Vísperas – San Matías

VÍSPERAS

SAN MATÍAS, apóstol

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Benditos son los pies de los que llegan
para anunciar la paz que el mundo espera,
apóstoles de Dios que Cristo envía,
voceros de su voz, grito del Verbo.

De pie en la encrucijada del camino
del hombre peregrino y de los pueblos,
es el fuego de Dios el que los lleva
como cristos vivientes a su encuentro.

Abrid pueblos, la puerta a su llamada,
la verdad y el amor son don que llevan;
no temáis, pecadores, acogedlos,
el perdón y la paz serán su gesto.

Gracias, Señor, que el pan de tu palabra
nos llega por tu amor, pan verdadero,
gracias, Señor, que el pan de vida nueva
nos llega por tu amor, partido y tierno. Amén.

SALMO 115: ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO

Ant. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas. Aleluya.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas. Aleluya.

SALMO 125: DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA

Ant. Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. Aleluya.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. Aleluya.

CÁNTICO de EFESIOS: EL DIOS SALVADOR

Ant. Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. Aleluya.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. Aleluya.

LECTURA: Ef 4, 11-13

Cristo ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

RESPONSORIO BREVE

R/ Contad a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya.
V/ Contad a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya.

R/ Sus maravillas a todas las naciones.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Contad a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os ha elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os ha elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. Aleluya.

PRECES

Hermanos, edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Padre santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
— haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,
— haz que el evangelio sea proclamado a toda la creación.

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
— danos también a nosotros sembrar tu semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia.

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
— haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que has sentado a tu Hijo a tu derecha, en el cielo,
— admite a los difuntos en tu reino de felicidad.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que quisiste agregar a san Matías al colegio de los apóstoles, concédenos, por sus ruegos, que podamos alegrarnos de tu predilección al ser contados entre tus elegidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – San Matías

1) Oración inicial

Señor Dios todopoderoso, que, sin mérito alguno de nuestra parte, nos has hecho pasar de la muerte a la vida y de la tristeza al gozo; no pongas fin a tus dones, ni ceses de realizar tus maravillas en nosotros, y concede a quienes ya hemos sido justificados por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 15,9-17
Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor.
10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
11 Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.
12 Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
15 No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
16 No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.
17 Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.»

3) Reflexión

• La reflexión sobre la parábola de la vid comprende los versículos de 1 a 17. Ayer meditamos los versículos de 1 a 8. Hoy meditamos los versículos de 9 a 11. Pasado mañana, el evangelio del día salta los versículos de 12 a 17 y empieza desde el versículo 18, que habla de otro tema. Por esto, incluimos hoy un breve comentario de los versículos de 12 a 17, pues en estos versículos despunta la flor y es aquí donde la parábola de la vid muestra toda su belleza.

• El evangelio de hoy es de apenas tres versículos, que dan continuidad al evangelio de ayer y arrojan más luz para aplicar la comparación de la vid a la vida de las comunidades. La comunidad es como una vid. Pasa por momentos difíciles. Es el momento de la poda, momento necesario para que produzca más fruto.

• Juan 15,9-11: Permanecer en el amor, fuente de la perfecta alegría. Jesús permanece en el amor del Padre observando los mandamientos que de él recibió. Nosotros permanecemos en el amor de Jesús observando los mandamientos que él nos dejó. Y debemos observarlos del mismo modo que él observó los mandamientos del Padre: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.” Y en esta unión de amor del Padre y de Jesús está la fuente de la verdadera alegría: “Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado”.

• Juan 15,12-13: Amar a los hermanos como él nos amó. El mandamiento de Jesús es uno solo: «¡amarnos unos a otros como él nos amó!» (Jn 15,12). Jesús supera el Antiguo Testamento. El criterio antiguo era: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 18,19). El nuevo criterio es: «Amaros unos a otros como yo os he amado”. Aquí Jesús dice la frase: «¡No hay amor más grande de aquel que da la vida para sus hermanos!»

• Juan 15,14-15 Amigos y no siervos. «Seréis mis amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”, a saber, la práctica del amor hasta el don total de sí. En seguida, Jesús coloca un ideal altísimo para la vida de los discípulos y de las discípulas. Y les dice: » No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer». Jesús no tenía secretos para sus discípulos y sus discípulas. Todo lo que ha oído del Padre nos lo cuenta. Es éste el ideal bonito de la vida en comunidad: llegamos a la total transparencia, al punto de no tener secretos entre nosotros y de podernos confiar totalmente el uno en el otro, de podernos compartir la experiencia que tenemos de Dios y de la vida y, así, enriquecernos mutuamente. Los primeros cristianos conseguirán realizar este ideal durante algunos años. Ellos «eran un solo corazón y una sola alma» (He 4,32; 1,14; 2,42.46).

• Juan 15,16-17: Fue Jesús quien nos eligió. No fuimos nosotros quienes elegimos a Jesús. Fue él quien nos encontró, nos llamó y nos dio la misión de ir y de dar fruto, fruto que permanezca. Nosotros necesitamos de él, pero también él quiere precisar de nosotros y de nuestro trabajo para poder continuar haciendo hoy lo que él hizo para el pueblo de Galilea. La última recomendación: «¡Esto os mando: que os améis unos a otros!»

• El Símbolo de la Vid en la Biblia. El pueblo de la Biblia cultivaba viñas y producía un buen vino. La recogida de la uva era una fiesta, con cantos y danzas. Fue de allí que tuvo origen el canto de la viña, usado por el profeta Isaías. El compara el pueblo de Israel con una viña (Is 5,1-7; 27,2-5; Sal 80,9-19). Antes de él, el profeta Oseas ya había comparado a Israel con una viña exuberante que cuanto más frutos producía, más multiplicaba sus idolatrías (Os 10,1). Este tema fue también utilizado por Jeremías, que comparó Israel a una viña bastarda (Jer 2,21), de la que iban a ser arrancados los ramos (Jer 5,10; 6,9). Jeremías usa estos símbolos porque él mismo tuvo una viña que fue pisada y devastada por los invasores (Jer 12,10). Durante el cautiverio de Babilonia, Ezequiel usó el símbolo de la vid para denunciar la infidelidad del pueblo de Israel. Contó tres parábolas sobre la vid: a) La vid quemada que ya no sirve para nada (Ez 15,1-8); b) La vid falsa plantada y protegida por dos aguas, símbolos de los reyes de Babilonia y de Egipto, enemigos de Israel (Ez 17,1-10). c). La vid destruida por el viento oriental, imagen del cautiverio de Babilonia (Ez 19,10-14). La comparación de la vid fue usada por Jesús en varias parábolas: los trabajadores de la viña (Mt 21,1-16); los dos hijos que deben trabajar en la viña (Mt 21,33-32); los que alquilaron una viña, no pagaron el dueño, espantaron a sus siervos y mataron a su hijo (Mt 21,33-45); la higuera estéril plantada en la viña (Lc 13,6-9); la vid y los sarmientos (Jn 15,1-17).

4) Para la reflexión personal

• Somos amigos y no siervos. ¿Cómo vivo esto en mi relación con las personas?
• Amar como Jesús nos amó. ¿Cómo crece en mí este ideal de amor?

5) Oración final

Cantad a Yahvé, bendecid su nombre!
Anunciad su salvación día a día,
contad su gloria a las naciones,
sus maravillas a todos los pueblos. (Sal 96,2-3)

La amistad se fortalece con la caridad (amistad)

No hay amistad verdadera sino entre aquellos que Tú aúnas entre sí por medio de la caridad (San Agustín, Confesiones, 4).

Si una desatención, un perjuicio en los intereses, la vanagloria, la envidia, o cualquier otra cosa semejante, bastan para deshacer la amistad, es que esa amistad no dio con la raíz sobrenatural (San Juan Crisóstomo, Hom. sobre S. Mateo, 60).

Cuando encuentro a un hombre inflamado por la caridad cristiana y que por medio de ella se ha hecho mi amigo fiel, los planes y pensamientos que le confío, no los confió sólo al hombre, sino a Aquel en quien él vive para ser así. Dios es amor, y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él (San Agustín, Carta, 73).

Esta paz no se logra ni con los lazos de la más íntima amistad ni con una profunda semejanza de carácter, si todo ello no está fundamentado en una total comunión de nuestra voluntad con la voluntad de Dios. Una amistad fundada en deseos pecaminosos, en pactos que arrancan de la injusticia y en el acuerdo que parte de los vicios nada tiene que ver con el logro de esta paz (San León Magno, Sermón 95, sobre las bienaventuranzas).

Comentario – San Matías

Decía Jesús a sus discípulos: Este es mi mandamiento –como si no hubiera otro-: que os améis unos a otros como yo os he amadoNadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Parece un contrasentido proponer el amor como un mandamiento: mandar amar. Pero ¿no es el amor algo que surge espontáneamente por razón del valor del objeto amado y de la unión (parentesco, amistad, enamoramiento, filiación) que nos mantiene ligados a ese objeto? Puede que sea así; no obstante, hasta ese amor necesita del refuerzo de la voluntad para su salvaguarda, mantenimiento y acrecentamiento, voluntad en la re-valorización del objeto amado y en el reforzamiento de la unión existente con el mismo. Y tratándose de un amor tan exigente con el de Jesús, amor oblativo y hasta el extremo, el papel de la voluntad es inexcusable: uno tiene que querer amar en este modo; uno tiene que proponerse realmente amar como Cristo nos ha amado; y aún así, no le será posible amar en este modo sin la ayuda del que lo manda.

Ya el mandato es una ayuda –no sólo una indicación conductual o un imperativo-; pero al mandato debe unirse la motivación y la fuerza impulsora. ¿Por qué amar en este modo que implica tantas renuncias? Todo amor implica renuncias y posesiones; pero este amor, el más grande, supone la donación de la entera vida. Así nos ha amado Jesús. Hay diferentes tipos de amor, pero en todos ellos se da y se recibe vida; en realidad, sólo se puede dar lo que antes se ha recibido. El amor también es siembra y la siembra es siempre producto de una cosecha. Se siembra de lo que se ha recogido y se recoge de lo que se ha sembrado. Y en el amor nunca se puede perder de vista el bien:

La recompensa del amor –hasta del más desinteresado- es un beneficio tanto para el amante como para el amado, puesto que el bien del amado es también bien del amante. El amante que da la vida por el amado experimenta esta donación como un bien para sí mismo, aunque le suponga una gran pérdida en su vida. En realidad, la reciprocidad del amor hace del amado amante y del amante amado. Y el amor más grande es el que se revela en la donación de la propia vida por los amigos, o incluso por los enemigos, a quienes se quiere transformar en amigos en virtud del poder transformante del mismo amor. Esto es lo que nos dice san Pablo que hizo Jesús: entregar su vida también por sus enemigos, incluidos los que le arrebataban la vida: Padre –decía-, perdónalos porque no saben lo que hacen. Nosotros estaremos entre sus amigos si hacemos lo que nos manda, es decir, si sintonizamos con su voluntad o si tenemos en cuenta su querer en diferentes modos manifestado: no un querer arbitrario y egoísta, sino un querer que persigue exclusivamente nuestro bien.

Pero lo que nos hace amigos de Jesús no es en primer término el cumplimiento de sus mandatos o la atención a su voluntad, sino otra cosa que no depende de nosotros sino de aquel que decide incorporarnos a su amistad. Prestemos atención a sus palabras: Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. Llama «amigos» a los que ha hecho partícipes de su propia intimidad, como nosotros, que consideramos amigos a los que comparten muchas cosas de nuestra vida más íntima o personal. La amistad es concebida, pues, como un grado de participación en la propia vida.

Y eso se produce con la comunicación; en el caso de Jesús, dando a conocer a sus discípulos y amigos su experiencia de relación –lo que ha oído- con su Padre, lo más íntimo que hay en él. Si la amistad con Jesús depende de esta comunicación personal, no podremos ser amigos suyos si no se da tal comunicación y, por tanto, si no nos elige para compartir con él su intimidad. De ahí que diga: No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. La elección como amigos no se queda en la simple incorporación a un círculo de amistad; tiene como objetivo la fructificación y con ella la cosecha de nuevos amigos para él. La relación con él es tan estrecha y necesaria –como la del sarmiento con la vid- que sin ella no es posible la fructificación cristiana. La elección nos capacita y nos destina para dar fruto y para que ese fruto sea duradero. Hay frutos humanos muy duraderos (una teoría científica, una filosofía, una obra maestra de literatura, una catedral, una sinfonía, una obra de arte, etc.); pues bien, Jesús pretende que el fruto de sus elegidos tenga duración no sólo temporal, sino eterna; pues el amor no pasa nunca.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

64. La potestad episcopal.

El origen divino, la comunión y la misión eclesial caracterizan la potestad episcopal respecto a la ejercitada en cualquier otra sociedad humana. Ella tiene una índole y fin pastoral para promover la unidad de la fe, de los sacramentos y de la disciplina eclesial, así como para ordenar adecuadamente la misma Iglesia particular, según las propias finalidades. Para cumplir su misión, el Obispo diocesano ejercita, en nombre de Cristo, una potestad, la cual, según el derecho, está unida al oficio conferido con la misión canónica. Dicha potestad es propia, ordinaria e inmediata, aun cuando su ejercicio, regulado en definitiva por la suprema autoridad de la Iglesia y, por eso, por el Romano Pontífice, pueda estar circunscrito dentro de ciertos límites para el bien de la Iglesia o de los fieles.(149) En virtud de esta potestad, los Obispos tienen el sagrado derecho, y delante de Dios el deber, de legislar sobre los propios fieles, de emitir juicios y de regular todo cuanto se refiere a la organización del culto y del apostolado.(150) De aquí la distinción entre las funciones legislativa, judicial y ejecutiva de la potestad episcopal.(151)


149 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática Lumen Gentium, 27; Codex Iuris Canonici, cans. 131 § 1; 381 § 1; Juan Pablo II, Exhortación Apostólica postsinodal Pastores Gregis, 43.

150 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática Lumen Gentium, 27.

151 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 391 § 1.

La transparencia de Jesús

1.- “Transparencia” es la palabra de moda… y no parece que en ningun campo político, económico, ni social, estén los cristales tan trasparentes como para ver debajo.

También Jesús en el evangelio de hoy reclama para los suyos “transparencia”, pero Él nos dice que nos la va a dar dándonos el Espíritu de la Transparencia, el Espíritu de la Verdad, que al tiempo es “abogado”, pero no para buscarle las vueltas a las leyes y que todo quede como antes, sino para exigir y dar Él mismo transparencia, verdad y sinceridad a nuestras vidas.

¿No es verdad que hasta a la ley de Dios hemos aplicado lo de que “El que hizo la ley hizo la trampa”, de forma que no buscamos cumplirla mejor, sino cumplir lo mínimo exigible de ella? Todos tendemos a contentarnos con “mínimos”.

2.- Dios quiere ser adorado en espíritu y en verdad, por eso no se le puede servir con los NOES de los Mandamientos, sino con el espíritu con que fueron dados, que es el Espíritu Santo, que es verdad y amor.

Hay que entrar en el dinamismo del amor, del amor del Padre a Jesús. Y de Jesús a nosotros. Y de nosotros a Jesús y al Padre. Sólo si nos metemos en ese torrente de amor seremos realmente cristianos en sinceridad, en verdad, en transparencia… No habrá en nosotros sombras de fariseísmo, ni hipocresía.

3.- Cristiano no es el que cumple los mandamientos, es uno que es amado y ama a las dos metas de los mandamientos: Dios y el prójimo. El amor de Dios a nosotros es tan verdadero que es amor sin motivo por nuestra parte. No nos ama porque seamos buenos y merezcamos su amor. Nos ama porque Él es bueno. Esta es la Gran Noticia del Evangelio. Y la mala noticia sería que Dios nos amase sólo si somos buenos.

El amor de Dios es creativo de forma que amándonos a los que no valemos nada, nos da bondad y nos hace valiosos, tanto que nos hace en realidad y de verdad hijos de Dios. En la escala de valores nos hace dar un salto no cuantitativo sino, cualitativo, dándonos un valor divino. La luz de su amor al iluminarnos, no descubre en nosotros valores que ya teníamos, sino que los crea en nosotros.

Recuerdo como relucía el presbiterio de la parroquia de San Francisco de Borja –aquí en Madrid en la calle de Serrano—bajo los focos de la televisión, una vez que se retransmitió la Vigilia Pascual. Esas luces no hacían más que poner de relieve lo que aquí ya existe, pero que no se ve con la mortecina luz ordinaria. La luz del amor de Dios no encuentra nada en nosotros que poner de relieve, sino que el lo crea en nosotros.

4.- Este amor tan de verdad, tan sincero, tan transparente de Dios a nosotros exige una correspondencia de amor en nosotros. “Si así nos amó Dios, así debemos amarnos unos a otros”, dice San Juan. No dice “así le debemos amar al Él, sino que debemos amarnos unos a otros.

¿Por qué?, porque en el amor a los demás mostramos la verdad de nuestro amor. “Si alguno dice que ama a Dios y aborrece a su hermano es un mentiroso, vuelve a decir San Juan.

Ese amor abstracto, flota en las nubes hacía un Dios que está lejos y molesta poco, que es todo hermosura, buenas maneras, hasta huele bien a incienso y flores, cosas que no pocas veces faltan en el prójimo. No es amor sincero, verdadero, transparente…

5.- Hoy la Iglesia celebra la jornada de las Vocaciones Nativas., como primer domingo de Mayo. Es una obra pontificia. Pero también se celebra el día del enfermo. En todas nuestras casas hay algún enfermo, algún anciano, pongamos ese amor que debemos al Señor en esos seres que sufren a nuestro lado.

El enfermo, el anciano no es un problema biológico que solucionar, es un hermano que pide comprensión en su dolor y soledad, es un hermano que más que medicinas pide calor humano.

No atosiguemos al enfermo con razones teológicas, hagámosle sentir la cercanía del Señor a través del calor de nuestro corazón. No intentemos que alce la mirada al cielo dejando helado su corazón humano que necesita calor.

Tagore dice: “Mira a las estrellas, pero no te olvides de avivar el fuego de tu hogar, porque las estrellas no calientan ni el cuerpo ni el corazón”.

Cuando Dios quiso acompañar nuestro dolor y soledad se hizo carne cálida y cercana en el Señor Jesús.

José María Maruri, SJ

Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor

«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo pediré al Padre que os mande otro defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y está en vosotros». «No os dejaré abandonados; volveré a estar con vosotros.

Dentro de poco el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis, porque yo vivo y vosotros también viviréis. Aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, vosotros en mí y yo en vosotros. El que conoce mis mandamientos y los guarda, ése me ama; y al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Juan 14, 15-21

PARA MEDITAR

Jesús nos dice que no nos va a dejar abandonados. Y podemos decir que siempre ha estado con nosotros. El Espíritu Santo, el espíritu de Dios siempre ha estado con nosotros.

Nosotros tenemos que hacer lo mismo que Jesús hace con nosotros. No podemos dejar a nadie abandonado: a algún amigo que necesita nuestra ayuda, a alguna personas de la familia que necesita un beso o un abrazo de nosotros, a cualquier persona que pase hambre o que no tenga donde dormir. Ese es nuestro deber como creyentes…

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • ¿Conoces a alguna persona de tu barrio o pueblo que viva en la calle o que vaya a algún centro de asistencia para comer cada día?
  • ¿Cómo ayuda la Iglesia a estas personas? ¿Qué podemos hacer los cristianos para estar cerca de estas personas?
  • Escribe un compromiso para poder hacer alguna acción para ayudar a estas personas que lo necesitan..

ORACIÓN

Querríamos ser tu Buena Noticia,
nos gustaría contar a todos que existes,
que disfrutaran como nosotros de vivir
la vida en tu compañía,
que se sintieran salvados, dinamizados, impulsados,
pero sólo podemos expresar
nuestra alegría, regalar nuestro amor,
ser buenos compañeros de camino,
contar lo que vas haciendo con nosotros…
y así intentar que te conozcan,
que te busquen,
que se dejen amar por Ti.
Gracias porque nos has hecho
el regalo de conocerte.
Gracias porque nos has salido
al encuentro y nos has seducido,
pero no entendemos por qué
muchos hermanos viven huérfanos de Ti.
Sal a buscarles, manifiéstate,
facilítales la vida, háblales al corazón.
No les dejes, Padre.

¿De dónde nos viene tanta fuerza, Padre?

Nos envuelves con tu Espíritu
y superamos todas las inseguridades.
Estamos llenos de fallos

y nos entusiasman tus mandamientos.
Tenemos sentimientos contradictorios
y nos rebosa el amor.

Nos vemos pequeños ante los otros
y acompañamos con compasión.
Nos sentimos enfermos y nos haces ser
medicina para otros.

Tú, Señor, nos regalas tu fuerza
y nos vuelves como Tú.

Vivimos en un mundo
que no conoce a Dios,
que se inventa diosecillos extraños,
que adora todo lo adorable,

que busca ídolos y guías a quien seguir,
con tal de darte la espalda,

que reniega de lo que le contaron
de tu vida y de tu gente…
y a unos pocos nos tienes seducidos
por tu Espíritu.

Querríamos ser tu Buena Noticia,
nos gustaría contar a todos que existes,
que disfrutaran como nosotros de vivir
la vida en tu compañía,

que se sintieran salvados, dinamizados,
impulsados,

pero sólo podemos expresar
nuestra alegría, regalar nuestro amor,
ser buenos compañeros de camino,
contar lo que vas haciendo con nosotros…
y así intentar que te conozcan,

que te busquen,
que se dejen amar por Ti.

Gracias porque nos has hecho
el regalo de conocerte.
Gracias porque nos has salido
al encuentro y nos has seducido,
pero no entendemos por qué
muchos hermanos viven huérfanos de Ti.
Sal a buscarles, manifiéstate,
facilítales la vida, háblales al corazón.
No les dejes, Padre.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio – Domingo VI de Pascua

• Ya en la tradición bíblica «amar a Dios» y «guardar sus mandamientos» (15) son una sola cosa para el pueblo. Pueblo llamado a realizar y vivir la Alianza que Dios le ofrece (Dt 7,9). En este amor destaca siempre la iniciativa de Dios, y también su permanencia, su fidelidad (1 Co 1,9). Por tanto, ‘guardar los mandamientos’ no es una condición sin la cual Dios no ame a su pueblo sino la manera concreta que el pueblo tiene de amar a Dios.

• La expresión «mis mandamientos» (15,21) equivale a «mi palabra». Cuando Jesús lo dice se refiere a la revelación de su persona, de su misión. Guardar esta palabra es creer en Él. Ya en el Antiguo Testamento la Ley es, antes que nada hasta que los preceptos y las prescripciones legales lo estropearon-, la revelación de Dios que conduce a la vida (Sal 119 [118]).

• La novedad respecto al Antiguo Testamento es que el amor del discípulo recae sobre Jesús. La adhesión a su Palabra de vida es lo que lleva al cumplimiento de la Alianza. Guardar sus mandamientos, pues, no es someterse a unos preceptos legales: es el amor a la persona de Jesús, /a Palabra que se hizo carne (Jn 1,14). La fe es esto.

• Jesús promete «otro Defensor» (16). La palabra, en el texto original (se puede transcribir como «Paracleto» o «Paráclito»), significa «el que ha sido llamado para auxiliar, acompañar y ayudar». En este pasaje tiene una función muy concreta: «que esté siempre con vosotros» (16).

• Habla Jesús de «otro Defensor» (16). Es «otro» porque Él mismo es quien ha estado hasta el momento con ellos, a su lado (Jn 14.9), Después de Jesús, el «otro» que estará con los creyentes es el Espíritu Santo. El Espíritu, enviado por el Padre, es el gran don de Jesús en su Pascua (Jn 19,30; 20.22).

• Podríamos decir que el Espíritu es el verdadero autor del Evangelio: es por Él que podemos recordar lo que Jesús hizo y dijo y comprender el significado para cada comunidad y para cada persona. Es lo que llamamos actualización. Es en este sentido que es «el Espíritu de la verdad» (17).

• «Entonces» (20) se refiere a la vida de los discípulos después de la resurrección de Jesús: por la acción del Espíritu continuarán unidos a Jesús como Él lo está con el Padre. Se refiere a nosotros, por ejemplo, en la experiencia que estamos llamados a hacer en la revisión de vida: descubrir que Dios está presente en la vida.

Comentario al evangelio – San Matías

Hoy, día de san Matías, el evangelio nos habla de amor, mejor dicho, de “amor mutuo”: El que mantiene Jesús con el Padre y el que pide a los discípulos que mantengan con él. Amar es un verbo muy difícil de definir con precisión, pero que todos sentimos o, con seguridad, deseamos. Este evangelio de amores suscita hoy en nosotros una doble pregunta: ¿Es posible amar a Jesús? ¿Por qué nuestro amor hacia Él debe concretarse en cumplir sus mandamientos?

  • Profundicemos en la primera: ¿Podemos amar verdaderamente a Jesús a quien no vemos? ¿Es verdadero amor, o se trata simplemente de un recuerdo admirado o de un compromiso por continuar la obra iniciada por Él? ¿Es lo mismo amar a personas concretas que amar a Jesús, tan lejano e inaccesible? Todos tenemos nuestros “mapas de amores” de personas a quienes queremos -unas más, otras menos-, pero hablar de «amor», cuando el destinatario es Jesús de Nazaret, no es nada fácil. Quizás el único argumento convincente sea el que nos dan los testigos. Son muchísimos los que atestiguan con verdad que aman a Jesús, aunque sus explicaciones se nos queden muy difusas e insuficientes… pero ellos, verdaderos amantes, evidencian que el amor no se enseña; se contagia. Y para contagiarlo, hay que estar afectado. Si queremos aprender a amar a Jesús, hemos de frecuentar el contacto con quienes, con sus palabras y obras, lo aman “en serio”.
  • ¿Por qué para amarle hay que cumplir sus mandamientos? ¿Se trata de sustituir amor por obediencia? ¿Puede darse amor verdadero por obligación, sin libertad? Amor y libertad son inseparables. Pero el amor verdadero vincula, une, identifica sin arruinar la libertad. Incluso lo llegó a describir acertadamente la admirada y discutida Marilyn Monroe en una declaración espontánea: “Cuando amas a alguien no necesitas elegir entre dos personas”. Amar es hacerse libremente esclavo. Como Jesús. Pedro Casaldáliga atestigua cómo es ese amor enamorado y obediente a Jesús en su poema “Amor celoso”:

Tú pides,
pides siempre,
pides mucho,
Señor.
Lo pides todo.
Te gusta ir entrando, como un fuego,
vida adentro de aquellos que te aman
y abrasarles las horas, los derechos, el juicio.
Tú haces los eunucos y los locos del Reino.
Abusas del amor
de los que son capaces de abusar de tu Amor.
No muchos, más bien pocos.

Juan Carlos Martos, cmf