Notas para fijarnos en el evangelio – Domingo I de Cuaresma

* “El desierto” (1), en la Biblia, es una zona con poca vegetación, poco habitada y con animales peligrosos. Allí viven los desterrados y perseguidos (Gn 21,14; 1Mac 2,29s) y el diablo y los malos espíritus (Mt 12,43). Es también lugar de prueba, de corrección, de reflexión y de diálogo-encuentro con Dios, como se puede ver en esta escena del desierto de Jesús (así como también a Dt 8,2-6).

* El términos “diablo” y “Satanás” (1.5.8.10.11) significaban originariamente “adversario” y “acusador” o fiscal en un juicio. El Antiguo Testamento imagina que a la corte celestial hay un “acusador” que presenta a Dios las infidelidades de los hombres (Za 3,1-5; Job 1,6.9) y que ejerce al mismo tiempo el papel de “tentador” (3) (1Cr 21,1). Después pasa a designar la personificación de las fuerzas del mal y la sabiduría la identifica con la serpiente del Edén (Gn 3,15; Sabiduría 2,24).

* La cifra «cuarenta» (2) en la Biblia equivale a un periodo de tiempo largo (en este sentido, estos cuarenta días podrían hacer referencia a toda la misión de Jesús). Tiempo que puede ser de opresión, de seducción, de camino hacia la libertad, de crisis. Puede hacer alusión a la estancia de Moisés en la montaña (Éx 34, 28), al camino que recorrió Elías por llegar a la montaña de Dios (1Re 19, 8) y a los cuarenta años de peregrinaje de Israel por el desierto (Num 14, 34). También fueron cuarenta los días del Diluvio (Gn 7, 17). El ministerio de Jesús es camino que pasa por la prueba y va a la Pascua.

* Hay otros elementos del Antiguo Testamento que Mateo hace resonar en esta página: “el templo” (5), “la montaña” (8) y los “ángeles” (6.11). El evangelista pone así en relación a Jesús y su misión con la historia del pueblo de Israel que experimenta las dificultades del camino por el desierto, las dificultades de hacerse responsable del don de la libertad, la tentación de romper la Alianza y de ir a lo suyo, adorando a otros dioses.

• En la escena anterior (Mt 3, 16-17), el evangelista Mt nos acaba de decir que «el Espíritu de Dios… se posaba sobre Jesús» y que el Padre proclamaba que Jesús es «el Hijo, amado». Ahora el evangelista nos dice que el mismo «Espíritu conduce Jesús al desierto» (1) con una finalidad muy concreta: «para que el diablo lo tentara». «El Espíritu» es quien conduce toda la vida y misión de Jesús, de principio a final (Mt 12, 18ss). Como toda vida humana, la de Jesús está marcada por la prueba (la tentación), la tarea de decidir en cada momento entre decir sí o decir no a Dios, que invita todos sus hijos y hijas a vivir en libertad su camino. El relato de las tentaciones describe de forma gráfica toda la lucha que Jesús tuvo que mantener por ser fiel a la voluntad del Padre.

• La primera de las tentaciones (3) es la de vivir y actuar según una idea no-humana del que es ser “Hijo de Dios”. Jesús expresa (citando Dt 8,3) cómo lo vive Él: ser Hijo es hacer la voluntad del Padre (4). Y el que el Padre quiere es que Jesús haga el camino de los hombres y mujeres que se tienen que ganar el pan con el trabajo. Una voluntad que Jesús encuentra expresada en la Palabra (4), verdadero alimento para los hijos y hijas de Dios.

• La segunda tentación -en boca del diablo que manipula palabras bíblicas (Sal 91, 11-12)- consiste en exigir de Dios una señal espectacular. Tentación de toda persona religiosa que duda de si Dios es o no es. Jesús responde (7) con la referencia a la Escritura” (Dt 6,16), afirmando que Dios no puede ser utilizado ni manipulado. Su presencia es un don totalmente gratuito que se manifiesta sobre todo en la pobreza. “Los ángeles” (6) no le ahorrarán a Jesús ningún sufrimiento sino que, “sirviéndolo” (11), aparecen como signo de la fidelidad de Jesús en el servicio a los más pobres.

• La tercera tentación (8-9) pasa por ponerse por encima de todo y a consta de lo que sea. Esto es dar al diablo la adoración que tan sólo Dios merece. Dios, por su parte, enviando su Hijo hecho hombre, se ha puesto por debajo, al servicio de toda la creación y de todos los hombres y mujeres. Este Dios que se abaja es el que Jesús adora (10) todo citando, una vez más, la Escritura (Dt 6,13).

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