1.- Hay una forma de ver la presentación del Señor admirando la humildad de Dios, del Señor. Y se dice que Aquel que creo el mundo y luego dio a Moisés las Tablas de la Ley, se abaja en forma de niño para ser presentado por una familia pobre en el Templo de Jerusalén como primogénito consagrado. La Ley marcaba que todos los primogénitos pertenecían al Señor y que era necesario liberarlos mediante el tributo. Pero, realmente, lo que se hacía una fórmula real y consciente de consagración a Dios. Comenzaban a formar parte, más que otros, de la raza sacerdotal. Es verdad, no obstante, que el sacerdocio levítico se convirtió en una especie de aristocracia que no permitía –y hasta evitaba con alguna beligerancia—la entrada de los no seleccionados, ya en tiempos de Jesús, por la casta sacerdotal. Y otro par de datos para analizar convenientemente –el mismo misal nos lo explica—esta presencia de Niño Dios en el Templo son los nombres asumidos por la liturgia oriental para dicha fiesta: habla de “encuentro”. Y la nuestra de “presentación”. Son parecidas, pero, desde luego, es una presencia primera. Se trata de un encuentro del pueblo con Dios y por supuesto de una presentación ante el Creador…
2.- Pero para mi gusto lo más hermoso es el hecho de que una familia joven (porque nadie ha escrito en el Evangelio que José de Nazaret fuera viejo) acude al Templo de Jerusalén a cumplir con la Ley. El texto del capítulo 2 de San Lucas es muy hermoso, sin duda uno de los más bellos del evangelio. Algún tratadista –y, entre ellos, José Luis Martín Descalzo—ha apuntado la emoción y el nerviosismo de esa joven pareja que llega a la gran ciudad y al culmen de esa enorme población: el Templo de Salomón. Pero todo está preparado para la ceremonia porque el culto de este Templo funcionaba muy bien. Ya se sabe la importancia que tenía la forma entre, por ejemplo, fariseos o saduceos. Pero el pueblo llano si iba al fondo del rito, porque había sido educado en la veneración del Templo, de sus celebraciones, de sus ritos.
3.- Y esta, asimismo, la sorprendente aparición de Simeón… Sin duda, era –a pesar de su modestia y santidad—una persona conocida en el Templo y en sus aledaños. La “selección” hecha por el anciano debió de sorprender al habitual y numeroso conjunto de fieles que llenaban esos aledaños. Y es obvio que Simeón hizo su discurso para que se enteraran María y José, pero también el resto del pueblo. Y ya da el primer mensaje contradictorio sobre la futura vida de Jesús, pero que, desde luego, a sus padres tuvo que darles claves de lo que iba a ese niño. Es, en el fondo, otro mensaje del Cielo, con la misma naturaleza que el “discurso de ángeles” que los pastores llevaron a Belén. En fin, Ana, mujer muy vieja, para la realidad sociológica y demográfica de esos tiempos, también sería muy conocida. Y, por tanto, ese encuentro, esa presentación del Niño Jesús sería uno de los aconteceres importantes de esa jornada en la vida activa de Jerusalén y de su Templo. Aquello no fue –seguro—un acontecimiento que pasara sin ser visto. Bien al contrario… Jesús volvería doce años al Templo y ahí ratificó la importancia de aquella visita. Una posibilidad es que algunos de los interlocutores del Jesús ya casi adolescente recordara lo suscitado por Ana y Simeón en aquellas horas de la Presentación, y de ahí el interés por escuchar a Jesús, aunque fuera un solo un niño.
4.- Y examinando el resto de las lecturas pues nos acercan a los objetivos primordiales de esta fiesta. El salmo 23 se utilizaba en aquellas liturgias del Templo es que los fieles se disponían a recibir a Dios, como soberano y Rey de la Gloria. Fue –históricamente y como hemos glosado en la monición sobre las lecturas– acompañamiento de la ceremonia del viaje y entrada del Arca de la Alianza desde Silo hasta el templo de Salomón recién construido y consagrado. El profeta Malaquías habla, asimismo, de la consumación mesiánica muchos años antes del nacimiento de Jesús. Profetiza sobre la llegada de un mensajero que preparará la llegada del Mesías. Para los judíos era el arrebatado a los cielos Elías. Y ya Jesús dijo que Juan el Bautista era el Elías que esperaba el pueblo de Dios. En la Carta a los Hebreos se habla de Jesús como Dios, pero un Dios abajado, totalmente parecido a sus hermanos de la Tierra, para que la Redención fuese posible… En fin todos confirman esa irrupción de Dios en el mundo que celebramos en la fiesta de hoy.
Como decíamos al principio en la Presentación, fiesta del Señor, que por derecho propio sustituye al formulario del Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario. Y comentar que es una de las celebraciones litúrgicas más antiguas en la historia de la Iglesia. Nada menos que del siglo IV y celebrada por la Iglesia de Jerusalén. Ya se celebraba con la bendición de los cirios, sin duda con claras influencias de la religiosidad del Templo de Salomón. Y otro ejemplo curioso. Para los polacos esta fiesta constituye el final de la Navidad y dentro de la bendición de los cirios tienen especial protagonismo las mujeres, tal vez porque también se recuerda la purificación de María, tras el parto, y de acuerdo con la ley mosaica.
Ángel Gómez Escorial