Vísperas – Miércoles Santo

VÍSPERAS

MIÉRCOLES SANTO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¡Victoria!, tú reinarás.
¡Oh cruz, tú nos salvarás!

El Verbo en ti clavado, muriendo nos rescató;
de ti, madero santo, nos viene la redención.

Extiende por el mundo tu reino de salvación.
¡Oh cruz fecunda, fuente de vida y bendición!

Impere sobre el odio tu reino de caridad;
alcancen las naciones el gozo de la unidad.

Aumenta en nuestras almas tu reino de santidad;
el río de la gracia apague la iniquidad.

La gloria por los siglos a Cristo libertador,
su cruz nos lleva al cielo, la tierra de promisión.

SALMO 61: LA PAZ EN DIOS

Ant. Dijeron los impíos: «Atropellemos al justo, que se opone a nuestras acciones».

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?

Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son mas que un soplo,
los nobles son apariencia;
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.

No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.

Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:

«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dijeron los impíos: «Atropellemos al justo, que se opone a nuestras acciones».

SALMO 66: QUE TODOS LOS PUEBLSO ALABEN AL SEÑOR

Ant. Él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

LECTURA: Ef 4, 32-5, 2

Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor, como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

RESPONSORIO BREVE

R/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R/ Porque con tu cruz has redimido al mundo.
V/ Y te bendecimos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Maestro dice: «Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.»

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Maestro dice: «Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.»

PRECES

Aclamemos al Salvador de los hombres, que, muriendo, destruyó nuestra muerte y, resucitando, restauró la vida, y digámosle humildemente:

Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.

Redentor nuestro, concédenos que, por la penitencia, nos unamos más plenamente a tu pasión,
— para que consigamos la gloria de la resurrección.

Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
— para que podamos confortar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos confortas.

Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida,
— para que se manifiesten en ellos los frutos de su salvación.

Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,
— enseña a tus fieles a ser obedientes y a tener paciencia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,
— y a nosotros danos un día parte en su felicidad.

Ya que Dios nos ha adoptado como hijos, oremos al Padre como nos enseñó el Señor:

Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – Miércoles Santo

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Mateo 26,14-25
Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?» Él les dijo: «Id a la ciudad, a un tal, y decidle: `El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.’» Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. A atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.» Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?» Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Tú lo has dicho.» 

3) Reflexión

• Ayer el evangelio habló de la traición de Judas y de la negación de Pedro. Hoy nos habla de nuevo de la traición de Judas. En la descripción de la pasión de Jesús de los evangelios de Mateo se acentúa fuertemente el fracaso de los discípulos. A pesar de la convivencia de los tres, nadie de entre ellos se queda para tomar la defensa de Jesús. Judas lo traiciona, Pedro lo niega, todos huyen. Mateo cuenta esto, no para criticar o condenar, ni para causar desaliento en los lectores y lectoras, sino para indicar que la acogida y el amor de Jesús superan la derrota y el fracaso de los discípulos. Esta forma de describir la actitud de Jesús era una ayuda para describir la actitud de Jesús hacia las comunidades en la época de Mateo. A causa de las frecuentes persecuciones, muchos se sentían desanimados y habían abandonado la comunidad, preguntándose: «¿Será posible volver? ¿Será posible que Dios nos acoge y perdona?» Mateo responde sugiriendo que nosotros podemos romper con Jesús, pero que Jesús nunca rompe con nosotros. Su amor es mayor que nuestra infidelidad. Este es un mensaje muy importante que recibimos del evangelio durante la Semana Santa.
• Mateo 26,14-16: La decisión de traicionar a Jesús. Judas toma la decisión, después que Jesús no acepta la critica de los discípulos respecto de la mujer que gastó un perfume muy caro solamente para ungir a Jesús (Mt 26,6-13). El fue hasta los sacerdotes y preguntó: “¿Cuánto me vais a dar si os lo entrego?” Combinaron treinta monedas de plata. Mateo evoca las palabras del profeta Zacarías para describir el precio combinado (Zc 11,12). Al mismo tiempo, la traición de Jesús por treinta monedas evoca la venta de José por sus propios hermanos, valorado por los compradores en veinte monedas (Gn 37,28). Evoca asimismo el precio de treinta monedas que hay que pagar si se hiere a un esclavo (Ex 21,32).
• Mateo 26,17-19: La preparación de la Pascua. Jesús era de Galilea. No tenía casa en Jerusalén. Pasaba la noche en el Monte de los Olivos (cf. Jn 8,1). En los días de fiesta de pascua, la población de Jerusalén se triplicaba por la cantidad de peregrinos que venían de todas partes. No era fácil para Jesús encontrar una sala grande para poder celebrar la pascua junto con los peregrinos que habían llegado con él desde Galilea. Manda a los discípulos para que se encuentre con una persona en cuya casa decidió celebrar la Pascua. El evangelio no ofrece ulteriores informaciones y deja que la imaginación complete las informaciones. ¿Era una persona conocida por Jesús? ¿Era un pariente? ¿Un discípulo? A lo largo de los siglos, la imaginación de los apócrifos completó la falta de información, pero con poca credibilidad.
• Mateo 26,20-25: Anuncio de la traición por Judas. Jesús sabe que va a ser traicionado. A pesar de que Judas está haciendo las cosas en secreto, Jesús está sabiendo. Sin embargo, trata de confraternizar con el círculo de amigos del que Judas forma parte. Estando todos reunidos por última vez, Jesús anuncia quién es el traidor. Es «aquel que ha metido conmigo la mano en el plato». Esta manera de anunciar la traición acentúa el contraste. Para los judíos la comunión en la mesa, colocar juntos la mano en el mismo plato, era la máxima expresión de amistad, de intimidad y de confianza. Mateo sugiere así que, a pesar de que la traición esté llevada a cabo por alguien muy amigo, ¡el amor de Jesús es mayor que la traición!
• Lo que llama la atención es la manera en que Mateo describe estos hechos. Entre la traición y la negación coloca la institución de la Eucaristía (Mt 26,26-29): la traición de Judas, antes (Mt 25,20-25); la negación de Pedro y la huida de los discípulos, luego (Mt 25,30-35). De este modo, destaca para todos nosotros la increíble gratuidad del amor de Jesús, que supera la traición, la negación y la huida de los amigos. Su amor no depende de lo que los demás hacen por él. 

4) Para la reflexión personal

• ¿Soy capaz de ser como Judas y de negar y traicionar a Dios, a Jesús, a los amigos y amigas?
• En semana santa es importante reservar algún momento para darme cuenta de la increíble gratuidad del amor de Dios para mí. 

5) Oración final

Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor,
y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. (Sal 68)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 13, 30-31

 

30En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

13, 30-31: El siguiente versículo confirma esta esperanza escatológica: «todas estas cosas», la culminación escatológica incluida, tendrán lugar en esta generación. Ya que «una generación» bíblica supone aproximadamente cuarenta años, y puesto que Jesús murió a principios de los años treinta, nuestro pasaje sitúa la llegada del fin directamente dentro del lapso de tiempo del presente marcano (alrededor del 70 d.C.). Para Marcos, pues, el temporizador escatológico está haciendo tictac, y la explosión podría darse en cualquier momento.

Tal como se insiste en 13,24-25, la llegada del eschaton tendrá consecuencias radicales no solo para la vida humana sobre la tierra, sino para el universo entero, pues el destino de la humanidad está vinculado con el del cosmos; ambos dependen de la gracia y del juicio de Dios (cf. Rom 8,19-23). Por tanto, cuando llegue la ansiada consumación escatológica, no solo la maldad humana sino también «el cielo y la tierra pasarán» (13,31a), para ser sustituidos probablemente por «un nuevo cielo y una nueva tierra» (cf. Is 65,17). Las palabras de Jesús, sin embargo, permanecerán (13,31b), y así constituirán un puente entre la malvada edad presente y la por venir.

Pero las palabras de Jesús son más que esto; como indica la parábola de la semilla de mostaza, son también en un cierto sentido el instrumento para traer a la realidad esa nueva era (cf. 4,14.30-32) y la eliminación de la vieja. Las palabras de Jesús tienen así la potencia destructiva y creativa de la palabra divina puesta en boca del profeta en Jr 1,9-10. En verdad, lo que aquí se está diciendo no es solamente que las palabras de Jesús durarán más que el cielo y la tierra, sino que serán las potentes armas de Dios para la demolición y renovación del cosmos. Jesús está siendo situado en una posición análoga a la de Dios.

Comentario – Miércoles Santo

La versión de Mateo añade algún detalle narrativo, pero no difiere en esencia de la de Juan. Nos informa de que Judas Iscariote, uno de los Doce, antes de reunirse con los demás en la última cena, fue a ver a los sumos sacerdotes para proponerles el precio de la traición: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Quiere sacar el mayor rendimiento posible de su acto de entrega. Aquí se funden la deslealtad y la codicia. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y tras lo convenido, sólo quedaba buscar la ocasión más propicia para el arresto, procurando evitar tumultos o alteraciones del orden público. Pero la ocasión se la iba a proporcionar el mismo Jesús retirándose con sus discípulos al huerto de Getsemaní.

Jesús presiente que su momento está cerca y se dispone a celebrar su última Cena pascual con el grupo de los Doce. Con este fin da instrucciones a sus discípulos para que preparen la cena. Y al atardecer se puso a la mesa con los Doce. En el trascurso de la misma Jesús ya no puede contenerse y confiesa que uno de ellos está a punto de entregarle a los que le buscan para matarle. Aturdidos y consternados, aquellos discípulos, quizá conscientes de sus propios miedos, preguntan: ¿Soy yo acaso, Señor? Parecen desconfiar hasta de sí mismos. Y él les da una señal: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. Y añade a continuación: El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido.

Son palabras proféticas que anuncian graves consecuencias: el traidor consumará su traición; el Hijo del hombre será realmente entregado a la muerte; pero más le valdría no haber nacido al traidor. Y así fue; tanto le pesó la vida –por razón de la culpa- que decidió quitársela. Es la triste historia de un elegido para formar parte del grupo de los íntimos de Jesús que, tras haber respondido a su llamada, no supo mantenerse fiel, porque se dejó arrastrar por sus ambiciones y codicias y se hundió en el desafecto más ingrato y desconsiderado.

Judas no es un caso único en la historia de la humanidad. Cuántas personas se muestran desleales con sus bienhechores y amigos. ¡Cuántos olvidos del bien recibido! ¡Cuántas traiciones, ruindades, desafectos hacia los padres, los educadores, los amigos, la Iglesia! ¡Cuántas negaciones y apostasías silenciosas o ruidosas! ¡Y qué halo de tristeza dejan en el ambiente familiar o social! Pero el pecado deja siempre su marca –y su cicatriz- en el corazón humano; y hay culpas que pesan tanto que son intolerables. Se trata de heridas que sólo las lágrimas del arrepentimiento y la esperanza en la misericordia divina pueden aliviar y curar.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

27. Potestad legislativa.

Para alcanzar dichos objetivos, los Concilios particulares tienen potestad de gobierno, sobre todo legislativa, en base a la cual los Obispos establecen idénticas normas para las varias Iglesias, proveyendo de este modo a una actividad pastoral más eficaz y en consonancia con las exigencias de los tiempos. Por tanto, la disciplina canónica deja amplia libertad a los Obispos de la misma Provincia o Conferencia para regular conjuntamente las materias pastorales, siempre en el respeto de las normas superiores.(79) Esta misma libertad debe inducir a los Obispos a someter al juicio y a la decisión común solamente aquellas cuestiones que requieren un mismo reglamento en todo el territorio, ya que en otro caso se vería limitada inútilmente la potestad de cada Obispo en su diócesis.

Todas las decisiones vinculantes del Concilio particular, se trate de decretos generales o particulares, deben ser examinadas y aprobadas por la Sede Apostólica antes de ser promulgadas.(80)


79 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 135 § 2.

80 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 446; Juan Pablo II, Constitución Apostólica Pastor Bonus, arts. 82 y 157.

Comentario Domingo de Resurrección

Oración preparatoria

Gracias, Padre, porque has resucitado al que de verdad no merecía morir y quedar para siempre bajo la losa de la muerte y del olvido. Gracias, Padre, porque en este Jesús resucitado, Tú nos das todo: en los lugares de nuestra vida gris y anodina, Tú introduces luz y sentido; en los días de nuestros fracasos, Tú nos dices “Yo puedo dar eficacia a lo que no la tiene”; en los momentos de nuestra esperanza cuarteada, Tú, en la iglesia, nos traes a nuestro recuerdo una y otra vez a tu Hijo, y así, vuelves a darnos vida y aliento para vivir y luchar. En los sepulcros de nuestros seres amados, tus ángeles nos dicen: no están aquí, han sido resucitados como Jesús; cuando nos reunimos, tu Hijo Jesús, el Viviente, nos promete una y otra vez: YO ESTARÉ SIEMPRE CON VOSOTROS. GRACIAS, PADRE.

 

Jn 20, 1-9

«1El primer día de la semana María Magdalena va de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, al sepulcro, y ve la losa quitada del sepulcro. Así que echa a correr y va a donde Simón Pedro y el otro discípulo al que quería Jesús, y les dice: “Han quitado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto”.

3Así que salieron Pedro y el otro discípulo, e iban al sepulcro. 4Pero corrían los dos juntos, y el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro y llegó 5 primero al sepulcro. E, inclinándose, ve en el suelo los lienzos; pero no entró.

6Así que llega también Simón Pedro siguiéndolo y entró en el sepulcro y con- templa los lienzos en el suelo, 7y el sudario que estaba sobre su cabeza, no con los lienzos en el suelo, sino plegado en un lugar aparte.

8Así que entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó, 9(Porque hasta entonces no habían comprendido la Escritura: que él debía resucitar de entre los muertos.

[10Así que fueron de nuevo los discípulos a donde los suyos]».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

Con el capítulo 20 comienza un nuevo día, el día de la Resurrección. La escena anterior corresponde a la sepultura de Jesús (Jn 19,38-42), momento final de la Pasión y Muerte de Jesús, que en Juan tiene unas características muy particulares. El primer relato para tratar la Resurrección es este que consideramos hoy: el relato del sepulcro vacío (20,1-10). Después, vendrán dos relatos de apariciones: a María Magdalena (20,11-18) y a los discípulos (20,19-29). En ningún evangelio se nos narra la Resurrección en cuanto tal, pero cuentan con dos tradiciones (la del sepulcro vacío y la de apariciones) para expresar un hecho tan absolutamente nuevo y trascendental.

 

TEXTO

El evangelio pascual recoge prácticamente toda la perícopa (deja el v. 10), que tiene una parte introductoria (vv. 1-2), el cuerpo del texto, su parte central (vv. 3-9) y el versículo final (v. 10). En el cuerpo central podemos advertir tres movimientos: el que culmina con la llegada al sepulcro de Juan, sin entrar (vv. 3- 5); la llegada y entrada al sepulcro de Pedro (vv. 6-7); la entrada de Juan, que termina el proceso ver-creer (vv. 8-9). La comunidad joánica reconoce la primacía de la petrina (aunque Juan llega primero, espera a que “entre” Pedro), pero se reserva para sí el paso primero a la fe pascual. La “cámara” del narrador se centra en el sepulcro (vv. 1.2.3.4.6.8), en los lienzos por el suelo (vv. 5.6.7), para que comprendamos que la historia de la pasión ha quedado definitivamente atrás y así del ver pasemos al creer (vv. 1.5.6.8).

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• María Magdalena había visto la losa quitada pero no sabe interpretar: en vez de anunciar que estaba quitada la losa, anuncia que han quitado al Señor. Lo que era señal de vida lo interpreta como signo de muerte. Por otra parte, el texto fija nuestra mirada en el sepulcro y en las señales de muerte (lienzos y sudario). Pedro las contempla pero no interpreta. Solo “el otro discípulo” ve e interpreta bien, cree. Tenemos que ser conscientes del proceso de fe, de nuestras (posibles) falsas interpretaciones para comprender la Resurrección y las nuevas huellas del Resucitado entre nosotros, de nuestra (posible) superficialidad a la hora de “leer” los acontecimientos. ¿Eres consciente de esto? ¿Eres un creyente pasivo o superficial, o te preocupas por entender bien el misterio de la fe y sus consecuencias para tu vida?

• El texto insiste en la premura, en el correr (todos los personajes corren). ¿Qué te sugiere esto? ¿Vives una fe y un compromiso “amodorrados”? ¿En qué aspectos has de poner más prisa para llegar a Jesús?

• Entrar/no entrar: el discípulo que llega primero no entra hasta que llega el segundo, Simón Pedro. Es muestra de deferencia y educación, pero, conocidas las negaciones de Pedro (18,15-17.25), es también un gesto de aceptación y reconciliación. La verdadera finura espiritual no presume ni se engríe, sino que sabe esperar al que va por detrás; es más un apoyo que un rival. Pero no se conforma “a la baja”: Juan pone en contraste a los dos discípulos al señalar solamente la fe del discípulo amado, que siempre había “precedido” a Pedro (13,23.25; 21,7).

• La perícopa concluye en el versículo 10. Los discípulos vuelven a los suyos (a su casa). No anuncian lo sucedido. Para dar testimonio no basta saber que Jesús está vivo, hay que experimentarlo presente.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo de Resurrección

Domingo de Resurrección
12 abril 2020

Hechos 34, 37-43; Salmo 117; Colosenses 3, 1-4; Juan 20, 1-9

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Reflexión

Jesús resucitó porque la muerte no puede tener la última palabra. ¿Quien introdujo la muerte en el mundo y cómo? Adam y Eva desobedecieron a Dios comiendo del árbol prohibido y por eso tuvieron que salir del Paraíso donde vivían en eterna comunión con Dios y morirían. ¿Cómo fue que Jesús venció a la muerte y nos abrió las puertas del Paraíso de nuevo? Jesús obedeció a Dios hasta la muerte en la Cruz, así abriéndonos las puertas del Cielo. ¿Quién descubrió la Resurrección primero? Una mujer, Maria de Magdala, que criticaban y maltrataban por ser pecadora antes de su conversión, es la que recibe la noticia de la resurrección. Ella agradecía la misericordia de Jesús y lo quería mucho, por eso lo fue a buscar, a pesar de los peligros que corría, ya que los amigos de Jesús eran perseguidos. Jesús vino para salvar a los pecadores como Maria de Magdala. ¿Cómo te sentirías si vas a visitar la tumba de un familiar y lo encuentras vacío? ¿Buscas a Jesús en tu vida todos los días, aunque tus amigos no lo busquen? ¿Estas agradecido de lo que hizo Jesús por ti? Compartir.

 

Actividad

En la siguiente página, cortar dibujos. Juntar los puntos negros: de la piedra con la esquina del sepulcro, el brazo detrás de Jesús, detrás de los pies de Jesús y detrás del camino al sepulcro. Conectarlos con una tachuela para poder moverlos. Actuar la Resurrección de Jesús abriendo la piedra y subiendo a Jesús. Hacer tarjetas para regalar.

Oración

¡Jesús, Gracias por todo lo que hiciste por mí! Gracias por amarme tanto. Ayúdame a amarte más todos los días. Ayúdame a no pecar y a arrepentirme cuando peco. Ayúdame a perdonar siempre. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

El sepulcro vacío – Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vió la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y les dijo: —Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritua: que él había de resucitar de entre los muertos.

Explicación

Fue una mujer, María Magdalena, la que puso en marcha a los discípulos de Jesús, para que cayeran en la cuenta de que su muerte no era algo definitivo, sino un paso -PASCUA- para la vida. Juan y Pedro, avisados por María Magdalena, fueron corriendo al sepulcro y al llegar y comprobar la ausencia de Jesús, entendieron lo que les había dicho en tantas ocasiones: al tercer día resucitaré de entre los muertos. ¡Felicidades, hermanos y amigos; alegría y paz porque el Señor RESUCITO!

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Oración Miércoles Santo

ORACIÓN PARA LA SEMANA SANTA EN LAS COMUNIDADES Y FAMILIAS

MIÉRCOLES SANTO

Invocación inicial

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

Con la actitud que reflejan estas palabras de san Pablo «Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo (…) porque él se ha hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz, (…) por eso es Señor, para gloria de Dios Padre», nos dis- ponemos a escuchar la Palabra de Dios.

Escucha de la Palabra de Dios

Evangelio Mt 26, 14-25 El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo.

Todos: Gloria a ti, Señor.

EN aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?». Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?».

Él contestó:
«Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».
Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
«¿Soy yo acaso, Señor?».
Él respondió:
«El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!».
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?».
Él respondió:
«Tú lo has dicho».

Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

Se hace un momento de silencio reflexivo. Ante la escena del Evangelio que hemos proclamado, recuerda aquellas veces en las que traicionamos al Señor, intentando justificarnos: «¿Soy yo acaso, Señor?». Pidamos que esta situación que vivimos nos ayude a encontrarnos de nuevo con Él.

Oración dominical

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

Y todos juntos dicen el Padre nuestro.

Oración final

OH, Dios que, para librarnos del poder del enemigo,
quisiste que tu Hijo soportase por nosotros el suplicio de la cruz,
concédenos a tus siervos
alcanzar la gracia de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

El guía dice, mientras todos hacen la señal de la cruz:

El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.