Vísperas – Martes I de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MARTES I TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!…).
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.

SALMO 19: ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido

Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

SALMO 20: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuanto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA: 1Jn 3, 1a.2

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Queridos, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

RESPONSORIO BREVE

R/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
V/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

R/ Tu fidelidad de generación en generación.
V/ Más estable que el cielo.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

PRECES

Alabemos a Cristo, que mora en medio de nosotros, el pueblo adquirido por él y supliquémosle, diciendo:

Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

Dueño y Señor de los pueblos, acude en ayuda de todas las naciones y de los que las gobiernan:
— que todos los hombres sean fieles a tu voluntad y trabajen por el bien y la paz.

Tú que hiciste cautiva nuestra cautividad,
— devuelve la libertad de los hijos de Dios a todos aquellos hermanos nuestros que sufren esclavitud en el cuerpo o en el espíritu.

Concede, Señor, a los jóvenes la realización de sus esperanzas
— y que sepan responder a tus llamadas en el transcurso de su vida.

Que los niños imiten tu ejemplo
— y crezcan siempre en sabiduría y en gracia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Acoge a los difuntos en tu reino,
— donde también nosotros esperamos reinar un día contigo.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:
Padre nuestro…

ORACION

Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso, porque has permitido que llegáramos a esta noche; te pedimos quieras aceptar con agrado el alzar de nuestras manos como ofrenda de la tarde. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Martes I de tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor. Amen. 

2) Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 1,21-28
Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.» Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.» Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea. 

3) Reflexión

• Secuencia de los evangelios de los días de esta semana. El evangelio de ayer nos informaba sobre una primera actividad de Jesús: llamó a cuatro personas para formar comunidad con él (Mc 1,16-20). El evangelio de hoy describe la admiración de la gente ante la enseñanza de Jesús (Mc 1,21-22) y el primer milagro expulsando un demonio (Mc 1,23-28). El evangelio de mañana narra la curación de la suegra de Pedro (Mc 1,29-31), la curación de muchos enfermos (Mc 1,32-34) y la oración de Jesús en un lugar solitario (Mc 1.35-39). Marcos recoge estos episodios, que se transmitían oralmente en las comunidades, y los unió entre sí como los ladrillos en una pared. En los años 70, época en la que él escribe, las Comunidades necesitaban orientación. Al describir como fue el inicio de la actividad de Jesús, Marcos indicaba qué debían hacer para anunciar la Buena Nueva. Marcos hace catequesis contando a las comunidades los acontecimientos de la vida de Jesús.
• Jesús enseña con autoridad, diversamente de los escribas. La primera cosa que la gente percibe es la que Jesús enseña de forma diferente. No es tanto lo referente al contenido, sino es la forma de enseñar que impresiona. Por medio de esta forma diferente, Jesús crea una conciencia crítica en la gente con relación a las autoridades religiosas de la época. La gente percibe, compara y dice: Enseña con autoridad, diferente de los escribas. Los escribas de la época enseñaban citando autoridades. Jesús no cita ninguna autoridad, sino que habla a partir de su experiencia de Dios y de la vida. Su palabra tiene raíz en el corazón.
• ¿Has venido a derrocarnos? En Marcos, el primer milagro es la expulsión de un demonio. Jesús combate y expulsa el poder del mal que se apoderaba de las personas y las alienaba de sí mismas. El individuo poseído gritaba: “¡Yo te he reconocido, tú eres el Santo de Dios!” El hombre repetía la enseñanza oficial que representaba al Mesías como “Santo de Dios”, esto es, como un Sumo Sacerdote, o como rey, juez, doctor o general. Hoy también, mucha gente vive alienada de sí, engañada por el poder de los medios de comunicación, de la propaganda del comercio. Repite lo que oye decir. Vive esclava del consumismo, oprimida por los préstamos de dinero, amenazada por los acreedores. Muchos piensan que su vida no es como debería ser si no pueden comprar aquello que la propaganda anuncia y recomienda.
• Jesús amenaza al espíritu del mal: “¡Cállate y sal de ese hombre!” El espíritu hace revolcar al hombre, lanza un grito tremendo y sale de él. Jesús devuelve las personas a ellas mismas. Hace que la persona recupere su perfecto juicio (cf. Mc 5,15). No era fácil, ni lo fue ayer, ni lo es hoy, hacer que una persona empiece a pensar y a actuar de forma diversa de la ideología oficial.
• ¡Enseñanza nueva! Incluso le obedecen los espíritus impuros. Las dos primeras señales de la Buena Nueva que el pueblo percibe en Jesús, son éstas: su forma diversa de enseñar las cosas de Dios, y su poder sobre los espíritus impuros. Jesús abre un nuevo camino para que la gente llegue a ser pura. En aquel tiempo, una persona declarada impura no podía comparecer ante Dios para rezar y recibir la bendición prometida por Dios a Abrahán. Antes, tenía que purificarse. Esta y muchas otras leyes y normas dificultaban la vida de la gente y marginaban a mucha gente como impura, lejos de Dios. Ahora, purificadas por el contacto con Jesús, las personas impuras podían comparecer de nuevo ante Dios. ¡Era una gran Buena Nueva para ellos! 

4) Para la reflexión personal

 ¿Puedo decir:“Soy totalmente libre, señor de mi mismo?” Si no lo puedo decir de mi mismo, entonces, algo en mí, está poseído por otros poderes. ¿Cómo hago para expulsar este poder extraño?
• Hoy mucha gente no vive, sino que es vivida. No piensa, sino que es pensada por los medios de comunicación. No tiene pensamiento crítico. No es dueña de sí misma. ¿Cómo expulsar este “demonio”? 

5) Oración final

¡Yahvé, Señor nuestro,
qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el hijo de Adán para que de él te cuides? (Sal 8,2.5)

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

6.- LA PRESENTACIÓN DE JESÚS Y SU RESCATE. SIMEÓN Y ANA

Lc 2, 22-24

Después de la purificación tenía lugar la presentación y rescate del primogénito. En el Éxodo estaba escrito:

El Señor dijo a Moisés: Declara que todo primogénito me está consagrado. Todo primogénito de los hijos de Israel, lo mismo hombre que animal, me pertenece siempre.

Esta ofrenda de todo primer nacido recordaba la liberación milagrosa del pueblo de Israel de su cautividad en Egipto y la especial soberanía de Dios sobre él. Todos los primogénitos eran presentados, entregados, a Yahvé, y luego eran restituidos a sus padres. Los primogénitos del pueblo habían sido destinados primeramente a ejercer las funciones sacerdotales; pero más tarde, cuando el servicio del culto fue confiado únicamente a la tribu de Leví, esta exención se compensó con el pago de cinco siclos para el mantenimiento del culto[1]. La ceremonia consistía, de hecho, en la entrega de estas monedas al Templo.

Nuestra Señora preparó su corazón para presentar a su Hijo a Dios Padre y ofrecerse Ella misma con Él. En este acto ponía una vez más su propia vida en las manos de Dios. Jesús fue presentado a su Padre en las manos de María. Jamás se hizo una oblación semejante.

Cuando estaban en el Templo se presentó ante ellos un anciano, Simeón, del que traza san Lucas el mejor elogio: era justo y temeroso de Dios, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él. Era un hombre de fe que ansiaba la llegada del Mesías. Simeón era un hombre bueno, lleno de virtudes. El Espíritu Santo habitaba en él, dirigía su vida y le había inspirado la certeza de que no había de morir sin ver al Mesías. También le movió a ir al Templo el día en que Jesús, en brazos de su Madre, hizo en él su primera entrada. Dios mismo había preparado el encuentro.

El anciano vio a Jesús con sus padres, se detuvo y con gran piedad lo tomó en sus brazos. La Virgen no tuvo ningún inconveniente en dejarlo en sus manos. ¡Sabía que le daba un tesoro! Y dijo este hombre santo con verdadera alegría: Ahora, Señor, puedes sacar en paz de este mundo a tu siervo, según tu palabra.

Cada término de este canto profético tiene su valor propio. «Ahora» ya puede morir en paz, sin pena, porque se han cumplido todos sus deseos, pues ha contemplado con sus ojos maravillados al que tantos reyes y profetas ardientemente desearon ver, sin llegar a conseguir esta dicha. Como el patriarca Jacob, cuando recobró a su hijo José, siente colmada su alegría. Ahora ya puedes dejarme partir[2]. Aquel encuentro fue lo verdaderamente importante en su vida; ha vivido para este instante. No le importa ver solo a un niño pequeño, que llegaba al Templo llevado por unos padres jóvenes, dispuestos a cumplir lo preceptuado en la Ley, igual que otras familias. Él sabe que aquel Niño es el Salvador: mis ojos han visto a tu Salvador. Esto le basta.

Después, Simeón bendijo a María y a José. Los proclamó bienaventurados, los felicitó por tener una misión tan estrecha con aquel Niño que sería la gloria de Israel. Con Jesús todavía en sus brazos, se dirigió a María y, movido por el Espíritu Santo, le descubrió los sufrimientos que su Hijo padecerá y la espada de dolor que traspasará el alma de Ella misma:

Este -le dice, señalando a Jesús- ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción -y tu misma alma la traspasará una espada-, a fin de que se descubran los pensamientos de muchos corazones.

El sufrimiento de la Virgen -la espada que traspasará su alma- tendrá como único motivo los dolores de su Hijo, su persecución y muerte, la incertidumbre del momento en que sucedería y la resistencia a la gracia de la Redención, que ocasionaría la ruina de muchos. El destino de María es paralelo al de Jesús. Esta es la primera vez que en el evangelio se alude a los padecimientos del Mesías y de su Madre[3].

María y José no olvidarían nunca las palabras que oyeron aquella mañana en el Templo.

Quizá estaban ya a punto de marcharse del Templo cuando llegó otra persona llena también de virtudes y de esperanza en el Mesías. Y, movida igualmente por el Espíritu Santo, se acercó a la Sagrada Familia. Era Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. El evangelista ha querido señalar su ascendencia, lo que prueba que no escribe según esquemas literarios prefabricados, sino según los datos que ha recibido de la tradición. Y en pocas palabras expone su estado y condición: viuda después de siete años con su único marido, anciana de 84 años, piadosa. Y llegando en aquel mismo momento alababa a Dios, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Hablaba de Él, del Niño. Todo el que de verdad se encuentra con Jesús se siente movido a hablar de Él.

José y María, con el Niño, volvieron a Belén. José lo llevaría entre sus brazos una buena parte del camino. Y comentarían con todo detalle estos admirables acontecimientos. La Virgen los guardaba en su corazón.


[1] El siclo, shekel, era la moneda del Templo. También se usaba como unidad de peso y equivalía a cuatro dracmas-denarios (G. SEGALLA , Panoramas del Nuevo Testamento, p. 144). En la vida corriente se usaban el dracma griego y el denario romano. Cinco siclos eran unos veinte días de trabajo. Judas traicionará años más tarde al Señor por treinta siclos (cfr. Mt 26, 15).

No se puede olvidar que, en el mundo antiguo, las monedas se pesan. Su peso, algo variable, permitía a los cambistas jugar con las diferencias. Las equivalencias flotaban, porque la plata no era pura. En cada moneda variaba el título, es decir, la proporción de plata pura.

[2] Dimittis, «dejar libre», es el verbo que se empleaba para indicar la libertad de un prisionero, la manumisión de un esclavo, el relevo de un centinela.

[3] Sobre el alcance de estas palabras de Simeón, ha escrito Benedicto XVI: «La oposición contra el Hijo afecta también a la Madre e incide en su corazón. La cruz de la contradicción se convierte en una espada que atraviesa su alma. De María podemos aprender la verdadera compasión, libre de sentimentalismo alguno, acogiendo el dolor ajeno como sufrimiento propio». La infancia de Jesús, p. 93.

Comentario – Martes I de Tiempo Ordinario

Muy pronto la enseñanza de Jesús comenzó a provocar asombro por estar revestida de una extraordinaria autoridad. El evangelista Marcos sitúa esta enseñanza en Cafarnaúm y en la sinagoga. Ya hemos señalado que la sinagoga y el sábado fueron los ámbitos escogidos por Jesús para su primera evangelización. Para eso sólo tuvo que servirse de lo que le ofrecía la misma institución judía con sus espacios y tiempos de convocación. El asombro provocado por su enseñanza se hace radicar en la autoridad con la que enseña, una autoridad no necesitada de autorización. Se trata de personas religiosas familiarizadas con la enseñanza de los letrados (o exegetas) del judaísmo.

Pero en su comparación con el discurso de Jesús, el de los letrados no les causa ningún asombro. ¿Qué tenía esta palabra tan asombrosa? ¿En que se diferenciaba de la de los letrados? ¿En qué radicaba la autoridad de esta enseñanza? Quizá en que era una enseñanza con sello de autor, es decir, con la originalidad, la novedad, la veracidad de alguien que habla desde sí mismo, desde la propia experiencia y con una profunda convicción. Jesús hablaba del Padre como si lo conociese en persona, con la familiaridad –que tanto escandalizó a sus contemporáneos- propia de un hijo. También manifestaba tener un profundo conocimiento del alma humana y de sus dolencias y reacciones. Jesús no hablaba de memoria ni de oídas, sino con la convicción de los testigos. Jesús no contaba historias ajenas, sino vivencias personales. Era este conjunto de cosas lo que daba autoridad, fuerza de autor, a su enseñanza. Lo que predicaba era esencialmente suyo, tan suyo como de su Padre Dios: Todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

Pero a esto había que añadir otro elemento: el de la eficacia. Enseñaba con autoridad porque su palabra era sumamente eficaz, esto es, hacía realidad lo que en ella se significaba, ponía inmediatamente en ejercicio lo que imperaba. Cuenta el evangelio que se encontraba en la sinagoga en ese preciso instante un hombre que tenía un espíritu inmundo, es decir, un endemoniado que, en presencia de Jesús, reaccionó gritando a grandes voces: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios. Efectivamente, si Jesús había salido para liberar a los oprimidos por el diablo, había venido en cierto modo a acabar con él, o mejor, con su influjo maléfico sobre el hombre. Jesús lo increpó (cállate y sal de él) y el espíritu inmundo, dando un fuerte grito, salió. La gente se preguntaba estupefacta: ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevoHasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen. Luego también aquí, en este mandar que genera obediencia incluso en los espíritus que le son contrarios, ven sus contemporáneos autoridad.

La palabra de Jesús tiene tal carga de autoridad que doblega voluntades y somete a los poderes del mal, que hace lo que dice, que provoca la retirada del demonio de los poseídos, que devuelve la salud a los enfermos y concede la salvación a los pecadores. No hay palabra con más autoridad que la palabra creadora, una palabra con tal eficacia y poder que nada se le puede comparar ni oponer resistencia; pues cómo resistir una palabra con tal poder de creación que ni la nada es obstáculo para su realización, mucho menos la enfermedad, la muerte o el demonio. Su autoridad radica, pues, en su capacidad para generar obediencia. Luego al poder de persuasión que confería a su enseñanza su sello de autor, se unía, potenciando su autoridad, esta extraordinaria eficacia que le acompañaba en sus actuaciones milagrosas. Eso es lo que provocaba el asombro en los testigos de su enseñanza, contribuyendo a que su fama se extendiera enseguida por todas partes hasta alcanzar la comarca entera de Galilea.

A nosotros nos ha llegado el eco de esta enseñanza en los escritos apostólicos, que son recuerdos de la misma; y también advertimos el sello de autor que la califica. No hemos sido testigos directos de la eficacia de esa palabra, pero nos fiamos del testimonio creíble de quienes lo fueron. Tampoco debe asombrarnos si partimos de un supuesto de fe, es decir, si partimos del hecho de que aquel de quien procede esta enseñanza es el mismo Hijo de Dios encarnado. ¿Cómo no iba a hablar con autoridad y eficacia aquel a quien le adornaba esta condición de Verbo o Palabra salida del Padre?

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

243. La comunidad tiene un rol muy importante en el acompañamiento de los jóvenes, y es la comunidad entera la que debe sentirse responsable de acogerlos, motivarlos, alentarlos y estimularlos. Esto implica que se mire a los jóvenes con comprensión, valoración y afecto, y no que se los juzgue permanentemente o se les exija una perfección que no responde a su edad.

Recursos – Ofertorio Domingo II de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DE LAS PANCARTAS

(Mientras la comunidad canta un canto apropiado, los niños, los adolescentes y jóvenes de la comunidad, ayudados por algunos catequistas, forman, al fondo del lugar de la celebración, en filas de tres, como si fuera una auténtica manifestación. A la cabeza de ella, van los que portan las pancartas preparadas con los mensajes: “De las palabras, a los hechos”; “De la piedad, al compromiso”; “De los templos, a las calles”. Al llegar al presbiterio, cada uno entrega su pancarta al Presidente, a la vez que dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN:

“DE LAS PALABRAS, A LOS HECHOS”

Yo te traigo, Señor, esta pancarta que hemos preparado y con la que queremos hacer una denuncia y, a la vez, expresar un compromiso. Denunciamos nuestros abusos verbales. Se nos llena la boca de bonitas palabras, cuando nuestros corazones y nuestras vidas no son coherentes. Y queremos expresar nuestros deseos, como Juan, el Bautista, de unir palabras y vida en nuestro testimonio de tu Hijo ante el mundo y ante las personas con las que convivimos.

“DE LA PIEDAD, AL COMPROMISO”

A mí me toca, Señor, presentarte esta segunda pancarta, en la que se lee: “De la piedad, al compromiso”. También es denuncia y compromiso, porque nos resulta más fácil, y hoy estamos verdaderamente tentados y tentadas por ello, de recluirnos en la piedad y huir de lo peligroso que resulta vivir en la intemperie del mundo, donde nos jugamos la vida y hasta la fe, por la confrontación continua con los y las que te han dado la espalda, a pesar de que hoy se hayan moderado las formas y hayamos desterrado la persecución religiosa. Que nuestro culto sea auténtico, a la medida de tu Hijo Jesucristo. Y sea Él quien nos lance a la acción y al compromiso en favor de todas las personas.

“DE LOS TEMPLOS, A LAS CALLES”

Yo también y por último, te traigo, Señor, esta tercera pancarta, mezcla de denuncia y de buenos deseos: “De los templos, a las calles”. Y es que, Señor, también estamos tentados y tentadas a refugiarnos en el calor de la afectividad de la comunidad y olvidarnos que, como pequeña Iglesia, somos una referencia de servicio y de entrega. Hoy, Señor, la caridad es política, porque de nada sirve luchar por separado; se precisan cambiar las estructuras, si realmente queremos que nuestro amor sea efectivo. Por eso te pedimos que nos ayudes.

PRESENTACIÓN DE UN FAROL ENCENDIDO

(Hace esta ofrenda uno/una de los/las militantes de la comunidad o cualquiera de las personas adultas que está comprometida en alguna actividad política, sindical o cívica. Entrega el farol al presidente, que lo deposita sobre la mesa del altar. Luego dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy este farol encendido, en este domingo en el que recordamos la figura del profeta Juan, el Bautista. Esta luz es el símbolo de Jesucristo resucitado y del compromiso que tantos y tantas profetas han vivido a lo largo de los tiempos. Te la ofrezco, hoy, como expresión de la lucha de tu Iglesia y de tantos hombres y mujeres empeñados por la transformación del mundo. Acéptala con tu bondad de Padre, empeñado por la causa de los y las más débiles.

PRESENTACIÓN DEL ÚLTIMO CARTEL O PUBLICACIÓN DE CÁRITAS

(Esta ofrenda la puede hacer algún miembro del grupo de Cáritas, preparado de manera que luego pueda quedar en un lugar significativo del templo)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo esta última publicación de Cáritas, que es la voz de la denuncia crítica en el seno de la Iglesia y de la sociedad de los problemas relacionados con la pobreza. Con ella te ofrezco, en mi nombre y en el de la comunidad, nuestros deseos y compromiso de que no se apague la voz de los y las sin voz y, a la vez, te pido incrementes nuestra solidaridad para con ellos y ellas, para que, de verdad, tu Iglesia y cada uno de nosotros y de nosotras seamos portavoces de sus problemas y denuncias en medio de la sociedad.

PRESENTACIÓN DE UN RECIPIENTE LLENO DE SAL

(Esta ofrenda la puede hacer una persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo, y lo hago en nombre personal y de la propia comunidad, este recipiente lleno de sal, como símbolo de nuestra presencia evangelizadora y transformadora del mundo. Igual que tantos hombres y mujeres evangelizadores a través de los tiempos, nosotros queremos ser presencia misionera en este mundo, a pesar de las muchas dificultades con las que nos encontramos. Danos, sin embargo, tu gracia, porque sin ella nuestra sal se vuelve insípida.

PRESENTACIÓN DE UN PARAGUAS

(Hace la ofrenda una persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy este paraguas. Es y ha sido muchas veces, en mi vida y en la de muchos de nosotros y de nosotras, el símbolo de nuestras actitudes evasivas ante los compromisos y las exigencias que Tú nos has transmitido a través de tu Palabra. Muchas veces, o hemos mirado hacia otro lado o hacia otras personas. Hoy, con esta ofrenda, te queremos pedir que nos cambies el corazón y nos lo hagas receptivo a tu Palabra y a sus exigencias.

Oración de los fieles – Domingo II de Tiempo Ordinario

Señor, Dios Padre, tú que eres luz de las naciones y que abres el oído al pueblo que te suplica, acoge estas plegarias que hoy ponemos ante ti:

SEÑOR, QUE HAGAMOS TU VOLUNTAD.

1. – Por el Papa, los obispos y las personas que un día llamaste para consagrar su vida a la predicación de tu Palabra. OREMOS

2. – Por los gobernantes y los que dirigen nuestros pueblos para que en todas sus actuaciones cumplan con la voluntad de Dios Padre. OREMOS

3. – Por los jóvenes que escuchan la llamada de Dios y por aquellos que, en los Seminarios, se preparan para difundir la buena noticia por todo el mundo. OREMOS

4. – Por todas las personas que se encuentran lejos de Dios, o lo buscan donde no se encuentra, para que atiendan a la invitación que el Señor les hace a seguirle. OREMOS

5. – Por todos los que sufren algún mal, o están enfermos, para que sientan, que en ese momento de dificultad, el Señor también atiende sus súplicas. OREMOS

6.- Por todos los aquí reunidos para que, como hace Juan, demos testimonio de Cristo como Salvador del mundo. OREMOS

Señor, haz que este tiempo Ordinario que hoy comenzamos sirva para crecer a tu lado en Fe, Esperanza y Amor.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.


Oremos, hermanos, confiadamente a Dios Nuestro Padre que concede todos los bienes de paz y salvación a sus criaturas. Y respondemos:

ESCÚCHANOS, PADRE

1.- Por el Papa, Francisco, por el obispo de nuestra diócesis y por todos los prelados del mundo para que fomenten la fe católica representada e iniciada por el Bautismo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. OREMOS

2.- Por los gobernantes de todos los países y por los representantes del poder económico y social, para que fomenten la igualdad, la solidaridad y el mutuo respeto para todos. OREMOS

3.- Por los niños y los jóvenes, y todos aquellos que inician una nueva etapa de su vida, para que entiendan y confíen en la voluntad de Dios y practiquen siempre el amor a los hermanos. OREMOS

4.- Por los enfermos, los tristes, los desesperados para que nosotros aquí presentes sepamos consolarlos y mostrarlos el camino del Señor Jesús, OREMOS

5.- Por todos nuestros difuntos, de nuestra familia, de nuestros amigos y conocidos, para que les alcance la misericordia de Dios y vean la Luz de su rostro. OREMOS

6.- Por nosotros, aquí presentes, que sepamos andar con fe y esperanza este tiempo ordinario y la Palabra que escuchemos nos ayude en el camino, OREMOS

Recibe Padre Bueno estas suplicas que con fe te dirigimos.

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen.

Comentario al evangelio – Martes I de Tiempo Ordinario

Jesús continúa alternando las palabras sobre el Reino con acciones que demuestran que ese Reino está ya entre nosotros. En ocasiones, se centra en las necesidades materiales de sus oyentes, como en el caso de la multiplicación de los panes y los peces. Alimento para el alma, y alimento para el cuerpo. No fuera a ser que desfallecieran por el camino.

Hoy vemos un paso más en la lucha contra el mal, o, dicho de otra manera, en la propagación de ese Reino de Dios que ha comenzado con Jesús. La liberación de un endemoniado supone demostrar que el poder de Dios es superior a la fuerza del diablo. El Bien vence al mal, aunque a veces no sea tan evidente como en este relato.

Nosotros quizá no podemos liberar demonios, como hacía Jesús. Es tarea de algunos sacerdotes expertos, designados por los obispos, los exorcistas. Pero sí podemos estar cerca de los que sufren, como hacía Él. Y tratar de animar, de iluminar, de ser testigos de la fe, de nuestra fe. Con los extraños, y con los cercanos. Con todos.

Y si no sabes cómo cumplir con esta misión, haz como Ana. Ora, pídele al Señor que te dé lo que necesitas, desahógate ante Él. Que siempre sabe lo que se hace, y te ayudará a encontrar la forma de ser testigo. Que palabras y obras vayan de la mano en nuestra vida. Como lo fueron en la vida de Jesús.

Alejandro Carbajo Olea, cmf