Vísperas – Viernes III de Adviento

VÍSPERAS

VIERNES III de ADVIENTO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.

Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.

¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!

Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando,
mientras los ojos se duermen.

Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.

SALMO 134: HIMNO A DIOS, REALIZADOR DE MARAVILLAS

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

SALMO 134

Ant. Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas;
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor.
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA: 1Co 1, 7b-9

Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él nos mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusarnos en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios nos llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, ¡y él es fiel!

RESPONSORIO BREVE

R/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R/ Que brille tu rostro y nos salve.
V/ Señor Dios de los ejércitos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh llave de David y Centro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombras de muerte.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh llave de David y Centro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombras de muerte.

PRECES

Oremos, hermanos a Cristo, nuestro Señor y nuestro Redentor que vendrá con gloria al fin de los tiempos, y digámosle:

Ven, Señor Jesús

Señor y Redentor nuestro, que al nacer en la carne nos libraste del yugo de la ley,
— completa en nosotros los beneficios de tu amor.

Tú que tomaste de nuestra humanidad todo lo que no repugnaba a tu divinidad,
— danos de tu naturaleza los dones de los que la nuestra está sedienta.

Con tu presencia da cumplimiento a nuestros deseos,
— y con la fuerza de tu amor inflama nuestros corazones.

Danos la gracia de alegrarnos contigo en la gloria,
— pues ya en este mundo nuestra fe sincera te confiesa.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Derrama, Señor, el rocío de tu amor,
— sobre las almas de todos los difuntos.

Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Señor y Dios nuestro, a cuyo designio se sometió la Virgen Inmaculada aceptando, al anunciárselo el ángel, encarnar en su seno a tu Hijo: tú que la has transformado, por obra del Espíritu Santo, en templo de tu divinidad, concédenos, siguiendo su ejemplo, la gracia de aceptar tus designios con humildad de corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Viernes III de Adviento

1) Oración inicial

Señor y Dios nuestro, a cuyo designio se sometió la Virgen Inmaculada aceptando, al anunciárselo el ángel, encarnar en su seno a tu Hijo; tú que la has transformado, por obra del Espíritu Santo, en templo de tu divinidad, concédenos, siguiendo su ejemplo, la gracia de aceptar tus designios con humildad de corazón. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Lucas 1,26-38
Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue.

3) Reflexión

• La visita del ángel a María evoca las visitas de Dios a varias mujeres del Antiguo Testamento: Sara, madre de Isaac (Gn 18,9-15), Ana, madre de Samuel (1 Sam 1,9-18), la madre de Sansón (Jueces 13,2-5). A todas ellas fue anunciado el nacimiento de un hijo con una misión importante en la realización del plan de Dios.
• La narración empieza con una expresión “En el sexto mes”. Es el sexto mes de embarazo para Isabel. La necesidad concreta de Isabel, una mujer ya avanzada en edad que va a tener a su primer hijo, con un parto a riesgo, es el telón de fondo de todo este episodio. Y ella lo menciona al comienzo (Lc 1,26) y al final de la visita del ángel (Lc 1,36.39).
• El ángel le dice: “¡Alégrate!, ¡Llena de gracia! ¡El Señor está contigo!” Palabras símiles fueron dichas a Moisés (Ex 3,12), a Jeremías (Jr 1,8), a Jedeón (Jz 6,12) y a otras personas con una misión importante en el plan de Dios. María se queda extrañada ante este saludo, y tratar de saber el significado de aquellas palabras. Es realista. Quiere entender. No acepta cualquier inspiración.
 El ángel responde: “¡No temas, María!” Como en la visita del ángel a Zacarías, el ángel recuerda aquí que el primer saludo de Dios es siempre: ”¡No temas!” Luego el ángel recuerda las promesas del pasado que se cumplirán mediante el hijo que va a nacer y que debe recibir el nombre de Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y en él se realizará el Reino de Dios. Esta es la explicación del ángel para que María no tenga miedo.
• María tiene conciencia de la misión que está recibiendo, pero sigue siendo realista. No se deja embalar por la grandeza de la oferta y mira su condición. Analiza la oferta a partir de los criterios que tiene a su disposición. Humanamente hablando, no es posible: “¡Cómo podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?”
• El ángel explica que el Espíritu Santo, presente en la Palabra de Dios desde el día de la Creación (Génesis 1,2), consigue realizar cosas que parecen imposibles. Por esto, el Santo que va a nacer de María será llamado Hijo de Dios. El milagro se repite hoy. Cuando la Palabra de Dios es acogida por los pobres, algo nuevo acontece por el poder del Espíritu Santo. Algo tan nuevo y sorprendente como que un hijo va a nacer de una virgen o un hijo va a nacer de una mujer ya entrada en edad como Isabel, de la que todos decían que ¡no podía tener hijos! Y el ángel añade: “¡Ahí tienes a tu parienta, Isabel: se encuentra ya en el sexto mes del embarazo!”
• La respuesta del ángel aclara todo para Maria, y ella se entrega: “¡He aquí la sierva del Señor! Hágase en mí según su Palabra”. Maria usa para si el título de Sierva, sirvienta del Señor. Este título viene de Isaías, que presenta la misión del pueblo no como un privilegio, sino como un servicio a los otros pueblos (Is 42,1-9; 49,3-6). Más tarde, Jesús definirá también su misión como un servicio: “No vine para ser servido, sino para servir” (Mt 20,28). ¡Aprendió de su Madre!

4) Para la reflexión personal

• ¿Qué es lo que más te llama la atención en la visita del ángel Gabriel a Maria?
• Jesús elogio a su madre cuando dice:“Dichosos aquellos que oyen la Palabra y la ponen en práctica” (Lc 11,28). ¿Cómo se relacionó María con la Palabra de Dios durante la visita del ángel?

5) Oración final

De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y cuantos lo habitan,
pues él lo fundó sobre los mares,
lo asentó sobre los ríos. (Sal 24,1-2)

Comentario – Viernes III de Adviento

Benedicto XVI se pregunta a propósito de la historicidad de estos relatos de la infancia de Jesús: «¿De dónde sacan Mateo y Lucas la historia que relatan? ¿Cuáles son sus fuentes? A este respecto, Joachim Gnilka dice con razón que se trata claramente de tradiciones de familia. Lucas alude a veces a que María misma, la madre de Jesús, fue una de sus fuentes, y lo hace de una manera particular cuando, en 2,51, dice que «su madre conservaba todo esto en su corazón» (cf. también 2,19). Sólo ella podía informar del acontecimiento de la anunciación, que no había tenido ningún testigo humano. Naturalmente, la exégesis «crítica» moderna insinuará que las consideraciones de este tipo son más bien ingenuas. Pero ¿por qué no debería haber existido una tradición como ésta, conservada y a la vez modelada teológicamente, en el círculo más restringido? ¿Por qué Lucas se habría inventado la afirmación de que María conservaba las palabras y los hechos en su corazón, si no había ninguna referencia concreta para ello? ¿Por qué debía hablar de su «meditar» sobre las palabras (Lc 2,19; cf. 1,29), si nada se sabía de eso?».

Y a continuación: «Yo añadiría que, también de este modo, la aparición tardía especialmente de las tradiciones sobre María tiene su explicación en la discreción de la Madre y de los círculos cercanos a ella: los acontecimientos sagrados en el alba de su vida no podían convertirse en tradición pública mientras ella aún vivía».

Y, a modo de recapitulación, dice: «Lo que Mateo y Lucas pretendían —cada uno a su propia manera— no era tanto contar «historias» como escribir historia, historia real, acontecida, historia ciertamente interpretada y comprendida sobre la base de la Palabra de Dios. Esto quiere decir también que su intención no era narrar todo por completo, sino tomar nota de aquello que parecía importante a la luz de la Palabra y para la naciente comunidad de fe. Los relatos de la infancia son historia interpretada y, a partir de la interpretación, escrita y concentrada».

El relato evangélico de Lucas comienza así: En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David: la virgen se llamaba María. Se trata del sexto mes del embarazo de Isabel. De esta manera se enlazan ambos acontecimientos, el nacimiento de Jesús y el de Juan, y se ponen en relación las misiones de ambos personajes. Primero saldrá a la escena Juan, como Precursor, y después Jesús. La destinataria del anuncio es una virgen desposada, de nombre María. ¿Qué significa una «virgen desposada»? ¿Una virgen que pretendía mantenerse virgen? La pregunta de María en relación con la maternidad que le ha sido anunciada: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?, parece indicar el propósito de esta muchacha virgen de permanecer virgen. Pero entonces ¿por qué se ha desposado con José? ¿Es que pretendía salvaguardar su virginidad en este espacio matrimonial? ¿No resulta paradójico que pretendiendo mantenerse virgen haya decidido casarse? ¿No es camino más adecuado para guardar la virginidad mantenerse célibe? El Papa, después de haber barajado diferentes interpretaciones, no encuentra una «respuesta convincente», de modo que el «enigma» o el «misterio de la frase» permanece. «Por razones que nos son inaccesibles –añade-, María no ve posible de ningún modo convertirse en madre del Mesías mediante una relación conyugal». Será el ángel el que le confirme que ella no será madre de modo normal después de ser recibida en casa por José, sino mediante la sombra del poder del Altísimo, mediante la llegada del Espíritu Santo. Pues para Dios nada hay imposible.

Llama la atención que, en su salutación, el ángel no se dirija a María con el acostumbrado saludo judío, shalom —la paz esté contigo—, sino que use la fórmula griegaχαiρε, que debe traducirse: ¡Alégrate! Es la gran alegría de la que oyen hablar los pastores en la noche de la Navidad, la alegría de que se llenan los discípulos al ver al Señor resucitado o la alegría de la que se llenará su corazón cuando vuelvan a verle. Es el don con el que el Espíritu Santo recompensa a los seguidores de Jesús. A María, la llena de gracia, se le dona este don que le es connatural con la gracia (= la χaρις) de que está llena. A la que está llena de gracia (cháris) puede suponérsele la alegría (chará).

A María, la que ha encontrado gracia ante Dios, se le promete que concebirá en su vientre y dará a luz un hijo. De este hijo se dice que será grande y que se llamará Hijo del Altísimo, que recibirá el trono de David su padre y que reinará sobre la casa de Jacob para siempre sin fin. Son todas promesas ligadas a su concepción «por obra del Espíritu Santo». «La salvación que trae el niño prometido –dice el Papa- se manifiesta en la instauración definitiva del reino de David. En efecto, al reino davídico se le había prometido una duración permanente: «Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre» (2 S 7,16), había anunciado Natán por encargo de Dios mismo». Y más adelante precisa: «Naturalmente, sigue siendo verdadera también la palabra que Jesús dijo a Pilato: «Mi reino no es de aquí» (Jn 18,36). A veces, en el curso de la historia, los poderosos de este mundo quieren apropiarse de él, pero precisamente entonces es cuando peligra: quieren conectar su poder con el poder de Jesús, y justamente así deforman su reino, lo amenazan. O bien queda sometido a la persecución persistente de los dominadores, que no toleran ningún otro reino y desean eliminar al rey sin poder, pero cuya fuerza misteriosa temen. Pero «su reino no tendrá fin»: este reino diferente no está construido sobre un poder mundano, sino que se funda únicamente en la fe y el amor. Es la gran fuerza de la esperanza en medio de un mundo que tan a menudo parece estar abandonado de Dios. El reino del Hijo de David, Jesús, no tiene fin, porque en él reina Dios mismo, porque en él entra el reino de Dios en este mundo. La promesa que Gabriel transmitió a la Virgen María es verdadera. Se cumple siempre de nuevo».

Y tras recibir la explicación del ángel: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios, y la alusión a la concepción de una mujer estéril, su pariente Isabel, María contesta con un profundo asentimiento: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Es el fiat, el hágase en mí de María, el deseo explícito de que se haga la voluntad de Dios no sólo en el mundo, sino en ella misma, en su propio vientre, tal como el Señor de quien es esclava quiere. ¿Qué otra cosa puede desear una esclava sino cumplir la voluntad de su Señor y ver cómo esa voluntad se cumple? Se trata de la voluntad que le ha sido manifestada por la palabra del mensajero. María no sólo da fe al mensaje, sino también al mensajero. Se fía, pues, de Dios y de sus mediaciones. Y ante Dios no puede sino reconocerse esclava, carente de derechos, inhábil para llevarle ante un tribunal o para enjuiciar sus acciones, pues no hay tribunal superior al de Dios; ni siquiera el tribunal de la razón (humana) es superior al de Dios (razón divina). Por eso la actitud de María no es sólo la más santa (o acorde con la gracia), sino también la más racional (o acorde con la razón) posible. Ella, en cuanto llena de gracia, ha sido constituida para nosotros en modelo de conducta. Atendamos a su ejemplaridad.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

218. En este marco, en nuestras instituciones necesitamos ofrecerles a los jóvenes lugares propios que ellos puedan acondicionar a su gusto, y donde puedan entrar y salir con libertad, lugares que los acojan y donde puedan acercarse espontáneamente y con confianza al encuentro de otros jóvenes tanto en los momentos de sufrimiento o de aburrimiento, como cuando deseen celebrar sus alegrías. Algo de esto han logrado algunos Oratorios y otros centros juveniles, que en muchos casos son el ambiente de amistades y de noviazgo, de reencuentros, donde pueden compartir la música, la recreación, el deporte, y también la reflexión y la oración con pequeños subsidios y diversas propuestas. De este modo se abre paso ese indispensable anuncio persona a persona que no puede ser reemplazado por ningún recurso ni estrategia pastoral.

La misa del domingo

DOMINGO IV DE ADVIENTO/ CICLO A
22 de diciembre de 2019

 

Isaías (7,10-14): “La virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros».

Sal 23: Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Romanos (1, 1-7): Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios.

Mateo (1, 18-24): Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

ECOS DESDE LOS JÓVENES Y LAS COMUNIDADES

• No somos huérfanos: “Dios viene a morar con nosotros”.
• Preparemos nuestra casa y celebremos en familia esta Navidad.

PROPUESTA DE HOMILÍA

Una promesa y una señal.

Celebramos el final del Adviento, en este cuarto domingo, y a solo dos días de la nochebuena. Estos días solemos andar inquietos con los preparativos navideños: la cena, la familia, la lotería de hoy mismo… ¿nos tocará?

Más allá de los premios, lo que sí nos va a tocar es un poco de ilusión; tal vez algo de nostalgia, y sobre todo una presencia que es una bendición: Dios está con nosotros. Cada año volvemos a recordar que Dios se hizo niño indefenso y habitó entre nosotros. Y que esa es la prueba definitiva de que Dios siempre estará a nuestro lado. En toda circunstancia Dios sigue acompañándonos y amándonos.

La señal de que todo va a cumplirse es la de una Virgen que está a punto de ser madre, sola, con la intervención directa de Dios. Así se le anuncia al rey Acaz, dudoso de que Dios siguiera bendiciendo a su pueblo Israel. Dios se compromete con Acaz y de paso con toda la humanidad, a través del signo de la Virgen Madre. 

Como José, acogemos a María en nuestra casa.

El evangelio de hoy es precioso. En él aparece destacada la persona de José, que se ve tentado en repudiar a su esposa María porque el niño que esperaba no era suyo. Se nos subraya la bondad de José: se dice que era “hombre justo”, y por eso no quiere hacerle ningún mal a su mujer. Lo grande de esta historia es que José piensa en su interior (discierne, diríamos hoy) y ahí recibe la iluminación de Dios: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. Además, se le da el ser protagonista de esta historia, y hacerla suya: “Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.” Es José quien le pondrá el nombre, quien lo aceptará como hijo suyo, y de este modo participará en el plan salvador de Dios.

Cada uno de nosotros estamos invitados a aceptar esta historia y a ser protagonistas. El camino es el de José: acogiendo a María y al Hijo de Dios, que ella lleva. Acoger es hacerlos de mi familia, hacerles un hueco en mi corazón y velar para esta buena noticia la conozcan los demás. ¿No crees que las personas necesitan saber que no están “dejadas de la mano de Dios”; sino bendecidas y queridas por El? ¿No necesitas tú mismo este buen anuncio?

Nuestra casa y nuestra familia.

Si Dios es promesa y nos ha bendecido en Jesús, podemos pedirle que se convierta estos días en bendición para nuestra familia. Con Jesús, nuestra familia se convierte en la casa de Dios, y nuestras personas en padres/madres/hijos del Hijo de Dios. ¿De qué manera quisiéramos ser bendecidos por este maravilloso niño? Si, como todos los niños, trae “un pan debajo del brazo”, ¿cómo podría mejorar nuestra vida familiar? Podemos orar por nuestras familias; y también por extensión por todas las familias, crean o no en este anuncio de la Navidad.

Celebremos la Navidad

Preparemos estos días previos a la nochebuena cuidando algún gesto en familia. El hecho de preparar la mesa, de bendecirla, de encender una vela al lado del niño, son gestos sencillos que nos ayudarán a acoger a Dios, que está presente en medio de nosotros, a través del niño Jesús.

“La virgen sueña caminos…está a la espera”.

José Luis Villota, sdb

Misa del domingo: misa con niños

DOMINGO IV de ADVIENTO (A)
“Dios con nosotros”

22 de diciembre de 2019

(Éste es el nombre que va a recibir Jesús y que resalta con insistencia la liturgia de hoy: “Dios- con-nosotros”. Dios no se aleja, se acerca a la humanidad; “pone su tienda entre nosotros”. ¿Se puede celebrar algo más grande? Ese es el verdadero sentido de la navidad cristiana.

. Un signo para la celebración: Encender la cuarta vela de la corona de adviento, mientras se canta. Junto a la corona, un cartel, o proyección, con la frase: “Dios-con-nosotros”.

. En el momento del ofertorio se puede hacer una sencilla “presentación de las figuras del belén”. Unos niños pueden traer algunas figuras y la cuna del Niño Jesús, pero vacía. Se puede explicar el significado: el belén nos enseña cómo fue acogido Jesús, “Dios-con- nosotros”.

. Al finalizar la misa se puede bendecir los “Niño Jesús” que hayan traído de las casas, es una costumbre que se va introduciendo, y bendecir el Belén de la iglesia.

. Una canción para la celebración, después de la primera lectura o en la Acción de Gracias: “Dios está aquí” (Kairoi). Se puede cantar, recitar o escuchar. “La Virgen sueña caminos”).

1. MOTIVACIÓN

Amigos: ¡Qué contentos estáis! Vacaciones y fiesta de Navidad. Por eso hemos encendido la última vela que nos quedaba por encender. Ahora hay más luz y más alegría. Si te preguntaran qué nombre le vamos a poner al Niño que va a nacer, ¿qué dirías? Hoy lo vamos a escuchar en las lecturas. Fíjate bien y participa con ganas en esta última eucaristía de adviento. Juntos cantamos.

2. SALUDO DEL SACERDOTE

3. PETICIÓN DE PERDÓN

  • A ti, Señor, que nos das luz y vida, te pedimos. SEÑOR, TEN PIEDAD.
  • A ti, Señor, que nos das fuerza y esperanza, te pedimos. CRISTO, TEN PIEDAD.
  • A ti, Señor, que nos das paz y alegría, te pedimos. SEÑOR, TEN PIEDAD.

4. PRIMERA LECTURA (La propia del día. Isaías 7,10-14) Lectura del Profeta Isaías:

En aquellos días, dijo el Señor a Acaz:

– Pide una señal al Señor tu Dios.

Respondió Acaz:

– No la pido, no quiero tentar al Señor.

Entonces dijo Dios:

– Mirad: la virgen está encinta y da a luz a su hijo, y le pone por nombre “Enmanuel”, que significa “Dios-con-nosotros”.

Palabra de Dios

5. SALMO DIALOGADO (o se canta la canción “Dios está aquí” (Kairoi)

Lector: María, ayúdanos a acoger a Jesús.

Todos: María, ayúdanos a acoger a Jesús.

Lector: En nuestros pueblos y en la ciudad.

Todos: María, ayúdanos a acoger a Jesús.

Lector: En las calles y las plazas.

Todos: María, ayúdanos a acoger a Jesús.

Lector: Entre la gente más cercana y los que vienen de lejos.

Todos: María, ayúdanos a acoger a Jesús.

Lector: En esta Navidad y en nuestra familia.

Todos: María, ayúdanos a acoger a Jesús.

6. EVANGELIO (Mateo 1, 18-24). “Dios-con-nosotros”

La concepción de Jesucristo fue así:

La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le dijo:

– José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús.

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre “Enmanuel”, que significa “Dios-con-nosotros”.

Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del señor y se llevó a casa a su mujer.

Palabra del Señor.

7. COMENTARIO

  • Dios, desde siempre, ha querido estar muy cerca de la humanidad: la creación, Abraham, los profetas…
  • Tan cerca, tan cerca… que se hizo hombre y se llama “Dios-con-nosotros”.
  • Esta expresión no sólo es un nombre, significa lo que realmente sucede en la Navidad.
  • Esto nos da una gran alegría y la seguridad de que Dios nunca nos va a dejar.
  • Tú repites el significado de la navidad cada vez que “estás-con-otras personas”, para ayudarles y recorrer juntos el camino de la vida.

8. PETICIONES

  1. Por todos los que somos ahora el rostro de Jesús, la Iglesia. Para que seamos reflejo de su amor y de su humanidad. Roguemos al Señor.
  2. Por quienes no han descubierto al verdadero Jesús, para que lo sientan cercano en esta navidad. Roguemos al Señor.
  3. Por los misioneros y misioneras, por los voluntarios en las misiones y entre nosotros, por las vocaciones que se han propuesto seguir a Jesús. Roguemos al Señor.
  4. Por los niños y niñas que nos reunimos en esta eucaristía, para que llevemos a nuestras casas la alegría de la navidad. Roguemos al Señor.

9. OFRENDAS. Se puede llevar como ofrenda algunas figuras del belén, con la cuna vacía. Como signo de que queremos preparar una casa a Jesús, que va a nacer.

10. ACCIÓN DE GRACIAS. Canto “Dios está aquí” (Kairoi). (Se puede cantar, escuchar o recitar).

Dios está aquí,
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como la mañana se levanta,
tan cierto como que este canto lo puedes oír.

1. Lo puedes hallar a tu lado en este mismo instante.
Lo puedes buscar
muy dentro de tu corazón.
Le puedes contar,
ese problema que tienes.
Jesús está aquí,
si tú quieres le puedes oír.

2. Lo puedes oír moviéndose entre las montañas.
Lo puedes oír

cantando con nosotros aquí.
Lo puedes llevar
cuando por esa puerta salgas.
Lo puedes guardar

muy dentro de tu corazón.

11. PARA LA VIDA

(Como compromiso para la semana, se invita a colocar en casa el “belén”, o hacer una oración ante el mismo, para resaltar el verdadero sentido cristiano de la navidad: “Dios-con-nosotros”).

Iñaki Lete, sdb

El amor de un padre (Oración)

EL AMOR DE UN PADRE

Ya queda menos para que celebremos el nacimiento de Jesús. ¿Te imaginas lo nerviosos que se pusieron tus padres cuando estabas a punto de nacer tu? Hoy vamos a escuchar la historia de lo que le pasó a José, el padre de Jesús. Pero antes relaja un poco el cuerpo. Respira despacio, todo eso te ayudará a meterte en la escena.

El texto es una adaptación del evangelio de Mateo (Mt 1, 18-24):

José se quedó sorprendido al saber que María esperaba un hijo. Y pensó en rechazarla, porque ellos todavía no vivían juntos y el niño no era suyo. Pero un ángel se le apareció mientras dormía, y le dijo: «José, no te preocupes. El niño que va a nacer viene del Espíritu Santo. María dará a luz un hijo, y le llamaréis Jesús. Como anunció el profeta, la Virgen dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros». Cuando José se despertó se puso muy contento, y se llevó a María a vivir a su casa, como le había dicho el ángel.

Pobre José, quería con locura a María. Pero entendía nada de lo que estaba pasando. De repente María estaba embarazada. ¿Qué iban a pensar sus vecinos del pueblo?

Cuando quieres a alguien de veras, tu amor es tan grande que sólo te importa que la otra persona esté bien. Eso le ocurría a José, no deseaba nada malo para María. Pero a la vez no acababa de entender lo que estaba pasando.

Entonces tiene un sueño en el que un ángel le explica quién es ese niño que va a nacer. Ahora José sabe lo que tiene que hacer y se fía de Dios. Se lleva a María a su casa y juntos, muy emocionados, se preparan para el nacimiento del Hijo de Dios.

Mientras escuchas la canción, piensa si alguna vez te ha pasado algo así, que tu amor por alguien ha sido más importante que cualquier otra cosa. A lo mejor has perdonado a tu mejor amiga, no has dado tanta importancia a algo que te ha hecho un compañero, o se te ha pasado un enfado con tus padres. Todo eso lo has hecho porque les quieres y es que el amor, lo arregla todo.

No importa si dudo,
no importa si caigo,
no importa si fallo
si quiero cambiar.

Voy bien cuando escucho,
voy bien cuando abrazo,
voy bien cuando ayudo
si busco amar.

El amor lo cura todo,
el amor perdona todo,
el amor lo arregla todo
y, ‘pa’ caminar,
la gasolina siempre es amar.

El amor lo arregla todo interpretado por Migueli «El amor lo arregla todo»

Terminamos este rato de oración pensando en María y en José, felices de colaborar en los planes de Dios. Felices de recibir a ese niño que cambiará la historia.

Gloria al Padre
al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio
ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario al evangelio – Viernes III de Adviento

Pedir pruebas a las personas que amamos y que nos quieren, no suele ser una buena idea. Ajaz parece que lo sabía, tal como nos lo cuenta Isaías. No quería tentar a su Dios. Sin embargo, el profeta parece descubrir más una falta de confianza que una prueba de amor. Y el Señor envía una prueba: una muchacha quedará embarazada y dará a luz. De nuevo, como ayer, quedan claras las preferencias de Dios y su modo de hacer las cosas.

Va a entrar el Señor, el Rey de la gloria”, dice el salmo . Pero el camino elegido para esta entrada no deja de ser desconcertante. Lo fue para Ajab en tiempos de Isaías; lo fue para los contemporáneos de Jesús. Y me temo que lo sigue siendo para nosotros hoy.

Si hoy pudiera pedir a Dios un signo, ¿qué le pediría? No lo tengo claro… La tentación es confundir una señal para seguir esperando, con una acción que confirme nuestros propios deseos.

Y si Dios me quisiera dar una señal para mí hoy, en las circunstancias que estoy viviendo, ¿cuál sería?, ¿por dónde señalaría?, ¿por qué caminos y modos entraría este Señor de la Gloria?

Ojalá no perdamos la oportunidad. Porque aunque Dios venga y vuelva siempre, una y otra vez, también sabemos que, como el ángel Gabriel, se retira. Y es el momento en que nosotros, -cada uno sabrá cómo-, tiene que vivir y hacer vida eso que tan alegremente decimos: “hágase en mí según tu Palabra”.

Rosa Ruiz, mc