Vísperas – San Francisco Javier

VÍSPERAS

SAN FRANCISCO JAVIER, presbítero

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Cantemos al Señor con alegría
unidos a la voz del pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.

Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.

SALMO 19: ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido

Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

SALMO 20: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuanto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA: 1Co 1, 7b-9

Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él nos mantendrá firmes hasta el final, para que no tengas de qué acusarnos en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios nos llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

RESPONSORIO BREVE

R/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, señor Dios de los ejércitos.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, señor Dios de los ejércitos.

R/ Que brille tu rostro y nos salve.
V/ Señor Dios de los ejércitos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, señor Dios de los ejércitos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca. Aleluya.

PRECES

Cristo, Palabra eterna, ha inaugurado un camino nuevo y vivo, a través del velo de su propia carne, para entrar en el santuario. Pidámosle pues, con humildad:

Ven, Señor, y sálvanos.

Oh Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos,
— ven a revelarnos que somos estirpe tuya.

Tú que no estás lejos de ninguno de nosotros,
— muéstrate en seguida a todos los que te buscan.

Padre de los pobres y consuelo de los afligidos,
— da la libertad a los cautivos y la alegría a los tristes.

Tú que destruyes la muerte y haces brillar la vida,
— líbranos a nosotros y a todos los difuntos de la muerte eterna.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
— salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:
Padre nuestro…

ORACION

Señor y Dios nuestro, tu que has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de san Francisco Javier; infúndenos su celo generoso por la propagación de la fe, y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Martes I de Adviento

1) Oración inicial

Señor y Dios nuestro, acoge favorablemente nuestras súplicas y ayúdanos con tu amor en nuestro desvalimiento; que la presencia de tu Hijo, ya cercana, nos renueve y nos libre de  volver a caer en la antigua servidumbre del pecado. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Lucas 10,21-24
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a ingenuos. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Mi Padre me lo ha entregado todo, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.»

3) Reflexión

El texto de hoy revela el fondo del corazón de Jesús, la razón de su alegría. Los discípulos habían ido a la misión, y al volver, comparten con Jesús su experiencia misionera. (Lc 10,17-21).
• La razón de la alegría de Jesús es la alegría de los amigos. Al escuchar su experiencia y al percibir su alegría, Jesús también siente una gran alegría. La razón de la alegría de Jesús es el bienestar de los demás.
• No es una alegría superficial. Viene del Espíritu Santo. La razón de la alegría es que los discípulos y las discípulas van a experimentar algo de Jesús durante su experiencia misionera.
• Jesús los llama “pequeños”. ¿Quiénes son los pequeños? Son los setenta y dos discípulos (Lc 10,1) que vuelven de la misión: padres y madres de familia, chicos y chicas, casados y solteros/as, viejos y jóvenes. Ellos no son doctores. Son personas sencillas, sin muchos estudios que entienden las cosas de Dios mejor que los doctores.
• “Sí, Padre, ¡porque así te pareció bien!” Frase muy seria. Le parece bien al Padre que los doctores y los sabios no entiendan las cosas del Reino y que las entiendan los pequeños. Por consiguiente, si los grandes quieren entender las cosas del Reino, tienen que hacerse discípulos de los pequeños.
• Jesús los mira y dice: “¡Bienaventurados!” Y ¿por qué son bienaventurados? Porque están viendo cosas que los profetas quisieran ver, pero no logran ver. Y ¿qué verán? Serán capaces de percibir la acción del Reino en las cosas comunes de la vida: cuidar de los enfermos, consolar a los afligidos, echar los males de la vida.

4) Para la reflexión personal

• Si me pongo en el lugar de la gente: ¿me considero perteneciente al grupo de los pequeños o de los doctores? ¿Por qué?
• Me pongo en el lugar de Jesús: ¿cuál es la raíz de mi alegría? ¿Superficial o profunda?

5) Oración final

«Yo te bendigo, Padre,
porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes
y se las has revelado a ingenuos.»
(cf Lc 10,21)

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

6.- RECIBIÓ A MARÍA

Mt 1, 21-25

Pero el ángel le dijo aún más: Dará a luz a un hijo, y le pondrás (tú, José, padre de él ante la ley) por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Y José tomó a María con todo el misterio de su maternidad; la tomó junto con el Hijo que llegaría al mundo por obra del Espíritu Santo, demostrando así una disponibilidad, una gran apertura a los planes de Dios, semejante a la de María[1].

San Mateo, que quiere reseñar además el cumplimiento de las profecías en Jesús y la virginidad de su Madre, añade que todo esto ocurrió para que se cumpliera el anuncio de Isaías[2] siete siglos antes: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien llamarán Enmanuel, que significa Dios-con-nosotros.

La boda propiamente dicha, que completaba los desposorios, se debió de realizar muy poco tiempo después. El texto sagrado da cierta impresión de prisa: Al despertarse José hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su esposa.

Debemos recordar que con los desposorios la pareja ya se había convertido en marido y mujer. Era una ceremonia que formalizaba ante dos testigos el acuerdo que ya habían realizado ambas familias. La celebración de la entrada de la esposa en casa del esposo -que eso eran las nupcias- tenía lugar un año más tarde, y se llevaba a cabo con una fiesta en la casa del esposo, en la que participaban parientes y amigos.

El día empezaba con una procesión en la que las amigas de la esposa, llevando luces y tocando diversos instrumentos, conducían a esta a casa del esposo. Jesús se refiere a esta procesión en su parábola de las vírgenes necias, que se quedaron sin aceite en las lámparas (Mt).

José y María iniciaron un camino nuevo en el que lo importante era la llegada ya próxima del Hijo de Dios. Pocos meses más tarde se conoció en Nazaret la orden del emperador romano, que mandaba empadronar a todo el mundo. Y comprendieron que debían ir preparando el viaje a Belén, la cuna del Mesías.

Belén se encontraba a menos de dos horas de camino de Jerusalén. María y José habían recorrido ya más de ciento cuarenta kilómetros. En aquella época, a pie y por caminos no muy buenos, era un viaje muy largo.


[1] Exhort. Apost. Redemptoris custos, 15-VIII-1989, n. 3.

[2] Is 7, 14.

Comentario – Martes I de Adviento

No hace mucho tiempo creo haber comentado este mismo pasaje evangélico. Por tanto, me remito a aquella reflexión. No obstante, desearía volver a subrayar algunos aspectos del mismo. En cierta ocasión, nos dice el evangelista, Jesús, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Se trata de una exclamación jubilosa que brota seguramente de una experiencia personal. Jesús constata que su mensaje ha calado más en la gente sencilla que en los sabios y entendidos que le son contemporáneos. En esto no hay apenas diferencia con los tiempos actuales. También hoy su mensaje sigue teniendo más acogida entre los sencillos que entre la gente consciente de su saber o engreída en su saber. Los entendidos de entonces, a los que quizá se refiera Jesús, eran los letrados o entendidos en las antiguas Escrituras. Los entendidos de hoy pueden ser también este tipo de letrados de las ciencias bíblicas, pero lo normal es que sean letrados de otros tipos de ciencias, quizá las experimentales o las filosóficas. La mentalidad cientifista actual suele convertirse con frecuencia en una barrera infranqueable para la fe. Cuando esto sucede, no es que se les esconda el mensaje a estos sabios, sino que, por identificarse con esa mentalidad que no acepta más que lo que puede verificar en la experiencia sensible, se impermeabilizan contra este mensaje que pugna por penetrar en su interior. Hay un efecto de rechazo, producto de una determinada mentalidad. Por eso, sólo cuando se resquebraja esta mentalidad puede penetrar el mensaje por las rendijas que deja el quebranto o la quiebra. Jesús, que sintoniza con los sencillos, se alegra de su receptividad y del enorme beneficio que ésta les aporta.

Este es el camino por el que Dios ha decidido darse a conocer. Y el que no lo quiere aceptar porque no se fía de este testimonio o porque entiende que el conocimiento que le ofrece este testimonio es incompatible con el conocimiento adquirido por su ciencia, se está cerrando esta vía de acceso al Dios que le trasciende, que es el mismo Jesús, en cuanto Hijo, y su mensaje de salvación. Porque, como proclama él mismo, nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Él es la vía de acceso al conocimiento de Dios. Si descartamos esta vía por considerarla insignificante o no suficientemente significativa, nos puede resultar muy difícil, quizá imposible, acceder a Él. Pero se trata de una revelación que se hace depender del testimonio de un hombre que se declara Hijo de Dios, el Hijo de Dios hecho hombre en virtud de la Encarnación. Y ante un testimonio sólo cabe creer o no creer: o se le acoge como verdadero, o se le rechaza como falso. Habrá que evaluar seguramente si hay motivos suficientes para aceptar la verdad de ese testimonio, que es en gran medida la verdad de aquel que lo da. Lo que no podemos pretender es que ese testimonio sea empíricamente verificable o que esa verdad sea una evidencia incuestionable.

Si aplicamos los criterios de verificación exigidos por la ciencia a este tipo de cosas, todo o casi todo resulta cuestionable, hasta la paternidad de nuestros padres o la filiación de nuestros hijos. A lo más que podemos llegar es a ver en ese testimonio algo creíble o algo que merece realmente nuestra fe. Jesús tuvo y tiene seguidores porque les ha inspirado confianza. La fe es una cuestión de confianza, aunque el que confía tiene que tener motivos para confiar. Pero si nos anclamos en la desconfianza, no lograremos salir del foso de nuestra propia soledad. Y al final nos veremos solos ante la muerte o la amenaza de la muerte, solos en la inmensidad del universo, sin tener ya a quien recurrir porque no hay una mano amiga a la que podamos agarrarnos con fuerza para que nos saque de las aguas pantanosas en las que nos sumergimos lentamente. Alguno puede decir que la fe se plantea como una llamada de emergencia en nuestra situación de desvalimiento. Puede que esta conexión entre fe e indigencia humana sea una realidad, pero ¿no lo es también la situación de desvalimiento que tarde o temprano espera al hombre? Si fuéramos dioses, quizá no necesitaríamos recurrir a Dios, pero no lo somos. Somos sólo hombres. Y pretender ser autosuficientes, además de ser una temeridad, fruto de una vana presunción o de un engreimiento fatuo, es una falsedad que antes o después se revela insostenible. Si acogemos con la necesaria humildad la revelación del Hijo, podremos alegrarnos con él y dar gracias al Padre por toda la eternidad.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

201. En el Sínodo, uno de los jóvenes auditores proveniente de las islas Samoa, dijo que la Iglesia es una canoa, en la cual los viejos ayudan a mantener la dirección interpretando la posición de las estrellas, y los jóvenes reman con fuerza imaginando lo que les espera más allá. No nos dejemos llevar ni por los jóvenes que piensan que los adultos son un pasado que ya no cuenta, que ya caducó, ni por los adultos que creen saber siempre cómo deben comportarse los jóvenes. Mejor subámonos todos a la misma canoa y entre todos busquemos un mundo mejor, bajo el impulso siempre nuevo del Espíritu Santo.

Recursos – Ofertorio Inmaculada Concepción de María

PRESENTACIÓN DE LAS FLORES

(El centro que va a adornar el altar debe estar previamente preparado. Realizará la ofrenda cualquiera de las mujeres de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Hoy queremos, Señor, adornar de forma especial tu altar, porque queremos festejar, de la mejor manera posible, a la Madre de tu Hijo y Madre nuestra. Con estas flores, queremos simbolizar también la hermosura de María, de la cual Tú te prendaste para hacerla el sagrario de tu Hijo en la tierra. Con ellas, por último, queremos ofrecerte nuestros deseos y compromiso de ser nosotros y nosotras, también hoy día, templos del Espíritu Santo, punto de mira para los hombres y mujeres de tu presencia en la tierra.

ENCENDER la SEGUNDA VELA de la CORONA de ADVIENTO

(Como el domingo anterior, la corona debe estar situada delante del altar o en sitio bien visible. Una vez sentados todos, quien preside enciende, en esta ocasión, la segunda de las velas de la Corona, y dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Padre nuestro: el camino de Adviento se ha llenado, hoy, de sueños y bellas utopías, de ésas que hacen avanzar a nuestro cansado pueblo. Al fondo de la historia, en tu Reino, hemos adivinado un mundo de paz y de justicia. Haz, Señor, que, al encender esta segunda vela de la Corona de Adviento, podamos ver que esos sueños se acercan a nuestra realidad y que van prendiendo, entre nosotros, los valores que rigen tu Reino.

PRESENTACIÓN DE UN PUÑADO DE SAL

(Otra de las mujeres ofrece, en esta ocasión, un puñado de sal o un salero con ella)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, por mi parte, te traigo este puñado de sal, símbolo de la conservación de tantos productos perecederos y, si lo miramos con mayor profundidad, de cómo Tú preservaste de pecado a la que iba a ser Madre de tu Hijo. Es tu propia gracia la que hoy te presentamos, porque no tenemos nada mejor que darte. Sin embargo, como María te respondió con su entrega y disponibilidad, nosotros y nosotras queremos añadir a tu gracia, nuestra humildad y obediencia. Si Tú llenas nuestra vida, se obrarán en nosotros y nosotras maravillas semejantes a las que hiciste con María.

PRESENTACIÓN DE UN COFRE

(Un cofre abierto es el don que puede ofrecer, en esta ocasión, uno de los hombres de la comunidad. Debiera buscarse un cofre que destaque por su belleza, que bien podría ser un joyero)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Este cofre, Señor, que te presentamos quiere ser el signo que define la actitud de María. Ella guardaba en su corazón, como su mejor tesoro, todas las palabras que Tú la dirigías y las que su propio Hijo pronunciaba en cada momento de su vida. Nosotros y nosotras, hoy, al ofrecerte este cofre, queremos, como Ella, vivir pendientes de tus labios, escuchar todas y cada una de tus palabras, y guardarlas en nuestros corazones, porque no tenemos nada más preciado.

PRESENTACIÓN DE UN MURAL, cuyo motivo central sea: «FIAT»

(Lo pueden haber confeccionado los o las jóvenes de la comunidad y el «Fiat» y «Hágase» se deben repetir y deben ser bien visibles. El resto queda a la libertad de los autores o las autoras. Uno de ellos o una de ellas debe ser el encargado o la encargada de presentarlo)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: No sabíamos, Señor, cómo decirte que nos comprometemos a vivir tus palabras y, por eso, hemos escrito esa palabra latina: «Fiat», «Hágase», porque no queremos sólo guardar tus palabras en nuestros corazones, ni siquiera meditarlas con detenimiento. Queremos, además, vivirlas y hacerlas carne de nuestra historia en todos y cada uno de los momentos de nuestras vidas, como lo hizo María, tu humilde criatura y modelo de creyente para nosotros y nosotras.

ESCUCHA DEL «AVE MARÍA» DE SCHUBERT

(Concluida la ofrenda anterior, empieza a sonar por la megafonía esta pieza musical. Todos la escuchan en silencio. Cuando finaliza, un o una joven de la comunidad dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, Señor, como alabanza a la Madre de tu Hijo, esa bellísima «Ave María». Es un piropo de esta comunidad a la Virgen María. Y, nos imaginamos, que Tú lo acogerás con todo el cariño, porque alabarla a ella es hacerlo contigo, capaz de crear la más bella de las criaturas. También la comunidad quiere acogerse, ante Ti, a su intercesión. Ella, Madre nuestra, sabrá protegernos.

Oración de los fieles – Inmaculada Concepción de María

Oremos a Dios Padre, pidiendo en nuestra plegaría de hoy la especial intercesión de la Madre de Jesús. Y respondemos:

QUÉ NOS AYUDE MARIA, LA LLENA DE GRACIA

1.- Por la Iglesia, reunida en torno a la Virgen desde el día de Pentecostés, para que cumpla su misión de amor, justicia y pureza. OREMOS.

2.- Por el Papa Francisco, por todos los obispos y por los sacerdotes y diáconos, para que sepan perseverar en la verdad de Jesús como lo hizo la Virgen María, OREMOS

3.- Por los gobernantes para que, inspirados por la Madre de Jesús, Reina de la Paz, busquen la concordia y la armonía entre todos los pueblos de la Tierra. OREMOS.

4.- Por los enfermos –de cuerpo y de alma–, por los ancianos, por las mujeres maltratadas y por los niños explotados y vejados, para que ellos sientan cerca el ejemplo de Maria en el sufrimiento. OREMOS.

5.- Por todos las religiosos y religiosas de las órdenes que toman el nombre de Maria, la Virgen, para que sepan entender profundamente la necesidad de fidelidad, pureza y perseverancia en el seguimiento de Jesús. OREMOS

6.- Por nosotros, presentes en esta Eucaristía celebrada en honor de Maria, para que su protección nos alcance siempre. OREMOS

Escucha Padre la oración que hoy sometemos a tu bondad y que deseamos te sea agradable.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amen


Hoy celebramos el inicio del cumplimiento de la promesa de un Mesías. Hoy celebramos que la semilla de una Mujer excepcional ya está en la tierra. A través de ella nos vino y nos sigue llegando la salvación: Por eso pedimos hoy:

QUE NOS INUNDE LA PUREZA DE MARIA

1.- Por el Papa para que no cese de anunciar la importancia de un corazón puro en cualquier intención de la Iglesia. OREMOS.

2.-Por los que sufren en el cuerpo o el espíritu para que se acojan a la maternal protección de María. OREMOS

3.- Por aquellos que no creen o viven alejados de la Iglesia, para que con la ayuda de María sepan decir sí al Señor. OREMOS

4.- Por los territorios que vieron nacer y crecer a María, para que a través de su intercesión les llegue la paz. OREMOS

5.- Por los que dirigen las naciones para que aprendan de María su atención a los necesitados. OREMOS

6.- Por las madres de familia para que vean en María el modelo de amor y entrega a los demás. OREMOS

Padre, a través de María ponemos en tus manos estas plegarias. Haz que día a día nuestra vida se asemeje a la suya.

Por Jesucristo, Nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos

Amen.

Comentario al evangelio – Martes I de Adviento

Escuchando el Evangelio de hoy mi corazón me ha llevado lejos, a otras tierras y a otros pueblos. Me ha recordado comunidades y aldeas perdidas entre bosques tropicales con las que he tenido la suerte de compartir tanto… Y casi sin darme cuenta, me he puesto a compararlas con las comunidades parroquiales con las que estoy ahora. Vuelvo al Evangelio y no puedo menos que reconocer cuánta razón tenía Jesús.

Aquella gente sencilla, a pesar de su falta de formación, humana y teológica, en contextos de injusticia y violencia, a manos de narcotraficantes, gobiernos corruptos y empresas aprovechadas, y en medio de una gran pobreza, es capaz sin embargo de vivir con fuerza su fe y organizarse en comunidades vivas y comprometidas. Incluso teniendo que hacerlo a veces solos, apenas con alguna visita esporádica de algún sacerdote.

En cambio, aquí, en el mundo desarrollado, las iglesias se van quedando vacías. No del todo, no. Pero mirad quiénes quedan. También son gente sencilla: gente mayor, algunos inmigrantes y algún que otro joven o adulto buscador contracorriente. Poco más. En estos países de sabios, poderosos y entendidos, la fe está desapareciendo. O quedando reducida a pequeños grupos de gente humilde que lleva sobre sus espaldas la pobreza de los muchos años, o de los muchos sufrimientos.

¡Qué razón tenía Jesús!: “Gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños”. ¿Y tú? ¿Y yo? ¿Somos de los pequeños y sencillos? ¿O al menos, estamos a su lado, compartiendo con ellos, aprendiendo de ellos?

Si San Francisco Javier, el Santo Misionero cuya memoria celebramos este día, viviera hoy, quizás hubiera preferido quedarse en Europa, ahora tierra de misión. Y nos lo encontraríamos, quizás, rodeado de abuelos y abuelas, de jóvenes perdidos, de inmigrantes, de familias sin hogar, de víctimas de las drogas, del alcohol o del juego, anunciándoles la alegre noticia: la venida del Salvador.

Javier Goñi, cmf