Vísperas – San Juan evangelista

VÍSPERAS

SAN JUAN, apóstol y evangelista

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Blanco lirio, florecido
la noche de Navidad,
en la cumbre del Calvario,
¡cómo te deshojarán!

El niño Jesús
lloraba, lloraba,
lo han circuncidado
y su sangre mana.
Canciones del cielo
María le canta
y, mientras lo arrulla,
lo baña en sus lágrimas.

Niñito, no llores.
Madre, el llanto acalla,
que por esta sangre
llega la esperanza,
que por este llanto
comienza la gracia,
que por esta muerte
renacen las almas.

SALMO 109: EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Ant. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

SALMO 129: DESDE LO HONDO, A TI GRITO, SEÑOR

Ant. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

CÁNTICO del COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

LECTURA: Rm 8, 3b-4

Dios envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado. Así, la justicia que proponía la ley puede realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu.

RESPONSORIO BREVE

R/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

R/ Y acampó entre nosotros.
V/ Aleluya, Aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de Dios, y, permaneciendo virgen, lo engendraste.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de Dios, y, permaneciendo virgen, lo engendraste.

PRECES

Oremos, hermanos, a Dios Padre, que por su gran amor hacia nosotros nos ha enviado a su Hijo y digámosle:

Que la gracia de tu Hijo nos acompañe, Señor.

Dios de amor y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te has compadecido de los que viven en las tinieblas,
— escucha las súplicas que te dirigimos por la salvación de todos los hombres.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, extendida por toda la tierra;
— bendice al pueblo cristiano y concédele abundancia de paz.

Padre de todos los hombres, encamina a los pueblos al conocimiento de Jesucristo
— y da a los gobernantes de las naciones la luz de tu Espíritu.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que, en el nacimiento de tu Hijo, hiciste proclamar la paz en la tierra,
— concede paz eterna a nuestros hermanos difuntos.

Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Concede, Señor todopoderoso, a los que vivimos inmersos en la luz de tu Palabra hecha carne, que resplandezca en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – San Juan evangelista

1) Oración inicial

Dios nuestro, que por medio del apóstol san Juan, has querido descubrirnos la profundidad de la vida y del amor de tu Hijo, haz que seamos capaces de conocer y de amar cada día más a Jesucristo, nuestro redentor, que vive y reina ….

2) Lectura

Del santo Evangelio según Juan 20,2-8
Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.

3) Reflexión

• El evangelio de hoy trae el pasaje del Evangelio de Juan, que habla del Discípulo Amado. Probablemente, se escogió este texto para que se lea y medite en el día de hoy, fiesta de San Juan Evangelista, por la identificación espontánea que todos hacemos del discípulo amado con el apóstol Juan. Lo curioso es que en ningún trozo del evangelio de Juan se dice que el discípulo amado es Juan. Pero desde el más remoto inicio de la Iglesia, siempre se insistió en la identificación de los dos. Por ello, insistiendo en la semejanza entre los dos, corremos el riesgo de perder un aspecto muy importante del mensaje del Evangelio respecto al discípulo amado.
• En el evangelio de Juan el discípulo amado representa la nueva comunidad que nace alrededor de Jesús. El Discípulo Amado está a los pies de la Cruz, junto a María, la madre de Jesús (Jn 19,26). María representa el Pueblo de la antigua alianza. Al final del siglo primero, época en que se hizo la redacción final del Evangelio de Juan, había un conflicto creciente entre la sinagoga y la iglesia. Algunos cristianos querían abandonar el Antiguo Testamento y quedarse sólo con el Nuevo Testamento. A los pies de la Cruz, Jesús dice: “Mujer, ¡he aquí a tu hijo!” y al discípulo amado: “Hijo, ¡he aquí a tu madre!” Y los dos tienen que permanecer unidos, como madre e hijo. Separar el Antiguo Testamento del Nuevo Testamento, en aquel tiempo era lo mismo que lo que hoy llamamos separación entre fe (NT) y vida (AT).
• En el evangelio de hoy, Pedro y el Discípulo Amado, alertados por el testimonio de María Magdalena, corren juntos hacia el Santo Sepulcro. El joven es más veloz que el viejo y llega primero. Mira dentro del sepulcro, observa todo, pero no entra. Deja que Pedro entre. Pedro entra. Es sugestiva la manera en que el evangelio describe la reacción de los dos hombres ante lo que ambos ven: “Entró a la sepultura y vio los lienzos por el suelo. El sudario que pasaba sobre la cabeza no estaba en el suelo como los lienzos, sino enrollado en su mismo lugar. Entonces el otro discípulo, que había llegado primero, entró a su vez, vio y creyó”. Ambos vieron la misma cosa, pero sólo se dice del Discípulo Amado que creyó: “Entonces el otro discípulo, que había llegado primero, entró a su vez, vio y creyó” Por qué? ¿Será que Pedro no creyó?
• El discípulo amado tiene una mirada diferente que percibe más que los demás. Tiene una mirada amorosa que percibe la presencia de la novedad de Jesús. De madrugada, después de aquella noche de búsqueda y después de la pesca milagrosa, es él, el discípulo amado, que percibe la presencia de Jesús y dice “¡Es el Señor!” (Jo 21,7). En aquella ocasión, Pedro, alertado por la afirmación del discípulo amado también reconoce y empieza a entender. Pedro aprende del discípulo amado. Enseguida Jesús pregunta tres veces: “Pedro, ¿me amas tú?” (Jn 21,15.16.17). Por tres veces, Pedro respondió: “¡Tú sabes que yo te amo¡” Después de la tercera vez, Jesús confía las ovejas a los cuidados de Pedro, pues en ese momento también Pedro se vuelve “Discípulo Amado”.

4) Para la reflexión personal

• Todos los que creemos en Jesús somos hoy el Discípulo Amado. ¿Será que tengo la misma mirada amorosa para percibir la presencia de Dios y creer en su resurrección?
• Separar el Antiguo del Nuevo Testamento es lo mismo que separar Vida y Fe. ¿Cómo hago y vivo esto?

5) Oración final

Los montes se derriten como cera,
ante el Dueño de toda la tierra;
los cielos proclaman su justicia,
los pueblos todos ven su gloria. (Sal 97,5-6)

Comentario – San Juan evangelista

El relato de Juan nos presenta a María Magdalena informando a los apóstoles Pedro y Juan de un hallazgo muy singular. Se ha encontrado el sepulcro donde había sido enterrado Jesús vacío de su cadáver. Ella interpreta esta ausencia como un robo o una substracción: Se han llevado del sepulcro al Señor –en realidad era sólo el cadáver del Señor- y no sabemos dónde lo han puesto. No piensa, por tanto, en la resurrección predicha de manera más o menos manifiesta.

Pedro y el otro discípulo –nos cuenta el evangelista- salieron camino del sepulcro, quizá para confirmar o contrastar la información de María, que no les merecía mucho crédito. Los dos corrían, pero el más joven se adelantó al mayor, y asomándose al interior del sepulcro vio las vendas en el suelo, pero ningún rastro del cuerpo. Después entró el más viejo, Simón Pedro, y vio también las vendas en el suelo y el sudario, con el que le habían cubierto la cabeza, enrollado en un sitio aparte. Entonces, entró también Juan, vio y creyó: vio por dentro el sepulcro vacío del cadáver de Jesús, vio el envoltorio –venda y sudario- con el que lo habían embalsamado, y creyó en lo predicho por las Escrituras: que él había de resucitar de entre los muertos. Le bastaron ciertas señales –la desaparición del cadáver del lugar donde había sido depositado, el abandono de las vendas y del sudario que lo habían envuelto- para creer en su resurrección. Y creer en su resurrección era creer que la muerte no había podido retener la vida del Sepultado en el sepulcro.

Desde entonces, el apóstol Juan se convirtió en testigo de este hecho, y vivió para testimoniar este hecho, es decir, predicó, escribió, viajó, se fatigó y sufrió para dar testimonio de la resurrección de Jesús. Este fenómeno era, para él, la evidencia de que en Jesús, el Crucificado, latía una vida más poderosa que la misma muerte que había acabado con su vida temporal. Por eso, no resulta extraño que Juan acabe convirtiéndose en el testigo de la Palabra de la Vida que existía desde el principio, Palabra eterna que estaba junto al Padre, y que se manifestó en la vida temporal de Jesús de Nazaret. Tras la experiencia de la resurrección, san Juan acaba identificando a la Palabra de la Vida, tan eterna como el mismo Padre de quien procede, con la vida visible y manifiesta de un hombre con el que él pudo convivir, hasta el punto de poder oírle, verle y tocarle. De ahí que pueda decir: lo que existía desde el principio, nosotros lo hemos visto con nuestros propios ojos y lo hemos podido tocar con nuestras manos. Se trata de la Vida hecha visible y palpable en un ser humano; se trata de la Palabra hecha carne.

Sólo así, encarnada, puede ser vista, oída y tocada. Pero para ser vista y tocada por quienes viven en el tiempo tiene que hacerse temporal. Es la Vida eterna (vida de Dios) hecha temporal y, por tanto, sometida a la muerte, pero no subordinada a la muerte, puesto que la muerte no puede nada contra la vida eterna. La vida eterna presente en la vida temporal de Jesús no puede ser retenida indefinidamente en el sepulcro. Por eso se produce la resurrección o salida de la muerte. Juan, tras constatar la desaparición del cadáver de Jesús, cree en la resurrección del mismo anunciada por las Escrituras y se convierte en testigo de esta fe que identifica la vida humana y temporal de Jesús con la vida divina y eterna de la Palabra que estaba junto a Dios desde el principio, haciendo de aquélla la manifestación o visibilización de ésta.

Este testimonioanuncio tiene un fin, que es no sólo dar a conocer una verdad –aquélla de la que se ha sido testigo-, sino provocar una comunión de fe: Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. ¿Cómo podemos estar unidos con Juan, el testigo, y con otros como él? Creyendo en su testimonio. Dando crédito a su testimonio, nos unimos a él y a todos los que creen con él. Pero, unidos a él, nos uniremos también a la unión que él tiene con el Padre y con el Hijo por la fe nacida de la resurrección. La fe en el Resucitado es la que le permite creer en la Navidad como nacimiento temporal del Hijo eterno de Dios. De la fe brota la comunión con los testigos del Dios uno y trino y con el mismo Dios uno y trino al que quedaron unidos tales testigos. Y en esta comunión (eclesial) con Dios se completa la alegría inherente a la misma fe en la resurrección, que es fe en la Vida que Dios vive y que no puede ser sino eterna como Él.

Nuestro evangelista es, pues, en primer lugar un testigo de hechos que le han permitido creer, y después, un apóstol de este testimonio con el que quiere despertar la fe de los demás, incorporándonos a una comunión con Dios que colma las ansias de alegría que laten en nuestro corazón.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

225. Una oportunidad única para el crecimiento y también de apertura al don divino de la fe y la caridad es el servicio: muchos jóvenes se sienten atraídos por la posibilidad de ayudar a otros, especialmente a niños y pobres. A menudo este servicio es el primer paso para descubrir o redescubrir la vida cristiana y eclesial. Muchos jóvenes se cansan de nuestros itinerarios de formación doctrinal, e incluso espiritual, y a veces reclaman la posibilidad de ser más protagonistas en actividades que hagan algo por la gente.

¿Reaccionar o responder?

Parece seguro que el presente texto –exclusivo de este evangelio– ha sido construido por Mateo con un objetivo bien definido: presentar a Jesús como el “nuevo Moisés” que habría de liberar al pueblo y dar razón del nombre de “nazareno” aplicado a Jesús.

En el relato destaca la disponibilidad y prontitud de José para responder a lo que le es indicado: se percibe a José como un hombre lúcido, consciente y disponible, que responde adecuadamente a las situaciones que se le presentan. En una lectura simbólica, la respuesta resulta adecuada para liberar a Jesús del peligro.

Ante los diferentes acontecimientos o circunstancias, los humanos podemos responder o reaccionar, con resultados completamente diferentes.

La reacción se define por el automatismo ante cualquier estímulo. Nace de las necesidades, de las frustraciones o de las defensas –ese es el triple “nivel” en el que nos movemos mientras estamos atrapados por la herida emocional–. Su tema es la venganza y/o la culpa. Y siempre que reaccionamos lo hacemos para defendernos o para atacar. El resultado es obvio: vamos por la vida como víctimas o como verdugos o, quizás más exactamente, alternando ambos papeles.

La respuesta, por el contrario, nace de lo mejor de la persona, porque se es capaz de “tomar distancia”, tanto del estímulo como del propio ego (necesidades, frustraciones y defensas). Su tema es la responsabilidad. Y vivimos como cauces desapropiados, permitiendo que la vida se exprese a través de nosotros. Requiere situarse en el lugar del “observador” de los propios movimientos mentales y emocionales, y recibir todo lo que nos ocurre como un “despertador” o “mensajero”.

Todo ello queda recogido en este esquema:

REACCIÓN RESPUESTA

Automatismo.

Desde las necesidades, frustraciones o defensas.

Tema: venganza o culpa.

Para defendernos o atacar.

Víctimas o/y verdugos.

Toma de distancia.

Desde lo mejor de la persona.       

Tema: responsabilidad.

Dejar que la Vida se exprese.

Cauces desapropiados.

El paso de la reacción a la respuesta requiere un trabajo psicológico –solo la curación o gestión adecuada de las propias heridas permite la toma de distancia frente a los estímulos– y espiritual –gracias al cual va cesando o menguando la identificación con el ego–. Son las dos condiciones para crecer en libertad interior, sin la que es imposible salir de los automatismos reactivos.

¿Cuándo reacciono y cuándo respondo? ¿Lo distingo con facilidad?

Enrique Martínez Lozano

Misa del domingo: misa con niños

1.- INTRODUCCIÓN

En medio de la celebración cristiana de estas Navidades, hoy domingon 29 de diciembre, estamos celebrando el día de la Sagrada Familia. ¡Algo bueno tiene la familia cuando Dios quiso escoger, una de ellas, para nacer y estar en medio de nosotros!

José y María representan, en el marco de la Navidad, el modelo para dibujar y llevar adelante nuestras familias: su amor, su entrega, perdón, paciencia, generosidad, alegría, fe, esperanza, etc., ¿no son motivos más que suficientes para intentar ofrecer a la sociedad una familia sana y fuerte?

Que el Señor, que cuenta con la mirada y la protección de José y de María, nos ayude a valorar, cuidar y trabajar más por nuestras familias. Iniciamos esta celebración cantando.

(La procesión de entrada puede ir precedida por la Sagrada Familia sosteniendo el Niño Jesús. Incluso, donde sea posible, pueden entrar en el templo montados en un pollino. También es muy sugerente el que, junto al sacerdote, hagan su entrada dos o tres familias con sus hijos. (¡Mejor catequesis imposible!)

2.- PERDÓN

1 Porque las veces en que los padres no son responsables de la educación de sus hijos y delegan en otras instituciones o personas. Señor, ten piedad

2. Por los hijos que viven en sus casas como si de un restaurante se tratara. Para que valoren más la familia como encuentro en la vida, el amor y la responsabilidad. Cristo ten piedad.

3. Por los momentos en los que la televisión se convierte en el elemento protagonista y central de la vida familiar. Señor ten piedad

3.- MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas que vamos a escuchar en este día, nos cantan las características que ha de tener una familia: el amor, la esperanza, la fortaleza, la unión. Además, el Evangelio, nos habla que –incluso en medio de dificultades- la familia ha de salir adelante. Es en periodo de prueba donde se ve la grandeza y profundidad del amor.

4.- ORACIÓN DE LOS FIELES

1. Por los padres de familia. Para que jueguen el papel que les corresponde en el hogar. Para que piensen que, aquello que dan, es lo que el día de mañana condicionará el futuro de sus hijos. Roguemos al Señor.

2. Por los hijos. Para que sean respetuosos con los padres. A cada tiempo su afán…dice el viejo proverbio. Para que sean receptivos a los consejos e indicaciones de los mayores.Roguemos al Señor.

3. Por los abuelos. Para que sepamos valorar su presencia en nuestras casas. Para que veamos en ellos la fuente de la sabiduría, el tronco donde nació lo que somos y tenemos. Roguemos al Señor.

4. Por las familias separadas. Para que cuenten en este día con nuestro recuerdo y oración. Para que sus problemas no sean causa de más dolor en aquellos que más cerca viven de ellos. Roguemos al Señor.

5. Por las mujeres que mueren maltratadas en sus hogares. Por los niños que mueren fruto del aborto intencionado. Por los niños abandonados y huérfanos. Roguemos al Señor.

5.- OFRENDAS

1. Con esta cuerda repleta de nudos, queremos simbolizar la fuerza y el secreto de la familia: el amor hace posible la unión entre todos.

2. Con esta flor de pascua, queremos traer ante el altar, la gratitud de todas las familias de nuestra parroquia por haber escogido Dios una familia para venir al mundo.

3. Con el cáliz repleto de vino y la patena rebosante de pan, llevamos hasta el altar las fatigas, los trabajos, los éxitos, los estudios, la responsabilidad, las dificultades y el amor de todas nuestras familias.

6.- ORACIÓN

En familia, Dios, quiso nacer
En familia, Dios, comenzó a llorar
En familia, Dios, acogió al pobre y al rico
En familia, Jesús, se dejó iluminar por una estrella

En familia, Jesús, reconoció a un nombre: MARIA
En familia, un Niño, respetó a un hombre: JOSÉ
En familia, el Dios con nosotros,
se inició en el valor de la fe.

En familia, Jesús, recibió
agasajos de humildes y regios
En familia, Jesús, supo lo que fue huir
En familia, Jesús, recibió aliento
En familia, Jesús, aprendió a vivir.

En familia, Jesús, sufrió el desprecio
de los que no supieron verle ni esperarle
En familia, Jesús, vio a los pastores
cuerpo a tierra y lágrimas en los ojos
En familia, Jesús, contempló a tres reyes
con abundancia de oro, incienso y mirra ofreciéndole.

En familia, Jesús, habló y guardó silencio
En familia, Jesús, fue perdido y encontrado
En familia, jugaba, rezaba y cantaba
y, en familia, sufrió la incomprensión
de algunos de los que le rodeaban

En familia… ¡sí en familia!
¡En familia Jesús fue hijo!
¡En familia, Jesús, fue Niño
¡En familia, Jesús, fue joven!
¡En familia, Jesús, aprendió a ser adulto!
¡En familia, Jesús, aprendió a mirar a los cielos!
Amén.

Jesús ha nacido (Oración)

JESÚS HA NACIDO

La Navidad es una fiesta grande para los cristianos. Celebramos el nacimiento de Jesús. ¿Por qué sería tan importante aquel niño pobre que nació en un establo?

La lectura que vamos a escuchar hoy puede parecer un poco rara, pero está llena de sentido. Ponte cómodo, relaja el cuerpo, haz silencio por dentro y por fuera y fíjate cómo cuenta el evangelista Juan, la llegada de Jesús.

El texto es una adaptación del evangelio de Juan (Jn 1, 1-18):

Al principio de los tiempos existía la Palabra –que era Jesús–, y la Palabra estaba junto a Dios, y era Dios. La Palabra era vida, y era la luz de los hombres. Una luz que brilla en la tiniebla, alumbrando a cada persona. Vino al mundo, pero muchos no lo reconocieron, porque era un niño pequeño y pobre. Vino a su casa, y muchos no lo recibieron, aunque algunos sí le aceptaron y le abrieron la puerta. Esos que le aceptaron viven con amor a Dios. La Palabra –que era Jesús– se hizo hombre, vino a vivir entre nosotros y nos enseñó cómo es Dios.

Fíjate bien. Juan dice que Jesús existía desde siempre en forma de Palabra. Y también dice que era una luz que alumbró la oscuridad, aunque no todos se dejaron iluminar.

Nunca había oído eso de que Jesús sea la Palabra, pero suena bien. Es como una promesa. Esa es la Buena Noticia, que Jesús nos da su Palabra, de que ha estado, está y estará para siempre con nosotros.

Haz una lista en tu cabeza de palabras que signifiquen, para ti, cosas buenas. A mí se me ocurren estas: amistad, compañía, juego, cariño, diversión… ¿En qué palabras piensas tú?

Pues estoy seguro de que cualquiera de esas palabras en las que hayas pensado, pueden ser también una manera de nombrar a Jesús.

La canción que va a sonar ahora pone otros nombres a Jesús: Emmanuel, Dios-con-nosotros, Cristo, Mesías, Camino, Verdad, Vida… Más palabras para hablar de Él.

Emmanuel es el nombre de Jesús
y quiere decir Dios con nosotros.
Emmanuel es el nombre de Jesús
Dios con nosotros por amor.

Él también se llama Cristo y Mesías,
el camino, la verdad y la vida.
Salvador y ciervo, cordero de Dios
que quita el pecado por amor.

Emmanuel es el nombre de Jesús…

Él también se llama verbo, luz, justicia,
Alfa y Omega, roca y guía,
el pan de la vida, príncipe de paz,
Creador, Señor y Jehová.

Es nuestro ayudador,
nuestro hermano mayor.
Es nuestro buen pastor.

Emmanuel es el nombre de Jesús…

Emmanuel interpretado por Canta y Ríe «Canta y Ríe.»

Terminamos la oración de hoy deseándote una muy Feliz Navidad. La fiesta grande en la que celebramos que Dios vino para quedarse para siempre con nosotros.

Gloria al Padre,
al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio
ahora y siempre por los siglos de los siglos.
Amén.

Comentario al evangelio – San Juan evangelista

¡Discípulo de un solo Maestro!

Cuando alguien se nos muere, se acaban los contactos y todo lo llena el silencio. Si llamamos a su teléfono, su voz no responde. Si tocamos su cuerpo fallecido, no muestra sensibilidad. Pero apenas murió Jesús, a los dos días, el ambiente se llenó de rumores de resurrección: decían que estaba vivo y que se había aparecido a sus mejores amigos, entre ellos a su discípulo preferido. Hoy, en Navidad, celebramos su fiesta. Escuchemos el relato evangélico.

Celebramos hoy la fiesta de san Juan. El evangelio se centra en la figura del discípulo amado por Jesús. Fue testigo de muchos hechos de la vida de Jesús que sólo él nos transmitió. El más sorprendente, el que la Iglesia ha escogido para celebrar su fiesta es el siguiente: María Magdalena que fue la mañana del domingo al sepulcro se sobresalta y piensa que han robado el cuerpo de Jesús, pues el sepulcro está vacío. Lo comunica. Pedro y el discípulo amado salen corriendo hacia el sepulcro y verifican que el cuerpo de Jesús no está en el sepulcro. El discípulo amado no cree que lo hayan robado. Vio y creyó que había resucitado de entre los muertos, porque entendió en ese momento las Escrituras. Lo que otros interpretaban como robo, él lo interpretaba como resurrección.

El discípulo amado solo tuvo un Maestro y a él se entregó con pasión. Junto a él se hizo hombre y cristiano. Tomó muy en serio aquellas palabras de Jesús: ¡no llaméis a nadie maestro, uno solo es vuestro maestro! Junto a Jesús encontró a una mujer que tomó como madre espiritual, la misma madre de Jesús. Propio de este discípulo fue creer, sí creer siempre y amar, hacer del amor su arma más poderosa. Y fue consecuente hasta el final.

El discípulo amado no recibe en el cuarto evangelio un nombre propio. En él nos podemos reflejar cualquiera nosotros. Allí donde el Evangelio dice “discípulo amado” podemos poner nuestro propio nombre.

Yo veo hoy a mucha gente perdida, no porque no tengan maestro, sino porque tienen muchos: maestros según la conveniencia. Es como tener muchos dioses, sin comprometerse con ninguno, como tener muchos maridos o mujeres sin comprometerse con ninguna. De ese modo, el ser humano no se integra, ni unifica. Encontrar al único Maestro y entregarse apasionadamente a Él es lo único que se requiere de un cristiano.

Hace de Jesús su único maestro aquella persona que vive cada día bajo la Palabra de su Señor, que escucha y actúa desde lo que escucha. “Si no creéis no tendréis vida en vosotros”. Hace de Jesús su único maestro aquella persona que vive en el amor cada día y todo lo reduce a ese único mandamiento y es capaz de lavar los pies de cualquiera. Hace de Jesús su único maestro quien es capaz de seguirlo con María hasta el Calvario y de llegar allá donde, por miedo, muchos no llegan.

Como el discípulo amado también nosotros podemos vivir guiados por el único maestro. De él aprendemos la importancia de la fe, del amor, de vivir y permanecer unidos a la vid para dar fruto.

Ser discípulo amado de Jesús es ser experto en navidades. Sabremos descubrir los signos de Jesús resucitado e interpretar los rumores de Resurrección. Donde los demás ven contraindicaciones, nosotros veremos síntomas, huellas, signos. Donde otros veían un robo, el discípulo amado “vio y creyó”.