Vísperas – San Esteban

VÍSPERAS

SAN ESTEBAN, protomártir

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena.

Niño de jazmines,
rosas y azucenas;
niño de la niña
después dél más bella;
que tan buenos años,
que tan buenas nuevas,
que tan buenos días
ha dado a la tierra;
parabién merece,
parabienes tenga,
aunque tantos bienes
como Dios posea.

Mientras os tardasteis,
dulce gloria nuestra,
estábamos todos
llenos de mil penas;
y a la tierra alegra
ver que su esperanza
cumplida en vos sea,
digan los pastores,
respondan las sierras,
pues hombre os adoran
y Dios os contemplan:

Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena. Amén.

SALMO 109: EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Ant. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

SALMO 129: DESDE LO HONDO, A TI GRITO, SEÑOR

Ant. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

CÁNTICO del COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

LECTURA: 1Jn 1, 5b-7

Dios es luz sin tiniebla alguna, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados.

RESPONSORIO BREVE

R/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

R/ Y acampó entre nosotros.
V/ Aleluya, Aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu Palabra todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los cielos.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu Palabra todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los cielos.

PRECES

Acudamos a Cristo, Palabra del Padre, que al acampar entre nosotros nos abrió el camino de la salvación eterna, y digámosle confiadamente:

Líbranos, Señor, de todo mal.

Por el misterio de tu encarnación, por tu nacimiento y tu infancia, por toda tu vida consagrada al servicio del Padre:
— Líbranos, Señor, de todo mal.

Por tu trabajo, por tu predicación y tus largas horas de camino, por tu trato con los pecadores:
— Líbranos, Señor, de todo mal.

Por tu agonía y tu pasión, por tu cruz y tu desolación, por tus angustias, por tu muerte y sepultura:
— Líbranos, Señor, de todo mal.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por tu resurrección y ascensión a los cielos, por la donación del Espíritu Santo, por tus gozos y tu gloria eterna, libra Señor a nuestros hermanos difuntos.
— Líbranos, Señor, de todo mal.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, por este nuevo nacimiento de tu Hijo en nuestra carne, líbranos del yugo con que nos domina la antigua servidumbre del pecado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – San Esteban protomártir

1) Oración inicial

Dios nuestro, que concediste a san Esteban, protomártir, fortaleza para orar por sus verdugos, haz que, a imitación suya, sepamos perdonar de corazón a cuantos nos hayan ofendido o causado algún mal. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Mateo 10,17-22
Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.
«Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

3) Reflexión

• El contraste es grande. Ayer, día de Navidad, tuvimos el pesebre del recién nacido con el canto de los ángeles y la visita de los pastores. Hoy es la sangre derramada de Esteban, apedreado hasta la muerte, porque tuvo el valor de creer en la promesa expresada en la sencillez del pesebre. Esteban criticó la interpretación fundamentalista de la Ley de Dios y el monopolio del Templo. Por eso le mataron (Hechos 6,13-14).
• Hoy, en la fiesta de Esteban, primer mártir, la liturgia nos presenta un pasaje del evangelio de Mateo (Mt 10,17-22), sacado del así llamado Sermón de la Misión (Mt 10,5-42). En él Jesús advierte a sus discípulos diciendo que la fidelidad al evangelio conlleva dificultades y persecución: “a ustedes los arrastrarán ante las autoridades, y los azotarán en las sinagogas”. Más para Jesús lo que importa en la persecución no es el lado doloroso del sufrimiento, más bien el lado positivo del testimonio: “Por mi causa, ustedes serán llevados ante los gobernantes y los reyes, teniendo así la oportunidad de dar testimonio de mí ante ellos y los paganos”. La persecución es una oportunidad para dar testimonio de la Buena Nueva que Dios nos trae.
• Fue lo que aconteció con Esteban. El dio testimonio de su fe en Jesús hasta el último momento de su vida. En la hora de su muerte dijo: “Veo el cielo abierto; y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios” (Hechos 7,56). Y al caerse muerto bajo las piedras imitó a Jesús, gritando: “¡Señor, no les tengas en cuenta este pecado!” (Hechos 7,60; Lc 23,34).
• Jesús había dicho: “Cuando los juzguen, no se preocupen por lo que van a decir ni cómo tendrán que hacerlo; en esa misma hora se les dará lo que van a decir; Pues no van a ser ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre, el que les hablará por ustedes”. Esta profecía se realizó también en Esteban. Sus adversarios “no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba” (Hechos 6,10). “Los miembros del sanedrín tuvieron la impresión de ver en su rostro el rostro de un ángel” (Hechos 6,15). Esteban hablaba “repleto de Espíritu Santo” (Hechos 7,55). Por esto, la rabia de los demás era tan grande y lo lincharon.
• Hoy también sucede lo mismo. En muchos lugares mucha gente es arrastrada ante los tribunales y sabe dar respuestas que superan en sabiduría las de sabios y entendidos (Lc 10,21).

4) Para la reflexión personal

• Poniéndote en la posición de Esteban: ¿has sufrido alguna vez por causa de tu fidelidad al Evangelio?
• La sencillez del pesebre y la dureza del martirio van a la par en la vida de Santos y Santas y en la vida de tantas personas que hoy son perseguidas hasta la muerte por causa de su fidelidad al evangelio. ¿Tú conoces de cerca personas así?

5) Oración final

En ti, Yahvé, me cobijo,
¡nunca quede defraudado!
¡Líbrame conforme a tu justicia,
tiende a mí tu oído, date prisa! (Sal 31,2-3)

Comentario – San Esteban

Jesús anuncia tiempos de persecución para sus apóstoles y seguidores: Os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa. No tuvieron que pasar muchos años para que tales predicciones se cumplieran. Ya la primera evangelización protagonizada por los apóstoles estuvo marcada por el rechazo y la confrontación: comparecencias y juicios sumariales ante tribunales como el Sanedrín judío, flagelaciones, cárceles, amenazas, prohibiciones. De todo ello da buena cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles. Y a no mucho tardar empezaron a llegar los martirios acompañados de derramamiento de sangre; primero fue Esteban, el diácono protomártir, que murió lapidado mientras pedía el perdón para sus asesinos; después fue Santiago, obispo de Jerusalén, a quien el rey Herodes mandó decapitar; y más tarde, los martirios de Pedro y Pablo, en Roma, bajo la persecución de Nerón. A estos se sumaron otros muchos a lo largo de los tres primeros siglos.

Realmente la primera evangelización estuvo regada con sangre, pero semejante riego dio más fuerza a la semilla que prendió en el corazón de judíos y paganos con mayor arraigo. El momento martirial, el momento en que el testigo se enfrentaba al tribunal y a la sentencia de muerte, era sin duda el momento más propicio para el testimonio, como había anunciado Jesús: Así, daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Para este testimonio no era precisa la preparación de un largo y atinado discurso; bastaba con la disposición martirial; bastaba con estar dispuesto a dar la vida por Jesucristo, el primer mártir de la era cristiana. Por eso, no debían preocuparse de lo que tendrían que decir en ese trance ni de cómo habrían de decirlo. El Espíritu del que estaban ungidos les sugeriría en su momento lo que tenían que decir. Aquí lo que contaba no era la belleza o la justeza del discurso, sino la veracidad del testimonio, el impulso del Espíritu junto con el testimonio de una vida dispuesta a sacrificarse por Cristo y por su causa. No era siquiera necesario prepararse mentalmente para decir una palabra acertada; el Espíritu de Dios hablaría por ellos, si fuera preciso hablar.

El odio vertido en la persecución llegará a confundir las mentes y las voluntades de muchos y perturbará profundamente las ligaciones más naturales. El rango de la persecución alcanzará cotas tan crueles y despiadadas que no se detendrá ante parentescos y lazos de sangre. El odio que atizará este fuego indiscriminado que querrá acabar con todo lo cristiano, ya sea un objeto, una persona, una indumentaria, un signo, etc., se introducirá con una fuerza inusitada en el mismo círculo familiar haciendo saltar por los aires los vínculos más íntimos que mantienen unidos a padres e hijos y a hermanos. Y habrá traiciones y denuncias entre los miembros de la misma familia: Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos, se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán«. El odio contra todo lo que tenga aspecto de cristiano adquirirá tales dimensiones que parecerá universal, o al menos torrencial. Basta leer algunos testimonios martiriales como la Pasión de Perpetua y Felicidad o la segunda Apología de San Justino para tomar conciencia de esta cruel realidad que parecía sostenida por el mismo demonio y que venía a corroborar con exactitud asombrosa lo predicho por Jesús.

Pero en medio de esta tenebrosa predicción hay una última palabra que nos abre un horizonte de salvación: el que persevere hasta el final, se salvará. La perseverancia lo es todo en orden a alcanzar el objetivo. Y aquí lo que importa no es conservar la vida, una vida que necesariamente hemos de perder, sino ganar la vida que nos espera, lograr la definitiva salvación. Lo que importa a todos los efectos es la salvación y con ella la consecución de la vida sin término o vida perdurable. Pues bien –nos asegura Jesús-, todo el que persevere en el testimonio –aunque ello exija la entrega de la propia vida- hasta el final, obtendrá la salvación. Si éste es el bien más valioso y estimable que podamos imaginar, cualquier otro bien, gasto o renuncia que arriesguemos en el intento hemos de darlo por bien empeñado, o gastado, o renunciado.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

Distintos ámbitos para desarrollos pastorales

224. Muchos jóvenes son capaces de aprender a gustar del silencio y de la intimidad con Dios. También han crecido los grupos que se reúnen a adorar al Santísimo o a orar con la Palabra de Dios. No hay que menospreciar a los jóvenes como si fueran incapaces de abrirse a propuestas contemplativas. Sólo hace falta encontrar los estilos y las modalidades adecuadas para ayudarlos a iniciarse en esta experiencia de tan alto valor. Con respecto a los ámbitos de culto y oración, «en diversos contextos los jóvenes católicos piden propuestas de oración y momentos sacramentales que incluyan su vida cotidiana en una liturgia fresca, auténtica y alegre»[118]. Es importante aprovechar los momentos más fuertes del año litúrgico, particularmente la Semana Santa, Pentecostés y Navidad. Ellos también disfrutan de otros encuentros festivos, que cortan la rutina y que ayudan a experimentar la alegría de la fe.


[118] DF 51.

De nuevo San José

1.- «Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole» (Si 3, 3) Hay un orden natural que el Creador ha establecido desde el principio y que debe durar hasta el final. El padre merece el respeto y la veneración de los hijos. Estos, al fin y al cabo, le deben la vida, que es lo más grande y hermoso. Además, a nuestros padres debemos lo que somos y tenemos. Ellos nos iniciaron en el camino que hemos recorrido y se sacrificaron -a veces de forma heroica- para sacarnos adelante. Se desvelaron cuando fue necesario, se preocuparon por nuestro bien, sufrieron y lloraron por nuestro mal.

Por todo eso son merecedores de nuestra gratitud, de todos los sacrificios que sean precisos para atenderles y cuidarlos. Con ello no haremos sino cumplir con nuestro deber, pagar una deuda pendiente, una cuenta antigua e ineludible. Además de ser un deber de estricta justicia, Dios ha querido que sea también la mejor manifestación de una auténtica caridad. Por eso el Señor valora y paga con creces cuanto hagamos por nuestros padres. Si no amamos con obras a los nuestros, difícilmente podremos amar, según Dios, a los demás.

2.- «Hermanos: Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado» (Col 3, 12) La Santa Madre Iglesia dedica a la familia una doménica. Todos los años por estas fechas habla de esta realidad tan entrañable y tan humana que es la familia. Ese grupo de seres que viven juntos los acontecimientos más importantes de la vida: el nacimiento, la niñez, la adolescencia, la juventud, la madurez, la ancianidad, la muerte, la esperanza en la Resurrección… Estos días son eminentemente familiares, días para estar juntos, para convivir más cerca que nunca.

San Pablo nos recuerda que somos el pueblo elegido por Dios, que somos hijos suyos y que por tanto hemos de comportarnos como tales. De modo especial en nuestra vida de hogar, en donde nuestra actitud ha de ser de bondad, de humildad, de dulzura y de comprensión. Familia en paz, bendición de Dios que la Iglesia pide y desea para todos los hombres. Y es que si vivimos en un ambiente familiar en el que reine la paz y la alegría de Dios, el noventa por ciento de nuestras dificultades están superadas.

3.- «Levántate, coge al niño y su madre y huye…» (Mt 2, 13) Sí, una vez más la figura entrañable del santo patriarca ocupa un primer plano en la liturgia. El domingo pasado contemplábamos su humildad y su fortaleza, su aceptación rendida a los planes de Dios y su reciedumbre en llevarlos a cabo. Hoy podemos fijarnos en otros aspectos de su conducta con el deseo, y la súplica al Señor, de hacerlos vida de nuestra vida. Esos aspectos pueden ser, por ejemplo, su fe y su laboriosidad, su visión sobrenatural de lo que ocurría y su esfuerzo humano para afrontar aquellas difíciles circunstancias, su confianza absoluta en el poder divino y su afán por poner cuantos medios estaban a su alcance.

Cuando apenas si se habían marchado los Magos venidos de Oriente, cuando duraba aún el regocijo de haber visto cómo aquellos grandes personajes adoraban al Niño, entonces, en aquella misma noche, el ángel le habla de nuevo para transmitirle un mensaje de lo Alto. Algo inesperado y desconcertante. Ponerse en camino de inmediato pues el Niño, el Mesías, el Hijo de Dios, estaba en peligro de muerte. Era algo contradictorio y difícil de comprender que el rey del universo tuviera que esconderse, darse a la fuga por caminos desconocidos y llenos de peligros. Pero san José no titubea ni por un momento y se pone en camino, seguro de que aquello, lo que Dios disponía, era lo mejor que debía hacer. Su fe no vacila, antes al contrario cumple con exactitud meticulosa lo que el ángel le ha ordenado.

Los escritos apócrifos han adornado con prodigios la marcha hacia Egipto. Los Evangelios, por el contrario, no dicen nada de eso, pues nada extraordinario ocurrió. José tendría que escoger los caminos menos frecuentados para mejor burlar a sus perseguidores. Luego, ya en Egipto, buscaría trabajo entre gente extraña, como un emigrante judío más, entre aquellos judíos que habían ido a Egipto para trabajar. Luego, cuando quizá estaban ya instalados y con todo resuelto, de nuevo se le aparece el ángel del Señor para indicarle que vuelva a su tierra. San José muestra otra vez su animosidad.

Pero cuando llega, oye decir que Arquelao reina en Judea y que es peor todavía que su padre Herodes. Por eso decide marchar a Nazaret. Allí reinició su vida de siempre, vida de trabajo afanoso e incesante, bien hecho, con mucho amor de Dios. Así pudo sacar adelante a su familia que no, por ser sagrada, carecía de dificultades.

Con su vida escribió entonces, junto con María y Jesús, las páginas más sencillas y entrañables de la Historia, páginas para que las contemplemos y las imitemos. Son tan sencillas que están al alcance de todos. Dios quiso mostrarnos cómo había de ser nuestra vida de familia y vivió durante treinta años unas circunstancias del todo iguales a las que hemos de vivir la inmensa mayoría de todos nosotros. Vivamos, pues, como vivió san José, con una gran fe y, al mismo tiempo, con un esfuerzo serio por hacer bien el trabajo de cada día.

Antonio García-Moreno

Coge al niño y a su madre y huye a Egipto

Tan pronto como se marcharon, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». Él se levantó, tomó al niño y a su madre de noche, se fue a Egipto y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Al morir Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». Él se levantó, tomó al niño y a su madre y se fue a la tierra de Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea. Y fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo que habían anunciado los profetas, que se llamaría nazareno.

Mateo 2, 13-15.19-23

Comentario al Evangelio

Los primeros días de la vida Jesús no fueron fáciles. Su vida corrió peligro porque suponía una amenaza para algunos hombres poderosos. Herodes no quería que nadie le pudiera hacer sombra en el poder que tenía, pero el poder de Jesús era otro, es otro.

María y José arriesgaron mucho por el hijo de Dios. Fueron un ejemplo de lo que deben hacer los padres por sus hijos, fueron un ejemplo de amor en la familia. 

Hoy es la fi esta de la Sagrada Familia, el día en el que tenemos de forma más presente a la familia, a nuestra familia. Es una día también para recordar a los familiares que no están entre nosotros y a los que queremos mucho.

Para hacer vida el Evangelio

• Escribe tres palabras de lo que es para ti la familia.

• ¿Qué podemos aprender de la Sagrada Familia, Jesús, María y José?

• Escribe un compromiso para que durante las navidades tengas un detalle con alguien de tu familia.

 

Oración

María, José, Jesús, vosotros que vivisteis
las mismas agitaciones de cualquier familia,
que tendríais buenos y malos momentos,
alegrías y difi cultades, prisas y risas,
queremos poner en vuestras manos
a la gran familia humana,
que gime con dolores de parto,
que alumbra nuevas cosas
pero que no todas sirven para que vivamos mejor ni seamos más
personas.
Ponemos en tus manos María a todos nuestros hijos, a los hijos de
esta sociedad nuestra
a los que les damos muchas cosas,
sintiéndonos culpables de que no tenemos
para ellos tiempo,
ese espacio que sabemos necesitan
y que la vida que tenemos montada nos lo roba.
Sugiérenos la mejor forma de ser padres,
de darles cariño y seguridad
en el escaso tiempo que nos encontramos con ellos.
Ponemos en tus manos, José, todas las difi cultades
de la vida de pareja.
Tú que no lo tuviste nada fácil y que nos admiras con tu paciencia,
ayúdanos a cuidar nuestra relación, a superar
las crisis, a poder con las dudas.
Échanos una mano para mantener vivo
el entusiasmo, para que seamos un apoyo el uno para el otro y
para que juntos nos ayudemos a cumplirnos, como Tú hiciste con
María y Jesús.

La familia de Dios

María, José, Jesús, vosotros que vivisteis
las mismas agitaciones de cualquier familia,
que tendríais buenos y malos momentos,
alegrías y dificultades, prisas y risas,
queremos poner en vuestras manos
a la gran familia humana,
que gime con dolores de parto,
que alumbra nuevas cosas
pero que no todas sirven para que vivamos mejor
ni seamos más personas.

Ponemos en tus manos María a todos nuestros
hijos, a los hijos de esta sociedad nuestra
a los que les damos muchas cosas,
sintiéndonos culpables de que no tenemos
para ellos tiempo,
ese espacio que sabemos necesitan
y que la vida que tenemos montada nos la roba.
Sugiérenos la mejor forma de ser padres,
de darles cariño y seguridad
en el escaso tiempo que nos encontramos con ellos.

Ponemos en tus manos, José, todas las dificultades
de la vida de pareja.
Tú que no lo tuviste nada fácil y que nos admiras
con tu paciencia,
ayúdanos a cuidar nuestra relación, a superar
las crisis, a poder con las dudas.
Échanos una mano para mantener vivo
el entusiasmo, para que seamos un apoyo el uno
para el otro y para que juntos nos ayudemos a
cumplirnos, como Tú hiciste con María y Jesús.

Ponemos en tus manos, Jesús, a todos los jóvenes
que lo tienen difícil, a los que la vida les hace todo
tipo de ofertas fáciles,
para caminar por atajos de libertades opresoras,
de amores facciones, de eternos deseos
y caprichos, de placeres vacíos…
Ayúdanos a presentarles el amor verdadero,
la ilusión por transformar el mundo,
el dolor de la injusticia, la preferencia
por los pobres, el valor de lo pequeño.
Invítales Tú a la Vida en Abundancia,
recuérdales su proyecto vital
y dales sueños de libertad y de fraternidad.

Ponemos en tus manos, Padre,
nuestros corazones raquíticos,
que a tanto se aferran a su pequeña familia.
Danos un corazón universal, que nos sintamos
hermanos de todas las personas
y no descansemos hasta que hayamos construido
la gran familia humana,
esa que es tu sueño para nosotros
y nuestro sueño y compromiso hoy contigo.
Solos no podemos lograrlo, pero contigo
a nuestro corazón se le abren todas las puertas.
Gracias, Señor, por hacerme sentir de tu familia.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Domingo de la Sagrada Familia

• La estancia de Jesús en Egipto – más que la “huida” lo que se quiere destacar es “la estancia”-, evoca los orígenes de la historia del pueble de Israel. El pueblo tuvo que residir en Egipto durante muchos años, hasta que Dios lo liberó (libro del Éxodo). Con esta escena en el prólogo de su Evangelio, Mateo nos está diciendo que Dios, en la persona de Jesús, lleva a plenitud la liberación de su pueblo.

• El paralelismo con la historia de la liberación del pueblo de Israel y, más concretamente, entre Moisés y Jesús, viene reforzado con el que encontramos en el v. 20, copiado de Ex 4, 19: “Anda, vuelve a Egipto. Porque han muerto todos los que intentaban matarte”.

•  El profeta citado en el versículo 15 es el de Oseas (Os 11,1: “Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo”). Para Oseas el hijo es al pueblo de Israel. Con esta cita, Mateo pone en relación la suerte de Israel y la de su Mesías.

• Así, simultáneamente, Mateo introduce en el Evangelio el tema de Jesús como Hijo de Dios, que aparecerá muchas veces y de muchas maneras:

* revelación de Dios: Mt 3,17 y 17,5
* proclamación o afirmación de Jesús: Mt 11,25-27; 26,63-64
* afirmación de diablos, adversarios y extranjeros: Mt 4,3.5;8,29;27,40.43.54
* y profesión de fe de los discípulos: Mt 14,23; 16,15

• En resumen: Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, comparte la suerte del pueblo oprimido por la injusticia. Lo vive en su carne y en el seno de una familia que tiene que emigrar, en la que se concreta la experiencia de todo un pueblo menospreciado -el pueblo de los pobres- que necesita liberación. El verdadero liberador es Él, aquel que, siendo Dios, ha sido rechazado, despreciado, tenido por nada, colgado en el patíbulo.

Comentario al evangelio – San Esteban

Nacimiento y muerte, ¡qué próximos!

Nacimiento y muerte están mucho más cerca de lo que parece. Nacemos para morir. Morimos para nacer. Extraña costumbre la de la Iglesia: ¡llama “día natalicio” al día de la muerte de sus santos! Ayer celebramos la Navidad de Jesús, hoy el día natalicio de su primer mártir: el joven Esteban. Escuchemos las palabras de Jesús que nos dan la clave.

Esteban era en Jerusalén como un inmigrante: helenista, no judío. A pesar de la situación precaria en que vivían en Jerusalén, como ahora también, los inmigrantes, a pesar de una cierta marginación incluso en la comunidad cristiana, supo asumir su vocación de mensajero de la palabra de Dios y servidor de la comunidad. Su persona destellaba un esplendor especial que seducía. Hablaba de Jesús con un frescor especial. Las autoridades percibieron su peligrosidad y, por eso, acabaron enseguida con él, condenándolo a muerte y apedreándolo. San Lucas nos presenta la muerte de Esteban con rasgos muy semejantes a la de Jesús.

En el evangelio de hoy Jesús pide a sus discípulos tres cosas: 1) que no se fíen de la gente, ni siquiera de los miembros de su familia; 2) que no se preocupen de lo que van a decir o cómo lo van a decir cuando sean llevados a los tribunales; 3) que perseveren hasta el final.

Al pedirles que no se fíen de la gente, les está diciendo que sean prudentes porque cualquiera podrá delatarlos ante las autoridades. Son objeto de un odio diabólico a causa del nombre de Jesús. Si eso ocurriere, sin embargo, que no se preocupen porque: 1) el Espíritu de Dios Padre hablaré a través de ellos; 2) y de ese modo tendrán la oportunidad de anunciar el Evangelio a gentiles, gobernadores y reyes. Finalmente, Jesús les recomienda perseverancia hasta el final, porque al final habrá salvación y rescate.

Cuando nace la criatura el dragón quiere devorarla. Eso nos dice el capítulo 12 del Apocalipsis. Cuando nace Jesús Herodes quiere matarlo. Cuando nace la Iglesia Esteban es apedreado y muere. Parece que no hay navidad que no traiga consigo un mensaje también de martirio.

Herodes, dragones homicidas, martirizadores son símbolos del mal que emerge allí donde hay un nuevo nacimiento. Cualquier buena iniciativa, cualquier buen sentimiento que quiera hacer cambiar una vida, encuentra siempre la oposición, un maldito demonio que quiere acabar con ello. No nos dejemos amedrentar por el mal. No le demos importancia al mal. Porque donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.