• Ya en la tradición bíblica «amar a Dios» y «guardar sus mandamientos» (15) son una sola cosa para el pueblo. Pueblo llamado a realizar y vivir la Alianza que Dios le ofrece (Dt 7,9). En este amor destaca siempre la iniciativa de Dios, y también su permanencia, su fidelidad (1 Co 1,9). Por tanto, ‘guardar los mandamientos’ no es una condición sin la cual Dios no ame a su pueblo sino la manera concreta que el pueblo tiene de amar a Dios.
• La expresión «mis mandamientos» (15,21) equivale a «mi palabra». Cuando Jesús lo dice se refiere a la revelación de su persona, de su misión. Guardar esta palabra es creer en Él. Ya en el Antiguo Testamento la Ley es, antes que nada hasta que los preceptos y las prescripciones legales lo estropearon-, la revelación de Dios que conduce a la vida (Sal 119 [118]).
• La novedad respecto al Antiguo Testamento es que el amor del discípulo recae sobre Jesús. La adhesión a su Palabra de vida es lo que lleva al cumplimiento de la Alianza. Guardar sus mandamientos, pues, no es someterse a unos preceptos legales: es el amor a la persona de Jesús, /a Palabra que se hizo carne (Jn 1,14). La fe es esto.
• Jesús promete «otro Defensor» (16). La palabra, en el texto original (se puede transcribir como «Paracleto» o «Paráclito»), significa «el que ha sido llamado para auxiliar, acompañar y ayudar». En este pasaje tiene una función muy concreta: «que esté siempre con vosotros» (16).
• Habla Jesús de «otro Defensor» (16). Es «otro» porque Él mismo es quien ha estado hasta el momento con ellos, a su lado (Jn 14.9), Después de Jesús, el «otro» que estará con los creyentes es el Espíritu Santo. El Espíritu, enviado por el Padre, es el gran don de Jesús en su Pascua (Jn 19,30; 20.22).
• Podríamos decir que el Espíritu es el verdadero autor del Evangelio: es por Él que podemos recordar lo que Jesús hizo y dijo y comprender el significado para cada comunidad y para cada persona. Es lo que llamamos actualización. Es en este sentido que es «el Espíritu de la verdad» (17).
• «Entonces» (20) se refiere a la vida de los discípulos después de la resurrección de Jesús: por la acción del Espíritu continuarán unidos a Jesús como Él lo está con el Padre. Se refiere a nosotros, por ejemplo, en la experiencia que estamos llamados a hacer en la revisión de vida: descubrir que Dios está presente en la vida.