Dios usurpándole los atributos. ¡Cómo intentan hacernos comulgar con ruedas de molino los que rechazan comulgar con la finitud y precariedad que son propias de la condición humana!

Nosotros, discípulos del Hijo de Dios hecho hombre, de Jesús, escuchamos sus palabras y, haciéndolas muy nuestras, las meditamos. He aquí que nos dice: «Estad alerta, no os dejéis engañar» (Lc 21,8). Nos lo dice Aquel que ha venido a dar testimonio de la verdad, afirmando que aquellos que son de la verdad escuchan su voz.

Y he aquí también que nos asevera: «El fin no es inmediato» (Lc 21,9). Lo cual quiere decir, por un lado, que disponemos de un tiempo de salvación y que nos conviene aprovecharlo; y, por otro, que, en cualquier caso, vendrá el fin. Sí, Jesús, vendrá «a juzgar a los vivos y a los muertos», tal como profesamos en el Credo.

Lectores de Contemplar el Evangelio de hoy, queridos hermanos y amigos: unos versículos más adelante del fragmento que ahora comento, Jesús nos estimula y consuela con estas otras palabras que, en su nombre, os repito: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestra vida» (Lc 21,19).

Nosotros, dándole cordial resonancia, con la energía de un himno cristiano de Cataluña, nos exhortamos los unos a los otros: «¡Perseveremos, que con la mano ya tocamos la cima!».

+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret

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Liturgia – Martes XXXIV de Tiempo Ordinario

MARTES DE LA XXXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido, Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar.

  • Dan 2, 31-45. Dios suscitará un reino que nunca será destruido, y acabará con todos los reinos.
  • Salmo: Dan 3, 57-61. ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!
  • Lc 21, 5-11. No quedará piedra sobre piedra.

Antífona de entrada          Sal 104, 3-4
Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.

Monición de entrada y acto penitencial
Hoy vamos a ofrecer al Señor la celebración de la Eucaristía para que nos conceda la gracia de una buena muerte a cada uno de nosotros, cuando nos llegue la hora de pasar de este mundo a su presencia.

Y para celebrar dignamente estos sagrados misterios, pidamos humildemente perdón a Dios por nuestros pecados.

• Tú que entregaste tu vida para salvarnos. Señor, ten piedad.
• Tú que no quieres que ninguno se pierda. Cristo, ten piedad.
• Tú que nos tienes preparada una casa en el cielo, Señor, ten piedad.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,
aumenta nuestra fe, esperanza y caridad,
y, para que merezcamos conseguir lo que prometes,
concédenos amar tus preceptos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos a Dios todopoderoso, para que escuche con bondad las súplicas que le presentamos y nos conceda aquello que más nos conviene.

1.- Para que los obispos, sacerdotes y religiosos de la Iglesia correspondan a su ministerio con una vida santa. Roguemos al Señor.

2.- Para que el Señor bendiga a nuestra diócesis con abundantes y santas vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor.

3.- Para que las transformaciones que se producen en el mundo sean para el bienestar de todos los hombres. Roguemos al Señor.

4.- Para que todos los que viven en pecado, acojan en sus vidas la luz del Evangelio y descubran en ella la esperanza de una vida nueva. Roguemos al Señor.

5.- Para que todos y cada uno de nosotros escuchemos la voz del Señor con humildad de corazón y vivamos en su presencia. Roguemos al Señor.

Oh Dios, principio y fin de todas las cosas, que reúnes a toda la humanidad en el templo vivo de tu Hijo; atiende nuestras súplicas y haz que mantengamos encendida la esperanza de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
MIRA, Señor,
los dones que ofrecemos a tu majestad,
para que redunde en tu mayor gloria
cuanto se cumple con nuestro ministerio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 19, 6
Que nos alegremos en tu salvación y glorifiquemos el nombre de nuestro Dios.

Oración después de la comunión
QUE tus sacramentos, Señor,
efectúen en nosotros lo que expresan,
para que obtengamos en la realidad
lo que celebramos ahora sacramentalmente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Santoral 26 de noviembre

Veneramos la memoria de san Juan Berchmans, religioso jesuita patrono de la juventud. Murió a los 22 años de edad en Roma y ha sido muy querido por los jóvenes educados en los colegios de los jesuitas. Su secreto consistió en ser siempre amable y alegre, dispuesto a servir y ayudar a todos. Él nos demuestra a todos que se puede ser santo haciendo las cosas ordinarias con amor.

San Leonardo de Porto Mauricio fue un sacerdote franciscano, gran predicador y escritor de obras ascéticas  y espirituales. Su nombre va unido siempre al ejercicio del Vía Crucis, que erigía en todas partes, siendo el más famoso de todos el que levantó en el coliseo romano el año 17590, como conclusión del Año santo y que el Papa hace todos los años en Viernes Santo, Pio XI lo proclamó patrono de los misioneros entre los fieles en 1923.

Recordamos también a los santos Alberto, Alipio, Basle, Belluno, Marcelo, Nicón, Pedro patriarca de Alejandría, Silvestre y al Papa Siricio, cuarto sucesor de San Pedro. En Córdoba celebran la invención de las sagradas reliquias de los mártires.

Son beatos Gualberto, Hugo, Humilde, Poncio, celebrado por los canónigos regulares de Letrán, Santiago y el ermitaño húngaro Vacz. Merece también nuestro recuerdo y veneración Santiago Alberione, sacerdote italiano fundador de la Familia paulina, maestro de las comunicaciones y medios en la difusión del Evangelio. Puso en práctica la conocida sentencia: Si hoy viviera San Pablo se haría periodista. Murió en Roma en 1971 y fue beatificado e día 6 de junio de 2003.

 Álvaro Maestro Jesús

Laudes – Martes XXXIV de Tiempo Ordinario

LAUDES

MARTES XXXIV TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant. Venid, adoremos al Señor, Dios grande.

SALMO 66: QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Porque, Señor, yo te he visto
y quiero volverte a ver,
quiero creer.

Te vi, sí, cuando era niño
y en agua me bauticé,
y, limpio de culpa vieja,
sin velos te pude ver.

Devuélveme aquellas puras
transparencias de aire fiel,
devuélveme aquellas niñas
de aquellos ojos de ayer.

Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.

Tú que diste vista al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe. Amén.

SALMO 42: DESEO DEL TEMPLO

Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

CÁNTICO de ISAÍAS: ANGUSTIAS DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN

Ant. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»

Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollas mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»

Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.

Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.

Los vivos, los visos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

SALMO 64: SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. Oh Dios, tú mereces un himno en Sión. +

Oh Dios, tú mereces un himno en Sión,
+ y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.

A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.

Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.

Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;

tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.

Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;

riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;

rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Oh Dios, tú mereces un himno en Sión.

LECTURA: 1Ts 5, 4-5

Vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.

RESPONSORIO BREVE

R/ Señor, escucha mi voz, he esperado en tus palabras.
V/ Señor, escucha mi voz, he esperado en tus palabras.

R/ Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
V/ He esperado en tus palabras.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Señor, escucha mi voz, he esperado en tus palabras.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. De la mano de todos los que nos odian, sálvanos, Señor.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. De la mano de todos los que nos odian, sálvanos, Señor.

PRECES

Bendigamos a nuestro Salvador, que, con su resurrección, ha iluminado al mundo, y digámosle suplicantes:

Guárdanos, Señor, en tu camino.

Señor Jesús, al consagrar nuestra oración matinal a la memoria de tu santa resurrección,
— te pedimos que la esperanza de participar en tu gloria ilumine todo nuestro día.

Te ofrecemos, Señor, los deseos y proyectos de nuestra jornada:
— dígnate aceptarlos y bendecirlos como primicias de nuestro día.

Concédenos crecer hoy en tu amor,
— a fin de que todo sirva para nuestro bien y el de nuestros hermanos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz, Señor, que el ejemplo de nuestra vida resplandezca como una luz ante los hombres,
— para que todos den gloria al Padre que está en los cielos.

Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro…

ORACION

Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo hombre y le muestras el camino de la salvación, concédenos la abundancia de tu fuerza, para que preparemos delante de ti caminos de justicia y de paz. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.