Vísperas – Martes V de Cuaresma

VÍSPERAS

MARTES V DE CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!…).
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.

SALMO 19: ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido

Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

SALMO 20: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuanto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA: 1Co 1, 27b-30

Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.

PRECES

A Cristo, el Señor, que nos mandó velar y orar a fin de no sucumbir en la tentación, digámosle confiadamente:

Señor, escucha y ten piedad.

Señor, tú que prometiste estar presente cuando tus discípulos se reúnen en tu nombre para orar,
— haz que oremos siempre unidos a ti en el Espíritu Santo, a fin de que tu reino llegue a todos los hombres.

Purifica de todo pecado a la Iglesia penitente
— y haz que viva siempre en la esperanza y el gozo del Espíritu Santo.

Amigo del hombre, haz que estemos siempre atentos, como tú nos mandaste, al bien del prójimo,
— para que la luz de tu amor brille a través de nosotros ante todos los hombres.

Rey pacífico, haz que tu paz reine en el mundo
— y que nosotros trabajemos sin cesar para conseguirla.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que has muerto para que nosotros tengamos vida,
— da la vida eterna a los que han muerto.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, mira con amor a tu familia y, a los que moderan su cuerpo con la penitencia, aviva en su espíritu el deseo de poseerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

Concédenos, Señor, perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – Martes V de Cuaresma

1) Oración inicial

Concédenos, Señor, perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 8,21-30
Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.
Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: `Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’? Él les decía:
«Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.
Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy,
moriréis en vuestros pecados.» Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió:
«Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar
pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta;
sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»
Al hablar así, muchos creyeron en él. 

3) Reflexión

• La semana pasada, la liturgia nos llevaba a meditar el 5 del Evangelio de Juan. Esta semana nos pone delante el capítulo 8 del mismo evangelio. Como el capítulo 5, también el capítulo 8 contiene reflexiones profundas sobre el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús. Aparentemente, se trata de diálogos entre Jesús y los fariseos (Jn 8,13). Los fariseos quieren saber quién es Jesús. Ellos lo critican por dar testimonio de sí mismo sin ninguna prueba o testimonio para legitimarse ante la gente (Jn 8,13). Jesús responde diciendo que él no habla a partir de sí mismo, sino siempre a partir del Padre y en nombre del Padre (Jn 8,14-19).
• En realidad, los diálogos son también expresión de cómo era la transmisión catequética de la fe en las comunidades del discípulo amado al final del primero siglo. Reflejan la lectura orante que los cristianos hacían de las palabras de Jesús como expresión de la Palabra de Dios. El método de pregunta y respuesta los ayudaba a encontrar la respuesta a los problemas que, en aquel final del siglo, los judíos planteaban a los cristianos. Era una manera concreta de ayudar la comunidad a profundizar su fe en Jesús y en su mensaje.
• Juan 8,21-22: ’Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’. Aquí Juan aborda un nuevo asunto u otro aspecto del misterio que envuelve a la persona de Jesús. Jesús habla de su ida y dice que allí donde él va, los fariseos no pueden seguirle. “Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.” Ellos buscan a Jesús, pero no lo encuentran porque no le conocen y lo buscan con criterios equivocados. Ellos viven en el pecado y van a morir en el pecado. Vivir en el pecado quiere decir vivir alejado de Dios. Ellos imaginan a Dios de una determinada forma, y Dios es diferente a como ellos se lo imaginan. Por esto no son capaces de reconocer la presencia de Dios en Dios. Los fariseos no entienden lo que Jesús quiere decir y toman todo al pie de la letra: “¿Es que se va a suicidar?”
• Juan 8,23-24: ‘Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.’ Los fariseos se orientan en todo según los criterios de este mundo. “¡Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo!” El marco de referencias que orienta a Jesús en todo lo que dice es el mundo de arriba, esto es, Dios, el Padre, y la misión que recibió del Padre. El marco de referencias de los fariseos es el mundo de aquí abajo, sin apertura, cerrado en sus propios criterios. Por esto, viven en el pecado. Vivir en el pecado es no tener la mirada de Jesús sobre la vida. La mirada de Jesús es totalmente abierta para Dios hasta el punto que Dios está en él en toda su plenitud (Cf. Col 1,19). Nosotros decimos: “Jesús es Dios”. Juan nos convida a decir: “¡Dios es Jesús!”. Por esto, Jesús dice: “Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados”. YO SOY es la afirmación con que Dios se presenta a Moisés en el momento de liberar a su pueblo de la opresión de Egipto (Ex 3,13-14). Es la expresión máxima de la certeza absoluta de que Dios está en medio de nosotros a través de Jesús. Jesús es la prueba definitiva de que Dios está con nosotros. Emmanuel.
• Juan 8,25-26: ¿Quién eres tú? El misterio de Dios en Jesús no cabe en los criterios con los que los fariseos miran Jesús. De nuevo preguntan: “¿Quién eres tú?” Ellos no entendían porque no entienden el lenguaje de Jesús. Jesús hablaba con ellos a partir de todo lo que él experimentaba y vivía en contacto con el Padre y a partir de la conciencia de su misión. Jesús no se auto-promueve. El apenas dice y expresa lo que oye del Padre. El es pura revelación porque es pura y total obediencia.
• Juan 8,27-30: ‘Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que YO SOY’. Los fariseos no entienden que Jesús, en todo lo que dice y hace, es expresión del Padre. Lo comprenderán sólo después que hayan levantado al Hijo del Hombre. “Entonces sabréis que YO SOY”. La palabra levantar tiene un doble sentido de levantar sobre la Cruz y ser levantado a la derecha del Padre. La Buena Nueva de la muerte y de la resurrección revelará quién es Jesús, y ellos sabrán que Jesús es la presencia de Dios en medio de nosotros. El fundamento de esta certeza de nuestra fe es doble: de un lado, la certeza de que el Padre está siempre con Jesús y nunca le deja solo y, por otro lado, la total y radical obediencia de Jesús al Padre, por la que él se convierte en total apertura y total transparencia del Padre para nosotros. 

4) Para la reflexión personal

• Quien se encierra en sus criterios y piensa saberlo todo, no será nunca capaz de comprender al otro. Así eran los fariseos ante Jesús. Yo ante los demás, ¿cómo me comporto?
• Jesús es radical obediencia al Padre y por esto es total revelación del Padre. ¿Qué imagen de Dios se irradia a partir de mí? 

5) Oración final

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida. (Sal 101)

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

3.- EL DEMONIO VUELVE A LA CARGA

Había mostrado el Señor un total abandono en Dios. Quiere ahora el demonio inducirle a una confianza presuntuosa. Le lleva consigo a la ciudad santa. No quiere decir esto que el demonio le obligase a seguirle con violencia ni que Cristo le acompañase amigablemente[1]. Es más probable que fuera solamente una representación de tipo imaginativo, sin que Jesús le acompañase «físicamente». La ciudad santa era Jerusalén, centro del culto judío. El pináculo parece referirse a alguno de los ángulos de los pórticos del Templo que se levantaban sobre el torrente Cedrón, a unos 180 m de altura sobre el fondo del torrente. De una de estas alturas, según la tradición, fue precipitado Santiago el Menor.

Según una creencia judía muy corriente en tiempo del Señor, el Mesías había de manifestarse pública y repentinamente sobre una de las terrazas del Templo y desde allí anunciar con gesto triunfal la liberación del pueblo de Israel. Parece que el enemigo tiene presente esta opinión judía, e invita a Jesús a que comience su ministerio mesiánico con un acto espectacular, arrojándose del pináculo del Templo y asombrando a todos. Acude de nuevo a la Escritura para argumentar su sugerencia. Le recuerda unas palabras del salmo 90:

Dará órdenes acerca de ti a sus ángeles,

de que te lleven en sus manos

no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra.

Pero el demonio tergiversa su sentido. No quiso decir el salmista que todo lo que emprenda el justo le saldrá bien, sino que en todas las cosas que lleve a cabo por seguir la justicia, aunque todo el mundo se le oponga, experimentará el auxilio divino, de tal manera que le parecerá ser llevado en manos de los ángeles. Así lo hace ver el Señor: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

A continuación, de nuevo lo llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria.Ignoramos qué monte pudo ser este a donde el demonio llevó al Señor. Algunos piensan que quizá fuese la cumbre del que hoy se llama el monte de la Cuarentena, cercano al mismo sitio donde Jesús había ayunado, pero es más probable que se trate también de una representación imaginaria, pues no hay ningún monte en la tierra desde el que se vean todos los reinos del mundo.

En el Antiguo Testamento se promete al Mesías el reinado sobre todo el mundo, pero debía conquistarlo por medio de la humildad y de los sufrimientos de la Pasión. Satanás le ofrece un camino más cómodo y fácil de poseerlo. Fingiéndose Dios y dueño del universo, le muestra y le ofrece la gloria, las riquezas y las maravillas de todos los reinos de la tierra; basta con que se postre en tierra y le adore. Esta visión debe interpretarse en sentido figurado o como meramente interna. San Lucas parece indicar que todo tuvo lugar en un instante. Pretende el diablo comprobar si Jesús busca sinceramente la gloria de Dios o su comodidad y su propia gloria, si está realmente dispuesto a desprenderse de las honras humanas y de las riquezas de las que podría gozar si dominara todos los reinos del mundo[2].

La respuesta de Jesús a esta proposición es enérgica y, como las dos primeras, tomada de la Escritura[3]. Con voz imperiosa alejó de Sí al enemigo llamándole por su nombre y descubriendo su maldad: Apártate, Satanás, pues escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto.

San Lucas advierte que esta retirada del diablo no fue definitiva, sino solo hasta el tiempo señalado (Lc). Fue probablemente el de la Pasión, que el mismo Cristo llamó la hora de sus enemigos y el poder de las tinieblas (Lc).Terminada esta lucha con el demonio, los ángeles vinieron y le servían (Mt)[4]. Quizá le proporcionaran algunos alimentos con que reparar las fuerzas extenuadas por el ayuno.


[1] Como dice Orígenes (MG 13, 1879), «le seguía como un atleta que voluntariamente camina a la lucha».

[2] «Pero Jesús nos dice también lo que objetó a Satanás, lo que dijo a Pedro y lo que explicó de nuevo a los discípulos de Emaús: ningún reino de este mundo es el Reino de Dios, ninguno asegura la salvación de la humanidad en absoluto. El reino humano permanece humano, y el que afirme que puede edificar el mundo según el engaño de Satanás, hace caer el mundo en sus manos.

Aquí surge la gran pregunta que nos acompañará a lo largo de todo este libro: ¿qué ha traído Jesús realmente, si no ha traído la paz al mundo, el bienestar para todos, un mundo mejor? ¿Qué ha traído?

La respuesta es muy sencilla: a Dios. Ha traído a Dios. Aquel Dios cuyo rostro se había ido revelando primero poco a poco, desde Abraham hasta la literatura sapiencial, pasando por Moisés y los Profetas; el Dios que solo había mostrado su rostro en Israel y que, si bien entre muchas sombras, había sido honrado en el mundo de los pueblos; ese Dios, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios verdadero, Él lo ha traído a los pueblos de la tierra.

Ha traído a Dios: ahora conocemos su rostro, ahora podemos invocarlo. Ahora conocemos el camino que debemos seguir como hombres en este mundo. Jesús ha traído a Dios y, con El, la verdad sobre nuestro origen y nuestro destino; la fe, la esperanza y el amor. Solo nuestra dureza de corazón nos hace pensar que esto es poco. Sí, el poder de Dios en este mundo es un poder silencioso, pero constituye el poder verdadero, duradero. La causa de Dios parece estar siempre como en agonía. Sin embargo, se demuestra siempre como lo que verdaderamente permanece y salva. Los reinos de la tierra, que Satanás puso en su momento ante el Señor, se han ido derrumbando todos. Su gloria, su doxa, ha resultado ser apariencia. Pero la gloria de Cristo, la gloria humilde y dispuesta a sufrir, la gloria de su amor, no ha desaparecido ni desaparecerá» (BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret, pp. 101-102).

[3] Dt 6, 13-14.

[4] «… Y los ángeles vinieron y le servían». También en nuestra vida vamos a

tener la ayuda de estos mensajeros de Dios. Yo mandaré a un ángel delante de ti –dice el Señor a Moisés– para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto (Ex 23, 20). Esto se hace realidad en la vida de cada hombre.

Misión de los ángeles es auxiliar al hombre contra todas las tentaciones y peligros, y traer a su corazón buenas inspiraciones. Son nuestros intercesores, nuestros custodios, y nos prestan su auxilio cuando los invocamos. También pueden prestarnos ayudas materiales, si son convenientes para nuestro fin sobrenatural o para el de los demás. Especialmente pueden colaborar con nosotros en el apostolado, en la lucha contra las tentaciones y contra el demonio, y en la oración. «Además de llevar a Dios nuestras noticias, traen los auxilios de Dios a nuestras almas y las apacientan como buenos pastores, con comunicaciones dulces e inspiraciones divinas. Los ángeles nos defienden de los lobos, que son los demonios, y nos amparan» (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 2, 3).

Nunca estamos solos en la tentación o en la dificultad, nuestro ángel nos asiste; estará a nuestro lado hasta el mismo momento en que abandonemos este mundo, y después nos acompañará al juicio.

Comentario – Martes V de Cuaresma

El evangelista sitúa a Jesús en el centro neurálgico del judaísmo, en Jerusalén. Ahí le vemos polemizando con los judíos que cuestionan el testimonio que da de sí mismo. Lo que realmente se pone en cuestión es la identidad de este rabino al que resulta difícil enmarcar en una determinada escuela. El lenguaje de Jesús resulta enigmático. Parece como si él mismo buscara expresamente rodear su discurso de una cierta oscuridad, nunca del todo esclarecida. Yo me voy –les decía- y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecadoDonde yo voy no podéis venir vosotros.

Habla de ida, pero no aclara a dónde; simplemente señala que a ese destino no pueden acceder ellos. Las enigmáticas palabras de Jesús les hacen manejar a aquellos oyentes desconcertados conjeturas descabelladas y de escaso gusto, como el posible suicidio del que así se expresaba; pues comentaban: ¿será que va a suicidarse? Pero no era ésta la intención de Jesús. Lo que sí veía próxima era su partida de este mundo. Me voy –les aseguraba-; pero notaréis mi ausencia. Cuando me haya ido, me echaréis en falta y me buscaréis. ¿Con qué propósito?, cabe preguntarse. ¿Tal vez con el ánimo de rectificar el error cometido, dando muerte a un inocente?

Pero Jesús no les augura un buen futuro: moriréis por vuestro pecado. Y ese pecado no es otro que la incredulidad, aunque esta incredulidad sea a su vez fruto de la ceguera, de una ceguera culpable. Semejante pecado les acarreará la muerte, no la muerte a que dio origen el pecado de Adán, sino otra muerte aún peor, la eterna. Incredulidad es no creer en su testimonio por falta de fe en él. Incredulidad es no creer en él como lo que es y como el que es. Incredulidad es no creer en él como el que no es de este mundo, como el enviado del que es veraz, porque es la Verdad misma, como el Hijo del Padre, como el que esCuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy.

Ese yo soy tenía una resonancia especial; remitía al yo soy que oyó Moisés en su experiencia teofánica de boca del Dios de sus antepasados que le enviaba a liderar al frente de su pueblo la descomunal epopeya de la liberación de Egipto. Era el nombre que el Dios liberador se daba a sí mismo al ser preguntado por su propia identidad. Quien enviaba a Moisés a esta magna empresa era Yahvéhel que es. Este sería su nombre desde entonces y para siempre: el nombre del Dios de la Alianza. Aquí, Jesús parece querer usurpar el mismo nombre de Yahvéh. Pero no, Jesús no es ningún usurpador que pretenda arrebatar a otro un poder que no le pertenece. Él se siente –y así lo proclama- simplemente el enviado del Padre, alguien que no hace nada por su cuenta –independientemente de quien lo envía-, pues todo lo que hace y dice es lo que ve hacer y decir al Padre, alguien que no obra nada que no sea del agrado del Padre; por tanto, alguien que se sabe enteramente dependiente de la voluntad de otro, su Padre.

Aquellas palabras, que provocaron la fe de muchos, fueron también piedra de tropiezo para otros. Muchos judíos se escandalizaron al oír hablar a Jesús en ese tono tan familiar y próximo de su relación con Dios. Esto fue precisamente lo que escandalizó a aquellos judíos contemporáneos de Jesús: su modo de hablar de Dios y de su relación con él, algo que les obligaba a hacerse y a hacerle esta pregunta: ¿Quién eres tú? ¿Por quién te tienes?

Es evidente que Jesús se tenía por alguien que, tras su ida, sería buscado, y que a diferencia de sus oyentes no era de este mundo, siendo plenamente hombre y habiendo nacido de mujer; se tenía por alguien que reclamaba fe, como el mismo Yahvéh, Dios de la Alianza, y que estaba en permanente comunicación con Dios Padre, por el cual había sido enviado y cuya voluntad tenía siempre a la vista. Jesús se tenía a sí mismo como el que es, algo que se pondría de manifiesto sobre todo cuando fuera levantado en alto (en la cruz); entonces, revelaría claramente al mundo su condición de aliado supremo del hombre decidido a sellar la alianza con el sacrificio de su propia vida en el altar de la cruz. Este mismo sacrificio le lleva a reclamar de los beneficiarios un acto de fe en su lealtad y en su verdad, y en su condición de enviado del Padre para sellar la nueva y definitiva Alianza.

No aceptar su testimonio, no creer, es perpetuarse en la incredulidad y morir en este estado de pecado y a causa del mismo pecado. La polémica de Jesús con los judíos saca finalmente a flote el gran obstáculo que impide la acción de Dios en el hombre, el pecado por excelencia, la incredulidad, un pecado de consecuencias devastadoras, un pecado que acarrea la muerte: Si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

19. Relaciones con el Hebraísmo.

El Concilio Vaticano II recuerda el vínculo con el que el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido a la estirpe de Abraham;(62) por razón de este vínculo, en relación con las religiones no cristianas, corresponde a los hebreos un puesto completamente particular en la atención de la Iglesia, “de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas y los patriarcas, de los cuales también procede Cristo según la carne” (Rm 9, 4-5). El Obispo debe promover entre los cristianos una actitud de respeto hacia estos “hermanos mayores” nuestros, para evitar que se produzcan fenómenos de antijudaísmo, y debe vigilar para que los ministros sagrados reciban una formación adecuada sobre la religión judía y sus relaciones con el cristianismo.


62 Cf. CONC. ECUM. VAT. II, Declaração Nostra Aetate, 4.

Nuestras casas pequeñas iglesias

Desde el lunes 16 de que tal y como dicen los prelados, marzo, las campanas de están haciendo que experimentemos las parroquias, iglesias una «singular y dolorosa experiencia y catedrales de España ciudadana y eclesial, a la que nos ha suenan a las 12 horas para recordarnos que no estamos solos y que el Señor nos sostiene. En una situación sin precedentes que mantiene a la población en sus casas, los obispos españoles invitaron «a todas las diócesis que lo consideren oportuno a que a la hora del Ángelus suenen las campanas de nuestros templos para invitar a orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar, a quienes sirven y trabajan, la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia».

Una iniciativa «sonora» que se une a los cientos de muestras de apoyo, que, por ejemplo, los españoles realizan a las 20 horas cuando se asoman a las ventanas y se unen en un caluroso aplauso que agradece la labor de todo el personal sanitario. Unos días, que tal y como dicen los prelados, están haciendo que experimentemos una «singular y dolorosa experiencia ciudadana y eclesial, a la que nos ha llevado la pandemia de coronavirus, y donde la Iglesia católica está llamada a ofrecer sus recursos en favor de los afectados». Los obispos españoles ya habían publicado el viernes 13 de marzo unas indicaciones ante esta emergencia sanitaria, poniendo en primer plano la preocupación máxima por la gravedad de la situación creada en todos los lugares. Junto a esta «razonable preocupación», los obispos indicaron las medidas necesarias, algunas de carácter extraordinario, «siguiendo los consejos y las decisiones que desde el Gobierno, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autonómas se están indicando».

Además, quisieron agradecer en su misiva «la entrega generosa de tantas personas que están ayudando en esta crisis, cada cual desde su responsabilidad». Unos momentos excepcionales que los pastores de las diócesis españolas aconsejan vivir «con toda nuestra responsabilidad ciudadana, con la solidaridad fraterna hacia las personas afectadas, y con la confianza en el Señor que sostiene nuestra esperanza y nos invita a la conversión».

Además, advierten de que las medidas que debemos poner en práctica han de ayudarnos «a no contraer la enfermedad» y así no ser la causa de que otros cercanos a nosotros se contagien. «Por ello, estamos llamados a realizar esfuerzos y renuncias aunque resulten dolorosas», y en este marco hacen un llamamiento especial a los jóvenes a los que piden «colaboración y testimonio de fraternidad».

Medidas extraordinarias

Las diócesis españolas se han ido sumando a las medidas en sus iglesias tras el Real Decreto del Gobierno para frenar la expansión del COVID-19. Y aunque en el mismo se permite la asistencia a los lugares de culto «evitando aglomeraciones de personas», todos los obispos han aprobado la dispensa del precepto dominical para sus fieles, las demás medidas se han adoptado de forma libre.

La recomendación general dice que se deben suspender las catequesis presenciales, aunque anima a continuar la catequesis en familia para lo cual las parroquias han de ofrecer «orientaciones y recursos».

Y si los españoles han mostrado su ingenio a través de memes y vídeos en redes sociales, los católicos han puesto todo su empeño para retransmitir a través de los canales como YouTube, Instagram, FacebookLive y demás plataformas, las meditaciones, Ejercicios Espirituales, charlas de Cuaresma, la Liturgia de las Horas, rezo del Rosario y otras muchas iniciativas para estar unidos en oración. Incluso los músicos católicos se han organizado para retransmitir conciertos en streaming que hagan más amena la cuarentena en la que todos estamos confinados.

De esta forma, mientras dure esta situación, los obispos recomiendan seguir la celebración de la Eucaristía en familia a través de estos nuevos canales y también de la televisión y la radio, convirtiendo nuestras casas «en pequeñas iglesias».

De las 70 diócesis españolas, 59 han decidido que suprimirán todas las celebraciones eucarísticas (a fecha del cierre de esta edición) y las que no, «deben mantenerse con la sola presencia del sacerdote y un posible pequeño grupo convocado por el celebrante». De hecho, en algunas ciudades, los templos pueden permanecer abiertos «para la oración personal e invocar al Señor los dones de la sabiduría y fortaleza para vivir este momento».

¿Y los sacramentos?

Con respecto a la celebración de funerales y exequias, también se recomienda que participen únicamente los familiares y personas más allegadas manteniendo las mismas prevenciones que en los apartados anteriores y se pospongan en la medida de lo posible las demás celebraciones.

De manera extraordinaria, «se recomienda recibir la Comunión en la mano». Los celebrantes y quienes distribuyen la Comunión y preparan los objetos litúrgicos deben extremar el cuidado en la desinfección de las manos. También aconsejan omitir el rito de la paz y sustituirlo por un gesto que evite el contacto físico.

El sacramento del perdón podría celebrarse en espacios o ámbitos que aseguren la intimidad y la distancia de seguridad recomendada por las autoridades sanitarias. «Los presbíteros estamos llamados a ofrecer medios para preparar la celebración en casa, tiempo y espacios adecuados para ofrecer la Misericordia a quien la solicite en este singular tiempo cuaresmal», han recomendado los obispos.

 

La Semana Santa

Y la temida decisión que llevaban días barruntando en las distintas diócesis se ha hecho realidad. Las medidas de prevención contra el coronavirus y la necesidad de preservar la salud de los ciudadanos han llevado a todas las provincias eclesiásticas a suspender las procesiones de Semana Santa. Ante esta medida tan dolorosa para tantos españoles comprometidos con sus hermandades, los obispos animan a «a cultivar la cercanía de la oración». Tal y como ha expresado también el Papa Francisco: «Que el Pueblo de Dios se sienta acompañado por los pastores y el consuelo de la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración».

Además invitan a que «los esfuerzos realizados para contener la propagación del coronavirus se acompañen del compromiso de cada fiel para el bien mayor: el cuidado de la vida, la derrota del miedo, el triunfo de la esperanza».

Y así, unidos en oración, invitan a rezar juntos, tras el rezo del Ángelus, la oración del Papa Francisco específica para estos días:

«Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. Amén.

Bajo tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!».

 

Rezamos por…

√ Los enfermos contagiados por el virus, por sus familiares, por quienes están en cuarentena y por otros enfermos que ven afectada su atención por la prioridad de atajar la pandemia.

√ Los trabajadores de todos los Centros y Servicios Sanitarios y todos los servicios públicos.

√ Los equipos de Emergencias, por los de Protección Civil y por las Fuerzas de Seguridad del Estado.

√ Los Equipos de Pastoral de la Salud y por los voluntarios.

√ Las personas de riesgo: niños, mayores y enfermos crónicos.

√ Los padres, madres, abuelos y educadores.

√ Los que están viviendo esta situación de emergencia en soledad.

√ Quienes carecen de hogar o de lo imprescindible para vivir.

√ Las diversas autoridades públicas.

√ Los sacerdotes, los monasterios de vida contemplativa y la vida consagrada, que con su oración y entrega siguen dando esperanza a todos los ciudadanos.

Revista Ecclesia

Suspendida la Semana Santa con fieles en Roma

Se trata de una medida drástica, pero la situación así lo requiere. El Vaticano anunció que las celebraciones de Semana Santa con el Papa serán a puerta cerrada. Lo hizo a través de la Prefectura de la Casa Pontificia en lugar de a través de un comunicado del ministerio de información vaticana. No se entiende que una decisión de tal calibre no fuera anunciada de manera oficial por los cauces habituales por los se conocen estas decisiones, pero hace tiempo que las cuestiones comunicativas del Vaticano responden a lógicas cuanto menos curiosas. En cualquier caso, el fondo de la cuestión es lo verdaderamente importante. No se ha especificado más, pero cabe suponer que no veremos la ceremonia de Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro, ni el Via Crucis del Viernes Santo en el Coliseo ni tampoco la celebración de la Pascua en la basílica de San Pedro. Lo que sí sabemos es que retransmitirán en directo online para todo el mundo. Con esa misma modalidad, el Santo Padre seguirá celebrando la tradicional audiencia general de los miércoles y el rezo del ángelus al menos hasta el próximo 12 de abril. El Pontífice sigue presidiendo la misa diaria en Casa Santa Marta sin la presencia de peregrinos y es posible seguirla también a través de Internet a partir de las 7 de la mañana.

 

Bendición al mundo

El domingo 15 el rezo del Ángelus volvió a dejar otra imagen particular de esas que solo podremos ver estos días. Francisco dirigió la oración mariana de nuevo desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, pero quiso salir a su ventana de siempre a bendecir a la Ciudad Eterna, a Italia y al mundo. La instantánea de un Papa bendiciendo una plaza de San Pedro absolutamente vacía da cuenta de cuán seria es esta emergencia sanitaria internacional. Durante este rezo del Ángelus, el Santo Padre quiso dar las gracias especialmente a los sacerdotes por cómo, a pesar del confinamiento, han seguido ayudando a los fieles. Sobre todo, agradeció particularmente la labor de los sacerdotes de Lombardía, la región italiana epicentro de la epidemia. En su alocución, Francisco también habló de la necesidad de redescubrir la comunión de la Iglesia, especialmente en este tiempo de cuarentena: «Unidos con Cristo, nunca estamos solos, sino que formamos un solo cuerpo del cual Él es la cabeza. Es una unión que se alimenta con la oración y también con la comunión espiritual con la Eucaristía, una práctica muy aconsejada para quienes no pueden recibir el Sacramento».

 

Oración ante el crucifijo milagroso

Ese mismo domingo, Francisco siguió pastoreando la Iglesia a través esencialmente de la oración y la comunión espiritual. No es posible en toda Italia asistir a misa o recibir los sacramentos de forma ordinaria, algo que sin duda está pesando en los sacerdotes y, qué duda cabe, sometiendo a todos los cristianos a una complicada prueba. El Papa tampoco está exento de esta situación tan triste. Durante la tarde del domingo se desplazó a dos lugares muy concretos para pedir el fin de la epidemia. Primero acudió a la basílica de Santa María la Mayor para rezar delante del icono de la Salus Populi Romani, —la salvación del pueblo de Roma—, que es la patrona de la Ciudad Eterna. Francisco siente una gran devoción por esta imagen a la que siempre reza cada vez que emprende y regresa de un viaje. A continuación, se dirigió a otra iglesia, la basílica de San Marcello al Corso, en el centro de la urbe. Esta iglesia conserva un Cristo que se considera milagroso. En 1522 fue llevado en procesión por las calles de Roma para pedir que terminara la gran peste que asoló la Ciudad Eterna. Cuentan las crónicas que a su paso por las calles de Roma la peste desaparecía. En el año 2000 el Papa Juan Pablo II se abrazó a él durante la Jornada Mundial del Perdón del Jubileo.

En estas dos etapas, el Papa Francisco pidió en sus oraciones «el fin de la pandemia». También «imploró la curación de tantos enfermos, recordó a las numerosas víctimas de estos días, y pidió que sus familiares y amigos encuentren consuelo y conforto». Además, rezó por los trabajadores sanitarios, es decir, «médicos, enfermeros y enfermeras, y quienes en estos días con su trabajo garantizan el funcionamiento de la sociedad».

 

Reforzar la atención a los pobres

En estos días en que las calles de nuestras grandes y pequeñas ciudades están vacías porque estamos en nuestras casas, la mirada se detiene con especial preocupación en aquellos que no tienen casa y que, por ende, sufren una situación de desamparo mayor. El Vaticano no se olvida de estas personas, más vulnerables todavía a la epidemia si tenemos en cuenta que normalmente no tienen acceso a la más básica atención sanitaria debido a su situación de calle.

Si bien el Vaticano ha cerrado la Limosnería Apostólica como parte de la adaptación a las medidas de control de la epidemia decretadas por el gobierno de Italia, el limosnero papal, el cardenal Konrad Krajewski, ha puesto a disposición de quien lo necesite su teléfono personal y un buzón donde poder hacer las peticiones pertinentes. El limosnero estará disponible, así como los servicios básicos para las personas pobres puestos en marcha por su oficina. Las duchas, el albergue y la distribución de alimentos siguen funcionando. Quienes están al servicio de las personas sin hogar cuentan con las necesarias medidas de seguridad y se está controlando el aforo para evitar aglomeraciones. Los voluntarios siguen prestando servicio en lugares como las estaciones de Roma y las Misioneras de la Caridad y las Hermanas de Nuestra Señora de los Dolores siguen con la distribución habitual de alimentos. También está operativo el albergue que el mismo Francisco inauguró hace unos meses en las inmediaciones de la plaza. Desde la Limosnería apostólica se ha animado a las parroquias a no tener miedo de seguir prestando sus servicios. En Roma, la diócesis ha autorizado la apertura solo de las iglesias parroquiales para ofrecer atención caritativa y el estrictamente fundamental servicio del despacho parroquial.

En medio de esta crisis, el Santo Padre no quiere que se desatienda a los más vulnerables y en las periferias de la sociedad, por eso, casi desde el mismo instante en que el gobierno italiano pidió a los ciudadanos que se quedaran en casa, él destino una importante suma a Cáritas Italiana. Así lo anunció el Vaticano el día 12 de marzo.

El Papa Francisco, a través del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, realizó una donación de 100.000 euros a este brazo caritativo de la Iglesia para una primera ayuda significativa en esta fase de emergencia con el fin de reforzar los comedores, los centros de acogida y los albergues.

 

El valor de la fraternidad en tiempos del coronavirus

Precisamente el día 11 este ministerio vaticano envió un mensaje firmado por su prefecto, el cardenal Peter Turkson, en el que recuerda que la Iglesia está muy pendiente de todas las personas enfermas por coronavirus y de los trabajadores sanitarios que lo están combatiendo. Y responde a esta situación también a través de las propias estructuras sanitarias católicas disponibles para contribuir a la erradicación de esta pandemia. El Vaticano hace un llamamiento a la solidaridad personal y colectiva. También entre países, recordando que, en esta emergencia, los países con sistemas sanitarios más fuertes han de ser solidarios si es necesario con aquellos países que lo necesiten compartiendo recursos. Por eso, el dicasterio indica que es en momentos así cuando resultan más evidentes las desigualdades que caracterizan nuestros sistemas socioeconómicos. Al mismo tiempo, el prefecto apunta a que este tiempo de crisis puede enseñarnos mucho sobre el valor de la fraternidad, «de estar unidos los unos a los otros de un modo indisoluble: un tiempo en el que el horizonte de la fe y el valor de la solidaridad nos ayude a ver al otro no como un instrumento sino como un semejante». Por último, el cardenal prefecto pide oraciones por los científicos y por el personal médico que están trabajando de sol a sol para contener la amenaza.

 

Descubrir lo que cuenta

El Papa celebró por la mañana de ese día 11 la audiencia general a puerta cerrada. Un miércoles más habló a los peregrinos de todo el mundo a través de una pantalla desde la Biblioteca del Palacio apostólico. Francisco hizo un llamamiento a la responsabilidad en medio de esta situación: «Hermanos y hermanas. Os pido que afrontéis cada situación, incluso las más difíciles, con fortaleza, responsabilidad y esperanza». Durante su catequesis de este miércoles 11 el Santo Padre continuó con su ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas e invitó a una reflexión especialmente apropiada para estos tiempos: «Estamos llamados a redes- cubrir qué es lo que cuenta verdaderamente, qué es lo que necesitamos realmente, qué nos hace vivir bien y, al mismo tiempo, qué es secundario y de qué podemos prescindir tranquilamente».

El día 11 de marzo, el Papa en calidad de obispo de Roma convocó una jornada de ayuno y oración en toda su diócesis con motivo de esta situación de crisis provocada por el coronavirus. El cardenal vicario de Roma, Angelo De Donatis, presidió una misa desde el santuario de la Virgen del Divino Amor a la que tienen gran devoción los romanos. El Santo Padre se unió a través de un videomensaje en el que confió la Ciudad Eterna, Italia y todo el mundo a la protección de María Madre de Dios. La diócesis de Roma dedicó los estipendios de la jornada para la emergencia sanitaria originada por la pandemia.

 

7 años de pontificado

Esta situación anormal que nos esforzamos todavía por comprender nos ha hecho pasar por alto de una forma u otra que esta semana se cumplieron 7 años de pontificado del Papa Francisco. La imagen del día 13 de marzo de este 2020 de la plaza de San Pedro vacía es la radicalmente opuesta a la de aquel 13 de marzo de 2013 en el que un enjambre de fieles y curiosos de todo el mundo se daban cita en ese mismo lugar para escuchar el nombre del nuevo Papa.

Francisco está cumpliendo con las medidas ordenadas por el gobierno italiano y ha cortado de raíz cualquier presencia pública. La única noticia que tenemos de su actividad diaria es la predicación en la misa de Casa Santa Marta. Desde que comenzaron estas medidas de aislamiento y contención, el Santo Padre ha ofrecido la misa diaria por las víctimas y afectados por esta situación, así como por el personal sanitario que la está enfrentando.

En sus homilías el Santo Padre también ha pedido oraciones por las autoridades. Lo hizo justo el día 13: «Os pido que recéis por las autoridades: deben decidir y muchas veces tomar medidas que no agradan al pueblo. Pero es por nuestro propio bien. Ymuchas veces, la autoridad se siente sola, incomprendida. Recemos por nuestros gobernantes que deben tomar decisiones sobre estas medidas: que se sientan acompañados por la oración del pueblo…».

El Papa nos invita a todos los cristianos a rezar juntos por los enfermos y por sus familiares. También por los sacerdotes y obispos, para que sepan tomar las decisiones correctas y puedan acompañar a su grey. Y nos ha ofrecido valiosos consejos como el que nos dio en la homilía del día 16: aprovechar la crisis del coronavirus para redescubrir la vida en familia. «Que el Señor les ayude a descubrir nuevos modos, nuevas expresiones de amor, de convivencia en esta nueva situación. Es una buena oportunidad para redescubrir el verdadero cariño con creatividad en la familia. Recemos por la familia, para que las relaciones en familia en este momento florezcan para bien», aseguró en su homilía.

Ángeles Conde – Revista Ecclesia

Recursos – Ofertorio Domingo de Ramos

OFRENDA DEL FINAL DE LA VIDA

(Por lógica la debe hacer una de las personas mayores de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, aquí estoy, con la vida ya a las espaldas. Tú has sido generoso al regalarme tantos días. Yo quiero hoy ofrecerte no sólo la vida sino también la muerte. Quiero hoy que la unas a la muerte de tu Hijo Jesucristo, pues solo así tendrá sentido, y me abre a la esperanza de poder participar de su resurrección.

OFRENDA DE LA MARGINACIÓN

(La debe hacer uno/una de los/las jóvenes de la comunidad, aunque, con toda seguridad, él (ella) no sea víctima de alguno de esos muchos problemas)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo los golpes de dolor que sufren hoy tantos/as jóvenes, compañeros/as míos/as, aunque sólo sean por la edad. Ahí están: el paro y la falta de ilusión ante el oscuro futuro, la droga, el sida, los grupos y tribus marginales, el apego al alcohol y tantas lacras. En nombre de todos y de todas, te pido que unas nuestros sufrimientos a los de tu Hijo Jesucristo.

OFRENDA DEL TERCER MUNDO

(La puede hacer otro/otra joven o, de existir en la comunidad, un miembro de alguna ONG)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: A mí me corresponde, Señor, traerte otro de los sufrimientos que rompe tu corazón de Padre, pues implica a una buena parte de la humanidad. Te ofrezco el hambre, la miseria y el subdesarrollo del Tercer Mundo. También te traigo las semillas de la esperanza de tantas y tantas personas del Primer Mundo, que son sensibles con los problemas de los/las más pobres del mundo. Que crezcan los y las que se comprometen en el cambio de la sociedad y del mundo.

PROGRAMA DE LAS CELEBRACIONES DE LA SEMANA SANTA

(Alguien del Consejo Pastoral presenta la HOJA de todos los encuentros, celebraciones y acciones que se den en la Comunidad durante esta Semana Santa)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te quiero ofrecer, Señor, todos los esfuerzos de nuestra Comunidad de cara a estos días santos para vivir de cerca todo cuanto nos ofrece tu Hijo amado. Te volvemos a presentar su ofrenda, inmensa y creadora de vida. Concédenos, te pedimos, vivir una experiencia NUEVA en esta Semana Santa y poder así disfrutar con Él y contigo de la alegría de la resurrección y de la Vida.

Oración de los fieles – Domingo de Ramos

El momento se acerca. La confusión se va a apoderar de nuestra alma. Oremos con Jesús diciendo:

R.- PADRE, AYÚDANOS EN LA TRIBULACIÓN.

1. – Por el Papa, obispos, sacerdotes y la Iglesia en general, para que el Padre les inspire fuerza y coraje ante las adversidades de este mundo.

OREMOS

2. – Por los que dirigen las naciones para que encuentren caminos de paz y diálogo y rehuyan las indicaciones del Maligno.

OREMOS

3. – Por los que se encuentran ante situaciones de dolor y muerte, para que en la meditación de la Pasión del Señor encuentren sentido a su sufrimiento.

OREMOS

4. – Por las familias cristianas para que vean en la cruz del Señor el camino para una feliz convivencia.

OREMOS

5. – Por la tierra que acogió estos misterios y que hoy esta sometida al odio y la guerra, para que Dios les devuelva pronto la paz que vino a traernos.

OREMOS

6. – Por aquellos que vivieron con nosotros la Semana Santa otros años y han sido llamados por el Padre, para que disfruten de su eterna presencia.

OREMOS

7. – Por los que hemos seguido los pasos de Jesús en esta cuaresma, para que seamos capaces de morir con él para resucitar con él.

OREMOS

Señor, tu pueblo se dispone a celebrar los misterios de la Pasión y Resurrección de tu Hijo hazte presente en las debilidades y acompáñanos.

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen.


Oramos al Padre, en este comienzo de la Semana más grande que el mundo ha podido vivir: La entrega de un hombre que dio su vida para salvar a toda la humanidad.

R. – POR LA PASIÓN DE TU HIJO, ESCÚCHANOS.

1.- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes; para que iluminados por el Espíritu de Dios ayuden a todos sus fieles a vivir con profundidad esta semana de gracia.

OREMOS.

2.- Por todos los que sufren en su cuerpo o en su alma; para que acercándose a la luz de Cristo, encuentren alivio y salida a su dolor.

OREMOS.

3.- Por las naciones que viven en conflicto, en desacuerdos; para que al mirar a Cristo en su Cruz, descubran lo que significa el perdón que lleva a la paz.

OREMOS

4.- Por las familias que no encuentran la paz debido a situaciones de desamor; para que al ver el amor de Cristo entregado, descubran que el amor supone renuncia y entrega.

OREMOS

6.- Por los que estamos aquí reunidos; para que vivamos esta Semana Santa desde la profundidad y la admiración que nacen de contemplar a Cristo con los ojos del alma.

OREMOS

Padre, pon en nuestra alma sentimientos de misericordia para recorrer, cada uno, nuestro camino de salvación junto al Señor. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.