Vísperas – Miércoles V de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MIÉRCOLES V DE TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
(la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste;
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste.

que el agua del camino es amarga…, es amarga,
que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombría y honda desolación me embarga,
y siento el alma triste hasta la muerte triste…

El espíritu débil y la carne cobarde,
lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar…

Mas entonces me miras…, y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? +

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
+ El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda ofreceré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA: St 1, 22.25

Llevad a la práctica la ley y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será dichoso al practicarla.

RESPONSORIO BREVE

R/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

R/ No arrebates mi alma con los pecadores.
V/ Y ten misericordia de mí.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

PRECES

Que en todo sea glorificado el nombre del Señor, que atiende a su pueblo elegido con infinito amor. A él suba nuestra oración:

Muestra, Señor, tu caridad.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia:
— guárdala de todo mal y haz que crezca en tu amor.

Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como el único Dios verdadero,
— y a Jesucristo como el Salvador que tú has enviado.

A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes,
— y que tu bondad les dé la vida eterna.

Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren:
— alivia sus dificultades y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

En tu misericordia, acoge a los que hoy han muerto
— y dales posesión de tu reino.

Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre común:
Padre nuestro…

ORACION

Escucha, Señor nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche; tú que eres inmutable, danos siempre firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de los tiempos y las horas. Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – Miércoles V de Tiempo Ordinario

1) Oración

Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Marcos 7,14-23
Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» -así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»

3) Reflexión

• El Evangelio de hoy es la continuación del asunto que meditamos ayer. Jesús ayuda a la gente y a los discípulos a entender mejor el significado que la pureza tiene ante Dios. Desde siglos, para no volverse impuros, los judíos observaban muchas normas y costumbres relacionadas con comida, bebida, ropa, higiene del cuerpo, lavado de los vasos, contacto con personas de otra religión y raza, etc. (Mc 7,3-4) No tenían permiso para entrar en contacto con los paganos y para comer con ellos. En los años 70, época de Marcos, algunos judíos convertidos decían: “Ahora que somos cristianos tenemos que abandonar estas costumbres antiguas que nos separan de los paganos convertidos.” Pero otros pensaban que debían continuar a observar estas leyes de la pureza (Cf. Col 2,16.20-22). La actitud de Jesús, descrita en el evangelio de hoy, nos ayuda a superar el problema.
• Marcos 7,14-16: Jesús abre un nuevo sendero para que la gente se acerque a Dios. Dice a la multitud: “¡Todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle!” (Mc 7,15). Jesús invierte las cosas: lo impuro no viene de fuera para dentro, como enseñaban los doctores de la ley, sino de dentro para fuera. De este modo, nadie más precisa preguntarse si esta o aquella comida o bebida es pura o impura. Jesús coloca lo puro y lo impuro a otro nivel, a nivel del comportamiento ético. Abre un nuevo sendero para llegar hasta Dios y, así, realiza el deseo más profundo de la gente.
• Marcos 7,17-23: En casa m casa, los discípulos piden explicación. Los discípulos no entendieron bien lo que Jesús quería decir con aquella afirmación. Cuando llegaron a casa pidieron una explicación. A Jesús le extraño la pregunta de los discípulos. Pensaba que habían entendido la parábola. En la explicación a los discípulos va hasta el fondo de la cuestión de la pureza. ¡Declara puros todos os alimentos! Es decir: ningún alimento que entra en el ser humano puedo volverlo impuro, pues no va hasta el corazón, sino que va al estómago y termina de nuevo fuera del ser humano. Sino que lo que vuelve impuro, dice Jesús, es aquello que sale del corazón para envenenar la relación humana. Y enumera: prostitución, robo, asesinato, adulterio, ambición, etc. Así, de muchas maneras, por la palabra, por la convivencia, Jesús fue ayudando a las personas a ver y a conseguir la pureza de otra manera. Por la palabra, purificaba a los leprosos (Mc 1,40-44), expulsaba a los espíritus impuros (Mc 1,26.39; 3,15.22 etc.), y vencía la muerte que era fuente de toda impureza. Gracias a Jesús que la toca, la mujer excluida como impura queda curada (Mc 5,25-34). Sin miedo a ser contaminado, Jesús come junto con las personas consideradas impuras (Mc 2,15-17).
• Las leyes de la pureza en el tiempo de Jesús. La gente de aquella época se preocupaba mucho por la pureza. La ley y las normas de la pureza indicaban las condiciones necesarias para que alguien pudiera presentarse ante Dios y sentirse en su presencia. No era posible presentarse ante Dios de cualquier manera. Pues Dios es Santo. La Ley decía: “¡Sed santos, porque yo soy santo!” (Lv 19,2). Los impuros no podían llegar cerca de Dios para recibir de él la bendición prometida a Abrahán. La ley de lo que es puro e impuro (Lv 11 a 16) se escribió después del cautiverio en Babilonia, unos 800 años después del Éxodo, pero tenía sus raíces en la mentalidad y en las antiguas costumbres del pueblo de la Biblia. Una visión religiosa y mítica del mundo llevaba a la gente a apreciar cosas, animales y a las personas, desde la categoría de la pureza (Gn 7,2; Dt 14,13-21; Nm 12,10-15; Dt 24,8-9).
En el contexto de la dominación persa, siglos V y IV antes de Cristo, ante la dificultad de reconstruir el templo de Jerusalén y para la supervivencia del clero, los sacerdotes que estaban en el gobierno del pueblo de la Biblia ampliaron las leyes de la pureza y la obligación de ofrecer sacrificios de purificación por el pecado. Así, después del parto (Lv 12,1-8), de la menstruación (Lv 15,19-24) o de la cura de una hemorragia (Lv 15,25-30), las mujeres debían ofrecer sacrificios para recuperar la pureza. Los leprosos (Lv 13) o quienes entraban en contacto con cosas y animales impuros (Lv 5,1-13) también debían ofrecer sacrificios. Una parte de estas ofrendas quedaba para los sacerdotes (Lv 5,13). En el tiempo de Jesús, tocar un leproso, comer con un publicano, comer sin lavarse las manos, y tantas otras actividades, etc.: todo esto volvía impura a la persona, y cualquier contacto con esta persona contaminaba a los demás. Por esto, las personas “impuras” debían ser evitadas. La gente vivía con miedo, amenazada siempre por tantas cosas impuras que amenazaban su vida. Estaba obligada a vivir desconfiando de todo y de todos. Ahora, de repente, ¡todo cambia! A través de la fe en Jesús, era posible conseguir la pureza y sentirse bien ante Dios, sin que fuera necesario observar todas aquellas leyes y normas de la “Tradición de los Antiguos”. ¡Fue una liberación! ¡La Buena Nueva anunciada por Jesús sacó a la gente de la defensiva, del miedo, y le devolvió las ganas de vivir, la alegría de ser hijo y hija de Dios, sin miedo a ser feliz!

4) Para la relación personal

• En tu vida, ¿hay costumbres que consideras sagrados y otros que consideras no sagrados? ¿Cuáles? ¿Por qué?
• En nombre de la Tradición de los Antiguos, los fariseos olvidaban el Mandamiento de Dios. Esto ¿acontece hoy? ¿Dónde y cuándo? ¿También en mi vida?

5) Oración final

La salvación del honrado viene de Yahvé,
él es su refugio en tiempo de angustia;
Yahvé lo ayuda y lo libera,
él lo libra del malvado,
lo salva porque se acoge a él. (Sal 37,39-40)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 13, 5-8

5Pero Jesús comenzó a decirles: “Mirad no sea que alguien os engañe; 6muchos vendrán en mi nombre diciendo: ‘Yo soy’, y engañarán a muchos.

7Pero cuando oigáis [hablar de] guerras y rumores de guerras, no os asustéis: es necesario que eso ocurra, pero todavía no [será] el final.

8Porque se levantará una nación contra otra y un reino contra otro, y habrá terremotos en todas partes y habrá hambres; estas cosas son comienzo de los dolores de parto.

13,5-8: Marcos introduce el discurso escatológico, el más amplio pronunciado por Jesús en su evangelio, con una locución acostumbrada: «Pero Jesús comenzó a decirles» (13,5a). Esta fórmula introductoria en este caso puede implicar más: las palabras de Jesús no se dirigen solamente a los cuatro discípulos más íntimos, sino también a una generación siguiente de cristianos, incluidos los miembros de la comunidad marcana, que sobrevivirá a los horrores profetizados (cf. 13,14.37). Así el Jesús terrenal «comienza a» advertir a sus seguidores más tempranos acerca de los horrores escatológicos, que sus sucesores serán capaces de soportar gracias a la fortaleza y a la doctrina que seguirán llegando hasta ellos a través del Señor resucitado (cf. 13,11).

La primera frase de este discurso parece su leitmotiv o tema principal: «Mirad, no sea que alguien os engañe». Esta introducción, con la admonición de que se debe evitar a los que dicen «Yo soy» (13,6), repite la advertencia de Dt 13 contra los falsos profetas que engañan a la gente con signos y maravillas atrayéndola a servir a otro dios, vocabulario que reaparece más tarde en el capítulo (Mc 13,21-22). Así pues, la introducción al discurso puede ser en parte defensiva: no es Jesús el que lleva a la gente al extravío, sino algunos de los que vienen «en su nombre» (13,6). Estos mentirosos no actúan autónomamente; detrás de ellos está un poder más siniestro, «el Mentiroso», es decir, Satán (cf. 2Ts 2,11; 1Jn 4,6). Aquí, pues, vemos una imagen típicamente apocalíptica de actores humanos movidos por poderes sobrehumanos: el Diablo por una parte y Dios por la otra.

Pero ¿quiénes son exactamente los mentirosos? Jesús los describe como gente que dice «Yo soy». Hay dos posibilidades principales: los impostores son pseudo-mesías judíos o cristianos. La última parece preferible, pero en uno u otro caso ellos se unen a la numerosa cantidad de los profetas de signos, «mesías» y otros entusiastas religiosos de Palestina y sus alrededores en los años que llevaron a la guerra judía y durante esta misma. Para un apocalíptico como Marcos, la proliferación de tales mentirosos es un signo escatológico.

En la siguiente sección del pasaje se aduce otro portento escatológico más devastador: la guerra (13,7a.8a). Tan temible es este signo que no solo su presencia sino incluso el rumor induce el pánico en los que lo oyen. Los lectores de Marcos pensarían ante todo e indudablemente en la rebelión judía contra los romanos, que comenzó en 66 d.C. y alcanzó su terrible clímax con la destrucción del Templo en el 70. A pesar del terror ante tales acontecimientos, estos suponen para la comunidad marcana una exhortación a no desanimarse por ellos; estas cosas «tienen que ocurrir», «pero no es aún el final» (13,7b). Otros usos marcanos del dei (lit. «es necesario») aparecen posteriormente en este mismo capítulo, en profecías escatológicas (13,10.14), en una de las predicciones de la Pasión (8,31) y en la promesa de Pedro de lealtad eterna a Jesús hasta la muerte (14,31). Marcos, pues, ve el sufrimiento y la muerte de Jesús, así como la de los discípulos que lo siguen (cf. 8,34), como duros acontecimientos, pero en última instancia como eventos redentores escatológicos desarrollados por la providencia de Dios que dirige la historia rápidamente hacia un puerto ya predestinado. La misma dirección divina se supone en 13,8, «se levantará una nación contra otra y un reino contra otro», pues el verbo «levantarse» es probablemente un pasivo divino. Los mandatarios terrenales pueden aparecer como responsables, pero es en realidad Dios quien tiene la vida y la muerte de las naciones en su mano.

La guerra no será el único desastre violento que visitará la tierra en esta etapa preliminar de la era escatológica; seguirán también terremotos y hambres (13,8bc), tres tipos de desastres que van asociados frecuentemente con el tiempo final en la literatura apocalíptica. Ahora bien, todo ello no es solamente un esquema tomado de una cronología apocalíptica, sino algo que Marcos y sus lectores comprenderían que encaja con su propio pasado reciente, especialmente los acontecimientos que rodearon la guerra judía.

Aunque tales acontecimientos no sean aún el fin (13,7b), son, para Marcos, signos de que el final se acerca, como deja en claro la conclusión de 13, 8 cuando señala estos acontecimientos como el principio de los dolores de parto escatológicos. Es esta una imagen familiar judía para el breve intervalo de tribulación que precede inmediatamente al eschaton, al tiempo final: cuando una mujer se pone de parto, se puede estar seguro de que en poco tiempo nacerá un niño. Ciertamente, el contorno entero de nuestro pasaje es sorprendentemente similar a otros textos judíos apocalípticos. Los paralelos con Marcos son los siguientes: terremotos y luchas tanto civiles como entre naciones, Dios que pide cuentas al mundo por Él creado (cf. 13,19), y la noción de que una cierta parte de los signos escatológicos ha ocurrido ya («el principio de los dolores de parto») y que el resto seguirá dentro de poco.

En el pasaje siguiente, Jesús especificará el poderoso impacto personal y comunitario que tendrá este «principio de los dolores de parto» sobre los miembros de la comunidad marcana.

Comentario – Miércoles V de Tiempo Ordinario

Decía Jesús a la gente: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro, lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. La frase en sí misma requiere de una explicación complementaria, y Jesús la da cuando sus discípulos, ya en casa, se la piden. El Maestro aclara que lo que entra de fuera no hace impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre; y el evangelista puntualiza: Con esto declaraba puros todos los alimentos.

Por tanto, cuando Jesús hablaba de lo de fuera se estaba refiriendo a alimentos que entran en el canal digestivo, se metabolizan y se desechan en la letrina. Ninguno de estos alimentos puede considerarse impuro, a diferencia de lo que pensaba un judío formado en la mentalidad levítica de la antigua ley. Según esta mentalidad existían alimentos puros e impuros, y los impuros estaban prohibidos para un judío observante de la ley. Pero Jesús corrige esta mentalidad. Para él, la impureza no radica en los alimentos, que sólo llegan al vientre, pero que no tocan el corazón. La impureza no se contrae por un contacto meramente externo; tiene que tocar el corazón. Porque si el interior del hombre no queda involucrado no puede hablarse ni de pureza ni de impureza. Para que se dé una u otra tiene que verse afectado el corazón del hombre, esto es, su interioridad.

Por eso, dirá a continuación: Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro. Es lo que sale de dentro lo que hace impuro al hombre.

Jesús enumera un elenco de maldades que van desde los simples, aunque malos, propósitos hasta los actos manifiestamente deshonestos como fornicaciones, robos y homicidios, desde disposiciones y actitudes como la codicia, la envidia o el orgullo, hasta actos concretos de injusticia, fraude o desenfreno. Pero el hecho de que salgan de dentro no significa que no tengan su origen o causa detonante fuera, porque de fuera llegan las tentaciones o las malas influencias y fuera están también los objetos desencadenantes de la codicia, la lujuria o el robo.

Es evidente que para que la tentación tenga eficacia debe ser acogida en el interior. El fruto siempre sale de dentro, pero la semilla que da origen al fruto viene de fuera. No obstante, para que eche raíces y germine la semilla tiene que entrar en el seno adecuado; si no entra en el corazón, seguirá siendo algo exterior, que no mancha propiamente al hombre porque no le toca interiormente. Luego si lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre, sólo pueden hacerle impuro las cosas que han logrado entrar en su corazón, porque el mismo hombre les ha dado cabida. Y una vez concebida la maldad, podrá engendrar las maldades reseñadas: fornicaciones, injusticias, fraudes, homicidios, frivolidades, desenfreno. Se trata siempre de maldades que tienen su matriz en el interior del hombre y cuyo parto requiere de una previa concepción. Tanto las buenas como las malas acciones suelen seguir un proceso: primero se conciben y luego se ejecutan. Por eso salen de dentro, aunque lo que sale de dentro antes haya sido sembrado. Que el Señor nos permita recibir la semilla del bien y rechazar la del mal para engendrar únicamente buenas obras.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

271. Es una cuestión muy delicada que la política debe considerar como un tema de primer orden, particularmente hoy que la velocidad de los desarrollos tecnológicos, junto con la obsesión por reducir los costos laborales, puede llevar rápidamente a reemplazar innumerables puestos de trabajo por máquinas. Y se trata de un asunto fundamental de la sociedad porque el trabajo para un joven no es sencillamente una tarea orientada a conseguir ingresos. Es expresión de la dignidad humana, es camino de maduración y de inserción social, es un estímulo constante para crecer en responsabilidad y en creatividad, es una protección frente a la tendencia al individualismo y a la comodidad, y es también dar gloria a Dios con el desarrollo de las propias capacidades.

Comentario Domingo VI de Tiempo Ordinario

Oración preparatoria

Queremos, Señor Jesús, escucharte en tu Palabra. Y escuchándola, sintonizar con tu corazón de Hijo confiado en el Padre del cielo, aprender a orar Contigo, a esperar con paciencia activa, a amar y a perdonar sin cansarnos. Saber una y otra vez cuánto te importa cada hombre y cada mujer, cuánto te interesa nuestra propia paz y felicidad. Enséñanos, Jesús, Señor y Hermano nuestro, a conocerte a través de tu evangelio. ASI SEA.

 

Mt 5, 17-37

«17No penséis que he venido a abolir la Ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.

18En verdad os digo: mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la Ley sin que todo acontezca.

19Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será llamado el más pequeño en el Reino de los cielos; pero el que los haga y los enseñe, ése será llamado grande en el Reino de los cielos.

20Porque os digo que si vuestra justicia no sobreabunda a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos.

21Habéis oído que fue dicho a los antiguos: ‘No matarás; y aquél que mate será reo ante el tribunal’. 22Pero yo os digo: todo aquél que se encolerice contra su hermano será reo ante el tribunal; pero el que le llame a su hermano ‘imbécil’ será reo ante el Sanedrín; y el que le llame ‘renegado’ será reo de la gehenna de fuego.

23Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. 25Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

27Habéis oído que fue dicho: ‘No cometerás adulterio’. 28Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón.

29Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. 30Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.

31También fue dicho: ‘El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio’. 32Pero yo os digo: ‘Todo el que repudia a su mujer, excepto en caso de fornicación (logos porneias), la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.

33Habéis oído también que fue dicho a los antiguos: ‘No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos’. 34Pero yo os digo que no juréis en modo alguno: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, 35ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies, ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. 36Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. 37Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí; no, no’: que lo que pasa de aquí viene del Maligno».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

Seguimos leyendo continuadamente el evangelio de Mateo. En esta ocasión llegamos a un texto clave (5,17-20) que introduce la parte principal del Sermón de la Montaña (5,21-7,11). Dicha parte principal se cierra en 7,12. Así pues, 5,17-20 es la introducción particular a esa parte principal y 7,12 es la conclusión particular a la misma. Dos palabras hacen inclusión en ambos textos: ley y profetas. Esto significa que el tema abierto en 5,17-20: el cumplimiento de la ley y los profetas (la voluntad de Dios) se desarrolla en las tres secciones abrazadas por la inclusión: la nueva relación con los demás (5,21-48), la nueva relación con Dios (6,1-18), que es el corazón del Sermón y su clave de interpretación, y la nueva relación con las cosas materiales (6,19-7,11). ¡Este discurso de Jesús es toda una obra de ingeniería lingüística! La segunda parte del evangelio de hoy (5,21-37) nos presenta 4 de las 6 antítesis de la sección. ¡Demasiado material para un solo evangelio dominical!

 

TEXTO

El evangelio tiene dos partes. La primera (5,17-20) tiene mucha unidad en el tema y en la forma y está formada por 4 frases de Jesús: la última (v. 20) contiene las palabras que la enganchan a toda la sección posterior (os digo) y la palabra que cierra esa sección posterior (sobreabundar, cf. v. 47). La segunda parte (5,21-37) recoge 4 antítesis (“fue dicho” =/= “pero yo os digo”), que son la materialización concreta de la justicia sobreabundante que debe caracterizar a los discípulos de Jesús, que han “entrado” en la órbita del Reino. En ellas, el respeto por uno mismo, por los demás y por Dios son el denominador común, respeto que irá avanzando en fraternidad y amor, hasta niveles verdaderamente imposibles para quien no tiene una experiencia de Dios Padre como la que tuvo Jesús. Este aparece dotado de una enorme autoridad, como modelo acabado de cumplimiento de la voluntad de Dios, antes expresada en la “Ley y los Profetas”, ahora manifestada en el propio Jesús.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Hay mucho, demasiado, contenido, por lo demás extraordinario, en nuestro evangelio de hoy. 5,17-19: Jesús declara que él es el cumplimiento de la ley, incluso el más pequeño de los mandamientos tiene sentido en su persona. Jesús es la medida de todo lo relacionado con la voluntad de Dios, por tanto hay que atender todo gesto, toda palabra, todo detalle de Jesús.

• 5,20: El cumplimiento de la voluntad de Dios se expresa, en Mateo, con el término justicia. Por eso, la justicia de los discípulos de Jesús, modelo acabado de cumplimiento de la voluntad de Dios, antiguamente expresada en “la Ley y los Profetas”, debe sobreabundar a la de escribas y fariseos, modelos de cumplimiento de la voluntad de Dios sin Jesús. Debe haber una diferencia cualitativa entre unos y otros, y en esa diferencia estriba el entrar al Reino de los cielos. ¿En qué se manifiesta que nuestra justicia es muy superior a la de quienes no creen en Jesús o no acceden a Dios desde Jesús?

• Las 4 antítesis que recoge el evangelio de hoy no se conforman con el “mínimo” de la Ley sino que profundizan en un comportamiento más integral, más profundo, más en sintonía con el hecho de que Dios es Padre de todos y nosotros somos hermanos. En las dos primeras, Jesús pone ejemplos muy exagerados: la hipérbole o exageración es un instrumento retórico muy utilizado en la comunicación oral cuando se quiere transmitir la importancia y la intensidad de algo. La tercera antítesis es mucho más concisa, seguro que por la problemática tratada, que no la cierra ni el evangelista ni el propio Jesús. No se trata de divorcio sí o divorcio no, sino de evitar un hecho de poder del varón (el “acta de repudio”) que dejaba en total indefensión a la mujer. La cuarta sigue siendo desatendida porque el juramento está presente en muchas situaciones de la vida actual (los juicios, por ejemplo).

• No olvidar la clave de interpretación: la justicia sobreabundante. ¿Nos conformamos con dosificar cicateramente nuestra bondad para con los demás o queremos desparramarla generosamente al estilo de Jesús?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo VI de Tiempo Ordinario

VI Domingo del Tiempo Ordinario
16 febrero 2020

Eclesiástico 15, 16-21; Salmo 118; 1Corintios 2, 6-10; Mt 5, 20-22. 27-28. 33-37

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que, si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos. Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal. También han oído que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Han oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.

Reflexión

¿Quién era un escriba y un fariseo? Un escriba era una persona muy sabia, que se dedicaba a hacer la interpretación de la Ley. Se dedicaban a hacer copias de la Biblia, las escribían cuidadosamente para que quedara fielmente igual a la original. Por otra parte, los fariseos eran también personas muy cultas, muy celosos del cumplimiento de la Ley de Dios. ¿Por qué Jesús no estaba de acuerdo con los escribas y fariseos? Porque se ocupaban del cumplimiento de la Ley, intentaban seguir la perfección, pero dejaban a un lado el amor y la misericordia hacia los demás. ¿Qué desea Jesús que hagamos? Jesús dice que es muy poco conformarnos con cumplir la ley, tenemos que demostrar amor por el prójimo. ¿Cómo podemos cumplir lo que Jesús nos pide? Antes bastaba con No Matar; ahora Jesús quiere que amemos a nuestro prójimo y que no le hiramos, ni siquiera con palabras. Antes bastaba con No jurar en falso; ahora Jesús quiere que NO juremos. Jesús quiere que más allá de la letra y de la ley, pongamos nuestro amor por Dios y el prójimo. ¿Cuál es el mensaje de este evangelio? El mensaje es que las intenciones de nuestro corazón son tan importantes como el seguir la ley. Jesús quiere que tengamos Paz y Amor en nuestro corazón. La Paz no es la ausencia de la Guerra, sino la presencia de Dios y del Amor. Jesús da un nuevo sentido al seguir la Ley: la Paz y el Amor debe ser el por qué seguimos la ley.

Actividad

Leer la hoja que se encuentra a continuación y subrayar aquellas cosas que Jesús nos pide hacer.

Oración

Padre Dios, que todos los días haces salir el sol, y con tu amor cuidas de los campos y de las flores; cuida también de todos mis hermanos. Que todos te queramos mucho y estemos dispuestos a hacer lo que a ti te agrada. Amén

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Cumplimiento de la ley – Mateo 5, 17-37

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Os lo aseguro si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano. Habéis oído el mandamiento: «No cometerás adulterio». Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor». Pues yo os digo que no jureis en absoluto. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del maligno.

Explicación

En una ocasión enseñaba Jesús a sus discípulos cómo su doctrina superaba a la ley de los judíos, les decía: – Habéis oído que se decía «No mates». Pues yo os digo: no os enfadéis, que haya paz entre vosotros. Además si queréis presentarle a Dios una ofrenda, primero debes estar en paz con tus hermanos y amigos. También les decía: – Antes se decía no rompas el juramento y cumple lo prometido a Dios. Pero lo que hay que hacer es ni jurar ni perjurar, sino simplemente afirmad o negad lo que creáis, porque el nombre de Dios no es ninguna broma.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

Sexto Domingo Ordinario – “A”(Mateo 5, 17-37)

NIÑO: Maestro, dices que debemos ser sal y luz para todos. Oye, Jesús ¿no crees que nos pides demasiado?

NIÑA: Sí… me parece que a nuestros padres no les exigían tanto.

JESÚS: Yo no he venido a quitar la ley, sino a darle plenitud, y os aseguro que desaparecerán el cielo y la tierra antes de que deje de cumplirse una letra o tilde de esa ley.

NIÑO: Oye, Maestro, ¿y si nos saltamos algo de lo que dice la ley, o se lo enseñamos mal a los otros?

JESÚS: El que haga eso, será el menos importante el en Reino de los Cielos.

NIÑA: ¿Y si nos esforzamos por hacerlo todo bien y ayudamos a los demás a hacer como nosotros?

JESÚS: Entonces seréis importantes en el Cielo y sal y luz en la tierra.

NIÑO: Maestro, ¿cómo podemos entrar en el Reino de los Cielos?

JESÚS: Tenéis que ser mejores que los letrados y fariseos. A ellos se les dijo: “No matarás, y si uno mata será condenado por el tribunal”. Pues yo os digo: Todo el que trate mal a su hermano será condenado.

NIÑA: Pero Jesús, ¡eso es muy difícil de cumplir! Además… ¿qué pasa si a mi hermano sólo le insulto?

JESÚS: Serás condenado.

NIÑO: Entonces… ¡Así no se salva nadie! Con las veces que nos insultamos todos…

NIÑA: Escucha, Maestro: el otro día al ir a comulgar, recordé que un compañero estaba enfadado conmigo,¡y con toda la razón del mundo!

JESÚS: ¿Qué hiciste?

NIÑA: Pues ¿yooo…? comulgar.

JESÚS: No, amiga, no. Tenías que haberlo dejado todo, ir a pedir perdón al compañero, hacer las paces con él y, sólo entonces, acercarte a comulgar.

NIÑO: Jesús, yo a veces miro lo que no debo.

JESÚS: Eso tiene solución. Si tu ojo te hace pecar, ¡sácatelo! Mas te conviene perder un ojo, que ser echado entero al fuego.

NIÑA: ¿Y si alguna vez cogemos cosas que no son nuestras? También se puede pecar con las manos.

JESÚS: Si tu mano te pone en peligro, córtatela y tírala. Mejor es perder una mano que caer entero al Abismo.

NIÑO: Al menos nos dejarás jurar… si no lo hacemos en falso.

JESÚS: No, no debéis jurar en absoluto. Ni por el cielo, ni por la tierra, ni por el templo de Jerusalén, ni por nada. A vosotros os debe bastar con decir sí o no.

NIÑA: Maestro, dices las cosas muy claras y son tan difíciles de cumplir, que te puedes quedar más solo que la una.

JESÚS: ¿No os gusta? ¿No os parece bien? Pues… marchaos.

NIÑO: No, Jesús, eso no. No nos ofreces un camino de rosas, pero la meta merece la pena. ¿A que sí?

NIÑA: Maestro, te seguiremos a donde tú vayas, y si el camino se hace difícil en ti encontraremos la fuerza necesaria.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles V de Tiempo Ordinario

Siguen las explicaciones de Jesús, para que se le entienda de forma correcta. Para que las normas tengan sentido, para devolver el significado que, con el paso del tiempo, muchas habían perdido.

Y también quiere que pensemos más en nosotros y menos en los demás. Todos los que se oponían a Jesús estaban pendientes de Él, observándole, y buscando cómo atacarle. No tenían ninguna capacidad de reflexión, de autocrítica. Como los adolescentes, no escuchaban lo que Jesús decía. Lo rechazan simplemente porque lo decía Jesús.

Palabras, las de Cristo, pronunciadas hace más de 2000 mil años, pero que siguen siendo muy actuales. Nos cuesta mucho mirar en nuestro interior, y aceptar nuestros errores, nuestras culpas. No sabemos, o no queremos reconocer el motivo profundo de lo que hacemos. Las motivaciones siempre hay que depurarlas. Es bueno pararse, pensar en el motivo que nos lleva a hacer algo.

Estaría muy bien, al final del día, hacer un examen de conciencia. Pensar en lo que hemos hecho, a lo largo de la jornada, y por qué y para qué lo hemos hecho. Dar gracias a Dios por lo bueno que hemos vivido, por el bien que hayamos podido hacer, y pedir perdón por lo que hayamos hecho mal, o por lo que no hayamos hecho. Y si hemos obrado con aviesa intención, por quedar bien o por aparentar, hacer propósito de enmienda, y, como decíamos ayer, procurar hacer todo “por el amor de Dios”.

Quizá nosotros no seamos tan sabios como Salomón, pero podemos avanzar por el camino de la sabiduría, revisando nuestra vida y sabiendo leer nuestras motivaciones. Y, con humildad, reconocer que no siempre lo hacemos todo bien. La sabiduría es un don de Dios, conviene pedirla a menudo. A no ser que lo sepas ya todo. Que me extraña mucho…

Alejandro Carbajo Olea, C.M.F.