Vísperas – Lunes IV de Pascua

VÍSPERAS

LUNES IV DE PASCUA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.

Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!,
despierta, tú que duermes,
y el Señor te alumbrará.

Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
el mundo renovado
cantan un himno a su Señor.

Pascua sagrada, ¡victoria de la luz!
La muerte, derrotada,
ha perdido su aguijón.

Pascua sagrada, ¡oh noche bautismal!
Del seno de las aguas
renacemos al Señor.

Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
dejad al hombre viejo,
revestíos del Señor.

Pascua sagrada, La sala del festín
se llena de invitados
que celebran al Señor.

Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría
dada a luz en el dolor. Amén.

SALMO 135: HIMNO PASCUAL

Ant. El que es de Cristo es una criatura nueva. Aleluya.

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El que es de Cristo es una criatura nueva. Aleluya.

SALMO 135

Ant. Amemos a Dios, porque él nos amó primero. Aleluya.

Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.

Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

A Sión, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel su siervo:
porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación, se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Amemos a Dios, porque él nos amó primero. Aleluya.

CÁNTICO de EFESIOS: EL DIOS SALVADOR

Ant. De su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Aleluya.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. De su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Aleluya.

LECTURA: Hb 8, 1b-3a

Tenemos un sumo sacerdote tal, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre. En efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios.

RESPONSORIO BREVE

R/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
V/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.

R/ Al ver al Señor.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Tengo otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tengo otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Aleluya.

PRECES

Llenos de gozo, oremos a Cristo, el Señor, que con su resurrección ha iluminado el mundo entero, y digámosle:

Cristo, vida nuestra, escúchanos.

Señor Jesús, que te hiciste compañero de camino de los discípulos que dudan de ti,
— acompaña también a tu Iglesia peregrina entre las dificultades e incertidumbres de esta vida.

No permitas que tus fieles sean torpes y necios para creer,
— aumenta su fe, para que te proclamen vencedor de la muerte.

Mira, Señor, con bondad a cuantos no te reconocieron en su camino,
— y manifiéstate en ellos, para que te confiesen como a su salvador.

Tú que por la cruz reconciliaste a todos los hombres, uniéndolos en tu cuerpo,
— concede la paz y la unidad a las naciones.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que eres el juez de vivos y muertos,
— otorga a los difuntos que creyeron en ti la remisión de todas sus culpas.

Unidos a Jesucristo, supliquemos ahora al Padre con la oración de los hijos de Dios:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Lunes IV de Pascua

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Juan 10,11-18

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos trae la parábola del Buen Pastor que es la continuación del evangelio de ayer (domingo). Es difícil elegir entre uno y otro. Por ello, preferimos comentar brevemente los dos (Jn 10,1-18). El discurso sobre el Buen Pastor trae tres comparaciones enlazadas entre sí:

1ª comparación: Jesús habla del pastor y de los ladrones (Jn 10,1-5)

2ª comparación: Jesús es la puerta de las ovejas (Jn 10,6-10)

3ª comparación: Jesús es el Buen Pastor (Jn 10,11-18)

• Juan 10,1-5: 1ª comparación: entrar por la puerta y no por otro lugar. Jesús inicia el discurso con la comparación de la puerta: «Quien no entra por la puerta sino por cualquier otra parte es un ladrón y un salteador. Quien entra por la puerta es el pastor de las ovejas.» En aquel tiempo, los pastores cuidaban del rebaño durante el día. Cuando llegaba la noche, llevaban las ovejas a un gran redil o corral comunitario, bien protegido contra ladrones y lobos. Todos los pastores de una misma región llevaban allí su rebaño. Un portero o guardián se ocupaba de todas las ovejas durante la noche. Al día siguiente, pronto por la mañana, el pastor llegaba, batía palmadas contra la puerta del redil y el guardián abría. El pastor entraba y llamaba a las ovejas por su nombre. Las ovejas reconocían la voz de su pastor, se levantaban y salían detrás de él para pastear. Las ovejas de los otros pastores oían la voz, pero no se movían, porque era una voz extraña para ellas. De vez en cuando, aparecía el peligro del asalto. Los ladrones entraban por un atajo o derribaban la valla del redil, hecha de piedras amontonadas, para robar las ovejas. Ellos no entraban por la puerta, pues estaba allí el guardián que las custodiaba.

• Juan 10,6-10: 2ª comparación: Jesús es la puerta. Los oyentes, los fariseos (Jn 9,40-41), no entendían lo que significaba «entrar por la puerta». Jesús entonces concluye: «Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes son ladrones y malhechores». ¿De quién está hablando Jesús en esta frase tan dura? Probablemente, se refería a los líderes religiosos que arrastraban a la gente detrás de sí y que, sin embargo, no respondían a las esperanzas de la gente. No estaban interesados en el bien del pueblo, pero sí en un su propio bolso y en sus intereses. Engañaban a la gente, y la dejaban sin un duro. Entrar por la puerta es lo mismo que actuar como actuaba Jesús. El criterio básico para discernir quién es pastor y quién es asaltante, es la defensa de la vida de las ovejas. Jesús pide al pueblo que no siga a las personas que se presentan como pastor, pero que no buscan la vida de la gente. Y aquí dice la frase que seguimos cantando hasta hoy: «He venido para que todos tengan vida, y ¡para que la tengan en abundancia!» ¡Este es el criterio!

• Juan 10,11-15: 3ª comparación: Jesús es el buen pastor. Jesús cambia la comparación. Antes, él era la puerta de las ovejas. Ahora es el pastor de las ovejas. Todo el mundo sabía lo que era un pastor y como vivía y trabajaba. Pero Jesús no es un pastor cualquiera, sino que es un ¡buen pastor! La imagen del buen pastor viene del AT. Diciendo que es el Buen Pastor, Jesús se presenta como aquel que viene a realizar las promesas de los profetas y las esperanzas del pueblo. Podemos leer, por ejemplo, la bellísima profecía de Ezequiel (Ez 34,11-16). Hay dos puntos en los que Jesús insiste: (a) En la defensa de la vida de las ovejas: el buen pastor da la vida por las ovejas. (b) En el mutuo reconocimiento entre pastor y ovejas: el Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen el pastor. Jesús dice que en la gente hay una percepción para saber quién es el buen pastor. Era esto que los fariseos no aceptaban. Ellos despreciaban las ovejas y las llamaban ‘pueblo maldito e ignorante’ (Jn 7,49; 9,34). Pensaban tener la justa mirada para discernir las cosas de Dios. En realidad estaban ciegos. El discurso sobre el Buen Pastor enseña dos reglas para poder curar este tipo bastante frecuente de ceguera: (i) Prestar mucha atención a la reacción de las ovejas, pues ellas reconocen la voz del pastor. (ii) Prestar mucha atención a la actitud de aquel que se dice pastor para ver si le interesa verdaderamente la vida de las ovejas, sí o no, y si es capaz de dar la vida por las ovejas.

• Juan 10,16-18: La meta a la que Jesús quiere llegar: un solo rebaño y un solo pastor. Jesús abre el horizonte y dice que hay otras ovejas que no son de este redil. Y ellas no oyeron la voz de Jesús, pero cuando la oigan, se darán cuenta de que él es el pastor y le seguirán. Es la dimensión ecuménica universal.

4) Para la reflexión personal

• Pastor-Pastoral. La pastoral en mi parroquia ¿imita la misión de Jesús – Pastor? Y en mi acción pastoral, ¿cuál es mi actitud? ¿Soy pastor como Jesús?

• ¿Has tenido ya la experiencia de haber sido engañado por un falso pastor? ¿Cómo procurar superarlo?

5) Oración final

Como anhela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a ver
el rostro de Dios? (Sal 42,2-3)

El que cree en mí, también hará las obras que yo hago

«No se turbe vuestro corazón»

Atravesamos tiempos distintos. Llevamos ya algunos años señalando que el mundo, la realidad que conocemos está transformándose y que no sabemos cómo alumbrar lo nuevo. Ahora, experimentamos profundos cambios que nos obligan no solo a certificar la novedad y gravedad de la situación, sino también a proyectar, a imaginar, a diseñar cómo queremos que estos cambios se produzcan. Los caminos no parecen estar abiertos y la construcción que necesitamos apenas son aún intuidas, pero hoy escuchamos de nuevo «No se turbe vuestro corazón». 

«Yo soy el camino, la verdad y la vida»

En el evangelio según Juan, Tomás y Felipe recogen muchas de las dudas que cualquiera de nosotros y nosotras siente ante un Jesús que les plantea un futuro, una posibilidad que va más allá de nuestra propia existencia y conocimiento. Jesús les dice que hay un solo camino: Sin embargo, ninguno de los dos discípulos siente que esté señalado y trazado con suficiente claridad. La respuesta de Jesús parece decir que no existen señales, que solo existe Él como recorrido y como modo de ser. Así, frente a las dudas y peticiones de Felipe la réplica es, sencillamente, «permanece».

Esta invitación a la cercanía, a la intimidad, a pasar mucho tiempo con Él es un recorrido que ha de ser transitado a lo largo de toda nuestra vida creyente. Quizá, en este tiempo experimentamos muchos cambios. Nuestras prácticas religiosas se han transformado y han pasado a ser virtuales. Nos preguntamos si esos caminos para mantener el aislamiento social y esas posibilidades espirituales que exploramos nos llevan a experimentar la vida comunitaria de la que brota la eucaristía.

Estamos ayunando de pan y de vino, pero aparecen otros senderos que nos están llevando a experimentar y a cuestionar muchas de nuestras verdades religiosas profundas. No se trata tan solo de cambios temporales en las prácticas eclesiales, sino de dudas más profundas acerca de dónde están esos verdaderos caminos para la redención humana. De nuevo a parecen dudas como las de Felipe y Tomás. Como brújula, como norte, disponemos tan solo de la búsqueda de la verdad, y al hacerlo, es posible, que también imitemos y realicemos nosotros buenas obras.

«Piedra de escándalo»

Cada día más, cada persona desde esta nueva situación que estamos viviendo, somo conscientes también de que hay muchas cosas por hacer, mucho dolor que reparar. Innumerables incertidumbres afloran en nuestras sociedades, comunidades predicadoras y en la propia Iglesia. El papa Francisco recurrió a la imagen de «Iglesia, hospital de campaña» para recordarnos cómo debíamos reaccionar ante un mundo enfermo de indiferencia y con periferias en las que habitan cada vez más personas.

Ahora, los temores crecen frente a las debilidades sociales, democráticas y eclesiales que presentan estas instituciones. Ante ellas cuestionamos los cimientos sobre los cuales hemos estado construyendo, nos preguntamos cuáles han sido los materiales elegidos y si los planos iniciales estuvieron siempre bien trazados. Según dice la carta de Pedro, formamos parte de la construcción de una casa espiritual y todos y todas somos responsables del sacerdocio santo y de los sacrificios que en ella se realizan. Ahora esta «casa espiritual» es la humanidad entera, la casa común que necesita, como en otros tiempos, ser reparada a fondo, y en medio, las palabras de Pedro nos invitan a buscar, de nuevo, la «piedra angular».

«Piedras vivas»

Quizá hemos sido sordos o hemos dejado que, como sucedía en las primeras comunidades, las lenguas y las formas de entender el seguimiento pudieran llegar a dividirnos. Sin embargo, el libro de los Hechos de los Apóstoles señala que tenían una certeza común y era que las viudas, debían ser atendidas. En eso no parecían tener dudas. Hoy las pobrezas, el dolor y desconsuelo de tantas gentes ha de ser también nuestra certeza común. Estamos experimentando un tiempo atención, de necesaria cercanía que ha aproximado nuestras vidas, y esperanzas de una manera diferente. No sabemos si dentro de unos meses seguiremos viviendo estos modos nuevos de solidaridad y proximidad, pero de lo que tenemos certeza es de que las personas vivimos solo a partir de cuidados, de tiempo regalado, de consuelo, de esperanza. Esta es nuestra fe, ser en el Espíritu, «piedras vivas».  

Dña. Montse Escribano

Comentario – Lunes IV de Pascua

Jesús dirige la palabra a los fariseos. Y recurre a la alegoría del pastor y las ovejas para describir las relaciones que han de establecer sus seguidores con él. En este pasaje se refiere sobre todo a la ‘puerta’ por la que se entra en el aprisco: El que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a las ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Entre el ‘pastor de las ovejas’ y el ‘salteador o bandido’ hay mucha diferencia. En primer lugar, el pastor usa la puerta para entrar en el lugar donde se encuentran las ovejas; la puerta se le abre sin dificultad porque es reconocido como pastor. Y el pastor no entra en el aprisco ni para robar ni para matar, sino para conducir a sus ovejas hacia los pastos abundantes. Con este fin las va llamando por su nombre, porque las conoce una a una, en su singularidad; las ovejas atienden a su voz porque reconocen en ella la voz de su pastor, una voz que les inspira confianza; la voz de los extraños, en cambio, despierta en ellas recelo y desconfianza y provoca un movimiento de huida. La voz del salteador o del ladrón es siempre la de un extraño. Éste no busca el bien de las ovejas, sino el suyo propio; no repara en el daño causado, porque persigue únicamente su propio interés; no le importan ni la dispersión, ni la substracción, ni la muerte de las ovejas; no le importan las ovejas. Como el guarda no le abriría la puerta, salta por la empalizada y provoca el desconcierto y el temor entre las ovejas. Éstas le huyen porque su voz les resulta desconocida.

Hasta aquí el discurso fluye con normalidad. Hasta los fariseos podrían dar su asentimiento. El problema surge en el momento en que se pone ‘rostro’ a los personajes de la alegoría, especialmente al «salteador» (ladrón y bandido); porque Jesús, desentrañando el significado de la metáfora, sentencia: Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Cualquiera hubiera esperado que se identificara con el pastor y no con la puerta. De hecho también lo hace. Pero aquí se compara con la ‘puerta’, confiriendo a la imagen un significado más trascendente al que podría deducirse de su condición de ‘pastor’; porque la puerta es la que permite entrar al pastor y tener un contacto natural con sus ovejas. La puerta sólo se abre para el pastor y para las ovejas, no para el ladrón ni para los lobos.

Desde estos presupuestos, el razonamiento de Jesús resulta lógico: Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharonYo soy la puerta: quien entre por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante. El «todos» no puede entenderse de un modo absoluto. ¿Es que no ha habido profetas, anteriores a él, que no han sido ladrones y bandidos, es decir, que no han buscado el bien de las ovejas? ¿Es que no ha tenido ‘precursores’ como Juan el Bautista que le han preparado el camino mesiánico? No parece que todos los venidos antes que él hayan sido malos pastores. Pero ¿han podido entrar por esta puerta, que es él mismo, para contactar con sus ovejas, siendo anteriores a él? En cierto modo sí. En la medida en que le preparan el camino, se convierten en sus precursores y usan la misma puerta de entrada que él. Podríamos pensar que han seguido un camino que desemboca en esa puerta que permite al pastor entrar en contacto con las ovejas y a las ovejas acceder a los pastos que dan la vida y otorgan la salvación; porque la puerta del aprisco es también la puerta de la salvación: quien entre por mí, se salvará; y la puerta que da acceso a los pastos que proporcionan la vida.

Ya hemos comentado a propósito del discurso del pan de vida que Jesús ofrece su carne como comida. Luego no es sólo la puerta que da acceso, sino el mismo pasto del que las ovejas se alimentan para tener vida. A juicio de san Juan, Jesús lo es todo en relación con las ovejas: su pastor, su puerta y su pasto. ¿Es concebible un pastor en la Iglesia de Cristo que no entre por él, es decir, que no haya sido hecho por él –por su imposición de manos o la de un sucesor suyo-, que no se haya imbuido de su doctrina o no refleje en su voz la voz del Buen Pastor, que no se haya configurado con él –con sus actitudes y estilo de vida-, que no comulgue con él y con sus criterios, que no comparta con él anhelos y esperanzas? Se trata de entrar por él para hacerle presente a él en nuestro mundo actual. Se trata también de que nuestro contacto con las ovejas se realiza a través de él, no persiguiendo otra cosa que el bien de las mismas. Y el bien a alcanzar por excelencia no es sino el de la salvación; pues es el único bien que nos substrae de todos los males. Ahí es donde nos encontraremos con la vida en todo su esplendor.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

53. Formación pastoral.

La formación permanente del Obispo se refiere también a la dimensión pastoral que se orienta a los otros aspectos de su formación y les confiere contenidos determinados y características precisas. El camino de la Iglesia que vive en el mundo pide al Obispo estar atento a los signos de los tiempos y actualizar los estilos y conductas, de manera que su acción pastoral sea más eficaz y responda a las exigencias de la sociedad.

La formación pastoral exige del Obispo el discernimiento evangélico de la situación sociocultural, momentos de escucha, de comunión y de diálogo con el propio presbiterio, sobre todo con los párrocos que, por su misión, pueden advertir con mayor sensibilidad los cambios y exigencias de la evangelización. Será precioso para el Obispo intercambiar con ellos experiencias, verificar métodos y evaluar nuevos recursos pastorales. La contribución y el diálogo con pastoralistas y expertos en las ciencias sociopedagógicas ayudará al Obispo en su formación pastoral, así como también el conocimiento y la profundización de las normas, textos y espíritu litúrgicos.

Los cuatro aspectos de la formación permanente, a saber, las dimensiones humana, espiritual, intelectual-doctrinal y pastoral, en su complementariedad, han de ser cultivados unitariamente por el Obispo; en efecto, toda la formación está orientada a un más profundo conocimiento del rostro de Cristo y a una comunión de vida del Obispo con el Buen Pastor, de modo que en su rostro los fieles contemplen las cualidades que son un don de la gracia y que en la proclamación de las Bienaventuranzas equivalen al autorretrato de Cristo: el rostro de la pobreza, de la mansedumbre y de la pasión por la justicia; el rostro misericordioso del Padre y del hombre pacífico y pacificador, constructor de paz; el rostro de la pureza de quien mira constante y únicamente a Dios y vive la compasión de Jesús con los afligidos; el rostro de la fortaleza y del gozo interior de quien es perseguido por causa de la verdad del Evangelio.

Homilía – Domingo V de Pascua

1.- Los nuevos compañeros de misión (Hch 6, 1-7)

La expansión geográfica y cultural del mensaje de Jesús requiere nuevos misioneros. En la visión de la obra lucana, aceptado como un hecho el retraso de la Parusía, la nueva venida de Jesús en gloria, el tiempo de la Iglesia ahonda en la nueva presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los discípulos.

Pero, una comunidad anclada en la historia y llamada a responder a los problemas nuevos que se dan en su seno y en su servicio a la misión; o, más precisamente: se dan en su seno a causa de su servicio a la misión.

La lectura de hoy refleja el inicio de una de aquellas grandes cuestiones de los primeros pasos del cristianismo: La relación mutua entre cristianos procedentes del ámbito geográfico-cultural palestino, en torno a Jerusalén; y los procedentes del ámbito geográfico-cultural helenista, en torno a Antioquia: «Las tensiones que la Iglesia libera en andadura/ son signos de la humana catadura/ que no empiece la fuerza de los dones».

Lucas da una importancia especial al ministerio de los Doce, en el tiempo de la continuidad: «Los apóstoles convocaron al grupo de los discípulos». Pero de aquella reunión, convocada por los apóstoles, emerge un nuevo ministerio, más lanzado a la misión: ¡os siete elegidos, que lo son, no sólo para el «servicio de las mesas», sino como auténticos nuevos misioneros para ambientes culturalmente nuevos.

 

2.- Todos somos piedras de un único edificio (IPe 2, 4-9)

Parece que el «elitismo vocacional» aparece pronto en las comunidades primitivas: ¿sólo algunos…, o todos? Si, como parece, la primera Carta de Pedro es una catequesis bautismal, la respuesta es: todos los bautizados: « piedras vivas entráis en la construcción del templo del Espíritu». Piedras vivas para la construcción de una comunidad que toda ella es «un sacerdocio sagrado», con una finalidad: «Ofrecer sacrificios espirituales» y con una seguridad: que «Dios los acepta por Jesucristo».

En un tono más directo, un apunte sobre la identidad d todos: «Vosotros sois una raza elegida, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios»… Y la misión común «Para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa».

Toda la comunidad, ministros y pueblo, con un solo apoyo: la piedra angular que es Cristo. La aceptación o e rechazo tienen siempre a Cristo como término. Entrar en su construcción es una gracia; el rechazarlo, un tropiezo.

3.- En Jesús, camino, verdad y vida (Jn 14, 1-12)

La comunidad de los discípulos se expande Requiere nuevas respuestas (primera lectura) y estar siempre repensando su propia identidad (segunda lectura), pero en medio de su movimiento expansivo, no olvida jamás la referencia que la construye Cristo-Jesús, resucitado pie angular del edificio del Espíritu (segunda lectura), y, para cada creyente «camino, verdad y vida» «Piedra angular, Palabra poderosa/ Verdad, camino, Vida desbordada/, Jesús, luz cenital, maravillosa»

La meta del camino el Padre En Él está Jesús y hacia É quiere conducir a los suyos Revelador del Padre, Jesús no sólo lo manifiesta, posibilita el acceso a Él «Convivir» con Jesús es tener «la propia estancia» en el misterio mismo de Dios Jesús «está en el Padre y el Padre está en él» Él es «mediador de una fe tan laboriosa/ que construye en el cielo mi morada»

Camino, verdad y vida

Dios anda entre pucheros… Las tensiones
que la Iglesia libera en su andadura,
son signos de la humana catadura,
que no empiece la fuerza de los Dones.

Tomás… Felipe… purgan sus pasiones:
la lógica —virtud de la cordura—…;
la experiencia sensible…, ¡tan segura
que descarta la fe y las mediaciones…!

Piedra angular, Palabra poderosa,
Verdad, Camino, Vida desbordada…
Jesús, luz cenital, maravillosa,

que triunfa del pecado y de la nada…,
Mediador de una fe tan laboriosa
que construye en el cielo mi morada.

 

Pedro Jaramillo

Jn 14, 1-12 (Evangelio – Domingo V de Pascua)

El camino de la verdad y de la vida

El evangelio de hoy de Juan, es uno de los discursos de revelación más densos de su obra. Está inserto en el testamento de Jesús a los discípulos en la última cena, que es un relato muy particular de este evangelista. Es un discurso de despedida. Aquella noche, entiende Juan, Jesús comunicó a los suyos las verdades más profundas de su vida, de su existencia y de su proexistencia (existir para otro). Jesús se propone, se auto-revela, como el camino que lleva a Dios; se presenta igual a Dios, igual a Dios que es Padre. El centro del mismo es la afirmación de Jesús como «camino, verdad y vida».

Ya sabemos que el camino es para andar y llegar a una meta; la vida es para vivirla, gustarla y disfrutarla; la verdad es para experimentarla como bondad frente a la mentira, que engendra desazón e infelicidad. En el mundo bíblico la verdad (emet) no es una idea, sino una realidad que se hace, se realiza, se lleva a la práctica. En el mundo de la filosofía helenista puede que la verdad sea algo más ideológico. Camino, verdad y vida, pues, son cosas concretas que se viven, que se hacen, que se experimentan. Estas son cosas que todos buscamos en nuestra historia: queremos caminos que nos lleven a la felicidad; amamos la verdad, porque la mentira es la negación del ser y de los bueno; queremos vivir, no morir, vivir siempre, eternamente.

Nadie puede llegar al Padre sino por Jesús (“por mi”). Los hombres buscan a Dios, necesitan a Dios; pero no a cualquier Dios, sino el Padre. Jesús lo ha revelado de esa forma y en ello ha empeñado su palabra y su vida: ésta es su verdad. San Juan, pues, está afirmando que no es posible experimentar a Dios sino por medio de Jesús. Muchos ha hablado del absolutismo joánico, lo que llama la atención desde le punto de vista cristológico, ya que el Jesús de los evangelios sinópticos no se expresaba así. Estamos de acuerdo que esta manera de hablar depende de los catequistas y teólogos de la comunidad joánica, no de palabras o “logia” reales de Jesús de Nazaret. Este absolutismo joánico se explica porque en este momento de la cena, de la despedida, del testamento o última voluntad, Jesús está revelando todo en beneficio nuestro, en beneficio de los que “son de la verdad” (Jn 18,37), como dirá a Pilato en el momento de ser juzgado. Escuchar su voz, es confiar en su palabra de vida .

A Jesús, lo propone San Juan, con estos conceptos tan consistentes como el que puede liberarnos en nuestra existencia agobiada y, a veces, no menos esquizofrénica. Podemos decir que esta alta teología joánica sobre quién es Jesús para la comunidad cristiana, es una propuesta de fe; pero no una propuesta de experiencias abstractas, sino de las realidades que buscamos siempre y en todas partes. El es el camino que nos lleva a Dios como Padre, porque de otro forma hubiera seguido siendo un Dios “desconocido” para nosotros. No basta con decir Dios, sino que esa intimidad con el Padre lo hace accesible para siempre. La cristología de Juan, pues, se “abaja” en el misterio de la paternidad de Dios para que no estemos desamparados y sin confianza. Un Dios, padre, que también es madre, hace la teología más humana y, desde luego, la fe más terapéutica y espiritual. Jesús se atrevió más que nadie, y precisamente por ello es la verdad de nuestra existencia cristiana y la vida de nuestra experiencia de fe.

1Pe 2, 4-9 (2ª lectura Domingo V de Pascua)

La comunidad viva en Cristo

La IIª Lectura (2,4-9) ofrece también una identidad, recurriendo a la teología de que todos los cristianos somos un pueblo de reyes, un pueblo sacerdotal, una nación consagrada. Acercarse a Jesús, el Señor que ha muerto por nosotros y ha resucitado para darnos la vida, significa que la religión cultual del judaísmo deja de ser elitista, para que podamos gozar de las prerrogativas de lo más santo y sagrado. Por eso nace un nuevo pueblo, una nueva comunidad santa y sacerdotal que entraña una plenitud espiritual y no cultual.

Sobre la imagen de la piedra “viva” se construye con piedras vivas una comunidad nueva que no necesita lo viejo. Es una nueva Sión, en que no es necesario un templo y una liturgia especial. Es la comunidad y cada uno de los bautizados como una liturgia vive de alabanza y acción de gracias.

Cada uno de los bautizados, pues, recibe una herencia personal y comunitaria. No se necesita, pues, nacer de estirpe sagrada, ni ser consagrado específicamente, para comunicarse con Dios, para sentir su salvación. Esta es una de las propuestas más importantes de la teología del pueblo de Dios que tenemos en el Nuevo Testamento. Ello nos lo ha ganado Jesús, que es la piedra vida y el fundamento de esa religión del pueblo de Dios verdadero.

Hch 6, 1-7 (1ª lectura Domingo V de Pascua)

Ministerios nuevos, según las necesidades

La 1ª Lectura es el texto que muestra la primera crisis de la historia del cristianismo primitivo: la elección de siete responsables para los cristianos que se habían convertido, provenientes de la diáspora del mundo helenista, que hablaban griego, que tenían otra mentalidad, otra cultura y otros planteamientos sobre las tradiciones religiosas del Israel. Se debe reconocer un cambio de rumbo, que sin duda marcara el futuro de los cristianos frente al judaísmo. No es así como lo presenta directamente Lucas, pero las consecuencias será inapelables.

Se han querido ver en este relato ciertas semejanzas con el momento del Éxodo de Egipto, cuando israelitas “aumentan” en número y con la travesía del desierto, en que los hijos de Israel “murmuran” por lo difícil e imposible del camino. Pero Dios va a dar su respuesta a todo ello, dándoles la libertad, así como el maná y el agua. Los Apóstoles piden a unos representantes de los “helenistas”, que mediante el don de la fe y del Espíritu, puedan llevar a cabo el servicio a sus hermanos, que no es un servicio social, sino espiritual y de predicación. También este es un ejemplo del “compartir” en la Iglesia primitiva.

No se trata simplemente de “diáconos” que sirven a las mesas de los pobres, aunque ésta era una de sus responsabilidades; se trata de representantes de los Apóstoles, de responsables directos de esta comunidad que habían tenido, sin duda, enfrentamientos con los cristianos que eran palestinos o hebreos. No es solamente la lengua materna lo que les diferencia, sino un mentalidad más renovada que busca una identidad futura para el movimiento de Jesús. Comienza así a perfilarse una decisión que posteriormente llevarán adelante Bernabé y Pablo, tras la muerte de Esteban, en la comunidad de Antioquía de Siria, donde los discípulos de Jesús recibieron, por primera vez, el nombre de «cristianos». Era necesaria esta respuesta, porque los discípulos de Jesús no podían mantenerse amparados en las tradiciones del judaísmo, de la ley y el templo, si no querían perder la identidad que Jesús les había ganado en la Pascua.

Comentario al evangelio – Lunes IV de Pascua

Parece ya cosa de los documentales de la 2. Un pastor. Que camina con sus ovejas: delante, guiando; en el centro del rebaño acompañando, o atrás para que ninguna se quede rezagada, cuidando de preñadas y paridas. Un pastor, que conoce a cada una por su nombre, su historia, sus orígenes. La imagen del pastor era muy conocida y querida por Jesús. Conocer y querer en él van de la mano. Como el pastor, que conoce y quiere.

Ese conocer-querer le lleva hasta dar la vida: el asalariado, que no es pastor y dueño, huye ante el peligro. El pastor, Buen Pastor, llega hasta dar la vida. Sin huidas, sin miedos: para que nadie haga estragos. Ese conocer-querer, en nosotros, hay veces que no pasa de un querer conocer.

En estos días de estar por casa repaso el amor que tengo, el amor que me tienen, el amor que Él me tiene. Y con ganas de salir a pastorear, a dejarme primerear. También en casa uno puede ser Buen Pastor. Y rezo

El Señor es mi pastor,
nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
junto a aguas de reposo me conduce.
El restaura mi alma;
me guía por senderos de justicia
por amor de su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo;
tu vara y tu cayado me infunden aliento.
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos;
has ungido mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia
me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor moraré por largos días.

Óscar Romano