II Vísperas – Domingo V de Pascua

II VÍSPERAS

DOMINGO V DE PASCUA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¿Qué ves en la noche,
dinos, centinela?

Dios como un almendro
con la flor despierta;
Dios que nunca duerme
busca quien no duerma,
y entre las diez vírgenes
sólo hay cinco en vela.

Gallos vigilantes
que la noche alertan.
Quien negó tres veces
otras tres confiesa,
y pregona el llanto
lo que el miedo niega.

Muerto le bajaban
a la tumba nueva.
Nunca tan adentro
tuvo al sol la tierra.
Daba el monte gritos,
piedra contra piedra.

Vi los cielos nuevos
y la tierra nueva.
Cristo entre los vivos
y la muerte muerta.
Dios en las criaturas,
¡y eran todas buenas! Amén.

SALMO 109: EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Ant. Resucitó el Señor y está sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Resucitó el Señor y está sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

SALMO 113A: ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO: LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO

Ant. Nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo. Aleluya.

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: LAS BODAS DEL CORDERO

Ant. Aleluya. Reina nuestro Dios, gocemos y démosle gracias. Aleluya.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
Su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Aleluya. Reina nuestro Dios, gocemos y démosle gracias. Aleluya.

LECTURA: Hb 10, 12-14

Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

RESPONSORIO BREVE

R/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

R/ Y se ha aparecido a Simón.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Me voy a prepararos sitio; volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Me voy a prepararos sitio; volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Aleluya.

PRECES

Oremos a Cristo, el Señor, que murió y resucitó por los hombres, y ahora intercede por nosotros, y digámosle:

Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración.

Cristo, luz y salvación de todos los pueblos,
— derrama el fuego del Espíritu Santo sobre los que has querido fueran testigos de tu resurrección en el mundo.

Que el pueblo de Israel te reconozca como el Mesías de su esperanza
— y la tierra toda se llene del conocimiento de tu gloria.

Consérvanos, Señor, en la comunión de tu Iglesia
— y haz que esta Iglesia progrese cada día hacia la plenitud que tú le preparas.

Tú que has vencido la muerte, nuestro enemigo, destruye en nosotros el poder del mal, tu enemigo,
— para que vivamos siempre para ti, vencedor inmortal.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Cristo Salvador, tú que te sometiste incluso a la muerte y has sido levantado a la derecha del Padre,
— recibe en tu reino glorioso a nuestros hermanos difuntos.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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La fuente de la paz

Hay personas que buscan la calma en la relajación, la práctica del yoga o del mindfulness. Y está bien. El cuidado integral de la persona requiere prácticas que relajen el cuerpo y acallen la mente. Sin embargo, la fuente real de la calma o de la paz es la comprensión experiencial de lo que somos.

En lenguaje teísta se habla de “creer en Dios”, en el sentido de “confiar”. En un sentido más amplio y en un lenguaje no religioso (universal), equivale a decir: “Confía en el fondo de lo real, confía en la vida”…

Ese “Fondo” último, como bien expresara el Maestro Eckhart, es a la vez nuestro propio Fondo. Cuando lo comprendemos, dejamos de vernos como el yo separado para reconocernos en nuestra verdadera identidad.

Parece que, por venir de donde históricamente venimos y por la propia naturaleza de nuestra mente, unido a la necesidad infantil de seguridad en alguien exterior (padre “todopoderoso”, madre…), el ser humano sueña con alguna presencia “exterior” protectora que le pueda aportar confianza, sobre todo en tiempos de incertidumbre o de angustia.

Eso explica que se haya vivido la religión en esa clave, en la espera de un “Padre todopoderoso” –que recuerda mucho al del sueño infantil– en quien confiar y a cuyo amparo acudir.

Por eso, al caer la idea de un Dios separado que habitara en otro “piso” superior –al ir descomponiéndose la creencia–, no pocas personas experimentan una sensación de soledad, como si hubieran quedado de pronto a la intemperie.

Sin embargo, si se lee bien, el propio texto ofrece la clave de comprensión: “Quien me ve a mí, ve al Padre”. El término “Padre” es una metáfora que apunta a ese Fondo inefable, que transciende la mente y la palabra. Y Jesús, hombre sabio, afirma que ese Fondo es lo que somos; que, miremos donde miremos, estamos viéndolo permanentemente.

Con todo ello, las palabras con que empieza el texto podrían “traducirse” de este modo: No perdáis la calma, comprended lo que sois. “Creer en Dios” equivale a confiar en el Fondo último de lo real; “creer en mí” es una invitación a reconocer en cada uno y cada una de nosotros lo que el propio Jesús reconocía en sí mismo.

Cuando comprendemos vivencialmente lo que somos, brilla “la paz que supera todo lo que podemos pensar” (Filp 4,7). Porque, como dijera el sabio chino Huanchu Daoren en el siglo XVII, “la calma en medio de la quietud no es verdadera calma; mantenerse tranquilo en medio de la turbulencia, esa es la verdadera calma. La felicidad en medio del bienestar no es verdadera felicidad; mantenerse feliz al enfrentar la adversidad, ese es el verdadero potencial de tu mente”.

¿He encontrado el “lugar” de la paz?

 

Enrique Martínez Lozano

Camino, Verdad y Vida

Estas palabras de Jesús forman parte de los discursos de despedida antes de su muerte. Cuando es pronunciado, el clima entre ellos era de máxima tensión y de espera incierta del desenlace. Era un momento paradójico, incomprensible pues tenían que sincronizar, por un lado, el mensaje del mandamiento del amor que acababan de escuchar con la decepcionante traición de Judas; por otro, el ejemplo radical del lavatorio de los pies con la predicción de la negación de Pedro. En medio de esta situación planteada, el Evangelio de Juan pone en escena a Jesús cuyas primeras palabras intentan situar a los oyentes en una posición de aliento y de nueva mirada: “no estéis angustiados, confiad en Dios y confiad en mí”. La angustia, el miedo, nos paralizan y nos permiten ver por una rendija la realidad y, a veces, bastante distorsionada. Jesús propone vivir desde la confianza profunda porque amplía el campo de visión y genera descanso y mayor lucidez. Lo contrario al miedo no es la valentía sino la confianza, la valentía es una consecuencia de esa confianza profunda en la energía vital y trascendente que todos tenemos. Buen mensaje para vivir así los tiempos que corren.

Pero Jesús quiere que demos un paso más como creyentes. Su discurso tiene una clara pretensión de revelar cómo es nuestro interior y cómo manejarlo para no convertir la fe en una creencia sino en una experiencia. Que no nos asustemos si nos asomamos a lo que hay dentro de nosotros y que lo podamos comprender. Dice que ahí está el Padre, es decir, el origen de nuestra existencia, la fuerza creadora que sostiene nuestra vida. Esa Presencia puede ser creíble a los ojos de los demás a través de las obras, de lo que somos, decimos, decidimos, omitimos, pensamos…Y nos propone mirarle de una manera nueva, mirarle como Camino, como Verdad y como Vida. Como Camino y no como un código ético que excluye a los no entran en esta ruta o a los que, creativamente, descubren nuevas formas de acceder a Él. Camino es una dirección que conduce a un horizonte y que es esencial saber adónde se va a llegar como comunidad humana. Ese horizonte nos habla de la plenitud, una plenitud bien aireada en este tiempo de Pascua. Como Verdad, es decir, como la conciencia humana de Dios, la evidencia en nuestra historia de que existe. No es una Verdad excluyente, todo lo contrario, es una Verdad liberadora y para todo el género humano. Como Vida, una vida que, como nos muestran los escritos joánicos, recorre las profundidades humanas y es eterna, ilimitada, nos une con la Divinidad y nos sostiene en cada momento de la existencia.

A veces, nos invade el pragmatismo cuando nos situamos ante el mensaje del Evangelio. Parece que siempre hay que sacar un compromiso, una forma de actuar, un acto para mejorar la vida. Mirarnos y mirar a Dios de una manera nueva es mucho más pragmático a largo plazo porque nos cambia desde dentro. Hoy recibimos una revelación que no tiene precio: somos prolongación de Jesús; como bien rezamos en el Credo, “de la misma naturaleza que el Padre”, de la misma esencia, compartiendo raíz, origen y horizonte. Esta es nuestra fuerza y nuestra nueva mirada.

FELIZ DOMINGO

Rosario Ramos

Comentario – Domingo V de Pascua

No perdáis la calma -hemos escuchado en el evangelio de san Juan-, creed en Dios y creed también en mí. La vida nos reserva muchos momentos en los que podemos perder la calma habitual: noticias alarmantes, sorpresas desagradables, amenazas para la propia vida o la de nuestros hijos, etc. Puede incluso que esa pérdida se convierta en un estado más o menos persistente, quizá enfermizo, de intranquilidad. En semejante situación, necesitamos recuperar la confianza. Sólo la confianza o su equivalente, la fe, puede hacernos recobrar la calma; pero una confianza suficientemente afianzada, que no se nos derrumbe con facilidad. Sólo Dios puede aportar esta firmeza a nuestra confianza, porque sólo Él está por encima de todo, sólo Él es Señor de toda circunstancia, por adversa que sea. Por tanto, creed en Dios en mí -nos dice Jesús-, que os he dado a conocer a este Dios y que os he hablado de Él precisamente para que os mantengáis confiados. Confiad en Dios y recuperaréis la paz, y mantendréis o recobraréis la calma.

Jesús se va. Ésta es la noticia que ha sembrado el desconcierto entre sus discípulos, haciéndoles perder la calma. Y es que hay despedidas que provocan este efecto, porque dejan huérfanos, o desvalidos, o solos. Pero el mismo Jesús que se despide, les devuelve la confianza, porque volverá: Me voy, pero volveré para llevaros conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros; pues también para vosotros hay sitio: En la casa de mi Padre hay muchas estancias.

El Padre tiene casa (quizá porque no se concibe vida, o ser vivo, sin estancia, ese dónde en el que el ser vivo vive, en el que su vida se desarrolla), no sólo para Él, sino para quienes no son Dios, para sus criaturas e hijos, para nosotros. Su casa es, pues, casa de acogida, en la que caben muchos, puesto que hay muchas estancias, todos aquellos a quienes Jesús prepara sitio: amigos, conocidos, discípulos, redimidos, quizá también recomendados. Esta casa, la casa en la que habita Dios que lo llena todo con su presencia amorosa, en la que Cristo nos espera, puesto que nos ha precedido, es el «lugar» del reposo, de la plenitud, de la paz sin turbaciones, de la vida sin deficiencias ni carencias, de la felicidad sin límites. Y como toda casa habitable, también ésta tiene su camino, la vía por la que se accede a ella.

Jesús da por supuesto que sus discípulos ya conocen este camino. Pero la pregunta de Tomás revela que aún lo ignoran: Si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Y es cierto; para saber qué camino seguir es preciso conocer el lugar al que se quiere llegar (la meta).

El lugar de destino, la casa del Padre, permanece en gran medida desconocido; aun así, el camino nos ha sido mostrado con claridad, porque el camino es el mismo Jesús en su existencia encarnada, humana. Jesús es camino con su enseñanza, pues su hablar y obrar iluminan nuestro camino de acceso a Dios; y lo es con su vida misma, pues su recorrido existencial es un camino a seguir para toda existencia humana. Su modo de vivir y de tratar a los demás, su modo de relacionarse con Dios, su modo de prescindir de cosas prescindibles, su modo de apreciar lo importante y de despreciar lo que no merece aprecio, su modo de afrontar la persecución y la muerte, es un camino imitable, un camino a seguir que conduce a Dios, es decir, a la Verdad y a la Vida, a la casa en la que habitan la Verdad y la Vida en su plenitud.

Porque Cristo es también la Verdad y la Vida; pero sólo lo es plenamente al final del camino, hecho el recorrido que nos lleva al Padre: Nadie va al Padre sino por mí -nos dice él-, porque él es el camino que conduce a la verdad y a la vida. Por eso es el camino verdadero, el que realmente conduce a la meta perseguida, esa meta en la que encontramos la verdad y la vida. ¿Y a qué otra cosa aspiramos que a encontrarnos con la verdad y la vida? Pues bien, nos encontraremos con ellas al encontrarnos con Dios, que es la Verdad y la Vida. Pero, puesto que el que ve a Jesús ve al Padre, el encuentro (y conocimiento) con Jesús será ya un anticipo provisional y limitado de nuestro encuentro con la Verdad y con la Vida. Que esto nos mantenga esperanzados.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

60. El principio del respeto de las competencias.

El Obispo, al conducir la Iglesia particular, actualizará el principio según el cual lo que otros pueden hacer bien el Obispo, ordinariamente, no lo tomará en sus manos; aún más, se muestra respetuoso de las legítimas competencias de los demás, concede a sus colaboradores las oportunas facultades y favorece las justas iniciativas de los fieles tanto individuales como asociadas. El Obispo considere su deber no sólo estimular, alentar e incrementar las fuerzas que operan en la diócesis, sino también coordinarlas, salvando siempre la libertad y los derechos legítimos de los fieles; así se evitan dispersiones dañosas, copias inútiles, discordias letales.

Cuando en el propio territorio diocesano se encuentren otras jurisdicciones eclesiásticas de tipo personal, o de rito latino (p. ej. ordinariatos militares, etc.), o de rito oriental, el Obispo diocesano respetará las competencias de las otras autoridades eclesiásticas y mostrará plena disponibilidad para una fecunda coordinación con ellas, en un espíritu de colaboración pastoral y de colegialidad afectiva.

Lectio Divina – Domingo V de Pascua

Yo soy el camino, la verdad y la vida
Una respuesta a las eternas preguntas del corazón del hombre
Juan 14, 1-12 

1. Oración inicial

 Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén. 

2. Lectura

a) Una clave de lectura:

Mientras haces la lectura, intenta escuchar como si estuvieras presente en aquel encuentro último de Jesús con sus discípulos/as. Escucha sus palabras como dirigidas a ti, hoy, en este momento.

b) Una división del capítulo 14 para ayudar a la lectura:

Juan 14, 1-12Jn 14, 1-4: ¡Nada te turbe!
Jn 14, 5-7. Pregunta de Tomás y respuesta de Jesús
Jn 14, 8-21: Pregunta de Felipe y respuesta de Jesús
Jn 14, 22-31: Pregunta de Judas Tadeo y respuesta de Jesús 

c) El texto:

1-4: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.»
5-7: Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
8-12: Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. 

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. 

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la reflexión personal.

a) ¿Qué palabras de Jesús te han llegado más al corazón? ¿Por qué?
b) ¿Qué huellas del rostro de Dios Padre, revelado por Jesús, aparecen en estos doce versículos?
c) ¿Qué nos revelan estos versículos sobre la relación de Jesús con el Padre?
d) ¿Qué nos dicen estos versículos sobre nuestra relación con Jesús y con el Padre?
e) ¿Cuáles son las «obras mayores» que podremos realizar según las palabras de Jesús?
f) Jesús dice: «En la casa de mi Padre hay muchas mansiones». ¿Qué significan estas afirmaciones hoy para nosotros?
g) ¿Qué problema o deseo aparece en las preguntas de Tomás y de Felipe? 

5. Una clave de lectura

para aquellos que quieran profundizar más en el tema. 

a) El Evangelio de Juan: un tejido hecho con tres hilos:

* La palabra texto quiere decir tejido. Así, el texto del evangelio de Juan es como un bonito tejido, hecho con tres hilos muy distintos y, al mismo tiempo, muy parecidos. Estos tres hilos se combinan tan bien entre ellos que nos confudimos y, a veces, ni siquiera percibimos cuándo se pasa de un hilo a otro.
a) El primer hilo: son los hechos de la vida de Jesús, acaecidos por el año 30 d.C y recordados por testigos oculares, las personas que han vivido con Jesús y que vieron las cosas que Él hizo y las palabras que enseñó. Es el Jesús histórico, conservado en los testimonios del Discípulo Amado (1 Jn 1, 1).
b) El segundo hilo: son los hechos y los problemas de la vida de las comunidades de la segunda mitad del siglo primero. Partiendo de la fe en Jesús y convencidas de la presencia del Resucitado en medio de ellas, las comunidades han iluminado estos hechos y problemas con las palabras y los gestos de Jesús. Así, por ejemplo, los litigios que tenían con los fariseos, acabaron por influir profundamente la narración y la transmisión de las discusiones entre Jesús y los fariseos.
c) El tercer hilo: son los comentarios hechos por el evangelista. En algunos pasajes, nos resulta difícil percibir cuándo Jesús deja de hablar y cuándo el evangelista comienza a hacer sus comentarios (Jn 2, 22; 3, 16-21; 7, 39; 12, 37-43; 20, 30-31). 

* En los cinco capítulos que describen la despedida de Jesús (Jn 13 al 17), se nota la presencia de estos tres hilos: aquél en el que Jesús habla, aquél en el que hablan las comunidades y aquél en el que habla el evangelista. En estos capítulos los tres hilos están entrelazados de tal modo que el conjunto se presenta como una composición de extraña belleza e inspiración, donde es difícil distinguir qué es de uno y qué es de otro. 

b) Los capítulos 13 al 17 del Evangelio de Juan:

* La larga conversación (Jn 13, 1 a 17, 26), que Jesús tuvo con sus discípulos en la última cena, en la vigilia de su prendimiento y muerte, es el Testamento que nos dejó. En él se expresa la última voluntad de Jesús respecto a la vida en comunidad de sus discípulos/as. Era una conversación amistosa, que quedó en la memoria del Discípulo Amado. Jesús, así quiere dar a entender el evangelista, quería alargar al máximo este último encuentro de amistad, momento de gran intimidad. Lo mismo sucede hoy. Hay modos y modos de conversar… Una conversación superficial que lanza palabras al aire y que revela el vacío de las personas, y hay una conversación que va profundamente al corazón. Todos nosotros, alguna vez, tenemos estos momentos para compartir amistosamente, lo cual ensancha el corazón y se convierte en fuerza cuando llega la dificultad. Ayuda a tener confianza y a vencer el miedo. 

* Estos cinco capítulos (Jn 13 a 17) son también un ejemplo de cómo la comunidad del Discípulo Amado catequizaban. Las preguntas de los tres discípulos, Tomás (Jn 14, 5), Felipe (Jn 14, 8) y Judas Tadeo (Jn 14, 22), eran también las preguntas de las comunidades de finales del siglo primero. Las respuestas de Jesús a los tres era un espejo en el que las comunidades encontraban una repuesta a sus dudas y dificultades. Así, nuestro capítulo 14 era (y aún es hoy) una catequesis que enseña a las comunidades cómo vivir sin la presencia física de Jesús. 

c) El capítulo 14, 1-12: Una respuesta a las eternas preguntas del corazón del hombre:

Juan 14, 1-4: Las comunidades preguntaban: «¿Cómo vivir en comunidad con ideas tan distintas?». Jesús responde con una exhortación: «¡No se turbe vuestro corazón! En la casa de mi Padre hay muchas moradas». La insistencia en tener palabras de ánimo que sirviesen de ayuda para superar las turbaciones y las divergencias, es signo de que debían existir tendencias muy distintas entre las comunidades, queriendo una ser más verdadera que la otra. Jesús dice: «¡En la casa de mi Padre hay muchas mansiones!». No es necesario que todos piensen de la misma forma. Lo que importa es que todos acepten a Jesús como revelación del Padre y que, por amor suyo, tengan actitudes de servicio y de amor. Amor y servicio son el cemento que pega entre sí los ladrillos de la pared y hace que las distintas comunidades se conviertan en una Iglesia sólida de hermanos y hermanas. 

Juan 14, 5-7: Tomás pregunta: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino? Jesús responde: «¡Yo soy el camino, la verdad y la vida!». Tres palabras importantes. Sin camino, no se camina. Sin verdad, no se acierta. ¡Sin vida, sólo hay muerte! Jesús explica el sentido. Él mismo es el camino, porque «Nadie va al Padre sino por mí». Ya que, Él es la puerta, por la que las ovejas entran y salen (Jn 10, 9). Jesús es la verdad, porque mirándole a él, vemos la imagen del Padre. «¡Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre!». ¡Jesús es la vida, porque caminando como Jesús ha caminado, estaremos unidos al Padre y tendremos la vida en nosotros! 

Juan 14, 8-11: Felipe pide: Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le responde: «¡El que me ha visto a mí, ha visto al Padre!». Felipe ha expresado un deseo que era el de muchas personas de la comunidad de Juan y continúa siendo el deseo de todos nosotros: ¿qué debo hacer para ver al Padre del que tanto habla Jesús? La respuesta de Jesús es muy bella: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre». No tenemos que pensar que Dios sea lejano, como alguien distante y desconocido. Quien quiera saber cómo es y quién es Dios Padre, le basta mirar a Jesús. ¡Él lo ha revelado en las palabras y en los gestos de su vida! «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí». Por su forma de ser Jesús revelaba un rostro nuevo de Dios que atraía al pueblo. A través de su obediencia, estaba totalmente identificado con el Padre. En cada momento hacía lo que el Padre le mostraba hacer (Jn 5, 30; 8, 28-29.38). ¡Por eso, en Jesús todo es revelación del Padre! ¡Y, los signos y obras que realiza son las obras del Padre! De la misma manera, nosotros, en nuestro modo de vivir y de compartir, tenemos que ser una revelación de Jesús. El que nos ve, tiene que poder ver y reconocer en nosotros algo de Jesús.
Lo que es importante meditar aquí es preguntarme: «¿Qué imagen me hago de Jesús?». ¿Soy como Pedro que no aceptaba un Jesús siervo y sufriente y quería un Jesús a su propia medida? (Mc 8, 32-33). ¿Soy como aquéllos que saben decir sólo?: «¡Señor! ¡Señor! (Mt 7, 21). ¿Soy como aquéllos que quieren sólo un Cristo celeste y glorioso y olvidamos a Jesús de Nazaret que caminaba con los pobres, acogía a los marginados, curaba a los enfermos, reinsertaba a los excluidos y que, por causa de este compromiso con el pueblo y con el Padre, fue perseguido y matado. 

Juan 14, 12La promesa de Jesús. Jesús afirma que su intimidad con el Padre no es un privilegio sólo de él, sino que es posible para todos nosotros que creemos en Él. A través de Él, podemos llegar a hacer las mismas cosas que Él hacía por el pueblo de su tiempo. Él intercederá por nosotros. Todo lo que le pedimos, él se lo pedirá al Padre y lo obtendrá, con tal que sea para servir (Jn 14, 13). 

6. Salmo 43 (42)

«Tu luz y tu verdad me guiarán por el camino»

Como anhela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a ver
el rostro de Dios?
Son mis lágrimas mi pan
de día y de noche,
cuando me dicen todo el día:
«¿Dónde está tu Dios?».
El recuerdo me llena de nostalgia:
cuando entraba en la Tienda admirable
y llegaba hasta la Casa de Dios,
entre gritos de acción de gracias
y el júbilo de los grupos de romeros.
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!
Me siento desfallecer,
por eso te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
a ti, montaña humilde.
Un abismo llama a otro abismo
en medio del fragor de tus cascadas,
todas tus olas y tus crestas
han pasado sobre mí.
De día enviará Yahvé su amor,
y el canto que me inspire por la noche
será oración al Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?,
¿por qué he de andar sombrío
por la opresión del enemigo?
Me rompen todos los huesos
los insultos de mis adversarios,
todo el día repitiéndome:
¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

Hazme justicia, oh Dios,
defiende mi causa
contra gente sin amor;
del hombre traidor
y falso líbrame.
Tú eres el Dios a quien me acojo:
¿por qué me has rechazado?,
¿por qué he de andar sombrío
por la opresión del enemigo?
Envía tu luz y tu verdad,
ellas me escoltarán,
me llevarán a tu monte santo,
hasta entrar en tu Morada.
Y llegaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría.
Te alabaré gozoso con la cítara,
oh Dios, Dios mío.
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío! 

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén

En Jesús podemos encontrar al Dios-Vida

Aunque Jn pone en boca de Jesús todo el discurso, en realidad se trata de reflexiones de la comunidad a través de muchos años de vivencia cristiana. Lo que se propone como futuro es ya presente para el que escribe y para aquella comunidad para la que se escribe. Pero este presente deja entrever un nuevo futuro que el Espíritu irá realizando. Se percibe la dificultad que tiene la comunidad de expresar su experiencia. Esta vivencia pascual está anclada en la presencia viva de Jesús, del Espíritu y del Padre. Los tres forman parte de una Realidad que les acompaña y les transforma.

Creed en Dios y creed también en mí. “Pisteuete eis”, no significa creer, en el sentido que damos hoy a esa palabra. Sería “creer” en sentido bíblico, es decir, poned vuestra confianza en… Jn utiliza esta construcción 30 veces, aplicada a Jesús. Solo en 12,44 y aquí pone como término a Dios, indicando claramente la identidad de ambas adhesiones. La confianza en Jesús y la confianza en Dios son la misma realidad. Si buscan a Dios, están en el buen camino, porque están con él. No tienen nada que temer porque Jesús les acercará al Padre con el que está identificado.

En el hogar de mi Padre hay muchas estancias. Jesús va al Padre para procurarles un tipo de relación con Dios, similar a la suya. No hay diferencia entre unas moradas y otras. No se trata de un lugar, sino del ámbito del amor de Dios. En el corazón de Dios, todos tienen cabida. También podía traducirse: en la familia de Dios hay sitio para todos. Todos los seres humanos están llamados a formar parte de la familia del mismo Dios. Jesús está en el seno del Padre y todos pueden sentirse allí.

Todo el lenguaje es mítico-simbólico. Me voy, me quedo, vuelvo, no se puede entender literalmente. Esta teología es clave para entender la marcha de Jesús y a la vez, su permanencia. Aunque la formulación es mítica, el mensaje sigue siendo válido. Hoy tendríamos que decir que la meta de todo está en Dios. Esa identificación con Dios es la que tenemos que descubrir y vivirla ya aquí. En Jesús, Dios ha manifestado su proyecto para el hombre, que se tiene que realizar en cada uno.

Yo soy Camino. Yo soy Verdad. Yo soy Vida. Sin artículo ni determinado ni indeterminado, porque lo que se quiere decir que está más allá de ambos. Se trata del texto más profundo de todo el evangelio. Camino, Verdad, Vida hacen referencia al Padre. No se pueden separar los conceptos. La Realidad a la que se refieren está más allá de tiempo y espacio. Se han dado infinidad de interpretaciones desde los primeros padres y siguen hoy los exégetas intentando desentrañar el significado del texto.

Jesús es Camino, que empieza y termina en Dios. En medio está Jesús, pero no significa espacio ninguno. Desde Dios hasta Dios no puede haber ningún trecho. Jesús es, como todo ser humano, un proyecto ya realizado, porque recorrió el camino que le llevó a la plenitud humana. Ese camino es el amor total que abarca toda su vida. Los que le siguen deben recorrer también ese camino, es decir, ir de Dios que es su origen hasta Dios que es la meta. En el AT el camino era la Ley. Jesús la sustituye por su persona.

Yo soy verdad, es decir soy lo que tengo que ser. No se trata de la verdad lógica sino de la verdad ontológica que hace referencia al ser. Jesús es auténtico, hace presente a Dios, que es su verdadero ser. Es lo que tiene que ser. Lo contrario sería ser falso. “Yo soy” es el nombre que se dio a sí mismo Dios en la zarza. Jn repite hasta la saciedad el “yo soy”. El complemento puede ser cualquiera: puerta, pastor, camino, vida, verdad, vid. Si descubro y vivo que Dios está identificado conmigo, ya lo soy todo.

Yo soy Vida, es decir, lo esencial de mi ser está en la energía (Dios) que hace que sea lo que soy. Recordad: «El Padre que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me coma, vivirá por mí.» Está hablando de la misma Vida que es Dios, que se le ha comunicado a él y que se nos comunica a nosotros. De la misma manera que no podemos encontrar la vida biológica independientemente de un ser que la posea, así no podemos encontrarnos con un Dios ahí fuera separado de un ser que lo manifieste.

Nadie va al Padre sino por mí. También se podía decir: a nadie viene el Padre si no es por mí. En c. 6 había dicho: “nadie viene a mí si el Padre no lo atrae”. Las dos ideas se complementan. Para el que nace del Espíritu, el Padre no es alguien lejano ni en espacio ni en tiempo, su presencia es inmediata. Hacerse hijo es hacer presente al Padre. La identificación con Jesús, hace al discípulo participar de la misma Vida-Dios. Ni el Padre tiene que venir de ninguna parte ni nosotros que ir. Él está ya en nosotros.

“Si llegáis a conocerme del todo, conoceréis también a mi Padre”. Una vez más se refleja el “ya, pero todavía no” de la primera comunidad. El seguimiento de Jesús es un dinamismo constante. No se trata de progresar en el conocimiento, sino en la comunión por amor. El conocimiento vivencial de Jesús, hará que el Padre se manifieste en el discípulo. Lo que pide Felipe es una teofanía como las narradas en el AT. Piensa que Jesús es un representante de Dios, no la presencia misma de Dios.

¿Cómo dices tú, muéstranos al Padre? Esta queja es una clara reflexión pascual. En su vida pública, sus seguidores no entendieron ni jota de lo que era Jesús. Felipe sigue separando a Dios del hombre. No ha descubierto el alcance del amor-Dios ni su proyecto sobre el hombre. No se han enterado de que Dios sólo es visible en el hombre. Desde esta perspectiva, Jesús podía decir: quien me ve a mí, ve a mi Padre. Y: si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre porque el Padre es más que yo. Seguimos cayendo en la trampa de querer ver a Dios de manera rotunda y segura.

“Las exigencias que os propongo no lo hablo por cuenta propia”. “Remata” no significa dicho o palabra sino propuesta, exigencia realizada y manifestada a través de la vida. Fíjate que a continuación habla de obras: “el Padre que permanece en mí, él mismo hace las obras”. Y a continuación: “si no me creéis a mí, creed a las obras”. Las obras son la manifestación de que Dios está en Jesús. El Padre ejerce su actividad creadora a través de Jesús. Él, a partir de su propia experiencia, propone las “exigencias” que Dios le pide a él. Jesús, a través de sus obras, realiza el designio creador.

Meditación

Jesús descubrió el camino que le llevo a su Centro.
Ese Centro fue su Verdad y allí encontró la Vida,
la misma VIDA de Dios que se le comunica.
Tengo que encontrar mi propio camino,
que me llevará también al mismo Centro.
En él encontraré mi Verdad, que me dará la misma Vida.

Fray Marcos

La misa del domingo: misa con niños

DOMINGO V DE PASCUA (A)
“Jesús, el Camino”

10 de mayo de 2020

(Sigue la adaptación de la celebración de la eucaristía a la situación que se está viviendo y que pide la oración en casa, en familia. Adaptaremos todo a las posibilidades que tengamos.

  • Para mostrar cierta continuidad en la temática de las lecturas de estos domingos podemos hacer ver que el domingo pasado Jesús se nos mostraba como “un buen pastor”, como “la puerta” por la que pasan las ovejas. Hoy se nos presenta como “el camino”.
  • Un signo para la celebración: una brújula, u otro sistema actual de orientación y señalización, o aplicación en el móvil, para significar el camino que hay que seguir.
  • Canción para la celebración: “Conmigo puedes contar”.

     

1. MOTIVACIÓN

Amigos: La luz de la primavera se cuela en nuestras casas. Jesús Resucitado nos dirá hoy en el evangelio que Él es el camino, la verdad y la vida. Por eso sentimos una gran alegría. Bienvenidos.

2. CANTO “La fiesta del Señor” (Erdozain).

Aleluya, aleluya, es la fiesta del Señor.
Aleluya, aleluya, el Señor resucitó (bis).
Ya no hay miedo, ya no hay muerte;
ya no hay penas que llorar;
porque Cristo sigue vivo,
la esperanza abierta está.
Cuando un hombre a tu lado
ya no sabe caminar.
No le dejes de la mano,
dale tu felicidad.

3. SALUDO DEL SACERDOTE Y MOTIVA EL PERDÓN

4. PETICIÓN DE PERDÓN

1.- Porque no seguimos el camino que nos lleva a ti. Señor, ten piedad.

2.- Porque no escuchamos la verdad que se nos dice en casa o en colegio. Cristo, ten piedad.

3.- Porque no cuidamos la vida de la naturaleza, de las personas y de nosotros mismos. Señor, ten piedad.

5. PRIMERA LECTURA (Hechos de los Apóstoles 6, 1-7)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles:

En aquellos días, al crecer el número de los que seguían a Jesús, algunos se quejaron de que no eran bien atendidos por los apóstoles. Por eso, los apóstoles convocaron a los discípulos y les dijeron:

No nos parece bien que dejemos de explicar y predicar la Palabra de Dios para dedicarnos a la administración de las cosas y asuntos de cada día. Por eso, escoged de entre vosotros a siete personas buenas y les encargaremos de estas tareas.

La propuesta les pareció bien a todos. Les presentaron a los apóstoles a estos elegidos y los apóstoles les impusieron las manos como señal de que eran enviados por el Señor.

Palabra de Dios.

2

6. CANTO: “Resucitó” (Kilo A.)

Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya, resucitó.
La muerte, ¿dónde está la muerte?
¿dónde está mi muerte?
¿dónde su victoria?

Alegría, alegría hermanos,
que si hoy nos queremos es que resucitó.

7. EVANGELIO (Juan 14, 1-12). “Yo soy el camino y la verdad y la vida”

NARRADOR: Lectura del santo evangelio según san Juan. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

JESÚS: Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.

NARRADOR: Entonces le dijo Tomás

TOMÁS: Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

NARRADOR: Jesús, que siempre contestaba las preguntas y dudas de Tomás, le dijo

JESÚS: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»

NARRADOR: Al escuchar a Jesús Felipe le dijo:

FELIPE: Señor, muéstranos al Padre y nos basta.

NARRADOR: Jesús contestó:

JESUS: Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mi? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme, yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.

Palabra del Señor

8. COMENTARIO

  • Jesús es el camino. Hay caminos que no nos llevan a la felicidad: riñas, peleas, egoísmo… Jesús sí que es un buen camino.
  • Jesús es la verdad. Frente a tantas mentiras y engaños que se dicen en nuestro ambiente El cristiano sabe que tiene que decir la verdad.
  • Jesús es la vida. Hay muerte a nuestro alrededor. Jesús nos quiere animando todo aquello que habla de vida.

9. ORACION DE FIELES. PETICIONES

1.- Para que el Señor nos ayude a seguir su camino, a decir la verdad y amar la vida. Roguemos al Señor.

2.- Por las familias que sufren por cualquier motivo en estos meses difíciles. Roguemos al Señor.

3.- Para que todos procuremos ayudar a quienes más lo necesitan. Roguemos al Señor.

4.- Para que siga habiendo catequistas y animadores de los grupos juveniles y de formación y tiempo libre. Roguemos al Señor.

12. ACCIÓN DE GRACIAS. (Canto: “Conmigo puedes contar”). U otra canción apropiada en sentido de Jesús como camino. También se puede leer, entre dos niños, esta oración:

Jesús
Eres camino Eres verdad Eres vida
Eres amor
Eres esperanza Eres alegría

Eres amigo
Eres buen pastor
Eres Palabra
Eres alimento
Eres camino, verdad y vida

13. PARA LA VIDA

(Se puede recordar que el próximo viernes, 15 de mayo, comienza la Novena de María Auxiliadora. Hacerla en casa, o si se puede acudir a la iglesia).

Esperanzados

Desde el inicio de la crisis del coronavirus y del estado de alarma se han visto y difundido frases como “todo irá bien”, “todo va a salir bien”. Son frases que quieren hacer llegar un mensaje de ánimo y optimismo; pero a medida que han pasado las semanas y se ha ido incrementando el número de contagiados y fallecidos, junto con las duras consecuencias económicas que esta crisis está provocando, ya no resulta tan fácil mantener el optimismo. Como dijo el Papa Francisco en su homilía de la Vigilia Pascual: “Todo irá bien, decimos constantemente estas semanas, aferrándonos a la belleza de nuestra humanidad y haciendo salir del corazón palabras de ánimo. Pero, con el pasar de los días y el crecer de los temores, hasta la esperanza más intrépida puede evaporarse”. Quisiéramos creer que todo saldrá bien, pero…

Aunque estamos ya en el quinto domingo de Pascua, anímicamente nos podemos sentir todavía “en el Sábado Santo”: Jesús ha muerto y, como indicó el Papa Francisco en su homilía de la Vigilia Pascual: “Nos vemos reflejados en los sentimientos de las mujeres durante aquel día. Como nosotros, tenían en los ojos el drama del sufrimiento, de una tragedia inesperada que se les vino encima demasiado rápido. Vieron la muerte y tenían la muerte en el corazón. Al dolor se unía el miedo, ¿tendrían también ellas el mismo fin que el Maestro? Y después, la inquietud por el futuro, quedaba todo por reconstruir. La memoria herida, la esperanza sofocada”.

La crisis del coronavirus y sus consecuencias “desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades” (oración 27 de marzo de 2020), y por eso nos resultan insuficientes los mensajes de ánimo.

En unos Ejercicios Espirituales, el director dijo una frase que se me quedó grabada: “El cristiano no debe ser optimista, debe ser esperanzado”. Y ésa es la llamada que el Señor Resucitado nos hace especialmente en el tiempo de Pascua de este año.

Como escribió el Papa Benedicto XVI en Spe salvi: “en las pruebas verdaderamente graves (…) es necesaria la verdadera certeza, la gran esperanza (39). Y la verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando «hasta el extremo»”. (27)

Y el Papa Francisco lo repitió en la Vigilia Pascual, la noche que celebramos la resurrección de Cristo, que da sentido a nuestra fe y nuestra vida: “En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia, con una sonrisa pasajera. No. Es un don del Cielo, que no podíamos alcanzar por nosotros mismos (…) La esperanza de Jesús es distinta, infunde en el corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien, porque incluso hace salir de la tumba la vida”.

De ahí que, en este quinto domingo de Pascua, en el que quizá no experimentamos todavía la Resurrección de Cristo, Él nos dirige las palabras que hemos escuchado en el Evangelio: No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí… Yo soy el camino y la verdad y la vida.

Para que creamos en Él, Jesús quiso pasar por la muerte de Cruz, y vencer así toda muerte y toda cruz. Por eso en este tiempo, “donde estamos sufriendo, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado”. (oración 27 de marzo de 2020)

Cristo, muerto en la Cruz y Resucitado, es el camino, la verdad y la vida para toda la humanidad Y esta esperanza que hemos encontrado en Él se nos tiene que notar y la tienen que notar. Como dijo el Papa Francisco: “Es otro “contagio”, que se transmite de corazón a corazón, porque todo corazón humano espera esta Buena Noticia. Es el contagio de la esperanza. No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo” (Bendición Urbi et Orbi).

Cristo Resucitado es el fundamento de nuestra esperanza, y “es necesario que se contagie esta esperanza que se nos ofrece en la Pascua y trabajemos juntos unos por otros y con otros en el próximo futuro” (Mons. A. Cañizares, carta 17-4-20). Para no ser simplemente optimistas sino esperanzados, y contagiar esperanza, dirijámonos al Señor con fe y confianza, con la oración que el Papa Francisco nos ofreció en la Vigilia Pascual: “Ven, Jesús, en medio de mis miedos, y dime también: “Ánimo”. Contigo, Señor, seremos probados, pero no turbados. Y, a pesar de la tristeza que podamos albergar, sentiremos que debemos esperar, porque contigo la cruz florece en resurrección, porque Tú estás con nosotros en la oscuridad de nuestras noches, eres certeza en nuestras incertidumbres, Palabra en nuestros silencios, y nada podrá nunca robarnos el amor que nos tienes”.

Comentario al evangelio – Domingo V de Pascua

Somos linaje elegido, nación consagrada, pueblo de Dios

      Está avanzado ya el tiempo de Pascua y conviene que los cristianos tengamos una idea clara de nuestra identidad más profunda. A veces, de tanto caminar por los días de diario y los trabajos de cada cual, se nos olvida que hemos sido elegidos como portaestandartes de una bandera que no es sólo para nosotros sino para toda la humanidad. En Cristo Jesús resucitado somos todos sacerdotes que celebramos la acción de gracias por la salvación que Dios ha regalado al mundo. Así es como construimos el reino de Dios. Porque los sacrificios que ofrecemos no son como los de la Antigua Alianza –holocaustos de carneros y toros– sino la entrega de nuestras vidas al servicio del Reino de Dios, comprometidos en formar ya aquí la familia de Dios, donde reina la verdad, el amor y la justicia. 

      Eso es lo que los cristianos somos por nuestro Bautismo. El desafío está en llegar a ser en la vida real lo que ya somos en la presencia de Dios. Nuestra llamada consiste en llevar a la práctica de cada día ese amor con el que Dios nos amó en Jesús y que nos transformó en “pueblo elegido y nación consagrada”. Para llegar a nuestra meta, el evangelio de hoy nos muestra el camino: el mismo Jesús que dice de sí mismo que es “el Camino, la Verdad y la Vida”. A los apóstoles les costó comprender que mucho más importante que aprender unas verdades era seguir a Jesús. Les costó comprender que no se trataba de aprender teología sino de encontrarse con Jesús y dejarle que fuese el guía que les llevase hasta el Reino del Padre. No había más camino que seguir sus huellas. Hoy nos tenemos que decir lo mismo: ser cristiano es seguir las huellas de Jesús, comportarnos como él lo haría, amar a nuestros hermanos y hermanas hasta darlo todo, como él hizo. 

      Hacer eso en la vida cotidiana no siempre es fácil. Hoy enfrentamos problemas y situaciones que no tienen nada que ver con las que enfrentaron Jesús o los apóstoles. Pero ése es precisamente nuestro desafío: encontrar soluciones creativas, en línea con el Reino, a los problemas que nos encontremos. Como hicieron los apóstoles en la primitiva iglesia, al ver que un grupo de la comunidad, las viudas de los “griegos”, no recibían la atención que debían. Inmediatamente solucionaron el problema creando un grupo que las atendiese: los diáconos. Así tenemos que ejercer nuestro seguimiento de Jesús: tratando de ofrecer soluciones a los problemas que nos encontramos, preguntándonos siempre: ¿qué haría Jesús en una situación como ésta? Y dejándonos llevar por el Espíritu. Hasta encontrar las formas y los modos concretos que nos lleven a expresar de la forma más eficaz posible el amor por los hermanos y hermanas, especialmente por los más necesitados. 

Para la reflexión

      ¿Hay personas en nuestra parroquia, comunidad o familia que se quedan sin atender, que sufren sin que nadie les haga caso ni ayude? ¿Qué podemos hacer para estar cerca de ellos y aliviar sus sufrimientos? ¿No es ésa la mejor forma de seguir a Jesús, camino, verdad y vida?

Fernando Torres, cmf