Contigo en el desierto (Oración)

CONTIGO EN EL DESIERTO

El Miércoles de Ceniza comenzamos el camino de la Cuaresma. Seguro que te has levantado estos días con ganas de hacer cosas buenas. Empieza este ratito con Jesús, cerrando los ojos, como haces siempre que quieres hablar con él. Estás tranquilo y le saludas.

Hola Jesús, estoy preparado para escuchar tu voz y sentirte. Me pongo delante de ti. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La lectura es una adaptación del evangelio de Mateo (Mt 4, 1-11):

Jesús se marchó un tiempo al desierto. Allí estaba lejos de la gente, porque necesitaba pensar, bien qué iba a hacer. Pasó cuarenta días rezando. Y entonces el diablo le puso tres pruebas.

Primero le colocó unas piedras delante. El diablo sabía que Jesús tenía hambre, porque llevaba semanas ayunando. Y le dijo: «Anda, si eres tan poderoso, ¿por qué no haces que se conviertan en pan? Y así puedes acabar con el hambre». Pero Jesús le contestó: «No solo de pan vive el hombre, sino de las palabras que salen de la boca de Dios».

Después el diablo le llevó al edificio más alto de Jerusalén. Y le dijo: «Tírate desde aquí y haz que te salven los ángeles». Pero Jesús le contestó: «Anda, no me intentes engañar». Porque sabía que si empezaba a hacer ese tipo de cosas, la gente le seguiría por miedo o por poder, pero no por fe en el Dios del amor.

Al final, el diablo le llevó al monte más alto de la región, le enseñó todo lo que se veía y le dijo: «Te haré el dueño de todo, si te arrodillas y me adoras». Y Jesús le contestó: «Está escrito que solo hay que adorar a Dios».

El diablo se marchó, fastidiado porque no había conseguido hacer que Jesús cayese en sus tentaciones.

¡Qué curioso! Viendo a Jesús en el desierto, me doy cuenta de cuánto me parezco a él. Incluso le pasan las mismas cosas que a mí cuando algo me empuja a hacer lo que me apetece. Pienso en las veces en que me alejo de Dios por desobedecer, mentir o no cumplir con hacer algo que no debo hacer.

Estoy sorprendido por la respuesta que da Jesús al diablo. Que para librarse de él no utiliza armas, ni gritos, ni se enfada. Y mucho menos cae en sus trampas. Sino que siempre le contesta lo mismo. Le responde con la Palabra de Dios y hace lo que quiere su Padre. ¿Podré hacer yo lo mismo?

Mientras escuchas la canción, piensa cómo vas practicar en estos días, la respuesta de Jesús. Por ejemplo, cada vez que sientas ganas de hacer algo mal, puedes buscar un lugar tranquilo y rezar un poco. Así tendrás fuerza para vencer la tentación. Seguro que sabes muchas cosas que puedes hacer para seguir pareciéndote a Jesús.

Señor, aquí estoy,
preparada para darme un nuevo corazón
con latidos de tu amor.
Dame agua verdadera que calme mi sed,
quiero escuchar tu voz y sentir que estás en mí.

Desprenderme de todo lo que no quiero ser,
sentirme a tu lado cuando ya no pueda más,
tender mi mano junto a la tuya
y formar un puente de amor que nada pueda romper.

Señor, aquí estoy,
preparada para hacer de mi sencillo
hogar tu nueva casa donde estar.
Dame fe firme y entera para caminar,
que mueva las montañas, que mi tierra tenga sal.

Señor, aquí estoy interpretado por Assisi, «Misa Joven 3. En Familia.»

Querido Jesús, hoy hemos aprendido de ti. Que también nosotros podamos vencer las dificultades. Como dice la canción, quiero desprenderme de todo lo que no quiero ser, pero necesito que me ayudes.

Repite después de cada frase: ¡Ayúdame, Jesús!

Ayúdame, Jesús

Cuando sienta ganas de desobedecer… …¡Ayúdame, Jesús!
Cuando la mentira me llame…
…¡Ayúdame, Jesús!
Cuando sea egoísta…
…¡Ayúdame, Jesús!
Cuando pase por alguna dificultad y sienta que no puedo más…
…¡Ayúdame, Jesús!

Gloria al Padre,
y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Anuncio publicitario