Vísperas – Jueves I de Adviento

VÍSPERAS

JUEVES I DE ADVIENTO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Mirad las estrellas fulgentes brillar,
sus luces anuncian que Dios ahí está,
la noche en silencio, la noche en su paz,
murmura esperanzas cumpliéndose ya.

Los ángeles santos, que vienen y van,
preparan caminos por donde vendrá
el Hijo del Padre, el Verbo eternal,
al mundo del hombre en carne mortal.

Abrid vuestras puertas, ciudades de paz,
que el Rey de la gloria ya pronto vendrá;
abrid corazones, hermanos, cantad
que vuestra esperanza cumplida será.

Los justos sabían que el hambre de Dios
vendría a colmarla el Dios del Amor,
su Vida en su vida, su Amor en su amor
serían un día su gracia y su don.

Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor,
los hombres hermanos esperan tu voz,
tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor.
Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador. Amén.

SALMO 29: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«no vacilaré jamás»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi lengua sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

SALMO 31: ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

— Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: St 5, 7-8.9b

Tened paciencia hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. Mirad que el juez está ya a la puerta.

RESPONSORIO BREVE

R/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R/ Que brille tu rostro y nos salve.
V/ Señor Dios de los ejércitos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

PRECES

Imploremos a Cristo, luz resplandeciente, que prometieron los profetas a los que habitan en tierra de sombras, y digámosle:

Ven, Señor Jesús

Cristo, Palabra de Dios, que en el principio creaste todas las cosas, y en la etapa final del mundo tomaste nuestra naturaleza humana,
— ven y arráncanos de la muerte.

Luz verdadera que alumbra a todo hombre,
— ven y disipa las tinieblas de nuestra ignorancia.

Hijo único que estás en el seno del Padre,
— ven y danos a conocer el amor de Dios.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que abres las puertas de todas las cárceles,
— admite en el festín de tus bodas a cuantos aguardan a la puerta.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Imploramos, Señor, tu misericordia y te suplicamos que, por la intercesión de tu obispo san Nicolás, nos protejas en todos los peligros, para que podamos caminar seguros por la senda de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Jueves I de Adviento

1) Oración inicial

Despierta tu poder, Señor, y ven a socorrernos con tu fuerza; que tu amor y tu perdón apresuren la salvación que retardan nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Mateo 7,21.24-27
«No todo el que me diga: `Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»

3) Reflexión

El evangelio de hoy cuenta la parte final del Sermón de la Montaña. El Sermón de la Montaña es una nueva lectura de la Ley de Dios. Empieza con las bienaventuranzas (Mt 5,1-12) y termina con la casa construida sobre la roca.
• Se trata de adquirir la verdadera sabiduría. La palabra de Dios, expresada en la ley de Dios, es fuente de salvación. La verdadera sabiduría consiste en sentir y practicar la Palabra de Dios (Lc 11,28). No basta decir “¡Señor, Señor!” Lo importante no es decir unas bonitas palabras sobre Dios, sino hacer la voluntad del Padre y ser una revelación de su amor y de su presencia en el mundo.
• Quien escucha y practica la palabra construye la casa sobre roca. La solidez no viene de la casa en sí, sino del terreno, de la roca. ¿Qué significa la roca? Es la experiencia del amor de Dios revelado en Jesús (Rom 8,31-39). Hay personas que practican la palabra para poder merecer el amor de Dios. Pero el amor no se compra, ni se merece (Cnt 8,7). El amor de Dios se recibe gratuitamente. Ponemos en práctica la Palabra no para merecer el amor, sino para decir gracias por el amor recibido. He aquí la buena tierra, la roca, que da seguridad a la casa. ¡La verdadera seguridad viene de la certeza del amor de Dios! Es la roca que sostiene en los momentos de dificultad y de tormenta.
• El evangelista termina el Sermón del Monte (Mt 7,27-28) diciendo que la multitud queda admirada por la enseñanza de Jesús, ya que “enseñaba con autoridad y no como los escribas». El resultado de la enseñanza de Jesús es la conciencia crítica de la gente ante las autoridades religiosas de la época. Admirada y agradecida, la gente aprueba las preciosas enseñanzas de Jesús, que son diversas.

4) Para la reflexión personal

• ¿Soy de los que dicen “Señor, Señor”, o de los que ponen en práctica la palabra?
• ¿Observo la ley para merecer el amor y la salvación o para dar gracias a Dios por su amor y su salvación?

5) Oración final

¡Alabad a Yahvé, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad de Yahvé dura para siempre.
(Sal 117)

A la afabilidad se opone el «espíritu de contradicción» (Afabilidad)

El espíritu de contradicción […] se origina cuando no se tiene ningún reparo en contristar mediante la contradicción […] y se opone a la virtud de la amistad o afabilidad, cuya función es convivir agradablemente con otros (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 22, q. 116, a.1)

La afabilidad tiene dos vicios contrarios: por una parte, la excesiva severidad, y por otra el halago palabrero. La virtud de la afabilidad se mantiene en el punto medio, entre lo mucho y lo poco, usando de afectuosidad cuando lo pidan quienes se acercan, y conservando aun entonces suave gravedad, conforme a la varia condición de quienes tratemos. (SAN FRANCISCO DE SALES, Conversaciones espirituales, IX, pp. 628-629).

Comentario – Jueves I de Adviento

El evangelio nos habla del requisito necesario para entrar en el Reino de los cielos. No todo el que me dice: «¡Señor, Señor!» -decía Jesús a sus discípulos- entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Para ser miembro del Reino de los cielos no basta con reconocer a Jesús como Señor, no basta con alabarle, no basta con elevarle súplicas. Es absolutamente necesario acatar la voluntad del Padre y cumplirla. No se trata de la exigencia arbitraria de un Dios déspota y dominador. Es que el Reino de Dios no puede ser sino ese «espacio» en el que se vive como Dios quiere, conforme a sus normas y directrices, según su voluntad. Sólo así puede ser Reino de Dios. Sólo así puede ser cielo. Si en ese Reino no se impusiese la ley del amor, si en ese Reino no hubiese paz y armonía, si en ese Reino imperase, como en la tierra, la ley del más fuerte o el dictado del egoísmo o la mentira, ya no sería de Dios, que es amor, verdad y paz. Para que sea de Dios en este Reino tiene que prevalecer su voluntad. En el cielo rige la voluntad de Dios; por eso decimos en el Padre nuestro: Hágase tu voluntad en la tierra como (se hace) en el cielo. Manifestamos nuestro deseo de que la tierra se haga cielo, o al menos se acerque a él; pero esto sólo es posible si en la tierra se vive bajo la misma ley que en el cielo. Porque la voluntad de Dios es ley y norma de conducta para el hombre, y está expresada en diferentes modos.

Ahí tenemos los mandamientos de la Ley de Dios: Amarás al Señor, tu Dios; honra a tu padre y a tu madre; no matarás; no mentirás; no desearás a la mujer de tu prójimo… Ahí tenemos las consignas de Jesús en el evangelio: Pero yo os digo: No hagáis frente al que os agravia, amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, no devolváis a nadie mal por mal, responded con una bendición, al que de abofetee en la mejilla derecha, preséntale la otra, al que te pide dale, al que te reclama para acompañarle una milla, acompáñale dos… Ahí tenemos los acontecimientos de la vida que nos van descubriendo la voluntad misteriosa de Dios: esa voluntad que se revela también en nuestra historia y que se entremezcla con las voluntades humanas. Luego si queremos que el Reino de Dios sea de Dios (y no de los hombres), hemos de admitir que sea un «lugar» en el que se cumpla la voluntad de quien es y lo ha diseñado conforme a su querer. Por eso no podrán entrar los que no estén dispuestos a someterse a esta voluntad y ley. No es que Dios no quiere tenerlos en su Reino; es que no pueden vivir en un régimen al que no quieren ajustarse, porque sus actitudes le son contrarias. La existencia de tales habitantes en este Reino lo desvirtuaría, a no ser que se convirtiesen a este régimen de vida. Por eso, el cumplimiento de la voluntad de Dios se convierte en requisito para la entrada en su Reino. No obstante, a cumplir la voluntad de Dios también se aprende. El mismo Dios nos va enseñando a lo largo de la vida y al contacto con sus manifestaciones.

El que escucha estas palabras, nos dice también Jesús, y las pone en práctica obra como un hombre prudente que edifica su casa sobre roca. Edificar sobre roca y no sobre arena es de personas prudentes y sensatas. Sólo la firmeza de la roca podrá soportar lluvias, vientos y huracanes. En cambio, lo edificado sobre arena, se desmoronará al más leve movimiento o fuerza contraria. Así edifica el hombre necio, sin prestar atención a los cimientos sobre los que edifica. Jesús entiende que su doctrina es un buen cimiento para edificar una vida. Y como se trata de una doctrina para ser puesta en práctica (doctrina moral), sólo se considerará asimilada cuando sea llevada a la práctica. Hasta entonces no será una doctrina plenamente asumida, porque encuentra su verificación en su misma aplicación. Es una doctrina que, aplicada en la vida de los santos, revela su verdad, o su seriedad, o su eficacia, o su magnificencia, o su robustez, pues es capaz de sostener esa vida hasta sus últimas consecuencias. Prestar atención a estas palabras ya es prudencia; edificar la propia vida sobre ellas es máxima prudencia.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

Una pastoral sinodal

203. Quiero destacar que los mismos jóvenes son agentes de la pastoral juvenil, acompañados y guiados, pero libres para encontrar caminos siempre nuevos con creatividad y audacia. Por consiguiente, estaría de más que me detuviera aquí a proponer alguna especie de manual de pastoral juvenil o una guía de pastoral práctica. Se trata más bien de poner en juego la astucia, el ingenio y el conocimiento que tienen los mismos jóvenes de la sensibilidad, el lenguaje y las problemáticas de los demás jóvenes.

La mujer de la espera confiada

1.- Disponibilidad de María. María es la figura principal del Adviento. Preparó su morada para la llegada del Salvador. Y esto fue así gracias a su disponibilidad para hacer la voluntad de Dios. En este segundo domingo de Adviento celebramos a María porque ella nos ayuda a preparar también nuestro camino interior para recibir a Jesucristo en nuestro corazón. Cuando el Señor Dios llamó Adán, empezó la historia de la salvación. El relato del Génesis es dramático, pero nos abre a la esperanza. Si el Señor nos habla, es garantía de salvación. El pecado está en el hombre. El pecado no fue un simple “error gastronómico”, sino una ambición desmesurada, un deseo de igualarse a Dios y vivir con total autonomía. Y el pecado no fue solamente de un tal Adán y una tal Eva, que no eran nadie, sino del “hombre” y “la madre de los vivientes”, que son contemporáneos de todos los tiempos. Cuando Dios interviene, el hombre toma conciencia de sus heridas, pero también por primera vez se abre a la esperanza. En la lucha contra el mal una nueva mujer con su hijo saldrá victoriosa y repartirá entre todos los frutos de la victoria. María es la mujer que esperó siempre en Dios, que volcó en El su corazón, que dio testimonio de su fe y que entregó su vida a la causa de Dios. Ella lo llevó en su seno, también nosotros en cierto modo debemos acogerlo en nuestro interior. ¿Quién mejor que ella puede enseñarnos a esperar con confianza y alegría?

2.- El camino de la verdadera transformación comienza por la acogida del hermano. Las Escrituras han dado testimonio de la humildad de Jesús. Por eso Pablo nos habla en la Carta a los Romanos sobre el modo de mantener la esperanza: sin violencias, con entereza, pero con suavidad. Así, toda actitud de autodefensa o de apoyo exterior complementario queda sin sentido ante el ejemplo desconcertante de Jesús. El cristiano no puede tolerar las cosas injustas. Pero sabe que, en la actuación de Dios, que se hace débil con el débil, hay una paciencia desconcertante. La problemática de la comunidad de Roma era bien precisa: cristianos judíos y cristianos paganos disentían hasta el punto de hacer peligrar la unidad de la comunidad de fe. Pero Pablo no pide a sus lectores el renunciar a su diversidad de opinión, sino que pide que cada uno intente complacer a su prójimo, que cada uno busque crear para el otro un ambiente donde aquél pueda ser hombre en toda profundidad. La gloria de Dios es el fin de la obra de Cristo, como de la obra cristiana personal y comunitaria. Pero esta gloria de Dios puede traducirse a un lenguaje más casero: la capacidad de acogida. Por su parte, Cristo acoge a los que se hallaban en continuo pecado. Pablo viene a decir a los cristianos de Roma que se acojan mutuamente. En este punto de conversión al hermano, desde la acogida, el cristiano marcha por el camino de la verdadera conversión.

3.- Madre Inmaculada. María, aquella muchacha de Nazaret, confió en el Señor Por eso está “llena de gracia», que significa «llena del favor de Dios». La Inmaculada, la que nunca estuvo sujeta a la esclavitud del pecado, fue objeto de todas las complacencias divinas. Pero también fue la mujer más libre y responsable, sin condicionamientos de un mal pasado, capaz de asumir una función especialísima en la historia de nuestra salvación. Su maternidad fue efectivamente responsable, fue madre porque quiso serlo. María acogió al Mesías deseado por todo el pueblo y soñado por todas las mujeres de Israel. En ella llega a su culminación la esperanza de todos los hombres y mujeres del mundo. María no puede estar lejos de la mente y del corazón del cristiano, especialmente durante el tiempo de Adviento. La fiesta de la Inmaculada, al comienzo de este tiempo es un estímulo para nuestra «espera confiada». ¿Quién mejor que ella, que lo llevó en su seno, pudo esperar su venida? Ella, la Madre concebida sin pecado, nos invita a arrepentirnos, a desechar el mal y a hacer el bien para preparar el camino al Emmanuel. María tiene una misión importante en la Iglesia porque es Madre y modelo de la Iglesia. Nuestra devoción a María debe llevarnos a su Hijo Jesucristo: «Haced lo que Él os diga». Todo lo que tiene, todo lo que es María le viene de Cristo. María es la primera cristiana, toda cristiana, hecha enteramente para Cristo. Por eso es la mujer del futuro, la humanidad del futuro, la nueva humanidad que siempre hemos soñado y que Dios mismo soñó. Pero esto sólo será posible si vivimos cerca de Dios, confiados y seducidos por su Amor, como María. Entonces reinará en todo el mundo otra vez la armonía y la paz.

José María Martín OSA

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»

A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen, prometida de un hombre descendiente de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró donde ella estaba, y le dijo: «Alégrate, llena de gracia; el Señor está contigo». Ante estas palabras, María se turbó y se preguntaba qué signifi caría tal saludo. El ángel le dijo: «No tengas miedo, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Será grande y se le llamará Hijo del altísimo; el Señor le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fi n». María dijo al ángel: «¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño que nazca será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, tu parienta Isabel ha concebido también un hijo en su ancianidad, y la que se llamaba estéril está ya de seis meses, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel la dejó.

Lucas 1, 26-38

Para meditar

Es verdad que no comenzó todo este día. El Señor había elegido a María hace tiempo para que fuera la Madre de Dios. Pero María fue libre y libremente le dijo a Dios que si esa era su voluntad que podía contar con ella para lo que fuera necesario.

María nos tiene que servir para aprender a apostarlo todo por aquello que creemos. Ella de forma muy sencilla le dijo a Dios que se hiciese en ella la voluntad de Dios. Nosotros muchas veces encontramos siempre disculpas y “nuestras razones” para hacer lo que nos pide Dios en otro momento.

Para hacer vida el evangelio

  • ¿Hay algo que debes hacer para ayudar a otra persona y nunca encuentras el momento de hacerlo? Escribe esto que saber que debes hacer por otra persona.
  • ¿Qué podemos aprender de SÍ de María a Dios?
  • Escribe un compromiso para que puedas crecer en hacer la voluntad del Padre.

Oración

Quiero, Señor, darte mi sí más auténtico.
Quiero seguirte, aunque me distraiga.
Quiero elegir tu estilo, aunque una
y mil veces me deje
tentar por otros diferentes.
Quiero vivir a tu manera, luchando contra otras ofertas de vida fácil.
Quiero amar, aunque mis necesidades
griten más que las de otros.
Quiero ser manso, aunque yo mismo
me sorprenda de mis arrebatos.
Quiero escuchar, aunque mis ruidos
interiores no callen.
Quiero ser pobre, aunque mis deseos
sean infi nitos.
Quiero ser grande, aunque por dentro apenas crea en mí.
Quiero ser niño, aunque, a veces,
presuma de adulto.
Quiero ser misericordioso,
aunque me cueste.
Quiero ser tolerante, y aceptar a cada ser humano en su totalidad.
Quiero ser austero, y dar todo lo que me sobre, poco a poco.

Con María, te digo que sí

Quiero, Señor, darte mi sí más auténtico.
Quiero seguirte, aunque me distraiga.
Quiero elegir tu estilo, aunque una
 y mil veces me deje
tentar por otros diferentes.
Quiero vivir a tu manera, luchando contra otras ofertas de vida fácil.
Quiero amar, aunque mis necesidades griten más que las de otros.
Quiero ser manso, aunque yo mismo me sorprenda de mis arrebatos.
Quiero escuchar, aunque mis ruidos interiores no callen.

Quiero ser pobre, aunque mis deseos sean infinitos.
Quiero ser grande, aunque por dentro apenas crea en mí.
Quiero ser niño, aunque, a veces, presuma de adulto.
Quiero ser misericordioso, aunque me cueste.
Quiero ser tolerante, y aceptar a cada ser humano en su totalidad.
Quiero ser austero, y dar todo lo que me sobre, poco a poco.
Quiero trabajar por la justicia,
y no descansar hasta que todos vivan.
Quiero luchar por la paz, y no poner

la más mínima tensión alrededor.
Quiero llorar con los otros,

y dar poca importancia a todo lo mío.
Quiero ser profundo, y tener cada día mi rato de charla contigo.

Quiero ser auténtico, y no dejarme engañar y distraer por otros dioses.
Quiero estar en el mundo, y hacerme amigo de los diferentes.

Quiero vivir atento a todas
las necesidades del hermano.
Quiero vivir amando, y acercarme

a todos los humanos.
Quiero vivir una vida plena, que ese es el sueño que tienes para mí.
Quiero imitar a María, la madre,

la Inmaculada,
la llena de gracia, la oyente de la Palabra.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Inmaculada Concepción de María

• Según la costumbre judía, había un espacio de tiempo aproximado de un año entre el momento en que una mujer era “desposada” (27) con un hombre y el día en que se celebraba el matrimonio y los esposos empezaban a vivir juntos.

• José era de la casa de “David” (27). Mateo lo llama “hijo de David” (Mt 1,20).

• El saludo del ángel era el habitual de la época: “Alégrate” (28). En el contexto, este saludo presenta a María como la que ha sido escogida por Dios.

• El nombre de “Jesús” (31) que significa “el Señor salva”. En Mt 1,21 se explica: “Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”. El mismo nombre de Jesús indica su misión: “él viene a traer a los hombres la salvación de Dios”. Por eso se puede decir que es el Salvador (Lc 2,11).

• “No conozco a varón” (34): es una expresión típicamente bíblica. Aquí significa que María no ha tenido relaciones sexuales con hombre alguno. Y la finalidad del texto es indicar, desde el primer momento del Evangelio de Lucas, el origen divino de Jesús (32.35).

• Sobre “el Espíritu Santo” (35), tengamos en cuenta que ya participa al principio en la acción creadora de Dios (Gn 1,2). En Jesucristo, Dios hace nueva la Creación.

• También la expresión “te cubrirá con su sombra” (35) nos conecta con las Escrituras: recuerda la nube que cubría el tabernáculo mientras el pueblo de Israel caminaba por el desierto (Ex 40,34-35; Nm 9,15) y que era un signo de la presencia de Dios.

• La expresión “Hijo de Dios” (35) en Lucas aparece en una voz del cielo, en el bautismo (3,22) y la transfiguración (9,35); también en boca del diablo y de los demonios, que reconocen a Jesús como Hijo de Dios (4,3.9.41; 8,28); y el mismo Jesús lo dice a petición de los dirigentes judíos (22,70).

• La expresión “para Dios nada hay imposible” (37) nos hace releer el texto de Gn 18,14, donde encontramos la concepción extraordinaria de Isaac.

Comentario al evangelio – Jueves I de Adviento

¿Hacemos del Señor y de su palabra la Roca firme sobre la que construimos nuestra vida y nuestras comunidades? Si somos sinceros no podemos dejar de reconocer que no suele ser así. A la hora de la verdad, en nuestras decisiones cotidianas las prioridades más bien son otras: la seguridad económica, mis propios intereses y necesidades, o los de los “nuestros”, la propia imagen, o el poder, o el miedo a los inmigrantes, los pobres, los que son “diferentes”, …

Las lecturas de hoy nos interpelan con fuerza: “el Señor es la Roca perpetua”. Sólo sobre El y su palabra se podrá asentar esa “ciudad fuerte”, esa nueva sociedad, el Reino de Dios. La vieja sociedad, “elevada” sobre las desigualdades y sobre el egoísmo de los poderosos, será derrumbada, abatida, pisoteada por los pies del oprimido, por los pasos de los pobres. La vida personal y comunitaria que no se fundamente en Jesús y en su palabra será como una casa sobre arena, arrasada por la fuerza del agua y del viento. Y al fin sólo quedarán en pie, firmes y bien cimentadas en el Señor y en su Palabra, las personas y comunidades que vivan de verdad cumpliendo la Voluntad del Padre.

La tormenta arrecia: desigualdades, pobreza y violencia, cambio climático, crisis económica, política, social, cultural. Este mundo, construido sobre falsos cimientos, acabará desplomándose. Cada vez son más las personas, grupos y comunidades que deciden comenzar a vivir de otro modo, sobre otras bases: el amor, el servicio, la equidad, la igualdad de derechos de todos y todas, la justicia, la paz verdadera, el cuidado de la naturaleza. Eso es vivir conforme a la Voluntad del Padre, conforme al mensaje de Jesús.

¿Y tú y yo? ¿Y nuestras comunidades? ¿En qué fundamento estamos anclando nuestra existencia? ¿Es el Señor realmente nuestra Roca? ¿Vivimos conforme a la Palabra de Dios, y su Voluntad? Por que no es suficiente decir “Señor, Señor” …

Javier Goñi, cmf