El ángel del Señor se apareció a… José

1.- En la primera y la segunda lectura de la misa de hoy, mis queridos jóvenes lectores, se habla de profetas. En muchos otros lugares de la Biblia, del Antiguo y del Nuevo Testamento, ocurre lo mismo. Y es que los profetas son muy importantes. Profetas masculinos y femeninos, que de los dos sexos hubo. También hoy en día son necesarios, más aun, creo yo que son indispensables.

Observaréis que se insiste en la falta de sacerdotes, que se organizan oraciones colectivas invocando al Señor. No digo que esté mal hacerlo o desearlo, no, pero sí que no son tan indispensables como se cree.

2.- ¿sabéis por qué os lo digo? Porque para ser sacerdote es preciso desearlo, pero no es suficiente, debe uno ser aceptado. Pasa como en el enamoramiento. A un chico puede gustarle una chica y cree que es suficiente, pero no es así, Una chica está loca por un chico y ya cree que va a gozar con él para siempre y se equivoca. El chico puede sentirse muy enamorado, pero si la chica no lo está de él, no habrá éxito.

3.- Pues bien, uno puede entrar en un seminario pero, una vez dentro, pueden decirle que no continúe y se pregunte ¿por qué no puedo ser cura si es lo que yo quiero? Para otros en cambio el progreso les es fácil y sin ninguna dificultad son admitidos y hasta son ordenados. Son perfectos funcionarios y creen que ya es suficiente. Y seguramente los que mandan también lo creen. Pero uno observa la marcha de la Iglesia y se da cuenta de que no progresa como fuera desear, que a nadie interesa, que a nadie inquieta. El Papa diría de estos que son unos trepas.

Más gracioso, una chiquilla dice que quiere ser sacerdote y hasta juega a decir misa, mientras os estoy escribiendo pienso en un caso concreto, y advierto que la chica ni era tonta, ni rebelde. Tal vez el caso sea diferente y se trate de una joven que se siente revolucionaria y dice y discute enojada porque al sacerdocio no se admiten mujeres. No me meto ahora en cuestiones teológicas

4.- ¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Qué carismas precisa la Iglesia con urgencia? ¿es que el sacerdocio es la única manera de que nuestra cultura, la del primer y segundo mundo, que es post cristiana, se convierta y salve? Ser profeta significa aceptar personalmente con radicalidad la voluntad de Dios y estar dispuesto a que contra viento y marea, no cese de anunciarla y exigirla.

5.- Mujer fue hace siglos Juana de Arco, en Francia había soldados y pasaban años y años sin conseguir la paz. Una jovencita, pastora de ovejas, leal a la voz de Dios y en poco tiempo logro lo que en 100 años los hombres no habían conseguido. Y pensando en nuestros días ¿no fue Chiara Lubich mucho más útil para el progreso cristiano, que tantos sacerdotes que vivíamos al mismo tiempo que ella? ¿Y el gesto de Gianna Baretta Molla, no fue además de martirial, un elocuente símbolo profético que no deja indiferente a nadie que lo conozca?

6.- Para que Navidad sea una fiesta cristiana, trufada de Fe y Gracia, se necesitan madres que estén dispuestas a organizar y organizarse, con fiel conciencia cristiana, las reuniones, los convites y las felicitaciones, con motivo de la actualización celebrativa de la Encarnación del Hijo de Dios.

7.- En aquel tiempo, el Ángel del Señor se apareció a José, le indicó confidencialmente un camino a seguir, un comportamiento que no era deslumbrante, su fidelidad humilde permitió la protección del Hijo de Dios y de su Madre, ignoto su parabién, es proceder profético que debemos admirar e imitar.

8.- Mis queridos jóvenes lectores, chico y chicas, solteros o casados, preguntaos ¿qué espera de mi el Señor? ¿debo ser profeta, aquí y en donde? ¿me has escogido y a nadie debo pedir permiso y no debo hacer mi voluntad, sino la tuya? Seguramente no os contestará en sueños. Descubrir su voluntad siempre es arriesgado. Pero no lo olvidéis, en el entorno de la Navidad primera hubo mucha valentía.

Pedrojosé Ynaraja

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II Vísperas – Domingo IV de Adviento

II VÍSPERAS

DOMINGO IV de ADVIENTO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Ven, ven, Señor, no tardes.
Ven, ven, que te esperamos.
Ven, ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo, sin paz, no ve;
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas tú. Amén.

SALMO 109: EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Ant. Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los pueblos.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los pueblos.

SALMO 111: FELICIDAD DEL JUSTO

Ant. Lo torcido se endereza, lo escabroso se iguala: ven, Señor, y no tardes más. Aleluya.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Lo torcido se endereza, lo escabroso se iguala: ven, Señor, y no tardes más. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: LAS BODAS DEL CORDERO

Ant. Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
Su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.

LECTURA: Flp 4, 4-5

Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. el Señor está cerca.

RESPONSORIO BREVE

R/ Muéstranos Señor, tu misericordia.
V/ Muéstranos Señor, tu misericordia.

R/ Danos tu salvación.
V/ Tu misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Muéstranos Señor, tu misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.

PRECES

Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que viene a salvar a todos los hombres y digámosle confiadamente:

Ven, Señor, Jesús

Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo la gloria de tu divinidad,
— vivifica al mundo con tu venida.

Tú que participaste de nuestra debilidad,
— concédenos tu misericordia.

Tú que viniste humildemente para salvar al mundo de sus pecados,
— cuando vuelvas de nuevo con gloria y majestad, absuélvenos de todas las culpas.

Tú que lo gobiernas todo con tu poder,
— ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la herencia eterna.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
— alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada:
Padre nuestro…

ORACION

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

En Jesús lo divino nunca se percibe por los sentidos

Los relatos “de la infancia” de Mt y Lc, no son crónicas de sucesos, no son “historia” en el sentido que hoy damos a la palabra. Son teología narrativa. Mc no sabe nada de la infancia de Jesús. Jn tampoco quiere saber nada de esas historias. La fuente Q tampoco hace alusión alguna a ellas. Por otra parte, los relatos de Mt y Lc, solo coinciden en lo esencial. En los detalles, no se parecen el uno al otro en nada. Su intención no fue hacer una crónica de sucesos. El interés por la figura de Jesús, empezó con su vida pública, y sobre todo, con la muerte-resurrección. Antes de eso, nada extraordinario sucedió en él que se pudiera descubrir desde el exterior.

Para resaltar lo que Jesús fue para los cristianos, vieron la necesidad de hablar de las maravillas de su infancia, fue una necesidad de comunicación, para hacer creíble lo que ellos habían descubierto con tanta dificultad. Los conocimientos que hoy tenemos nos hacen pensar que la infancia de Jesús fue de lo más normal. Nadie pudo adivinar lo que después iba a manifestar con su vida. Sus padres lo trataron siempre como a un niño normal. La mejor prueba de ello es que, cuando empezó a salirse de la norma, creyeron que estaba loco y quisieron impedírselo.

Solo después de la experiencia pascual, se intentó explicar quién era Jesús, más allá de lo que se podía percibir. El modo en que lo hicieron era lo lógico para ellos. Ni se engañaban ni quisieron engañar. Nos engañamos nosotros al entender literalmente el texto, dando al relato un sentido distinto al que ellos le dieron. En todas las culturas se ha intentado explicar la grandeza de unos personajes contando historias sobre su nacimiento portentoso. De más de cuarenta personajes anteriores a Cristo, se dice que han nacido de madre virgen. Esos datos no pretenden afirmar nada sobre sus madres sino sobre los personajes.

Es ridículo tratar de determinar, desde nuestra manera de entender el mundo, si es verdadero o es falso lo que dicen. Todas esas afirmaciones tienen su verdad. En todos los casos se habla de la infancia de esos personajes después de haber constatado que su vida sobrepasó lo que se puede esperar de un ser humano. Si lo que hacen es más que humano, tiene que ser divino. Es una manera de hablar que todos entendían y que no causaba conflicto alguno. Los cristianos, después de descubrir en la experiencia pascual lo que Jesús significaba, razonaron: Si de tantas personas famosas se puede decir que son hijos de dios, de Jesús con mucha más razón.

“María estaba desposada con José”. El matrimonio, constaba de dos partes: el contrato y la boda. Lo importante era el contrato (desposorio). En la boda se celebraba la acogida de la esposa en la casa familiar del novio. Según la ley judía, María y José estaban casados a todos los efectos jurídicos. El anuncio se hace a José. ¿Por qué ha tenido tan poca repercusión en nuestra religión este anuncio, comparado con el que ha tenido la Anunciación de María? Vamos a dar un somero repaso al texto que acabamos de leer.

“Antes de vivir juntos”. Mt quiere transmitirnos el origen divino de Jesús. Por dos veces lo dice sin rodeos. Todo lo que es y significa Jesús, es obra del Espíritu. Pero, ¿creéis que eso queda explicado diciendo que Dios se hizo espermatozoide? El pensar que Dios garantiza su presencia en Jesús por vía biológica es una monstruosidad. Dios no puede manipular la materia biológica. Dios no tiene actos puntuales. En Dios ser y actuar son la misma realidad. La presencia de Dios en Jesús, se manifiesta en lo humano, no desde fuera de ello.

“Por obra del Espíritu Santo”. Dos veces hace Lc referencia al Espíritu. En los dos casos está sin artículo. Al traducirlo con artículo determinado, estamos empujando a entenderlo mal. “Pneumatos Agiou”, hace referencia a Dios Espíritu (viento, aliento vital, fuerza, energía). Sería: “por obra de la fuerza de Dios”. “Agiou” (Santo) tampoco coincide con nuestro concepto de santo; significa, más bien, separado, incontaminado, completamente distinto, y además separador y purificador. Apunta  a una absoluta originalidad. Jesús no es obra de la casualidad, ni de una evolución progresiva, sino que responde a la presencia en él de Dios

José, su esposo que era bueno.” José es el centro del relato. Ni la palabra “bueno” ni la de “justo”, traducen la riqueza del término griego. Significaría un israelita auténtico, temeroso de Dios y cumplidor de la Ley. Simboliza el “resto de Israel” fiel. María, para Mt, simboliza la nueva comunidad. En las dificultades que encuentran estos dos personajes, se está manifestando el conflicto que se vivía en tiempo de Mt, entre el judaísmo fiel al AT y la nueva comunidad. El origen divino simboliza la superioridad del NT. El encargo a José, de recibir a María, está indicando que todo buen israelita debe aceptar la novedad, porque es lo que Dios ha querido.

“El ángel del Señor”, no es una naturaleza angélica como lo concebimos nosotros, sino la presencia misteriosa del mismo Dios. Es Dios mismo el que hace la invitación a dar el salto. Los judíos pueden sentirse seguros al abandonar lo antiguo y hacerse cristianos. “En sueño”, es la manera normal de dirigirse Dios a los hombres en todo el AT. “Hijo de David”. La referencia a David, deja bien clara la pertenencia al pueblo judío. José es el encargado de legitimar la transición. Se trata de deshacer toda posible prevención por parte de los judíos.

“Tú le pondrás por nombre Jesús”. Si conociéramos lo que significaba en todo el AT poner el nombre a una persona, descubriríamos la importancia que toma José en este relato. El nombre es resumen de lo que va a ser una persona. El innombrable va a tener nombre, y la imposición de ese nombre va a depender de otro hombre, José. Recordemos que en relato de Lc el nombre se lo revela a María el ángel y ella será quien se lo imponga.

“Para que se cumpliera la Escritura”. Mt hace especial hincapié en el cumplimiento de lo anunciado por el AT. En el párrafo de Isaías citado, la palabra hebrea `almâ’, que significa joven, fue traducida de manera incorrecta por “párthenos” que significa (célibe, soltera, doncella, virgen). En hebreo hay una palabra (betûâ) que significa de manera precisa virgen, pero no fue la usada en el pasaje. El malentendido lo denunció ya Trifón (s II). El relato bíblico se refiere a la joven esposa del rey Acaz que va a tener su primer hijo, y que iba a suponer la salvación para el reino. Jesús será salvador, como aquel hijo.

“Enmanuel (Dios-con-nosotros)”. La ausencia de Dios era la causa de todos los males para Judá. Su presencia garantizaba que las cosas iban a ir bien. Jesús no será un enviado más de Dios. No podía tener padre humano, porque sería a quien tenía que imitar en la tierra y no podía ser Dios su único modelo. Su modelo será exclusivamente Dios. Será Hijo porque en todo imitará al Padre. Para nosotros, es un lenguaje extraño, pero en aquella época, la referencia de un hijo al padre no se medía por lo biológico, sino por la capacidad del hijo para imitar al padre.

Meditación

Tengo que nacer del agua y del Espíritu.
Nadie puede hacerlo por mí; ni siquiera el mismo Dios.
El Espíritu ya está dentro de mí.
Mi tarea es darle a luz; es decir, tomar conciencia de esa realidad
y manifestarla en mi vida, para que la descubran los demás.
Ese proceso me llevará a la plenitud humana.

Fray Marcos

Una lotería que siempre toca

El premio

No son millones de euros. Es un premio mucho mayor: una persona. Al principio puede resultar decepcionante. Con este premio no se puede comprar un gran chalé, ni un coche de último modelo. No podemos permitirnos un crucero de lujo ni costear una operación en el mejor hospital del mundo. Pero es un premio personal, que redime nuestro pasado y garantiza nuestro futuro. Las lecturas dedican pocas frases a describir a esa persona: desciende del rey David, nace de una muchacha virgen, y le ponen por nombre Jesús porque nos salva de los pecados. También se le puede llamar Emmanuel, que significa «Dios con nosotros». La cercanía de Dios puede inspirar incluso miedo. En este caso, no. Es un Dios que se presenta como un niño, con el compromiso de morir por nosotros.

La publicidad (1ª lectura)

Este premio no se anuncia en verano, con pocos meses de antelación, como la Lotería de Navidad, sino varios siglos antes. En el año 734 a.C. los reyes de Siria y Efraím se coaligaron para conquistar Judá y deponer al rey Acaz de Jerusalén. Cuenta el profeta Isaías que, cuando llegó la noticia, «se agitó el corazón del rey y del pueblo como se agitan las hojas de los árboles con el viento». El profeta se presenta ante el rey y le ofrece una señal, un signo portentoso realizado por Dios, para mantener la calma. Acaz, que ha pedido ayuda a Asiria, confía en este imperio (los EE. UU de la época) más que en Dios, y responde que no quiere pedir señal alguna. Pero Isaías se la da: «la muchacha está encinta y da a luz un hijo, y le pone por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros». El nacimiento del niño garantizará la salvación de Judá y de Jerusalén.

El sorteo (evangelio)

En tiempos de Isaías, algunos pensaron que la muchacha encinta era la esposa del rey, y Emmanuel el hijo que nacería dentro de poco: Ezequías. Este niño fue un buen rey, pero no cumplió las grandes esperanzas depositadas en él. Pasaron los siglos y Emmanuel no llegaba. Hasta que los cristianos ven cumplida la promesa en el nacimiento de Jesús. Este viene del Espíritu Santo y José le pondrá ese nombre «porque él salvará a su pueblo de los pecados». No salvará de los asirios, ni de los romanos, sino de nuestros pecados, muriendo por nosotros. Y Mateo añade: «Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta». Ya no hay que seguir esperando. Ha salido el primer premio.

Los afortunados (2ª lectura)

En esta lotería todos tienen premio. Incluso cabe la posibilidad de comprar el décimo después de que haya sido premiado. Es lo que dice Pablo a los romanos. El premio no es solo para los judíos, también para los paganos. No toca solo en Jerusalén o Belén, también en Roma. Allí, entre los paganos, se ha difundido el evangelio y se sienten «amados por Dios y llamados a formar parte de su pueblo santo». Igual que nosotros, al cabo de veinte siglos, debemos sentir la alegría de haber sido beneficiados por Dios. El evangelio del domingo pasado hablaba del desconcierto de Juan Bautista, y nos obligaba a pensar en el desconcierto y escándalo que podemos sentir ante la conducta y el mensaje de Jesús. El evangelio del cuarto domingo da un paso adelante. El desconcierto y el escándalo se pueden superar. El asombro se da ante el misterio y no acaba nunca, dura toda la vida.

***

Lo anterior es un sencillo esquema que ayuda a entender el mensaje del cuarto domingo y a prepararnos para la Navidad. Para comprender mejor el evangelio entresaco algunos datos de mi comentario El evangelio de Mateo. Un drama con final feliz (Verbo Divino, Estella 2019, pp. 52-56.

Mateo da un título a lo que va a contar: El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera. Sin embargo, no es eso lo que cuenta, se limita a ofrecer una serie de datos sobre ese misterio.

El relato consta de los elementos típicos: planteamiento, nudo y desenlace. Como en cualquier novela policíaca. Pero existe una diferencia. Mientras Agatha Christie dedica la mayor parte al nudo, a las peripecias de Hércules Poirot en busca del asesino, Mateo es brevísimo en las dos primeras partes y pasa enseguida al desenlace. No se trata de un relato dramático, sino didáctico.

Planteamiento

Parte de unos personajes que da por conocidos para el lector, María y José, y de una costumbre que también da por conocida entre judíos: después de los desposorios (la petición de mano), los novios son considerados como esposos, con el compromiso de fidelidad mutua, pero siguen viviendo por separado. De repente, resulta que María espera un hijo del Espíritu Santo. Mt no deja al lector ni un segundo de duda. Con perdón del Espíritu Santo, y siguiendo el símil policiaco, el lector sabe desde el principio quién es el asesino.

Nudo

La duda es para José, hombre bueno. Según el Deuteronomio, si un hombre se casa con una mujer y resulta que no es virgen, si la denuncia, “sacarán a la joven a la puerta de la casa paterna y los hombres de la ciudad la apedrearán hasta que muera, por haber cometido en Israel la infamia de prostituir la casa paterna” (Dt 22,20ss). José prefiere interpretar la ley en la forma más benévola. La ley permite denunciar, pero no obliga a hacerlo. Por eso, decide repudiar a María en secreto para no infamarla. Mt escribe con enorme sobriedad, no detalla las dudas y angustias de José. Como mejor se advierte esto es comparando el relato con un fragmento del Génesis Apócrifo encontrado en Qumrán, en el que leemos algo parecido a propósito del patriarca Lamec: advierte que su mujer, Bitenós, está encinta, y duda de que ese hijo sea suyo (el estado fragmentario del texto no permite saber por qué duda). La angustia del personaje la refleja el autor de forma casi patética:

“Entonces pensé que la concepción era obra de los Vigilantes, y la preñez de los Santos, y pertenecía a los Gigantes […] y mi corazón se trastornó en mi interior por causa de este niño. Entonces yo, Lamec, me asusté y acudí a Bitenós, mi mujer, y dije […]: júrame por el Altísimo, por el Gran Señor, por el Rey del Universo […] que de veras me harás saber todo, me harás saber de veras y sin mentiras si esto […]. Júrame por el Rey de todo el Universo que me estás hablando sinceramente y sin mentiras […]Entonces Bitenós, mi esposa, me habló muy reciamente, lloró y dijo: ¡Oh, mi hermano y señor! Recuerda mi placer, el tiempo del amor, el jadear de mi aliento en mi pecho […] Yo te juro por el Gran Santo, por el Rey de los cielos, que de ti viene esta semilla, de ti viene este embarazo, de ti viene la siembra de este fruto, y no de ningún extranjero, ni vigilante, ni hijo del cielo. ¿Por qué está la expresión de tu rostro tan alterada y deformada, y tu espíritu tan deprimido?” (1QapGn Col. II, 1-17). Ni siquiera con estas palabras de su esposa queda tranquilo Lamec; acude a su padre, Matusalén, para que le pregunte a Henoc y se informe de todo con certeza. Es una pena que la columna esté tan estropeada en algunos momentos capitales para la interpretación del argumento. El relato de Mt parece en muchos detalles como la antítesis del Génesis Apócrifo.

Desenlace

En cuanto José toma la decisión, se aparece el ángel que resuelve el problema. José obedece, y María da a luz un hijo al que José pone por nombre Jesús. En esta sección final, entre las palabras del ángel y la obediencia de José introduce Mt unas palabras para explicar el misterio: se trata de cumplir la profecía de Is 7,14 (que se lee hoy como 1ª lectura).

Mensaje

Este análisis literario demuestra que Mt no ha intentado poner en tensión al lector. Sabe desde el comienzo a qué se debe el misterio. Entonces, ¿qué pretende decirnos con este episodio? Tres cosas fundamentales a propósito del protagonista de su obra.

¿Quién es Jesús? Al comienzo del evangelio, en la genealogía, Mt acaba de indicarnos que es verdadero israelita y descendiente de David. ¿Significa que sea el Mesías? Para eso hace falta algo más según la tradición de ciertos grupos judíos. El Mesías debe nacer de una virgen, según está anunciado en Is 7,14. Este episodio demuestra que Jesús cumple ese requisito. Pero hay otro dato que no contiene el texto de Isaías: Jesús viene del Espíritu Santo, con lo cual se quiere expresar su estrecha relación con Dios.

¿Qué hará Jesús? Lo indica su nombre: salvar a su pueblo de los pecados. Salvar de los pecados no es lo mismo que perdonar los pecados. Perdonar los pecados se puede hacer de forma cómoda, sentado en el confesionario, o incluso paseando o tomando un café. Salvar de los pecados sólo se puede hacer ofreciendo la propia vida. Sabemos desde niños que Jesús, para salvarnos de nuestros pecados, dio su vida por nosotros. Pero no debe dejar de asombrarnos. Porque la actitud normal de un judío piadoso ante el pecado no es comprenderlo ni justificarlo, mucho menos morir por el pecador. Es condenarlo.

¿Qué repercusiones tiene su aparición? Mt, al escribir su evangelio, parte de la experiencia de su comunidad, perseguida y rechazada por aceptar a Jesús como Mesías. Mt le indica desde el comienzo que las dificultades son normales. Incluso las personas más ligadas al Mesías, sus propios padres, sufren problemas desde que es concebido. El cristiano debe ver en José un modelo que le ayuda y anima. No debe tener miedo a aceptar a Jesús y seguirlo, porque “viene del Espíritu Santo” y “salvará a su pueblo de los pecados”.

José Luis Sicre

Comentario – Domingo IV de Adviento

El evangelio que hoy proclama la Iglesia es el mismo evangelio que anunciaba Pablo hace ya veinte siglos: una Buena Noticia prometida y cumplida en tiempos de Jesús. Es la noticia que alude al Hijo de Dios, nacido de mujer -y mujer virgen-, de la estirpe de David, y constituido con pleno poder en su resurrección. ¿Qué tiene este acontecimiento de buena noticia? Que el que nace en nuestra tierra es nada menos que el Enmanuel, es decir, el Dios-con-nosotros: un Dios que no sólo nos ha creado, que no sólo está de nuestra parte, sino que ha querido compartir nuestra suerte y destino, que se ha hecho compañero nuestro, no para perecer con nosotros, sino para hacernos compartir su suerte e incorporarnos a su propio destino, el que le compete en cuanto Dios y Señor.

Este evangelio tiene su promesa y su señal: la señal es la garantía de la promesa y de su cumplimiento. Se trata de una señal profética (dada por mediación de un profeta) pero divina (es el mismo Dios quien la da, por iniciativa propia). ¿Y cuál es esa señal? Una virgen que está en cinta y da a luz un hijo: una joven que no sólo está en estado de esperanza, sino en estado de gracia, y que da a luz no lo que es fruto del amor fecundo de unos padres, sino fruto del Espíritu Santo. Por eso el niño recibirá el nombre de Enmanuel, porque es realmente el Dios-con-nosotros.

Pero la realización histórica de esta promesa señalizada tuvo sus dificultades, como era de prever. La entrada de Dios en el mundo a través de una mujer no podía no alterar ciertas normalidades. Rompía esquemas mentales: ¿a quién se le hubiera ocurrido pensar que Dios pudiese nacer hombre, que el creador se hiciese creatura o que Dios viniese a ser nuestro congénere y compañero de fatigas? Rompía planes: quizá los planes de unos jóvenes esposos dispuestos a forma una familia. Rompía normalidades como la del cauce natural por la que un hijo es engendrado por la unión de los sexos complementarios del varón y la mujer.

Estas rupturas no podían sino alterar las vidas y conductas de los protagonistas de la historia: la de María que, ya desposada, es decir, comprometida, soporta en silencio su situación de embarazo «prematuro», expuesta a todo tipo de murmuraciones; más aún, expuesta a la denuncia pública de su marido, al público desprecio, a la pena de muerte que gravitaba sobre las adúlteras; la de José, que se ve sorprendido por la confirmación de sus sospechas, que vive momentos de indecisión, porque no quiere denunciar a su mujer, pero tampoco puede acogerla en su casa en semejante estado como si no pasara nada, y que, finalmente -y porque era bueno– decide repudiarla en secreto (seguramente sin testigos), deshaciendo el compromiso adquirido sin dar más explicaciones, atrayéndose quizá las culpas de semejante acción, que podría aparecer a los ojos de los demás como el acto irresponsable de un marido que abandonaba a su mujer y al hijo que ésta llevaba en su vientre. Hubo de ser el mismo Dios quien corrigiese el rumbo de los acontecimientos. Sólo así José pudo apartar los reparos que le impedía acoger a María, su mujer, en casa.

Pero esto no tuvo que resultarle nada fácil. Sólo cuando llegó al convencimiento de que el hijo que su mujer llevaba en su seno era obra de una acción extraordinaria de Dios en su vida, es decir, que era fruto del Espíritu Santo, pudo dar este paso. No obstante, a semejante convencimiento llegó en virtud de una revelación en sueños. Pero ¿quién puede fiarse de un sueño? Es verdad que en la historia de Israel hay sueños en los que se deja oír la voz de Dios, sueños reveladores como los sueños de Jacob y de su hijo José. Los sueños son, por tanto, un cauce de comunicación divina. Quizá este contexto de alianza y de confianza en el Dios de las intervenciones históricas -un Dios providente-, le permitió a José fiarse de un sueño. También le ayudó seguramente la confianza que había depositado en María, un don de Dios para él. Y sobre todo la confianza en el Dios creador y liberador, el Dios de las misiones imposibles. Sin tales confianzas no le habría sido posible a José fiarse de un sueño.

Luego la entrada de Dios en el mundo, aun siendo tan suave y respetuosa y tan adaptada a los espacios y tiempos del desarrollo embrionario, no dejaba de ser anormal, inaudita -en cuanto partenogénesis– e increíble. La misma expresión «Deus-homo» nos parece contradictoria por incomparable: o Dios, o hombre; pero «Dios-hombre» a la vez y sin solución de continuidad… Porque no hablamos de un Dios en el hombre o de un hombre en Dios, sino del «Dios (hecho) hombre». Tal es el Dios-con-nosotros. Si, en esta expresión, el con inaugura una relación de igualdad entre los términos unidos por la preposición, nos parece también una desmesura. Pero tal es la desmesura del amor de Dios que nos disponemos a celebrar una vez más en esta eucaristía. ¿Acaso no decimos cada vez que recibimos el cuerpo de Cristo: Dios-con-nosotros; más aún, Dios-dentro-de-nosotros, que es como decir: el infinito (lo divino) contenido en lo finito (lo humano)?

Así se cumplió la promesa con su señal. El Dios-con-nosotros es también Dios-para-nosotros: Se ha hecho con-nosotros (hombres) para ser para-nosotros (salvación). Pero esto es algo que no puede acontecer sin-nosotros, como tampoco aconteció su ser-con-nosotros, su venida a este mundo, sin María y sin José. Y si de ellos pidió fe y colaboración, también de nosotros pide fe y colaboración: la acogida con que María acogió al Verbo en su corazón y en su seno; la acogida con que José acogió su mensaje en sueños y a María en su casa; la colaboración con que siempre colaboraron a la realización de sus designios: la tutela del niño hasta verse obligado al exilio, el trabajo de cada día, la educación del hijo, etc. Sin esta fe y colaboración por parte nuestra no puede llevar a efecto su obra salvadora, dado que la salvación del ser libre requiere libre acogida.

Hoy estamos muy necesitados de esta fe porque se desconfía mucho de las posibles intervenciones de Dios en nuestro mundo, porque tendemos a negarle esta posibilidad haciendo de nuestra religión un deísmo o un moralismo ilustrado que limita la actividad divina a lo estrictamente necesario o a lo racionalmente pertinente, de modo que acaba por imponerse a la fe el espíritu racionalista que llevamos dentro. Pero no es esto lo que nos enseñan personajes bíblicos como José y María. De ellos aprendemos a confiar más en el Dios en quien creemos porque así se nos ha manifestado: el Dios-con-nosotros.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

220. Esto no significa que se aíslen y pierdan todo contacto con las comunidades de parroquias, movimientos y otras instituciones eclesiales. Pero ellos se integrarán mejor a comunidades abiertas, vivas en la fe, deseosas de irradiar a Jesucristo, alegres, libres, fraternas y comprometidas. Estas comunidades pueden ser los cauces donde ellos sientan que es posible cultivar preciosas relaciones.

Lectio Divina – Domingo IV de Adviento

La justicia de José salvó la vida de María
Mateo 1,18-24

1. Oración inicial

 Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Clave de lectura:

Los miembros de las comunidades cristianas de Palestina y de la Siria, para los que Mateo escribe su evangelio, eran en gran parte judíos convertidos. Aceptaron a Jesús como Mesías y creyeron en Él. Fueron perseguidos a causa de su fe. Sus hermanos judíos le decían: “Vosotros cristianos vivís engañados; ¡Jesús no es, no puede ser el Mesías!”. En el texto que meditamos este domingo, se ve manifiestamente la preocupación de Mateo, que quiere confirmar la fe de las comunidades. Es como si quisiera decirles: “ ¡Vosotros no vivís engañado! ¡Jesús es verdaderamente el Mesías!”. La intención de los capítulos 1º y 2º del Evangelio de Mateo es el de informar a los lectores con respecto a Jesús, cuya actividad será descrita a partir del capítulo 3º. En estos dos primeros capítulos, Mateo presenta las credenciales de Jesús, nuevo legislador, nuevo Moisés. En la genealogía (Mt 1,1-17) ya había mostrado que Jesús pertenece a la raza de David y de Abrahán (Mt 1,1). En estos versículos (Mt 1, 18-25), Mateo continúa presentando a Jesús describiendo su nacimiento. Cuenta cómo José ha recibido la noticia de que María está encinta y las profecías que se cumplirán con el nacimiento de Jesús, demostrando que Él es el Mesías esperado. Durante la lectura, es bueno prestar atención a lo que el texto dice sobre la persona de Jesús, sobre todo por lo tocante al significado de los nombres que Él recibe.

b) Una división del texto para ayudar en la lectura:

Mateo 1,18: Una irregularidad legal de María
Mateo 1,19: La justicia de José
Mateo 1,20-21: La aclaración del ángel
Mateo 1,22-23: La melodía del evangelio de Mateo
Mateo 1,24-25: La obediencia de José

c) El texto:

Mateo 1, 18-24

18 El origen de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. 19 Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado.20 Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta: 23Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros». 24 Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.25 Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.
i) ¿Cuál es el punto de este texto que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?
ii) Según las palabras del ángel ¿quién es el hijo que nacerá de María?
iii) Según las palabras de Mateo ¿qué profecía del Antiguo Testamento se realiza en Jesús?
iv) ¿Cuáles son los dos nombres que el Niño recibe y cuál es el proyecto de Dios, escondido en estos nombres?
v) ¿Cómo entender la conducta de José?¿Qué nos enseña esta conducta?
vi) ¿En qué consiste exactamente la “justicia” de José?
vii) ¿Cuál es nuestra justicia, comparada con la de José?

5. Para aquéllos que desean profundizar más en el tema

a) Contexto del pasaje del evangelio:

La genealogía de Jesús (Mt 1,1-17) nos deja con un interrogante. Junto a los nombres de los cuarenta y dos ascendientes paternos de Jesús (Mt 1,17), Mateo cita los nombres de cuatro ascendientes maternas solamente: Tamar (Mt 1,3), Racab, Rut (Mt 1,4) y la mujer de Uría (Mt 1,6). Las cuatro mujeres conciben a sus hijos fuera de los parámetros de la pureza o justicia legal de la época. Desde luego estas cuatro mujeres se encuentran en estado irregular ante la Ley. Es evidente la irregularidad de estas cuatro ascendientes. Basta leer los textos del Antiguo Testamento, donde vienen escritas las historias de cada una. Es así como al final de la genealogía surge una pregunta: Y María, esposa de José, de quien nace Jesús (Mt 1,16) ¿también ella incurre en alguna irregularidad de tipo legal?. Es de esto de lo que nos habla el texto que meditamos este domingo.

b) Comentario del texto:

Mateo 1,18: Una irregularidad legal en María
María aparece encinta antes de convivir con José, su prometido esposo. Quien observa las cosas desde fuera constata una irregularidad y dirá: “¡María, que horror! Según la ley de Moisés este error merecía la pena de muerte (Dt 22,20). Para evitar esta interpretación falsa de los hechos, Mateo ayuda al lector a ver el otro aspecto de la preñez de María: “Concibió por obra del Espíritu Santo”. A los ojos humanos puede parecer una trasgresión de la Ley, pero a los ojos de Dios era exactamente lo contrario.

Mateo 1,19: La justicia de José
La gravidez de María sucede antes de que conviva con José, no por una desviación humana, sino más bien por voluntad divina. Dios mismo se ha burlado de las leyes de la pureza legal en el modo que ha hecho nacer al Mesías en medio de nosotros. Si José hubiese obrado según las exigencias de la ley de la época, hubiera debido denunciar a María y posiblemente le hubiera arrojado piedras. La preñez antes del matrimonio es irregular y según la ley de la pureza legal, debería ser castigada con la pena de muerte (Dt 22,20). Pero José, porque era justo, no obedece a las exigencias de las leyes de la pureza legal. Su justicia es mayor. En vez de denunciar, prefiere respetar el misterio que no entiende y decide abandonar a María en secreto. La justicia mayor de José salva la vida tanto de María como la de Jesús.
Así, Mateo envía un aviso importante a las comunidades de la Palestina y de la Siria. Es como si dijese: “He aquí lo que hubiera sucedido si se hubiera seguido la observancia rigurosa que ciertos fariseos exigen de vosotros. ¡Hubieran dado muerte al Mesías!. Más tarde Jesús dirá: “Si vuestra justicia no supera la de los escribas y la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5,20).

Mateo 1,20-21: La aclaración del ángel y los dos nombres del hijo de María: Jesús y Emmanuel.
“El ángel del Señor” ayuda a descubrir la dimensión más profunda de la vida y de los sucesos. Ayuda a hacer la radiografía de los acontecimientos y a percibir la llamada de Dios, que a ojos desnudos, no se percibe. El ángel hace entender a José que la preñez de María es fruto de la acción del Espíritu Santo. Dios mismo, el día de la creación, aleteaba sobre las aguas y llenaba de fuerza la palabra creadora de Dios (Gén 1,2). En María acontece la nueva creación. Es el principio del nuevo cielo y de la nueva tierra, anunciados por Isaías (Is 65,17). El hijo de María recibe dos nombres: Jesús y Emmanuel. Jesús significa “Yahvé salva”. La salvación no viene por las cosas que nosotros hacemos por Dios, sino por las que Dios hace por nosotros. Emmanuel significa “Dios con nosotros”. En la salida de Egipto, en el Éxodo, Dios baja junto al pueblo oprimido (Ex 3,8) y dice a Moisés: “Yo estaré contigo” (Ex 3,12) y desde aquel momento y después no abandona más a su pueblo. Los dos nombres, Jesús y Emmanuel, cumplen y superan la esperanza del pueblo.

Mateo 1,22-23: La melodía del Evangelio de Mateo
“Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta”. Esta frase y otras semejantes son como una melodía, palabras que se repiten muchas veces en el Evangelio de Mateo (Mt 1,23; 2,5.15.17.23; 4,14; 8,17; 13,14.35; etc.). Revela el objetivo que el autor tiene en la mente: confirmar a sus lectores de origen judío el hecho de que Jesús es verdaderamente el Mesías prometido. En Él se cumplen las profecías de los profetas. Aquí Mateo invoca el texto de Isaías: “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel” (Is 7,14). El título Emmanuel más que un nombre, revela el significado de Jesús para nosotros. Jesús es la prueba de que Dios continúa estando con nosotros (Mt 1,25). El mismo nombre del niño es Jesús (Mt 1,25)

Mateo 1,24-25: La obediencia de José:
Despertado del sueño, José hizo lo que le dijo el ángel y llevó a María a su casa. Y continúa diciendo que no tuvo relación con María, para confirmar que Jesús nació del Espíritu Santo.

c) Ampliando el tema

Una clave para el Evangelio de Mateo – El Evangelio de Mateo se dirige a una comunidad de judíos convertidos, que viven una profunda crisis de identidad con relación a su pasado judío. Cuando en el año 65, d.de C., explotó la rebelión contra Roma, los judíos cristianos no participaron y abandonaron Jerusalén. Los fariseos hicieron lo mismo. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70, los fariseos organizaron lo que quedaba del pueblo y se declararon de un modo más decidido en contra de los cristianos, que terminaron por ser excomulgados. Esta excomunión hizo más agudo el problema de la identidad. Ahora, oficialmente excomulgados, no podían frecuentar sus sinagogas, sus rabinos. Y surge para ellos la pregunta: ¿A quién pertenecen las promesas: a la sinagoga o a la iglesia? ¿Quién es el verdadero pueblo de Dios: ellos o nosotros? ¿Es Jesús verdaderamente el Mesías? Mateo escribe su evangelio para esta comunidad. El Evangelio de Mateo se puede definir con estas tres palabras:
i) Evangelio de la consolación para los excomulgados y perseguidos por los hermanos que no aceptan a Jesús en calidad de Mesías (Cristo); ayuda a superar el trauma de la rotura, de la separación
ii) Evangelio de la revelación: muestra a Jesús como el verdadero Mesías, el nuevo Mesías, en el que culmina toda la historia del A. T. con sus promesas.
iii) Evangelio de la nueva práctica: que describe el obrar de Jesús y muestra cómo llegar a una nueva justicia, más grande que la de los fariseos.

Esto sucedió para que se cumpliese – por medio de esta frase repetida muchas veces en su evangelio, Mateo, toca el punto de mayor tensión entre cristianos y judíos. Partiendo de la Biblia, ellos decían: “¡Jesús no es, no puede ser el Mesías!”. Partiendo de la misma Biblia, Mateo responde afirmando: “¡Jesús es verdaderamente el Mesías!”

La preñez de María – Tanto Mateo como Lucas citan el texto de Isaías”una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel” (Is 7,14). Pero hay una diferencia: Lucas coloca a María en el centro y da más importancia al signo de la virginidad (Lc 1,31). Mateo pone el centro en José y da más importancia al significado del nombre Emmanuel.

El sueño de José – El ángel se le aparece en sueños a José y le ayuda a entender. Con la ayuda del ángel José consigue descubrir la acción de Dios en lo sucedido, que según la opinión de la época, parece ser sólo fruto de la desviación y del pecado. Ángel quiere decir mensajero. Lleva un mensaje y una ayuda para percibir la acción de Dios en la vida. Hoy son muchos los ángeles que nos orientan en la vida. A veces obran en sueños, otras veces en las reuniones, en las conversaciones, en los encuentros bíblicos, en los hechos, etc… ¡Muchos ángeles, muchos ángeles!

6. Oración: Salmo 72 (71)

Su nombre dura para siempre.

Confía, oh Dios, tu juicio al rey,
al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo,
a tus humildes con equidad.

Produzcan los montes abundancia,
justicia para el pueblo los collados.
Defenderá a los humildes del pueblo,
salvará a la gente pobre
y aplastará al opresor.
Durará tanto como el sol,
como la luna de edad en edad;
caerá como lluvia en los retoños,
como rocío que humedece la tierra.

Florecerá en sus días la justicia,
prosperidad hasta que no haya luna;
dominará de mar a mar,
desde el Río al confín de la tierra.

Ante él se doblará la Bestia,
sus enemigos morderán el polvo;
los reyes de Tarsis y las islas
traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba
todos pagarán impuestos;
ante él se postrarán los reyes,
le servirán todas las naciones.

Pues librará al pobre suplicante,
al desdichado y al que nadie ampara;
se apiadará del débil y del pobre,
salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia,
considerará su sangre valiosa;
(que viva y le den el oro de Sabá).

Sin cesar rogarán por él,
todo el día lo bendecirán.
La tierra dará trigo abundante,
que ondeará en la cima de los montes;
sus frutos florecerán como el Líbano,
sus espigas como la hierba del campo.

¡Que su fama sea perpetua,
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios de Israel,
el único que hace maravillas!
¡Bendito su nombre glorioso por siempre,
la tierra toda se llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Pasado mañana ya viene el Señor

1.- Celebramos este cuarto domingo de Adviento el día 22. Pasado mañana es día 24, es Nochebuena…Ya viene el Señor. Hemos encendido la cuarta vela de la Corona de Adviento con la misma caja de cerillas con que mañana y pasado prenderemos las luces que marcan la gran fiesta en nuestra iglesia, en nuestro templo, no nos dará tiempo a gastarla. El calendario de este año imprime un especial ritmo a las fiestas del Tiempo de Navidad…

2.- Hemos ido expresando a lo largo de todo el Adviento que era una etapa de conversión que no debíamos desaprovechar. Los caminos han de ser aplanados para recibir al Gran Señor. Hemos dicho, también, que en la antigüedad era frecuente que las ciudades que recibían a un gran rey preparaban sus caminos para que la marcha de la comitiva fuera más fácil, no fuera a ser que el gran séquito pasara de largo ante lo escarpado del camino. Y eso es lo que tenemos que hacer nosotros. Se podría objetar –y de acuerdo con lo que he dicho al principio— que ya no hay tiempo, que el Señor ya llega. Pero no. Un instante es suficiente para convertirse, un segundo a veces es un tiempo muy largo. Basta con que soltemos lastre para que el globo de nuestras almas remonte el vuelo hacia lo más alto del cielo. Y ese lastre que nos impide volar la mayoría de las veces está encadenado a nosotros por la rutina, por la vagancia, por la soberbia… Y todo eso puede dejarse, con ayuda de Dios, en un momentín.

3.- Este domingo cuarto de Adviento del recién iniciado Ciclo A nos presenta el Evangelio de Mateo donde se narra como José, el esposo de la Virgen Maria, recibió ayuda del cielo para no sufrir y para no hacer una tontería. Veamos la cuestión. Digamos antes de nada que, durante siglos, la iconografía, las imágenes, han presentado a José de Nazaret como una persona de bastante edad, mucho mayor que María, que no tendría más de quince años cuando se celebraron sus esponsales. Se justificaba la mucha edad de San José para “ajustar” su desaparición de la escena evangélica, cuando Jesús inició su vida pública. Es decir, José habría muerto. Pero en esa época, en la que la edad media de la gente no superaba ni los cuarenta años, José pudo ser tan joven como la Virgen y fallecer, asimismo. En fin que podría tener dieciocho o veinte años cuando ocurre la historia que nos cuenta Lucas.

4.- Y, en fin, José aprecia que su mujer está encinta, está embarazada. Y él no ha intervenido. Podemos suponer su sufrimiento y frustración. Como todas sus ilusiones de formar un hogar se venían abajo. Él estaba enamorado de Maria, prendado de su belleza virginal… Algunos comentaristas dicen que se temería que hubiera sido violada durante su viaje a la montaña de Judea para acompañar a su prima Isabel. Sufrió en silencio el problema y confío en Dios. Un ángel vino a contárselo en sueños. Y en ese sueño el joven y justo José descubrió que iba ser compañero, acompañante y coprotagonista de la historia más fabulosa que le ha ocurrido al ser humano: que el Dios poderoso tomara carne en el seno virginal de Maria y que él mismo, el joven José, fuera quien debería ayudar al Niño Dios a dar los primeros pasos por la vida. Y nada más despertar del sueño fue a ver a María y ella supo enseguida que Dios había le había hablado. Y ambos, marcharon a la casa conyugal, para iniciar esa página única en la historia humana.

5.- No es extraño, pues, que exista tanta y tanta veneración por el Santo José. Santa Teresa de Jesús, expresó claramente en muchas ocasiones que todas las cosas que en su vida había puesto en las manos del esposo de la Virgen María se habían hecho realidad. Su patronazgo se extiende desde la misma Iglesia de Dios hasta el más pequeño pueblito de no importa donde. También creo que es hoy un día excelente para recodar y venerar a San José. Y para poner en sus manos muchas de nuestras necesidades.

6.- Pasado mañana ya viene el Señor. Aprovechemos las horas que nos faltan para su llegada mejorando nuestros caminos interiores –y los exteriores, claro–, recuperemos nuestra paz, llenemos nuestro corazón de esperanza como nos pide el Papa Francisco. Esperamos pues en paz y con el corazón muy dispuesto a asistir al mayor milagro que se ha producido en la historia de la humanidad: que Dios se hiciera hombre para que fuéramos más felices.

Ángel Gómez Escorial

Más de lo que podemos concebir

La palabra “concebir” tiene como primer significado que una mujer empieza a gestar un hijo en su útero; pero también significa hacernos una idea, comprender algo o encontrarle justificación. A veces nos vemos confrontados a cosas, situaciones, experiencias… de las que decimos que “no las podemos concebir”, porque nos resultan increíbles, totalmente inesperadas, más allá de lo que nosotros somos capaces de pensar o imaginar. Pero aunque no las podamos concebir, eso no significa que esas cosas, situaciones, experiencias… no sean reales y ciertas.

Este domingo IV de Adviento, ya a las puertas de la Navidad, nos recuerda que Dios está más allá de lo que nosotros podemos concebir, que supera infinitamente todas nuestras expectativas.

En la 1ª lectura hemos escuchado que el rey Acaz no ha querido pedir una señal al Señor, aparentemente por humildad y respeto. Pero en realidad el rey Acaz no había querido formar parte con otros reyes de una coalición contra Asiria, porque no se fía de la victoria ante un enemigo tan poderoso, a pesar de que Dios se lo había prometido por boca del profeta. Acaz no concibe que Asiria pueda ser derrotada y prefiere someterse al rey asirio. Ahora, cuando de nuevo el profeta le dice que pida una señal, Acaz sigue sin fiarse de Dios y disfraza su desconfianza con una respuesta aparentemente piadosa, porque Acaz no puede concebir que Dios vaya a cumplir su promesa.

Sin embargo, el Señor supera todo lo que Acaz pueda imaginar y por su cuenta os dará una señal: la virgen está encinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel (que significa Dios-con-nosotros).

Y en el Evangelio hemos escuchado el cumplimiento de esta promesa: La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. Pero hay un “problema”: María está desposada con José, y esto significa que, según la ley judía, el contrato de matrimonio era firme, aunque no se hubiera consumado. Es muy probable que María hubiera puesto a José al corriente de la visita del Ángel, y por eso la duda de José no sería acerca de la culpabilidad o inocencia de María en una aparente infidelidad; la duda sería sobre la función que él tendría que jugar en todo aquello. José se siente sobrepasado por las circunstancias, no puede concebir que Dios vaya a contar con él para cumplir su promesa, y como tampoco quiere que María sea considerada una adúltera, como era bueno… decidió repudiarla en secreto.

Pero Dios, de nuevo, supera infinitamente lo que José, o cualquiera de nosotros, podemos concebir: no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Ningún ser humano podría concebir lo que hemos escuchado en la 2ª lectura: que el Evangelio de Dios, la Buena Noticia de Dios, se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Dios actúa “como Dios”, y hemos de aprender a dejar “que Dios sea Dios” (S. Francisco de Asís). Y entonces, como José, que hizo lo que le había mandado el ángel del Señor, venceremos nuestros reparos y temores ante las señales de Dios; y sentiremos que Él realmente cuenta con nosotros para llevar adelante su Plan, por inverosímil que nos pueda parecer. 

¿En qué ocasiones digo de algo que “esto no lo puedo concebir”? ¿Qué aspectos referentes a la fe cristiana “no puedo concebir”? ¿Reacciono con incredulidad, o me desentiendo, o dejo que “Dios sea Dios”? ¿Me siento llamado, como José, a colaborar en el Plan de Dios, o como esto “no lo puedo concebir”, decido también repudiar esa llamada?

En el camino de fe hay momentos y circunstancias que superan nuestro sentido común y nuestra lógica, y como no lo podemos concebir, nos entra la duda. Estamos a punto de celebrar la Navidad, la “señal” de que Dios supera infinitamente todas nuestras expectativas. Ante este Misterio que no podemos concebir, tengamos presentes estas palabras del libro “Sabiduría de un pobre”, de Eloi Leclerc, que el autor pone en boca de San Francisco de Asís: “El hombre que adora a Dios reconoce que no hay otro Todopoderoso más que Él solo. Lo reconoce y lo acepta. Profundamente, cordialmente. Se goza en que Dios sea Dios. Dios es: eso le basta. Y esto le hace libre”. 

Y con María… la esperanza se hizo Niño

1. Poco margen tenemos, en el presente año, entre el IV Domingo de Adviento y la Natividad del Señor. Pero, incluso en ese corto espacio, María emerge como la gran figura de esta liturgia que nos llevará, mañana ya, a la Solemne Misa del Gallo.

No podía faltar, María Madre de Dios, como aquella que nos trae al Salvador en este tiempo de adviento que es periodo de espera y de esperanza.

Y, con María, llegó la expectación. ¡Todo está a punto de cumplirse! El “sí” de aquella mañana en Nazaret, nos traerá en las próximas horas al Dios con nosotros. Creyó, esperó y se brindó a todo lo que Dios le pidió. ¿Se puede aguardar más de una mujer que fue un cheque en blanco para el Señor?

María, la mujer que se vació totalmente para Dios, está llena a rebosar del Espíritu. Colmada de las promesas que nuestros antiguos confiaban en ver. Seremos nosotros los que en el día de Navidad, contemplemos cara a cara lo que ha germinado en el interior de una Virgen.

A Ella, y no lo olvidemos, le debemos la primera Navidad. ¿Cómo celebrar cristianamente estos próximos días? ¿En dónde poner el acento? ¿Cómo conseguir que Dios siga naciendo en nosotros?

No lo dudemos, en María, tenemos la respuesta. Sus actitudes, su forma de ser, su personalidad y su figura, nos dan el tono para desarrollar la melodía que a Dios más le gusta.

No lo dudemos, en María, se dan una serie de virtudes y de gracias que, al imitarlas, a la fuerza damos con el secreto y en el clavo para complacer a Dios y para hacer el Evangelio realidad.

¡Sí! Con María llegó la esperanza. No podemos dejar de lado a ninguna de las dos: ni a Maria, porque es fuente de esperanza, ni a la esperanza, porque es la mejor radiografía de una mujer que amó en su corazón y con locura a Dios, mucho antes que recibirlo en sus propias entrañas.

2. ¡Qué gran pórtico el de la Navidad! ¡María Virgen! Celebremos con gozo santo estos próximos días. Dejémonos guiar por esta estrella que ilumina los senderos que conducen a Belén. Miremos a esta mujer que, siendo pequeña, es grande y confidente en cuanto que nos enseña a renovar nuestras personas para que Dios pueda también en nosotros nacer.

Miremos hacia el cielo ¿No la veis? ¿Quién ha dicho que solo aparecerá una estrella en el amplio universo? Hoy, en este cuarto domingo de adviento, María es también un destello que marca los compases del caminante que quiere marchar sin detenerse hacia Belén.

Que apuremos estas últimas horas. Preparemos, por supuesto, el encuentro familiar: la mesa, los dulces, el calor, el belén o el árbol. Pero, que entre todo ello, no olvidemos lo más importante. Dios para nacer necesita de un corazón bien dispuesto. Que cuando llegue en las próximas horas encuentre también una oración en nuestras casas. Que los villancicos sean un distintivo musical de estas jornadas, que además de familiares, son días de fe. En definitiva, ya que Dios sale a nuestro encuentro en un Niño que se mueve en los fondos de Santa María, que salgamos también nosotros alegres, llenos de fe, preparados, convertidos y dispuestos a que sean unas navidades santas y cristianas.

3.- ¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!

Para que Dios nazca en nosotros sin pedir nada a cambio
y, sea nuestro corazón,
una cálida cuna donde Jesús encuentre cobijo y consuelo.
¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que, en estas horas de santa tensión,

donde el cielo y la tierra juegan a juntarse
podamos también nosotros hambrear
el manjar de Amor que se sirve en Belén.

¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Queremos que, Tú, seas una puerta

por la que podamos entrar
y disfrutar del Misterio de Dios humanado.
Una puerta que, cuando se abra desde fuera
entendamos y comprendamos
que es Dios quien lo hace desde dentro
que es Dios quien tira desde el cielo.

¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que no vacilemos ni en el amor ni en la fe

Para que nos pongamos en camino hacia Aquel que viene
Para que seamos heraldos de la Buena Noticia
Para que, el Niño que quiere salir de tus entrañas,
encuentre aquí y ahora
hermanos que le amen, le ayuden y le sigan

¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que Dios esté pronto con nosotros

Para que nosotros, pronto estemos con El
Para que creamos, aun sin ver
Para que aún sin ver, creamos por encima de todo

¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARÍA!
Sólo así, podremos vivir, celebrar

cantar y festejar el encanto de la Navidad.

Javier Leoz