Vísperas – Martes Santo

VÍSPERAS

MARTES SANTO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.

Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló, de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.

Y así dijo el Señor: «¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!»
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.

¡Oh plenitud del tiempo consumado!
Del seno de Dios Padre en que vivía,
ved la palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.

¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena.

En plenitud de vida y de sendero,
dio el paso hacia la muerte porque él quiso.
Mirad de par en par el paraíso
abierto por la fuerza de un Cordero.

Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.

SALMO 48: VANIDAD DE LAS RIQUEZAS

Ant. Oía el cuchicheo de la gente: «Pavor en torno.» Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado.

Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida, 
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Oía el cuchicheo de la gente: «Pavor en torno.» Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado.

SALMO 48

Ant. Sé tú mi fiador ante ti mismo, pues, ¿quién, si no, será mi garante?

Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaban:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.

El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Sé tú mi fiador ante ti mismo, pues, ¿quién, si no, será mi garante?

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Fuiste degollado, Señor, y con tu sangre nos compraste para Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Fuiste degollado, Señor, y con tu sangre nos compraste para Dios.

LECTURA: 1Co 1, 27b-30

Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.

RESPONSORIO BREVE

R/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R/ Porque con tu cruz has redimido al mundo.
V/ Y te bendecimos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Tengo poder para entregar mi vida y tengo poder para recuperarla.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tengo poder para entregar mi vida y tengo poder para recuperarla.

PRECES

Adoremos al Salvador de los hombres, que, muriendo, destruyó nuestra muerte y, resucitando, restauró la vida, y digámosle humildemente:

Santifica, Señor, el pueblo que redimiste con tu sangre.

Redentor nuestro, concédenos que, por la penitencia, nos unamos más plenamente a tu pasión,
— para que consigamos la gloria de la resurrección.

Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
— para que podamos confortar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos confortas.

Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida,
— para que se manifiesten en ellos los frutos de tu salvación.

Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz,
— enseña a tus fieles a ser obedientes y a tener paciencia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,
— y a nosotros danos un día parte en su felicidad.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor, que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Martes Santo

1) Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor, que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 13,21-33.36-38
Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró:
«En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.» Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.» Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?» Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, lo toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.» Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy,
vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros. Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.» Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.» Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.» 

3) Reflexión

• Estamos en el segundo día de la Semana Santa. Los textos del evangelio de estos días nos confrontan con los hechos terribles que llevarán a la detención y a la condena de Jesús. Los textos nos traen sólo las decisiones de las autoridades religiosas y civiles contra Jesús, pero no nos relatan las traiciones y negaciones de los discípulos que posibilitaron la detención de Jesús por parte de las autoridades y contribuyeron enormemente a aumentar el sufrimiento de Jesús.
• Juan 13,21: El anuncio de la traición. Después de haber lavado los pies de los discípulos (Jn 13,2-11) y de haber hablado de la obligación que tenemos de lavarnos los pies unos a otros (Jn 13,12-16), Jesús se conmueve profundamente. Y no era para menos. Mientras él estaba haciendo aquel gesto de total entrega de sí mismo, a su lado un discípulo estaba tramando cómo traicionarlo en aquella misma noche. Jesús expresa su conmoción y dice: “En verdad os digo: uno de vosotros me entregará” No dice: “Judas me entregará”, sino “uno de vosotros”. Alguien del círculo de amistad será el traidor.
• Juan 13,22-25: La reacción de los discípulos. Los discípulos se asustan. No esperaban esta declaración tan seria de que uno de ellos les iba a traicionar. Pedro hace una señal a Juan y pregunta a Jesús quién de los doce iba a cometer la traición. Señal de que no entendían quién podía ser el traidor. O sea señal de que la amistad entre ellos no había llegado todavía a la misma transparencia de Jesús para con ellos (cf. Jn 15,15). Juan se inclina cerca de Jesús y pregunta: “¿Quién es?”
• Juan 13,26-30: Jesús indica Judas. Jesús dice: “Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.” Aquel a quien voy a dar un pedazo de pan mojado. Toma un pedazo de pan, lo moja y lo da a Judas. Era un gesto común y normal que los participantes en una cena acostumbraban tener entre ellos. Y Jesús dice a Judas: “¡Lo que vas a hacer, hazlo pronto!” Judas tenía una bolsa común. Era el encargado de comprar las cosas y de dar limosna a los pobres. Por eso, nadie percibió nada de especial en el gesto y en la palabra de Jesús. En esta descripción del anuncio de la traición ésta es una evocación del salmo en el que el salmista se queja del amigo que lo traicionó: “Hasta mi amigo seguro, en el que yo confiaba, que mi pan compartía, me trata con desprecio” (Sal 41,10; cf. Sal 55,13-15). Judas percibe que Jesús estaba enterado de todo (Cf. Jn 13,18). Sin embargo, no vuelve atrás, y se mantiene en la decisión de traicionar a Jesús. Es ahora cuando ocurre la separación entre Judas y Jesús. Juan dice que Satanás entró en él. Judas se levantó y se fue. Se puso al lado del adversario (satanás). Juan comenta: “Era de noche”. Era la oscuridad.
• Juan 13,31-33: Comienza la glorificación de Jesús. Es como si la historia hubiese esperado este momento de separación entre la luz y las tinieblas. Satanás (el adversario) y las tinieblas entran en Judas cuando decide de ejecutar aquel que está tramando. En este mismo instante se hace la luz en Jesús que declara: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. ¡Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto!” Lo que va a acontecer de aquí en adelante es contagio regresivo. Las grandes decisiones fueron ya tomadas, tanto de parte de Jesús (Jn 12,27-28) como de parte de Judas, ahora. Los hechos se precipitan. Y Jesús avisa: “Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros”. Falta poco para que se realice el paso, la Pascua.
• Juan 13,34-35: El mandamiento nuevo. El evangelio de hoy omite estos dos versos sobre el mandamiento nuevo del amor y pasa a hablar del anuncio de la negación de Pedro.
• Juan 13,36-38: Anuncio de la negación de Pedro. Junto con la traición de Judas, el evangelio trae también la negación de Pedro. Son los dos hechos que harán más sufrir a Jesús. Pedro dice que está dispuesto a dar la vida por Jesús. Jesús le llama a la realidad: “¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces” (Mc 14,30). Todo el mundo sabe que el canto del gallo es rápido. Cuando pronto por la mañana el gallo empieza a cantar, casi al mismo tiempo todos los demás gallos cantan. Pedro es más rápido en la negación que el canto del gallo. 

4) Para la reflexión personal

• Judas, amigo, se vuelve traidor. Pedro, amigo, se vuelve negador. ¿Y yo?
• Colocándome en la situación de Jesús: ¿cómo se enfrenta a la negación y a la traición, al desprecio y a la exclusión? 

5) Oración final

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. (Sal 70)

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

IX. LOS PRIMEROS DISCÍPULOS

1.- EL CORDERO DE DIOS

Jn 1, 29-31

El Bautista predicaba y seguía bautizando en Betania, la que está al otro lado del Jordán. Lo señala así el evangelista para distinguirla de otra Betania, cercana a Jerusalén. Allí Juan daba testimonio de Jesús a quienes acudían a él: Yo no soy el Cristo (Jn), dirá a una legación de sacerdotes y levitas enviada desde Jerusalén, mientras la expectación en torno a la llegada del Mesías, próxima ya, era muy grande.

Al día siguiente del testimonio del Bautista ante los enviados de Jerusalén, vio a Jesús que se dirigía hacia él. Al acercarse, dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este nombre tenía resonancias muy profundas entre los judíos y hacía referencia al sacrificio redentor del Mesías. Los oyentes conocían bien el significado del cordero pascual, cuya sangre era derramada en el altar de los holocaustos en conmemoración de la noche en que los judíos fueron liberados de la esclavitud en Egipto. También habían leído muchas veces las palabras de Isaías en las que compara los sufrimientos del Siervo del Señor, el Mesías, con el sacrificio de un cordero.

El cordero pascual, que cada año era el recuerdo de la liberación y del pacto que Dios había estrechado con su pueblo, se sacrificaba en el Templo. Todo ello era promesa y figura de la verdadera Víctima en el sacrificio del Calvario en favor de toda la humanidad. Más tarde, san Pablo dirá a los primeros cristianos de Corinto que nuestro Cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado, y les invita a una vida nueva, a una vida santa[1].


[1] 1 Co 5, 7. Cada día, antes de administrar la Sagrada Comunión a los fieles, los sacerdotes pronuncian estas palabras, mientras muestran al mismo Jesús: Este es el Cordero de Dios… Alguna vez tendríamos que emocionarnos ante estas palabras del sacerdote.

Comentario – Martes Santo

La narración de Juan nos presenta a Jesús acompañado de sus discípulos en torno a una mesa. Durante la cena se desvela la traición de uno de ellos y se prueba la adhesión de los demás. En un determinado momento de la misma, Jesús, profundamente conmovido, dice: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Aquella confesión, que delataba la deslealtad de uno de los allí reunidos, provocó de inmediato la perplejidad de todos, que se miraban unos a otros sin saber a qué atenerse. Simón Pedro hace señas al compañero más próximo a Jesús para que intente averiguar por quién lo decía y éste le da una clara indicación: Es aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas Isacariote. Detrás del pan –precisa el evangelista-, entró en él Satanás, adueñándose enteramente de su corazón y confirmándole en sus propósitos. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.

Los demás seguían aturdidos y no entendieron a qué se refería, a excepción de aquel discípulo a quien se le había indicado expresamente quién era el traidor. Casi todos ellos pensaron que se trataba de algún encargo dado al administrador de la bolsa común: las compras necesarias para la fiesta o las limosnas destinadas a los pobres. Al parecer no cayeron en la cuenta de que Judas era el señalado como traidor. Pero éste, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Es evidente que se sentía delatado. Jesús había puesto al descubierto los sentimientos de su corazón. Era de noche, no sólo porque se había apagado la luz del día, sino también porque se había entenebrecido el corazón de Judas, en otro tiempo iluminado y esperanzado por la palabra del Maestro.

Cuando salió el traidor, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él. Jesús hace coincidir el ahora de la entrega desleal de Judas con el ahora de la entrega por amor del Padre que se consuma en el sacrificio del Hijo y que, por ser el momento en que resplandece en todo su esplendor el amor de la entrega hasta el extremo, es también el momento de la glorificación. La muerte del Hijo del hombre es ya un momento de glorificación, no sólo porque por ella accederá a la gloria de la resurrección, sino porque en virtud de su potencia redentora le otorgará la glorificación de los redimidos. La glorificación es la obra de Dios que enaltece al humillado hasta la muerte, y muerte de cruz, dándole el Nombre sobre todo nombre y haciendo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo.

Después vendrá la declaración de lealtad de Pedro, hecha más de buenas intenciones que de reales disposiciones. Jesús le hace ver que ahora no puede acompañarle adonde él se encamina, pero que lo acompañará más tarde. Pedro, envalentonado, le replica: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Y Jesús le contesta: ¿Con qué darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces. Pedro no había medido el alcance de sus palabras ni de sus fuerzas. Mostraba buena disposición, pero ignoraba las dimensiones de la entrega martirial o de su capacidad para el martirio.

Precisamente por eso tendrá tiempo para negarle tres veces seguidas. Pero las palabras proféticas de Jesús se cumplieron, no sólo porque, conforme a lo predicho, Pedro le negó tres veces, sino también porque le acompañó más tarde, cuando tras la recepción del Espíritu Santo dio testimonio del Resucitado hasta dar literalmente la vida por él con una muerte cruenta, como la de su Maestro, en Roma. Este testimonio martirial, sin embargo, no fue ya el resultado de un acopio de fuerzas reunidas tras la humillación de las negaciones, sino el efecto de un revestimiento divino que ilumina el entendimiento y fortalece la voluntad otorgado por el Fuego de Pentecostés o el Espíritu de Cristo resucitado.

Tanto en la traición de Judas como en la deficiente adhesión de Pedro se muestra en toda su desnudez la debilidad del hombre que acaba siendo esclavo de sus miedos o de sus ambiciones. Judas aparece como un discípulo decepcionado: alguien que ha visto frustradas las esperanzas que había puesto en su Maestro como futuro libertador de Israel. Y la frustración le ha llevado a la deserción y a la traición, hasta convertirle en presa fácil en manos de sus enemigos para la ejecución de sus planes homicidas. No haber sido capaz de aceptar humildemente el mesianismo de Jesús tal como éste lo iba realizando en la historia, le hizo apartarse progresivamente de aquel al que había seguido con entusiasmo como el Mesías esperado. La decepción derivó en alejamiento y finalmente en traición.

En este proceso se deja ver la existencia de un corazón atormentado por la frustración de una vida fracasada en un seguimiento ruinoso; porque eso es lo que percibe Judas en el desenlace de esta vida que parece inevitablemente abocada al fracaso; pero también torturado por la duda, porque con la ejecución de la traición no obtiene la paz deseada; al contrario, entra en una fase de desesperación que le lleva al extremo tenebroso del autodesprecio y del suicidio. A Judas le perdió su aislamiento, su encerramiento en sí mismo, esa autosuficiencia que clausura cualquier horizonte de vida; a Pedro, en cambio, le salvó la mirada de Jesús y sus lágrimas de arrepentimiento: la una le hizo tomar conciencia de su culpa; las otras eran simples testigos de su congoja y dolor incontenibles. Esas lágrimas eran el humilde reconocimiento de su propia debilidad, hecha de miedos y temblores, de su propia cobardía. Pero su derramamiento le purificó el corazón y le salvó de una posible desesperación como la que acabó anegando el alma de Judas.

Que el Señor nos dé apertura de corazón y lágrimas de arrepentimiento para salir de esas situaciones de postración en las que nos dejan nuestras deslealtades, frutos de nuestros miedos o cobardías.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

26. Miembros.

En los Concilios particulares, sólo a los Obispos corresponde tomar las decisiones, puesto que a ellos compete el voto deliberativo; pero deben ser convocados también los titulares de algunos oficios eclesiásticos de relieve y los Superiores mayores de los Institutos religiosos y de las Sociedades de vida apostólica, para que colaboren con los Pastores con su experiencia y consejos. Además, los Obispos son libres de convocar también clérigos, religiosos y laicos, vigilando para que su número no supere la mitad de los miembros de derecho.(77)

Por la gran importancia que los Concilios particulares tienen en relación con la reglamentación de la vida eclesiástica en la Provincia o nación, el Obispo colabora personalmente a su preparación y celebración.(78)


77 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 443.

78 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decreto Christus Dominus, 36; Codex Iuris Canonici, cans. 439ss.

Recursos – Ofertorio Domingo de Resurrección

PRESENTACIÓN DE UN RAMO DE FLORES SILVESTRES

(Probablemente la primavera ha hecho brotar ya las primeras flores en el campo o en los primeros árboles. Ésas son las que queremos ofrecer hoy al Señor. Lo puede hacer cualquier miembro de la comunidad, a ser posible una mujer)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, Señor, este ramo de flores, signo de que la primavera está estallando entre nosotros. Es la nueva vida que brota, como Tú lo hiciste en tu Hijo Jesucristo, resucitándole de la muerte y el sepulcro. Que estas flores y sus aromas sean símbolo de que Tú también nos haces renacer a nosotros y nosotras y nos impulsas a hacer presente esta nueva vida en el mundo y entre las personas.

PRESENTACIÓN DE UNA BUENA NOTICIA

(Debe haberse recogido en los últimos días de la prensa o los medios de comunicación social. La lee uno o una de los miembros adultos de la comunidad, ahora un varón)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo esta buena noticia reciente. Mira, Señor, las personas no sólo somos capaces de hacer el mal. También, y por tu gracia, hacemos cosas positivas, como ésa. Señor, que no sea una excepción. Que nos empeñemos en realizarlas continuamente, porque sólo así es como transformaremos este mundo y esta sociedad, y ellos serán un buen campo para la nueva vida de la resurrección.

PRESENTACIÓN DE UNA CESTA DE FRUTOS

(Sería bueno preparar una cesta con frutos variados y frescos y que tengan una presencia hermosa y atrayente)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, te traemos hoy esta bella y repleta cesta de frutos, primicia de lo que está produciendo el campo. Simbolizan, por una parte, nuestros esfuerzos y trabajos, y los de todas las personas, para arrancárselos a la naturaleza. Pero también, lo que unos tenemos para nuestra alimentación y lo que les falta a tantos y tantas. Sabemos que tu generosidad para con nosotros y nosotras es en orden a que seamos generosos y generosas con los demás. Por eso, hoy, con estos frutos, te ofrecemos nuestro compromiso de compartir, exigencia y síntoma que vivió tu primera Iglesia, la nacida de la Resurrección y el envío de tu Espíritu, a la cual nosotros y nosotras nos queremos parecer.

PRESENTACIÓN DE UN VASO DE ACEITE

(Esta ofrenda la debe realizar uno de los miembros del equipo de Pastoral Sanitaria o, en su defecto, alguien que cuide en su familia de un enfermo, un anciano o un minusválido.)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, por mi parte, este vaso de aceite. Y va con él, no solo mi compromiso sino también el de todos y todas y cada uno y cada una de los miembros de la comunidad, de que nuestro testimonio de la Resurrección de tu Hijo lo hemos de realizar a través de la palabra y también de nuestra solidaridad para con todas las personas y, de forma especial, para con los más necesitados y necesitadas. Señor, queremos ser bálsamo que palíe los dolores de todas las personas y medicina que les cure de todos sus males.

PRESENTACIÓN DEL ÚLTIMO RECUPERADO DE UNA OPERACIÓN O UNA ENFERMEDAD

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Aquí me tienes, Señor, porque Tú lo has querido así y has iluminado a un buen número de hombres y mujeres que me han atendido y curado. Te doy gracias por la salud recuperada, pero también quiero ofrecértela, y lo quiero hacer en nombre de todos y de todas cuantos formamos esta comunidad, comprometiéndonos a ser testigos de la vida que Tú nos regalas. Danos fuerzas para luchar siempre a favor de la vida y en contra de toda enfermedad, de todo mal, de toda injusticia y de toda expresión de muerte.

Oración Martes Santo

ORACIÓN PARA LA SEMANA SANTA EN LAS COMUNIDADES Y FAMILIAS

MARTES SANTO

Invocación inicial

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

Dispongámonos a escuchar la Palabra de Dios acompañando a nuestros hermanos que están sufriendo las consecuencias de esta pandemia.

Escucha de la Palabra de Dios

Evangelio Jn 13, 21-33. 36-38: Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

Todos: Gloria a ti, Señor.

EN aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:

«En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.

Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.

Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
«Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:

«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
«Lo que vas a hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
“Donde yo voy no podéis venir vosotros”».
Simón Pedro le dijo:
«Señor, ¿adónde vas?».
Jesús le respondió:
«Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
«Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

Se hace un momento de silencio reflexivo. Piensa por un momento en la escena del Evangelio y descubre con qué personaje te identificas, qué te sugieren las palabras de Pedro, confiado en sus solas fuerzas «Daré mi vida por ti», y la respuesta de Jesús, que le avisa de su debilidad «¿Conque darás tu vida por mí?». Esta situación que vivimos nos pone ante nuestras limitaciones y nos llama a poner nuestra confianza en Dios.

Oración dominical

Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Y todos juntos dicen el Padre nuestro.

Oración final

DIOS todopoderoso y eterno,
concédenos participar de tal modo
en las celebraciones de la pasión del Señor,
que merezcamos tu perdón.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

El guía dice, mientras todos hacen la señal de la cruz:

El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

Oración de los fieles – Domingo de Resurrección

Hoy es un día de fiesta. El desconcierto que nos produjo la pasión y muerte de tu Hijo Unigénito, recobra un sentido nuevo ante el misterio de tu resurrección. Hoy nuestra oración es:

R.- RESUCÍTANOS, SEÑOR.

1. – Por el Papa, obispos y sacerdotes para que sigan siendo constantes en la alegría de la predicación de Cristo resucitado. OREMOS

2. – Por los que dirigen las naciones para que sus esfuerzos vayan a favor de la construcción de tu Reino. OREMOS

3. – Por los judíos que celebraron la pascua como Jesús pero que aún no han entendido la resurrección. OREMOS

4. – Por los que vacilan en su fe, para que la celebración de estos misterios les ilumine y redescubran el camino a la casa del Padre. OREMOS

5. – Por los desamparados y los que viven en la necesidad para que encuentren en nosotros una mano que les atienda. OREMOS

6. – Por los que celebramos la alegría de tu resurrección, para que nuestra vida refleje lo que hoy hemos visto. OREMOS

Señor Dios Padre, que la visión del sepulcro vacío remueva nuestro interior y lo dirija hacia la alegría de la resurrección. Y que esta alegría inunde cada una de los días de nuestra vida.

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen.


Señor, con la alegría de sentir la presencia de Cristo resucitado entre nosotros, elevamos a Ti nuestra oración.

R. – AYÚDANOS A RESUCITAR CON CRISTO

1.- Por la Iglesia; para que después de morir con Cristo, haya nacido a la “Iglesia Pascual” que da testimonio firme de la resurrección. OREMOS

2.- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes; para que manifiesten la presencia de Cristo en este mundo donde primen la fama, el poder y el dinero. OREMOS

3.- Por toda la comunidad de bautizados; para que crezcamos en la escucha de la palabra, en la perseverancia de la oración y en la caridad fraterna. OREMOS

4.- Por los que siguen anclados en las experiencias de dolor; para que no se dejen vencer por el desánimo, sino que la fuerza de la fe y la solidaridad de los hermanos les ayude a creer en la resurrección, que sin dudarlo llegará para ellos. OREMOS

5.- Por las familias; para que se dejen inundar de la sinceridad y la verdad que nacen de la resurrección y abran sus puertas a la hospitalidad de los miembros más pobres y sufrientes. OREMOS

6.- Por todos los aquí presentes; para que no dejemos de evangelizar siendo eco con nuestra vida de la Palabra que nos salva. OREMOS

Padre eterno, don inefable, infúndenos el Espíritu de tu Hijo resucitado para vivir en la verdad que inunda al mundo de luz.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén