Vísperas – Miércoles V de Cuaresma

VÍSPERAS

MIÉRCOLES V DE CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¿Para qué los timbres de sangre y nobleza?
Nunca los blasones
fueron lenitivo para la tristeza
de nuestras pasiones.
¡No me des coronas, Señor, de grandeza!

¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias
un rincón de tumba.
¡No me des siquiera coronas mortuorias!

No pido el laurel que nimba el talento,
ni las voluptuosas
guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!

Yo quiero la joya de penas divinas
que rasga las sienes.
Es para las almas que tú predestinas.
Sólo tú la tienes.
¡Si me das coronas, dámelas de espinas! Amén.

SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? +

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
+ El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda ofreceré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA: Ef 4, 32-5, 2

Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor, como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. ¿Tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad?

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¿Tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad?

PRECES

Alabemos a Dios todopoderoso y providente, que conoce todas nuestras necesidades pero quiere ante todo que busquemos su reino; supliquémosle, pues, diciendo:

Venga a nosotros, Señor, tu reino y su justicia

Padre santo, que nos diste a Cristo como pastor de nuestras vidas, ayuda a los pastores y a los pueblos a ellos confiados, para que no falte nunca al rebaño la solicitud de sus pastores
— ni falte a los pastores la obediencia de su rebaño.

Mueve a los cristianos para que, con amor fraternal, se interesen por los enfermos
— y que socorran en ellos a tu Hijo.

Haz que entren a formar parte de tu Iglesia los que aún no creen en el Evangelio,
— y que, con sus buenas obras, la hagan crecer en el amor.

A nosotros, pecadores, concédenos tu perdón
— y la reconciliación con tu Iglesia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A los que murieron, concédeles resucitar a la vida eterna
— y morar eternamente contigo.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Ilumina, Señor, el corazón de tus fieles, purificado por las penitencias de Cuaresma, y tú, que infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles V de Cuaresma

Tiempo de Cuaresma 

1) Oración inicial

Ilumina, Señor, el corazón de tus fieles purificando por las penitencias de Cuaresma, y tú, que nos infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 8,31-42
Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,
y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»
Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?» Jesús les respondió:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo.
Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre.
Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.
Ya sé que sois descendencia de Abrahán; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre.» Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abrahán.» Jesús les dice: «Si sois hijos de Abrahán, haced las obras de Abrahán.
Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad
que oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán.
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.»
Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios.» Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí,
porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado. 

3) Reflexión

En el evangelio de hoy sigue la reflexión sobre el capítulo 8 de Juan. Como en círculos concéntricos, Juan profundiza en el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús. Parece una repetición, porque siempre vuelve a hablar del mismo punto. En realidad, es el mismo punto, pero cada vez en un nivel más profundo. El evangelio de hoy aborda el tema de la relación de Jesús con Abrahán, el Padre del pueblo de Dios. Juan trata de ayudar las comunidades a comprender cómo Jesús se sitúa en el conjunto de la historia del Pueblo de Dios. Las ayuda a percibir la diferencia que hay entre Jesús y los judíos, y también entre los judíos y los demás: todos somos hijos e hijas de Abrahán.
• Juan 8,31-32: La libertad que nace de la fidelidad a la palabra de Jesús. Jesús manifiesta a los judíos: “Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Ser discípulo de Jesús es lo mismo que abrirse a Dios. Las palabras de Jesús son en realidad palabra de Dios. Comunican la verdad, porque dan a conocer las cosas como son a los ojos de Dios y no a los ojos de los fariseos. Más tarde, durante la última Cena, Jesús enseñará lo mismo a los discípulos.
• Juan 8,33-38: ¿Qué quiere decir ser hijo e hija de Abrahán? La reacción de los judíos es inmediata: «Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?” Jesús insiste haciendo una distinción entre hijo y esclavo y dice: «Todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.” Jesús es el hijo y vive en la casa del Padre. El esclavo no vive en la casa del Padre. Vivir fuera de la casa, fuera de Dios quiere decir vivir en el pecado. Si aceptaran la palabra de Jesús podrían llegar a ser hijos y alcanzar la libertad. No serían esclavos. Y Jesús continúa: “Ya sé que sois descendencia de Abrahán; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende en vosotros.” Inmediatamente aparece bien clara la distinción: “Yo hablo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre”. Jesús les niega el derecho a decir que son hijos de Abrahán, porque sus obras afirman lo contrario.
• Juan 8,39-41a: Un hijo de Abrahán cumple las obras de Abrahán. Ellos insisten en afirmar: “¡Nuestro Padre es Abrahán!” como si quisiesen presentar a Jesús un documento de su identidad. Jesús vuelve a insistir: “Si sois hijos de Abrahán, haced las obras de Abrahán. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.” Entre líneas sugiere que el padre de ellos es Satanás (Jn 8,44). Sugiere que son hijos de la prostitución.
• Juan 8,41b-42: “Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado”. Usando palabras diversas, Jesús repite la misma verdad: “Aquel que pertenece a Dios escucha las palabras de Dios”. El origen de esta afirmación viene de Jeremías quien dice: “Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones. Entonces yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: ‘Conozcan a Yahvé’. Pues me conocerán todos, del más grande al más humilde. Porque yo habré perdonado su culpa y no me acordaré más de su pecado” (Jer 31,33-34). Pero ellos no se abrieron a esta nueva experiencia de Dios, y por esto no reconocieron a Jesús como enviado del Padre. 

4) Para la reflexión personal

• Libertad que se somete en todo al Padre. ¿Existe algo de este tipo en ti? ¿Conoces a personas así?
• ¿Cuál es la experiencia más profunda en mí que me impulsa a reconocer a Jesús como enviado por Dios? 

5) Oración final

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. (Dn 3,52)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 13, 28-29

«28“Pero de la higuera, aprended la parábola: cuando ya su ramaje se hace tierno y echa hojas, sabéis que la cosecha está cerca; 29de la misma forma también vosotros, cuando veáis que estas cosas suceden, sabed que está cerca, a las puertas.

En el pasaje anterior Jesús había profetizado que el tiempo de la gran tribulación -los momentos en los que la comunidad marcana se encontraba entonces viviendo- sería seguido por el derrumbamiento del cosmos y la vuelta del Hijo del Hombre en gloria. Esta profecía, sin embargo, deja abierta la cuestión de cuándo ocurrirán esos acontecimientos culminantes, y precisamente este es el rompecabezas al que se enfrenta el texto presente. Parece estar compuesto de unidades independientes, algunas de las cuales no encajan bien entre sí. El pasaje está dividido en tres partes: la parábola de la higuera y su interpretación (13, 28-29), los dichos acerca de que todo pasará (13, 30-31), y la conclusión que advierte de que nadie conoce la hora (13, 32).

13, 28-29: La penúltima sección del discurso escatológico comienza con una parábola sobre una higuera, un símbolo utilizado anteriormente en el evangelio en una parábola acerca del destino escatológico de Israel (11, 12-14.20-21). A diferencia de la mayoría de los árboles que crecen en Israel, la higuera es de hoja caduca, y pierde su follaje en el invierno, que brota de nuevo a finales de la primavera. Los agricultores antiguos conocían muy bien estos procesos y podrían predecir fácilmente cuánto tiempo se necesitaría para que la fruta se desarrollase y quedara lista para la cosecha.

La idea clave es que el eschaton es inminente, al igual que en una higuera los brotes son un signo de que la cosecha, una metáfora usual en el AT para el fin, está al alcance de la mano (13, 28b). Luego, Jesús la interpreta a sus discípulos: cuando sus seguidores vean «estas cosas» -las tribulaciones descritas en 13, 14-23, por las que está pasando en estos momentos la comunidad marcana- sabrán que el Hijo del Hombre, o la cosecha, está cerca, a las puertas mismas. La comunidad marcana sabe que una parte de los signos predichos han pasado ya porque sus miembros han experimentado «estas cosas»: la guerra judía, la persecución de los cristianos vinculada con la guerra, la huida de Judea, y una angustia como nunca antes había existido. Pero al situar estos sufrimientos cerca del punto final del trance escatológico, la parábola los relativiza: no son la realidad última, sino solo un intermedio que pasará rápidamente. Lo que tales sufrimientos muestran, de hecho, no es que los poderes del mal hayan triunfado -como podría estar tentada a pensar la apurada comunidad marcana-, sino que «es el momento en el que el Altísimo está a punto de visitar el mundo» (4Esd. 9, 2).

Comentario – Miércoles V de Cuaresma

Jesús dirige la palabra a los judíos que habían creído en él: Si os mantenéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Jesús reconoce como discípulos a los que han aceptado su palabra y se mantienen en ella como el que se mantiene en un compromiso, en una afiliación o en un juramento. Al mismo tiempo les promete el acceso (cognoscitivo) a la verdad y, por ella, a la libertad. Sucede que entre la verdad y la libertad hay una íntima correlación. Sin la verdad, la libertad –como todo lo que no es verdadero- se revela finalmente engañosa, falsa, apariencia de libertad; tal vez libertinaje. Para que la libertad sea verdadera libertad tiene que estar apoyada en la verdad: en la verdad de lo que uno es, de lo que son los demás, de lo que es el mundo. Sin el factor de la verdad, todo se torna falso, engañoso, fatuo. Pues bien, Jesús promete ambas cosas: el conocimiento de la verdad y la concesión de la libertad. Y las dos las hace depender de su palabra como elemento integrador y estructurador de la vida.

Pero entre los oyentes de Jesús no están sólo estos judíos creyentes; están también los que replican a sus palabras, tensando la cuerda, porque no están dispuestos a doblegarse fácilmente a su testimonio. Somos linaje de Abrahán –le responden con orgullo- y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: seréis libres? Esto no era cierto. Su historia milenaria había conocido tiempos de esclavitud, como los sufridos en Egipto bajo la tiranía de los faraones. Los mismos judíos contemporáneos de Jesús vivían sometidos al yugo extranjero de los romanos. Pero en cuanto linaje de Abrahán se sentían ‘pueblo escogido’, ‘nación consagrada’, hijos del Dios verdadero, libres. No obstante, Jesús señalaba a una esclavitud más íntima y personal, la esclavitud a que somete el poder del pecado: Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras.

El pecado hace esclavos porque esclaviza, como si se tratara de un poder extraño y tiránico de cuyas cadenas cuesta mucho liberarse; más aún, al que ya es esclavo le resulta imposible liberarse sin la intervención y ayuda de un libertador que esté liberado o que sea libre del pecado. Esta es la situación del Hijo que, en cuanto libre, puede hacernos realmente libres, haciéndonos partícipes de la libertad y dignidad de que dispone el hijo en su casa. Jesús está revelando su condición de Hijo y de Salvador o liberador de la mayor –por ser la más íntima y la más férrea- de las esclavitudes, la del pecado. Es consciente de que aquellos a quienes habla son linaje de Abrahán, y así lo reconoce, pero esta condición no les inmuniza contra el pecado; de hecho pretenden matarle; por tanto, el pecado en forma de odio o de homicidio inoculado ya ha pervertido su corazón, haciéndoles esclavos. Pero semejante infección tiene un origen más profundo, que es su incredulidad. Porque no dan cabida a sus palabras, acaban queriendo expulsarle de la tierra de los vivos. Empiezan por no dar crédito a sus palabras, continúan por no soportarlas, y acaban con propósitos criminales. Esta es la secuencia lógica de ese proceso en el que el pecado se adueña del corazón humano.

Jesús insiste en la veracidad de su testimonio: Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre. Cada uno habla de lo que ha visto y oído: yo, de lo que he oído junto a mi Padre; vosotros, de lo que habéis oído al vuestroNuestro padre es Abrahán –replican ellos-. Si fuerais hijos de Abrahán-les dice Jesús- haríais lo que hizo Abrahán; pero no lo hacéis porque tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a mi Dios. Jesús se presenta, pues, como portador de la verdad de Dios, y su testimonio no tiene retroceso ni rectificación, sean cuales sean las consecuencias que pueda provocar. De hecho, sombras de muerte se ciernen sobre él.

Pero Jesús no rehuye el desafío y tensa más y más la cuerda: Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre. Le responden: Nosotros no somos hijos de prostituta; tenemos un solo padre: Dios; como queriendo decir: «nosotros somos hijos de Dios; no pretendas tú ahora adueñarte de este título haciendo de él un título en propiedad». Y Jesús precisa: Si Dios fuera vuestro padre me amaríais, porque yo salí de Dios y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió. De nuevo se remite a su condición de enviado de Dios. El que tiene a Dios por Padre debe sintonizar necesariamente con su enviado y su representante. Si no hay sintonía con éste, no la habrá tampoco con Dios. ¿Y puede llamarse hijo al que no sintoniza con su padre? Esa falta de amor al Hijo delata una grave deficiencia en la relación con el Padre. Nosotros, en cuanto cristianos, no tenemos otro modo de acceder a Dios que Cristo, ni otro modo de filiación divina que la vivida en y desde el Hijo, es decir, de aquel que salió de Dios para estar en el mundo.

Aquellos judíos se gloriaban de tener por padre a Dios, pero Jesús, el Hijo, les descubre que están engañados, que tienen por padre a otro (el demonio), bajo cuyo maléfico influjo viven, puesto que se han dejado contagiar de sus impulsos homicidas. Quizá no sean «hijos de prostituta», pero lo son de alguien peor, de alguien que ha inoculado en ellos designios de muerte para con el Hijo de Dios. Esta es la espiral en la que podemos vernos atrapados casi sin advertirlo. Que el Señor nos mantenga lúcidos y receptivos a sus revelaciones.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

20. El diálogo interreligioso.

La Iglesia católica no rechaza nada de cuanto de verdadero y santo hay en las otras religiones. “Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas, que, aunque discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida(Jn 14, 6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas”.(63)

En la relación con las religiones no cristianas, la Iglesia está llamada a establecer un diálogosincero y respetuoso que, sin sombra de irenismo, ayude a descubrir las semillas de verdad que se encuentran en las tradiciones religiosas de la humanidad y anime las legítimas aspiraciones espirituales de los hombres. Este diálogo está en estrecha conexión con la irrenunciable llamada a la misión, suscitada por el mandato de Cristo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15), y guiada por el delicado respeto de la conciencia individual.


63 Conc. Ecum. Vat. II, Declaración Nostra Aetate, 2; cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Jesus, III: Unicidad y universalidad del misterio salvífico de Jesucristo.

La Familia, Iglesia domestica en el confinamiento

Queridas familias,

Se acerca la Semana Santa y nos toca vivirla de una manera muy diferente a como la habíamos imaginado. La situación provocada por el coronavirus nos obliga a permanecer confinados en casa. Así debe ser por nuestro bien y por el bien de los demás. En estas circunstancias, el lema de la Jornada por la Vida -que celebramos el pasado día de la Encarnación de Nuestro Señor- está de rabiosa actualidad, da sentido a la Cuaresma, tiempo litúrgico en el que nos encontramos, e ilumina el horizonte de la Semana Santa que vemos asomar. Efectivamente son tiempos en los que nos toca ejercer de «Sembradores de Esperanza».

Tal y como nos decían los Obispos en la nota complementaria de esa Jornada por la Vida:

“El Señor sigue estando entre nosotros y en este tiempo nos sigue llamando a vivir como creyentes. En días de dolor, muerte y miedo como éstos, los cristianos debemos recordar que estamos en las manos de un Dios que es Padre capaz de sacar cosas buenas también de lo peor e, incluso, del mal objetivo. En las actuales circunstancias, los cristianos debemos seguir siendo en nuestro entorno – con nuestra palabra y ejemplo – sembradores de esperanza, paz y alegría.”

Y en cuanto a las familias, añadían:

“Las familias estáis invitadas a ser sembradoras de esperanza, construyendo y viviendo «la Iglesia doméstica». Ahora, con el confinamiento, podemos vivir a fondo ese misterio y tal vez sea una oportunidad de recuperarlo en toda su grandeza. La Iglesia está en casa, en el hogar, en la familia y ahora más que nunca es «Iglesia doméstica». De un modo especial en estos días podemos aprender a descubrir a Dios en cada hogar, y darnos cuenta de que juntos formamos ese Sacramento precioso que es la Iglesia y, mientras haya quien rece en nombre de Jesús, la Iglesia está ahí y Dios en ella. Es momento de orar juntos, de esforzarnos y hacer sacrificios que, ofrecidos a Dios, serán una penitencia saludable. Es momento de cuidarnos unos a otros y de practicar la misericordia dentro de la familia y con los más cercanos. Es tiempo de poner en el centro de nuestra casa la liturgia de «la Iglesia doméstica». Es una maravillosa oportunidad animaros a todos a recuperar costumbres que el mundo ajetreado actual nos ha robado: el Rosario en familia, hacer juntos una oración en la mañana, el Ángelus a mediodía, la oración antes de dormir. Hay una oración maravillosa a la Virgen que el Papa ha compuesto para pedirle que nos libre de este mal y que debemos hacer juntos todos los días. En la liturgia de «la Iglesia doméstica» las televisiones, radios y plataformas digitales, pueden ser una ayuda que, aunque no podrán nunca sustituir la riqueza del encuentro personal con el Señor, sí son medios que nos pueden servir para sostener nuestra fe. Y, sobre todo, no olvidaros que toda la vida contemplativa de la Iglesia se une a vosotros sembrando esperanza y os acompañan en la oración desde la vida oculta de Nazaret.”

Pues bien, atendiendo a todos estos consejos, la Delegación de Pastoral Familiar quiere proponer a las familias de la Diócesis tres (una, dos y tres) sencillas pero significativas iniciativas para la Semana Santa y para el tiempo que dure el confinamiento en nuestras casas. ¡Ojalá sirvan para estrechar lazos entre todos nosotros y así sentirnos más unidos espiritualmente como verdadera «Iglesia doméstica», aunque ahora solo sea desde la distancia!

Vaya por adelantado nuestro agradecimiento por vuestra acogida e implicación en estas propuestas que os hemos lanzado desde esta Delegación Diocesana, que deseamos que también la sintáis como vuestra.

Con todo nuestro afecto y cariño.

Óscar Areitio Badiola
Delegación Diocesana de Pastoral Familiar

Para la catequesis: Domingo de Ramos

Domingo de Ramos
5 de abril de 2020

Mateo 21, 1-11 (entrada); Isaías 50, 4-7; Filipenses 2, 6-11 50; Salmo 21, 8-9, 17-18; Mateo 26, 14-27, 66 o Mateo 27, 11-54

Entrada del Señor en Jerusalén- Teatro

NARRADOR: Cuando se aproximaban ya a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:

JESUS: “Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrada una burra y un burrito con ella; desátenlos y tráiganmelos. Si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los necesita y enseguida los devolverá”.

NARRADOR: Esto sucedió para que se cumplieran las palabras del profeta: Díganle a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, apacible y montado en un burro, en un burrito, hijo de animal de yugo.

Fueron, pues, los discípulos e hicieron lo que Jesús les había encargado y trajeron consigo la burra y el burrito. Luego pusieron sobre ellos sus mantos y Jesús se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendía sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de los árboles y las tendían a su paso. Los que iban delante de él y los que lo seguían gritaban:

LA GENTE: “¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!” (Mover palmitas en el aire mientras cantan la canción, Solo para Niños Hosana)

NARRADOR: Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Unos decían:

UNAS PERSONAS: “¿Quién es éste?”

OTRAS PERSONAS: “Éste es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”.

Reflexión

Jesús entraba a Jerusalén a cumplir su misión de sufrir y morir en la cruz para el perdón de nuestros pecados y para abrirnos la puerta del Cielo. ¿Cómo sabía Jesús que había un burrito esperándolo y que su dueño se lo iba a prestar? (Él es Dios y lo sabe todo) ¿Como lo recibieron en Jerusalén? (Alabándolo.) ¿Que gritaban? (“¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!”) ¿Que significa Hosana? (O sálvanos.) ¿Por qué le dicen Hijo de David? (Las escrituras dicen que el Salvador iba ser descendiente del rey David. Sabían que Jesús era el Salvador.) ¿Cómo demostramos todos los días que Jesús es nuestro Salvador? Compartir.

Evangelio

Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús respondió: “Tú lo has dicho”. Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Entonces le dijo Pilato: “¿No oyes todo lo que dicen contra ti?” Pero él nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos: “¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?” Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia. Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle: “No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa”. Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Así, cuando el procurador les preguntó: “¿A cuál de los dos quieren que les suelte?” Ellos respondieron: “A Barrabás”. Pilato les dijo: “¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?” Respondieron todos: “Crucifícalo”. Pilato preguntó: “Pero ¿qué mal ha hecho?” Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: “¡Crucifícalo!” Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto, pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: “Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes”. Todo el pueblo respondió: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio, a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha y, arrodillándose ante él, se burlaban diciendo: “¡Viva el rey de los judíos!”, y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, “Lugar de la Calavera”, le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: ‘Éste es Jesús, el rey de los judíos’. Juntamente con él, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole: “Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”. También se burlaban de él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, diciendo: “Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues él ha dicho: ‘Soy el Hijo de Dios’ ”. Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban. Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz: “Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?”, que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Algunos de los presentes, al oírlo, decían: “Está llamando a Elías”. Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros le dijeron: “Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo”. Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo, la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron de un gran temor y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.

Reflexión

¿Por qué Jesús no se defendió fuertemente a Poncio Pilato? (Sabía que sufrir y morir en la cruz era su misión y la voluntad de Dios. Él siempre quería hacer la voluntad de Dios.) ¿Por qué se le viró el pueblo y pidieron su crucifixión? (Los fariseos los convencieron de que Él no era Dios y que blasfemaba el nombre de Dios.)

Actividad: Hacer las estaciones de la cruz con refrán

Oración: Jesús, pedimos perdón por las veces que no confiamos en Ti, en Tu gran Amor por nosotros y en Tu gran poder de Rey del Universo. Gracias por Tu amor y misericordia infinita. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Pasión de Jesucristo – Mateo 26, 26,14-27,66

… Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir «la calavera») le dieron a beber vino mezcladocon hiel; el lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza pusieron un letrero «Este es Jesús, el Rey de los judios». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza: -Tú que destruías el Templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo: -A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto le quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios? Hasta los bandidos que estaban crucificados con él le insultaban. Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó: -Elí, Elí, lamá sabaktaní. (Es decir: -Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) Al oirlo algunos de los que estaban por allí dijeron: -A Elías llama éste. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían: -Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. Entonces el velo del templo se rasgo en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que el resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: -Realmente este era Hijo de Dios.

Explicación

Este día comienza la Semana Santa en la que recordamos los últimos momentos de la vida de Jesús, nuestro amigo. Si la comunidad cristiana es una familia de seguidores de Jesús, con esa familia debemos reunirnos para revivir juntos la última cena de Jesús el día de Jueves Santo. El arresto, la condena injusta y la muerte de Jesús, el día de Viernes Santo, y, por fin, su resurrección, en la Vigilia Pascual. Toda esta semana empieza el Domingo de Ramos. Con ramos y palmas en nuestras manos aclamamos a Jesús, diciendo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, y le acogemos con la intención de compartir con él toda la Semana Santa. Muchos la pasarán de vacaciones, pero no debemos olvidar todo lo que Jesús hizo por nosotros y acompañarle en las celebraciones que todas las comunidades cristianas preparan para estos días santos.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles V de Cuaresma

El libro de Daniel contiene varias leyendas piadosas. La de los tres jóvenes es impactante, casi se podría decir que es abiertamente contracultural. Si algo valoramos hoy es la tolerancia, el respeto a la vida, incluso una actitud suavemente iconoclasta respecto de todo. La posmodernidad no resiste grandes relatos sino sólo crónicas menores. No empuja a las fidelidades hasta la muerte sino simplemente a consensos provisionales. Por eso no entiende que un joven musulmán se adhiera a la cintura varias cargas de explosivos y se haga estallar en nombre de Alá. No entiende estos “martirios absurdos”. Pero quizá lo más grave es que no entiende ningún tipo de martirio. Eso significa que ha sacralizado de tal manera la propia seguridad e integridad que todo lo que la ponga en cuestión se juzga antihumano cuando lo verdaderamente antihumano es haber hecho de la vida un colchón de látex.

Sidrac, Misac y Abdénago son símbolos de una actitud fiel y contracultural. Yo no la llamaría fanática. Demuestran fe: El Dios a quien damos culto puede librarnos del horno encendido. Poseen fortaleza y audacia: Has de saber, rey, que no damos culto a tus dioses ni adoramos la estatua que has mandado erigir.

¿No estamos llamados a vivir también hoy una fe más viva y una fortaleza más audaz? Si no, la vida cristiana acaba convirtiéndose en una variante cultural del espíritu de nuestra época; es decir, en una sal que ha perdido su sabor.

Ayer, los enemigos de Jesús insinuaban que podía tener inclinaciones al suicidio. Hoy añaden a la larga lista de títulos deshonrosos uno más atrevido: lo llaman indirectamente “hijo de prostituta” al afirmar: Nosotros no somos hijos de prostituta. Es probable que cuando se redacta el evangelio de Juan una de las acusaciones judías contra el cristianismo fuera precisamente esta: la de presentar a Jesús como hijo de una prostituta llamada María y de un padre desconocido (¿el famoso legionario Pantera?). Jesús no entra en esta batalla. Más bien, desmonta los dos títulos (hijos de Abrahán e hijos de Dios) que los judíos exhiben como timbres de gloria, pero de los que no extraen sus verdaderas consecuencias. Jesús se lo dice abiertamente: Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Y más adelante: Si Dios fuera vuestro padre me amaríais porque yo salí de Dios y aquí estoy.

Enredado en esta controversia está el asunto de la libertad. ¿Qué nos queda por decir sobre esta palabra talismán que prestigia cuanto toca? ¡Pues que estamos siempre pervirtiendo su sentido! El criterio de Jesús no deja lugar a dudas: Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Confieso que me gusta más esta expresión que la que citamos más a menudo: La verdad os hará libres. Creo que ambas significan lo mismo, pero, fuera de su contexto joánico, la segunda frase se presta a muchas interpretaciones interesadas. Quien nos hace libres no es la verdad, entendida como valor abstracto, sino la verdad que es Jesús: Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. No puedo olvidar la célebre frase de Lutero “Domini sumus, ergo domini sumus”, que podríamos traducir libremente así: “Si somos del Señor, entonces somos realmente señores, libres”.