Vísperas – San Isidro

VÍSPERAS

SAN ISIDRO, labrador

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Dichosos los que oísteis la llamada
al pleno seguimiento del Maestro,
dichosos cuando puso su mirada
y os quiso para amigo y compañero.

Dichosos si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para seguirle a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
marchando por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del perdón dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

SALMO 40: ORACIÓN DE UN ENFERMO

Ant. Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos. Aleluya.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos. Aleluya.

SALMO 45: DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Ant. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Aleluya.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.

LECTURA: Rm 8, 28-30

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor es justo y ama la justicia. Aleluya, aleluya.
V/ El Señor es justo y ama la justicia. Aleluya, aleluya.

R/ Los buenos verán su rostro.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor es justo y ama la justicia. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Siervo bueno y fiel, pasa al banquete del Señor. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Siervo bueno y fiel, pasa al banquete del Señor. Aleluya.

PRECES

Invoquemos a Cristo que con su resurrección ha reanimado la esperanza de su pueblo y digámosle:

Señor Jesús, tú que siempre vives para interceder por nosotros, escúchanos.

Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
— haz de la Iglesia tu Esposa inmaculada.

Pastor supremo de la Iglesia, que después de tu resurrección encomendaste a Pedro, que te profesó su amor, el cuidado de tus ovejas,
— concede a nuestro papa Francisco un amor ardiente y celo apostólico.

Tú que concediste a los discípulos que pescaban en el mar una pesca abundante,
— envía operarios que continúen su trabajo apostólico.

Tú que preparaste a la orilla del mar pan y pescado para tus discípulos,
— no permitas que nuestros hermanos mueran de hambre por culpa nuestra.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Señor Jesús, nuevo Adán que nos das la vida, transforma a nuestros discípulos a imagen tuya,
— para que compartan contigo la alegría de tu reino.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, Dios nuestro, que, en la humildad y sencillez de san Isidro, labrador, nos dejaste un ejemplo de vida escondida en ti, con Cristo, concédenos que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo y sea al mismo tiempo plegaria de alabanza a tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina- Viernes V de Pascua

1) Oración inicial

Señor Dios todopoderoso, que, sin mérito alguno de nuestra parte, nos has hecho pasar de la muerte a la vida y de la tristeza al gozo; no pongas fin a tus dones, ni ceses de realizar tus maravillas en nosotros, y concede a quienes ya hemos sido justificados por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Juan 15,12-17
Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.

3) Reflexión

• El evangelio Juan 15,12-17 ya ha sido meditado hace pocos días (….. o será retomado dentro de algún día). Vamos a retomar algunos puntos de aquel día.

• Juan 15,12-13: Amar a los hermanos como él nos amó. El mandamiento de Jesús es uno solo: «¡amarnos unos a otros como él nos amó!» (Jn 15,12). Jesús supera el Antiguo Testamento. El criterio antiguo era: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lb. 18,19). El nuevo criterio es: «Amaros unos a otros como yo os he amado». Aquí él dice aquella frase que seguimos cantando hasta hoy: «¡No hay prueba de mayor amor que dar la vida para los hermanos!»

• Juan 15,14-15: Amigos y no siervos. «Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando», a saber, la práctica del amor hasta el don total de sí! En seguida, Jesús coloca un ideal altísimo para la vida de los discípulos. Dice: “No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”. Jesús no tenía más secretos para sus discípulos. Todo lo que oye del Padre nos lo cuenta. Este es el ideal bonito de la vida en comunidad: llegar a una total transparencia, hasta el punto de no tener secretos entre nosotros y poder confiar totalmente el uno en el otro, poder compartir la experiencia que tenemos de Dios y de la vida y, así, enriquecernos mutuamente. Los primeros cristianos podrán realizar este ideal durante unos años. «Eran un solo corazón y una sola alma» (He 4,32; 1,14; 2,42.46).

• Juan 15,16-17: Fue Jesús el que nos escogió. No fuimos nosotros quienes elegimos a Jesús. Fue él quien nos encontró, nos llamó y nos dio la misión de ir y dar fruto, un fruto que permanezca. Nosotros le necesitamos a él, pero también él nos necesita a nosotros para poder seguir haciendo hoy lo que hizo para la gente de Galilea. La última recomendación: «¡Esto os mando: que os améis unos a otros!»

4) Para la reflexión personal

• Amar al prójimo como Jesús nos amó. Este es el ideal de cada cristiano. ¿Cómo lo estoy viviendo?
• Todo lo que oí de mi Padre os lo he contado. Este es el ideal de la comunidad: llegar a una transparencia total. ¿Cómo lo vivo en mi comunidad?

5) Oración final

A punto está mi corazón, oh Dios,
mi corazón está a punto;
voy a cantar, a tañer,
¡gloria mía, despierta!,
¡despertad, arpa y cítara!,
¡a la aurora despertaré! (Sal 57,8-9)

Comentario – Viernes V de Pascua

Decía Jesús a sus discípulos: Este es mi mandamiento –como si no hubiera otro-: que os améis unos a otros como yo os he amadoNadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Parece un contrasentido proponer el amor como un mandamiento: mandar amar. Pero ¿no es el amor algo que surge espontáneamente por razón del valor del objeto amado y de la unión (parentesco, amistad, enamoramiento, filiación) que nos mantiene ligados a ese objeto? Puede que sea así; no obstante, hasta ese amor necesita del refuerzo de la voluntad para su salvaguarda, mantenimiento y acrecentamiento, voluntad en la re-valorización del objeto amado y en el reforzamiento de la unión existente con el mismo. Y tratándose de un amor tan exigente con el de Jesús, amor oblativo y hasta el extremo, el papel de la voluntad es inexcusable: uno tiene que querer amar en este modo; uno tiene que proponerse realmente amar como Cristo nos ha amado; y aun así, no le será posible amar en este modo sin la ayuda del que lo manda.

Ya el mandato es una ayuda –no sólo una indicación conductual o un imperativo-; pero al mandato debe unirse la motivación y la fuerza impulsora. ¿Por qué amar en este modo que implica tantas renuncias? Todo amor implica renuncias y posesiones; pero este amor, el más grande, supone la donación de la entera vida. Así nos ha amado Jesús. Hay diferentes tipos de amor, pero en todos ellos se da y se recibe vida; en realidad, sólo se puede dar lo que antes se ha recibido. El amor también es siembra y la siembra es siempre producto de una cosecha. Se siembra de lo que se ha recogido y se recoge de lo que se ha sembrado. Y en el amor nunca se puede perder de vista el bien: el bien que se desea y se procura a la persona amada y el bien que se busca en ella.

La recompensa del amor –hasta del más desinteresado- es un beneficio tanto para el amante como para el amado, puesto que el bien del amado es también bien del amante. El amante que da la vida por el amado experimenta esta donación como un bien para sí mismo, aunque le suponga una gran pérdida en su vida. En realidad, la reciprocidad del amor hace del amado amante y del amante amado. Y el amor más grande es el que se revela en la donación de la propia vida por los amigos, o incluso por los enemigos, a quienes se quiere transformar en amigos en virtud del poder transformante del mismo amor. Esto es lo que nos dice san Pablo que hizo Jesús: entregar su vida también por sus enemigos, incluidos los que le arrebataban la vida: Padre –decía-, perdónalos porque no saben lo que hacen. Nosotros estaremos entre sus amigos si hacemos lo que nos manda, es decir, si sintonizamos con su voluntad o si tenemos en cuenta su querer en diferentes modos manifestado: no un querer arbitrario y egoísta, sino un querer que persigue exclusivamente nuestro bien.

Pero lo que nos hace amigos de Jesús no es en primer término el cumplimiento de sus mandatos o la atención a su voluntad, sino otra cosa que no depende de nosotros sino de aquel que decide incorporarnos a su amistad. Prestemos atención a sus palabras: Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. Llama «amigos» a los que ha hecho partícipes de su propia intimidad, como nosotros, que consideramos amigos a los que comparten muchas cosas de nuestra vida más íntima o personal. La amistad es concebida, pues, como un grado de participación en la propia vida.

Y eso se produce con la comunicación; en el caso de Jesús, dando a conocer a sus discípulos y amigos su experiencia de relación –lo que ha oído- con su Padre, lo más íntimo que hay en él. Si la amistad con Jesús depende de esta comunicación personal, no podremos ser amigos suyos si no se da tal comunicación y, por tanto, si no nos elige para compartir con él su intimidad. De ahí que diga: No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. La elección como amigos no se queda en la simple incorporación a un círculo de amistad; tiene como objetivo la fructificación y con ella la cosecha de nuevos amigos para él. La relación con él es tan estrecha y necesaria –como la del sarmiento con la vid- que sin ella no es posible la fructificación cristiana. La elección nos capacita y nos destina para dar fruto y para que ese fruto sea duradero. Hay frutos humanos muy duraderos (una teoría científica, una filosofía, una obra maestra de literatura, una catedral, una sinfonía, una obra de arte, etc.); pues bien, Jesús pretende que el fruto de sus elegidos tenga duración no sólo temporal, sino eterna; pues el amor no pasa nunca.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

65. Índole pastoral de la potestad episcopal.

 Las funciones de enseñar, santificar y gobernar están íntimamente unidas y todo el ministerio del Obispo está dirigido, siguiendo el ejemplo del buen Pastor, al servicio de Dios y de los hermanos.(152)

Para cumplir su misión, el Obispo se sirva de la enseñanza, el consejo y la persuasión, pero también de la autoridad y de la sagrada potestad cuando lo pida la edificación de los fieles.(153) En efecto, también el correcto uso de los instrumentos jurídicos es en sí mismo una actividad pastoral, ya que las leyes canónicas en la sociedad eclesial están al servicio de un orden justo, donde el amor, la gracia y los carismas pueden desarrollarse armoniosamente.(154)

Al tratar los problemas y al tomar decisiones, la salvación de las almas es ley suprema y canon inderogable.(155) Coherente, entonces, con este principio, el Obispo ejercite su autoridad de modo que los fieles de su diócesis la acepten como ayuda paterna y no como yugo opresivo: ofrezca a su grey una guía dinámica y al mismo tiempo discreta, que no impone cargas innecesarias e insoportables (cf. Mt 23, 4), sino que exige solamente lo que Cristo y su Iglesia prescriben, y lo que es verdaderamente necesario o muy útil para resguardar los vínculos de la caridad y de la comunión.

Como juez prudente, el Obispo juzgará según la sabia equidad canónica que es intrínseca a todo el ordenamiento de la Iglesia, teniendo delante de sus ojos a la persona, que en cada circunstancia ha de ser ayudada para alcanzar su bien sobrenatural, y el bien común de la Iglesia; por esto, con ánimo misericordioso y benigno, pero también firme, estará siempre sobre los intereses personales y, ajeno a cualquier precipitación o espíritu de parte, tratará de escuchar a los interesados antes de juzgar sus conductas.


152 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decreto Christus Dominus, 16; Juan Pablo II, Exhortación Apostólica postsinodal Pastores Gregis, 43.

153 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática Lumen Gentium, 27.

154 Cf. Juan Pablo II, Constitución Apostólica Sacrae Disciplinae Leges, XI.

Misa del domingo

Domingo VI de PASCUA
17 DE MAYO DE 2020
Nos hemos acostumbrado a que las promesas son palabras que se lleva el viento. El valor de la palabra dada cotiza a la baja en esta sociedad que se permite llenar los noticiarios de titulares que tienen tan poco recorrido como lo que se tarda en cambiar de canal.

Nuestra sociedad moderna durante mucho tiempo se ha creído que el mito de Prometeo era posible y que con nuestras fuerzas podíamos conseguirlo todo. Era cuestión de tiempo, que con nuestro ingenio y tecnología pudiéramos hacer una sociedad cada vez más eficaz.

Ante ambas realidades, la Palabra de Dios hoy invita al creyente a la reflexión. El evangelio nos sitúa ante Jesús prometiendo a sus discípulos que nunca les dejará huérfanos. La promesa de Jesús no es cualquier cosa. El Maestro da su palabra de que no se irá del todo de la vida de sus discípulos asegurando la presencia de Dios de manera continuada, en la vida de los que creen en Él. Jesús promete que pedirá al Padre que envíe al Espíritu para que esté siempre con nosotros, en nuestro interior, en nuestra vida.

Contemplar la escena me invita al silencio y a descubrir el misterio de Dios en mi propia vida. Me creo la promesa de Jesús ante tanta palabrería que nos rodea. La sociedad moderna nos ha tentado con esa autorreferencialidad que nos hacer creernos el centro de tantas cosas. Con nuestros planes, organizaciones y estrategias en ocasiones hemos olvidado que la promesa de Jesús sigue haciéndose realidad entres sus discípulos siempre y cuando se abran a la gracia y acojan la presencia del Espíritu en sus vidas.

El autosuficiente no precisa nada ni a nadie, pero quien acepta y guarda los mandamientos de Jesús, aún en su debilidad, se siente necesitado de Dios y añora su presencia.

El libro de los Hechos nos narra cómo el Espíritu fue el protagonista de la primera evangelización y los apóstoles instrumentos suyos para que la palabra y el amor de Dios llegara a las personas. En el relato de la primera lectura se nos recuerda que la ciudad se llenó de alegría con los signos que hizo Felipe y la oración de Pedro y Juan imponiendo las manos a esas personas de Samaría les hizo recibir el Espíritu Santo.

Estamos invitados a escuchar la promesa de Jesús y a creérnosla de verdad en nuestra vida. Oír su voz y sentir su corazón que nos dice que nunca nos va a dejar solos. En este tiempo de incertidumbre en el que tantas personas añoramos a seres queridos que no podemos visitar y en el que mucha gente vive con miedo y soledad, sentir a Jesús diciéndonos que nunca estaremos solos porque el Espíritu de Dios estará siempre con nosotros, nos debería llenar el corazón de paz y la mirada de esperanza.

No se puede ser creyente desde la autosuficiencia. Solo quien se siente necesitado acoge la gracia y se siente acompañado en su vida. Como aquellas personas de Samaría, el Espíritu Santo ha sido compañero de nuestro camino. Lo recibimos en nuestro bautismo y en nuestra confirmación. Se hace presente cada vez que se imponen las manos sobre el pan y el vino en cada Eucaristía, para que la promesa de Jesús de quedarse con nosotros al partir el pan, siga siendo alimento de nuestra vida. Lo recibimos personalmente cada vez que celebrando la reconciliación, en el encuentro con el sacerdote, se nos imponen las manos para experimentar el perdón y la paz.

El Espíritu fortalece, consuela, acompaña la vida del creyente. Contemplemos la promesa de Jesús y digámosle: “Creo Señor”. Necesitamos sentir cerca a Dios para poder llevarlo a los demás. Necesitamos su Espíritu para no estar nunca solos.

Fernando García, sdb

La misa del domingo: misa con niños

DOMINGO VI PASCUA
“Jesús nos dice algo nuevo”

17 de mayo de 2020

(La palabra de Dios que hoy se nos presenta en la liturgia puede resultar un poco difícil para ser explicada. Si se mantienen las lecturas haremos el esfuerzo de hacerlas asequibles a la mente de los más pequeños.

El esquema que seguimos mantiene las lecturas del domingo sexto ordinario.

Un signo para la celebración, un cartel en el que está escrita la frase: “Pero yo os digo…”, puede ir acompañada de un dibujo con el rostro de Jesús. También se puede proyectar la misma idea.

Canto: se puede escuchar o cantar: “Gracias, Señor” (de Iturralde, “Pasó haciendo el bien”).

1.- MOTIVACIÓN

Amigos. Muchas veces no entendemos a la primera lo que Jesús nos quiso decir durante su vida y lo que hoy nos sigue diciendo. Jesús no aprobaba muchas formas de vivir de su tiempo. Hoy también nos pide que seamos fieles a su mensaje. Lo vamos a escuchar y acoger en esta eucaristía. Por eso, celebramos con alegría y comenzamos cantando

2.- CANTO DE INICIO

3.- SALUDO DEL SACERDOTE Y MOTIVACIÓN DEL PERDÓN

4.- PERDÓN

  • Gracias, Señor, y perdón por las veces que no confiamos en ti. SEÑOR, TEN PIEDAD.
  • Gracias, Señor, y perdón porque no ayudamos como tú ayudas. CRISTO, TEN PIEDAD.
  • Gracias, Señor, y perdón porque no cuidamos a los que nos necesitan. SEÑOR, TEN PIEDAD.

5.- PRIMERA LECTURA ( Eclesiástico 15, 16-21)

Lectura del Libro del Eclesiástico:

Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre. No deja impunes a los mentirosos.

Palabra de Dios.

6.- CANTO O SALMO RESPONSORIAL (El del día: “Dichosos los que caminan en la voluntad del Señor”).

7.- EVANGELIO. Mateo 5, 17-37. “Pero yo os digo….”. Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Sabéis que se mandó a los antiguos: “No jurarás en falso”. Pero yo os digo que no juréis en absoluto. A vosotros os basta decir sí o no.

Palabra del Señor

8.- COMENTARIO

  • “Pero yo os digo…”
  • La nueva manera de entender las leyes. Jesús nos enseña a entender las leyes desde su corazón.
  • Hoy en día podemos ver que: “la tele dice”… “la gente dice”… “un amigo dice…”.
  • Pero ¿qué dice Jesús? Se trata de saber cuál es el pensamiento de Jesús sobre muchas situaciones de la vida. Poner ejemplos.

9.- PETICIONES

1.- Para que ayudemos a quienes necesitan sentirse felices. Roguemos al Señor.

2.- Para que sepamos ver a las personas que sufren muy cerca de nosotros. Roguemos al Señor.

3.- Para que ayudemos a otros amigos a entender el pensamiento de Jesús. Roguemos al Señor.

4.- Para que los niños que pasan hambre o no van a la escuela encuentren gente que se preocupe por ellos. Roguemos al Señor.

10.- ACCIÓN DE GRACIAS. “Gracias, por el milagro de la vida”

(Se puede escuchar o cantar esta canción. Como signo de gratitud a Dios que nos ayuda. También puede ser leída de manera pausada entre varios niños, con una música de fondo)

  • Gracias, Señor, por el milagro de crearnos. Gracias, Señor, por el milagro de encarnarte. Gracias, Señor, por el milagro de salvarnos. Gracias por el milagro de hacernos a tu imagen.
  • Gracias por el milagro de la vida. Gracias, por el milagro del amor. Gracias por el milagro de borrar nuestras culpas. Gracias, Señor.
  • Gracias, Señor, por el milagro de los montes. Gracias, Señor, por el milagro de los mares. Gracias, Señor, por el milagro de las flores. Gracias por el milagro del sol que muere y nace.
  • Gracias, Señor, por el milagro de un detalle. Gracias, Señor, por el milagro de un amigo. Gracias, Señor, por el milagro de las madres. Gracias por el milagro que nace en cada hijo.

11.- PARA LA VIDA

(Algún día entre semana leer, en casa, unas líneas del evangelio. Ver qué te dice Jesús).

Con la fuerza del Espíritu

Donde menos lo imaginas,
cuando menos lo esperas,
donde todo es gris de tristeza,
cuando la pesadumbre pesa,
donde nadie imagina ni sueña,
cuando el horizonte se nubla…
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!

En la tierra callada,
en el surco abierto,
en el bosque perdido,
en el barro del camino,
en las montañas áridas,
en los valles secretos…
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!

En los ojos que miran,
en las manos que aprietan,
en las palabras no dichas,
en las entrañas que gimen,
en los regazos que acunan,
en tu corazón cambiante…
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!

Florentino Ulibarri

Comentario al evangelio – Viernes V de Pascua

Hace tiempo leí este simpático dicho: “La vida debería ser «amarilla», es decir, «amar-y-ya»”. La ocurrencia expresa lo mismo que dice san Agustín: “Ama y haz lo que quieras”. El verdadero amor llega a trepar por encima del instinto de supervivencia. Puede convertirse en “amor loco”. Amar así, solo se aprende con Jesús. Él hace posible lo más difícil. Pone nuestra vida vuelta del revés. Tres lecciones suyas cambian un corazón de piedra en un corazón de carne.

1.- La lección de la intimidad (“Os llamo amigos…”).

Esa amistad profunda se expresa «estando con Él» para adorarlo y, además, “estando con los otros» para servirlos. La intimidad exige entrenarse en el sosiego que sabe sustituir el «perdona, no tengo tiempo» por el «todo mi tiempo es para ti». Esta frase suena romántica, pero es heroica. La saben decir las madres y los enamorados. ¿Qué intimidad cabe esperar si no nos detenemos para estar con Él desde el centro, corazón con corazón? Siempre tenemos tiempo para lo que amamos. Quien no nos dedica su tiempo a fondo perdido no nos quiere: simple­mente nos utiliza, aunque sea para satis­facer su conciencia altruista.

2.- La lección del mayor amor (“Nadie tiene amor más grande…”)

Cada grupo humano vive de sus historias. A menudo son historias románticas. Chico conoce a chica, se enamoran y viven felices para siempre. Es una buena historia que seguramente se dé aún. Pero si pensamos que es la única historia posible, viviremos con horizontes demasiado reducidos. Nuestra imaginación necesita ser alimentada con otras historias que nos hablen de formas de vivir y amar más al filo, “hasta el extremo”. Por eso son tan importantes las vidas de los santos. Nos muestran que hay otras formas de amar. Prueban que existe también el “amor más grande”: el que da la vida sin temer la muerte. Como Jesús.

3.- La lección de la reciprocidad (“Que os améis unos a otros…”)

El amor es recíproco que implica dar y recibir. Pero, para llegar hasta ahí, hay que empezar por el amor “unívoco”: Yo soy el primero que debo amar. El primer paso me toca a mí. Y gratuitamente. Alguien comparó a Dios con un caballero inglés, que era tan inmensamente discreto que no quería imponerse de ninguna forma sobre aquellos a los que amaba. Abría la puerta y se asomaba para asegurarse de que todos estaban a gusto y después, por más que deseaba quedarse, desaparecía para no molestarles. Se negaba a dejar que los otros se volvieran demasiado dependientes de él. No ocupaba el centro de sus vidas. Por eso, cautivaba.

Juan Carlos Martos, cmf