Meditación – Lunes IV de Adviento

Hoy es lunes IV de Adviento, feria del 23 de diciembre.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 1, 57-66):

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues, ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.

Hoy, en la primera lectura leemos: «Esto dice el Señor: ‘Yo envío mi mensajero para que prepare el camino delante de Mí’» (Mal 3,1). La profecía de Malaquías se cumple en Juan Bautista. Es uno de los personajes principales de la liturgia de Adviento, que nos invita a prepararnos con oración y penitencia para la venida del Señor. Tal como reza la oración colecta de la misa de hoy: «Concede a tus siervos, que reconocemos la proximidad del Nacimiento de tu Hijo, experimentar la misericordia del Verbo que se dignó tomar carne de la Virgen María y habitar entre nosotros».

El nacimiento del Precursor nos habla de la proximidad de la Navidad. ¡El Señor está cerca!; ¡preparémonos! Preguntado por los sacerdotes venidos desde Jerusalén acerca de quién era, él respondió: «Yo soy la voz del que clama en el desierto: ‘Enderezad el camino del Señor’» (Jn 1,23).

«Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20), se lee en la antífona de comunión. Hemos de hacer examen para ver cómo nos estamos preparando para recibir a Jesús el día de Navidad: Dios quiere nacer principalmente en nuestros corazones.

La vida del Precursor nos enseña las virtudes que necesitamos para recibir con provecho a Jesús; fundamentalmente, la humildad de corazón. Él se reconoce instrumento de Dios para cumplir su vocación, su misión. Como dice san Ambrosio: «No te gloríes de ser llamado hijo de Dios —reconozcamos la gracia sin olvidar nuestra naturaleza—; no te envanezcas si has servido bien, porque has cumplido aquello que tenías que hacer. El sol hace su trabajo, la luna obedece; los ángeles cumplen su misión. El instrumento escogido por el Señor para los gentiles dice: ‘Yo no merezco el nombre de Apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios’ (1Cor 15,9)».

Busquemos sólo la gloria de Dios. La virtud de la humildad nos dispondrá a prepararnos debidamente para las fiestas que se acercan.

Rev. D. Miquel MASATS i Roca

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Liturgia – Lunes IV de Adviento

LUNES DE LA IV SEMANA DE ADVIENTO, feria o SAN JUAN DE KETY, presbítero, conmemoración

Misa de feria – 23 de diciembre  (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias, [para la conmemoración 1ª oración propia y el resto de la feria] Prefacio II o IV de Adviento.

Leccionario: Vol. II

  • Mal 3, 1-4. 23-24.Os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor.
  • Sal 24.Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
  • Lc 1, 57-66.Nacimiento de Juan Bautista.

Antífona de entrada Cf. Is 9, 5; Sal 71, 17
Un niño nos va a nacer y su nombre es: Dios fuerte; él sea la bendición de todos los pueblos.

Monición de entrada y acto penitencial
Un niño nos va a nacer y es su nombre: Dios guerrero; Él será la bendición de todos los pueblos. Dispongamos ahora nuestro espíritu a recibir a este niño, que no es otro que el mismo Cristo Jesús, nuestro Redentor, que ya está a punto de llegar a nuestro mundo y a nuestras vidas. Y para que encuentre la cuna de nuestro corazón bien preparada, comencemos la celebración de la Eucaristía pidiendo perdón humildemente por nuestros pecados.

• Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro. Señor, ten piedad.
• Tú, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos. Cristo, ten piedad.
• Ven a salvarnos, Señor Dios nuestro. Señor, ten piedad.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,
al ver que se acerca el nacimiento de tu Hijo según la carne,
te pedimos que nosotros, indignos siervos tuyos,
recibamos la misericordia del Verbo, Jesucristo, Señor nuestro,
que se ha dignado encarnarse en la Virgen María
y habitar entre nosotros.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Con la esperanza puesta en el amor de Dios, que es bueno y enseña el camino a los pecadores, dirijamos nuestras súplicas al Padre del cielo.

1.- Para que el Espíritu Santo disponga los corazones de todos los cristianos para recibir a Jesucristo. Roguemos al Señor.

2.- Para que imitando la santidad de María, los jóvenes y hagan de sus vidas una entrega a Dios y a sus hermanos. Roguemos al Señor.

3.- Para que la venida del Salvador instaure en el mundo entero los cielos nuevos y la tierra nueva. Roguemos al Señor.

4.- Para que todos los que sufren levanten sus ojos hacia Cristo con la esperanza de ser liberados de todo mal. Roguemos al Señor.

5.- Para que la llegada de Cristo despierte nuestra fe adormecida, reavive nuestra esperanza y fortalezca nuestra caridad. Roguemos al Señor.

Dios y Padre nuestro, al presentarte nuestras plegarias te suplicamos con confianza que, así como preparaste la venida de tu Hijo al mundo, enviando delante de él a Juan Bautista, el Precursor, prepares ahora, con el rocío de tu gracia, su venida a nuestros corazones en las próximas fiestas de Navidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
SEÑOR, que esta oblación, en la que alcanza su plenitud
el culto que el hombre puede tributarte,
restablezca nuestra amistad contigo;
así celebraremos, con el alma purificada,
el nacimiento de nuestro Redentor.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio I o III de Adviento

Antífona de comunión Ap 3, 20
Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.

Oración después de la comunión
ALIMENTADOS con el don del cielo
danos benigno tu paz, Señor,
para que merezcamos salir, con las lámparas encendidas,
al encuentro de tu Hijo muy amado que llega.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Santoral 23 de diciembre

Hacemos memoria de San Juan de Kety, nacido en esta ciudad de Polonia y muerto el año 1473 en Cracovia, en cuya Universidad había estudiado. Se llamaba Juan Cancio. Un día fue robado por unos bandidos, que olvidaron una moneda de plata en un rincón. Él mismo se la llevó a los ladrones diciéndoles: Tomad esto que os habéis dejado. Dedicó toda su vida a la tarea universitaria. A sus alumnos les decía: Procura no ofender, que cuesta mucho pedir perdón. Clemente XIII en la bula de canonización lo califica de «varón eximio por su santidad y doctrina».

Figuran también hoy los santos mártires Migdonio y Mardonio funcionarios de la corte imperial y martirizados en tiempo de Diocleciano, Antimio que murió lapidado, Teódulo y nueve compañeros decapitados, Victoria con el corazón atravesado por una lanza y Sérvulo el Paralítico, mendigo de la iglesia de San Clemente en Roma, que compartía las limosnas con sus compañeros.

A estos se añaden los beatos Elena Guerra, beatificada por Juan XXIII en 1959, maestra de Santa Gema Galgani y fundadora del Instituto Misionero de las Oblatas del Espíritu Santo y Nicolás Factor, escritor y poeta, religioso franciscano, dotado con el don de milagros y de profecía. Nació en Valencia y dedicó toda su vida a la predicación.

 Álvaro Maestro Jesús

Laudes – Lunes IV de Adviento

LAUDES

LUNES IV de ADVIENTO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant. El Señor está cerca, venid, adorémosle.

SALMO 23: ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

— ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

— El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

— Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

— ¿Quién es ese Rey de la gloria?
— El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

— ¿Quién es ese Rey de la gloria?
— El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

HIMNO

¡Cielos, lloved vuestra justicia!
¡Ábrete, tierra!
¡Haz germinar al Salvador!

Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
que conduces a tu pueblo,
ven a rescatarnos por el poder de tu brazo.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sabiduría, salida de la boca del Padre,
anunciada por profetas,
ven a enseñarnos el camino de la salvación.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Hijo de David, estandarte de los pueblos y los reyes,
a quien clama el mundo entero,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Llave de David y Cetro de la casa de Israel,
tú que reinas sobre el mundo,
ven a libertar a los que en tinieblas te esperan.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sol naciente, esplendor de la luz eterna
y sol de justicia,
ven a iluminar a los que yacen de sombras de muerte.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia,
tú que unes a los pueblos,
ven a libertar a los hombres que has creado.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Emmanuel, nuestro rey, salvador de las naciones,
esperanza de los pueblos,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 89: BAJE A NOSTROS LA BONDAD DEL SEÑOR

Ant. Mirad, vendrá el Señor, príncipe de los reyes de la tierra; ¡dichosos los que están preparados para salir a su encuentro!

Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.

Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Mirad, vendrá el Señor, príncipe de los reyes de la tierra; ¡dichosos los que están preparados para salir a su encuentro!

CÁNTICO de ISAÍAS: CÁNTICO NUEVO AL DIOS VENCEDOR Y SALVADOR

Ant. Cantad al Señor un cántico nuevo, llegue su alabanza hasta el confín de la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
muja el mar y lo que contiene,
las costas y sus habitantes;

alégrese el desierto con sus tiendas,
los cercados que habita Cadar;
exulten los habitantes de Petra,
clamen desde la cumbre de las montañas;
den gloria al Señor,
anuncien su alabanza en las costas.

El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido,
mostrándose valiente frente al enemigo.

«Desde antiguo guardé silencio,
me callaba, aguantaba;
como parturienta, grito,
jadeo y resuello.

Agostaré montes y collados,
secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecaré los estanques;
conduciré a los ciegos
por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran;
ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Cantad al Señor un cántico nuevo, llegue su alabanza hasta el confín de la tierra.

 

SALMO 134: HIMNO A DIOS, REALIZADOR DE MARAVILLAS

Ant. Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y Dios su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

LECTURA: Jr 30, 21.22

Esto dice el Señor: «Saldrá de Jacob un príncipe, su señor saldrá de en medio de él; y yo seré vuestro Dios.»

RESPONSORIO BREVE

R/ Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V/ Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

R/ Su gloria aparecerá sobre ti.
V/ Amanecerá el Señor.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María.

PRECES

Oremos, hermanos, a Cristo, nuestro redentor, que ha venido para darnos la justificación, y digámosle con júbilo:

Ven, Señor Jesús.

Señor, cuya venida en la carne anunciaron los profetas,
— haz germinar en nosotros la semilla de las virtudes.

Concede a los que anunciamos al mundo tu salvación
— que la encontremos también en ti.

Tú que viniste a librar a los oprimidos,
— cura las dolencias de los que sufren.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que reconciliaste al mundo con Dios en tu primera venida,
— absuélvenos de toda condenación cuando vengas como juez.

Terminemos nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al Padre que nos libre de todo mal:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, al acercarnos a las fiestas de Navidad, te pedimos que tu Hijo, que se encarnó en las entrañas de la Virgen María y quiso vivir entre nosotros, nos haga partícipes de la abundancia de su misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.