Vísperas – Viernes V de Cuaresma

VÍSPERAS

VIERNES V DE CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!…).
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.

SALMO 40: ORACIÓN DE UN ENFERMO

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

SALMO 45: DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA: 1P 2, 21b-25a

Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Aunque no me creáis a mí, creed a las obras, que hago en nombre de Dios.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aunque no me creáis a mí, creed a las obras, que hago en nombre de Dios.

PRECES

Oremos a Jesús, el Señor, que santificó por su propia sangre al pueblo, y digámosle:

Compadécete, Señor, de tu pueblo

Redentor nuestro, por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para mortificar sus cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su esperanza,
— para que se dispongan a celebrar santamente tu resurrección.

Haz que los cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo tu Evangelio;
— y dando testimonio de el por su fe, esperanza y caridad.

Conforta, Señor, a los que están tristes,
— y danos a nosotros el deseo de consolar a nuestros hermanos.

Haz que tus fieles aprendan a participar en tu pasión con sus propios sufrimientos,
— para que sus vidas manifiesten tu salvación a los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que eres autor de la vida, acuérdate de los difuntos
— y dales parte en tu gloriosa resurrección.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Perdona las culpas de tu pueblo, Señor, y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – Viernes V de Cuaresma

1) Oración inicial

Perdona las culpas de tu pueblo, Señor, y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 10,31-42
Los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas de parte del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?» Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios.» Jesús les respondió:
«¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la palabra de Dios -y no puede fallar la Escritura- a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: `Yo soy Hijo de Dios’?
Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre.»
Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos.
Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron a él y decían: «Juan no realizó ningún signo, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad.» Y muchos allí creyeron en él. 

3) Reflexión

• Estamos cerca de la Semana Santa, en la que conmemoramos y actualizamos la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús. Desde la cuarta semana de cuaresma, los textos cotidianos de los evangelios están sacados casi exclusivamente del Evangelio de Juan, dos capítulos que acentúan la tensión dramática entre, de un lado la revelación progresiva que Jesús hace del misterio del Padre que lo llena totalmente y, por otro, la cerrazón progresiva de parte de los judíos que se vuelven cada vez más impenetrables al mensaje de Jesús. Lo trágico de esta cerrazón es que se hace en nombre de la fidelidad a Dios. Rechazan a Jesús en nombre de Dios.
• Esta manera que Juan tiene de presentar el conflicto entre Jesús y las autoridades religiosas no es sólo algo que aconteció en el pasado. Es un espejo de lo que acontece hoy. Algunas personas se transforman en bombas vivas y matan a los otros en nombre de Jesús. en nombre de Jesús, nosotros los miembros de las tres religiones del Dios de Abrahán, judíos, cristianos y musulmanes, nos condenamos y nos enfrentamos mutuamente, a lo largo de la historia. Es tan difícil y tan necesario el ecumenismo entre nosotros. En nombre de Dios se hicieron muchas barbaridades y se siguen haciendo hasta hoy. La cuaresma es un tiempo importante para pararse y preguntarse cuál es la imagen de Dios que habita en mi ser.
• Juan 10,31-33: Los judíos quieren apedrear a Jesús. Los judíos buscan piedras para matar a Jesús. Jesús pregunta: “Muchas obras buenas de parte del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?” La respuesta: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios.” Quieren matar a Jesús por blasfemia. La ley mandaba apedrear a tales personas.
• Juan 10,34-36: La Biblia llama a todos Hijos de Dios. Quieren matar a Jesús porque se hace pasar por ser Dios. Jesús responde en nombre de la Ley misma de Dios: «¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la palabra de Dios -y no puede fallar la Escritura- a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: `Yo soy Hijo de Dios”?
• Es extraño el que Jesús diga “vuestra ley”. Tendría que decir “nuestra ley”. ¿Por qué habla así? Aquí trasparece de nuevo la ruptura trágica entre Judíos y Cristianos, dos hermanos, hijos del mismo padre Abrahán, que se vuelven enemigos irreducibles hasta el punto que los cristianos dicen “vuestra ley”, como si no fuera nuestra ley.
• Juan 10,37-38: Y menos creen en las obras que hago. Jesús vuelve a hablar de las obras que hace y que son revelación del Padre. Si no hago las obras del Padre no me creáis. Pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre. Las mismas palabras que Jesús pronunciará para los discípulos en la última Cena (Jn 14,10-11).
• Juan 10,39-42: Quieren de nuevo matarle, pero él se escapa de sus manos. No hay ninguna señal de conversión. Siguen acusando a Jesús de blasfemia e insisten en quererle matar. No hay futuro para Jesús. Su muerte está decretada, pero su hora no ha llegado todavía. Jesús sale y atraviesa el Jordán para el lugar donde Juan había sido bautizado. Así muestra continuidad en su misión con la misión de Juan. Ayudaba a la gente a percibir la línea de Dios en la historia. La gente reconoce en Jesús a aquel que Jesús había anunciado. 

4) Para la reflexión personal

• Los judíos condenan a Jesús en nombre de Dios, en nombre de la imagen que tienen de Dios. ¿Condeno a alguien en nombre de Dios y después descubro que estoy equivocado?
• Jesús se dice a si mismo “Hijo de Dios”. Cuando yo profeso en el Credo que Jesús es el Hijo de Dios, ¿qué contenido le doy en mi profesión de fe? 

5) Oración final

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte. (Sal 17)

Comentario – Domingo IV de Pascua

Hoy, domingo del Buen Pastor, celebramos la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones (sacerdotales). Yo he venido para que tengan vida -decía Jesús- y la tengan abundante. Pues bien, su modo de dar esta vida que puede calificarse de abundante es dar la vida. Por eso puede presentarse como Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Y quienes pretendemos representarlo porque hemos recibido un sacramento para ejercer el ministerio pastoral (o ministerio del pastor) no podemos ser pastores del rebaño de otra manera que dando la vida. Él es nuestro ejemplar y modelo en este servicio/oficio pastoral.

Y para ser pastor (y no ladrón bandido) hay que entrar por la puerta. Para acceder a la Iglesia de Cristo como sacerdotes hay una puerta de entrada que no se puede o no se debe sortear. Es la puerta sacramental designada por la misma Iglesia: el sacramento del Orden. Rebasada esta puerta accedemos al oficio sacerdotal u oficio de pastores. Pero sólo se accede a este oficio tras un largo período de preparación intelectual, moral, espiritual. Son los años de Seminario: período de preparación y discernimiento. Sólo cuando el candidato a las Órdenes sagradas es considerado idóneo podrá acceder al orden de los presbíteros. Ésta es, pues la puerta fijada por la Iglesia. Pero esta puerta sacramental se levanta sobre esa otra puerta que es Cristo mismo (Pastor y Puerta): Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.

¿En qué sentido es Cristo puerta para ovejas y pastores? En el sentido -podríamos decir- de que sólo él puede dar el sello de pertenencia o de autenticidad a una labor, a un oficio, a una doctrina, a una predicación, a una actividad que pretenda llamarse cristiana. Sólo Cristo puede acreditar como cristiano lo que se presenta como tal. Para ser pastor oveja del rebaño de Cristo hay que pasar antes por él, es decir, por su sello sacramental, por su doctrina, por sus disposiciones o actitudes, por él (y por su Iglesia, que es su prolongación actual en el mundo). Entrar por otra parte en el oficio pastoral o en el redil es convertirse de inmediato en ladrón y bandido, alguien que busca ante todo sacar provecho de la situación, aprovecharse de las ovejas, sirviendo a sus propios intereses. Nada tiene que ver, por tanto, esta actitud con la actitud del pastor dispuesto a dar la vida por las ovejas.

El que entra por esta puerta que es Cristo será reconocido en seguida como cristiano en sus palabras, en sus gestos, en su estilo de vida. Le abrirá el guarda, esto es, la Iglesia misma o aquellos a quienes la Iglesia encomienda la misión de dar entrada; las ovejas reconocerán en su voz la voz del Buen Pastor y le seguirán porque verán en él una representación del mismo Cristo.

También él las reconocerá como miembros de su rebaño, y las irá llamando por su nombre. Les proporcionará el alimento debido, las guiará por el camino de la vida y las defenderá de peligros y acechanzas. Les advertirá de los falsos pastores (ladrones y bandidos) y de los alimentos dañinos, tóxicos o venenosos. El pastor actuará también como un buen médico de almas. Y ellas confiarán en su guía y advertencias, porque reconocerán en su voz la voz del mismo Cristo. Sólo este reconocimiento permitirá excluir o rechazar a los extraños e impostores. El pastor caminará siempre por delante de las ovejas para mostrarles el camino con sus propios pasos. Su enseñanza, como la de Pablo, será al mismo tiempo una invitación a la imitación, no un acto de tiranía o una imposición apoyada en cualquier forma de coacción.

Jesús dirá también: Yo soy el camino, la verdad y la vida, como si no hubiera más camino que él para llegar a la meta de la salvación y obtener la vida. Aquí dice algo equivalente: Yo soy la puerta, como si no hubiera más puerta para entrar en la Vida que él. Todos los que han venido antes de mí (a excepción de los que habían preparado su venida: profetas y precursor) son ladrones y bandidos, pero las ovejas no los escucharon. No los escucharon precisamente por eso, porque son ladrones y bandidos con piel de pastores, porque buscaban preferentemente su propio interés.

Quizá sea éste el gran signo que distinga al verdadero del falso pastor: que el verdadero, como Cristo, está dispuesto a dar la vida por sus ovejas. Y en este punto tendríamos que examinarnos todos los pastores. Es lo que destaca san Pedro cuando habla de Cristo como aquel que padeció su pasión por nosotros dejándonos un ejemplo (especialmente a los pastores) para que sigamos sus huellas; como aquel que subió al leño cargado con nuestros pecados; como aquel cuyas heridas nos han curado. Así es como Cristo se ha ganado el derecho de ser pastor y guardián de nuestras vidas. Esto es también lo que espera de sus pastores, los pastores de su Iglesia. Para nosotros especialmente ha dejado su ejemplo de Buen Pastor. ¡Ojalá que tengamos en cuenta este ejemplo para que sigamos sus huellas! Pues, quien entre por él se salvará. Él es la puerta que da acceso a la vida.

Pidamos hoy especialmente por los pastores de la Iglesia de Cristo y por todos los que se sienten llamados a ejercer esta misión en comunión con él y con su Iglesia.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Comentario – Viernes V de Cuaresma

A la proclamación: Yo y el Padre somos uno (Jn 10, 30), los judíos agarraron de nuevo piedras para apedrearlo. Pero él no pierde la serenidad y les replica: Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis? Jesús remite finalmente al testimonio de sus obras. Frente a la incredulidad obstinada ya no valen las palabras; sólo las obras pueden resultar irrefutables. Las obras buenas hablan de la bondad de su agente y de la calidad de su autor. Jesús presenta el testimonio de sus buenas obras como su mejor aval. Ellas son un reflejo de la bondad y del poder de Dios. ¿Por cuál de estas obras le apedreaban?

Ellos, después de haberle acusado de obrar compinchado con el demonio, le contestan ahora que no le apedrean por una obra buena, sino por una blasfemiaporque tú, siendo un hombre, te haces Dios. Ésta será en último término la acusación con la que concurrirá ante el tribunal judío del Sanedrín, la acusación que prevalecerá sobre cualquier otra. Para un tribunal religioso como aquél, la blasfemia era un delito muy grave, un delito merecedor de pena capital. ¿Y en qué consistía esta blasfemia? No precisamente en hablar mal de Dios, sino en proclamar a Dios públicamente como su Padre en el sentido más estricto del término; o también, en arrogarse el poder de Dios (por ejemplo, perdonando pecados), usurpando su nombre o poniéndose en su lugar. Ellos no veían aquí otra cosa que a un hombre pretendiendo para sí atributos divinos. Por eso le dicen: «te apedreamos porque, siendo hombre, te haces Dios». Este inmoral y pretencioso «hacerse Dios» por parte de Jesús tenía para ellos el valor de una blasfemia.

Pero el acusado replica, tal vez ironizando, con la Escritura. En la Ley judía se dice: «Yo os digo: sois dioses». La Escritura llama dioses a esos –patriarcas y profetas- sobre los que vino la palabra de Dios y que hablaron de parte de Dios. Por tanto, ‘dioses’ en cuanto receptores y transmisores de la palabra de Dios, no en cuanto dotados de naturaleza divina. Pues bien, argumenta Jesús, si la Sagrada Escritura usa este lenguaje, ¿os extrañáis de que aquel a quien el Padre consagró y envió al mundo diga que es Hijo de Dios? Jesús se sabe ‘consagrado y enviado’ al mundo por su Padre; Jesús se sabe Hijo de ese Padre, Hijo de Dios. Y ha llegado el momento de anunciarlo abiertamente a ese mundo para el que ha sido enviado, aunque semejante proclamación le cueste la vida por ser catalogada como una blasfemia –un delito tipificado como muy grave-.

Jesús insiste en las obras como su gran aval, esas obras en las que se puede apreciar con relativa facilidad el poder, la bondad, la misericordia del mismo Dios, esas obras que hablan por sí mismas de su condición de enviado de Dios, investido del poder y de la bondad de ese Dios a quien representa: Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí y yo en el Padre. He aquí, en síntesis, lo que pretende Jesús: no que le glorifiquen a él por sus obras, sino que comprendan y sepan que el Padre está en él como él en el Padre, que entre él y el Padre hay una sintonía ‘paterno-filial’ digna de crédito, que él está en el mundo como ‘representante y portador’ del Padre, y por eso su palabra merece ser creída. Y si el Padre está en él, dando vida a sus acciones y palabras, no podrá hacer ni decir nada sin que el Padre le mueva o se lo inspire.

De nuevo, nos dice el evangelista, intentaron detenerlo –sus palabras seguían sin surtir efecto persuasivo-, pero se les escabulló de las manos. Aún no había llegado su hora. No obstante, Jesús tomó sus precauciones para que los acontecimientos no se precipitasen. Se marchó al otro lado del Jordán, donde Juan había bautizado, y se quedó allí, lejos del bullicio de la ciudad y apartado de la contienda, cada vez más arriesgada, con los fariseos. Sin embargo, no evitó el contacto con la gente. Muchos acudieron a él. Algunos de ellos habían tenido relación con el Bautista y decían: Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad. El antiguo testimonio de Juan reforzado con el poder de sus (las de Jesús) obras –verdaderos signos de credibilidad-, hizo que muchos creyeran en él. El testimonio de sus obras acaba teniendo un valor de excepcional importancia para la fe.

Pero sólo creerán los que vean en ellas signos (ordinarios o extraordinarios) de la intervención o de la presencia de Dios en el mundo, signos por los cuales Dios se deja ver o sentir. Sucede como con el universo en el que habitamos; si no vemos en él indicios del poder creador de Dios, no podremos creer. La fe se apoya necesariamente en signos de credibilidad, ya sean éstos magnitudes, proporciones aritméticas, cálculos matemáticos, cadenas de aminoácidos, presuntos milagros, testimonios incontestables, experiencias de muerte o de vida. Que el Señor mantenga nuestra mirada limpia y penetrante para captar los signos de su presencia que hacen posible la fe.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

II. La Cooperación Episcopal y los Órganos supradiocesanos de colaboración

A) La cooperación episcopal

22. El ejercicio conjunto del ministerio episcopal.

“Quedando firme la potestad de institución divina que el Obispo tiene en su Iglesia particular, la conciencia de formar parte de un cuerpo indiviso ha llevado a los Obispos, a lo largo de la historia de la Iglesia, a adoptar, en el cumplimiento de su misión, instrumentos, órganos o medios de comunicación que manifiestan la comunión y la solicitud por todas las Iglesias y prolongan la vida misma del Colegio de los Apóstoles: la colaboración pastoral, las consultas, la ayuda recíproca, etc.”.(65) Por tanto, el Obispo ejercita el ministerio que se le ha confiado no sólo cuando desempeña en la diócesis las funciones que le son propias, sino también cuando coopera con los hermanos en el Episcopado en los diversos organismos episcopales supradiocesanos. Entre éstos se cuentan las reuniones de los Obispos de la Provincia eclesiástica, de la Región eclesiástica (allí donde las haya constituido la Sede Apostólica) y, sobre todo, las Conferencias Episcopales.

Estas asambleas episcopales son expresión de la dimensión colegial del ministerio episcopal y de su necesaria adaptación a las varias formas de las comunidades humanas entre las que la Iglesia ejercita su misión salvífica.(66) Tienen como fin principal la recíproca ayuda para el ejercicio del oficio episcopal y la armonización de las iniciativas de cada Pastor, para el bien de cada diócesis y de la entera comunidad cristiana del territorio. Gracias a ellas, las mismas Iglesias particulares estrechan los vínculos de comunión con la Iglesia universal a través de los Obispos, sus legítimos representantes.(67)

Aparte de los casos en los que la ley de la Iglesia o un especial mandato de la Sede Apostólica les haya concedido poderes vinculantes, la acción conjunta propia de estas asambleas episcopales debe tener como criterio primario de acción el delicado y atento respeto de la responsabilidad personal de cada Obispo en relación con la Iglesia universal y con la Iglesia particular a él confiada, aun en la conciencia de la dimensión colegial ínsita en la función episcopal.


65 Juan Pablo II, Motu Proprio Apostolos Suos, 3; cf. Exhortación Apostólica postsinodalPastores Gregis, 59.

66 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática Lumen Gentium, 13.

67 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática Lumen Gentium, 23; Juan Pablo II, Exhortación Apostólica postsinodal Pastores Gregis, 55.

La misa del domingo

Domingo de Ramos
SEMANA SANTA EN CASA
5 de abril de 2020
Para algunos el domingo de Ramos significa la puerta de entrada a unos días de descanso, para otros es un domingo especial porque se inician las celebraciones de la Semana Santa, donde revivimos el misterio de la fe: la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Este año viviremos el domingo de Ramos en un contexto inédito. La pandemia del coronavirus ha hecho ver que el sufrimiento y la muerte son nuestros vecinos. No sabíamos que el dolor estaba tan cerca. En estos días estamos viendo su rostro, pero también estamos viendo el rostro de la solidaridad, del apoyo mutuo, de lo necesario que es centrarse en lo importante y olvidarse de lo que no lo es tanto.

La Escritura recuerda que aquel día entró una caravana de alegría y vida en Jerusalén. Era la comitiva de Jesús. Le acompañaban sus discípulos. Venía en un borrico y no en una gran cabalgadura. El pueblo salió a su espera. Allí estaban los sencillos, los niños, los pobres. Alzaban ramos, gritaban vítores, cantaban salmos. Con Jesús venía la esperanza. Quizás en otras partes de la ciudad hubiera una comitiva de muerte. Esa comitiva que poco a poco fue ganando adeptos llevó a Jesús a la cruz. En este domingo la liturgia deja ver el contraste que hay entre la alegría de los sencillos y la gravedad de la pasión y muerte de Jesús. Hoy la liturgia nos adentra en los misterios de la fe.

Es posible que en estos días de pandemia muchos se pregunten: ¿Está o no está Dios con nosotros: en el sufrimiento de los enfermos, en el drama de los muertos, ¿en la soledad de las familias? Es muy posible que esta pregunta ronde nuestras mentes. Pero no olvidemos que esta semana que llamamos santa concluye con el domingo de Pascua. Si, Dios mismo estaba con Jesús en su pasión y muerte, pero lo ha devuelto a la vida. Dios mismo está sufriendo con nosotros, pero nos trae un mensaje de vida. No pensábamos que fuese tan necesaria la resurrección y la esperanza. La esperanza que nos anima es la esperanza de sabernos en las manos de Dios. Es la esperanza que nos lleva a afirmar que sin Jesús no somos nada.

Celebramos este domingo de Ramos en casa junto a la familia. En ocasiones nos han dicho que la familia es la iglesia doméstica. Hoy se ve con claridad. No podemos ir a la Iglesia, pero no olvidemos que somos Iglesia doméstica. Nuestra casa es una Iglesia, un templo, el lugar donde Dios habita y se hace presente. Nuestro hogar es el lugar donde nuestras relaciones se fortalecen, lugar del amor y de la misericordia, espacio donde acoger y anunciar la buena nueva de Jesús. Con esperanza abramos la puerta a la semana. Esta semana va ser una Semana Santa especial. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Koldo Gutiérrez, sdb

La misa del domingo: misa con niños

DOMINGO DE RAMOS (A)
5 de abril de 2020
(Con la celebración de este domingo se inicia la Semana Santa. Este año es una celebración distinta a la habitual. No se sacan los ramos a bendecir. Se adapta todo.

En la celebración de hoy se distingue con claridad dos partes: la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén y la conmemoración de la Pasión del Señor.

Un signo para la celebración: La cruz procesional adornada, si fuera posible).

1. MONICIÓN DE ACOGIDA

Amigos: Nos hemos reunido en este domingo de Ramos para aclamar a Jesús, como un día fue aclamado en Jerusalén. Después leeremos, por primera vez en esta semana, el relato de su pasión y muerte en la cruz. Amigos, con esta celebración iniciamos la Semana Santa. Te animamos a vivirla desde el corazón.

2. SALUDO DEL SACERDOTE Y BENDICIÓN DE LOS RAMOS

(El sacerdote saluda. A continuación lee el evangelio de la entrada de Jesús en Jerusalén).

3. EVANGELIO (Mateo 21, 1-11)

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente y encontraréis en seguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto”.

Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó.

La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: “Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!”.

Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: “¿Quién es éste?” La gente que venía con él decía: “Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”.

Palabra del Señor

4. MONICIÓN

Recordando a la muchedumbre que aclamaba a Jesús en Jerusalén, acompañamos también nosotros al Señor.

5. CANTO (Se puede escuchar algún canto)

6. PRIMERA LECTURA (Filipenses 2, 6-11). (Al llegar al altar, después de haber dicho la oración colecta, cambia el tono de la celebración. Toma protagonismo la lectura de la Pasión. Esta primera lectura prepara el ambiente).

Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses:

Hermanos: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de un esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo ensalzó sobre todo, y todos debemos aclamar: “Jesucristo es el Señor”.

Palabra de Dios.

7. CANTO. “Oh, Dios, ¿por qué nos has abandonado? (Cantalapiedra). Se canta o se recita.

Oh, Dios, ¿por qué
nos has abandonado? (bis)

Al vernos nos maltratan,
gritan a nuestro lado,
si esperaron en Dios,
que Él los ponga a salvo.

8. LECTURA DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

(Lo más apropiado es tomar el texto del Leccionario).

9. COMENTARIO

  • Adaptado al momento
  • La celebración ya ofrece suficientes motivos de catequesis.
  • Animar a no asistir a todo esto como “espectador”, sino como alguien que hace suyo estos mensajes y vivencias de la Semana Santa y Pascua.

10. ORACION DE FIELES. PETICIONES

  1. Para que el Señor nos siga dando su fuerza y su ayuda para vivir la situación que estamos viviendo. Roguemos al Señor.
  2. Para que ayude al personal sanitario y dé su luz a los científicos e investigadores. Roguemos al Señor.
  3. Para que esta Semana Santa y las fiestas de Pascua nos ayuden a ser mejores personas en nuestra vida de cada día. Roguemos al Señor.
  4. Por los niños y niñas que no conocen nada de lo que celebramos los cristianos, para que nuestro ejemplo les ayude a conocer a Jesús. Roguemos al Señor.

11. ACCIÓN DE GRACIAS. CANTO: “La sal y la luz” (Brotes de Olivo). También se puede hacer silencio y dar gracias.

El que me sigue en la vida sal de la tierra será,
mas si la sal se adultera, los hombres la pisarán.
Que sea mi vida la sal. Que sea mi vida la luz.

Sal que sala, luz que brilla. Sal y fuego es Jesús.

Sois como la luz del mundo, que a la ciudad alumbra,
ésta se pone en la cima donde el monte se encumbra.
Que brille así vuestra luz ante los hombres del mundo,
que palpen las buenas obras de lo externo a lo profundo.

12. PARA LA VIDA

(Animar a vivir estos días con más cercanía del Señor).

Iñaki Lete, sdb

Sin eso que se estila

Sin trompetas ni tambores;
solo con el grito de los pobres
despertarán nuestros corazones.

Sin ritos ni disfraces;
solo si atraen y sirven a la gente
te agradarán nuestras celebraciones.

Sin rúbricas ni sacerdotes;
solo reconociéndonos hijos del mismo Padre
la eucaristía será signo inconfundible.

Sin apoyos ni medios materiales;
solo poniendo en común nuestra mochila
superaremos las dificultades.

Sin poder ni ostentación;
solo acompañados por el pueblo pobre
cantaremos en tu honor.

Sin promesas ni penitencias
solo yendo a la colina de enfrente
participaremos en tu banquete.

Sin marcas ni disfraces:
solo con ramos de olivo
nos quieres en tu séquito.

Sin triunfalismos ni quejas;
solo siguiendo tus huellas
llegaremos a tu Pascua y meta.

Sin normas ni leyes que nos lo recuerden;
solo viviendo la Pascua como encuentro
sanaremos, con tu roce, espíritu y cuerpo

Florentino Ulibarri