Vísperas – Jueves VI de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

JUEVES VI TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Tras el temblor opaco de las lágrimas,
no estoy yo solo.
Tras el profundo velo de mi sangre,
no estoy yo solo.

Tras la primera música del día,
no estoy yo solo.
Tras la postrera luz de las montañas,
no estoy yo solo.

Tras el estéril gozo de las horas,
no estoy yo solo.
Tras el augurio helado del espejo,
no estoy yo solo.

No estoy yo solo; me acompaña, en vela,
la pura eternidad de cuanto amo.
Vivimos junto a Dios eternamente.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 71: PODER REAL DEL MESÍAS

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

SALMO 71

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.

Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

LECTURA: 1P 1, 22-23

Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis visto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor es mi pastor nada me falta.
V/ El Señor es mi pastor nada me falta.

R/ En verdes praderas me hace recostar.
V/ Nada me falta.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor es mi pastor nada me falta.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. A los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.

PRECES

Elevemos nuestros corazones agradecidos a nuestro Dios y Salvador, que ha bendecido a su pueblo con toda clase de bienes espirituales, y digámosle con fe:

Bendice a tu pueblo, Señor.

Dios todopoderoso y lleno de misericordia, protege al papa y a nuestro obispo,
— a los que tú mismo has elegido para guiar a la Iglesia.

Protege, Señor, nuestros pueblos y ciudades
— y aleja de ellos todo mal.

Multiplica, como renuevos de olivo alrededor de tu mesa, hijos que se consagren a tu reino,
— siguiendo a Jesucristo en pobreza, castidad y obediencia.

Conserva el propósito de las que han consagrado a ti su virginidad,
— para que sigan al Cordero divino adondequiera que vaya.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los difuntos descansen en tu paz eterna
— y que se afiance nuestra unión con ellos por la comunión de los santos.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, acudamos confiadamente a nuestro Padre:
Padre nuestro…

ORACION

Al ofrecerte, Señor, nuestra alabanza vespertina, te pedimos humildemente que, meditando tu ley día y noche, consigamos un día la luz y el premio de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Jueves VI de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Señor, tú que te complaces en habitar en los rectos y sencillos de corazón; concédenos vivir por tu gracia de tal manera, que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 8,27-33
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?» Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.» Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo.» Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro se puso a reprenderle. Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»

3) Reflexión

• El evangelio de hoy habla de la ceguera de Pedro que no entiende la propuesta de Jesús cuando habla de sufrimiento y de cruz. Pedro acepta a Jesús como mesías, pero no como mesías sufriente. Está influenciado por la “levadura de Herodes y de los fariseos”, es decir, por la propaganda del gobierno de la época que hablaba sólo del mesías como rey glorioso. Para entender bien todo el alcance de esta ceguera de Pedro es importante colocarla en su contexto literario.
• Contexto literario: El evangelio de Marcos trae tres anuncios de la pasión y muerte de Jesús: el primero en Mc 8,27-38; el segundo en Mc 9,30-37 y el tercero en Mc 10,32-45. Este conjunto, que va de Mc 8,27 a Mc 10,45, es una larga instrucción de Jesús a los discípulos para ayudarlos a superar la crisis provocada por la Cruz. La instrucción es introducida por la curación de un ciego (Mc 8,22-26) y, en definitiva, está clausurada por la curación de otro ciego (Mc 10,46-52). Los dos ciegos representan una ceguera de los discípulos. La curación del primero ciego fue difícil. Jesús tuvo que realizarla en dos etapas. Igualmente difícil fue la curación de la ceguera de los discípulos. Jesús tuvo que hacer una larga explicación respecto del significado de la Cruz, para ayudarlos a percibir algo, pues era la cruz la que estaba provocando en ellos la ceguera. Veamos de cerca la primera curación del ciego:
• Marcos 8,22-26: La primera curación del ciego. Un ciego pide a Jesús que le cure. Jesús lo cura, pero de forma distinta. Primero, lo lleva fuera de la aldea. Luego le escupe en los ojos, impone las manos y pregunta: ¿Ves algo? Veo personas; parecen árboles que andan. Percibe sólo una parte. Confunde árboles por personas, o personas por árboles. Solamente en su segundo intento Jesús le cura. Esta descripción de la curación del ciego introduce la instrucción a los discípulos. En realidad, el ciego era Pedro. El aceptaba a Jesús como mesías, pero solamente como mesías glorioso. ¡Percibía solamente una parte! No quería el compromiso de la Cruz. Se servirá también de diversos intentos para curar la ceguera de los discípulos.
• Marcos 8,27-30. Descubrimiento de la realidad: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Jesús pregunta: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?”. Ellos responden relatando las diversas opiniones: -“Juan Bautista”. -“Elías o uno de los profetas”. Después de oír las opiniones de los demás, Jesús pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Pedro respondió: “¡El Señor, el Cristo, el Mesías!” Esto es, el Señor es aquel que ¡el pueblo está esperando! Jesús concuerda con Pedro, pero le prohíbe hablar de esto con la gente. ¿Por qué lo prohíbe? En aquel tiempo, todos esperaban la venida del mesías, pero cada uno a su manera: unos como ¡rey, otros como sacerdote, doctor, guerrero, juez, profeta! Ninguno parecía estar esperando al mesías servidor sufriente, anunciado por Isaías (Is 42,1-9).
• Marcos 8,31-33. Primero anuncio de la pasión. En seguida, Jesús comienza a enseñar que él es el Mesías Siervo y afirma que como Mesías Siervo anunciado por Isaías, pronto será condenado a muerte en el ejercicio de su misión de justicia (Is 49,4-9; 53,1-12). Pedro se espanta, llama a Jesús a un lugar apartado para desaconsejarle. Y Jesús responde a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!» Satanás es una palabra hebraica que significa acusador, aquel que aleja a los demás del camino de Dios. Jesús no permite que alguien lo aleje de su misión. Literalmente el texto dice: “¡Atrás de mí, Satanás!” Pedro debe seguir a Jesús. No debe invertir los papeles y pretender que Jesús le siga a Pedro.

4) Para la reflexión personal

• Todos creemos en Jesús. Pero algunos le entendemos a Jesús de una forma, otros de otras. ¿Cuál es hoy la imagen común que la gente tiene de Jesús? ¿Cuál es la respuesta que la gente daría hoy a la pregunta de Jesús? Yo, ¿qué respuesta le doy?
• ¿Qué nos impide reconocer a Jesús como Mesías?

5) Oración final

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé,
sin cesar en mi boca su alabanza;
en Yahvé se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)

Comentario – Jueves VI de Tiempo Ordinario

A la pregunta de Jesús a sus discípulos: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?, Pedro, quizá como portavoz del grupo, respondió: Tú eres el Mesías. La versión de Mateo añade alguna cosa a la de Marcos, pero ésta parece más cercana a los orígenes. A juicio de Pedro, o de su inspirador, Jesús no era un profeta más, un Elías, un Juan Bautista o cualquier otro profeta; esto era lo que pensaba la mayor parte de la gente que tenía buena opinión de él. Otra, muy distinta, era la opinión de sus enemigos o adversarios.

Decir Mesías era decir Ungido del Señor para llevar a cabo la misión encomendada, ungido y enviado. La denominación le confería una singularidad que le colocaba por encima de los profetas. Pero Jesús, aun reconociendo el acierto de la designación (era algo que le había sido revelado a Pedro por el Padre celestial), les prohíbe terminantemente divulgarlo.

Ya sabemos que la expresión podía dar lugar a equívocos y prestarse a interpretaciones falsas o abusivas. Al Mesías podía confundírsele con un líder carismático capaz de emprender una campaña revolucionaria y violenta; y esto era siempre motivo de alarma para los dirigentes del pueblo y las autoridades imperiales. Quizá aquí se encuentre la razón de la terminante prohibición de Jesús. Eso es lo que parecen indicar al menos sus instrucciones y precisiones: El Hijo del hombre –les decía- tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días.

Él lo tenía muy claro. Por eso podía explicarlo con toda claridad. Su futuro mesiánico no será el de un militar triunfante, ni el de un hábil político, sino el de un condenado a muerte por las autoridades legítimamente constituidas; ni siquiera el de un condenado a muerte tras haber sido capturado en una campaña militar después de haber cosechado repetidos triunfos en campañas diversas, sino el de un condenado a muerte que había sufrido previamente la incomprensión de los que estaban investidos de autoridad judicial y habían hecho recaer sobre él la grave acusación de blasfemia. Su futuro es, pues, el de un condenado a muerte, pero también el de un resucitado (a los tres díasde entre los muertos: un futuro en el que habrá sufrimiento, y sufrimiento abundante (el Hijo del hombre tiene que padecer mucho), pero también gloria, porque el condenado es un hombre inocente y superará el juicio de Dios; más aún, será constituido por el Dios que le rescata de la muerte juez supremo, juez de vivos y muertos, incluidos los mismos jueces que le habrán condenado injustamente a una muerte ignominiosa o muerte en cruz y entre dos malhechores.

Cuando Pedro, que no entiende ni acepta este diseño de futuro, se lo lleva aparte, como si tuviera ascendencia sobre él, y lo increpa para que deseche pensamientos tan nefandos, se hace merecedor de un severo reproche por parte de Jesús, y en presencia de los demás (porque quería que los demás se enterasen para que no alimentasen las mismas fantasías), lo increpó: ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!

La reacción de Jesús resulta casi violenta; tiene la dureza de las descalificaciones. Está viendo momentáneamente en su discípulo a un aliado de Satanás, que pretende desviarle de su camino y, por tanto, apartarlo de la voluntad de su Padre, cuando él no ha venido para otra cosa que para cumplir esta voluntad y llevar a término sus designios. Pensar como los hombres es aquí no pensar como Dios y, por tanto, oponerse en cierto modo a sus planes, que es lo que hace expresa y radicalmente el demonio, ese mismo que le tienta a hacer actos de poder como transformar las piedras en panes o arrojarse desde el alero del templo, el mismo que le tienta a seguir su trazado y a someterse a su poderío haciendo un simple acto de adoración, el mismo que le tentará por boca de los miembros del Sanedrín a bajar de la cruz estando clavado a ella. Tras la increpación de Pedro ve Jesús al mismo tentador del desierto. Ello explica seguramente la dureza de la respuesta: ¡Apártate de mi vista!

Nosotros hoy podemos ver las cosas desde otra perspectiva diferente a la que tenía Pedro (y los demás discípulos) en aquel momento. Nosotros vemos hoy las cosas desde los acontecimientos consumados y desde sus interpretaciones redentoras. Por eso disponemos de más y mejores elementos de juicio para hacernos una idea más ajustada a la realidad de tales hechos, es decir, disponemos de una información que nos permite pensar menos como los hombres y más como Dios, pues el pensamiento de Dios lo vemos reflejado en la historia de su Hijo encarnado. Aun así, nos sigue costando mucho asimilar el pensamiento (=plan) de Dios sobre su Hijo y su obra salvífica, culminada en el Calvario, como nos cuesta también, y quizá mucho más, asimilar el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros, un proyecto de gloria, pero que pasa inevitablemente por la cruz.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Christus Vivit – Francisco I

279. Recuerdo que todos, pero «especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante. Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento»[152]. Y «esto resulta especialmente importante cuando aparece una novedad en la propia vida, y entonces hay que discernir si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo»[153].


[152] Exhort. ap. Gaudete et exsultate (19 marzo 2018), 167.

[153] Ibíd., 168.

Enemigos a tres metros de la cruz de Cristo

1.- Si el Señor Jesús hubiera estado enfrentado a unas elecciones, el mitin del evangelio de hoy sería la peor propaganda y le quitaría la mayoría absoluta y la minoría… Se quedaba a cero en las urnas. Porque hablarnos del amor a los enemigos, cuando hoy todos, y en todo el mundo tenemos, los recuerdos de los múltiples, y de diferente origen, atentados terroristas, la fórmula de Jesús es como para quedarse sin público. Y no nos dice que perdonemos, que ya es difícil, porque no es cristiano “perdono pero no olvido”, pero tampoco es cristiano “perdono, pero no amo”, porque el Señor dice “amar”.

Creo que a lo que más llegamos con dificultad es a prescindir de la persona enemiga, que es lo mismo que pensar que no existe, pero ya me diréis si uno que prescindiese de su madre o de su padre, y viviera como si no existieran, si los amaría. Y Jesús dice amar.

2.- Sólo un amor totalmente desinteresado puede amar así. Ninguna utilidad tuvo para Dios crear el mundo y a nosotros. No buscó su bien al enviar a su Hijo para que diera su vida por nosotros. Es totalmente un Dios que llueve sobre justos y pecadores y hace salir el sol sobre buenos y malos. Yo creo que lo que no sabemos nosotros es lo que es amor y mucho menos amor infinito.

3.-. Dios que es amor, no tiene enemigos por su parte. No puede tener enemigos porque el que declara que es enemigo de alguien ya se ha inficionado del odio que ese enemigo le tiene a él. Y un amor infinito de Dios no puede inficionarse con el odio. El que siente enemistad tiene que ser sincero y admitir que está lleno de odio, rencor y venganza. Y eso no cabe en Dios. Y como no cabe en nuestro Padre Dios, no debe caber en nosotros que tenemos los genes de Dios y somos en verdad hijos de Dios.

4.- Jesús nos mandó perdonar setenta veces siete, es decir, siempre… que es decirnos que en nuestro perdón nunca debe haber una última vez. Y sin embargo nuestro lenguaje está lleno de esos ultimátum hacia nuestros enemigos: “no aguanto más”, “me las vas a pagar”, “de esta no paso”, “se va a enterar”, “ya recibió su merecido”, es lenguaje del ojo por ojo y diente por diente, y así nos metemos en el espiral de odio, que siempre crea más odio. Se busca justicia por venganza y la venganza atrae más odio.

El Señor no nos pide que dejemos inmunes los delitos, ni mucho menos que convirtamos la ley en mera protección de los asesinos, como ya está ocurriendo. Lo que nos pide es que no añadamos leña al fuego, echando al odio nuevo odio hasta que la hoguera nos consuma a todos.

5.- Jesús murió en la cruz asesinado por sus enemigos. ¿Qué dijo Jesús de ellos? A Judas, en el Huerto de los Olivos le llamó “amigo”, “amigo a que has venido” Y en la cruz pide a su Padre: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. No los llama malos, ni pecadores, les llama simplemente ignorantes.

En una frase de una película muy antigua se decía: “a trescientos metros de distancia el enemigo es un blanco a dar, a tres metros es un hombre”. Pues pongamos a nuestros enemigos a tres metros de la Cruz de Cristo y a esa distancia mi enemigo es hermano de sangre, de una misma sangre, la de Cristo que murió por él, por mí.

José María Maruri, SJ

Amad a vuestros enemigos

«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente.” Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.

Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Mateo 5, 38-48

PARA MEDITAR

En el Evangelio de hoy Jesús nos dice que no sólo debemos pasar del que se mete con nosotros, sino que debemos ofrecerle la otra mejilla. Incluso nos dice que debemos amar a nuestros enemigos.

Esto es algo que seguro que podemos estar de acuerdo en teoría. Pero una cosa es decirlo y otra cosa es vivirlo. La paz no sólo es decir cosas bonitas que nos gustan a todos. La paz es un camino que supone sacrifi cios y que supone que debemos poner lo mejor de nosotros mismos.
La paz no es sólo dejar de hacer cosas que no debes hacer, es ponerse manos a la obra.

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • ¿Alguna vez has hecho algo porque haya paz entre tus amigos o compañeros del cole? Cuéntanos como fue.
  • ¿Qué debemos hacer los cristianos para construir la paz entre las personas con las que vivimos?
  • Toma un compromiso para contribuir a construir la paz entre tus amigos o compañeros.

ORACIÓN

Regálame, Señor, una memoria sana.
Ayúdame a olvidar y no permitas
que mi rencor me deje llevar cuenta de nada.
Líbrame, Tú, de la vanidad exigente,
que me hace regañarme y no aceptarme.
Susúrrame que los fallos son oportunidades para crecer.
Me exijo, y exijo demasiado a los demás.
Dame, Señor, un corazón tolerante
para mí y para los otros.
Enséñame a perdonar a tu manera: sin fin.
Jesús, pongo ante Ti los nombres
de todos aquellos que me hicieron algún daño.
Quiero perdonarlos contigo,
y quedarme con el corazón limpio
de memorias dolientes.

Perdono, pero no olvido

Tú conoces mi corazón rábano, Jesús.
Tú sabes cómo funciona mi memoria,
y la cuenta que lleva de los fallos que le hacen…
límpiame de todo recuerdo de aquello que me hicieron.

Regálame, Señor, una memoria sana.
Ayúdame a olvidar y no permitas
que mi rencor me deje llevar cuenta de nada.

Líbrame, Tú, de la vanidad exigente,
que me hace regañarme y no aceptarme.

Susúrrame que los fallos son oportunidades
para crecer.
Me exijo, y exijo demasiado a los demás.
Dame, Señor, un corazón tolerante
para mí y para los otros.
Enséñame a perdonar a tu manera: sin fin.

Jesús, pongo ante Ti los nombres
de todos aquellos que me hicieron algún daño.
Quiero perdonarlos contigo,
y quedarme con el corazón limpio
de memorias dolientes.

Dame amnesia, Señor, que olvide todo,
vacía mi mente de todos los rencores,
que no me quede ni un detalle de dolor,
que acepte todo lo que me dolió
como parte de mi historia,
como semilla de lo que hoy soy,
de lo que Tú y la vida habéis hecho conmigo.
Me perdono contigo por mis fallos,
mis desaciertos, mis prisas,
mis malos humores, mi falta de risa.
Siento, Señor, que eres perdón
y que me envuelves.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio – Domingo VII Tiempo Ordinario

• El versículo 38 cita Ex 21,24; Lv 24,20 y Dt 19,21. La ley nominada «del talión» tenía por finalidad poner un límite a la prepotencia del más fuerte y a la venganza sin control (Gn 4,23-24). En este sentido, era un avance.

• Jesús, sin embargo, quiere avanzar más, y condena la venganza, sea cual sea su grado de violencia. Y la sustituye por la ley del perdón (Mt 18,21-22).

• Es desde la voluntad de Jesús de superar la venganza que debemos interpretar las imágenes: «la mejilla» (39), el «pleito para quitarte la túnica» (40) y la obligación de «caminar» (41). No tenemos que interpretarlas literalmente, porque se trata, siempre, de ir más allá de la letra de la Ley. Pero tampoco tenemos que rebajarlas y sí que interpretarlas radicalmente y no olvidar nunca que los demás son hermanos, hijos del mismo Padre: Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo (Mt 5,16).

• La alternativa de Jesús (39) está en las antípodas de la propuesta de la Ley. En las cartas apostólicas vemos que las comunidades cristianas habían recogido estos sentir y hacer de Jesús y los habían convertido en norma de vida: Rm 12,17; 1Te 5,15; Col 3,12-13; 1Pe 3,9. Los cristianos, según la propuesta de Jesús, no debemos aferrarnos a nuestros derechos ni tenemos que ir a disputar ante los tribunales -o ante los medios de comunicación, que hoy pueden representar lo mismo- (1Co 6,1). Quizás por esto nos repugnan las disputas por herencias, a pesar de que una y otra vez caemos en ellas…

• El antiguo mandamiento del amor al prójimo (Lv 19,18) que Jesús recoge (43) es central en el mensaje cristiano, y lo encontramos citado otras veces (Mt 19,19; 22,39; Rm 13,9; Ga 5,14; Sant 2,8).

• Pero Jesús no sólo lo recoge y hace suyo sino que le da mucha más fuerza. Cita, como si también fuera de la Ley, la restricción de que no es necesario amar a los enemigos (43), un mandamiento desconocido en el Antiguo Testamento pero existente en los manuscritos de la comunidad de Qumram. Podemos suponer sin dificultades que esta restricción era entendida (y es entendida) como de sentido común. En cualquier caso, Jesús, aludiendo a ella la supera totalmente invitando a «amar a los enemigos» y a «rezar por los que os persiguen y calumnian» (44). La justificación no es otra que el «Padre del cielo» (45): Él lo hace; si sois hijos y, por tanto, hermanos unos de otros, debéis también hacerlo.

• Jesús, por tanto, no niega que los enemigos sean enemigos. Pero recuerda que, además de enemigos, son hermanos, son hijos del mismo Padre que tú y que yo. No se trata, pues, de negar la realidad. Un enemigo es un enemigo y, co- mo tal, no puede recibir el afecto espontáneo que cada uno tiene por los parientes y los amigos. De lo que se trata es de recordar que aquella persona que es enemiga es hija, también, del Padre del cielo. Y eso hace cambiar la posición ante el otro. Cada uno deberá posicionarse de nuevo y hacer la síntesis de las dos realidades. Jesús, con la vida, se posiciona claramente (Lc 23,34). Quizás rezar por los enemigos, como lo hace Jesús, hace posible que dejen de ser enemigos.

• El versículo 48 tiene como trasfondo Lv 19,2 y Dt 18,13. Pero en aquellas citas hay una propuesta de santidad entendida como un cierre respecto a lo que no es santo, separación para Dios. En cambio, para Jesús, se trata de imitar el comportamiento totalmente fiel e irreprochable de Dios, bondadoso con todo el mundo (45) y misericordioso (Lc 6,36).

• A Dios lo llama «Padre» un montón de veces en este Sermón. Justo en medio del Sermón, Jesús enseña el Padrenuestro (Mt 6,9-13). Llamar «Padre» a Dios no es una pura comparación o metáfora que serviría para decir que Dios ama como si fuera un padre. No. Esta expresión es un anuncio, un Evangelio, que proclama quien es Dios, cuál es su ser. Para poder decir «Padre», Jesús, antes, ha escuchado que Alguien le llama Hijo (Mt 3,16). Es decir, Dios es el Padre de Jesucristo. Jesucristo es Aquel a quien Dios llama Hijo

* Jesús nos comunica la paternidad de Dios, nos hace participar de su filiación. Nos da a Dios como Padre nuestro. En el bautismo que hemos recibido, Dios nos ha llamado «hijo» o «hija» a cada uno de nosotros. Y nosotros vivimos respondiendo: «Padre». Nuestra identidad nos es dada por esta filiación. Somos hijos e hijas del Padre.

Comentario al evangelio – Jueves VI de Tiempo Ordinario

Qué bueno que para nosotros esta reiterada pregunta de Jesús no nos fastidie, ni nos hastíe, ni se nos antoje caduca. Aunque seamos una minoría en esta sociedad nuestra, la persona, la figura y el destino de Jesús nos siguen apasionando. (Y el Maestro lo sabe).

Qué bueno cuando acogemos su pregunta, una vez más, y sentimos que sabe a apertura de relación. Sí. Esa que el Maestro sigue queriendo establecer con nosotros: acercándose a nuestra vida concreta, iniciando diálogos que quieren recorrer caminos de amistad y de comunión, de adhesiones vitales y de respuestas libres.

Al Maestro le importa que le digamos si hoy también se habla de Él; cómo está considerado por la gente que tenemos alrededor… Si se lo figuran como gurú, como influencer, como coach… Si su huella, aunque bastante oculta -según parece-, se puede llegar a intuir en tantos corazones inquietos, insatisfechos, frustrados…

Y al Maestro, por supuesto, le sigue interesando que hoy le digamos quién está siendo El para nosotros. Y que se lo narremos con las fibras del corazón y que se lo cantemos con las melodías del alma; y que le señalemos a dónde se encaminan nuestros pies y a quiénes abrazan nuestras manos, y que le pongamos delante los nombres de aquellos a quienes colmamos de besos en su Nombre, movimos por lo que su presencia viva es y nos supone en el día a día.

Mirad. Vamos a decírselo.

Pero no con ortodoxas afirmaciones formales. No lo hagamos tampoco sin confesarle que, en ocasiones, ese estilo suyo de mesianismo, se nos hace costoso; que también –como a Pedro- nos tienta ser „políticamente correctos“ y funcionar con los criterios de la mundanidad. Así es; pero resulta que seguimos fascinados, cautivados y enamorados de su persona y de su estilo, y eso es lo que nos hace rectificar.

Maestro, ¡es que sin Ti no sabemos vivir!

P. Juan Carlos Rodríguez, cmf