Vísperas – San Basilio Magno y San Gregorio Nicianceno

VÍSPERAS

SAN BASILIO MAGNO Y SAN GREGORIO NICIANCENO, Obispos y doctores de la Iglesia

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre sin principio,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada,
de la Virgen María, hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

No dejéis de brillar, faros divinos,
con destellos de luz que Dios envía,
proclamad la verdad en los caminos
de los hombres y pueblos,
sed su gloria. Amén.

SALMO 29: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«no vacilaré jamás»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi lengua sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

SALMO 31: ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

— Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: Col 1, 13-15

Dios nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.

RESPONSORIO BREVE

R/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

R/ Y acampó entre nosotros.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh dichosa Infancia, que ha restaurado la vida humana; Cristo, como sale el esposo de su alcoba, ha salido del seno de María.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh dichosa Infancia, que ha restaurado la vida humana; Cristo, como sale el esposo de su alcoba, ha salido del seno de María.

PRECES

Dios, que de muchas maneras habló antiguamente a nuestros padres por los profetas, ahora, en la etapa final, nos ha hablado por el Hijo. Imploremos, pues, su misericordia, diciendo:

Señor, ten piedad.

Por tu Iglesia santa:
— que todos tus hijos proclamen con fidelidad y valentía que Cristo es el Salvador.

Por los que proclaman el Evangelio:
— que los ministros de la palabra anuncien con coraje el nombre del Salvador a todo el mundo.

Por nuestros hermanos enfermos:
— que al invocar el nombre del Salvador obtengan la salud

Por los cristianos que sufren persecución:
— que acepten con paciencia los insultos e injusticias por el nombre del Salvador.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por nuestros hermanos que han muerto por culpa de los hombres:
— que por tu misericordia obtengan la vida.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Señor Dios, que te dignaste a instruir a tu Iglesia con la vida y doctrina de san Basilio Magno y san Gregorio Nacianceno, haz que busquemos humildemente tu verdad y la vivamos fielmente en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – San Basilio y San Gregorio

1) Oración inicial

Dios todopoderoso: que tu Salvador, luz de redención que surge en el cielo, amanezca también en nuestros corazones y los renueva siempre. Por nuestro Señor. Amen.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Juan 1,19-28
Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?» Él confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo.» Y le preguntaron: «¿Qué pues?; ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy».» – «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.» Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?» Dijo él: «Yo soy la voz del que clama en el desierto:
Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». Habían sido enviados por los fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.» Esto ocurrió en Bethabara, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

3) Reflexión

 El evangelio de hoy habla del testimonio de Juan Bautista. Los judíos enviaron a “sacerdotes y levitas” para interrogarlo. Asimismo, algunos años después, mandaron a algunas personas a que controlaran la actividad de Jesús (Mc 3,22). Hay una semejanza muy grande entre las respuestas de la gente respecto a Jesús y las preguntas que las autoridades hicieron a Juan. Jesús preguntó a los discípulos: “¿Quién dice la gente que yo soy?” Ellos respondieron: “Elías, Juan Bautista, Jeremías; algunos de los profetas” (cf. Mc 8,27-28). Las autoridades plantearon las mismas preguntas a Juan: “¿Quién eres: el Mesías, Elías, el Profeta?” Juan respondió citando al profeta Isaías: “Yo soy la voz del que grita en el desierto: preparad el camino al Señor”. Los otros tres evangelios tienen también la misma afirmación respecto de Juan: no es el Mesías, pero vino a preparar la llegada del Mesías. (cf. Mc 1,3; Mt 3,3; Lc 3,4). Los cuatro evangelios prestan una gran atención a la actividad y al testimonio de Juan Bautista. ¿Cuál es el motivo de esta insistencia de los evangelios en decir que Juan no es el Mesías?
• Juan Bautista había sido ejecutado por Herodes, alrededor del año 30. Pero hasta finales del siglo primero, época en la que fue escrito el Cuarto Evangelio, el liderazgo de Juan Bautista seguía siendo muy fuerte entre los judíos. Hasta después de su muerte la memoria de Juan seguía ejerciendo una gran influencia en la vida de fe de la gente. Era considerado como un profeta (Mc 11,32). Era el primer gran profeta que apareció después de siglos de ausencia de profetas. Muchos le consideraban como el Mesías. Cuando en los años 50, Pablo pasó por Efeso allí en Asia Menor, encontró a un grupo de personas que habían sido bautizadas en el nombre de Juan (cf. He 19,1-4). Por ello, era importante divulgar el testimonio de Juan Bautista quien afirmaba que no era el Mesías y apuntaba a Jesús como el Mesías. Y así Juan contribuía a irradiar mejor la Buena Noticia de Jesús.
• “¿Por qué bautizas entonces, si no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?” La respuesta de Juan es otra afirmación que apunta hacia Jesús como el Mesías: «Yo bautizo con agua, pero hay uno en medio de ustedes a quien no conocen. El viene detrás de mí, y yo no merezco soltarle la correa de la sandalia». Y un poco más adelante (Jn 1,33), Juan hace alusión a las profecías que anunciaban la efusión del Espíritu para los tiempos mesiánicos: “Verás el Espíritu bajar sobre aquel que ha de bautizar con el Espíritu Santo, y se quedará en él” (cf Is 11,1-9; Ez 36,25-27; Joel 3,1-2).

4) Para la reflexión personal

• ¿Ha habido en mi vida algún Juan Bautista que preparaba el camino a Jesús?
• Juan fue humilde: no se hizo mayor de lo que era en realidad. ¿Has sido bautista para alguien?

5) Oración final

Los confines de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)

Falta contra la caridad (Adulación)

La adulación unas veces se opone a la caridad, y otras no. Se opone a la caridad de tres modos. Uno, por su mismo objeto, como alabar un pecado; esto contraría a la caridad con Dios, contra cuya justicia se profiere tal alabanza, y a la caridad para con el prójimo, a quien se alienta con su mala acción […]. Otro modo, por razón de la intención, cuando con la adulación se pretende dañar corporal o espiritualmente […]. El tercer modo es por la ocasión, como cuando la alabanza del adulador es ocasión de pecado para otro, aun prescindiendo de la intención del adulador (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 22, q. 115, a. 2).

Comentario – San Basilio y San Gregorio

Este es el testimonio de Juan. Así comienza el pasaje evangélico de este día. Se trata del testimonio de Juan el Bautista, que, a la pregunta de sacerdotes y levitas: ¿Tú quién eres?, él responde: Yo no soy el Mesías. Es evidente que Juan fue confundido con el Mesías esperado, o al menos con el Elías esperado o con un profeta singular, el Profeta. Por eso le preguntan por su identidad. Y él, que es un hombre íntegro, no se sirve de estas falsas atribuciones en su beneficio, haciéndose pasar por quien ya era tomado, por el Mesías o el Profeta. Ante las sucesivas negaciones, le piden que confiese abiertamente su propia identidad, la conciencia que él tiene de sí mismo: ¿Quién eres entonces? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo? Y Juan contestó: Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como dijo el profeta Isaías). Así se presenta el Bautista, como una voz, similar a la de Isaías, que se deja oír en el desierto pidiendo que se allane el camino al Señor.

Su predicación, por tanto, está en función de este Señor al que hay que allanar el camino apartando obstáculos y dificultades que imposibilitan su venida. Pero la respuesta de Juan no les deja del todo satisfechos. Los fariseos encuentran una incoherencia entre lo que dice de sí mismo y lo que hace: Entonces ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta? Consideran que bautizar es tarea mesiánica o profética; por eso no entienden que, tras haber negado esta condición, Juan siga bautizando. Pero él responde: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. Juan, al tiempo que reconoce su bautismo (con agua) como un signo ligado a su predicación –a su condición de vocero– o llamada a la conversión, denuncia la presencia entre ellos de alguien, todavía desconocido, pero anterior a él, y al que no es digno de desatar la correa de la sandalia. De él dirá en otro lugar que bautizará con Espíritu Santo y fuego, y no sólo con agua, como él.

Este es el testimonio de Juan, no un testimonio de sí mismo, sino de otro que, viniendo detrás que él, existía antes que él y al cual no puede compararse porque le es muy inferior. Al afirmar de sí mismo que él no es el Mesías, está señalando en la dirección de ese otro que ya está en medio de ellos, aunque envuelto en el anonimato. Él será el que bautice de verdad, con Espíritu Santo, por ser el Mesías. A Juan le piden un testimonio de sí mismo, pero acaba dando testimonio en favor de otro, de aquél ante quien él se siente indigno y cuya voz le prepara el camino. Juan se siente realmente un servidor del Mesías, no un suplantador del Mesías. Por eso, consciente de su papel de precursor, obra con tanta humildad y honestidad, sin pretender engañar a nadie y sabiendo retirarse a tiempo. Es una enorme lección para todos los que hacemos presente a Cristo con nuestro oficio. Una cosa es hacerle (sacramentalmente) presente y otra suplantarle «ocupando su lugar». También los que obramos «in persona Christi» tenemos que saber retirarnos a tiempo para no dar lugar a borrosas confusiones o a indignas suplantaciones. Sólo así allanaremos el camino del Señor que viene a salvar a los corazones cautivos.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

231. Hablamos de líderes realmente “populares”, no elitistas o clausurados en pequeños grupos de selectos. Para que sean capaces de generar una pastoral popular en el mundo de los jóvenes hace falta que «aprendan a auscultar el sentir del pueblo, a constituirse en sus voceros y a trabajar por su promoción»[124]. Cuando hablamos de “pueblo” no debe entenderse las estructuras de la sociedad o de la Iglesia, sino el conjunto de personas que no caminan como individuos sino como el entramado de una comunidad de todos y para todos, que no puede dejar que los más pobres y débiles se queden atrás: «El pueblo desea que todos participen de los bienes comunes y por eso acepta adaptarse al paso de los últimos para llegar todos juntos»[125]. Los líderes populares, entonces, son aquellos que tienen la capacidad de incorporar a todos, incluyendo en la marcha juvenil a los más pobres, débiles, limitados y heridos. No les tienen asco ni miedo a los jóvenes lastimados y crucificados.


[124] Conferencia Episcopal Argentina, Declaración de San Miguel, Buenos Aires 1969, X, 1.

[125] Rafael Tello, La nueva evangelización, Tomo II (Anexos I y II), Buenos Aires 2013, 111.

El Niño Dios: la Sabiduría, la Luz y la Palabra

Seguimos en el tiempo de Navidad, y en este segundo domingo después de Navidad la Iglesia nos invita a detenernos por un momento y a recordar lo que hemos celebrado en estos días pasados. Hoy volvemos a escuchar de nuevo en el Evangelio el prólogo del evangelio de san Juan que escuchábamos el día de Navidad. Hoy es un buen día para asomarnos de nuevo al portal de Belén y volver a contemplar una vez más a ese niño que ha nacido, al Niño Dios que ha venido a salvarnos. Tres símbolos nos recuerdan hoy quién es ese niño: la sabiduría, la luz y la palabra.

1. La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido. El libro del Eclesiástico nos presenta en la primera lectura a la sabiduría, que habla en primera persona haciendo un elogio de sí misma. La sabiduría ya existía antes de los siglos, y ahora es enviada por Dios creador para que entre en Israel y ponga su tienda en Jacob. Así, la sabiduría afirma: “He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad”. La sabiduría de Dios, que es representación y figura de Cristo, ha acampado en medio del pueblo. Esta sabiduría no hay que entenderla al modo humano. No es saber mucho. Más bien, esta sabiduría se refiere al conocimiento de Dios mismo y de su misterio. Cuando aquí habla de la sabiduría hemos de entenderla como el don que Dios da para poderle conocer. Y nosotros, desde el nacimiento de Cristo hecho hombre, podemos conocer a Dios por medio del Hijo que se ha encarnado. Cristo, el niño nacido estos días en Belén, es la manifestación de Dios y de su poder, que se nos acerca en la ternura y en la sencillez de un niño recién nacido. Así dirá Jesús en el Evangelio que quien no se haga como un niño no entrará en el Reino de los cielos. Es hermoso en estos días contemplar a Dios que se nos muestra a través de un niño para que le podamos conocer. Esta es la verdadera sabiduría de Dios que ha venido al mundo.

2. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. La segunda imagen que nos presenta hoy la liturgia de la palabra es la de la luz. En medio de la oscuridad, de la tiniebla, brilla una luz. Así lo escuchábamos el día de la nochebuena en la Misa del gallo: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande”. La luz es también signo de Cristo, que brilla en medio de la oscuridad. Si misamos nuestro mundo en estos días descubrimos que en verdad hay oscuridad y tinieblas. A pesar de las luces que en estos días hemos encendido en las calles y en los comercios de nuestros pueblos y ciudades, sabemos bien que son luces efímeras, que cuando terminen los días de fiesta se apagan. Son luces que adornan, pero que no iluminan. El mundo sigue en tinieblas a pesar de estas luces, pues el mundo sigue oscurecido por el pecado que trae violencia, envidias y recelos entre nosotros. Pero en medio de la oscuridad en la que nos encontramos, una luz brilla, ilumina. Esta luz la podemos encontrar en el pesebre de Belén. Todas las demás luces son imágenes y representación de esta luz grande que ha brillado. Pero, nos dice san Juan, la tiniebla no recibió a la luz. Así sucede también en nuestro mundo. A pesar de que Dios ha nacido hecho niño en Belén, el mundo sigue a la suya, sin percatarse siquiera que Dios está en medio de nosotros como luz que nos ilumina y que disipa las tinieblas del pecado.

3. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. La Palabra es también otra imagen de Cristo. Así como en el Antiguo Testamento Dios habló a través de su palabra escrita en tablas de piedra que se conservaban en el arca de la alianza, dentro de la tienda del encuentro, ahora la Palabra se ha encarnado, se ha hecho hombre y ha venido a acampar entre nosotros. Este es el gran misterio de la Navidad. Dios ya no habla con mediaciones, pues su palabra se ha hecho como nosotros y habita en medio de nosotros. Es una palabra de consuelo, de esperanza, de guía para nuestro camino. Es una palabra de salvación. Cristo, nacido hecho niño en belén, es esa Palabra que ahora habita entre nosotros. La Palabra creadora de Dios, pues Dios creó el mundo por medio de la Palabra, se ha hecho ahora carne para renovar la creación entera.

La sabiduría, la luz y la palabra son símbolos que nos manifiestan la presencia de Dios con nosotros. Escuchar a Dios en su Palabra, que es Cristo, aprender su sabiduría y dejarse guiar por su luz es a lo que nos invita la palabra de Dios en este segundo domingo después de Navidad. No perdamos de vista el misterio que estamos celebrando: Dios está con nosotros. Escuchémosle y dejémonos guiar por Él. Tanto nos ama que ha venido a estar entre nosotros.

Francisco Javier Colomina Campos

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

En el principio existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por él y sin él nada se hizo. Cuanto ha sido hecho en él es vida, y la vida es la luz de los hombres; la luz luce en las tinieblas y las tinieblas no la sofocaron. Hubo un hombre enviado por Dios, de nombre Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por él. No era él la luz, sino testigo de la luz. Existía la luz verdadera, que con su venida a este mundo ilumina a todo hombre. Estaba en el mundo; el mundo fue hecho por él, y el mundo no lo conoció. Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. A todos los que lo reciben, a los que creen en su nombre, les da el ser hijos de Dios; él, que no nació ni de sangre ni de carne, ni por deseo de hombre sino de Dios. Y aquel que es la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y nosotros vimos su gloria, gloria cual de unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan daba testimonio de él y proclamaba: «Éste es del que yo dije: El que viene detrás de mí ha sido antepuesto a mí, porque era antes que yo». De su plenitud, en efecto, todos nosotros hemos recibido, y gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la fidelidad vinieron por Cristo Jesús. A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que está en el Padre, nos lo ha dado a conocer.

Juan 1, 1-18

PARA MEDITAR

Acampó entre nosotros”, dice el Evangelio. Jesús, siendo Dios, se hace hombre y vive como uno más. Vive con su familia en Nazaret, aprende a amar y a rezar, comparte el trabajo con María y José… y hay muchos que le conocen como el “hijo del carpintero”.
¿Quién no ha ido alguna vez a un campamento? Cuando llega el momento de repartirse en las tiendas de campaña… nos ponemos con nuestros mejores amigos. Dormimos juntos, hablamos de nuestras cosas, algunas veces nos enfadamos, pasamos el rato en la tienda…
Jesús, también ha acampado entre nosotros. Y quiere que le hagas un hueco en tu tienda de campaña… y que le abras tu corazón. Quiere ser tu mejor amigo y ayudarte en tu vida diaria… en casa, en el colegio, en la parroquia…
Y además… aunque algunas veces no le hagas mucho caso, Jesús promete no abandonarte. Él no va a dejar de ser tu amigo. .

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • Jesús también fue pequeño ¿Cómo te imaginas que fue su vida? ¿Cómo sería la relación con sus padres?
  • ¿Qué es lo que más te gusta de tus amigos? ¿Por qué son importantes para ti? ¿Qué haces para cuidar la relación con tus amigos?
  • ¿Jesús es tu amigo? ¿Qué podrías hacer para ser más amigo de Jesús?

ORACIÓN

Tú estas con nosotros, Jesús.
Te encontramos en el amigo y el hermano, en la gente que
nos quiere y que nos cuida. En nuestros padres, en los
maestros, en todos los que hacen el bien, en los pobres…
Te encontramos todos los días cuando vemos el amanecer,
y cuando cerramos los ojos al dormir.
Tú estás con nosotros, porque estás presente
en el mundo, ayudando para que cada
día haya más alegría, más justicia
y más esperanza.
Ayúdanos a descubrir tu presencia,
Señor, y que colaboremos para
que muchos más puedan descubrirte,
conocerte y ser felices.
¡Que así sea, Señor!

La vida era la luz de los hombres

Las lecturas de este día nos ayudan a profundizar la identidad de Jesús y nos invitan a vivir dejándonos guiar por la luz.

¿Quién es Jesús?

Para profundizar la identidad de Jesús, se nos propone en el primer capítulo del evangelio de Juan, que, de forma poética y cargado de mística, nos presenta la Encarnación. El prólogo es una síntesis magistral de la Historia de la Salvación. El misterio de la Encarnación, nos pone frente a la acción de Dios, que asume nuestra humanidad vulnerable y la sana.

Todo gira en torno a la Palabra, el término griego que utiliza es Logos que traducimos como palabra o verbo. El Logos no es sólo la palabra oral, su significado es más amplio: es la palabra pensada, la idea que está detrás de la palabra, la inspiración, el plan, el sentido de las cosas. Teniendo en cuenta esto, no es difícil establecer la relación entre Palabra y Sabiduría. El fragmento del libro del Eclesiástico, que leemos en la primera lectura de este día, nos habla de esa Sabiduría. En los libros sapienciales la Sabiduría describe la actividad divina. ¿Dónde se da la semejanza entre Sabiduría y Palabra? En que ambas poseen el poder de cambiar, crear y transformar. Lo que Dios hacía al comienzo de la creación, toma ahora una nueva dimensión en la Encarnación.

Jesús asume la condición humana. Dios se hace ternura y compasión. Al mismo tiempo el himno de la carta a los Efesios nos recuerda la divinidad de Cristo: “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.” (Ef 1,3-4)

La Navidad es un momento bueno para entrar profundizar en nuestra experiencia interior de Jesús verdadero Dios y verdadero hombre. Es tiempo de encontrar a Dios en los detalles de nuestra vida y de la creación. 

Vivir iluminados

En la Encarnación, Dios ha asumido nuestra naturaleza humana en la persona de Jesús. Dios entra en la vida humana haciéndose niño.  Hace una opción difícil de entender para nuestra lógica: desde lo “débil” se hace “Buena Noticia”. De este modo humaniza nuestra humanidad a la hora de hacernos a imagen y semejanza de su Hijo: hombres nuevos.

El tiempo de Navidad es una nueva oportunidad para dejarnos iluminar, para renovar nuestro compromiso por la vida y nuestra búsqueda de sentido. Somos invitados a re crear nuestro mundo. ¡Ojalá la sepamos aprovechar!

Fray Edgardo César Quintana O.P.

Escuchar tu Palabra, Señor

Queremos escuchar tu Palabra, queremos
conocerla hasta el fondo, queremos sacar de ella

todo el dinamismo que posee.
Conocemos tu Palabra desde niños,
sabemos que nos alimenta,

y estamos seguros de que contiene
la respuesta a todas nuestras preguntas.

Tu palabra, Señor, tu vida, tu forma de estar en el mundo,
nos la contaron tus amigos más cercanos.
Luego los nuestros nos la han ido transmitiendo,
envuelta en amor
 o en normas,
con más o menos acierto.

Tu Palabra es guía, que dejándose llevar por ella, te lleva a la meta;
tu Palabra es verdad, pues tu única afirmación es el amor;
tu Palabra es libertad, pues induce
al perdón, a la comprensión
y a soltar ataduras
y tu Palabra es sosiego,
pues atrae, anima, descansa y disculpa siempre.

Tú nos regalas tu Palabra, Señor,
y nosotros buscamos traducciones complicadas.
Tú nos sales al encuentro en tu Evangelio
y nosotros apenas lo leemos.

Tú nos quieres decir algo nuevo cada día
y nosotros lo damos todo por sabido.
Tú nos hablas al corazón siempre

y nosotros seguimos buscándote
por otros rincones.

Ayúdanos, Señor, a saber disfrutarte,
a leer entre líneas, a gozar tu mensaje.
Enséñanos a comentarte en compañía,
a compartir lo que susurras a cada uno.
Poténcianos la escucha, la reflexión,

la intimidad contigo.
Mantennos muy atentos, disponibles, no dispersos,

y haz que tu Palabra nos llegue
al corazón.
Así caminaremos hacia la verdadera Vida,
esa que Tú nos ofreces constantemente.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Domingo II de Navidad

• San Juan parece que quiera empezar la Biblia: Al principio creó Dos el cielo y la tierra (Gn 1,1).

• Al final del prólogo se dice que la Palabra es Jesucristo (17-18). Y a lo largo de todo el Evangelio de Juan (3,13; 6,62; 8,58; 17,5.24) se irá repitiendo que ya «al principio», «estaba junto a Dios» y «era Dios».

• La «Palabra» tiene que ver con la realidad creada. Lo cantaba el libro de la Sabiduría: Dios de mis padres, Señor de misericordia, que todo lo creaste con tu palabra (Sa 9,1); y lo proclaman los Apóstoles: No hay más que un solo Señor, Jesucristo, por quien existe el universo (1Co 8,6) (Col 1,16- 17; Heb 1,2-3; Ap 3,14). De manera que podemos hablar, con san Pablo, de una «creatura nueva» en aquellos que se dejan tocar por Jesucristo: el que vive con Cristo es una creatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo (2Co 5,17).

• Por otro lado, hablar de Jesucristo como «Palabra» y de que Dios nos ha creado «con su palabra» nos hace caer en la cuenta de que Dios se comunica y de que estamos hechos para la comunicación: comunicación / diálogo / apertura de corazón / decir bien y comunicación de bienes.

• A Jesucristo, a quien Juan ha definido como «Palabra» y «Palabra creadora», también lo define como «luz» (4.5.9). Más adelante abunda en el tema (Jn 8,12; todo el capítulo 9; 11,9; 12,46). Es «la luz» que viene al mundo y alumbra a todo hombre (9) que se le acerca.

• La palabra «mundo» (10), sobre todo en los capítulos 13-17 del Evangelio según Juan, representa una oposición compacta y radical contra Jesús (Jn 14,17.19.27; 15,18.19; 16,8.20; 17,9.14.16.25). En este sentido, ni Jesús es del mundo (Jn 8,23) ni los discípulos lo son (Jn 17,14.16). Pero Dios ama mucho al mundo y le envía a su Hijo (Jn 3,16). También los creyentes serán enviados al mundo (Jn 17,18).

• Jesucristo «vino a su casa, y los suyos no lo recibieron» (11); según algunos se trata de una referencia a Israel, el pueblo que rechazó a su Mesías; pero otros dicen que es una referencia al conjunto de la humanidad que, como tal, no ha aceptado la Palabra hecha carne, persona humana (14). En cualquier caso, nos cuestiona a todos.

Y nos anuncia la Buena Noticia: Él nos hace «hijos de Dios» (12). Sólo hay que acogerlo, dejar que nos recree, que haga de nosotros una «creatura nueva» (2Co 5,17).

• Esta cuestión de acoger o no acoger a Jesucristo nos da la pista sobre qué es, en el Evangelio, creer y no creer en Él. Ciertamente no vale un criterio grupal, étnico, familiar…: precisamente «los suyos no lo recibieron» (11).

• La palabra «carne» (14) traduce el vocablo griego «sarx», que aquí significa la condición humana en su vertiente de debilidad y de limitación. Éste es un tema central de los escritos de san Juan (Jn 6,53-55; 1Jn 4,2; 2Jn 7).

• Decir que «acampó entre nosotros» (14), o sea, que «plantó la tienda», es una alusión al templo o tabernáculo donde Dios se manifestaba en el Antiguo Testamento (Ex 40,34-35; 1Re 8,10-13). Ahora Dios se manifiesta en la «carne» de este hombre, Jesús de Nazaret, el nuevo templo (2,21).

• La palabra «gloria» (14) acentúa el tema de la presencia de Dios (Ex 34,29- 35; Is 60,1-2). Por otro lado, este texto es un reflejo de la fe que profesa la comunidad de creyentes («hemos contemplado»). La gloria de Dios la contemplamos en la vida de las personas.

• En Jesucristo, que se ha hecho como nosotros, podemos conocer a Dios (18). Y dejándonos tocar -re-crear- por Él, volveremos a ser «imagen y semejanza de Dios» (Gn 1,26), tal como nos creó al principio de la arcilla de esta tierra creada por Él (Gn 2,7).