Vísperas – San José, obrero

VÍSPERAS

SAN JOSÉ, OBRERO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Porque fue varón justo,
le amó el Señor,
y dio el ciento por uno
su labor.

Humilde magisterio
bajo el que Dios aprende:
¡que diga, si lo entiende,
quien sepa de misterio!
Si Dios en cautiverio
se queda en aprendiz,
¡aprende aquí la casa de David!

Sencillo, sin historia,
de espalda a los laureles,
escalas los niveles
más altos de la gloria.

¡Qué asombro, hacer memoria,
y hallarle a tu ascensión
tu hogar, tu oficio y Dios como razón!

Y, pues que el mundo entero
te mira y se pregunta,
di tú cómo se junta
ser santo y carpintero,
la gloria y el madero,
la gracia y el afán,
tener propicio a Dios y escaso el pan.

SALMO 14

Ant. Los padres de Jesús lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Aleluya.

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y práctica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Los padres de Jesús lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Aleluya.

SALMO 111

Ant. Le dijo su madre a Jesús: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Aleluya.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Le dijo su madre a Jesús: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Aleluya.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Aleluya.

LECTURA: Col 3, 23-24

Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor.

RESPONSORIO BREVE

R/ El justo germinará como una azucena. Aleluya, aleluya.
V/ El justo germinará como una azucena. Aleluya, aleluya.

R/ Y florecerá eternamente ante el Señor.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El justo germinará como una azucena. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cristo el Señor, quiso ser tenido como el hijo del carpintero. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cristo el Señor, quiso ser tenido como el hijo del carpintero. Aleluya.

PRECES

Invoquemos a Dios, el Padre de quien toma nombre toda familia en el cielo y la tierra, diciéndole:

Padre nuestro, que estás en los cielos, escúchanos.

Padre santo, que revelaste al Justo José el misterio de Cristo, mantenido en secreto durante siglos eternos,
— haz que conozcamos mejor a tu Hijo, Dios y hombre.

Padre celestial, que alimentas a las aves del cielo y engalanas la hierba del campo,
— da a todos los hombres el pan de cada día y el pan espiritual.

Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
— guárdanos en tu nombre, para que todos seamos uno.

Creador de todas las cosas, que nos has encomendado tu obra,
— haz que, por la intercesión de san José, recorramos nuestro camino tratando de complacerte.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concede propicio a los moribundos y difuntos, por medio de tu Hijo, con María, su madre y san José,
— alcanzar tu misericordia.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, creador del universo, que has impuesto la ley del trabajo a todos los hombres, concédenos que, siguiendo el ejemplo de san José, y bajo su protección, realicemos las obras que nos encomiendas y consigamos los premios que nos prometes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Viernes III de Pascua

1) Oración inicial

Te pedimos, Señor, que ya que nos has dado la gracia de conocer la resurrección de tu Hijo, nos concedas también que el Espíritu Santo, con su amor, nos haga resucitar a una vida nueva. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 6,52-59
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaún.

3) Reflexión

• Estamos llegando casi al final del Discurso del Pan de Vida. Aquí empieza la parte más polémica. Los judíos se encierran en sí mismos y empiezan a cuestionar las afirmaciones de Jesús.

• Juan 6,52-55: Carne y sangre: expresión de vida y de entrega total. Los judíos reaccionan «¿Cómo este hombre puede darnos su carne para comer?» Era cerca de la fiesta de Pascua. Dentro de unos pocos días, iban a comer la carne del cordero pascual en la celebración de la noche de pascua. Ellos no entendían las palabras de Jesús, porque tomaron todo al pie de la letra. Pero Jesús no disminuyó las exigencias, ni tampoco retira nada de lo que había dicho, e insiste: ««En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”. (a) Comer la carne de Jesús significa aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual, cuya sangre nos libera de la esclavitud. La ley del Antiguo Testamento, respecto a la vida, prohibía comer sangre (Dt 12,16.23; He 15.29). La sangre era la señal de la vida. (b) Beber la sangre de Jesús significa asimilar la misma manera de vivir que marcó la vida de Jesús. Lo que trae vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre. Participando en la Cena Eucarística, asimilamos su vida, su donación y su entrega. “Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.” Deben aceptar a Jesús como mesías crucificado, cuya sangre será derramada.

• Juan 6,56-58: Quien me come, vivirá por mí. Las últimas frases son de gran profundidad y tratan de resumir todo lo que se dijo. Evocan la dimensión mística que envuelve toda la participación en la eucaristía. Expresan lo que Pablo dice en la carta a los Gálatas: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gál 2,20). Es lo que dice el Apocalipsis de Juan: “Si uno me oye y me abre, entraré en su casa y comeremos juntos” (Ap 3,20). Y Juan mismo en el Evangelio: “Si alguien me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará y los dos nos vendremos con él y en él haremos nuestra morada” (Jn 14,23). Y termina con la promesa de vida que marca la diferencia con el antiguo éxodo: “Este es el pan bajado del cielo. No es como el pan que comieron vuestros padres y después murieron. Quien come de este pan vivirá por siempre.»

• Juan 6,59: Termina el discurso en la sinagoga. Hasta aquí la conversación entre Jesús, la gente y los judíos en la sinagoga de Cafarnaún. Como aludimos anteriormente, el Discurso del Pan de Vida nos ofrece una imagen de cómo era la catequesis en aquel final del siglo primero en las comunidades cristianas de Asia Menor. Las preguntas de la gente y de los judíos reflejan las dificultades de los miembros de las comunidades. Y las respuestas de Jesús representan las aclaraciones para ayudarlos a superar las dificultades, a profundizar en su fe y a vivir más intensamente la eucaristía que se celebraba sobre todo en las noches del sábado al domingo, el Día del Señor.

4) Para la reflexión personal

• A partir del Discurso del Pan de Vida, la celebración de la Eucaristía recibe una luz muy fuerte y una enorme profundización. ¿Cuál es la luz que estoy percibiendo y que me ayuda a da un paso?
• Comer la carne y la sangre de Jesús, es el mandamiento que él nos da. ¿Cómo vivo la eucaristía en mi vida? Aunque no pueda ir a misa todos los días o los domingos, mi vida debe ser eucaristía. ¿Cómo alcanzar este objetivo?

5) Oración final

¡Alabad a Yahvé, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad de Yahvé dura para siempre. (Sal 117,1-2)

Comentario – San José obrero

El evangelista sitúa a Jesús en la sinagoga de Nazaret. Allí enseña tomando como punto de partida la palabra proclamada: un texto del Antiguo Testamento, la Escritura sagrada para un judío. El evangelio se hace eco de la admiración provocada por su actividad, que incluye enseñanza y acciones milagrosas. Decía la gente que lo veía actuar: ¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No es su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso? Y desconfiaban de él.

Jesús era conocido en su tierra como «el hijo del carpintero». Durante esos años de ‘existencia escondida’ no había dado muestras de otra cosa. Ni siquiera le mencionan por su nombre. Para ellos, es simplemente el hijo del carpintero, como si en la localidad no hubiera habido otro carpintero que José. También conocen a su madre, María, y a sus parientes, aquí nombrados como «hermanos» y «hermanas». Todos ellos constituían su ámbito familiar. Y les resultaba difícil explicar las muestras de sabiduría y de poder que daba en ese preciso instante. Les desconcertaba encontrar en el hijo del carpintero, un hombre al que creían dotado únicamente para la carpintería, habilidades propias de un sabio o de un profeta. No lograban conciliar ambos status; por eso desconfiaban de él.

Pero Jesús había pasado de ser el hijo del carpintero a ser el profeta de Nazaret. En él se revelaba ahora una dimensión que había mantenido oculta durante gran parte de su vida: su verdadera dimensión mesiánica; aquello para lo que había venido a este mundo enviado por Dios Padre; aquello para lo que había nacido: para dar a conocer el Evangelio, la buena noticia de Dios a los hombres, el mensaje de la verdad. Este cambio, sin embargo, desconcertó a sus paisanos. El conocimiento que tenían de él como simple ‘hijo del carpintero’ les dificultaba enormemente para acogerle como profeta. De ahí el dicho al que se remite Jesús: Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.

Y es que el profeta, antes de sentirse llamado por Dios a la misión profética, es un simple habitante de su tierra y un miembro de su familia cumpliendo un determinado oficio en la vida. En este sentido, la biografía de Jesús no dista mucho de la de otros profetas de la antigua alianza. También él sintió un día la necesidad de abandonar familia, trabajo y tierra para cumplir la misión para la que estaba en este mundo. Pero fue precisamente en su tierra donde encontró mayores obstáculos para el ejercicio de su misión: No hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe. La fe es realmente ‘puerta’. Sólo la fe podía hacerles receptivos a los beneficios emanados de él; sólo con fe podían aceptar sus palabras como palabras portadoras de verdad; sólo con fe podían experimentar los efectos extraordinarios de su poder misericordioso. La eficacia de la misión de Jesús no depende únicamente de su actuación irreprochable; depende también de nuestra disposición o acogida, esto es, de nuestra fe. Dios quiere que todos los hombres se salven; pero lo quiere con un ‘querer’ condicionado por nuestro querer; aunque no deja de ser verdad que el querer de Dios es mucho más poderoso que el nuestro, voluble y débil.

La fiesta de hoy fue instituida por Pío XII en 1955 para exaltar cristianamente el trabajo humano. Ya ha quedado reflejado que Jesús trabajó, probablemente a una edad temprana, en el taller de su ‘padre’. Dejado este trabajo de índole manual, inició otro, impulsado por la llamada de Dios a ocuparse de las cosas de su Padre. Era su obra mesiánica de anuncio e implantación del Reino: un trabajo que, aún consumado, pareció dejar incumplido, puesto que encomendó a sus discípulos la tarea de proseguirlo en el tiempo. Jesús se sometió, por tanto, a la ley del trabajo asociada a la vida humana y a su dinamismo de crecimiento. El trabajo, además de ser elemento potenciador del desarrollo humano, es el cauce ordinario por el que ponemos en ejercicio nuestras facultades; y al tiempo que las ejercitamos, crecemos en dominio sobre nosotros mismos y la naturaleza circundante. El trabajo dignifica al hombre. Por eso resulta tan frustrante no ejercer la tarea para la que uno se ha venido preparando durante años. El trabajo no es sólo cosa del hombre, sino también de Dios.

El libro del Génesis nos habla del trabajo realizado por Dios en la obra de la creación y concluido el día séptimo. En realidad, ese día, el día del descanso divino, no ha llegado, puesto que Dios sigue trabajando en su obra: un trabajo de mantenimiento y acrecentamiento de lo iniciado. Se trata de un trabajo creador en el sentido más propio del término: Dios saca de lo que no es –lo que llamamos nada– lo que es y sostiene su potencia original en camino hacia una plenitud inimaginable. Es un trabajo de creación, de conservación y de potenciación para el que se basta con su hablar todopoderoso. Su trabajo no es sino actualización de su poder soberano. No requiere ningún esfuerzo; no implica ninguna penalidad. Nuestro trabajo, en cambio, sí que va acompañado de esfuerzo y resulta muchas veces penoso en razón del desgaste energético, de la falta de lucidez mental, de las difíciles condiciones laborales, de la competitividad llevada hasta la confrontación y el conflicto de intereses, de las deficiencias en la seguridad o en la higiene, de las tensiones generadas por el orgullo o el afán de dominio, de las desarmonías e incomprensiones, de las malas retribuciones, etc. Son esos factores que hacen del trabajo algo ingrato o poco gratificante.

Pero el trabajo en cuanto tal es algo que dignifica al hombre, porque le permite actualizar sus facultades y porque le enriquece y le perfecciona. Si en ocasiones se convierte en una carga penosa e insoportable es a causa de elementos añadidos y teñidos de pecado. No es un trabajo en el paraíso, sino en una tierra que da también abrojos y espinas, en un lugar de destierro, puesto que no es patria definitiva. A pesar de todas esas penalidades y deficiencias asociadas, el trabajo es nuestro medio ordinario de realización y de crecimiento. Además, el sufrimiento que tantas veces le acompaña puede convertirse en uno de los mayores instrumentos de purificación. Es precisamente en nuestro trabajo donde podemos sentirnos no sólo útiles, sino colaboradores de Dios en su obra de perfeccionamiento de la creación y servidores de nuestros hermanos. El trabajo nos permite cumplir este doble servicio: a Dios, colaborando con Él en su obra; y al hombre, respondiendo a su demanda o necesidad. Y por este camino nos realizamos como personas y llevamos a cabo el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros. Y cuando ya carezcamos de fuerzas para trabajar, siempre podremos seguir colaborando con Dios en su obra redentora como hizo Cristo desde la cruz, haciendo de nuestra vida ofrenda por la salvación del mundo. Que el Señor nos conceda esta gracia de trabajar con él y para él.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

50. Formación humana.

En cuanto Pastor del Pueblo de Dios, el Obispo alimentará continuamente su formación humana, estructurando su personalidad episcopal con el don de la gracia, según las virtudes humanas ya recordadas. La maduración de tales virtudes es necesaria para que el Obispo profundice la propia sensibilidad humana, su capacidad de acogida y de escucha, de diálogo y de encuentro, de conocimiento y de participación, de manera que haga su humanidad más rica, más auténtica, simple y transparente de la misma sensibilidad del Buen Pastor. Como Cristo, el Obispo debe saber ofrecer la más genuina y perfecta humanidad para compartir la vida cotidiana de sus fieles y participar en sus momentos de alegría y de sufrimiento.

La misma madurez de corazón y de humanidad se pide al Obispo en el ejercicio de su autoridad episcopal que, como la del buen padre, es un auténtico servicio a la unidad y al recto orden de la familia de los hijos de Dios.

El ejercicio de la autoridad pastoral exige al Obispo la constante búsqueda de un sano equilibrio de todos los componentes de su personalidad y un sentido realista para saber discernir y decidir serena y libremente, teniendo presente sólo el bien común y el bien de las personas.

La misa del domingo: misa con niños

DOMINGO IV DE PASCUA (A)
“Vocaciones”

3 de mayo de 2020

(La celebración se adapta a las posibilidades reales que permita el momento que estamos viviendo.

Este cuarto domingo de pascua se conoce popularmente como “domingo del Buen Pastor”. Es una jornada dedicada a proponer la vocación sacerdotal y religiosa, y a rezar por esta intención. Con el lema: “Jesús vive y te quiere vivo”.

Se puede hacer una referencia, cantar un canto al final, al mes de mayo, mes de la Virgen María.

Un signo para la celebración: una estola blanca (signo del sacerdote o de una vocación de pastor en la iglesia) y un crucifijo que se pueda colgar del cuello, a modo de misionero o misionera, signo de persona dedicada a la misión.

Canciones para la celebración: “Jesús es Señor”. “El Señor es mi pastor”. “Ven y sígueme” (Erdozain). “Alma misionera”. “Junto a ti, María”.

1.- MOTIVACIÓN

Amigos: Cada día que pasa, en este mes de mayo, la naturaleza está más bonita y tiene más color. Por eso Jesús se fijó en la naturaleza y en todo lo que en ella se mueve para dejarnos algunas enseñanzas. ¿Has visto alguna vez a un pastor que cuida de su rebaño? Pues de algo de todo esto nos hablará hoy Jesús. Además, hoy vamos a rezar por las vocaciones de especial dedicación en la Iglesia. Muchos motivos para celebrar. Comenzamos.

2.- CANTO

Jesús es, Jesús es Señor.
Jesús es, Jesús es Señor.
Jesús es, Jesús es Señor.

Aleluya, aleluya.
Aleluya, aleluya.
Aleluya, aleluya.

Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios.
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios.
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios.

3.- SALUDO DEL SACERDOTE Y MOTIVA EL PERDÓN

4.- GLORIA

5.- PRIMERA LECTURA (Hechos de los Apóstoles 2,14a. 36-41) Lectura de los Hechos de los Apóstoles:

El día de Pentecostés se presentó Pedro con los once y con fuerte voz dijo:

— Que todos estén seguros de que el mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.

Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer?

Pedro les contestó:

— Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el Espíritu Santo. Palabra de Dios.

6.- SALMO RESPONSORIAL (Se puede cantar el estribillo al inicio y final del salmo; un lector recita el salmo)

Estribillo:

El Señor es mi pastor, nada me falta, El Señor es mi pastor. (bis).

Lector:

En verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

Me guía por el sendero justo,
aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo porque tú vas conmigo,
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Estribillo:

El Señor es mi pastor, nada me falta, El Señor es mi pastor. (bis).

7.- EVANGELIO (Juan 10, 1-10). “Yo soy la puerta de las ovejas”

Lectura del santo evangelio según San Juan: En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:

– Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le atienden las ovejas y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.

Jesús les puso esta comparación pero ellos no entendían de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:

– Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas, quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Palabra del Señor.

8.- COMENTARIO

  • Imagen del pastor que conoce a sus ovejas.
  • Jesús, que nos conoce. Va delante. No nos dejará.
  • Explicar el signo de la “estola” y el signo de la “cruz”, colgada del cuello.
  • Jesús envía otros “pastores”: vocaciones. “Jesús vive”, y te envía.
  • Se puede hacer una referencia al mes de mayo, mes de la Virgen María.

 

9.- ORACION DE FIELES. PETICIONES

1.-Para que todos nosotros demos testimonio de la alegría de la Resurrección. Roguemos al Señor.

2.- Para que de esta comunidad nazcan nuevas vocaciones de compromiso en la Iglesia: sacerdotes, religiosos, religiosas, misioneros, catequistas, monitores. Roguemos al Señor.

3.- Para que esta situación que estamos viviendo la podamos superar y nos ayude a todos a ser mejores personas. Roguemos al Señor.

4.- Para que haya paz en las familias, en nuestra sociedad y en el mundo. Roguemos al Señor.

10.- ACCIÓN DE GRACIAS. (Canto: “Ven y sígueme”. También se puede cantar: “Alma misionera”).

1. Señor, toma mi vida nueva,
antes de que la espera desgaste años en mí.
Estoy dispuesto a lo que quieras,

no importa lo que sea, Tú llámame a servir

Llévame donde los hombres,
necesiten tus palabras,
necesiten mis ganas de vivir.
Donde falte la esperanza,
donde todo sea triste simplemente
por no saber de ti.

2. Te doy mi corazón sincero,
para gritar sin miedo tu grandeza, Señor.
Señor, tengo alma misionera,
condúceme a la tierra,

que tenga sed de ti.

Llévame donde los hombres…

11.- PARA LA VIDA y CANTO A MARÍA

(Llamados a ser “buenos pastores” de los compañeros con los que vamos a relacionarnos esta semana. Se lo pedimos a María, nuestra Madre).

JUNTO A TI MARIA

Junto a ti, Maria,
como un niño quiero estar, tómame en tus brazos guíame en mi caminar.

Quiero que me eduques, que me enseñes a rezar, hazme transparente, lléname de paz.

Madre, Madre, Madre, Madre. Madre, Madre, Madre, Madre.

Madre, Madre, Madre, Madre. Madre, Madre, Madre, Madre.

Gracias Madre mía por llevarnos a Jesús, haznos más humildes tan sencillos como Tú.

Gracias Madre mía por abrir tu corazón, porque nos congregas y nos das tu amor.

Misa del domingo

IV DOMINGO DE PASCUA/ Ciclo A
3 de Mayo de 2020

La Palabra de Dios

  •  Hechos (2,14a.36-41): Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
  •  Salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta
  •  1 Pedro (2,20-25): Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
  •  Juan (10,1-10): Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

ECOS PARA NUESTROS JÓVENES Y COMUNIDADES

Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

Este domingo es el domingo del “Buen pastor”; Jesús, que nos lleva hacia buenos pastos y las fuentes de la salvación. Tiempo para bendecir y agradecer.

En un mundo lleno de injusticia y sufrimiento, nos sentimos como ovejas descarriadas. Jesús ha compartido nuestra suerte. Dándose totalmente por nosotros se hizo nuestro Pastor.

El Buen pastor nos invita a cuidar y acompañar la vida de nuestras comunidades educativas y de los jóvenes, en particular.

PROPUESTA DE HOMILÍA

“Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”.

Hermanos: a este cuarto domingo de pascua se le suele denominar “domingo del Buen pastor” por el evangelio que hemos proclamado. Jesús es el Buen Pastor que ha dado la vida por sus ovejas y les ha hecho entrar en la vida definitiva. La iconografía al respecto es abundante. ¡Cuántas imágenes desde la antigüedad han ayudado a los cristianos a sentirse cuidados por este buen pastor, que vela, camina al lado de sus hermanos, les alimenta con el pan que es su cuerpo y les lleva hasta las puertas del paraíso! En las paredes de las catacumbas en Roma se grabó por primera vez el icono de un pastor joven y vigoroso llevando en sus hombros a la oveja cansada y herida. Esta imagen del buen pastor nos sigue llenando de Consuelo.

El Buen pastor guía y acompaña a la Iglesia

En todo este tiempo de Pascua Jesús está siempre en el centro de la escena, como Señor en medio de sus hermanos: lo reflejan bien los evangelios que leemos. En este momento de la historia, la Iglesia se siente confortada por el Pastor Bueno que acompaña sus pasos, a pesar de las situaciones de conflicto, desunión o dolor como los que estamos viviendo. En efecto, la Iglesia, mirando a su Buen Pastor se siente llamada a curar, acompañar a todos los seres humanos a los que las circunstancias desaniman y tratan de doblegar. Mirando al Señor Resucitado, seguimos viendo las heridas de su pasión; no han desaparecido porque son las marcas del Amor incondicional de Dios para con todos. Esas heridas son el antídoto para el dolor de las personas. Conviene, pues, volver la vista a Jesús, pues solo en Él está la salud y la Vida. La epístola de Pedro nos lo dicho con estas palabras: “Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Con sus heridas fuisteis curados”.

Llamados a ser “buenos pastores”

Hay algo más en el evangelio de hoy. Mirar a Jesús, el Buen Pastor, nos hace reconocer nuestra vocación como buenos pastores. Hace tiempo estamos reconociendo la tarea de acompañar, como un servicio indispensable que debemos prestar en la Iglesia. Una nueva sensibilidad va naciendo poco a poco, de tal manera que hemos modificado los verbos “enseñar”, “guiar”, por los de “servir” y “acompañar”. Este es uno de los ministerios que cualifican la misión de los cristianos en los tiempos actuales. Así lo reconocen los últimos documentos eclesiales, desde “Evangelii gaudium” al “Documento final del sínodo” y la “Christus Vivit” del papa Francisco.

En efecto, vivir es un arte complejo, porque no consiste sólo en degustar momentos de satisfacción y gozar de libertad personal. Vivir precisa de horizontes de sentido, de rutas transitables y de amigos que orienten tantas búsquedas. Acompañar significa esto: atreverse a dar pequeños pasos al lado de un hermano, acomodando su cadencia a sus necesidades. Acompañar es sentirse “siervo” de los hermanos. En este quehacer recreamos la actitud del buen pastor, que abre la cerca del aprisco, llama a cada uno por el nombre y les guía hacia el buen pasto que no es otro sino Cristo; sentido último de la vida y salvación del hombre.

A nosotros, familia salesiana, llamados por Cristo a ser buenos pastores de los jóvenes, se nos invita a acrecentar esta vocación educativa, mediante la cualificación y el ejercicio paciente de la “cura” (preocupación y cuidado) de los jóvenes. También en cada una de nuestras familias, se os invita a los padres a ser acompañantes de los hijos, a través de la confianza regalada, de los tiempos de calidad y del aprender a discernir en familia el día a día. En definitiva, bello ministerio el de convertirnos en buenos pastores de los hermanos.

Pidámosle al Señor que nos de su inteligencia y sus sentimientos para llevarlo a cabo.

José Luis Villota, sdb

A veces, Señor, a veces

A veces, Señor, a veces
la historia es tan opaca,
la vida tan ambigua,
y el horizonte tan monótono y triste,
que de nada sirve tu mensaje
porque tu presencia se nos esconde.

Y entonces, Señor, entonces
el corazón sufre y sangra,
las entrañas, cansadas, se agotan,
el espíritu se desorienta
y los sentidos se rebelan
porque no encuentran brotes de esperanza.

A veces, Señor, a veces
se me rompen los esquemas,
me encuentro perdido noche y día,
camino sin saber dónde te hallas,
y espero contra toda esperanza
anhelando el roce de tu brisa.

Y entonces, Señor, entonces,
si no pasas susurrando y moviendo
los cristales de mis ventanas,
mi anhelo se desata, en pasión o ira,
queriendo que seas huracán, fuego, tormenta
que zarandee mi cuerpo y espíritu.

A veces, Señor, a veces
sólo anhelo que Tú me llames,
pronunciando mi nombre como otras veces,
para despertarme y pacificarme,
y poder compartir heridas, deseos y tareas
a la vera del camino de la vida.

Y entonces, Señor, entonces,
aunque haya bandidos y ladrones,
sé que Tú vas cerca y delante
abriendo caminos y horizontes,
silbando alegres canciones
y dándonos a todos vida abundante.

A veces, Señor, a veces
reconozco tu presencia y voz,
y entonces, Señor, entonces
te sigo y salgo al mundo con ilusión.

Florentino Ulibarri

Comentario al evangelio – Viernes III de Pascua

Hasta tres veces los Hechos de los Apóstoles nos cuentan la conversión de Saulo en Pablo. Debió de ser muy difícil plasmar en pocas frases una experiencia mística tan intensa. Dejando a un lado si se cayó o no del caballo, si los que con él iban dejaron de ver o de o oír o las dos cosas, lo más importante es observar lo que pasó con el perseguidor. De encarnizado enemigo a incansable propagador. El mismo empeño que ponía en una cosa, lo tenía para la contraria. Todos sus pensamientos, deseos, emociones, volcados ahora en convencer a los demás de que Jesús es el Señor.

¡Qué difícil es dejar atrás el pasado! Aceptar que no todo lo hicimos bien. Tendemos a ocultar nuestros secretos, hasta que, de una manera u otra, vuelven. Que se lo digan a los políticos y la hemeroteca. Pablo se esforzó en que todos lo que antes no era digno de alabanza, fuera usado para mayor gloria de Dios. Es que Él sabe ver dentro de los corazones, no como miramos nosotros. Y encuentra la tecla necesaria, para darnos la posibilidad de cambiar.

Es comprensible la prevención de Ananías. Cuesta creer que las personas puedan cambiar así. Dar un giro de 180 grados, de ir contra los cristianos a ser el Apóstol de los gentiles. Pero el bueno de Ananías se fía, confía en la revelación que ha recibido, y se pone en camino. A todos nos hacen falta “intermediarios”, anunciadores del Reino. Nos lo recuerda el salmo que leemos hoy.

“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. Pues eso. Y si no puedes ir a todo el mundo, porque tenemos que estar en casa, entonces prueba a ir a los que tienes cerca, y comparte con ellos tu fe. Y no temas acercarte incluso a aquellos que te pueden parecer enemigos. Quién sabe. Quizá des con la tecla adecuada, y puedas ayudar a alguien a encontrarse con Jesús. Y, no te olvides, lo importante es el testimonio, no lo mucho que sepas.

Diálogo entre un recién convertido a Cristo y un amigo no creyente.

– ¿De modo que te has convertido a Cristo?
– Sí.
– Entonces sabrás mucho sobre él. Dime: ¿en qué país nació?
– No lo sé.
– ¿A qué edad murió?
– Tampoco lo sé.
– ¿Sabrás al menos cuántos sermones pronunció?
– Pues no… No lo sé.
– La verdad es que sabes muy poco, para ser un hombre que afirma haberse convertido a Cristo…
– Tienes toda la razón. Y yo mismo estoy avergonzado de lo poco que sé acerca de Él. Pero sí que sé algo: hace tres años, yo era un borracho. Estaba cargado de deudas. Mi familia se deshacía en pedazos, mi mujer y mis hijos temían como un nublado mi vuelta a casa cada noche. Pero ahora he dejado la bebida, no tenemos deudas, nuestro hogar es un hogar feliz, mis hijos esperan ansiosamente mi vuelta a casa cada noche. Todo esto es lo que ha hecho Cristo por mí. ¡Y esto es lo que sé de Cristo!

(El Canto del Pájaro p. 146. Anthony de Mello S.J. Sal Térrea. Santander 1982)

Alejandro Carbajo. C.M.F.